Es nuestra misión y prioridad seguir brindando un excelente servicio
educativo que garantice la formación humana y cristiana de nuestros alumnos. “… nos habla en el camino” es nuestra consigna para este año. El acompañamiento espiritual tiene también como objetivo el estar pendiente de las necesidades del prójimo. El Acompañamiento Espiritual es uno de los elementos fundamentales de la pedagogía lasallista.
DEFINICIÓN: ¿QUÉ?
El Acompañamiento Espiritual es un proceso en el cual —
mediante la escucha atenta, la comprensión integral de las realidades personales, el diálogo y la acogida afectuosa y fiel— se ayuda a cada persona a: a.- aceptarse a sí misma, sea capaz de vivir con sus potencialidades, sus cualidades, pero también con sus debilidades. b.- Una experiencia de Reconciliación consigo misma, con la realidad, con los demás y con Dios. Sólo esta reconciliación libera el alma y deja a la persona preparada para discernir su existencia. c.- Un discernimiento de la Voluntad de Dios: Mediante el Acompañamiento Espiritual se aportan claridades para que la persona vaya descubriendo la forma como debe proyectar su futuro frente a sí misma, frente a los demás y frente a Dios.
FUNDAMENTOS: ¿DESDE DÓNDE?
Una manera de entender al Ser Humano: El Acompañamiento
Espiritual supone una comprensión de la persona en su integridad. En el Acompañamiento Espiritual la persona es vista como hija de Dios, creada a su imagen y semejanza, lugar donde habita la presencia del Padre, icono de Cristo y templo del Espíritu Santo. Por esta manera de entender al ser humano, la persona es vista siempre en esperanza, con paciencia, con capacidad para superarse, con potencialidad para salir de sus propias dificultades, con la fortaleza necesaria para elevarse por encima de sus sufrimientos.
Una manera de entender a Dios: El
Acompañamiento Espiritual implica una experiencia de encuentro con un Dios amigo, cercano y lleno de misericordia. Este encuentro permitirá a la persona un cambio que supone optar por el camino que la llevará a sentirse bien a ver la realidad con una mirada de confianza y esperanza.