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"25 años en las cárceles de exterminio de

este Estado fascista me han ratificado


que hay que seguir luchando"

A Francisco Brotons, la persona que más tiempo ha pasado en prisión en


la historia de España, todo el mundo le conoce por Miguel, el nombre de
guerra que él mismo eligió. Junto a Teresa González, compañera de
militancia excarcelada hace apenas tres meses, pasó por Cádiz en el marco
de una gira que están llevando a cabo por el Estado. Los dos entienden que
éste es ahora su frente de lucha y, consecuentemente, recorren el mapa,
ciudad por ciudad, explicando, a quienes quieran escucharles, el horror de
unas cárceles diseñadas para la venganza, pensadas para provocar la
rendición y la aniquilación intelectual de los disidentes. En su caso, desde
luego, no lo han conseguido.

Iñaki Álvarez: ¿Qué es lo que te llevó a tomar la decisión de ingresar en la


OMLE y, posteriormente, a militar en el PCE (r) y en los GRAPO?

Miguel Brotons: Hay muchas razones; la primera, el conjunto de mis


experiencias infantiles. Nacer en el seno de una familia obrera, crecer en el
marco de un barrio de obreros, además de escuchar conversaciones de mis
mayores que hablaban de una realidad completamente distinta a la que yo
vivía en aquellos momentos. Recuerdo, por ejemplo, cuando comentaban en
mi presencia que durante la República se habían llegado a sentir dueños del
poder, con la posibilidad de crear una nueva sociedad. Se habían sentido
verdaderamente libres y todo aquello se les arrebató por la fuerza de las
armas. Para mí, todo aquello supuso una enorme enseñanza. Desde
pequeño conviví con la lucha de clases en su estado más puro.

Recuerdo que los mayores, cuando se referían al Estado, a los fascistas,


hablaban de ellos. Toda la gente con la que yo hablaba, que eran obreros,
trabajadores, diferenciaba muy bien entre Estado y Pueblo.

Éllos eran ellos y nosotros éramos nosotros.

Eran dos contrincantes y esa diferencia social la mamé desde pequeñito.


Así, me fue muy fácil asumir que yo pertencía a los de abajo y que los de
arriba eran mis enemigos.

Iñaki Álvarez: Por aquella época, aún no se habían producido movimientos


importantes por la izquierda del PCE...
Miguel Brotons: Bueno, te hablaba de mis tiempos de infancia y para mí
no había entonces diferencias entre el comunismo, el anarquismo o el
sindicalismo.

Yo los veía a todos equivalentes. Eran La República, el mundo de mis


mayores, el mundo de mis padres, el mundo de mis vecinos... Era un
mundo con el que yo estaba completamente de acuerdo. Los matices
políticos los fui adquiriendo mucho después, a finales de los 50 y comienzos
de los 60. Y, efectivamente, el gran choque fue encontrarme con la nueva
política que estaba llevando a cabo el Partido Comunista.

Iñaki Álvarez: ¿Llegaste a militar en el PCE?

Miguel Brotons: No, no, nunca; en el Partido Comunista de Carrillo,


nunca.

Además, como te decía, el primer gran choque fue cuando comencé a


darme cuenta del verdadero significado de la llamada política de
reconciliación nacional. Yo, que entonces era un chaval, no podía entender
aquello. No podía comprender que pudiéramos ser amigos de aquellos que
todavía seguían torturando, que todavía seguían asesinando. Porque, en el
año 1.956, los fascistas seguían asesinando. Por ejemplo, en Córdoba, en
Pozoblanco, yo sabía que habían matado a jornaleros a la puerta de sus
casas, delante de sus familias. Pues en aquel mismo año, Santiago Carrillo
ya andaba preconizando la reconciliación nacional; es decir, la venta y la
destrucción de su propio partido, del Partido Comunista.

Iñaki Álvarez: Llegamos, pues, a tu adolescencia. Percibes la situación


política con más claridad, adquieres más conocimientos, tienes más
formación...

Miguel Brotons: Más formación, sí, y fundamentalmente autodidacta,


porque en aquella época era muy difícil encontrar libros de Marx, de Lenin,
de Mao...

Era muy difícil, pero se encontraban. Recuerdo que, entonces, casi todas las
librerías, al menos en Madrid, tenían una trastienda. Y algunos libreros
progresistas, si confiaban en ti, si te conocían, te dejaban entrar en esa
especie de rebotica en la que podías encontrar, por ejemplo, libros editados
por Ruedo Ibérico, libros editados en México o en Argentina; libros de
política, de poesía social... Esos libros me interesaban a mí. Podías
encontrar también boletines, revistas clandestinas de los grupos más
diversos... Y yo me iba nutriendo de todas aquellas lecturas.

Iñaki Álvarez: En esos años, además del PCE, empiezan a sonar otros
grupos reformistas como el FELIPE, que gozaba de cierto carisma, sobre
todo entre los estudiantes antifranquistas. Sin embargo, tú nunca te dejaste
abrazar por ellos...

Miguel Brotons: Bueno... Es que esa gente, es verdad que era


antifranquista, pero nada más. Ellos decían que eran socialistas,
comunistas... Pero no lo eran. Pronto quedó claro que no eran más que
demócratas burgueses, que sólo buscaban lo que luego consiguieron con la
transición: una partitocracia burguesa en la que ellos pudieran medrar.
Había mucha ilusión, pero también muchísima confusión. El hecho de sufrir
un fascismo tan descarnado, aunque propiciaba que mucha gente decidiera
pasar a la lucha, dificultaba encontrar la tecla, dificultaba la constitución de
un verdadero partido comunista que se encumbrara directamente hacia la
Revolución, hacia la conquista del Poder. Había mucho reformismo
disfrazado de radicalismo. Por eso, cuando ahora comparamos la coyuntura
actual con aquellas luchas de los años 60 y de los 70, tendemos a
idealizarlas. ¿Por qué? Porque entonces se movilizaba mucha gente. Pero
debemos descargar de idealismo a aquellos que no se movían por objetivos
revolucionarios, aunque pensaran que sí, aunque, desde un punto de vista
voluntarista, quisieran esa revolución. Eran reformistas a los que sólo les
movía acabar con el Régimen de Franco.

Iñaki Álvarez: Pasan los años, no muchos, y llegamos al momento que


decides ingresar en la OMLE, que es tu primera militancia...

Miguel Brotons: No. Antes había pasado por el FRAP. Había estado en las
Juntas Antifascistas y Patriotas. Por eso tenía contacto con gente del PCE
(ml) que era el partido que lideraba todo aquel movimiento. Pero muy
pronto me convencí de que aquello no podía llegar muy lejos. Hacían una
proyección mecánica de las experiencias chinas al caso del Estado español
y, claro, proyectar las experiencias de un país campesino como China,
enorme, sí, pero fundamentalmente campesino, a un país industrializado
como empezaba a ser el Estado español, era absurdo. Por ejemplo, esta
gente decía que el enemigo principal, el enemigo fundamental de los
trabajadores españoles era el imperialismo yanqui, y eso, evidentemente,
también era absurdo. Tú a la gente no la podías movilizar simplemente
contra el imperialismo yanqui, porque su enemigo principal no era ése. Su
enemigo, nuestro enemigo fundamental, era el régimen fascista que
imperaba en el Estado español y el patrón que les explotaba directamente.
Y, claro, con esas prioridades no podía calar el mensaje del PCE (ml) y del
FRAP. Así que entré en la OMLE, que también se reclamaba seguidora de
Mao, en el sentido de que Mao tenía y tiene muchas cosas que enseñar,
porque entre las experiencias chinas hay algunas que tienen validez
universal, pero lo que no se puede hacer es un mimetismo absoluto de la
política que Mao diseño para China, en cada uno de sus puntos, para
aplicarla a un país desarrollado y capitalista.

Iñaki Álvarez: Habéis dado siempre mucha importancia a las etiquetas.

Que si maoístas, que si trotskistas...

Miguel Brotons: No, no demasiada. Tampoco es que hayamos caído en el


eclecticismo nunca, pero yo personalmente pienso que de todas las
experiencias se puede aprender, tanto en lo positivo como en lo negativo.
Yo, desde luego, he aprendido mucho de la experiencia de la Unión
Soviética y también de la República Popular China, por ejemplo del
establecimiento de las comunas, de su tratamiento de las contradicciones
en el seno del pueblo, de la profundización de la dialéctica marxista... Como
se puede aprender también de las guerrillas latinoamericanas. Por eso, sin
caer en el eclecticismo, hay que estar permanentemente abiertos a otras
experiencias. No para mimetizarlas, sino, muchas veces, para corregir
errores más que para copiar aciertos que casi nunca son trasladables a
otras realidades. Los errores, en cambio, tienen un carácter más universal.

Iñaki Álvarez: En aquella época, la URSS era el punto de referencia


principal de la mayoría de los movimientos de izquierda del planeta. Sin
embargo, vosotros ya denunciabais el revisionismo y desviacionismo del
PCUS.

Miguel Brotons: Efectivamente, nosotros siempre denunciamos el nefasto


revisionismo moderno que, entonces, a nivel internacional, estaba
encabezado por la Unión Soviética. Y, consecuentemente, aquí nos negamos
a tener cualquier relación con el partido de Carrillo. De hecho, varios
militantes nuestros procedían del Partido Comunista, y algunos habían
tenido puestos en su dirección, por ejemplo en las juventudes de Galicia, en
organizaciones sindicales. Incluso contábamos en la OMLE con camaradas
que habían creado las primeras comisiones obreras en Madrid. Nosotros
siempre tuvimos claro que, a partir del XX Congreso del PCUS, la URSS se
dirigía de cabeza a la reconstrucción del capitalismo y así lo denunciamos
desde el nacimiento de la OMLE en 1.968, aunque los primeros en verlo
fueron los comunistas chinos. Por eso, en los países capitalistas se produjo
una eclosión de partidos y grupos a la izquierda de los partidos comunistas
oficiales. Hubo, pues, una verdadera ruptura en el movimiento comunista
tradicional que era necesaria porque, al estar liderada por el PCUS, no se
encaminaba hacia la construcción del comunismo sino que estaba abocada
irremisiblemente al capitalismo, como después sucedió.

Iñaki Álvarez: Sin embargo, aquí las teorías maoístas las esgrimieron
partidos mucho mayores numéricamente que el vuestro que acabaron
engrosando las filas del PSOE y hasta del PP. Por ejemplo, la ORT o el PTE.
Miguel Brotons: Claro, claro. De hecho, esos partidos que citas, en cuanto
llegó la transición, abrazaron la reforma, se legalizaron y llegaron, incluso, a
participar en las primeras elecciones. Demostraron en la práctica que no
eran más que unos demócratas burgueses. Aceptaron la Constitución.
Nosotros, en cambio, ya como PCE (r), nos enfrentamos a ella y la
denunciamos como lo que es, como lo que siempre fue, un
enmascaramiento del mantenimiento del régimen de los monopolios.

Iñaki Álvarez: Pero estamos hablando aún de la OMLE. Y, antes de llegar


a ese 15 de diciembre de 1.976 en el que el Gobierno celebró el referéndum
para aprobar su Proyecto de Ley para la Reforma Política, y aún antes de
constituiros en 1.975 como PCE (r), vosotros os definíais como la
vanguardia de la clase obrera...

Miguel Brotons: Sí, pero no teníamos pretensión ni voluntad alguna de


exclusividad. De hecho, durante mucho tiempo mantuvimos relaciones con
otros grupos y con otros partidos, con el fin de unir en un solo partido a
todos aquellos que se autodefinían como comunistas, pero eso resultó
imposible. Sólo lo conseguimos en el caso de la OMLG, que se fundó con
algunos de los militantes gallegos escindidos del PCE que habían formado la
Organización Obreira y que tuvo una gran importancia en la huelga general
revolucionaria que hubo en Vigo en 1.973.

Iñaki Álvarez: En aquellos días en que aún había grandes diferencias entre
sectores sociales como los obreros, los jornaleros, los estudiantes, etcétera,
vosotros creasteis otras organizaciones como ODEA...

