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La Eneida

«LA ENEIDA» (Eneas en el país de los sueños, en busca de la sombra de su padre)


«La terrible Sibila, no poseída aun totalmente del espíritu de Apolo, se esfuerza por sacudir su influencia,
revolviéndose como una bacante en su caverna, pero tanto más el dios fatiga su espumante boca, y domando la
fiereza de su corazón la dispone para proferir los oráculos. Ábranse por sí la profetista: «Oh, tú que evitaste los
inminentes riesgos del piélago; otros más graves te aguardan en tierra. Los troyanos penetrarán, sí, en el reino Lavinio;
arroja del corazón este cuidado, pero les pesará de haber penetrado allí. Veo guerras, hórridas guerras, y al Tíber
espumante lleno de copiosa sangre. No faltarán aquí tampoco el Simais ni el Xanto, ni los ejércitos griegos; ya está
preparado en el Lacio otro Aquiles, también hijo de una diosa y en todas partes estará presente Juno la enemiga de
los troyanos. ¿Entonces tú de qué naciones itálicas y de qué ciudades no implorarás socorro en sus apuros? La causa
de tan profundas calamidades. Será otra vez una mujer que dará hospedaje a los Frigios. Pero tú no cedas a las
adversidades, sino al contrario muéstrate más animoso de lo que permitiría tu fortuna. Lo que tú menos piensas, una
ciudad griega será tu principal recurso.
Tal fue el oráculo proferido desde el fondo del santuario por la atronadora voz de la Sibila; tales fueron las terribles verdades por ella
auguradas, en términos oscuros. El dios Apolo, la refrenaba en sus arrebatos y la agitaba en lo profundo de su pecho. Cuando sus sentidos
recobraron la calma y el silencio reemplazó a sus furores, dijo Eneas:
«Divina profetisa, no son para mí nuevos los trabajos y peligros por tí anunciados; todo lo he previsto y a todo estoy dispuesto. Una sola gracia
te pido: ya que la puerta de los infiernos está, según dicen en lugares en que Aqueronte forma un lago, séame permitido descender a aquellas
lóbregas mansiones para ver a mi caro padre; muéstrame el camino y ábreme las puertas sagradas. Llevándole sobre mis hombros atravesé las
sagradas llamas y en una lluvia de dardos yo le arranqué de brazos del enemigo: él me acompañó en mis viajes y sostuvo impávido todas las
fatigas del mar siendo débil y de extrema vejez, y me exhortó a que implorase rendido y protección.
Compadécete, oh santa Virgen, de un padre y de su hijo; tú lo puedes todo, y no en vano te confió Hécate la guarda de los bosques sagrados
del averno. Si pudo Orfeo con su canora cítara penetrar hasta los abismos para evocar los Manes de su cara esposa; si Cástor y Pólux vuelven
alternativamente a la Tierra y se redimen recíprocamente; ¿Por qué he de mentar a Teseo y al gran Alcides?. También yo soy descendiente del
supremo linaje de Júpiter.
Esta era la plática de Eneas asido del altar cuando la Sibila empezó a hablar en la siguiente forma: «Oh hijo de Aquiles, descendiente de los
dioses; fácil es bajar a los infiernos; de día y de noche está abierta la puerta del negro Plutón, pero retroceder y volver a las sublimes auras del
justo Júpiter o elevados hasta el cielo por su generosa virtud han podido lograrlo. Todo el centro del averno está ocupado por las selvas, que el
Cócito de negra corriente circuye. Con todo, si tan gran amor y tan vehemente deseo tienes de atravesar los ríos estigios y de ver dos veces el
negro tártaro, y si te place emprender un vano trabajo, oye lo que ante todo debes hacer: Bajo la espesa copa de un árbol se oculta un ramo,
