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• Ciencia cognitiva: nacida a mediados del S.XX, esfuerzo conjunto entre: inteligencia artificial, psicología,
lingüística, antropología y filosofía, aportando c/u su visión, centrando su atención en el desarrollo y
establecimiento de mecanismos que puedan producir determinadas conductas. Seres humanos y ordenadores
entran en la categoría común de entidades que procesan información.
Johnson-Laird defiende la necesidad de lograr una doble comprobación de las teorías, empírica y racional,
debe comprobarse su ajuste a la realidad mediante experimentos, como su coherencia y consistencia interna
mediante el desarrollo de un programa computacional.
• La introspección y lo inconsciente: Nunca hubo acuerdo en cuál es la mejor manera de estudiar la mente.
Los problemas empezaron cuando Descartes postuló: “no se puede dudar de que se tiene una mente, porque
dudar requiere una mente”; “cuerpo y mente son entidades distintas, el cuerpo una máquina, la mente
incorpórea, gobierna la conducta voluntaria a través de un nexo entre lo material y lo inmaterial”. Cuando los
psicólogos (S.XIX) intentaron explicar científicamente los fenómenos mentales, acordaron que sus contenidos
eran accesibles con la introspección. En el uso de la auto-introspección por parte de Psicólogos reunidos en
Wurzburg (Inicio S.XX) identificaron experiencias conscientes no analizables, sin contenido de imágenes
mentales ni conciencia sobre la existencia de un acto voluntario.
• Conductismo: La controversia del “pensamiento sin imágenes” duró años, no había manera de establecer
una conclusión dado que la introspección no puede establecer como una experiencia subjetiva conduce a
otra, esto dejó el terreno preparado para la llegada de la más radical de las reacciones al cartesianismo, la
negación de la mente.
La psicología según conductistas debía ser: objetiva, ciencia natural, controlar y predecir la conducta, olvidar
lo concerniente a la conciencia y la mente. En USA se abandonó el estudio de los procesos metales, se
reemplazó la técnica introspectiva por la observación controlada de repuestas en el laboratorio, los
lingüistas abandonaron el mentalismo y asumieron la visión conductista (las palabras vienen a sustituir a los
objetos), etc. La mente fue expulsada de su lugar original dentro del esquema dualista: convertida en un
misterio fantasmal que no desempeñaba papel alguno en la determinación del comportamiento.
B. F. Skinner “dilema teórico”: Supongamos que hay estados mentales que intervienen entre un estímulo del
mundo exterior y una respuesta subsiguiente. Hay, entonces, dos posibilidades.
1) Los estados metales intervienen de forma expresable mediante leyes, en este caso, el teórico puede
ignorarlos y formular una ley que relacione directamente los estímulos con la conducta.
2) no lo hacen así, entonces, el teórico no debe referirse a ellos. En cualquier caso, a la hora de articular leyes
psicológicas, no hay necesidad de referirse a los estados mentales. Estos son innecesarios o indescriptibles.