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Bibliografía, 211
2. España y otros países del sur de Europa son catalogados por la bibliografía espe-
cializada como países de reciente inmigración y, si acaso por ello, sus políticas de in-
tegración tienen un carácter más pragmático que sustentado en principios filosóficos
de convivencia multicultural (Calvita, 2005; Freeman, 2004; Zapata-Barrero, 2009).
3. El debate se plantea en términos de causalidades y efectos de la inmigración inter-
nacional, la diversidad étnica y la cohesión social sobre los regímenes de igualdad y
solidaridad social (Banting and Kymlicka, 2006; Holtug and Mason, 2010). Las postu-
ras —en ocasiones formuladas desde presupuestos más normativos que derivados de
estudios empíricos (Cole, 2000)— difieren al respecto: para algunos enfoques las polí-
ticas multiculturales erosionan el sentimiento de pertenencia que se cree necesario para
el sostenimiento de la solidaridad social y los sistemas de redistribución económica
(Barry, 2001); para otros, por el contrario, el reconocimiento y promoción de las mino-
rías favorece a la inclusión social (Kymlicka, 1995).
Dos son las formas en que, desde la teoría social, podemos abordar la
identidad sin riesgos de reproducir el esencialismo inherente a la cons-
trucción nativa de la realidad social y ver a la vez desde ese centro las
periferias constitutivas, las alteridades, que son, claro, siempre relati-
vas. Por un lado, desde una larga tradición sociológica de factura fun-
cionalista que va de Durkheim a Parsons, la identidad se asocia a la
idea de integración del sujeto a las normas que emanan de un punto
central de la sociedad. Es una forma interesada en los mecanismos de
5. Es decir, cuando las sociedades no están del todo dominadas por su propia repro-
ducción, como ocurre en la modernidad, la identidad como integración-tradición puede
ser utilizada como un recurso para la movilización y el cambio social (Dubet, 1989).
Esta situación, en apariencia paradójica, suele ser constitutiva de muchas minorías ét-
nicas que reclaman un reconocimiento político como grupo, como puede ser el caso
del País Vasco.
sino más bien porque, desde hace algo más de cien años, el lugar se ha
caracterizado por un particular empeño en la producción de una idea
de nosotros (Gurrrutxaga, 2005) que, en perspectiva histórica, termina
siendo, si no plural, al menos cambiante, asistida por diferentes moti-
vos. Historizar entonces la identidad colectiva en Euskadi y pensar
sobre los modos de relación del «nosotros-otros» es, pensamos, fun-
damental para situar la problemática que queremos abordar. No son
fases de la historia «objetiva» de la vasquidad,6 de la historia que ha-
rían los historiadores, sino hitos, cúmulos sociológicos que permiten
visualizar los grandes momentos en la construcción de lo propio sobre
una representación simultánea de lo ajeno, de lo extraño. A lo largo de
ese camino, el otro, los distintos otros, se presentan en diferentes figu-
ras, posiciones y grados: unas veces más cercanos, otras más lejanos;
en ocasiones como un otro integrable, en otras radicalmente exclui-
dos, etc. Distinguimos tres hitos o etapas en esta historicidad:7 una
primera en la que la identidad vasca se piensa en términos raciales y
por lo tanto la exclusión es radical; un segundo momento en el que la
lengua deviene el elemento central de pertenencia al nosotros y enton-
ces los otros son potencialmente integrables; y, una última etapa en la
que la identidad adquiere un importante grado de institucionalización,
se reproduce desde estas formas racionalmente normadas (Abad et al.,
1999) y, por tanto, algunos otros y algunas situaciones de esos otros,
atraviesan por la maquinaria de socialización pasando a ser objeto de
gobierno. Estas etapas no son, por supuesto, momentos absolutos, ce-
rrados sobre sí mismos. En ocasiones se mezclan, se superponen y
traspasan algunos de sus elementos. Veamos más detenidamente las
dos primeras, dejando la tercera para un apartado específico.
Entre finales del siglo xix y los primeros años del xx, entre los inte-
lectuales fundadores del proyecto nacionalista, la identidad se piensa
6. Tema sobre el que pueden consultarse diversas fuentes, entre otros: Ramírez Goi-
coechea (1991), SIADECO (1979), Tejerina (1992, pp. 73-137).
7. Estas tres etapas se desarrollan con más detalle en Gatti (2007).
«Son vascos todos los habitantes del País Vasco. Todos los países po-
seen una parte de extranjeros. Pero el País Vasco, al no ser un Estado,
sólo tiene en cuenta la “nacionalidad” y no la ciudadanía. Ser vasco es
considerarse como miembro de la “nación” vasca, aunque uno sea de
nacionalidad francesa, española o americana; es tener plena conciencia
de formar parte de un pueblo, de una comunidad social, espiritual y
afectiva a la que nos unen vínculos de sangre, mente, corazón. La co-
munidad lingüística acusa la diferencia.» (1986, p. 23).
11. Aunque una parte importante que encarna el nacionalismo radical seguirá cues-
tionando el nuevo marco institucional, tanto el estatal como el autonómico.
La «cuestión de la inmigración»
12. Será este congreso el primero de una serie continuada y más o menos periódica
(cada dos o tres años) de «Congresos sobre migraciones internacionales en España».
