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LA ESTRATEGIA DEL CARACOL

La película narra las vicisitudes de una pequeña comunidad de vecinos de clase media
baja y popular, habitantes de la casa Uribe, situado en el centrode la ciudad de santa
fe de bogota que, al verse amenazados por un inminente desalojo de la vivienda, tras
ser reclamada por un descendiente de los antiguos propietarios de la casa,
desarrollaron unaespecial estrategia de desalojo del inmueble, estrategia por cierto
muy creativa. Los inquilinos intentaran primero mantenerse en la casa recurriendo a
una argucia legal basada en aquello de que unade sus vecinas ha vivido mas de
cincuenta años allí, pero este recurso no prospera porque la ley es fácilmente
maleable en manos de los poderosos. Conscientes del que desalojo los llevara a
lamarginalidad y a vivir desestructuradamente en una de las inmensas villas miseria
que pueblan los alrededores de Latinoamérica, deciden luchar juntos para mantener o
buscar un espacio común, digno y habitabley, sobre todo, no dejar que les arrebaten
su dignidad. Para ello llevan a la practica la idea de un vecino, don Jacinto, antiguo
anarquista español, que propone la estrategia del caracol: si la casano va a ser para
ellos no será para nadie, por lo que proceden a desmontarla y llevársela a escondidas
hasta un lugar en las afueras adquirido de forma colectiva. Como los caracoles, se
iban con lacasa a cuestas. Como cuenta el narrador “hasta los mas enviciados
empezaron a meterle amor a la estrategia”, convirtiéndose esta en una actividad que
transforma y dignifica a quienes participan de..

