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Encabezado: [TÍTULO ABREVIADO DE HASTA 50 CARACTERES] 1

El periodo Asuka (552-710), la llegada del Budismo

Este periodo inicia el año 552, cuando se produce la llegada a Japón de las primeras

estatuas y textos budistas. Obviamente, el Budismo ya era conocido en un país donde gran

parte de la aristocracia, como la poderosa familia Soga, provenía de Corea, pero este año

marcó un antes y un después. Fue entonces cuando Syong-Myong, el rey de Paekche, uno de

los tres reinos en los que estaba dividida Corea, envió una serie de regalos al Emperador

Kinmei para agradecerle el envío de tropas contra el reino enemigo de Silla, entre estos

regalos se encontraba una estatua de Buda hecha de oro, plata y bronce, así como numerosos

manuscritos con sutras escritos en sánscrito. Acompañando estas ofrendas incluyó también

una nota en la que se explicaba la gran expansión del Budismo por toda Asia y la necesidad

de que éste se difundiese también por Japón. Desde hacía unas décadas, con la rebelión de

Iwai (hablé de ella en “el periodo Kofun”) se había puesto de manifiesto que Yamato

necesitaba un estado centralizado más fuerte, por lo que la corte se fijó en la forma en que en

China se había utilizado la religión como fuente de legitimidad del poder del emperador. Así,

a partir de 552 se empieza a pensar que quizá el Budismo podría servir para tal propósito, con

lo que empieza un debate tanta religioso como político, pues la adopción o no de esta nueva

religión afecta a toda la sociedad, mucho más de lo que podría pensarse, de ahí que su llegada

marque la separación entre dos periodos, que por otro lado muchos veían como símbolo de

una civilización más avanzada. El mayor enfrentamiento se dio entre la familia Soga, que

defendía la adopción del Budismo, y las familias Mononobe y Nakatomi, de tipo

conservador, quienes habían llegado a destruir algunos de los primeros templos e imágenes

búdicas del país. Llega a producirse un conflicto armado y, en 587, Soga-no-Umako derrota a

sus adversarios y consigue la adopción oficial del Budismo, haciendo de paso que la familia

Soga se haga con el poder de facto de Yamato durante las próximas décadas, controlando a la

familia imperial y emparentándose con ella por la vía del matrimonio, un modelo que
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veremos repetirse a lo largo de la Historia Japonesa. Así, el mismo Soga-no-Umako colocaría

en el trono a su sobrina, la Emperatriz Suiko, aunque en la práctica el poder lo ostentaría su

regente, uno de los personajes más importantes de la Historia de Japón, el Príncipe Shōtoku.

Shōtoku (574-622)

Sobrino de la emperatriz Suiko y casado

con una Soga, es la figura dominante en la corte

desde 593 hasta su muerte, aunque se cree que la

historia lo ha idealizado mucho y a veces es

complicado saber qué hay de cierto en todo lo

que se le atribuye. Se le considera el gran

impulsor del Budismo, quien probó la gran

utilidad de éste como eje del estado y de una

sociedad estable y ordenada, proyectando una

organización de las instituciones a la manera

china, por influencia de la Dinastía Sui (581-

618), y financiando la construcción de

xnumerosos templos budistas. En el terreno

político destacan dos medidas: la creación en 603

de un nuevo sistema de rangos cortesanos y, El Príncipe Shōtoku, por Kikuchi Yōsai

sobre todo, la promulgación en 604 de la conocida como Constitución de 17 artículos, un

código ético de marcada influencia confuciana donde, por ejemplo, se establece un

paralelismo entre la relación soberano-súbdito y la relación cielo-tierra.


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Sinopsis de los artículos:


