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Víctor Abraham Ulloa 1

Café para dos

Café para Dos


Una tenue melodía armoniza el ambiente, en la mesa próxima una pareja de
divierte presuntamente en alguna conversación con un grado de complicidad. Ella lo
mira con sus bellos ojos claros, intensamente delineados y cargados de sensualidad.
Sus miradas incitan a su acompañante, un tanto mayor que ella, que no debe pasar los
veinte años. Parece que le deleita pesar que él se pueda perder en la inmensidad de
esas graciosas cuencas verdes. Y sus largas pestañas negras terminarán por ser los
brazos que le sumergirán hasta ahogarle y quitarle su vida. Terminará condenado a
una eternidad de dolor y angustia. ¡Jamás logrará que ella le ame! ¡Por más que trate
de convencerla, agasajarla, ser su esclavo incondicional! Y no porque ella le mienta.
¡Ella jamás le mentirá con sus palabras! Pero si lo hará con sus miradas y sonrisas.

¡Amigo! ¡No mal interpretes su lenguaje corporal! ¡Ella no es para ti! ¡Jamás lo
será! ¡Cualquier otra será tuya! ¡Pero ella es un fruto que se te ha vedado por alguna
divinidad, oráculo o el azar! ¡Al igual que Edipo, no debes contrariar la voluntad que
ha sido trazada de antemano!

Pero él jamás hará caso a estas advertencias, una parte de su ser las sabe pero
se autoengañará. Preferirá sufrir y correr el riesgo de perderse. Sólo se contentará con
verla, oírla, jugar a ser cómplices. Imaginar que, como hoy, se reúnen a escondidas,
como amantes, ella no le hablará de aquel, sino que sus palabras sólo serán dedicadas
para él. Mirará sus ojos y, en ellos, ninguna perdida lágrima verá. Más bien estarán
radiantes de alegría. La besará como nunca lo ha hecho ni nunca lo hará. Oirá de sus
labios frases de amor y no como “te gusta sufrir voluntariamente”.

¡Ella siempre estará allí, esperando! ¡Pero, no por ti! ¡Es aquel por quien su
alma sufre, sus latidos aumentan! ¡Sus labios aun le recuerdan, sus manos, su piel!
¡Aquel mal hombre que le ha hecho padecer y creer que algo sería distinto!

Jamás escucharán juntos esta música ambiental del café para dos. Porque ya
van dos años y aún estoy solo con la cuchara en la taza de express.

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