Miguel Brotons: Sí, la Organización Democrática de Estudiantes


Antifascistas. Pero, claro, es que nosotros deciamos que el enemigo del
pueblo español, el enemigo a batir y a abatir es el capitalismo, sí, pero el
capitalismo tiene una forma de dominación muy concreta en esta etapa y
esa forma es el fascismo. Y el fascismo no afecta sólo a la clase obrera. Hay
otras colectivos sociales que también se ven afectados por este fascismo.
Están los campesinos, los estudiantes... Y nosotros teníamos que atender
también las necesidades de esos colectivos, creando otros frentes de lucha
contra el enemigo común. Así nacieron la ODEA y otras organizaciones
como la OMA -Organización de Mujeres Antifascistas- o el Socorro Rojo, que
luchaba en el frente de la solidaridad. La diversificación es necesaria para
combatir al fascismo. Pero es que, además, yo estoy convencido de que no
existe la revolución proletaria pura, y mucho menos en la etapa moderna
que es una etapa fascista que afecta a muchas capas sociales distintas del
proletariado, que es la clase fundamental y en la que va a imprimir su sello
la organización y la que va a marcar los grandes objetivos de la revolución
futura.
Iñaki Álvarez: Si te parece, Miguel, después hablaremos de la vigencia de
esos términos. Nos encontramos ahora en el momento en que decidís
cambiaros de nombre, liquidar la OMLE y reivindicar las siglas del PCE,
fundando el nuevo PCE (reconstituido).

Miguel Brotons: Bueno, no es una cuestión semántica. No fue únicamente


cambiar de nombre. De hecho, la organización, la OMLE, nació con el
objetivo fundamental de reconstruir el Partido. Tanto es así que hasta el
boletín de la organización local de Madrid se llamaba Reconstrucción.
Porque hay una diferencia evidente entre lo que es una organización y lo
que es un partido. Es decir, la Organización reconstruye el Partido que, a su
vez, es el que tiene como objetivo hacer la revolución. Durante la etapa
OMLE, fuimos, poco a poco, desarrollando las líneas generales de lo que
después sería el PCE(r), su línea revolucionaria. Se van acumulando
experiencias revolucionarias y experiencias organizativas. En 1.975 se
cumplió, pues, un objetivo histórico.

Iñaki Álvarez: El mismo 1.975 en el que decidisteis dar un salto


profundamente cualitativo y, siguiendo el clásico esquema de otros partidos
revolucionarios -partido dirigente que decide y supervisa todos los métodos
de lucha, incluida la armada-, algunos de vosotros dais a conocer las siglas
GRAPO -Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre- matando a
cuatro policías el 1 de octubre de aquel año en Madrid, cuatro días después
de que el Gobierno ordenase ejecutar a cinco antifascistas: tres del FRAP y
dos de ETA.

Miguel Brotons: En cuanto a lo del esquema de partido clásico, es que así


debe ser. Vamos a ver, el que tiene que dirigir el proceso revolucionario es
el proletariado, sí, pero, ¿con qué medios? El proletariado se tiene que dotar
necesariamente de una organización. Esa organización, para nosotros, es el
Partido Comunista.

Iñaki Álvarez: Ya, pero hay otras experiencias que no responden a ese
esquema. Por ejemplo, el caso vasco.

Miguel Brotons: Sí, pero es que en el País Vasco hay una lucha
interclasista. Lo que, además, es muy lógico porque es una lucha de
liberación nacional. Pero eso es lo que te decía. El enfrentamiento al
fascismo no es propiedad exclusiva del proletariado. Y como la opresión
fascista está afectando a otras clases y a otros sectores sociales, todos ellos
pueden y deben participar en esa lucha contra el fascismo. En el caso vasco
está muy claro. Allí hay burguesía, hay pequeña burguesía, hay
proletariado, y ellos se dotan de las organizaciones y de las formas de lucha
que consideran oportunas. No es un movimiento proletario, ni falta que
hace, puesto que es una lucha de liberación nacional que tiene que tener un
carácter muchísimo más amplio y deben participar, y de hecho participan,
sectores sociales que no tienen objetivos socialistas. Algunos de ellos sí los
tienen, pero otros lo único que quieren es su patria vasca independiente, a
lo cual tienen todo el derecho del mundo.

Iñaki Álvarez: Siempre habéis dado mucha importancia a la formación. De


hecho, me decía una vez el difunto José María Sánchez Casas que parecíais
catequistas, apóstoles predicando la Revolución, valga la metáfora, no sé si
muy afortunada. Pero sí veiais la necesidad de reforzar ideológicamente a
las masas...

Miguel Brotons: Sí, desde luego nosotros impulsamos ese refuerzo


ideológico de muchas formas, entre ellas una parecida a la catequesis que
decías.

Eran los seminarios, que era como les llamábamos, no sólo nosotros, sino
que era un término acuñado por todas las fuerzas de la izquierda
revolucionaria de los años 60 y 70. Nosotros hemos prestado una gran
atención a la teoría revolucionaria, pero nunca hemos sido excesivamente
"practicistas", ni muchísimo menos, pese a que para nosotros, como
marxistas, la praxis tiene una importancia decisiva. Pero, claro, partíamos
de una verdadera degeneración del Partido Comunista.

Partíamos de que los conceptos clásicos, los conceptos verdaderamente


revolucionarios, habían sido robados por los revisionistas. Partíamos de que
era necesario recuperar la herencia revolucionaria de todo el movimiento
obrero internacional y transmitirla a los obreros. De ahí que siempre
hayamos prestado una enorme importancia al estudio, a la discusión, a la
propaganda revolucionaria, dando siempre prioridad a los temas
fundamentales para la revolución en nuestro país. Y los temas
fundamentales son muchas veces temas teóricos, temas complejos, muy
difíciles, que hemos tratado siempre explicar, a través de nuestra
propaganda, de la forma más sencilla posible.

Iñaki Álvarez: Sin embargo, se os ha acusado muchas veces de


ortodoxos...

Miguel Brotons: Sí, pero es una acusación injusta. Nosotros siempre


hemos tenido un criterio muy amplio. Es lo que te decía antes, que sin caer
en el eclecticismo siempre hemos estudiado con muchísimo interés todo tipo
de experiencias. Yo recuerdo, por ejemplo, que antes de iniciar la formación
de los GRAPO, nosotros estudiábamos con mucho detenimiento las
experiencias de los tupamaros; y teníamos muchas discrepancias con ellos,
pero los estudiábamos porque considerábamos que teníamos cosas que
aprender. De los tupamaros, de las Brigadas Rojas, de la RAF, de la guerra
popular en China, de todos los sitios hemos extraído muchas enseñanzas. O
sea que ortodoxos sí, en el sentido de que mantenemos los principios del
marxismo leninismo. En eso somos totalmente ortodoxos. Pero también
estamos completamente abiertos a las nuevas experiencias, porque las
nuevas experiencias nacen de las nuevas realidades, y tenemos que
aprender a aplicar los antiguos principios a esas nuevas realidades. Por eso
nos interesa estudiar muy al detalle esa nueva realidad.

Iñaki Álvarez: Miguel, antes ha quedado en el aire todo lo referente a la


decisión que tomasteis de dar el salto cualitativo a la lucha armada el 1 de
octubre de 1.975 y de crear los GRAPO.

Miguel Brotons: Bueno, antes de ese día, se habían realizado algunas


operaciones, por ejemplo, la del canódromo de Madrid donde se ajustició a
unos guardias civiles, también en respuesta a una ación represiva del
Estado. O sea, que los GRAPO no existían oficialmente. De hecho, tras aquel
1º de octubre, todavía pasaron algunos meses -en los que ya actuábamos
pero que dedicábamos a la consolidación interna- hasta el verano de 1.976,
fecha en que los GRAPO nacen de manera oficial presentándose en sociedad
con un comunicado en el que expresaban las causas del nacimiento y los
objetivos de la organización. Digamos que es cuando aparecen en la vida
política española.

Iñaki Álvarez: Parece que, cómo te decía antes, demostrasteis una


capacidad de reflejos importante, porque las acciones de ese Primero de
Octubre que dio nombre a la organización tuvieron lugar sólo cuatro días
después de aquel triste 27 de septiembre de 1.975...

Miguel Brotons: Hombre, eso fue algo que ya estaba bastante preparado.

Aquellos fusilamientos estaban cantados. Ya se conocía lo que iba a pasar.


De hecho, al menos en Madrid que era donde yo me movía, había montones
de manifestaciones, pintadas, mucha preocupación en todo el seno de la
Izquierda... Pero, ¿qué es lo que pasó? Pues que tras los fusilamientos, toda
esa izquierda que se autotitulaba revolucionaria se escondió debajo de la
cama. Sólo aparecimos nosotros que, claro, ya estábamos absolutamente
dispuestos a pasar a la acción en caso de que se cometiesen los
fusilamientos. Y, lógicamente, los objetivos estaban claramente decididos y
más que estudiados. O sea, que no se improvisó nada. Los fusilamientos
eran algo cantado y cantada estaba también nuestra respuesta.

Iñaki Álvarez: ¿Qué mueve a alguien a empuñar las armas por sus ideas?

Miguel Brotons: Mira, Iñaki, te puedo asegurar que a nadie le gusta


apretar el gatillo, eso es evidente. A nadie le gusta matar y, lógicamente, a
nadie le gusta tampoco arriesgar su vida. Porque son los dos aspectos. A
nadie le gusta disparar y matar a un semejante, aunque sea un esbirro,
aunque sea un fascista, y a nadie le gusta arriesgar su vida en esa acción.
La cuestión está en ver la necesidad histórica de esa forma de lucha.
Nosotros, desde luego, la comprendimos. Y la comprendimos gracias a lo
que te comentaba antes, gracias a estudiar las experiencias ajenas. No
solamente estudiábamos la realidad española y el desarrollo del capitalismo
en España, sino que estábamos viendo el desarrollo del capitalismo en el
ámbito internacional, el proceso de fascistización creciente que ya entonces
empezaba a apuntar. Porque el fascismo no son sólo Hitler, Mussolini y
Franco. El fascismo no es sólo una cuestión de colores, de que la camisa sea
azul, parda o negra. El fascismo es una forma de gobierno que acompaña
indefectiblemente al desarrollo del capitalismo monopolista del Estado. A
mayor concentración económica, le sigue una mayor concentración del
poder político y una mayor capacidad represiva por parte del Estado... Es en
esa coyuntura, en esa etapa, cuando vimos que era imprescindible la lucha
armada. Y, repito, fue por todas esas experiencias históricas de las que
hablaba antes. No fue sólo un hallazgo intelectual, sino que fue
consecuencia de ver que otros pueblos estaban practicando la violencia
revolucionaria y que con esa violencia revolucionaria se podía avanzar. Y
veíamos, por otra parte, que nosotros cuando íbamos por la calle y
hacíamos una pintada o repartíamos unas octavillas, éramos reprimidos a
tiros. Simplemente por hacer una pintada. La Policía, cuando nosotros,
claro, salíamos corriendo, nos disparaba. Así que dijimos, bien, pues habrá
que ir a hacer una pintada, o a la puerta de una fábrica a repartir octavillas
o a dar un mitin, habrá que ir con algo más que con el papel o la pintura.
Habrá que defenderse también. La violencia revolucionaria por parte del
débil siempre tiene un carácter defensivo.

Iñaki Álvarez: En ese tramo histórico que fue la transición, entre 1.975 y
1.980 o 1.982, que yo recuerde, practicaban la lucha armada, al menos, los
GRAPO, ETA militar, el FRAP, ETA (pm), los Comandos Autónomos
Anticapitalistas, Terra Lliure, el Exercito Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe,
Iraultza, algunos grupos anarquistas de acción directa... En 2.003 quedan
operativos sólo los dos primeros: ETA y los GRAPO. Pero es que en Europa,
ha pasado algo parecido. De todos los grupos armados que había en esos
años, quedan solamente Iparretarrak (que nació posteriormente en el País
Vasco francés), los corsos y algo en Irlanda...

Miguel Brotons: Bueno, mira, es que esto de la revolución es una cosa


muy complicada. Es una cosa muy difícil, que requiere muchísimos
sacrificios.

Primero, hay una serie de grupos que han desaparecido de la faz de la


tierra. Eso es así, y ha ocurrido por una falta de teorización, por una falta
de comprensión del papel que debe jugar la lucha armada en el proceso
revolucionario. Otros han fallado por la misma falta de comprensión de cuál
es esa revolución que nosotros tenemos pendiente; otros, por una especie
de cansancio histórico. Porque parece ser que ha habido mucha gente que
optó por la lucha armada y que quería ver resultados inmediatos; que
pretendía que, inmediatamente, su pueblo les reconociese y aplaudiese y
que, además, quería conquistar el corazón de las amplias masas de la
noche a la mañana. Y eso no es posible. Los procesos históricos son muy
largos, cuestan muchos sacrificios y se recorren siempre a través de
muchos errores. Y esos errores se pagan, y se pagan con la muerte de la
organización, no solamente con la muerte de los militantes. Por eso hay que
ver la Historia en su conjunto, no en un tramo determinado. La Historia no
es una foto fija. Es una película en la que después del Hoy viene el Mañana
y el Hoy es producto del Ayer, de nuestros errores y de nuestros aciertos.
Por lo tanto, no podemos exigir a ninguna organización que triunfe
inmediatamente. No podemos pensar que el desarrollo de la revolución va a
ser lineal. No podemos pensar que una organización hoy nace pequeña,
mañana será más fuerte, y al otro crecerá aún más.