Primer artículo: El pueblo debe valorar la armonía y evitar la oposición sin sentido.
Segundo artículo: El pueblo debe venerar sinceramente los tres tesoros: Buda (el
budismo), Dharma (su enseñanza) y Sangha (la comunidad monástica).
Tercer artículo: El pueblo debe respetar y seguir las órdenes imperiales.
Cuarto artículo: Los burócratas deben seguir el sentido de la justicia.
Quinto artículo: Los burócratas no deben ser sobornados y deben gobernar con
sinceridad.
Sexto artículo: El pueblo debe tener buena conducta y corregir la mala conducta de las
personas.
Séptimo artículo: Cada burócrata tiene su rol y debe trabajar justamente, sin abusar su
autoridad.
Octavo artículo: Los burócratas deben trabajar desde muy temprano hasta muy tarde,
porque tienen mucho trabajo por hacer.
Noveno artículo: Los burócratas deben ser honrados y sinceros.
Décimo artículo: El pueblo debe despojarse del enojo y del enfado, y no deben
demostrarlo a otros, porque cada persona tiene su propia idea.
Decimoprimer artículo: Los burócratas deben fomentar o castigar al pueblo de
manera justa y correcta.
Decimosegundo artículo: Los burócratas no deben recaudar impuestos al pueblo para
su propio beneficio, porque no existen dos gobernantes al mismo tiempo, el emperador es el
único gobernante.
Decimotercer artículo: Los burócratas deben comprender bien los cargos de sus
antecesores y cumplirlos sin problemas al ser designados en el puesto.
Decimocuarto artículo: Los burócratas no deben ser celosos de otros burócratas.
Decimoquinto artículo: Los burócratas deben cumplir sus cargos sin ningún propósito
en particular.
Decimosexto artículo: Los burócratas deben elegir y considerar el mejor momento
para trabajar con el pueblo.
Decimoséptimo artículo: El pueblo no debe decidir solo, debe consultar con otras
personas y decidir juntos.

El Príncipe Shōtoku muere en 622 y sólo cuatro años después lo hace Soga-no-

Umako, con lo que se produce un gran vacío de poder que, como es habitual, lleva a un

momento de gran inestabilidad y rivalidad política. El hijo de Shōtoku, Naka-no-Ōe, se alía

con el clan Nakatomi con el fin de eliminar a la familia Soga del poder y llevar a cabo las

reformas que su padre había planteado, en un momento en que el sistema chino ejerce una

gran influencia en la corte a causa del ascenso de la poderosa nueva dinastía china, los Tang

(618-907). En 645 Naka-no-Ōe y Nakatomi-no-Kamatari asesinan al heredero del clan Soga,

llamado Soga-no-Iruka, nieto de Soga-no-Umako, provocando así el final de la influyente

familia.
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Así, con el camino despejado, sólo unos meses después,

en 646, el Emperador Kōtoku, apoyado por Naka-no-Ōe y

Nakatomi-no-Kamatari, pone en marcha la Reforma

Taika. Esta reforma es uno de los grandes hitos de la

Historia Japonesa, una completa reorganización política

según el modelo chino, que en esta ocasión sólo voy a

tratar de resumir brevemente: se abole la propiedad

privada de los arrozales y se disuelven las comunidades

llamadas be, bajo control de los jefes uji, que quedan muy
Nakatomi-no-Kamatari, por Kikuchi Yōsai
debilitados; todos los recursos agrícolas pasan a

pertenecer al emperador; se afirma la necesidad de establecer una capital permanente (hasta

entonces era costumbre cambiarla de lugar cada poco tiempo); se defiende la división del país

en provincias, distritos y aldeas; además hay que crear un exhaustivo censo de toda la

población; se debe dividir y redistribuir la tierra de cultivo; se debe sistematizar la

recaudación de impuestos; y se debe reorganizar las tareas y la financiación de las clases

altas. Todas estas reformas se empezaron a llevar a cabo en las décadas sucesivas.

En esta época, además, pese a la adopción del Budismo, el emperador pasó a ser considerado

como descendiente de Amaterasu, elevándose así a la divinidad, en contacto directo con los

dioses. De esta forma, la entrada de la nueva religión no fue necesariamente en detrimento de

la religión autóctona, el sintoísmo, integrándose ambas sin problemas, como ha sucedido

hasta la actualidad. Se empezaron a construir templos budistas por todo el país, por lo menos

uno en cada provincia, con lo que el Budismo entró cada vez más en contacto con el pueblo.

A lo largo de todo el periodo Asuka, los japoneses realizaron numerosas expediciones a

China, tanto a la de los Sui como a la de los Tang, en las que estudiantes, monjes y

traductores hacían largas estancias en el país vecino antes de volver a Japón portando gran
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cantidad de información y conocimientos, por lo que estas expediciones fueron esenciales

para el establecimiento del primer estado centralizado japonés. También tuvo gran

importancia el gran número de refugiados llegados al país cuando, a partir de 663, uno de los

tres reinos coreanos, Silla, conquistó a los otros dos, Paekche y Koguryo. Muchos de estos

refugiados eran escribas, artesanos y artistas que contribuyeron enormemente al desarrollo

del país. Casi todo el arte budista (escultura, pintura, arquitectura) de la primera mitad de este

periodo fue producido por artesanos chinos y coreanos; de hecho, la mayor parte del arte

chino y coreano de esta época se conserva únicamente en Japón.

