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Ética Clínica Psicología - Universidad del Rosario Bogotá ¡ATENCIÓN!
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1. Norma acusada
(julio 13)
ARTÍCULO 1o. Adiciónese el artículo 275 de la Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento
Penal, con el siguiente parágrafo:
ARTÍCULO 2o. Adiciónese un artículo nuevo a la Ley 906 de 2004, Código de Procedimiento
Penal, numerado 206A, el cual quedará así:
Artículo 206A. Entrevista forense a niños, niñas y adolescentes víctimas de delitos tipificados
en el Título IV del Código Penal, al igual que en los artículos 138, 139, 141, 188a, 188c, 188d,
relacionados con violencia sexual. Sin perjuicio del procedimiento establecido en los artículos
192, 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199 y 200 de la Ley 1098 de 2006, por la cual se expide el
Código de la Infancia y la Adolescencia, cuando la víctima dentro de un proceso por los
delitos tipificados en el Título IV del Código Penal, al igual que en los artículos 138, 139, 141,
188a, 188c, 188d, del mismo código sea una persona menor de edad, se llevará a cabo una
entrevista grabada o fijada por cualquier medio audiovisual o técnico en los términos del
numeral 1 del artículo 146 de la Ley 906 de 2004, para cuyos casos se seguirá el siguiente
procedimiento:
d) <sic> La entrevista forense de niños, niñas o adolescentes víctimas de violencia sexual será
realizada por personal del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía General de la
Nación, entrenado en entrevista forense en niños, niñas y adolescentes, previa revisión del
cuestionario por parte del Defensor de Familia, sin perjuicio de su presencia en la diligencia
Este primer informe deberá cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 209 de este
código y concordantes, en lo que le sea aplicable. El profesional podrá ser citado a rendir
testimonio sobre la entrevista y el informe realizado.
ARTÍCULO 3o. Adiciónese al artículo 438 de la Ley 906 de 2004, un literal del siguiente
tenor:
e) Es menor de dieciocho (18) años y víctima de los delitos contra la libertad, integridad y
formación sexuales tipificados en el Título IV del Código Penal, al igual que en los artículos
138, 139, 141, 188a, 188c, 188d, del mismo Código.
2. Decisión
Segundo.- Declarar EXEQUIBLE el artículo 2º de la Ley 1652 de 2013 que adicionó el artículo
206A de la Ley 906 de 2004, por los cargos analizados.
Del análisis efectuado de las normas acusadas y de su confrontación con los artículos 44 y 45
de la Constitución y los diferentes instrumentos internacionales relacionados con los derechos
de los menores de edad, la Corte concluyó que la entrevista forense a los niños, niñas y
adolescentes víctimas de delitos sexuales no desconoce los derechos a la igualdad, debido
proceso, defensa, contradicción, ni el acceso efectivo a la administración de justicia, en
aplicación del interés superior del menor y del principio pro infans. En su concepto, se trata
de medidas legislativas y judiciales para garantizar no solo su dignidad y su intimidad
(evitando injerencias indebidas en su vida privada), sino para protegerlos en todas las etapas
del proceso, evitando causarles nuevos daños. En caso de un eventual conflicto entre los
derechos y garantías de un menor de edad frente a las de un adulto, atendiendo el interés
superior del niño y el principio pro infans, deberá darse prelación a la protección y
salvaguarda de los niños, niñas y adolescentes, dada su situación de debilidad manifiesta.
Para tal efecto, en la ponderación debe tenerse presente que los menores víctimas de
comportamientos de abuso sexual no pueden recibir el mismo trato procesal de un adulto,
pretendiendo que reconstruya sucesos que en el tiempo han causado traumas imborrables. De
esta forma, la Ley 1652 de 2013 procura reducir las consecuencias de esas experiencias
devastadoras vividas por el menor, previendo su revictimización, mediante una entrevista que
debe ser efectuada por expertos en psicología y medicina, dentro de un contexto
conversacional que garantice el respeto y la dignidad, priorizando los derechos de los niños.
