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El asesinato de la familia imperial rusa, los Románov, tuvo lugar en Ekaterimburgo el 17 de

julio de 1918.1 El zar Nicolás II, su esposa la zarina Alejandra y sus cinco hijos: Olga, Tatiana,
María, Anastasia y Alekséi fueron fusilados junto a aquellos que decidieron acompañarlos en
su exilio —entre los que destacaban Eugene Botkin, Anna Demídova, Alekséi Trupp e Iván
Jaritónov—. El fusilamiento fue ejecutado por un grupo de bolcheviques dirigidos por Yákov
Yurovski bajo las órdenes del Sóviet Regional de los Urales.

Algunos historiadores atribuyen la orden al Gobierno de Moscú, específicamente a Yákov


Sverdlov y Vladímir Lenin, quienes deseaban prevenir el rescate de la familia real por la Legión
Checoslovaca (que se aproximaba a la zona en su lucha frente a los bolcheviques en el seno del
Ejército Blanco) en el transcurso de la guerra civil rusa.23 Tal afirmación se apoya en un pasaje
del diario de León Trotski.4 Sin embargo, en unas investigaciones recientes efectuadas por
Vladímir Solovyov se afirma que no existe documento alguno que señale a Lenin o Sverdlov
como responsables

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