El Salón Dorado y la Pagoda de Cinco Pisos, en el templo Hōryū-ji

Aunque hubo otros templos budistas anteriores, el más antiguo de los existentes (que es

además el edificio de madera más antiguo del mundo) es el Hōryū-ji, al sudoeste de Nara,

construido en 607 bajo el mecenazgo del Príncipe Shōtoku, aunque se quemó en 670 y tuvo

que ser reconstruido en las siguientes tres décadas. Este templo guarda algunos de los grandes
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tesoros artísticos de Japón, como la estatua de Kudara Kannon, la de Yumedono Kannon

(supuestamente dedicada a Shōtoku) o el imponente conjunto de la Tríada Shaka.

Tras la Reforma Taika el Budismo pasó a estar patrocinado oficialmente por la corte, lo que

disparó la construcción de templos.

A su muerte en 669, Nakatomi-no-Kamatari recibiría del emperador un nuevo apellido con el

que se iniciaría un clan, el Fujiwara, que sería importantísimo en la Historia de Japón desde

ese momento a lo largo de muchos siglos. Por otro lado, el mismo Naka-no-Ōe pasaría a

convertirse en el Emperador Tenji el año 661, cargo que ostentaría hasta su muerte, en 672.

En ese momento, volvería a producirse un nuevo vacío de poder y una lucha por la sucesión,

la llamada Disputa Jinshin, de la que saldría un nuevo emperador, Tenmu, hermano menor de

Tenji. El Emperador Tenmu ocuparía el trono de 673 a 686 con una autoridad absoluta (algo

poco usual), ejerciendo un gran poder militar sobre los uji, lo que le permitió una gran

autonomía, más que suficiente para completar las reformas iniciadas por Shōtoku y Naka-no-

Ōe/Tenji.

Así, poco después de su muerte se establecería por fin una capital permanente en Nara, que

daría nombre al siguiente periodo, un periodo regido por las medidas contempladas en la

Reforma Taika.
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El periodo Nara (710-794)

Antes de este periodo, y de acuerdo con la doctrina shintoísta, se creía que una capital

quedaba contaminada espiritualmente tras la muerte del emperador, por lo que se elegía un

nuevo emplazamiento con cada soberano. Con el arraigamiento del Budismo en la corte, una

religión que no veía necesario este traslado, aparece la idea de establecer una capital

permanente, algo que además se hacía imprescindible para proyectar un potente estado

centralizado, por lo que esta necesidad queda incluso recogida en la Reforma Taika, en el año

646. Los cambios contemplados en este texto se van llevando a cabo en las siguientes

décadas, y no fue hasta el año 708 que la Emperatriz Genmei (hija del Emperador Tenji) dio

la orden de establecer una capital estable. El cambio se produjo dos años después, en 710, a la

ciudad de Heijō-kyō, actual Nara, marcando el inicio de este periodo.

Fragmento del Nihon Shok

Como no podía ser de otra forma, en un momento de grandísima influencia china a todos los

niveles, la nueva ciudad se erigió al estilo de la capital china de la dinastía Tang, Chang’an,

aunque con algunas peculiaridades propiamente japonesas, como la ausencia de muralla

exterior, lo que nos da una idea de la sensación de seguridad del gobierno. La ciudad tiene

forma de rectángulo de cuatro kilómetros de ancho por cinco de largo, donde se incluyen

numerosos palacios, edificios administrativos, templos, etc. Llegó a albergar a unos 200.000
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habitantes, siendo así el primer núcleo urbano de Japón y poniendo de manifiesto el gran

poder y la riqueza del nuevo estado japonés.

A nivel político y administrativo, se continuó con la implantación de las reformas

comenzadas en el periodo anterior, teniendo un papel importante el llamado Código Taihō,

que había sido promulgado ya en el año 701 pero que se puso definitivamente en práctica a

partir del 718, cuando se revisó y actualizó bajo el nombre de Código Yōrō. Se trata de una

reorganización administrativa muy influenciada una vez más por la China de los Tang y el

Confucianismo, un tipo de legislación conocida como ritsuryō, aunque con numerosas

adaptaciones al carácter propio japonés. La nueva legislación otorga al emperador el doble

carácter de dirigente del estado y sumo sacerdote, estableciendo además una marcada

clasificación de las distintas clases sociales y rangos dentro de la corte, estableciendo nuevos

ministerios que se encargarían de los asuntos del estado.