cuyas hojas y flexible tallo son de oro y está consagrado a la infernal Juno; todo el bosque lo cure y las sombras lo encierran entre valles
tenebrosos. Nadie puede penetrar en las entrañas de la tierra sin haber antes desgajado el árbol esta rama de oro. Este es el tributo que la
hermosa Proserpina dispuso le fuese ofrecido. Apenas lo arrancan del árbol cuando retoña otro del mismo metal. Búscalo pues, pon ojos ávidos
cuando le hayas hallado arráncale con la mano con todo respeto: porque si los destinos te llaman, él mismo espontánea y fácilmente se
desprenderá de su rama; de lo contrario no podrás arrancarlo con fuerza alguna, ni cortarlo con el duro hierro. Además yace insepulto cadáver
de un amigo tuyo (iay, mientras tú lo ignoras!) e infestas, con su muerte, toda la cría, en tanto tú requieres las respuestas y estás junto mi puerta.
Lleva primeramente a éste a su corriente morada y sepultado. Después sacrifica sobre su sepulcro algunas ovejas negras; sean éstas las
primeras expiaciones. Así verás finalmente las selvas estigias; región inaccesibles a los seres vivientes. Así habló y cerró los labios. Dejando
Eneas la caverna, parte con semblante triste y los ojos bajos, y revuelve en su interior los misteriosos oráculos. A su lado va el fiel Acates
preocupado por las mismas inquietudes. Los dos iban discutiendo entre si tristemente cual sería el compañero cuya muerte auguró la Sibila, y
cuyo cadáver se había de sepultar. Más luego que se reunieron con los suyos, divisan en la árida ribera del mar el cadáver de Miseno...
Todos en torno se lamentaban con penetrantes clamores, más que todos el piadoso Eneas. Ejecutaban llorando las órdenes de la Sibila, sin
dilación, y a porfía levantan una hoguera casi tan alta como el cielo. Van a una selva, profunda guarida de fieras; caen los pinos, resuenan los
golpes de la segur y la encina y sucumben los fresnos; las copas rompen en endeble roble y los altos álamos de la montaña. También Eneas
toma activa parte en aquellas faenas y orando con los mismos instrumentos, incita a sus compañeros. Entretanto medita esto en su angustiado
corazón mirando la espaciosa selva y a solas dice: ¡Oh, si ahora, en esta dilatada selva se ofreciese a mis ojos el ramo de oro; puesto que la
Sibila, Oh Miseno, ha proferido oráculos demasiado inciertos en cuanto a tí!
Apenas había pronunciado estas palabras, cuando dos palomas que casualmente volaban por el aire, pasaron delante de él y se posaron en la
verde tierra. Entonces el insigne héroe reconoce las aves de su madre, gozoso exclama: «Oh, guiadme si hay algún camino y desde el aire dirigid
mi rumbo hacia la selva, donde el precioso ramo sombrea la fecunda tierra; y tú, oh diosa madre mía, no me desampares de la vida».
Dicho esto, se paró mirando qué indicios le daban y a dónde dirigían su vuelo. Ellas picoteando entre las yerbas, se adelantaron tanto como los
más perspicaces ojos podían .alcanzar. Después, así que llegaron a la orilla del fétido averno, levantándose con ligereza y deslizándose por las
tenues auras, páranse en su lugar ameno, sobre un árbol de los troncos, desde donde el resplandor del oro de color diferente se traslucía entre
las ramas. Cual suele en la selva, durante los fríos invernales, brotar el muérdago con nuevas hojas entre los árboles a que crece pegado y
circunda los redondos troncos con su fruto amarillo. Tal, semejaba el áureo follaje en la copuda encina y crujía el ramo mecido por el blando
céfiro. Cógelo al punto Eneas lo arranca impacientemente y se apresura a llevarlo a la mansión de la Sibila»...

