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Teoria general:
Teoria parcial:
Praxís hace referencia a la práctica. Este término es usado para denominar el proceso por el cual
un teoría pasa a formar parte de la experiencia vivida.
La praxis se relaciona con la teoría cuando las ideas producto de dicha teoría son experimentadas
en el mundo físico, y así contemplar los resultados.
Antes de comenzar a desarrollar las principales características de las teorías tratadas por
Horkheimer en su libro Teoría Crítica, abordaremos en primera instancia que es lo que éste
concibe por teoría. El autor plantea que describir lo que es la teoría en el estado actual en que se
encuentra la ciencia, no es algo de mayor complejidad, definiendola como “un conjunto de
proposiciones acerca de un campo de objetos, y esas preposiciones están de tal modo
relacionadas unas con otras, que de algunas de ellas pueden deducirse las restantes”[1]. La
eficacia de la teoría consistirá en que las proposiciones deducidas avengan con hechos u objetos
empíricos.
Por otra parte, la teoría es siempre una “hipótesis” en relación a los sucesos empíricos. Es por esto
que, vista desde esta perspectiva, es una acumulación de saber para facilitar la caracterización de
los hechos y así poder deducirlos o anticiparse a ellos. Horkheimer expone que las ciencias sociales
y humanas se esmeran en reproducir el modelo teórico de las ciencias exactas, pero a pesar de las
diferencias entre metodologías o procedimientos de investigación de estos variados campos de
ciencia, el concepto de teoría es el mismo.
El concepto tradicional de teoría, aplicado a los hechos históricos, propone una estructura lógica
del saber histórico, planteando relaciones entre acontecimientos que son significativos, pero al
mismo tiempo, procesos aislados y categóricos. Esta estructura similar a la teoría de la ciencia
natural es en la que quiere operar la teoría tradicional. Ésta teoría, asume un conjunto de
preposiciones cuya validez reside en su correspondencia con un objeto ya establecido
previamente al acto de su representación. Aquí existe una escisión radical entre sujeto y objeto de
estudio, convirtiendo a la teoría en una actividad meramente del pensamiento y al observador en
un ente pasivo que se limita a describir los hechos “tal como son”.
Unos de los fines de la teoría tradicional es poder alcanzar un sistema unitario de la ciencia, ya que
según este paradigma, el hombre está determinado intrínsicamente a querer homogeneizar y unir,
evitando todo contraste. Aquí se denota el problema en el que se encuentran inmersas las ciencias
sociales, al estar sumidas en una racionalidad instrumental positiva, no son una ciencia histórica
transformadora, sino mas bien, una ciencia pasiva y legitimadora de la sociedad burguesa. Es así
como el comportamiento humano que es resultado de las condiciones y características antes
nombradas, conforma un individuo que “acepta naturalmente como preestablecidas, las
destinaciones básicas de su existencia, esforzándose por darles cumplimiento”[3].
En contraparte a la teoría tradicional, la teoría crítica considera que la ciencia como el hecho
estudiado por ésta, están subordinadas a la praxis social, esto quiere decir que el sujeto y el objeto
están sujetos a una preformación social. Aquí el objeto no se encuentra posicionado de forma
natural, como tampoco el sujeto es un notario pasivo de los hechos de su alrededor, sino que
ambos, son producidos socialmente. Horkheimer lo plantea diciendo que “el mismo mundo que,
para el individuo, es algo en sí presente, que él debe aceptar y considerar, es también, en la forma
en que existe y persiste, producto de la praxis social general”[4].
En la teoría crítica, no existe discrepancia con la teoría tradicional sobre la concepción de que los
hechos son externos al sujeto (aunque la visión crítica acoge una noción dialéctica de la relación
sujeto-objeto). La diferencia recae en la connotación que se le da a ésta relación, que se abarca
desde la perspectiva que los hechos son externos al individuo, pero no en el mismo sentido que es
relacionada en la teoría tradicional, ya que para la visión crítica los hechos son producidos desde
una praxis social, o sea son una elaboración humana y por ende, están condicionadas a caer bajo
control de los hombres.
La teoría crítica (con un carácter político marxista detrás) tiene como fin una lucha teórica con lo
establecido, que logre la superación de la injusticia social, busca ser instrumento de liberación
social del hombre habitante de la sociedad moderna. Horkheimer considera que “para pasar de la
forma de sociedad actual a una futura la humanidad debe constituirse, primero, como sujeto
consciente, y determinar de manera activa sus propias formas de vida”[7]. Para esto, es necesario
que las ciencias sociales superen la racionalidad instrumental en que se encuentran inmersas, para
poder ser una teoría y ciencia que analicen de forma clara las relaciones de clase y entre
individuos de la sociedad mercantil, pudiendo ser así un agente de “transformación histórica”.