No. Así no ocurren las cosas. La revolución se desarrolla con avances y con
retrocesos. Con muchas más derrotas que victorias por parte de las fuerzas
revolucionarias. Y esto es así, tiene que ser así, por la sencilla razón de que
partimos de una posición de verdadera inferioridad en fuerza material con
relación al enemigo.

Esto es evidente. Por eso no debemos exigir a ningún proceso


revolucionario que siga una carrera ascendente, lineal y en avance
constante. No. Hay retrocesos. Y en estos momentos estamos viviendo una
etapa de retroceso.

Iñaki Álvarez: Llegaremos al 2.003, pero estamos todavía en 1.975, en el


momento en que mientras tus camaradas del PCE (r) se dedican a la lucha
puramente política, tú, junto a algunos de tus compañeras y compañeros,
dais el salto a la clandestinidad que acompaña indefectiblemente a la lucha
armada. ¿Qué sacrificio personal acompaña a esa decisión? Pese al morbo
que pueda acompañar tanto a mi pregunta como a tu respuesta, pienso que
es mi deber de periodista hacértela porque estoy convencido de que a
quienes lean esta entrevista les interesa. ¿Qué supone el tener que vivir
bajo otra identidad, escondido, renunciando para siempre al puesto de
trabajo, a los estudios, a las comodidades, a los normales vínculos con
familiares, amigos...? ¿Cómo se lleva el vivir cada día esperando que, en
cualquier momento, te maten o te encierren de por vida?

Miguel Brotons: Pues mira, Iñaki, supone dos cosas contrapuestas, como
si fuesen las dos caras de una misma moneda. Cuando pasa a la lucha
clandestina, sea ésta política o armada, como tú bien dices, eres consciente
de que en cualquier momento puedes perder la vida, lo cual implica un alto
grado de conciencia política y de conciencia social y un alto grado de
convicción de tus propias ideas. Si no tienes eso, evidentemente, no puedes
asumir esos riesgos. Pero la moneda, además de la cruz, tiene también una
cara. Es la cara más positiva. Me refiero a que estás haciendo aquello que
quieres hacer. Te sientes completamente libre. Y te sientes libre, no
solamente porque estás luchando por la libertad, sino, sobre todo, porque
estás haciendo lo que tú quieres. Tú crees que debes combatir al Sistema y
lo combates. Bien, pues en ese momento has tomado una decisión
completamente libre. Eres libre. Porque solamente la mujer o el hombre que
lucha de acuerdo con sus ideas puede ser libre. La persona que tiene unas
ideas muy bellas pero no combate por ellas, no es libre. Pero no es libre, no
porque la estén atenazando desde el Estado, no. No es libre porque ella
misma no quiere ser libre. El paso hay que darlo. El paso de transformar tus
ideas en actos, hay que darlo. Y al dar ese paso, estás siendo
completamente libre. Por lo tanto, el paso a la lucha clandestina, el paso a
la lucha armada, implican esas dos caras de la moneda. Por un lado, el
riesgo evidente, que requiere una gran conciencia política y social: pero, por
otro, una inmensa alegría por haber llegado a ser completamente libre, por
hacer exactamente lo que quieres hacer.

Iñaki Álvarez: Segregaréis adrenalina a chorros...

Miguel Brotons: Sí, sí, por supuesto. Y, efectivamente, como nosotros


somos verdaderos coleccionistas de derrotas, como constantemente nos
están machacando, nos están matando, nos están acorralando, cuando
conseguimos una victoria, por chiquita que sea, la celebramos. Y, desde
luego, eso nos insufla nueva moral.

Iñaki Álvarez: Prácticamente desde el nacimiento de los GRAPO, se os


colgó una leyenda negra, se os pintó como algo raro. Se decía que se os
infiltraba la Policía un día sí y otro también; que estabais dirigidos por el
propio Estado...

Miguel Brotons: Sí, bueno, hemos combatido mucho esa campaña. La


cosa no es así. Por un lado, la leyenda negra, la campaña de calumnias es
algo que está en cualquier manual de contrainsurgencia. O sea, el punto
número uno de la doctrina de seguridad nacional, que lo parieron los
yanquis, es destruir la imagen del enemigo.

Iñaki Álvarez: Sí, pero, por ejemplo, eso en ETA no consta que pasara. A
nadie se le ha ocurrido jamás decir que ETA fuese un montaje policial...
Miguel Brotons: Era otra época y eran otras condiciones también. En
nuestro caso, una de las formas de combatirnos fue precisamente esa, crear
esa leyenda a nuestro alrededor, el calumniar, el decir un día que éramos
agentes de la CIA, al siguiente que lo éramos del KGB, y al otro que
pertenecíamos al Mossad.

Insisto en que eso forma parte de cualquier manual de contrainsurgencia.

Iñaki Álvarez: En los medios periodísticos corría el rumor de que Juan


Tomás de Salas y su Grupo 16 (Diario 16, Cambio 16, Historia 16...)
tuvieron algo que ver en esa campaña. ¿Es verdad?

Miguel Brotons: Sí, sí, tuvieron que ver bastante. Por eso se les puso
alguna bomba que otra. Concretamente Juan Tomás de Salas participó en
un congreso antiterrorista de ámbito internacional, no sé si en París o en
dónde, y el tipo lo dijo claramente y expresó esta idea a la que me refería
antes: "Hay que destruir la imagen del enemigo". Y añadió en primera
persona: "En el caso de los GRAPO, nosotros dijimos que procedían de aquí,
procedían de allá..." Él mismo reconoció que había sido mentira todo lo que
habían dicho. Y en cuanto a las infiltraciones, yo estoy muy orgulloso, pero
mucho, de que la Policía intente infiltrarnos. Si no intentase infiltrarnos,
pensaría qué estamos haciendo mal, porque estaríamos haciendo algo mal,
fijo. La Policía sólo intenta infiltrarse en aquellos grupos que realmente
considera enemigos y que realmente considera que tienen una potencialidad
revolucionaria; que si hoy son pocos, mañana pueden ser muchos. Cuando
detectan un grupo que puede conseguir contactar con el movimiento
espontáneo de las masas, intentan infiltrarlo. Y al PCE (r) y a los GRAPO
han intentado infiltrarlos muchas veces. Se puede decir que, de diez veces
que lo han intentado, lo han conseguido una. Eso no es malo, es inevitable.

Nosotros podemos evitar las consecuencias graves de una infiltración.


¿Cómo? Pues organizándonos bien, creando cortafuegos, compartimentando
nuestro trabajo de manera que cada militante no sepa más que aquello que
tiene que saber en función de su trabajo. De esa forma lo podemos
conseguir y, de hecho, lo conseguimos. Hemos tenido algunas infiltraciones,
muchas menos de las que se han dicho, pero hemos descubierto muchos
más intentos de infiltración policial, de los que, evidentemente, ningún
medio de comunicación se ha hecho eco.

Iñaki Álvarez: También se os ha acusado de endogámicos...

Miguel Brotons: Hombre, Iñaki, nunca hemos sido muchos, eso es


evidente, pero tampoco hemos caído en la endogamia. De hecho, a
nosotros nos han asesinado a cerca de treinta militantes, y, en total, en
estos años, habrán pasado por las cárceles unos dos mil militantes. Claro,
esto es inimaginable teniendo en cuenta los parámetros que se ven por la
televisión, que parece que somos cuatro. Pues sí, en cada momento, a lo
mejor hemos sido cuatro, o diez, o quince o cincuenta; desde luego,
siempre muy pocos. Pero, desde luego, no es por endogamia, no es por
elección personal. Hay que tener en cuenta que militar en nuestras filas, ser
miembro de un partido comunista verdaderamente revolucionario o
participar en la lucha armada no está al alcance de cualquiera. Implica
muchos riesgos, como ya he dicho antes. Por lo tanto, la gente que se
acerca a nosotros, efectivamente tiene miedo. ¿Cómo no va a tener miedo
si sabe a lo que se arriesga? Si está arriesgando su vida y su libertad. La
Revolución, desgraciadamente, es cosa de pocos. Y durante mucho tiempo
va a seguir siendo así. Nosotros decimos que estamos en la etapa de
sembrar en pequeños tiestos. No podemos sembrar a manos llenas, no
podemos sembrar la idea revolucionaria entre las amplias masas; no
podemos, no tenemos medios para ello. Y es más, las amplias masas no
van a pasar a la acción revolucionaria más que en los últimos momentos de
la Revolución, por decirlo así. Eso ha ocurrido en todos los procesos
revolucionarios. Solamente las fuerzas revolucionarias han sido numerosas
el día anterior a la conquista del Poder, no mucho antes. Es que los
procesos históricos son así.

Iñaki Álvarez: Y llegamos a 1.977, que es el año de tu detención. ¿Qué


supone para ti esta detención? ¿Cómo te planteas la vida a partir de ese
momento? Y, si quieres, hablamos de tu paso por Comisaría que, supongo,
sería una experiencia inolvidable.

Miguel Brotons: No, no fue ninguna fiesta mi paso por Comisaría, eso
desde luego. Pero vamos, que no fue una fiesta. Fue, eso sí, un verdadero
dolor y un verdadero sufrimiento porque nos torturaron a conciencia tanto a
mí como a todos mis compañeros. Pero era algo esperado. Es lo que te
decía antes. Cuando nosotros tomamos la decisión de pasar a la
clandestinidad, la decisión de luchar toda nuestra vida por una causa que
consideramos justa, conocemos las consecuencias. Hombre, una cosa es
saber las consecuencias en un plano teórico, en una charla con los
camaradas, y otra cosa es estar allí en el potro de la tortura.
Evidentemente, es distinto. Pero es algo esperado y en esos momentos,
cuando te enfrentas a tus torturadores, te enfrentas a ellos como enemigo.
Tú sabes que son tu enemigo, que no les puedes decir tal o cual cosa, que
tienes que callar. Y lo consideras como una acción más, como cuando
ejecutas una acción armada, o como cuando vas a dar un mitin a la puerta
de una fábrica. Para ti es una acción más. Es un acto revolucionario.

En ese instante no te sientes derrotado. Sientes que estás combatiendo, y


tu forma de combatir, en ese momento, es el silencio. Es una batalla más
que tú sabes que vas a tener que librar desde que decides entrar en estos
berenjenales. Y la libras, y vences esa batalla. Y ellos no consiguen lo que
quieren hacerte; no lo pueden conseguir porque tú tienes unas ideas muy
firmes, muy asentadas.

Iñaki Álvarez: ¿Comprendéis a aquellos que revelan información como


consecuencia de las torturas?

Miguel Brotons: Ah, por supuesto, por supuesto. Cuando una compañera
o un compañero canta, no le echamos la culpa al compañero. La culpa es
del torturador, evidentemente. Hombre, hay cosas que no se deben cantar
y generalmente no se han cantado. Nuestros camaradas, en general, se han
portado de una forma muy digna ante los torturadores. Aunque, después, a
renglón seguido, hayan dicho: "Bueno, pues hasta aquí he llegado; no
quiero pasar otra vez por esto". Eso también lo comprendemos, porque es
una cosa muy humana, evidentemente. No todo el mundo aguanta toda su
vida a este ritmo que nosotros tenemos que aguantar. Y eso lo tenemos que
comprender, y no nos preocupa excesivamente. Sabemos que a ese que
cede, mañana le seguirá otro que va a continuar su lucha.

Iñaki Álvarez: Centrémonos ahora en el período comprendido desde tu


detención en 1.977 hasta el 17 de diciembre de 1.979, fecha en que
consigues fugarte de la prisión de Zamora junto a otros cuatro compañeros.
¿Cómo fueron esos dos años?

Miguel Brotons: Sí, bueno, esos dos años fueron el aterrizaje en un


mundo completamente desconocido. Conocido teóricamente, en el papel,
pero desconocido en la práctica. Y fue un tiempo de descubrimiento de
aquella realidad. Allí se confirman muchas de las ideas que teníamos
nosotros antes, en torno a la cárcel, al papel del Estado, a la función de los
carceleros... Y empezamos a aprender a combatir en esas nuevas
condiciones. Para nosotros, la cárcel es un frente más de lucha
revolucionaria. Un frente que, además, todo revolucionario tiene que
conocer más tarde o más temprano. Desgraciadamente, es así.