Con todo, el valor como elemento probatorio que se da a esa entrevista forense no impide el
adecuado ejercicio del derecho de defensa ni el de contradicción, como lo dedujo la Corte
del análisis conjunto de los artículos 1º y 2º de la Ley 1652 de 2013, de manera que podrá ser
controvertida mediante el informe respectivo rendido por el entrevistador, quien además
debe ser citado a rendir testimonio sobre la entrevista y dicho informe, dando pleno lugar al
ejercicio de los derecho de defensa y la contradicción.
De otra parte, la Corte precisó que las entrevistas, interrogatorios o contrainterrogatorios que
se efectúen a un menor de edad, particularmente cuando sea víctima de un delito sexual,
atendiendo su corte edad, deben ser realizadas por personal de especialistas de la ciencia del
comportamiento humano, psicólogos, profesionales en desarrollo familiar, trabajadores
sociales y en profesiones afines, quienes deben evaluarlo en un ambiente relajado, informal,
que comprenda incluso, actividades lúdicas apropiadas para la edad del menor, generando
confianza para que se exprese con espontaneidad y naturalidad, sin presiones que lleven
consigo revictimización del afectado. Con la intervención de un profesional se busca (i)
fortalecer la fiabilidad de las manifestaciones del menor y (ii) disminuir el impacto emocional
de la entrevista y favorecer la adecuación del lenguaje empleado a una comprensión
lingüística propia del entrevistado.
Por último, la Corte estableció que la entrevista forense como prueba de referencia, cuando
el declarante sea un menor de edad víctima de un execrable comportamiento relacionado con
un delito sexual, tampoco desconoce los derechos de defensa, contradicción ni el acceso
efectivo a la administración de justicia, la cual puede emplearse para impugnar la
credibilidad del testigo o perito y las declaraciones que no constituyan prueba de referencia
(art. 440, Ley 906 de 2004). Se trata de una prueba que tiene cabida excepcionalmente, en
aquellos eventos en los cuales no haya plena disposición del declarante por ciertos motivos
que son insuperables, atendiendo casos de extrema necesidad, para que no se convierta en la
regla general y así se evite confrontar realmente a los testigos. Adicionalmente, en la Ley 906
de 2004 también se permite cuestionar la credibilidad de la prueba de referencia por
cualquier medio probatorio, acorde con la impugnación del testimonio, siendo factible
además que su admisibilidad y apreciación se efectúe por las reglas generales de la prueba,
en especial, lo relacionado con al testimonial y la documental (art. 441 ibíd.).
De ese modo, al igual que se concluyó en el caso de la entrevista forense a los menores de
edad víctima de esos delitos, que el legislador otorgue prevalencia a los intereses del menor
de edad frente a otros valores o principios de raigambre constitucional, no constituye una
afrenta a la Constitución, sino la materialización de un deber del Estado. Por consiguiente, la
Corte procedió a declarar exequibles por los cargos analizados, los artículos 1º, 2º y 3º de la
Ley 1652 de 2013.
Publicado por Leonardo Amaya en 10:37 No hay comentarios:
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Etiquetas: Delitos Sexuales, Entrevista Forense, Legislación, Pro Infans, Psicología Forense
Comentario y resumen
Artículo original: Ethical dilemmas in Treating Clients with Eating Disorders: A Review and
Application of an Integrative Ethical Decision-making Model. Jill Anne Matusek y Margaret O’
Dougherty Wright.
Los dilemas éticos surgen en el tratamiento de pacientes con trastornos de la alimentación y los
clínicos enfrentan desafíos en relación al uso o no de tratamientos coercitivos y de restricción.
Por tanto, la revisión realizada por estos autores busca proveer una visión y revisión general de
las cuestiones éticas que conciernen al tratamiento, relevantes para el personal de la salud
involucrado, como: tratamiento impuesto, alimentación forzada, protección a menores y
adultos, determinación de competencia y capacidad de los pacientes, y efectividad del
tratamiento coercitivo.
El uso justificado de tratamientos impuestos es una de las cuestiones éticas más complejas a las
que se enfrentan los clínicos que ofrecen tratamiento a pacientes con trastorno de la
alimentación. Existen tanto argumentos a favor como en contra del uso de este tipo de
procedimientos que privan la libertad, propiedad y derecho a la vida del individuo. Expertos en
el campo de los trastornos alimenticios soportan ambas perspectivas, sin embargo, no existe
una resolución ni conclusión definitiva.