Una parte muy importante de estas reformas consistía en una nueva división territorial y

administrativa del país, que pasó a dividirse en provincias, llamadas kuni (curiosamente, una

palabra que en japonés significa “país”), que a su vez se dividían en distritos, llamados gun, y

éstos solían dividirse en aldeas, aunque esta última división a nivel local podía variar. El

hecho de tener una capital permanente por primera vez facilitó el desarrollo de una red de

comunicaciones entre el gobierno central y los distintos organismos provinciales; se crearon

los “siete caminos principales” (shichidō), que contaban con albergues cada pocos

kilómetros, así como toda un red de caminos secundarios dentro de cada distrito. Además, se

impulsó un nuevo sistema censatario e impositivo, así como un sistema de reclutamiento

popular según el cual todos los hombres de entre 20 y 59 años debían cumplir servicio

militar, algo que demostró ser un fracaso y convertir el ejército en un cuerpo muy poco
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disciplinado y entregado. Pese a ello, las fronteras interiores se expandieron tanto al norte de

Honshu, conquistando territorios a los emishi/ezo, como al sur de Kyushu, a los hayato.

El otro gran proceso que se había iniciado en el periodo Asuka y que continuó en este periodo

fue el de la difusión y el arraigamiento del Budismo, primero entre las clases altas y después

entre el pueblo llano, aceptándose como religión dominante y convirtiéndose además en una

poderosísima institución. Su influencia es tan enorme que muchos historiadores hablan de un

Japón pre-budista y un Japón budista, habiendo tenido mucha más importancia que en China,

que es justamente de donde llegó a Japón. Fue además a través del Budismo como llegó la

influencia china a todos los niveles, llegando al punto de que los mejores ejemplos de

arquitectura y arte Tang que se conservan actualmente se encuentran en Nara. Las

expediciones a China se hicieron habituales, enviándose durante este periodo hasta nueve de

ellas. Pese a la exitosa implantación del Budismo, el Shinto no se vio desplazado,

consiguiéndose un encaje de ambas, como ya comenté al hablar del periodo Asuka, haciendo

que cada una de las doctrinas cubriese unas necesidades distintas y compatibles entre sí.

Con la influencia china llegó la adopción de su escritura, que ya se conocía desde hacía

algunos siglos, pero podemos decir que fue en este periodo cuando su uso se extendió en

Japón.

El Kojiki (“Recuento de hechos antiguos”), elaborada por Ō-no-Yasumaro y terminada en el

año 712, explica la historia de Japón desde su creación hasta el año 500, además de una

genealogía de la familia imperial hasta el 625. Está escrito de una forma muy compleja,

combinando partes en chino con otras en japonés usando man’yōgana; esta dificultad hizo

que durante más de 1.000 años no se le prestase la debida atención, hasta que en el s.XVIII el
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intelectual Motoori Norinaga le dedicase más de tres décadas de estudio y consiguiese

descifrarlo y “traducirlo” a japonés actual.

Sólo ocho años más tarde, en 720, se dio por terminado el Nihon Shoki (“Recuento de hechos

japoneses”), bajo la supervisión del Príncipe Toneri (un hijo del Emperador Tenmu) y con la

ayuda del mismo Ō-no-Yasumaro que había compilado el Kojiki. En este caso está

completamente escrito en chino, por lo que ha podido ser leído y estudiado desde su

publicación. Es también mucho más largo que el Kojiki, conteniendo, además de la

mitología, un recuento histórico bastante fiable de los s.VI y VII. Tanto Kojiki como Nihon

Shoki empiezan cubriendo

aproximadamente los mismos temas,

recogiendo las historias que componen la

mitología japonesa desde diversas fuentes

(canciones, leyendas, etimilogías,

genealogías, ritos, etc.). Ambos relatan la

relación de descendencia directa de la

familia imperial desde la misma diosa

Amaterasu; se cree que esta relación se

inventó a finales del s.VI para justificar la

soberanía de la dinastía reinante, creando Ō-no-Yasumaro

además una genealogía mucho más antigua.