Iñaki Álvarez: Bueno, en tiempos de Franco se acuñó el tópico de que la


cárcel era la Universidad del revolucionario...

Miguel Brotons: Sí, pero ese tópico lo acuñó la Policía, no nosotros. Y lo


gracioso es que nos caló. Es cierto. Yo recuerdo que en esos años, 78, 79,
80, cuando detenían a un camarada, después de haberle torturado, cuando
pasaba a disposición judicial y ya iba a entrar en la cárcel, los policías le
decían:

"Bueno, ahora te vas a la Universidad, ahora vas a aprender". Y,


efectivamente, en eso acertaron por completo, porque en la cárcel se
aprenden muchas cosas. Es lógico. Es un frente más de lucha, es un nuevo
campo del que tú no conoces nada en absoluto y tienes que combatir en
esas condiciones. Y descubres que se puede combatir. Descubres que se
pueden hacer muchísimas cosas en la cárcel, cosas a nivel teórico,
desarrollando tus ideas anteriores. descubres que puedes conseguir
victorias, que puedes hacer un trabajo de propaganda, que puedes
autoorganizarte, que te puedes autoafirmar como individuo... Todas esas
cosas las descubres.

Iñaki Álvarez: El compañerismo...

Miguel Brotons: Claro, pero ya no es sólo el compañerismo. Eso es lo


elemental. Tú descubres que allí, si no estás unido a tus compañeros, si no
te sientes uno con ellos, te van a comer. Te va a comer el carcelero, el
enemigo de turno te va a comer. Pero es mucho más que eso, éste sería, si
quieres, un nivel puramente defensivo, pero se consiguen más cosas. Por
ejemplo, se consigue crear, se consigue aprender; se consigue descubrir
que un obrero, que un estudiante, te pueden enseñar muchas cosas y que
tú también les puedes enseñar muchas cosas a ellos. Es algo más que
compañerismo, es una especie de aprendizaje mutuo.

Iñaki Álvarez: Oye, Miguel, un inciso. Teniendo en cuenta que el único


cuerpo civil con el que mantenéis relación dentro de las cárceles es el de los
presos comunes, ¿habéis conseguido convencer a alguno de ellos?

Miguel Brotons: Sí, claro. Incluso uno de ellos, creo recordar que se
llamaba Juan García, pasó a militar en los GRAPO y fue asesinado por la
Guardia Civil en el momento de su detención en La Coruña. Ha habido más
presos comunes, aunque pocos, que han pasado a militar.

Iñaki Álvarez: ¿Cómo es, en general, vuestra relación con los presos
comunes?

Miguel Brotons: Hay de todo, como en botica. Hay de todo, como pasa en
la sociedad. En la sociedad hay gente con la que no puedes relacionarte,
que no te comprende, que no te acepta, que te considera un enemigo...
Pues en la cárcel pasa igual. Ahora bien, hay mucha gente en la cárcel que
es muy digna, que está luchando por su propia dignidad como personas,
como individuos; que se enfrenta a los carceleros de una forma muy
consecuente. Esos son hermanos nuestros y nos llevamos muy bien con
todos ellos. Es más, incluso con gente que no se distingue precisamente por
combatir al Sistema o por defender su propia dignidad, cuando se han visto
en problemas, nosotros hemos estado a su lado.

Porque nosotros no podemos ver una injusticia contra nadie, sea quien sea,
sin responder a esa injusticia, sin tratar de impedirla, aunque nos acarree
cualquier tipo de consecuencia. Entonces, todo esto ha creado una serie de
relaciones buenas con los comunes. Ha generado un respeto muy grande
que cualquier preso común tiene por los presos de los GRAPO. Nos conocen
muy bien; saben que siempre estamos al lado de los débiles y saben que
nunca hemos tirado contra ningún preso.

Siempre que hemos tenido broncas, siempre han sido contra los carceleros,
nunca contra los presos.

Iñaki Álvarez: Y llegamos al 17 de diciembre de 1.979, el día en que cinco


presos de los GRAPO llevasteis a cabo, con notable éxito, la fuga a la que
llamasteis Operación Gaviota. De los cinco que conseguisteis escapar de la
cárcel de Zamora, sólo sobrevivís dos: Fernando Hierro Chomón, que ahora
se encuentra preso en Francia, y tú. A los otros tres los mató la Policía.
Pasaron nueve meses hasta que te volvieron a detener. ¿Cómo viviste esos
nueve meses? ¿Qué supuso para ti volver a sentirte libre?

Miguel Brotons: Pues mira, Iñaki, esos nueve meses supusieron una etapa
también muy rica porque tuvimos que reorganizar los GRAPO, en mi caso.

Mientras otros compañeros pasaron a militar en el Partido, yo pasé


directamente a los GRAPO y tuvimos que reoganizarlos porque, durante los
años 1.978 y 1.979 se habían producido muchas caídas, habíamos perdido
los laboratorios, toda la infraestructura de la Organización estaba
prácticamente destruida y nos dedicamos pacientemente a reconstruirla. Y
la conseguimos reconstruir en un período muy pequeño de tiempo. Es más,
se consiguió una cosa que era verdaderamente difícil: reponer las fuerzas
que se habían gastado, que la represión había gastado. Porque durante una
batalla se pierden muchas fuerzas, sobre todo en nuestras condiciones, en
el caso de una organización revolucionaria.

Hay detenciones, hay asesinatos, pero nosotros siempre hemos conseguido


reponer esas fuerzas. ¿Qué nos demuestra éso? Nos demuestra que sí
tenemos una base social; reducida, no tan grande como quisiéramos, pero
tenemos una base social que nos ha permitido permanentemente reponer
esas fuerzas.

Recuerdo que la fuga significó una inyección de moral muy grande en el


movimiento. Muy grande en toda esa base social. gracias a esa fuga, por
ejemplo, muchísima gente pasó a militar en los GRAPO y en el PCE (r).

Iñaki Álvarez: Vuestra fuga fue silenciada por los medios...

Miguel Brotons: Es que, desde el mismo día de nuestro nacimiento, el


Estado ha seguido dos políticas con nosotros: la calumnia y el silencio.
Cuando hablaban de nosotros era para calumniar, para lanzar esas ideas
tan extrañas de que si somos de aquí o de allá, que si tenemos unos
oscuros intereses, que si nos maneja no sé quién... Pero, por otra parte,
también han mantenido silencio, silencio no sólo ante nuestros éxitos, sino
también ante muestros avances en cualquier ámbito. Han tratado de
silenciarnos y cuando han hablado, lo han hecho para calumniarnos. Bien,
esa es la labor del enemigo y, por decirlo así, tiene todo su derecho a
hacerlo; es normal que lo haga así, y no nos asusta ni nos preocupa en
absoluto. Lo que sí que es cierto es que el tiempo que estuvimos en la calle
después de la fuga lo empleamos a fondo. Y se dieron una serie de
condiciones que permitieron que consiguiéramos avances, y se debieron
precisamente a eso, a la existencia de una base social y al hecho de que fue
un verdadero aldabonazo la cuestión de la fuga, una inyección de moral
para un sector de gente, ese sector de gente que tiene una relación con
nosotros, que nos conoce y que nos reconoce como gente que está
luchando y que está luchando por el pueblo y por los trabajadores.

Iñaki Álvarez: ¿Cómo se produjo tu nueva detención en septiembre de


1.980?

Miguel Brotons: La caída fue a través de una compañera, con la que me


relacionaba, que estaba haciendo labores de información. Estaba vigilando
el domicilio de un general; la Policía tenía montado un dispositivo de
contrainformación, y la detectaron. A través de un contacto mío con ella,
pues caí.

Iñaki Álvarez: ¿Volvieron a torturarte?

Miguel Brotons: Sí, claro, cómo no. No se puede pasar por la DGS sin
torturado. Ahora parece ser que la tortura es un poco más selectiva... Pero
entonces era bastante brutal.

Iñaki Álvarez: Y tú, que eres madrileño de adopción, ¿qué piensas cuando
pasas por la Puerta del sol y ves aquel edificio convertido en sede del
Gobierno de la Comunidad Autónoma?

Miguel Brotons: Pues veo que es una cosa muy lógica. Efectivamente, una
cosa sucede a otra. Es un verdadero símbolo. Antes estaban allí los
torturadores y ahora están los jefes de los torturadores. Ahora está el
Estado que es el que maneja, y el que utiliza, y el que necesita a los
torturadores.

Iñaki Álvarez: ¿Y cómo es el regreso a la cárcel?


Miguel Brotons: Pues la vuelta a un sitio que ya conocía. Si la detención
del 77 era la entrada a un sitio desconocido, ahora ya lo conocía. Y entré
con toda la tranquilidad del mundo.

Iñaki Álvarez: Tenemos por delante, pues, 22 años seguidos en prisión, ya


sin interrupciones. Y, mientras, afuera pasan muchas cosas. Por ejemplo,
en octubre de 1.982 se produce un hecho relevante: la llegada al Gobierno
del PSOE. ¿Cómo recuerdas aquellos momentos?

Miguel Brotons: Nosotros, desde luego, seguíamos muy al detalle y


discutíamos mucho sobre la realidad social. Porque, claro, nos interesa.
Nosotros no tenemos unas ideas al margen de la realidad social. Nosotros
tenemos unos principios, tenemos una línea de conducta y tenemos una
línea revolucionaria que constantemente necesitamos adecuar a la realidad.
Porque, al fin y al cabo, esa línea no está al margen de la realidad, sino que
la establecemos para poder trabajar sobre esa realidad y cambiarla,
revolucionarla. Entonces, claro, nos interesa mucho lo que ocurre en la
sociedad. Por lo tanto, cualquier noticia que nos llegaba allí, a la cárcel, era
estudiada, discutida, comentada por todos y cada uno de nosotros. Gracias
a eso, hemos podido ver, antes que mucha gente, el desarrollo de los
acontecimientos. Por ejemplo, cuando subió el PSOE al poder, dijimos:
"Estos van a reprimir más y mejor.

Estos se van a enfangar en la guerra sucia". Porque no podían hacer otra


cosa. Cualquier gobierno que haya en un país capitalista tiene que
enfangarse. Y si hay un ascenso en las luchas... Nosotros decíamos que si el
Gobierno lleva adelante una reconversión, si están despidiendo a miles de
obreros, ello tiene que provocar una respuesta, ello tiene que provocar
problemas para el Estado y, por lo tanto, el Estado tiene que impedir que
ese movimiento espontáneo que vaya naciendo de las reconversiones -
como pasó en Reinosa o como pasó en Sagunto- conecte con el movimiento
organizado. ¿Cómo lo va a impedir? Tiene que barrer el movimiento
organizado como pueda. Tiene que impulsar la guerra sucia. Pero una
guerra sucia que ya existía desde hacía muchos años. El PSOE no inventa la
guerra sucia. La guerra sucia es algo cosustancial a los estados capitalistas.
El PSOE lo que hace es aceptar la orden de los militares de impulsarla, de
organizarla, de sistematizarla. Eso es lo que hace el PSOE. Entonces, claro,
eso era fácil de prever, porque es una necesidad del capitalismo. Vamos a
ver. Si el capitalismo emprende la guerra sucia, si el capitalismo oprime,
reprime, no es porque sean especialmente malos, no es porque tengan un
gen de la maldad metido en el cuerpo, no. Son iguales que nosotros. Es
porque lo necesitan para mantener su dominio, su sistema de dominio, para
mantener sus privilegios. Es una necesidad, y eso lo hace tan peligroso. Eso
hace que tú no les puedas convencer de lo contrario, de que practiquen otra
política. No puedes convencerles de eso, porque necesitan esa política y no
otra.

Iñaki Álvarez: Estamos en 1.986. Bajo el gobierno del PSOE pasan


muchas cosas; entre ellas, el referéndum de la OTAN. Y, como consecuencia
directa de su derrota, la izquierda entra en profunda crisis. Unos entran en
"la casa común" del PSOE; otros, bajo la dirección del PCE, fundan
Izquierda Unida; y otros canalizan sus inquietudes caritativas o de
solidaridad por unas variopintas y discutibles ONGs. 1.986 es el año del
descalabro, es un año fronterizo que marca un antes y un después. ¿Cómo
vives en la cárcel estos acontecimientos?

