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LOS FABULOSOS PUCARAS DE GUANGUILTAGUA

UN ARTICULO QUE APORTA, CON ALGUNOS ERRORES

Transcribimos a continuación un importante artículo sobre dos colosales


monumentos (o uno sólo, unido en dos), que han existido entre nosotros y
sucesivas administraciones municipales y empresas inmobiliarias y
constructoras, los han destruido, olvidado y abandonado. Es seguro que la actual
corporación con su negligencia, improvisación, abulia y caos, hará caso omiso a
este descubrimiento que debería rescatarse de modo imperativo y obligatorio.
Vamos a respetar al máximo el texto inicial, comentando sin embargo algunos de
los conceptos y equivocaciones del investigador, entre paréntesis y letra cursiva.
El artículo se basa en descubrimientos previos -a principios del siglo veinte- que
a mi modo deber son absolutamente fabulosos, puesto que se tratarían de las
construcciones más importantes del Quito precolombino. El padre Juan de Dios
Navas, considera inclusive que probablemente se construyó una murallla de 50
metros de altura para que se forme armoniosamente la gran cascada que un día y
durante cientos de años condujo agua cristalina hacia el río Machángara.
¿Cuántos años habrá que esperar para que a similitud de Guayaquil, con el
estero salado, también se descontamine, limpie y potabilicen las aguas de
quebradas y afluentes y el propio río Machángara?

Por Ernesto Salazar1

“Del complejo de fortalezas del norte del Ecuador, la más meridional y cercana a Quito es el
pucará de Guanguiltagua, del que parce no haber quedado nada. Jacinto Jijón y Caamaño y
(también) Larrea, lo mencionan (1918:87), pero, fuera de una discusión histórica, a base de
crónicas, sobre la campaña inca contra el norte del Ecuador. No lo describen ni estudian –dice
Salazar- contentándose con presentar un plano del mismo, como único documento de su
existencia. Este plano fechado en 1907 es de autoría de Jacinto Pankeri, coadjutor salesiano en el
Ecuador, instructor privado de la primaria de Jijón y Caamaño, y luego asistente eventual y
dibujante (del conde) en sus investigaciones arqueológicas. Con el pasar de los años, y el
extenso proceso de urbanización de Quito, es bastante probable, (dice Salazar), que el
mencionado monumento haya desaparecido.”

“Guanguiltagua es el elevado borde oriental montuoso de la antegrada de Quito, que desciende


abruptamente al valle de los Chillos. (debe constar en lugar de los Chillos,
Cumbayá o Tumbaco). En su cima se halla hoy ubicado el Parque Metropolitano de Quito,
donde el visitante puede observar hacia el este el impresionante paisaje de los Chillos
(Tumbaco-Cumbayá). Es probable que el pucará haya estado ubicado en la ladera que baja a
Guápulo, del que está separado por la quebrada del Batán.” (notamos otro error de
interpretación documental del investigador Salazar, pues por todos es