Preguntas
1. ¿Cuál es la importancia de Sibila?
2. ¿Con quién se encuentra Eneas en el inframundo?
3. ¿Cuál era el destino de Eneas?
4. ¿Qué tributo había que darle a Proserpina?
5. ¿Qué dioses apoyaban a Eneas?
LECTURA II

El abogado Cicerón es el mayor y más influyente de los oradores romanos y un hombre de letras en
su integridad. Como escritor romano, aportó al latín un léxico abstracto del cual carecía, transvasó y
tradujo numerosos términos del griego y civilizó el idioma transformándolo definitivamente en una
lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Escribió como abogado numerosos
discursos, a veces agrupados por ciclos temáticos (las cuatro Catilinarias, las Verrinas, las catorce
Filípicas contra Marco Antonio) y bastantes tratados sobre retórica y oratoria, como el De oratore.
Durante el Renacimiento fue uno de los modelos de la
prosa y se leyeron ávidamente sus cuatro colecciones de cartas, conservadas y editadas por su
secretario Tirón, entre las cuales destacan las “Epístolas familiares”, donde se perciben sus veleidades
políticas, sus gustos filosóficos y literarios, y la vida menuda de su casa y de la Roma de su tiempo.
Casi toda su obra manifiesta una gran preocupación sobre cuál debe ser la formación del orador, que
ha de ser integral y emprenderse desde la cuna, en lo que tuvo por mayor seguidor en fechas muy
posteriores a Marco Fabio Quintiliano. Como moralista, defendió la existencia de una comunidad
humana universal más allá de las diferencias étnicas (Humanismo) y la supremacía del derecho natural en su obra maestra, el De
officiis o «Sobre las obligaciones» y se manifestó contra la crueldad y la tortura. Como filósofo no le satisfizo ninguna escuela griega
y prefirió adoptar el pensamiento del eclecticismo, tomando lo mejor de unos y de otros. Contrario al escepticismo radical, sostenía
la necesidad de conceptos innatos e inmutables necesarios para la cohesión social y los vínculos relacionales de los individuos.
Sus ideas sobre religión, expresas en De natura deorum, (Sobre la naturaleza de los dioses), revelan su creencia en Dios y en el
libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos deben mucho a fuentes griegas, que trata con familiaridad y enriquece con su
propio juicio; fue, pues, un gran divulgador y preservador de la filosofía griega. Destacó por trasladar el vocabulario de términos
filosóficos griegos y definirlos para muchas obras filosóficas posteriores. En política fue un republicano convencido, absolutamente
enemigo de la tiranía, y se le deben obras dialogadas como el De república y De legibus (Sobre el estado, Sobre las leyes). Compuso
además un tratado, De gloria, que no se ha conservado y cuyo rastro se pierde en las manos del humanista Francesco Petrarca,
que alcanzó a leerlo en la Edad Media.

LITERATURA LATINA
Representantes:
• Cicerón: Filípicas
• Virgilio: La Eneida
• Horacio: Epístola a los pisones
• Ovidio: El arte de amar
VIRGILIO
• Publio Virgilio Marón, nació en Andes, cerca de Mantua en el 70 a.C.
• De origen campesino.
• Recibió una educación esmerada a pesar de todo.
• Despojado de sus tierras traba amistad con Mecenas,
con el propio emperador y otros principales personajes.
• En Nápoles empieza a escribir La Eneida y alentado por la idea
de conocer los lugares donde se desarrolla el poema viaja a Grecia.
• A causa de la fatiga del viaje muere en Brindis, el 19 a.C.
Obras
• Las Bucólicas
• La Eneida
• Las Geórgicas (en 4 libros)
Estilo
• Es el poeta del sentimiento que se engrandece con su amor por la naturaleza.
• Musicalidad en sus poemas.
• Cuidado exquisito de sus versos.

La Eneida (Poema Nacional)


Tema: Las guerras y aventuras que enfrentó Eneas, y sus luchas por establecerse en Italia.
Personajes: Eneas, Dido, Anquises, Latino, Turno, Lavinia.

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