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Te acordas Orani, 3 de la mañana la esquina pinto poderosa y vos pidiendo permiso para el
trago.
Era como si me esperaras, ¿te acordas Orani?, Yo iba a la esquina, me sentaba, destapaba y
aparecías vos, con esa sonrisa grandota, que quien la vio, jamás podrá olvidar.
Entonces, justo allá, donde se cruza la cosa, éramos. Éramos la esquina, la birra, éramos vos y
éramos yo. Como un encierro perpetuo, éramos el barrio y la esquina y la birra.
Esa noche de las 3 de la mañana estabas contento, habías ganado bien. Ganado un cajero a
golpes de esfuerzo, y el billete era tuyo y la vida corría, el trago bajaba por mi garganta y yo
sonreía, ¿te acordas Orani?
Te acordas cuando éramos guachos y la esquina no era la misma. Y como ahora, nos faltaban
dientes, pero vos tenías los dos ojos y mi vieja todavía nos gritaba cuando llegaba la luna:
¡Juan, adentro! Entonces, cuando la luna llegaba, cambiaba el poder de la esquina, y yo me
tenia que ir y vos igual te quedabas, con pibes que a mi me daban miedo, ¿te acordas?…
Orani…
Yo, igual, quería ese poder, el que tuvimos juntos, Orani, el poder de la esquina de noche. Y
ni hablar que lo tuvimos ese poder. Pero, como vos bien sabias, abecés toca perder, si que lo
sabias Orani.
Quiero estar con vos, Orani, y ser otra vez la esquina y la birra. No fue mi culpa, ni
tampoco la tuya Orani. Cuando uno se dedica a ganar, abecés le toca perder, y vos bien que lo
sabias, Nieri.
Y si brindo esta noche a mitad de cuadra, es por vos Orani, porque de guachos, fuimos la
esquina, y la birra y fuimos vos y también fuimos yo, y lo mas piola, fuimos tu sonrisa Orani,
alto Rocho de Tolosa, hincha de Gimnasia.