Como si de una gesta tratara, se abre el telón de la historia de una comunidad en uno de los barrios más
pobres de Bogotá (Colombia). Un millonario ordena el desahucio de dos viviendas que por herencia le
pertenecen y tras el fatídico desalojo de “La pajarera”, la primera de ellas, ordena otro sobre la “Casa
Uribe”. Sus habitantes, a pesar de su desventaja social y económica, se solidarizan contra los intereses
del propietario. Colaboran así en una estrategia urdida por el viejo anarquista español “Don Jacinto”: una
descabellada construcción más una serie de argucias para ganar tiempo y mantener su dignidad.
Una cinta que fusiona lo irreal con lo real, es la herencia de la literatura latinoamericana: el realismo
mágico. Como dicen Pérez Murillo y Fernández Fernández: “vivir la realidadlatinoamericana rompe los
esquemas de racionalidad europeos ya que la mente cambia de “chip”, comenzando a confundir lo real y
lo mágico. Las nociones lineales de “tiempo” y “espacio” desaparecen para adentrar al espectador en una
reiterativa circularidad que se debate entre “la realidad y el deseo”. Estos parámetros impregnan a todo el
cine latinoamericano…”[1]
El tratamiento estructural que el director optó para esta película permite evidenciar precisamente esa
comparativa entre lo real y lo irreal. Si ya la propia historia es utópica, Cabrera la enmarca como una
gesta épica sirviéndose del papel juglaresco de “el paisa”. Éste, al relatar su versión de los hechos
permite añadir un punto clave: veracidad, reforzada al situar la historia seis años atrás. La línea temporal
del film progresa a medida que nuestro trovador avanza en su entrevista mediante el uso del flashback.
La mezcla de fantasía y realidad invita al espectador a sacar sus propias conclusiones de la historia.
El carácter idealista tiene como antecedente las primeras impresiones que tuvo el director en algunos
momentos de su vida. Así, el guión se basó en recuerdos personales, la historia de su padre, español
exiliado durante la guerra civil, Fausto Cabrera y de la fábula china “El viejo tonto que movió la montaña”.
[2]
También se inspiró en una noticia que trataba sobre un desahucio, lo que lo llevó a pensar en ciertos
aspectos del neorrealismo italiano que evidenciaba este tipo de prensa. Otros momentos que marcan su
influencia ideológica son su conexión con el partido comunista, la revolución cultural china durante su
juventud en ese país, sus cuatro años de militancia en el grupo guerrillero colombiano EPL (Ejército
Popular de Liberación) y su formación como estudiante de cine en la London Film School (Londres).
Con la evolución de la ciudad capitalina durante la segunda mitad del siglo XX, la élite social abandonó
paulatinamente sus pequeños palacios céntricos y pasaron a ocupar la periferia de la ciudad que contaba
con zonas residenciales más lujosas y modernas. Los antiguos edificios serían ocupados
progresivamente por población proveniente de lugares aledaños a la capital, en busca de un espacio para
vivir dignamente. En general, comunidades enteras de vecinos vivían en cada casona.
El carácter realista de la historia, permite darnos a conocer el entorno urbano como protagonista de la
trama: el esplendor de la vida cotidiana entre los patios de la casa Uribe, la vista de calles y casas
coloniales, los cafés, los despachos notariales, las vistas de la periferia de la ciudad, además de
pequeñas referencias de los lugares más emblemáticos de la capital. Un aspecto costumbrista es la
llamada comedia coral[3],importante en la obra. Cabrera nos presenta personajes totalmente dispares
entre sí, con amplias diferencias sociales, ideales y religiosas. Éstos utilizan un lenguaje coloquial propio
de la cultura colombiana.
Si profundizamos en sus cuestiones, la obra hace alusión a la solidaridad, la lucha contra la injusticia, en
la película: “la injusticia de la justicia” y “la falta de estrategia de la clase inquilinal”. Hace una mordaz
crítica a las desigualdades de clase y a los problemas políticos. Con tintes humorísticos no abandona el
drama y la amargura que padecen algunos de sus personajes. Sánchez Noriega afirma: “la estrategia del
caracol vertebra la historia sobre tres ejes: un sentido popular que hace que el espectador empatice
pronto con los vecinos de la casa; el humor que atempera el drama de las gentes sin hogar; y la crítica
social presente al poner sobre el tapete el problema de la vivienda de gentes que han vivido durante años
como inquilinos”[4].
El elemento simbólico, se encuentra conectado al título y remite al cuerpo central de la trama: la
estratégica hazaña de llevar la casa a cuestas como los caracoles es, a su vez, una metáfora que enseña
la importancia de luchar por nuestra dignidad. También la cinta expresa su versión romántica sobre la
revolución a través de personajes frustrados, del exilio español en los años 30′s y 40′s y de la incapacidad
de generar cambios positivos en el país.
Para nadie es un secreto que los temas más comunes o típicos del cine colombiano están directamente
vinculados a dramas sociales como la pobreza, la impunidad, la corrupción política, la violación de los
derechos humanos, el narcotráfico, la ocupación violenta de grupos armados y otros tantos más. Mas este
largometraje, lejos de esto, reproduce un singular retrato de la realidad colombiana a través de una
anécdota cotidiana. En palabras del realizador: “no se trata de un filme político, aunque en Latinoamérica
se hizo este tipo de cine durante mucho tiempo. Creo que se ha evolucionado hacia un cine que conecta
más con el público, de temática social, de propuestas que invitan a la reflexión. Los inquilinos del edificio
que aparece en la película, son un microcosmos de lo que en realidad es Colombia, y el muro de esa
casa es el que separa el mundo solidario del de la corrupción. Colombia es un país con muchos defectos,
pero su gran virtud es que no los esconde y que lucha por subsanarlos, aunque a veces con poca
fortuna”.[5] José María Caparrós afirma que, sin embargo, el director no pudo escapar de estereotipos
maniqueístas, situaciones disparates y erróneas que resultaron puntos en contra del film.
Aunque la producción cinematográfica en Colombia fue relativamente escasa hasta bien entrados los
años ochenta, debido a intensos problemas tanto económicos, como políticos y sociales. En palabras de
Gettino: “destaca el periodo en el que el público adoptó un amplio respaldo local a las últimas
producciones realizadas en el país como sucedió con La estrategia del caracol que convocó a 1,5
millones de espectadores. Asimismo tres películas estrenadas entre 1995 y 1996 (La gente de Universal,
Edipo Alcalde e Ilona llega con la lluvia, esta última de Cabrera) superaron rápidamente los 300 mil
espectadores cada una, aunque dichas cifras resultan insuficientes para amortizar los costos de
producción que superaron en algunos casos los dos millones de dólares.”[6]
Galardonada a nivel nacional e internacional con más de treinta premios en diversos certámenes.
Destacan el Gran Premio Espiga de Oro, Premio del Público y Premio de la juventud en el Festival de
Valladolid (España) en 1993, la nominación a mejor película extranjera de habla hispana en el 9° Premio
Goya (España) 1995, el Premio del público en el 11° Annual Chicago Latino Film Festival ( Estados
Unidos) en 1995, Gran Premio Sol de Oro, Premio del Público y Premio de la Federación Internacional de
Cines de Arte y Ensayo en el Festival International de Biarritz Cinemas et Cultures de l´Amerique
Latine en Biarritz (Francia) en el año1993.

En definitiva, es una película personal que describe muchos aspectos de la vida del director, con lo que no
era una cinta destinada al éxito comercial. Más bien al contrario, es un reflejo fiel de lo que buscaba
Cabrera produciéndola directamente de su propio bolsillo. Su obra es una mezcla de sus experiencias en
el exterior, un sincretismo de las culturas que vivió, característica que gana mucho en sus trabajos
cinematográficos. Como curiosidad, los asesores del director que vieron el guión, coincidieron en que la
historia era muy original y bonita, pero que sin embargo era tan increíble que no era realista. No obstante,
la historia tuvo éxito precisamente por el modo de estructuración, convirtiéndola en una de las obras más
taquilleras de la época en el país. Es un film que se consolida como una metáfora sobre la realidad social
y política, perfectamente adaptable a cualquier situación geográfica y temporal.

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