El momento álgido de este periodo es el conocido como época Tenpyō (729-749), dentro del

reinado del Emperador Shōmu, que puede ser considerado como el más devoto de los

emperadores japoneses. Por ello, el Budismo floreció notablemente durante estos años,

cuando, por ejemplo, se hizo obligatorio que cada provincia tuviese como mínimo un templo
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budista, conocido como kokubunji. Esto supuso un gran gasto para el estado, algo que

contribuyó a un considerable debilitamiento de la corte, en lugar de al fortalecimiento del

poder central que se preveía, lo que provocaría durante los siguientes 150 años un declive en

la administración nacional. En la capital se había construido el Tōdai-ji, templo familiar de la

casa imperial y además el templo budista más importante de todo el país. Se trata de un

complejo de enorme tamaño, cuyos edificios albergan gran cantidad de objetos artísticos,

entre ellos numerosas estatuas elaboradas con dos técnicas nuevas en la época: la arcilla y la

laca seca. En este último material destaca la estatua del monje ciego Ganjin, considerado

dentro de la Historia Japonesa como el retrato más antiguo de una persona real que se

conserve. Dentro del complejo se encuentra un edificio llamado Shōsōin, una especie de

almacén construido con troncos y elevado del suelo, donde se guardan unos 10.000 objetos de

todo tipo, 600 de ellos pertenecientes al mismo Emperador Shōmu, entre libros, rosarios,

espadas, espejos, documentos, etc. Dentro de esta gran colección hay además numerosos

objetos importados desde lugares tan lejanos como China, sudeste de Asia, Asia central,

India, Arabia, Persia, Asiria, Egipto e incluso Grecia y Roma; convirtiéndose así en una

especie de almacen del mundo conocido del s.VIII. El Shōsōin se ha abierto en muy pocas
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ocasiones desde entonces, permaneciendo a veces cerrado durante más de un siglo, y ha

preservado su contenido en condiciones casi perfectas.

El Shōsōin

En el año 735 llegó a Japón desde Corea un violento brote de viruela que causó la muerte de

miles de personas, cuando la epidemia cesó, en 747, el Emperador Shōmu quiso dar las

gracias a Buda construyendo una gigantesca estatua de Dainichi Nyorai (la versión japonesa

del Buda Vairochana, figura central de muchas

corrientes del Budismo) que se albergaría dentro

del Tōdai-ji. El monje budista Gyogi colaboró con

el emperador en la construcción, un religioso que

predicaba que las divinidades shintoístas eran en

realidad manifestaciones de Buda, relacionando

así, por ejemplo, a Amaterasu con el mismo

Dainichi Nyorai. La estatua mide 16 metros de

altura y para su construcción se utilizaron 1.300

toneladas de cobre, estaño y plomo, y 6 toneladas

de oro, lo que supuso un gasto descomunal para el

gobierno. Fue inaugurada en el año 752, con la

ceremonia de la “apertura de ojos”, en la que un El Daibutsu de Tōdai-ji, un templo budista Kegon en Nara
(Japón).
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monje de India pintó las pupilas a los ojos de la estatua, con lo que simbólicamente se le da

vida a la figura, al acto asistieron unos 10.000 sacerdotes budistas y distinguidos visitantes

llegados de toda Asia, estando considerado uno de los grandes eventos de la Historia

Japonesa antigua.

A partir de este momento, la institución budista fue convirtiéndose en un actor cada vez más

poderoso, tanto económica como políticamente, y el clero fue entrometiéndose cada vez más

en todo tipo de asuntos cortesanos. De hecho, muchos miembros de la aristocracia pasaron a

formar parte del mismo clero budista, incluyendo a emperadores y emperatrices retirados. Su

influencia sobre la corte llegó a su momento culminante con la relación entre la Emperatriz

Kōken y el sacerdote Dōkyō, a quien nombró Gran Ministro en el año 764. Seis años más

tarde Dōkyō intentó incluso hacerse él mismo con el trono imperial, pero su golpe fue fallido

a causa de la gran resistencia de los más altos aristócratas de la corte y a la muerte de la

emperatriz. A causa de este incidente, dentro de la corte se pusieron alerta respecto a la

excesiva influencia que el Budismo estaba teniendo a nivel político; observaron que este

fenómeno se había dado con mayor intensidad durante el reinado de cuatro emperatrices, por

lo que el Consejo de Estado se declaró contrario a permitir la subida al trono de otra mujer,

algo que a partir de entonces ha sido una constante dentro de la Historia Japonesa, con sólo

dos excepciones en el s.XVII.

