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raza, con un solo fin: depositar en la raiz del corazén del pueblo la fe que predica, de modo que perdure a través de todos los sigh Asi como ha subido a los volcanes y explorado sus cuevas, y se ha metido bajo el agua para descubrir idolos, quiere sondear el abismo del alma de los indios, y decide entrar en el més oscuro y remoto pasado de la nacién mexicana para limpiar hasta el tiltimo vest gio de la antigua idolatria y plantar la nueva fe. LA GRAN EMPRESA Hay razones para pensar que desde 1547, cuando menos, a 10 ocupado en trabajos, mas que hist6ricos, 3 icos. Que firmemente pretendié saber todos los secretos de la raza con el fin principalisimo —dicho con palabras En el prélogo de su libro Arte Adivinatoria refiere el P. Sabi gin que cuando él y sus compafieros vinieron a esta tierra se I de corazén. Agrega que tuvieron esa informacién por verdadera, y que dejaron las armas que trafan muy afiladas contra la idolatr’ y comenzaron a predicar cosas morales. Poco tiempo después yeron en la cuenta de que los indios no habian detestado a sus dioses ni renunciado a su culto, y que habjan recibido el bautismo, “No como perfectos creyentes, sino como fictos que recibtan aquella fe sin dejar la falsa que tenian de muchos dioses?”, Observé el sagaz misionero que los indigenas, por consejo de sus principales y sitrapas, habjan recibido a Cristo entre sus di como uno de ellos, y cuenta que al preguntarsele a un indio si cre en Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo, y si renegaba de todos los otros dioses que habja adorado, contestaba invariablemente que- ‘machca, que si, pero falsa y mentirosamente. * Sauaob, prélogo al Arte Adivinatorio, en Bibl p. 982. 4 fla mexicana del siglo XVI, Entonces vino a convencerse de que la nueva Iglesia no estaba bien fundada, de que la fe nueva andaba Tevuclta con la antigua, de que en el fondo Jos indios continuaban idélatras. Para enderezar ste mal camino que Ievaba Ia cristiandad indiana, propuso que se iciese una diligente investigaci6n sobre las cosas idolatricas que pablicamente se hacian en los pueblos y aldeas de Ia Nueva Es- pafia; que los predicadores tocasen en sus sermones los puntos cn que hallasen que la fe de los indios estaba “maculada y enferma’ Y» por tiltimo, que todos los confesores supieran los ritos idoltricos {que antiguamente practicaron los indios, asi como” de sus sacra- mentos, supersticiones y pecados carnales, “para que si el penitente tocare un vocablo o dos en que se pueda conocer y tomar asilla para preguntar alguna cosa que en aquel vocablo 6 vocablos se toca, lo sepan entender y proseguir y sacar (como dicen con gara- bato 0 manu obstetricante)” ". Fr. Bernardino proponia, en resumen, que los evangelizadores fuesen como parteros para extraer con forceps —o garabatos, como I decia— el inveterado en el alma de los na- tivos. Fue 0 icar con verdadera maestria este métod i La oportunidad de ponerse a la obra legé cuando cisco de Toral, nombrado provi 157, mandé al P. gin, por santa obedienci que le pareciese “yitil para la doctrina, cultura y manuter la cristiandad destos naturales de la Nueva Espatia, y para ayuda ministros que los doctrinasen”. to de este precepto comenzé Fr. Bernardin ra monumental: la Historia General de las cosa de Nueva Espaiia, FUNDADOR DE LA ETNOGRAFIA El P. Sahagein emprendié por primera vez en la historia de mundo —dice Jimnénez Moreno—, la mds completa investigacién Th, 384.

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