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RACIOCINIO SILOGISMOS ARGUMENTACION Y

PENSAMIENTOS
La distinción entre proposiciones mediatas e inmediatas alude a un tercer tipo de operación mental,
irreducible a la simple aprehensión y al acto de componer o dividir. Las proposiciones inmediatas,
que constituyen los principios de la ciencia, sólo necesitan de la simple aprehensión, por la que son
captados sus extremos, y del acto de juzgar, en el que estos son inmediata Y directamente
reconocidos como idénticos por el entendimiento. Si sólo hubiera proposiciones inmediatas,
bastaría al hombre, por tanto, la simple aprehensión v el juicio psíquico. Pero acontece que el
entendimiento humano se apoya en la verdad de estas proposiciones para inferir otras, cuya
verdad no es, pues, algo directamente percibido, sino, por el contrario, derivado, lógicamente
secundaria. Esta inferencia y derivación de verdades constituye una maniobra intelectual típica.
Aunque es imposible sin la simple aprehensión y el juicio psíquico, tampoco puede identificarse a
ellos; es, en suma, el raciocinio, tercera especie de operación mental, por cuya virtud el
entendimiento humano progresa de unas verdades a otras. Sin el poder de raciocinar, el hombre
poseería el conocimiento de las operaciones inmediatas que hacen de principios de la ciencia, pero
le faltaría precisamente esta, por donde es indudable que la facultad discursiva representa en el
hombre una perfección, dada la peculiar índole de su entendimiento. Claro es, sin embargo, que si
este tuviese de todas las verdades la misma forma de posesión que se le alcanza respecto de las
proposiciones estrictamente inmediatas, no le haría falta alguna el raciocinio, de tal manera, que
inteligencia y ciencia serían en él uno v el mismo hábito. El hecho de que unas verdades sean
derivadas de otras prueba que el entendimiento humano únicamente está en acto respecto de las
enunciadas en las proposiciones inmediatas; con relación a las demás verdades, precisa de un
cierto cambio o movimiento intelectual, en que consiste justamente el raciocinio. Una sustancia
simplemente intelectual sería aquella que poseyera de una manera actual y completa todas las
verdades de que fuese naturalmente capaz. Cierto reflejo de esto hay en el hombre, en la medida
en que su entendimiento posee el hábito denominado "intelecto" o "inteligencia", gracias al cual los
principios de la ciencia son objeto de inmediata intelección; pero se trata sólo de un reflejo y como
de una cierta participación, porque existe también en el hombre una capacidad natural para otras
muchas verdades, lógicamente enraizadas en aquellos principios, y a las que no se extiende el
poder de ese hábito, como no sea de una manera indirecta, y que requiere, para actualizarse, la
mediación del acto discursivo[2].

El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como
premisas y otra como conclusión, siendo la última una inferencia necesariamente deductiva de las
otras dos. Fue formulado por primera vez por Aristóteles, en su obra lógica recopilada como El
Órganon, de sus libros conocidos como Primeros Analíticos, (en griego Proto Analytika, en latín –
idioma en el que se conoció la obra en Europa Occidental-, Analytica Priora). Aristóteles
consideraba la lógica como lógica de relación de términos. Los términos se unen o separan en los
juicios. Los juicios aristotélicos son considerados desde el punto de vista de unión o separación de
dos términos, un sujeto y un predicado. Hoy se hablaría de proposición. La diferencia entre juicio y
proposición es importante. La proposición afirma un hecho como un todo, que es o no es, como
contenido lógico del conocimiento. El juicio, en cambio, atribuye un predicado a un sujeto lógico del
conocimiento otorgando a los términos al mismo tiempo una función lingüística de significado
(semántica) y una función formal lógica (sintáctica). Esto tiene su importancia en el concepto
mismo del contenido de uno, el juicio, y la otra, la proposición, especialmente en los casos de
negación, como se considera, más adelante, en la problemática de la lógica silogística.
Mantenemos aquí la denominación de juicio por ser lo más acorde con lo tradicional, teniendo en
cuenta que este tipo de lógica, como tal, está en claro desuso, sustituida por la lógica simbólica en
la que esta lógica es interpretada como lógica de clases. Ver cálculo lógico. La relación entre los
términos de un juicio, al ser comparado con un tercero que hace de "término medio", hace posible
la aparición de las posibles conclusiones. Así pues, el silogismo consta de dos juicios, premisa
mayor y premisa menor, en los que se comparan tres términos, de cuya comparación se obtiene un
nuevo juicio como conclusión. La lógica trata de establecer las leyes que garantizan que, de la
verdad de los juicios comparados (premisas), se pueda obtener con garantía de verdad un nuevo
juicio verdadero (conclusión).

La palabra argumento (del latín argumentum): prueba o razón para justificar algo como verdad o
como acción razonable; la expresión oral o escrita de un razonamiento.1 La cualidad fundamental
de un argumento es la consistencia y coherencia; entendiendo por tal el hecho de que el contenido
de la expresión, discurso u obra adquiera sentido o significación que se dirige al interlocutor con
finalidades diferentes: Como contenido de verdad = consistencia y coherencia con otras verdades
admitidas, o con referencia a un hecho o situación que haga verdadero o falso dicho contenido.
Como esquema lógico-formal = consistencia y coherencia con un sistema que no admite
contradicción. Como función lógico-matemática = consistencia y coherencia con el hecho de “ser
algo real” frente a una mera posibilidad lógica que define un mundo o una situación posible en un
determinado marco teórico que justifica la función. Como discurso dirigido a la persuasión2 como
motivación para promover o proponer una determinada acción. Como finalidad de acción =
consistencia o coherencia con otros intereses o motivaciones del individuo o individuos receptores
del contenido como motivación a actuar de determinada manera. Es por tanto un discurso dirigido:
al entendimiento, para «convencer» o generar una creencia nueva mediante el conocimiento
evidente de nuevas verdades, basándose en una racionalidad común. a la emotividad para
«motivar» una acción determinada.

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