1
Salazar, Ernesto, “El Pucará de Guanguiltagua”, Apachita No. 20, mayo de 2013, Universidad San Francisco
de Quito, USFQ, Boletín de Arqueología, pág. 31 y ss.
conocido que la loma de Guanguiltagua es la que tiene en su cúspide el
Parque Metropolitano, incluso como él mismo lo dice al principio del
artículo. Desde el punto de vista militar, de nada hubiese servido un solo
pucará ubicado a espaldas de una parte casi plana como es la suave
meseta de la Av. González Suárez, que se extiende desde el parque de El
Ejido por la 12 de octubre y que fue uno de los caminos del pueblo Quitu.
Recordemos que los Pucarás, tal como acontece con el de Rumicucho y el
gigante de Chacapata, fueron construidos mucho antes de la llegada de
los incas, quienes los utilizaron y restauraron luego, precisamente por el
Pueblo Quitu-Cara, para defender la ciudad por el norte, occidente y sur
con el Yavirac. El Pucará de Guanguiltagua ubicado por el único acceso
desde el oriente, debió por tanto estar situado de modo obligatorio, en dos
secciones en el barrio de Guanguiltagua, es decir, en el Batán, y en la
loma de Guápulo, conocida como González Suárez, justamente en toda el
abra y elevación que se inicia en el “Partidero a Tumbaco”. En ese sitio
hay unos terrenos vacíos actualmente en donde se explota material pétreo
y sirve de abasto de materiales de construcción, frente a la Plaza
República Argentina y al monumento a José de San Martín en el norte y en
el sur un pequeño bosque). Prosigue Salazar: Esta quebrada habría constituido uno de los
drenajes de la antigua laguna de Añaquito (es de Iñaquito. La de Añaquito estuvo
situada en el terreno del antiguo aeropuerto, conocido hoy como Pista
Bicentenario), “ya que parece venir desde el actual Parque de la Carolina, por la Plaza
Argentina, para entrar luego a Los Chillos (Tumbaco) por el conocido sitio del Partidero (a
Tumbaco). A poca distancia de este lugar la quebrada forma una pagcha, cascada de unos
cincuenta metros, que todavía existe, para luego unirse al río Machángara. En el plano de
Pankeri, el pucará de Guanguiltagua tiene unos siete contrafuertes construidos a intervalos,
hasta la parte media de la ladera. No se consigna escala alguna, de manera que no se puede
apreciar las dimensiones de la fortaleza; y la quebrada del Batán parece estar mal ubicada” (se
refiere al mapa del padre Navas) porque, en el terreno, no flanquea al cerro. (Aquí
apreciamos otro error y severo del señor Salazar, con solo mirar el mapa y
ubicarnos tanto física como mentalmente, podemos asegurar con certeza
que el mapa es absolutamente correcto y el Pucará al que se refiere el
documento original del padre navas, estuvo precisamente en la loma de El
Batán o Guanguiltagua, es decir, al lado norte de la quebrada, cruzando
de sur hacia el norte el viaducto Aurelio Dávila Cajas, no hay donde
perderse. Sin embargo, más adelante constatamos que se trata de dos
fortalezas unidas entre sís, maravillosa obra de ingeniería de Quitus e
Incas. Por lo demás las referencias de Salazar sobre la laguna que él
llama de Añaquito son comúnmente conocidas, es decir, precisamente por
el partidero a Tumbaco, que el mismo menciona, se desaguaban hasta
1980 las aguas de los campos freáticos y acuíferos de la Carolina.
Finalmente la quebrada sí flanquea al cerro, en forma directa). Consigno estos
detalles para una mejor comprensión del documento que adjunto, de autoría del Pbro. Juan de
Dios Navas, historiador y arqueólogo aficionado 2 que, al parecer, re-descubrió el pucará en época
no determinada, aunque anterior a 1926. Es un poco difícil evaluar el hallazgo de Navas en
relación con el descubrimiento original de Jijón y Caamaño. En corto, lo que dice Navas es que
hay dos conjuntos de construcciones separadas por la quebrada de El Batán, al parecer a la
altura de la Pagcha. (Aquí empezamos a descubrir la confusión. Este dato es de
suprema importancia, pues revela que hubo dos pucarás uno en el cerro de
Guanguiltagua y otro en el de la Avenida González Suárez, frente a frente
el uno al norte y el otro al sur, entre las dos montañas, cosa que sería lo
ideal de modo de defender a la antiquísima QUITO por el oriente en los dos
flancos de la quebrada). “Señala además que envía a Jijón y Caamaño un plano de la
fortaleza, que estimo no es el mismo que levantara Pankeri. Es curioso que Jijón y Caamaño no le
mencione en sus trabajos, ya que Navas fue miembro de número de la Academia Nacional de
Historia y uno de los más destacados prehistoriadores (¿un prehistoriador? Debe ser
historiador de la prehistoria) del poblamiento del Ecuador, a comienzos del siglo XX
(junto a González Suárez, Julio Matovelle, y José Ma. Coba Robalino) (¿entonces fue
aficionado o no?).