Además, resolver los dilemas éticos de cuándo y cómo proteger al paciente varía en relación a
si el paciente es menor de edad o un adulto. La iniciación de tratamientos impuestos en adultos
es menos frecuente que en menores gracias a la extensión de derechos legales que privilegian
la autonomía sobre la beneficencia y el paternalismo en adultos; y el deber de protección sobre
la autonomía en menores.
Los autores de la revisión esbozan un modelo ético e integrativo que facilita el proceso de toma
de decisión de los clínicos para ofrecer un tratamiento óptimo que preserve la vida y salud del
paciente con trastornos de la alimentación al igual que su derecho de autonomía. El modelo
integrativo transcultural (García et al., 2003 citado en Matusek y Wright, 2010) enfatiza
características relacionales, contextuales y culturales para la resolución de puntos de vista
distintos y conflictivos, que surgen, a menudo, al trabajar con pacientes con trastornos de la
alimentación.
El modelo descrito busca fortalecer la alianza terapéutica con el paciente al construir una
relación colaborativa y participativa en la toma de decisiones que priorice, simultáneamente, la
seguridad y bienestar del paciente. Ello se obtiene cuando el clínico encuentra un balance entre
los principios éticos clave y conflictivos de esta población como lo son: la autonomía, la
beneficencia, la no maleficencia, la justicia y el deber de proteger.
El segundo paso es la formulación de la decisión ética en la que se: (1) revisa el dilema; (2)
consulta códigos y principios éticos, leyes y políticas institucionales; (3) analiza todos los posibles
y probables cursos de acción; (4) considera todas las posibles consecuencias positivas y
negativas de cada opción listada; (5) consulta la opinión de otros profesionales; (6) selecciona el
mejor curso de acción ético entre el paciente, partes interesadas y profesional de la salud
involucrado logrando un consenso general y grupal; (7) planea y ejecuta el curso de acción
escogido.
Matusek, J. A. y Wright, M. O. (2010). Ethical Dilemmas in Treating Clients with Eating Disorders: A Review
and Application of an Integrative Ethical Decision-making Model. Eur. Eat. Disorders Rev, 18, 434-452.
Publicado por Leonardo Amaya en 10:29 5 comentarios:
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El articulo de Janet C. Kelly, aborda principalmente el gran dilema al que se enfrentan los
profesionales de la salud que trabajan en ambientes militares, específicamente de guerra; ese
conflicto de doble lealtad, en el que ya sea el medico, paramédico, enfermera o similares, deben
elegir entre seguir las ordenes de los militares superiores o seguir los códigos de conducta que
rigen su profesión.
Para hacer más explícito el tema, la autora expone un caso en el cual básicamente, el profesional
de la salud a cargo de la situación (accidente aéreo), se enfrenta a varios dilemas éticos debido
a la decisión que toma el oficial superior herido, de no dejarse amputar la pierna, así esto
implique perder su propia vida. Tales cuestiones son:
Respetar la decisión del oficial de no amputarle la pierna y dejarlo morir, ya que él tiene la
capacidad legal de rechazar el tratamiento médico.
Considerar que el oficial ya no está en capacidad legal de decidir y obrar en razón de sus ‘mejores
intereses’, es decir, amputándole la pierna para que pueda vivir.
Considerar que el oficial ya no tiene la capacidad de decidir y dado el ambiente hostil en el que
se encuentran (territorio enemigo donde ocurrió el accidente), el profesional de la salud decide
persuadir al oficial para que cambie su decisión y se deje amputar la pierna.
Obedecer las órdenes de su oficial superior, es decir, no amputarle la pierna así esto implique
dejarlo morir.
Por lo tanto, la dificultad que tiene el medico en dicha situación, es la de tener que elegir entre
obedecer las órdenes del oficial superior, es decir no amputarle la pierna y dejarlo morir, o
regirse por los principios de su profesión medica y obrar a favor de la vida del paciente, es decir,
amputándole la pierna; de igual forma, debe tener en cuenta los parámetros éticos, que no
permiten realizar cualquier clase de tratamiento médico a menos que se tenga el
consentimiento informado del paciente y así mismo, no obrar en contra de la voluntad de la
persona.