De esta forma, en 781 llegó al trono el Emperador Kanmu, nuevamente uno de los pocos

casos de emperador fuerte con poder real. Tres años más tarde se decidió cambiar de lugar la

capital para huir de la influencia de los monasterios budistas de Nara, buscando así una

solución típicamente japonesa al problema que contrasta con la forma en la que se había

combatido este mismo problema en China, donde se había optado por perseguir al Budismo

ferozmente. Para la nueva capital se eligió Nagaoka-kyō, una ciudad cercana al norte de

Nara, aunque este emplazamiento duraría únicamente diez años por la creencia en que la
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muerte de un hermano del emperador había contaminado la ciudad. Así, en 794 se eligió la

ciudad de Kyoto, llamada entonces Heian-kyō, donde permanecería la capital imperial, esta

vez sí, durante un largo periodo de tiempo, hasta 1868.


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El periodo Heian (794-1185)

Heian temprano

Poco después de acceder al trono en 781, el Emperador Kanmu decide trasladar la capital y,

en 794, la establece en Heian-kyō (actual Kioto), donde permanecería nada menos que hasta

1868, aunque ya desde 1603 se establecería la capital de facto en Edo (actual Tokio). Es

únicamente este cambio de Nara a Heian-kyō̄ lo que provoca el cambio de nomenclatura del

periodo, puesto que durante el llamado “Heian temprano” lo que se produce es una

continuación a todos los niveles del periodo Nara (710-794) y su gran influencia china. De

hecho, ningún otro emperador anterior o posterior ha representado más fielmente el papel de

emperador todopoderoso, concebido por la teoría china, como el mismo Kanmu, quien se

esforzó por aplicar una centralización administrativa del país a la manera de los Tang chinos.

La figura del emperador continuaría ostentando el poder real durante los mandatos de los

primeros sucesores de Kanmu, aproximadamente siglo y medio, pero rápidamente iría

cediendo parcelas de poder cada vez mayores en favor de familias nobles de la corte, muy

especialmente los Fujiwara, hasta acabar convertido en una mera figura decorativa, carácter

este que ha definido a los emperadores japoneses a lo largo de la gran mayoría de la historia

del país.

Pero en este llamado Heian temprano, el gobierno, a semejanza del de las dinastías chinas Sui

(589-618) y Tang (618-907), tenía al emperador en la cima, ayudado de Altos Ministros y un

Consejo de Estado que supervisaba un elaborado sistema burocrático organizado en ocho

ministerios y numerosas oficinas. El país tenía en aquella época una población estimada de 6-

7 millones de habitantes y estaba dividido en un total de 68 provincias, dirigidas cada una por

un gobernador y divididas a su vez en distritos supervisados por oficinas administrativas.

Todo este complejo sistema administrativo se nutría de opositores que, a diferencia del
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modelo meritocrático chino, formaban parte de familias nobles ya pertenecientes a la corte,

correspondiendo el nivel del puesto conseguido al rango de la familia en lugar de a las

calificaciones obtenidas por el aspirante en los exámenes de acceso.

De esta forma, las élites del país se perpetuaban en los cargos de poder y las grandes familias

fueron adquiriendo con el tiempo un papel cada vez más importante, una característica de la

sociedad japonesa que se ha mantenido desde entonces y que ha dado, dentro incluso de la

historia contemporánea, fenómenos como los clanes samurai, las asociaciones empresariales

zaibatsu primero y keiretsu después, etc.

Segunda mitad

Hacia finales del s.X, se dieron dos procesos que marcaron un punto de inflexión dentro del

periodo Heian: el paulatino abandono del modelo chino y el ascenso al poder de la familia

Fujiwara como Regentes Imperiales. Estos fenómenos serían más decisivos de cara a un

posible cambio de periodo que el simple traslado de capitalidad al inicio de este periodo.

Una fecha clave dentro del primero de estos procesos sería el año 894, cuando Japón decidió

abandonar las hasta entonces regulares misiones oficiales a China. Principalmente porque, al

encontrarse ya la dinastía Tang en fase de decadencia, todo el país se encontraba en un

momento de gran inestabilidad, que había contagiado incluso a Corea, y las autoridades

japonesas temieron que la situación se extendiese a Japón. Además, poco podía aprenderse de

China en un momento así y, aunque los contactos de tipo comercial e incluso artístico

siguieron dándose en cierta medida, oficialmente se rompieron los vínculos entre ambos

países. De esta forma, se empezó a vivir una etapa de retrospección en la que todos los

sectores de la sociedad japonesa empezaron a desarrollarse lejos de las influencias exteriores


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y la política, las artes, la religión y la cultura en general empezaron a tomar un rumbo propio,

empezaron a “japonizarse”.