Miguel Brotons: Sí, eso es un reflejo de unas condiciones objetivas que


hay en la sociedad. Y más que un reflejo, es una consecuencia. Muchísima
gente tiene un miedo tremendo a perder su puesto de trabajo. No sólo hay
miedo a la represión, que eso siempre lo ha habido, es que nace el miedo a
la miseria, a perder el puesto de trabajo y a convertirte en una persona
desempleada de por vida. Entonces, eso ha provocado que muchos factores
que en otras condiciones históricas no llegaron a calar, como por ejemplo
las traiciones de las organizaciones supuestamente revolucionarias, la
propaganda masiva de los medios de desinformación del Estado, la
penetración de la ideología burguesa en las amplias masas e, incluso, en los
sectores más avanzados de los trabajadores, pues ahora han calado, han
penetrado realmente. Todo eso ha sido facilitado por esas condiciones de
vida y esas condiciones de trabajo. Pero es algo que no nos debe de
asustar, porque en la medida que nosotros combatamos, en la medida que
nosotros consigamos que esas condiciones cambien, y, sobre todo, cuando
consigamos que la gente comprenda esa verdad, en ese momento
habremos avanzado muchísimo en el camino de la Revolución. Entonces, el
hecho de que la pretendida izquierda de los años 60, de los años 70, se
haya reconvertido y se haya integrado de hoz y coz en el Sistema, no es
algo que nos deba asustar; es el proceso histórico que realmente se ha
dado y que no se podía dar de otra forma. Entonces, ya digo, es algo que
no nos debe preocupar en absoluto. Debemos analizarlo, debemos
estudiarlo, pero no nos debe comer la moral. O sea, no debemos decir: "Si
toda esta gente que se consideraba tan revolucionaria, al final se ha metido
en el Estado, a nosotros nos va a pasar lo mismo".

A nosotros, no. Hemos comprendido perfectamente ese proceso.

Sucede en unas condiciones materiales que lo permiten, que lo impulsan,


que lo fomentan.

Iñaki Álvarez: En el año 1.987 se produce un hecho que os afecta muy


directamente. Me refiero a la estrategia política de dispersión diseñada por
los hermanos Múgica Herzog y que pone en práctica el entonces ministro de
Justicia del gobierno González, hoy nombrado Defensor del Pueblo por el
Partido Popular. Inmediatamente os disuelven la Comuna Carlos Marx que
teníais organizada en la cárcel de Soria, y os reparten por las prisiones de
todo el Estado...

Miguel Brotons: En realidad, esta gente siempre ha tratado de que


nosotros no estemos mucho tiempo en una misma cárcel, en una cárcel
determinada.

¿Por qué? Porque se van creando una serie de vínculos con los presos
comunes, se crea una situación estable... Estable, en el sentido de que tú
cuando llegas a una cárcel, de momento, todas tus reivindicaciones te son
negadas; tú pides esto, pides lo otro, y te dicen que no a todo, pero con el
tiempo, con una huelga de hambre, con una lucha contra los carceleros, vas
consiguiendo arrancar pequeños espacios, vas consiguiendo arrancar unas
condiciones que te permitan hacer un trabajo, un trabajo político, un
trabajo de organización, un trabajo de propaganda, unos trabajos
manuales... Entonces, inmediatamente, te dispersan. Esa es una política
permanente. Y esa política, si quieres, se impulsa a partir de 1.987. Pero,
¿por qué? Entre otras cosas, porque hay un aumento de la represión en
general en toda la sociedad, no solamente en las cárceles. Pero también
porque en las cárceles hemos conseguido ya éxitos muy importantes. Por
ejemplo, yo recuerdo que a lo largo de los años 86 y 87, la Comuna Carlos
Marx, de allí, de Soria, había impulsado un debate en el seno del
movimiento revolucionario europeo para analizar todas las experiencias de
lucha política y de lucha armada desde la Segunda Guerra Mundial hasta
esos momentos. Entonces, se entabla ese debate, se impulsa desde Soria, y
se entabla con miembros y ex miembros de las Brigadas Rojas, de la
Fracción del Ejército Rojo y de un montón de organizaciones revolucionarias
europeas. Eso cala, eso empieza a calar, eso empieza a discutirse, empieza
a crear opinión... Empezamos a sacar conclusiones. Es decir, empezamos a
tener éxitos en ese debate. En ese momento, ya se ven obligados a romper
la Comuna. Antes habían dispersado a los compañeros de ETA por parecidas
circunstancias, por parecidas razones. En la medida en que tú, en una lucha
cualquiera, sea en la cárcel o sea en la calle, consigues éxitos, tienes que
saber que el enemigo va a responder a esos éxitos. Si tú consigues
avances, éllos tienen que tratar de que no sigas avanzando y tienen de
tratar de que, incluso, retrocedas. Es lo que decía Marx: "La Revolución, en
su avance, genera una contrarrevolución cada vez más sanguinaria, más
fuerte y más dura". Eso se da actualmente también. En cualquier lucha te
ocurre eso. Por eso, la política de dispersión también era una política
cantada. Nosotros, cuando estábamos en Soria en la Comuna, recuerdo que
un mes antes de la dispersión, yo empecé a romper papelitos. Todo lo que
tenía allí archivado, papeles de muchos años... Ya lo sabíamos.
Sabíamos que nos iban a dispersar. No sabíamos cuándo, pero sabíamos
que en cualquier momento vendría la dispersión.

¿Por qué? Porque habíamos avanzado mucho. Habíamos hecho muchísimo


trabajo. La Comuna Carlos Marx se había convertido en un elemento
importante -aunque parezca una burrada decirlo- en el movimiento
revolucionario europeo. La Comuna Carlos Marx era un punto de referencia.
Nos citaban. Pero nos citaban no solamente los movimientos revolucionarios
europeos, nos citaba la fiscalía alemana también.

Iñaki Álvarez: En Alemania, ha desparecido la RAF; en Italia, han


desaparecido las Brigadas Rojas... ¿Porqué siguen activos los GRAPO?

Miguel Brotons: Bueno, partíamos de bases muy diferentes. Nuestra


fortaleza ideológica y nuestra fortaleza política era muy superior a la que
tenían los compañeros en Italia o en Alemania. La vía que nosotros
elegimos, se ha demostrado en la práctica que era más acertada. Ellos
partían de un partido comunista combatiente, una mezcla de partido y
guerrilla en una misma organización. Nosotros decíamos: "No. Tiene que
haber un partido comunista, a lo clásico, que dirija todo tipo de lucha".
Luego habrá una serie de luchas específicas; entre ellas la lucha armada,
que no ocupa el papel fundamental en estos momentos en un país
capitalista. En su momento, sí. En los momentos previos a la Revolución
quizá tenga un papel preponderante; pero ahora mismo, no. Ahora ocupa
un papel secundario, un papel muy importante, pero secundario frente a la
lucha política. Y eso ha sido lo que nos ha permitido mantenernos. Y en el
caso de los compañeros italianos o de los compañeros alemanes, eligieron
otra vía y han fracasado. Quizá su fracaso haya sido precisamente por
haberse equivocado de vía, qué le vamos a hacer. Entonces, ¿riesgo de
desaparición física nuestra? Hombre, sí lo ha habido. Porque hemos sido
siempre tan pocos que, en cualquier momento, nos podían haber matado a
todos, evidentemente.

Pero nosotros decimos que aunque eso es posible, al día siguiente de haber
muerto el último de nosotros, aparecería alguien que retomase nuestra
bandera. ¿Por qué? No por lo que nosotros hubiéramos dicho, sino porque
hay unas causas en la sociedad, en el capitalismo, que generan esa forma
de lucha, que generan la resistencia, que generan la lucha, que generan
revolucionarios. A los revolucionarios nos pare la reacción. En la medida en
que los reaccionarios son cada vez más bestias, y cada vez más burros, y
cada vez reprimen más, por fuerza tiene que generarse una resistencia.

Iñaki Álvarez: ¿Cómo valorasteis el silencio cómplice del pueblo alemán


ante la guerra sucia del Estado cuando los asesinatos de los presos del
RAF?
Miguel Brotons: Hombre, nos preocupa, claro que nos preocupa; como
nos preocupa el silencio que ha habido aquí, en España; como nos preocupa
la falta de solidaridad; como nos preocupa el desprecio que muchos obreros
tienen por los obreros magrebíes que vienen a España en busca de
empleo...

Esas cosas te preocupan, pero no te hunden. No te hunden por lo que te


decía antes, porque nos interesa estudiar la realidad tal como es. No nos
interesa enmascararla ni pintarla de rosa. Queremos saber cuál es la cruda
realidad. Por lo tanto, esos aspectos negativos de la realidad son objeto de
nuestra atención y de nuestro estudio, pero para trabajar sobre ellos, para
cambiar esa realidad; para ver las causas de esos problemas y tratar de
liquidar las causas, no ir solamente a los efectos.

Iñaki Álvarez: Sigue el PSOE en el Gobierno, y vosotros continuais


interviniendo activamente desde la cárcel en la política...

Miguel Brotons: Sí. Nuestra actividad en la cárcel, desde luego, ha sido


muy rica en todos estos años. Por un lado, hemos hecho muchísimo trabajo
manual, simplemente para subsistir. Pero también hemos trabajado mucho
para editar todos los libros que hemos escrito en la cárcel. De hecho, hemos
escrito unos veinte libros y esos veinte libros han sido editados. Y han sido
editados con el dinero que conseguíamos de los trabajos manuales. Es
decir, que en ese sentido hemos sido bastante autónomos y hemos sido
bastante autosuficientes. Ojalá no hubiera tenido que ser así. Ojalá que
esos libros se hubiesen podido editar legalmente, y se hubieran podido
distribuir y difundir muy ampliamente, y haber tirado miles y miles de
ejemplares de cada uno de ellos... Pero, en fin, en la medida de nuestras
fuerzas hemos llevado a las manos de los obreros nuestra palabra, y
nuestra palabra en forma de libro. Y también en forma de artículos, en
forma de boletines, en forma de revistas. Por ejemplo, recuerdo que
revistas como Área Crítica o Historia Crítica, muchos de los artículos que
aparecían en éstas o en otras estaban escritos en las cárceles, estaban
escritos en la Comuna. Eso demuestra que la actividad de los comunistas
dentro de las cárceles es muy rica. Y demuestra también que en las peores
condiciones, en unaas condiciones de verdadera miseria intelectual, de
miseria cultural, de represión, en momentos muy duros que se pasan en las
cárceles, pues en esas condiciones también se puede hacer un trabajo, y
también se puede resistir. Nuestra forma de resistir en aquellos momentos
era esa: escribir, transmitir nuestras ideas. Era recoger las ideas que nos
iban llegando de la calle -a través de colectivos, de periódicos, de revistas,
de cartas...-, elaborar esas ideas y revertirlas de nuevo al movimiento en la
calle. Es decir, las mismas funciones que debe cumplir cualquier partido
comunista.
Iñaki Álvarez: Mirando las cosas a toro pasado, parece que habéis
acertado en vuestras predicciones sociales y políticas; es decir, habéis
anunciado con antelación acontecimientos que luego se han cumplido. ¿Este
hecho ha generado envidias? ¿Os ha creado enemigos en la izquierda con
menor capacidad de análisis? Por otro lado, ¿por qué, si vosotros sí tenéis
esa capacidad, la gente no os sigue mayoritariamente? Porque lo lógico
sería que a una buena vanguardia intelectual cualitativa le correspondiera
una cuota de militancia y simpatía alta, numéricamente importante...

Miguel Brotons: Bueno, Iñaki, ahí hay dos aspectos. Primero,


efectivamente, muchos de esos grupos llamados de izquierda nos han
considerado como verdaderos competidores suyos Ellos se han ido al
garete, han desaparecido del mapa político. Hoy en día no existe la ORT, ni
existe el PTE, ni existe el FRAP... No existe ninguno de esos grupos. Y aún
así, los que fueron dirigentes de esos grupos, siguen hablando mal de
nosotros. Siguen echando porquería contra nosotros que somos los que
continuamos en la lucha. Este es un aspecto que prueba la catadura moral
de esos individuos. Ser revolucionario o no, se demuestra con hechos. Los
hechos de esta gente, ya se han visto cuáles han sido. Cuando actuaban en
la arena política, cuando estaban en activo, nosotros ya les criticábamos.
Pero, ahora que han desaparecido siguen hablando mal de las únicas
personas que seguimos luchando.

Pues eso demuestra su catadura política, demuestra su carácter oportunista


y demuestra que nunca han sido revolucionarios, ni entonces ni ahora. Y
luego, el otro aspecto que decías,

¿por qué no tenemos las masas detrás de nosotros? No tenemos las masas
detrás de nosotros porque las masas, hoy en día, todavía no son
revolucionarias. No hay condiciones para eso. Por eso, antes te explicaba
que sabemos que solamente podemos sembrar en pequeños tiestos, que no
podemos sembrar a manos llenas. No podremos tener gran número de
militantes en ningún momento en toda esta etapa del proceso
revolucionario que va a ser muy largo. Eso no puede ser. Porque son
demasiados los riesgos que asumes cuando pasas a hacer este tipo de
actividades.