Miremos la carta de Navas a Jijón Caamaño, que transcribe Ernesto Salazar, en


ella descubrimos de modo definitivo que fueron dos las fortalezas.

“Al Sr. Don. Jacinto Jijón y Caamaño, Dgmo. Director de la Academia Nacional de Historia.- Muy
apreciado Señor: Creo de mi deber comunicar a usted un descubrimiento que lo conceptúo de no
pequeño interés para la prehistoria patria: me refiero a la célebre fortaleza de Huainacapac, en
el verdadero Guanguiltagua. Y digo en el verdadero Guanguiltagua, porque la fortaleza Jatum-
rumi, cuyo hallazgo y estudio lo debemos a Ud., está en Loma-Huasi, separada de Guanguiltagua
por la profunda quebrada del Batán. Pues bien: de un tiempo a esta parte, Guanguiltagua
absorvía mi atención. Preguntas y repreguntas a los más antiguos del pueblo (Guápulo), si
resultado satisfactorio; hasta que un anciano, Vicente castro, me dijo: “Sí Señor Cura, en
Guanguiltagua existe lo que se llama el Paredón del Inga. El horizonte se me aclaró: todo estaba
resuelto. Tres horas de penosa pero agradable excursión y examen me han dado el resultado
que, por ahora, compendio en pocas líneas. La fortaleza de Guanguiltagua existe y constituye
una sola con la de Loma-huasi, ya que se unen admirablemente en la quebrada del Batán, por la
Pagcha; enorme desbanque natural o artificial, a modo de muralla, que da lugar a una
imponente caída de agua de 50 m. de altura más o menos. El cerco superior del fuerte está
formado en Loma-huasi de piedras y en Guanguiltagua de rocas hábilmente descubiertas para

2
Nosotros en cambio consideramos que Navas fue un verdadero historiador, como lo fueron todos los
anteriores y posteriores que sin cursar obligatoriamente estudios especializados, dieron origen a
monumentales obras, comenzando por el Padre Juan de Velasco y pasando también por su detractores, el
propio Jijón y Caamaño y González Suárez que realizaron enormes aportes al pasado. Yo considero empero,
que en efecto, la historia debe estudiarse a tiempo completo y en una carrera profesional, pero eso no obsta
para que investigadores severos, podamos tener un conocimiento cabal de la historia. En este mismo artículo
observamos que el autor a quien no conocemos, debe ser estudiante o titulado en historia, pero con tantos
errores en un artículo, que repito, aporta, que es preferible tener a uno como el padre Navas que escribió
más de 50 libros de la mayor calidad científica.
constituir un gigantesco muro hasta el Paredón del Inga. Sigue los otros cercos paralelos, a poca
distancia en Loma-huasi, y en Guanguiltagua a 100 metros más o menos de la línea rocallosa, en
una depresión de terreno llamada Llocoto. El gran fuerte de Guanguiltagua está en la mitad del
cerro; más, por desgracia, bastante destruido, sin que quiera con esto decir que no se lo pueda
reconstruir y conservar. ¡Cuánto hay que admirar aquí; el panorama; lo estratico del lugar; el
trabajo! Pronto inspeccionaré una cueva en el paredón del inga, y me tomaré la libertad de
invitar a Ud, tan luego mejore el tiempo. Si tuviera un buen aparato fotográfico enviaría ud
variadas y hermosas vistas de la extensa fortaleza, de la que adjunto un plano. Saludándole
atentamente a Ud., me es honroso suscribirme su afmo. Amigo y S.S., Juan de Dios Navas E. ®.
(Por desgracia, no le ha sido dada al benemérito Director de la Academia, llevar a cabo la
proyectada excursión arqueológica)”. (Navas 1926:211, carta si fecha).

Observamos que el redescubrimiento documental realizado por el señor Ernesto


Salazar es de magnitud colosal y que debería ser puesto en conocimiento del
inexistente INPC, alcaldía. Academia Nacional de Historia y de la UNESCO, para
lograr su redescubrimiento in situ, su restauración o su reconstrucción.

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