A continuación, la autora presenta varios aspectos ligados a leyes y códigos éticos, médicos e
incluso militares, como método de orientación para el profesional de la salud en circunstancias
similares a las del caso expuesto.
Para empezar, se habla de tres roles éticos específicos que deben tener en cuenta los
profesionales de la salud que trabajan bajo ambiente militar, esto según el modo tridimensional
de Howe y según los cuales se deben basar a la hora de tomar decisiones difíciles. Estos roles
éticos son el rol militar, el rol medico y el rol individualizado; este último se refiere a las
decisiones que debe tomar el profesional de la salud sobre qué es lo mejor que se puede hacer
en determinados casos.
Este ultimo rol nombrado, de una u otra manera se vuelve el mas importante en situaciones de
riesgo, que es precisamente el tema de interés en este articulo, pero para hacer más integro el
conocimiento del profesional y brindarle más herramientas para que sepa cómo actuar en dichas
situaciones, la autora sigue planteando varios aspectos muy importantes a tener en cuenta,
como por ejemplo, que el consentimiento informado debe ser dado por una persona
competente y además de manera voluntaria, pero que además, siempre se debe asumir que una
persona tiene la capacidad hasta que demuestre lo contrario, así mismo, una persona no debe
ser tratada como incapaz de tomar sus propias decisiones solo por el hecho de haber tomado
una decisión imprudente o imprecisa, por lo tanto, una persona puede estar rechazando algún
tipo de tratamiento así esto implique su propia muerte y hay que respetarlo.
Sumado a eso, se plantea que una persona solo será incapaz de tomar sus propias decisiones si
es incapaz de: entender la información relevante, retener esa información, usar esa información
como parte del proceso de toma de decisión y comunicar la decisión.
Hasta este punto, hay que tener en cuenta que el oficial herido, siguiendo el caso, estaba
entrando en estado de shock, tenia dolor muy intenso y además estaba mareado y somnoliento
debido a que se le aplico morfina para el dolor. En cuanto a este punto, es bien sabido que en
emergencias, es menos probable que los pacientes sean capaces de entender la información
que se les da para q el profesional de la salud pueda obtener su consentimiento informado. Por
lo tanto, cuando parece que una persona está tomando una decisión irracional en relación a sus
deseos previos, su capacidad es cuestionable y se puede actuar en beneficio de sus intereses sin
que esto sea entendido como algún tipo de influencia indebida.
Cabe resaltar, que cuando se habla de mejores intereses, se están teniendo en cuenta los deseos
y aspiraciones previas del paciente, se trata de hacer lo que el paciente haría si estuviera en
condiciones óptimas para tomar una decisión
Retomando otro aspecto, si no el más importante a tener en cuenta, es que ninguna persona
debe ser sometida a trato inhumano o degradante, así mismo, el cuerpo de cualquier persona
es inviolable; pero dadas las circunstancias, al ambiente hostil y peligroso, es éticamente
entendible que el medico decida amputarle la pierna al oficial, no solo por todos los puntos que
se han mencionado anteriormente, como que el oficial no se encontraba en las condiciones más
óptimas para entender su situación y así mismo las consecuencias de su decisión, sino también
porque de la decisión pronta y oportuna del médico dependen tanto su vida como la vida de sus
otros compañeros médicos y rescatistas que se encontraban en tal situación.
Para complemento, aquí entra un código militar no escrito, donde los soldados se consideran
como una familia, tienen un compromiso de protegerse el uno al otro, de no dejar a ningún
compañero atrás, por lo tanto, se tiene que el médico a cargo estaría obrando lo mas
humanamente posible, y es que mientras se sea capaz de demostrar que se actuó en beneficio
de la otra persona, cuando se tuvo que proveer cuidado o atención en alguna emergencia,
beneficio del paciente y no del profesional de la salud, claro esta, se reduce cualquier tipo de
dilema ético posterior que se pueda presentar.
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sábado, 24 de agosto de 2013
Rule Consequentialism
Hooker, Brad, "Rule Consequentialism", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2011
Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
<http://plato.stanford.edu/archives/spr2011/entries/consequentialism-rule/>.