Son demasiados, y las masas no los pueden asumir, en su conjunto, como


generalidad, pero siempre hemos repuesto las fuerzas. Siempre.

Iñaki Álvarez: Antes has hablado de la falta actual de dirección. En este


momento, hay gran cantidad de grupos, de personas que se juntan en
diversos frentes para llevar a cabo pequeñas luchas puntuales; muchas de
ellas de carácter local. Parece que falta encontrar la tecla que los reúna, que
los encarrile en aras de una mayor eficacia, de una mayor efectividad. ¿Os
consideráis con capacidad para ejercer esa dirección?

Miguel Brotons: Efectivamente, hace falta una dirección y no existe. Y,


efectivamente también, nosotros no tenemos esa capacidad ni la tendremos
durante mucho tiempo. Es más, todos esos grupos que andan pululando por
ahí, que incluso tienen conciencia de ser revolucionarios, que quieren
cambiar el mundo, que son buena gente, que están luchando y están dando
lo mejor de sí mismos en esa lucha, solamente aceptará la dirección de un
verdadero partido comunista. Y aceptarán, en definitiva, la dirección del
proletariado revolucionario cuando éste se encuentre fuerte y organizado.
Antes, no. Antes, la pequeña burguesía se alejará lo máximo posible del
proletariado revolucionario y de su partido; eso es evidente. Entonces,
nosotros tenemos que trabajar muchísimo todavía para que esa gente
acepte la dirección del proletariado. Y eso ya lo explicaba Lenin, o sea que
tampoco es una cosa nueva. En ese sentido, nosotros no tenemos prisa por
dirigir, ni muchísimo menos. Ni tenemos ínfulas de dirigentes, no. Nosotros
haremos nuestro trabajo. Y nuestro trabajo es analizar, analizar y analizar
la realidad y actuar sobre ella. Constantemente. Marcar la dirección y
seguirla nosotros. Si detrás de nosotros viene alguien y quiere seguir esa
misma dirección, miel sobre hojuelas. No tenemos ahora ningún deseo de
formar un frente, ni de incluirnos dentro de la sopa de siglas, que es una
cosa que siempre han hecho los grupos de izquierda. Ya sabes, hacen una
octavilla para que vaya firmada por cuarenta grupos; y cuantos más
grupos, mejor. Bueno, pues no tenemos ninguna necesidad de eso. Eso no
implica unidad para nosotros. Ese no es el tipo de unidad que nosotros
queremos. Nosotros queremos otro tipo de unidad, completamente distinta.
Y nosotros tampoco queremos dirigir a la manera que piensan los
anarquistas que hacen los comunistas: a la manera de ordeno y mando. No.
Nuestra forma de dirigir es hacer. Hacer lo que creemos que es nuestro
deber. Y el que venga detrás, que arree y que haga lo que cree que debe
hacer. Si considera que lo que hacemos nosotros está bien, nos seguirá. Esa
es nuestra forma de dirigir. Dirigir no significa mandar; significa predicar
con el ejemplo, por decirlo de alguna manera. Es marcar el camino y
seguirlo. Para nosotros, estar en la vanguardia no significa tener medallas,
ni tener honores, no, no. Significa estar en primera fila, recibiendo todos los
golpes.

Iñaki Álvarez: Históricamente, vosotros siempre habéis rechazado las


instituciones y, por lo tanto, las elecciones. Siempre, salvo en las elecciones
al Parlamento Europeo en que habéis pedido el voto para la Izquierda
Abertzale, representada por Herri Batasuna y después por Euskal
Herritarrok. Os hermanasteis con ellos en la lucha contra el Estado,
asumisteis como propia su consigna de "Vota lo que más les duele"...
Miguel Brotons: Efectivamente. Bueno, esa hermandad en la lucha contra
el Estado la hemos visto siempre. En aquel momento considerábamos que
era justo el voto a Herri Batasuna. ¿Por qué? Porque, efectivamente, era lo
que más le dolía al Estado. Era lo que más le dolía y, por lo tanto, había que
hacerlo. Había que llamar al voto a HB. No porque consideráramos que
había posibilidades de una acción política desde las instituciones, no.
Porque, además, Herri Batasuna tampoco lo consideraba. Era un voto
testimonial. Era un voto contra el Sistema. No era un voto que fortaleciera
al Sistema. Nosotros decimos: "Hay que destruir esas instituciones". Y en
un momento determinado ese voto contribuía a destruir esas instituciones.
¿Por qué? Porque enemigos jurados de esas instituciones iban a ser
votados. Por lo tanto, ese voto era bueno. Ahora, eso no significa que
aplaudamos cualquier aventura electoral, ni muchísimo menos.

Iñaki Álvarez: Fue un voto incondicional...

Miguel Brotons: Sí, Sí, claro. Además, nosotros ni siquiera avisamos a Herri
Batasuna de que íbamos a apoyarles. No, no, no. No pedimos nada a
cambio, ni muchísimo menos. Consideramos que eso era justo, y lo hicimos
sin más. Ahora, también somos conscientes de que el resultado práctico de
ese llamamiento nuestro a votar a Herri Batasuna es muy pequeño.
Nosotros tenemos muy poca influencia, evidentemente. Pero era una
cuestión testimonial y, por lo tanto, era una cuestión con una cierta
importancia. Era un símbolo. El proletariado revolucionario considera que
Euskadi, Euskal Herria, tiene derecho a su independencia, y en estos
momentos la fuerza principal en aquella nación es Herri Batasuna y el
movimiento que ella representa y debemos apoyarles. Siempre hemos
apoyado la independencia y en estos momentos el apoyo a la independencia
del País Vasco pasa por las elecciones. Es lo que más le duele al Estado y
fortalecemos, además, a un sector del Pueblo Vasco que está luchando por
la independencia. Así que hay que hacerlo.

Iñaki Álvarez: Además, vuestro posicionamiento os sirvió para acabar


definitivamente con una cierta imagen españolista que todavía alguien
podía tener de vosotros...

Miguel Brotons: Nosotros nunca hemos sido españolistas. Sí es cierto que


hay gente que sí nos ha considerado españolistas. Allá ellos. Yo creo que
con toda nuestra experiencia, y con todo lo que hemos hecho durante todos
estos años, hay pruebas más que de sobra para demostrar que no lo
somos. Y no sólo por haber pedido el voto para Herri Batasuna. Es que el
mismo 1 de octubre de 1.975, la fecha que da nombre a los GRAPO,
respondimos a los fusilamientos de dos militantes de ETA y a tres del FRAP.
En realidad, no nos tocaba directamente a nosotros, pero nos jugamos el
bigote ahí. Nos jugamos la vida. Y salimos a la calle, prácticamente sin
ninguna experiencia militar, con unas pistolas que sabíamos que iban a
disparar un tiro, y el segundo, vete a saber. Salimos con lo que teníamos. Y
nos echamos a la calle por considerar que era lo justo y que había que
hacerlo. Que había que denunciar al fascismo y que había que apoyar, en la
forma que podíamos, al Movimiento de Liberación Nacional Vasco. En otros
momentos, en los que Euskal Herria ha estado verdaderamente acogotada
por las fuerzas represivas, hemos lanzado campañas de ámbito estatal -
campañas militares, porque me estoy refiriendo a los GRAPO- para desviar
la represión en la medida en que podíamos, que reconozco que era muy
pequeña. Y, efectivamente, se desplazaba la Policía porque, claro,
estábamos golpeando en Sevilla, o estábamos golpeando en Alicante, y
parte de la atención policial tenía que estar centrada en esos puntos.
Porque estábamos desarrollando una acción muy continuada, que excedía
en mucho a nuestras fuerzas, y que, por lo tanto, implicaba un riesgo, no
ya individual, sino que implicaba un riesgo para la propia organización.
Porque nos estábamos metiendo, por decirlo así, en camisa de once varas.
Estábamos haciendo una campaña que excedía a nuestras fuerzas, y lo
hacíamos porque creíamos que era justo. Y, por supuesto, nosotros no
pasamos factura de eso, ni lo hemos comentado apenas. Lo hemos hecho
porque creíamos que era nuestra obligación. Porque para nosotros, para los
comunistas españoles, es una verdadera obligación moral el defender el
derecho a la independencia del Pueblo Vasco, del Pueblo Catalán, del Pueblo
Gallego, del Pueblo Canario, del Pueblo Andaluz o de todo aquel pueblo del
Estado español que quiera ser independiente. Es una obligación moral. Es
más, consideramos que los aliados naturales del proletariado revolucionario
en el conjunto del Estado son los movimientos de liberación nacional de las
naciones oprimidas. Son nuestros aliados naturales. Están combatiendo al
mismo Estado y, por lo tanto, son aliados naturales nuestros. Y me gustaría
que ellos también consideraran que nosotros somos sus aliados naturales,
que no siempre es así. Y mientras no lo consideren, tampoco van a avanzar
mucho. Mi idea es que Euskadi, o cualquiera otra nación oprimida, no puede
ser independiente si no se alía con el proletariado revolucionario de España.
No puede. Sola frente al Estado, no puede. Es justo que luchen. Vale,
adelante, muy bien... Pero no podrán. Ahora, en el camino de la destrucción
de este Estado fascista que a todos nos está oprimiendo, en ese camino,
Euskadi alcanzará su independencia. Aliándose con el proletariado
revolucionario del conjunto del Estado.

Iñaki Álvarez: La mayoría de vosotros, por no decir todos, erais de


extracción obrera: habíais nacido en familias proletarias y sabíais lo que era
padecer necesidades. Sin embargo, entre los presos de ETA siempre ha
habido una gran proporción de burgueses o, al menos, de pequeños
burgueses...

Miguel Brotons: Y de grandes burgueses en algún caso...


Iñaki Álvarez: Lo que quiero decir es que eso se tenía que notar, por
ejemplo, en el peculio. Ellos disponían de mucho más respaldo tembién en
lo económico...

Miguel Brotons: No, pero no significaba un choque. Porque, claro, nosotros


ya sabíamos la procedencia social de muchos de estos militantes, pero no
era eso lo que nos interesaba. A nosotros lo que nos interesaba es que esa
gente estaba luchando contra el Estado y que, por lo tanto, eran
antifascistas. Efectivamente, no son proletarios, ni quieren el socialismo ni
por el forro de los cojones, pero son antifascistas, están combatiendo al
mismo enemigo que nosotros... Son aliados nuestros. Y, efectivamente, no
tenemos los mismos objetivos a largo plazo, pero a corto y medio plazo son
objetivos idénticos: la destrucción de este Estado. Por lo tanto, no hay
ninguna contradicción antagónica entre ellos y nosotros. Hay
contradicciones, evidentemente, y eso se traducía en nuestra ideología, en
nuestra forma de enjuiciar, incluso, una película o un libro. Eso se ve. Se ve
la procedencia ideológica de cada uno. La procedencia de clase de cada uno
se ve al enjuiciar cualquier faceta de la vida cotidiana en una cárcel. En el
mismo trato con los carceleros... Se veían muchas diferencias, pero no son
contradicciones antagónicas.

Iñaki Álvarez: Has pasado en las cárceles 25 años. Eres, creo, la persona de
la historia de este Estado que más tiempo ha estado presa...

Miguel Brotons: Sí. Tengo ese raro honor, sí.

Iñaki Álvarez: Ya. Pero me refiero a que impresiona. Y digo yo que habrá
mucha gente que opine que una persona que ha sufrido 25 largos años en
prisión, prácticamente toda su vida, por mantenerse fiel a sus ideas, al
menos merece respeto, ¿no?

Miguel Brotons: Por lo menos, es consecuente con sus ideas, que es lo


mejor que pueden decir de mí. Porque lo que siempre he perseguido es que
digan: "Este tío dice A y hace A, da esta idea y la cumple, sigue por el
camino del que habla".

Iñaki Álvarez: Me comentó una vez José María Sánchez Casas que hasta los
carceleros os reconocían ese respeto...

Miguel Brotons: Ah, sí, sí, en los carceleros y hasta en los policías. Es que,
de verdad, cuando un movimiento consigue el respeto de sus enemigos, es
que está haciendo las cosas muy bien. Y ese respeto lo hemos tenido. Pese
a que nos han calumniado y nos han dicho perrerías, pero en el trato con
ellos, en el trato con los carceleros, en el trato con los torturadores, se veía
ese respeto. Nos estaban torturando, pero nos estaban respetando. Porque
estaban admitiendo que nosotros éramos muy superiores a ellos. Lo
estaban admitiendo.