Al primero de 1997 celebrado en Madrid, le siguen: en el año 2000 también en Madrid,
el tercero se celebra en Granada en 2002, el cuarto tiene lugar en Girona en 2004, en
2007 se celebrará el quinto en Valencia, A Coruña acogerá el sexto en 2009, y el sép-
timo y último se celebra en Bilbao en 2012.
13. Según datos de Miquel Pajares, entre los años 2001-2002 y 2003-2004, se aprue-
ban planes en las siguientes Comunidades Autónomas: Madrid, Andalucía, Murcia,
Baleares, Canarias, Navarra, Aragón y Cataluña aprueba su segundo plan (2005,
p. 136). En Euskadi, el primer plan de inmigración se aprueba en 2003. Esta cuestión
será abordada con más detalle en el primer capítulo de este libro.
14. Lorenzo Cachón, a partir de los trabajos de Lenoir, propone un recorrido en la
construcción del «problema social de la inmigración» partiendo de la «cuestión migra-
toria» para el que se tiene que producir: transformaciones de la vida cotidiana de los
individuos; la formulación pública de esas transformaciones como problema; la «evo-
cación» de ese problema como tal por parte de los medios de comunicación, y la «im-
posición» de ese problema por parte de las agencias gubernamentales y de intermedia-
ción, todo ello tras la «legitimación» que otorga el reconocimiento como tal por parte
de las instancias oficiales (2013). En este libro, nos centramos en el papel de las ins-
tancias oficiales, de las agencias intermedias y de las ciencias sociales en la construc-
ción la inmigración como «problema».
«Desde la última década del siglo xx, con la llegada de más de tres mi-
llones de ciudadanos extranjeros a España, se ha materializado un in-
tenso proceso de cambio, pasando de una sociedad relativamente homo-
génea a una sociedad diversa, en la que tienen cabida todos los orígenes,
religiones, culturas y razas.» (Gobierno de España, 2007, p. 11).
Las sociedades española y vasca son ahora, a partir del hito migrato-
15. Por lo menos si se lo compara con otras realidades históricas de allí y de aquí.
Es escaso frente a los procesos inmigratorios en Europa del norte de los años 60, por
no hablar de los que hacen a América desde finales del siglo xix. También lo es
frente a las migraciones que el nacionalismo de otros tiempos cuestionaría en su
definición de «internas» y que son especialmente copiosos en Euskadi hasta los
años 60.
16. Veremos con más detalle en el capítulo 1 los presupuestos sobre los que se apo-
yan los Planes de Inmigración en el País Vasco destacando la diferenciación entre el
ámbito local y el estatal a través de la conexión con los derechos humanos.
18. Veremos en los capítulos 2 y 3 que esta traducción de la cuestión racial en cues-
tión social se produce también en lugares en principio lejanos a la atención de exclui-
dos y vulnerables: la educación y el trabajo.
La gubernamentalización de la alteridad
19. Las políticas de igualdad de mujeres y hombres y/o de género disponen quizás de
un mayor recorrido. De hecho, la generación de unas políticas de igualdad basadas en
la herramienta denominada «Plan de Igualdad» se inaugura en el Estado español en los
años 80 y se generaliza en las Comunidades Autónomas durante la última década del
siglo xx. En el caso de Euskadi, la aprobación del I Plan tuvo lugar en 1991 estando
actualmente en vigor el «V Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres en la CAPV.
Directrices IX Legislatura». Encontramos, igualmente, planes de igualdad en otros ni-
veles de la Administración como Diputaciones y Municipios. En Euskadi, las tres di-
putaciones forales y un alto número de Ayuntamientos disponen de un Plan de Igual-
dad, residiendo el 87,8 por cien de la población vasca en un municipio con un plan de
igualdad según datos de Emakunde de 2009. Sobre las políticas de igualdad en el Esta-
do español, puede consultarse la siguiente bibliografía: Astelarra, 2005; 2009; Bustelo,
2001; Bustelo y Lombardo, 2007.
20. Son áreas de gobierno cuyo grado de prioridad varía según el signo del partido
político en el poder, y de ahí los vaivenes a los que se ven sometidas tanto en términos
presupuestarios como de ubicación institucional. Esta última cuestión, la ubicación
institucional, cambia según los posibles acuerdos entre partidos o dentro de cada parti-
do según la repartición de puestos por tendencias en un mismo gobierno. Es una cues-
tión que no es baladí puesto que la ubicación institucional en un departamento u otro
puede variar el enfoque que se le otorgan a estas políticas. En parte, la consolidación
de las «políticas de inmigración» en el País Vasco con el acceso al gobierno de Ezker
Batua (IU/EB) en coalición con el PNV y su ubicación en el Departamento de Vivien-
da y Asuntos Sociales ha de ser tenida en cuenta en el análisis de las mismas. Así se
refleja como elemento analítico en los capítulos 1 y 4.
21. Se ha optado por utilizar en los tres capítulos una nomenclatura similar para in-
dicar la ubicación de quienes hablan en esta triple tipología, aunque con ciertas especi-
ficidades que serán señaladas en cada uno de los textos.
22. Claro ejemplo de ello son los talleres a los que fueron convocados varios de estos
agentes y sobre los que trabajan Maeso y Cavia en el capítulo 4.