La ideología de la teoría de la moral está asociada a una tesis en la que se afirma que
existen una serie de reglas y principios universales e inmutables que determinan que tipo de
actos son moralmente correctos o incorrectos. Así, posturas como la del consecuencialismo, se
fundamentan de base en el planteamiento básico de la teoría de la moral.
Uno de los tipos es el denominado, consecuencialismo del acto que plantea que lo que
debe tomarse en cuenta desde el punto de vista ético, es el beneficio que una acción acarrea
para la persona, con relativa independencia del posible beneficio que esta pueda suponer para
los demás.
Por otro lado, se encuentra el consecuencialismo de la regla, que afirma que lo correcto
o incorrecto de una acción debe ser calculado en términos de la bondad o maldad de las
consecuencias de una ley, regla o norma. Este tipo de consecuencialismo le da mayor
importancia a las consecuencias de actuar siguiendo determinadas reglas socialmente
estipuladas o aceptadas; por lo que conlleva un beneficio no solo individual sino también
colectivo.
En el consecuencialismo de la regla se distingue entre las reglas reales (actual rules) que
son las que una sociedad posee en un momento determinado, y las reglas posibles (possible
rules) en el sentido de preguntarse si una regla puede o no ser adoptada por todos los agentes.
Esto último se asemeja a la exigencia Kantiana de actuar por aquella máxima que podría querer
cualquier agente.
Se considera que una teoría moral es una forma de consecuencialismo si y sólo si esta
evalúa actos y/o rasgos de carácter, prácticas, e instituciones únicamente en términos de las
consecuencias.
En este sentido, surge la denominada teoría del deseo que sostiene que el cumplimiento
de cualquier deseo constituye una ventaja para la persona, incluso si la persona no obtiene
ningún placer del cumplimiento del mismo. Así mismo, planteanque las personas pueden sentir
satisfacción cuando se cumplen sus deseos pero a su vez esto constituye una adición a su
bienestar lo que surge un complemento de ambas posturas utilitaristas.
Una de estas, es el consecuencialismo total que sostiene que esos tres componentes
están determinados por normas justificadas y establecidas por la evaluación de sus
consecuencias para la persona.
Y la otra postura es, el denominado consecuencialismo parcial que afirma que si bien los
tres componentes se deben evaluar en torno a las normas justificadas por sus consecuencias,
este no es el único aspecto a tener en cuenta, se debe tener en cuenta el acto en sí y el beneficio
que este trae para la persona.
Luego de que surgieran tantas posturas diferentes a partir de la tesis fundamental del
consecuencialismo, surge un tipo más general y conciliador de consecuencialismo; este es, el
nombrado consecuencialismo global, que plantea que se debe utilizar el procedimiento (tipo de
consecuencialismo) que permita que la persona tome la mejor decisión posible.
A partir de todas las discusiones y la diversificación de posturas que nacen del
consciencialismo y de la ideología del mismo, han surgido fuertes críticas hacia este, entre las
que se mencionan tres destacadas.
La primera se refiere al conocimiento y determinación de las reglas donde nos dice que
es imposible conocer con certeza en el momento de actuar las consecuencias que se seguirán
de la acción, más preciso se refiere a la predicción que se hace acerca de la acción y efecto que
esta causa en una situación determinada. Según Spaemann, a causa de este planteamiento se
diluye la diferencias entre razonamiento técnico y ético; esto es porque todas las reglas prácticas
de tipo moral como “mantener una promesa” o reglas prudenciales como “no cruzar el semáforo
en rojo” se valoran de la misma manera, y es de acuerdo con su eficacia pragmática.
La tercera y última crítica se refiere que el fin no justifica los medios, apoyándose en las
posturas deontológicas de raíz Kantiana, como aquellos deberes y normas éticas que se deben
tener en cuenta, es decir, las obligaciones. En este orden de ideas la consecuencia justifica los
medios tratando de hacer algo “bueno” o “malo” con tal de llegar a lo que quiero hacer. Es aquí
donde entra Tomás de Aquino a decir que existen tres fuentes para determinar la moralidad de
un acto: siendo el objeto, el fin y las circunstancias, aunque la fuente decisiva es el objeto de la
acción porque la bondad del fin o de las consecuencias no modifica la bondad o maldad del
objeto.