Iñaki Álvarez: Sois los únicos que habéis llevado vuestras huelgas de
hambre hasta el final dentro de la prisión. Sois los únicos que habéis sufrido
bajas en esas protestas...

Miguel Brotons: En el Estado español, sí.

Iñaki Álvarez: Sí, en el Estado español. Y me refería concretamente a la


muerte de tus compañeros Juan José Crespo en 1.981 y de José Manuel
Sevillano en 1,990, que se produjeron tras larguísimas huelgas de hambre.
Tú has vivido todo eso. Son situaciones duras...

Miguel Brotons: Sí, sí, es muy duro. Una huelga de hambre es muy dura,
pero es como tantas otras cosas... También es duro, por ejemplo, un
parado, que lleva un año o dos años en paro y que no tiene un cuarto que
llevar a su familia a fin de mes. ¿No es duro eso? Eso es mucho más duro
todavía. Al fin y al cabo, cuando tú estás en huelga de hambre tú eres un
militante político, sabes lo que te estás jugando y sabes que estás
combatiendo al enemigo. Pero el parado, a veces, no sabe siquiera la causa
de sus males. Intuye que es el capitalismo, pero no ve la forma de luchar
contra él. No ve la forma de revertir esa situación. Cuando nosotros
emprendemos una lucha, una huelga de hambre, sabemos la solución de
ese problema. Y sabemos que esa lucha podrá fracasar, pero que a la
próxima vamos a ganar. Tenemos esa conciencia de lucha y de victoria y de
organización. Sentimos el calor de nuestros compañeros. El parado,
generalmente, está mucho más aislado.

Iñaki Álvarez: Hablando del calor humano, hay una asociación, AFAPP-SRI
(Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos - Socorro Rojo
Internacional), que os apoya expresamente. ¿Cómo se valora en la cárcel
ese colchón social de familiares, de amigos y de alguna otra gente solidaria
que ni siquiera os conoce personalmente?

Miguel Brotons: Pues mira, Iñaki, la verdad es que la solidaridad ha sido


muy amplia a lo largo de todos estos años. Por poner un ejemplo, en la
campaña que se hizo durante dos años por mi liberación, a nivel
internacional, participaron decenas y decenas de grupos, de partidos, de
colectivos... Gente muy alejada de la ideología comunista... Anarquistas,
nacionalistas, radicales, autónomos... Gente de todo tipo que ha prestado
su solidaridad. Mucha gente del pueblo ha apoyado esa campaña
participando en actos, participando en mítines, repartiendo propaganda...
Esa solidaridad estaba ahí.
Iñaki Álvarez: ¿Cuál es la reacción del Estado ante esos apoyos? Porque, a
partir de ese momento, se produce una criminalización generalizada de
todas las asociaciones de solidaridad, como ya ocurriera en el País Vasco
con organizaciones como las Gestoras pro Amnistía o Senideak
(Familiares)...

Miguel Brotons: Efectivamente. El Estado criminaliza la solidaridad, porque


le duele mucho. Lo que les interesa es mantener al pueblo dividido y que la
sociedad vea a cualquiera que lucha como a un enemigo. Y a nosotros nos
interesa precisamente lo contrario. Nos interesa fomentar la solidaridad,
que además es un valor típico de la clase obrera, es un valor nuestro, es un
valor revolucionario que el Estado intenta enfangar, intenta eliminar de
nuestras cabezas. Por eso nos interesa impulsar esa solidaridad. No por el
efecto positivo que tiene para nuestros casos concretos, para denunciar lo
que nos están haciendo o para conseguir la libertad de tal o cual preso, o,
por ejemplo, de tal o cual preso enfermo, que hay muchos casos. Es por
algo más, es porque es un valor propio de la clase obrera. Es un valor que
tiene su extensión, no solamente en la cárcel, sino con el obrero que ha
sido despedido, con los ocupas que han sido desalojados... En fin, es un
valor en alza y es un valor muy importante para nosotros.

Iñaki Álvarez: Bueno, es que los ocupas les molestan especialmente.

Miguel Brotons: Lógico, porque ellos están tratando de crear sus espacios
libres, sus espacios de creatividad, porque, claro, un espacio ocupado no es
simplemente un hueco donde se meten los chavales para divertirse, sino
que, en muchos casos, hacen sus pequeños trabajos, hacen su labor de
concienciación, dan allí charlas, y llevan a obreros, y llevan a ex presos a
hablar... En fin, es un espacio muy rico y por lo tanto es un espacio que
molesta al Estado, indudablemente.

Iñaki Álvarez: En la década de los 90, que comienza con la muerte de


vuestro compañero Sevillano como consecuencia de la larguísima huelga de
hambre, suceden otros dos hechos que os afectan directamente: el llamado
caso Cordón en 1.995 y, al año siguiente, en 1.996, tienen lugar vuestras
segundas conversaciones con el Estado. Las primeras se habían llevado a
cabo, creo, en 1.983, en Herrera de la Mancha. ¿Qué recuerdas de todo
aquello?

Miguel Brotons: En el caso de Publio Cordón, yo creo que los compañeros


que realizaron el secuestro, y que le liberaron, lo han dejado ya todo muy
claro. Todos los que participaron en aquel secuestro han sido detenidos,
todos han sido torturados y de ninguno ha salido ninguna cosa rara. Todos
han dicho lo mismo: la verdad; que aquel hombre fue liberado. Publio
Cordón tenía un montón de pufos, tenía un montón de enemigos... Por un
lado, tenía enemigos en el campo de las aseguradoras. De hecho, por
ejemplo, cuando los compañeros le detuvieron, cuando le dijeron que eran
de los GRAPO, el hombre respiró. Respiró profundamente porque, claro,
como él mismo dijo, "yo creía que erais de la competencia". ¿Cómo, cómo?
¿Qué es eso de la competencia? Y entonces lo explicó. Él andaba loco por
hacerse con el control de la cuestión de la privatización de la Seguridad
Social. Entonces, claro, hay otra serie de empresas que también quieren
hacerse con la parte del león en la futura privatización de la Seguridad
Social. Son competidores de él, y son verdaderas mafias. Parece ser -por lo
que decía Cordón- que esas mafias resuelven sus problemas de esa forma.
Entonces, el tipo tenía verdadero miedo. Pero es que, además, tenía otros
enemigos. Porque el tipo también estaba acojonado por lo que él llamaba
"la mafia policial" que, efectivamente, existe. Se ve que también tenía
negocios turbios con la mafia policial, y que les había hecho alguna pirula. O
sea, que tenía enemigos por todos lados. Pero lo mismo que tenía enemigos
por todos lados, también tenía amigos por ciertos sitios. Por ejemplo, varios
gobiernos latinoamericanos hacían negocios con él, en concreto el de
Guatemala. Era íntimo amigo de varios generalitos de allí, de Guatemala.
Porque hacía muy buenos negocios sucios. Hacía muchos negocios sucios
con ellos. Les reportaba muchos beneficios, y por lo tanto... Entonces,
¿dónde está ahora Publio Cordón? Pues, la verdad es que no lo sabemos.
Pudo ocurrir que, cuando se le puso en libertad, llamara al número de
teléfono equivocado. Que llamara a alguien que él pensara que era de su
confianza y perteneciera a la mafia policial, o perteneciera a lo que él
llamaba "La Competencia". Pudo ocurrir eso. O pudo ocurrir también que el
tipo se marchara a América Latina, a Guatemala quizá, o a Venezuela -más
probablemente Venezuela-. Aunque en Guatemala parece ser que hubo un
empresario, que había pertenecido al gobierno guatemalteco, que aseguró
haberle visto por allí, y eso salió publicado en Interviú. Entonces, ¿dónde
está Publio Cordón? Pues ni lo sé, ni me importa. Sin embargo,
seguramente son los GRAPO los primeros interesados en que se le localice,
porque les sigue adeudando 600 millones de las antiguas pesetas, y tendrá
que pagarlos algún día. Porque, claro, al tipo se le liberó a cambio de 1.000
millones, y sólo pagó 400. Así que si la familia está interesada en
localizarle, seguro que los GRAPO lo están más todavía.

Iñaki Álvarez: Te preguntaba también por las segundas conversaciones con


el Estado.

Miguel Brotons: Esas conversaciones fueron a iniciativa del Estado. Ellos lo


que pretendían, aunque no lo dijeron, era un acuerdo del tipo "paz por
presos". Es decir, los GRAPO abandonaban las armas, dejaban la lucha
armada, y los presos del PCE (r) y de los GRAPO salían en libertad.
Entonces, repito, eso no lo dijeron de una forma explícita, pero era lo que,
efectivamente, querían. Y en la primera conversación, yo personalmente les
puse en claro que ese tipo de acuerdos nunca se llevaría a la práctica. Que
nosotros no estábamos interesados, en absoluto, en nuestra libertad a
cambio de nada, y mucho menos a cambio de abandonar la lucha armada.
Les insistí en que no éramos presos que estuviéramos locos por salir a la
calle, sino que estábamos dispuestas y dispuestos a cumplir nuestras
condenas hasta el último minuto del último día. Y ello por una razón muy
sencilla. Si nosotros iniciamos la lucha armada en su momento, fue por
unas causas, por unas razones, por unas reivindicaciones de tipo popular
que no podían conseguirse, si no era -pensábamos nosotros- mediante la
lucha armada. Por lo tanto, mientras que esas causas no desaparecieran, la
lucha armada continuaría. Así que si el Estado quería discutir con nosotros,
tenía que hacerlo en base a esas causas. No discutir sobre si salíamos a la
calle o no salíamos; si abandonábamos las armas o no las
abandonábamos,,, No, no. Teníamos que discutir sobre esas
reivindicaciones populares: sobre la autodeterminación y la libertad de las
nacionalidades, sobre la desaparición de la brutalidad policial en las
comisarías y en los cuartelillos, la desaparición de la tortura, sobre las
condiciones de vida y de trabajo de las masas... Sobre todas esas cosas,
podíamos discutir todo lo que ellos quisieran. Y si se encontraba una vía de
solución de esos problemas -problemas de las masas populares-, entonces,
probablemente no haría falta la lucha armada. Que si ellos se avenían a
discutir sobre esos temas, que adelante, que discutiríamos sobre esos
temas. No pensábamos que a través de una mesa de negociaciones se
pudieran resolver esos gravísimos problemas, evidentemente, pero ya que
venían a discutir... Nosotros dijimos, bien, no queremos discutir más que de
las causas. Entonces, elaboramos un dossier en el que se recogían todas
esas reivindicaciones de carácter popular; un dossier enorme, realizado
íntegramente en las prisiones, en el que participó la totalidad de las presas
y de los presos del PCE (r) y de los GRAPO. Después, se lo entregamos a los
malasombra -que era como llamábamos a los enviados del Estado, que eran
del CESID- y, a partir de ahí, claro, se acabaron las conversaciones. Porque
no estaban dispuestos a discutir sobre esas cuestiones. ¿Cuál es la
conclusión evidente? Pues la conclusión evidente es que el Estado nunca
negociará nada que suponga su propia desaparición. Nunca negociará, por
ejemplo, la independencia de Euskadi. Nunca. Eso no se puede conseguir a
través de una negociación. Es imposible. Al Estado hay que destruirlo para
conseguir ese tipo de reivindicaciones.

Iñaki Álvarez: Es la escenificación de la lucha de David contra Goliath...

Miguel Brotons: Efectivamente. Pero David puede vencer a Goliath. El David


vietnamita venció al Goliath de Estados Unidos. El David argelino venció al
Goliath francés.
Iñaki Álvarez: Sí, pero con un pueblo detrás que estaba dispuesto a pagar
un precio muy alto. Y eso no ocurre ahora, ¿no crees?