Por otro lado, la familia Fujiwara empezó a ganar poder dentro de la corte, contexto de

continuas intrigas palaciegas y luchas de poder, y poco a poco empezaron a ostentar cada vez

con mayor frecuencia el papel de sesshō̄ (regente).

El momento cumbre del poder de los Fujiwara llegó con la larga regencia de Fujiwara-no-

Michinaga, de 995 a 1027, durante la cual reinaron tres emperadores distintos, siendo él

mismo padre de cuatro emperatrices consortes, tío de dos emperadores y abuelo de otros tres.

Como regente durante el reinado del Emperador Ichijō influyó en la decisión de que el

emperador pudiese tener más de una esposa al mismo tiempo, de esta forma pudo conseguir

que su propia hija, Shoshi, se convirtiese en primero en chūgū (segunda emperatriz) y,

después, que acabase desplazando a su prima, la Emperatriz Teishi, del puesto de kōgō

(primera emperatriz). Por cierto, es este momento histórico el que retrata Sei Shōnagon, dama

de compañía de la Emperatriz Teishi, en su famoso El libro de la almohada.

Con Fujiwara-no-Michinaga se da el mayor grado de poder en manos de un regente,

apartando por completo al emperador del timón del país. Incluso cuando el emperador llegaba

a la mayoría de edad, momento en el que en teoría un sesshō debería dejar el puesto en el

poder al mismo emperador, el Fujiwara que ostentase en ese momento el cargo solía otorgarse

el cargo de kanpaku, o Consejero Jefe,

La vida en la corte Heian

Durante el periodo Heian la vida en la capital, Heian-kyō, y especialmente dentro de la corte

imperial, era muy distinta de la que se vivía en el resto del país, lo que contribuyó a que los
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gobernantes y cortesanos estuviesen cada vez más alejados de la realidad, siendo este uno de

los motivos que contribuirían al declive del sistema.

La ciudad, que se había construido siguiendo el modelo de la capital china de la época,

Chang-an, tenía situado el palacio imperial al norte, un recinto cerrado dentro del que se

levantaban los edificios de la burocracia gubernamental y, tras otro muro, el pequeño

complejo de edificios conectados por galerías donde vivían el emperador y sus consortes, así

como otras dependencias de uso administrativo. El número de consortes de cada emperador

podía variar, pero se hizo bastante común que tuviesen media docena de ellas, que vivían

acompañadas por un gran número de damas de compañía, sirvientas y demás séquito. Estas

consortes provenían invariablemente de un grupo muy limitado de clanes, principalmente del

Fujiwara, lo que otorgaba a estas familias gran poder en los asuntos internos de palacio.

En este mundo donde la cultura parecía ser un sinónimo de la vida en la corte, el emperador

representaba la esencia misma de la cultura, el árbitro del status social, su autoridad era tan

absoluta en estos aspectos como vacía en los asuntos de poder a partir del auge de los

Fujiwara posteriormente. El mantenimiento y la mejora del status social eran justamente la

mayor preocupación de gran parte de los nobles de la corte, lo que podía reportarles grandes

ventajas económicas, políticas y sociales. Dentro de la corte existía un estricto orden

jerárquico donde las diferentes familias estaban organizadas en escalafones más o menos

altos que condicionaban completamente el tipo de vida que llevaban. La mayoría de las

veces, el éxito o fracaso no venían condicionados por la competencia de cada uno,

sencillamente por el rango al que se pertenecía y las habilidades sociales y culturales. Así, las

formas de ascender dentro de la corte podrían confundirse con una dedicación hedonista a

actividades más ligadas al tiempo libre que a tareas administrativas o políticas. Los nobles
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podían ocupar gran parte de su tiempo dedicándose a hacer excursiones, practicar la arquería

y cetrería, asistir a competiciones de lucha, jugar a kemari (juego de pelota) o actividades

más culturales como la pintura, la poesía o debatir durante horas las bondades de una flor. Las

mujeres, por su lado, eran ajenas a muchas de estas aficiones masculinas, y tenían otras como

practicar la caligrafía, estudiar poesía y música, escribir y leer historias, así como mantener

correspondencia de tipo poético con otros cortesanos. Uno de los principales pasatiempos de

la época era el monoawase (literalmente, recopilación de cosas), la redacción de todo tipo de

listas, como las que abundan en El libro de la almohada de Sei Shōnagon. Además, miembros

de ambos sexos solían jugar go, juegos de adivinar y mímica, sugoroku (una especie de

backgammon) y otros juegos de mesa.