Miguel Brotons: Un precio muy alto y durante mucho tiempo, además. Y, sí,
es verdad que eso no ocurre ahora, pero ocurrirá. ¿Cuándo ocurrirá?
Cuando las condiciones de vida y de trabajo de las masas sean tan malas
que la gente no tenga nada que perder. Inexorablemente, tiene que ocurrir.
¿Cuándo? No lo sé. Pero, evidentemente, el capitalismo no puede asegurar
unas condiciones de vida y de trabajo permanentemente aceptables para la
inmensa mayoría de la población. Siempre necesitará, primero: que haya
una bolsa de miseria dentro del estado capitalista; segundo: superexplotar,
oprimir a los pueblos empobrecidos del Tercer Mundo. Con esas riquezas
puede crear un colchón social determinado para impedir el avance de la
Revolución. Pero esas riquezas no pueden estar llegando constantemente,
los pueblos del Tercer Mundo también tienen algo que decir. También están
luchando, con mayor o menor fortuna. No es una situación estable para el
capitalismo. Ahora, por ejemplo, hay un peligro evidente de guerra. Ahí
están los periódicos. Nosotros hemos hablado de ese peligro de guerra
durante muchísimo tiempo. Bueno, pues ahora se está viendo. Que ahora
es una agresión a Irak, pero que el conflicto se va a extender muy
fácilmente a otras áreas del mundo. Pues esos preparativos para la guerra
implican unos grandes sacrificios para las masas populares. Por ejemplo, un
aumento de los impuestos, la restricción de los gastos sociales, que ya
están ahí y que cada vez se incrementarán más. Implica también que
soldaditos españoles, soldaditos yanquis, soldaditos ingleses, o de la
nacionalidad que sean, maten y mueran en los frentes de batalla. Eso es un
problema para el pueblo, porque esos muertos, unos y otros, son gente de
abajo. Bueno, pues, eso no lo va a tolerar la sociedad, eso no lo va a seguir
tolerando el pueblo. No puede. Ahora, ¿que ese proceso es muy largo? Pues
es evidente. ¿Y que las condiciones se tienen que deteriorar muchísimo más
de lo que están ahora? Eso es evidente también. pero mientras que los
revolucionarios estemos ahí, luchando en esa dirección, llegará el momento
en que esa ira popular conecte perfectamente con el movimiento
organizado.

Iñaki Álvarez: Bueno, Miguel, seis años después de aquellas segundas


conversaciones, llegamos a 2.002. En el mes de agosto, tras haber
cumplido tu condena en su totalidad, sales en libertad. ¿Con qué te
encuentras?

Miguel Brotons: Pues me encuentro con una cárcel un poquito más grande
que las que he conocido en todos estos años. Porque aquí también hay
muros, y también hay barrotes, y también hay represión, y también hay
opresión, y también hay mucha mierda, como en cualquier cárcel. Entonces,
lo mismo que cuando entré en la cárcel tuve que readecuarme al nuevo
ambiente, al nuevo marco en el que se iba a desarrollar mi lucha -y así he
estado, en ese marco, durante 25 años-, ahora tengo que volverme a
readecuar. Ahora ya no estoy en la cárcel pequeña, mis enemigos no son
directamente los carceleros, ahora son otro tipo de enemigos, la Policía que
me está siguiendo constantemente allí donde voy... Las formas de lucha
también han cambiado respecto a mi etapa anterior, la forma de
organización, la psicología de la gente ha cambiado... Pero las soluciones
son las mismas: hay que continuar luchando. A mí, 25 años en las cárceles
de exterminio de este Estado fascista lo único que han conseguido es
ratificarme en que hay que seguir luchando.

Iñaki Álvarez: Pero ahora las cosas no son como antes. Incluso la capacidad
de realizar atentados de las dos organizaciones armadas que siguen
operativas en la actualidad -ETA y los GRAPO- parece que ha disminuido
bastante. ¿Crees que eso va a cambiar?

Miguel Brotons: Mira, Iñaki, antes ya te he hablado de eso. La Revolución


no se desarrolla de una forma lineal. Ni mucho menos de una forma en
constante ascenso. Hay parones. Hay retrocesos. Hay muchas derrotas. Y
estamos llenos de derrotas por todos los lados. Constantemente estamos
siendo derrotados. Pero continuamos luchando y abrimos la posibilidad de la
victoria futura. Entonces, la victoria futura va a ser una suma de cien mil
derrotas. Pero es que es así. Es que no puede ser de otra forma porque
partimos de una diferencia de fuerza material tremenda con el enemigo.
Partimos también de unas condiciones materiales -de vida y de trabajo de la
gente- que no incentivan precisamente su participación en la lucha. Pero
también sabemos que esas condiciones no son eternas. Y eso es lo que nos
hace estar esperanzados en el futuro.

Iñaki Álvarez: ¿En tu estancia en la calle, has detectado un potencial?

Miguel Brotons: Pues claro que sí. Evidentemente. Mira, ahora estoy dando
un montón de charlas por todo el Estado: en Euskal Herria, en Galiza, en
Catalunya, ahora también en Andalucía... Estoy encontrando muy buena
gente en todos los sitios. Estoy encontrando, sobre todo, primero: mucho
desconcierto, en el sentido de que quieren luchar y no saben cómo. No
tienen, por decirlo así, el optimismo que yo pueda tener. Y muchos chavales
me preguntan: "¿Cuál es la raíz de tu optimismo?" Bueno, esa es una buena
pregunta, pero es que me preguntan también sobre la droga, sobre la
situación internacional, sobre Venezuela, sobre el fenómeno de Lula en
Brasil, sobre montones de cosas, sobre los zapatistas, por ejemplo. Es
decir, la gente tiene necesidad de saber, tiene necesidad de comprender
qué es lo que está pasando y no se les ocurre más que preguntárselo a un
tío que lleva 25 alos en la cárcel. Es curioso. Teóricamente, tendrían que
pensar: "Bueno, este tío lleva 25 años aparcado, luego no tiene ni puta idea
de nada". Pero resulta que lo preguntan, resulta que escuchan con mucha
atención y resulta que al final me dicen: "Oye, pues hemos aprendido
bastante en esta charla". Es curioso, ¿verdad que sí? Bueno, pues ese es el
clima que me estoy encontrando. Hay mucho interés. Hay un verdadero
caldo de cultivo que, efectivamente, en estas condiciones no se desarrolla,
no se transforma en organización. En otras condiciones, sí. Y esas
condiciones llegarán. Lo importante es que haya gente interesada en todo
este tipo de problemas. Y esa gente existe. Lo importante es que haya
gente que considere, o que empiece a considerar, al Estado en su conjunto
como un enemigo que hay que destruir. Aunque no sepan cómo. Aunque no
sepan por qué hay que sustituirlo. Eso no lo saben. Ya lo sabrán. Lo irán
descubriendo en su propia lucha.

Iñaki Álvarez: Entonces, tu receta es...

Miguel Brotons: Resistir, resistir y resistir. Y que esa resistencia sea activa.
Que no sea simplemente aguantar los palos, sino también darlos. Aunque
sean pequeñitos. Aunque sólo les podamos dar un pisotón en una uña a los
fachas, o una patadita en las espinillas... No hay problema. Todo golpe es
bueno. Porque, además, con cada golpe estamos demostrando que no son
imbatibles, que no son omnipotentes, que son de carne y hueso como
nosotros, que también pueden caer...

Iñaki Álvarez: Decíamos en un editorial de Cádiz Rebelde que el Estado es


una urbanización de casas de cristal...

Miguel Brotons: Sí, sí, así es. Esa imagen la hemos utilizado nosotros en
otro contexto. Nosotros decimos que el Estado es una especie de gran urna
de cristal y que está a nuestra merced. ¿Por qué? Porque en cualquier sitio
hay trabajadores, hay obreros, hay gente del pueblo que los está viendo.
Los capitalistas, los monopolistas, no pueden estar en la clandestinidad.
Ellos necesitan de la vida social. Sus asuntos son publicitados
constantemente por los medios de desinformación del Estado, aparecen en
fiestas, se conocen sus movimientos económicos... Todo eso lo ve la gente.
La gente ve, por ejemplo, los movimientos de dinero en las empresas en las
que trabajan, ve dónde viven los elementos más significados de las fuerzas
represivas... Y pasan esa información.

Iñaki Álvarez: Entonces, ¿para ti, cambiar las cosas desde dentro es algo
imposible?

Miguel Brotons: Desde dentro es totalmente imposible.

Iñaki Álvarez: Antes hablabas de Lula, el nuevo presidente de Brasil. ¿En su


caso también será imposible?
Miguel Brotons: Sí, sí, es imposible.

Iñaki Álvarez: ¿Y en el caso de Venezuela?

Miguel Brotons: El caso de Venezuela es distinto. No porque sean militares,


sino porque Chávez no solamente es Chávez. Detrás de Chávez hay un
sector del pueblo venezolano, con carácter revolucionario y con las ideas
muy claras, que han cogido el tren de Chávez porque es un tren que ahora
mismo tiene posibilidades, pero que darán la patada a Chávez en su
momento. De eso estoy convencido. Porque Chávez tiene sus limitaciones.
Es un nacionalista, es un burgués... Pero está defendiendo las riquezas de
Venezuela para los burgueses venezolanos, por supuesto, pero hay un
sector revolucionario dentro de Venezuela que dice: "Bien, por ahora vamos
a estar aquí". Y están luchando junto con él. Y lo están defendiendo, pero
llegará un momento en el que le pegarán la patada, cuando él no quiera
seguir más adelante. Por eso es un caso muy especial el de Venezuela. Es
un nacionalista, es un nacionalista burgués, pero que ahora mismo,
objetivamente, es antiimperialista. Hay que apoyarle.

Iñaki Álvarez: ¿Cómo ves el futuro en Cuba?

Miguel Brotons: Pues, la verdad es que lo veo difícil. A mí me preocupa


mucho que una revolución como la cubana -que admiro- no haya generado
dirigentes jóvenes. Me preocupa mucho.

Iñaki Álvarez: ¿Hay una laguna generacional?

Miguel Brotons: Hay una laguna. De todas maneras, sé que la edad media
de los miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba es
bastante baja, es de cuarenta y tantos años, pero, aún así, a nivel de la
máxima dirigencia veo que está un tanto escleroso. Y, efectivamente, es un
problema que no se haya generado un relevo generacional ahí. Pero es un
problema que tendrán que resolver ellos. Ahora, hay que comprender
también que las dificultades son objetivas, que están ahí. que están a 90
millas de Miami y que eso pesa mucho. Que llevan muchísimos años
sometidos a un bloqueo económico, que no puede entrar ni una sola
aspirina allí, en la isla, y que eso, claro, obliga a ciertos comportamientos y
a ciertas políticas que no son del todo... En fin, que nos gustaría que no
ocurrieran.

Iñaki Álvarez: Miguel, llevamos dos horas de conversación y en algún


momento hay que terminar. Tú ya conoces Cádiz Rebelde y sabes que nos
lee mucha gente, entre ella muchos jóvenes. Para finalizar, ¿qué dirías a
aquellos jóvenes, hombres y mujeres, que puedan leer esta entrevista?.
Miguel Brotons: Pues les diría una cosa. Yo creo que la juventud actual ha
perdido los sueños; o, mejor dicho, se los han robado. Han robado los
sueños que nosotros teníamos, por ejemplo, en los años sesenta y setenta,
de una sociedad más justa, de una sociedad mejor, de una sociedad en la
que cada persona, cada hombre, cada mujer, fuera dueña de su propio
destino y tomara sus propias decisiones... Esos sueños, los han robado. Que
recuperen esos sueños. Y la forma de recuperar esos sueños no es echarse
a dormir, sino al contrario, la única forma de recuperar esos sueños es
ponerse a trabajar, es echarse a luchar. Que resistan. Que luchen contra el
Estado, que se le puede combatir y se le puede destruir. Que sueñen con
eso y que, además, actúen de acuerdo con esos sueños. Yo creo que eso es
necesario.

Iñaki Álvarez: Quienes hacemos Cádiz Rebelde, en nuestros editoriales


solemos hacer hincapié en dos objetivos básicos para nosotros, como
informadores, quiero decir. Ayudar a perder el miedo y ayudar a recuperar
la dignidad. Como condiciones básicas previas a lo que sea.

Miguel Brotons: Sí. Son dos buenas recetas. Es importante eso. Pero,
además, hay que ayudar también a soñar. Hay que volver a soñar, aunque
no como hacían los soñadores románticos. Nosotros, los comunistas,
decimos que los sueños tenemos que transformarlos en objetivos. Y los
objetivos tenemos que alcanzarlos siguiendo una línea política. a través de
una actividad concreta. Ese es el trabajo que tenemos que hacer. No es
soñar por soñar. Es soñar por un mundo mejor y luchar por conseguir ese
mundo mejor. Es tener un sueño de libertad y transformarlo en un objetivo
concreto: la destrucción del Estado fascista, del Estado capitalista. Ese es el
objetivo. Y articular las políticas necesarias y emplear las formas de lucha
apropiadas para conseguir esos objetivos. Ese es el reto que tiene la
juventud. Y ese es un reto que -estoy convencido de ello- los jóvenes
aceptarán y conseguirán llevarlo adelante.

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