Según fue retrocediendo la influencia china a niveles administrativos y políticos, la identidad

propia japonesa fue surgiendo también en la cultura y las artes. La escritura china se modificó

dando lugar a la creación de la escritura kana japonesa, en parte gracias a las damas de la

aristocracia, a las que no se animaba a usar los caracteres chinos. Aparecieron también estilos

propios de pintura, así como de poesía, con composiciones características basadas en

agrupamientos de sílabas en patrones de cinco y siete, y caracterizados por un estilo

sugerente, minimalista e implícito, alejado del recargamiento de la poesía china. Emergieron

valores estéticos nuevos como el mono no aware (literalmente, la tristeza de las cosas), aún

muy vigente en la cultura japonesa actual, expresado a través de simbolismos relacionados

con la naturaleza y representando la idea de lo efímero de la existencia, en consonancia con el

Budismo que se estaba extendiendo por el país. Valga como imagen de esta corriente cultural
[TÍTULO ABREVIADO DE HASTA 50 CARACTERES] 20

propia el hecho de que fuese en esta época cuando se compusiesen los versos del Kimigayo,

actual himno nacional japonés.

Declive de la corte

Como suele suceder, fueron varios los motivos para la decadencia del sistema de la época y el

surgimiento de uno nuevo. La causa principal fue un desequilibrio en la balanza del poder,

cada vez más a favor de los gobiernos periféricos frente a un debilitado gobierno central. A

los terratenientes que ya dominaban las provincias se les fueron sumando cortesanos a los

que, bien como premio o para apartarlos de la capital, se les otorgaban tierras, normalmente

exentas de impuestos. Con el tiempo, muchos de ellos acabaron considerando estas regiones

exteriores como su hogar, olvidando su procedencia cortesana.

La proliferación del sistema de shōen, tierras que el gobierno declaraba libres de impuestos

durante tres generaciones para potenciar su explotación debido al aumento de población, hizo

que todos estos dueños de tierras periféricas fuesen adquiriendo paulatinamente mayores

cuotas de poder. Este sistema de uso de las tierras, que había comenzado ya en el s.VIII, se

hizo cada vez más común, llegando a aplicarse en el s.XII a la mitad de las tierras agrícolas

de Japón. La obligación que unía a los campesinos que trabajaban las tierras con los

terratenientes, que a cambio les daban protección, contribuyó a la progresiva feudalización

del país. Además de estos terratenientes, las distintas sectas budistas fueron también

haciéndose cada vez más poderosas, amasando grandes cantidades de riqueza y formando

ejércitos propios. También algunos de los clanes que gobernaban las provincias empezaron a

preocuparse por tener soldados que protegiesen sus tierras, y empezó a darse una progresiva

militarización de la periferia. Esta sería la semilla de una nueva clase social que dominaría
[TÍTULO ABREVIADO DE HASTA 50 CARACTERES] 21

Japón durante los siglos posteriores, los samurai. De entre ellos, los pertenecientes a familias

de pasado cortesano, tendrían una especial sed de poder, como es el caso de dos de los clanes

más importantes, los Taira y los Minamoto. El auge de estas familias fue paralelo al declive

del poder de los Fujiwara, a partir de finales del s.XI, que además necesitaban frecuentemente

de la intervención de los ejércitos de los señores provinciales en las constantes disputas por la

sucesión de la familia imperial. En 1156 se dio el primer caso de intervención militar directa

por parte de los clanes regionales y sólo cuatro años después uno de ellos, el clan Taira, se

haría con el poder, iniciándose así las etapas de gobierno militar y el llamado “feudalismo

japonés”.

Entre 1180 y 1185, las dos familias samurai más poderosas, los entonces gobernantes Taira y

los Minamoto, se enfrentarían en las Guerras Genpei. La victoria del clan Minamoto marcaría

el final del periodo Heian y el inicio del periodo Kamakura.


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Referencias

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 Shōnagon, Sei. The Pillow Book, aprox. 1600. Traducción, prólogo y notas de

Meredith McKinney. De las cuatro versiones existentes, para esta traducción se ha

utilizado la conocida como Sankanbon, de 1228, considerada la más fiel al texto

original, en su revisión anotada de 1997, editada por Matsuo Satoshi y Nagai Kazuko,

publicada por la editorial Shōgakukan. Londres: Penguin Books, 2006 (Kindle

Edition).

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