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Biblioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)
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ESTUDIO PSICO - PRÁCTICO

Adivinación y Transmisión
del Pensamiento
(TELEPATIA)

MARSHALL WANAMAKER
TRADUCIDO DEL INGLÉS
POR

P. -J . L L.

N. E.

BARCELONA
Librearia SI r.1TS
Rooda Universidad, 4
922

_Liiiimp
ioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)
Imp. J. Ruiz Romero; Pelayo, õ'2.—Barcelona

biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


ÍNDICE
Migs.
Prolegómeno indispensable y

PRIMERA PARTE
LA LECTURA MUSCULAR
Tema I. .... 19
• II. . . . 22
25
• IV 28
V 29
• VI. 0 32
• VII 35
• VIII 38
• IX 41

SEGUNDA PARTE
LA ADIVINACIÓN DEL PENSAMIENTO

Tema X. 45
• XI. . 47
.. .. 52
• XIII 54
• XIV ........ 57
• XV, . . ..... 60
• XVI. . 63
• XVII 65
» XVIII 67
• XIX 69
• XX 71
XXI 73

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Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)
PROLEGÓMENO INDISPENSABLE

Ante todo una advertencia.


No puede el autor de este estudio declararse
poseedor de una verdad inconcusa, demostra-
ble, porque—feliz mortal!—le haya cabido la
suerte de descorrer el velo de lo desconocido.
Si tal hubiera sido la creencia del lector,
bueno será irle disponiendo de suerte para que
vaya abandonando en las páginas de este
proemio inexcusable las esperanzas que, a la
postre, habrían de resultarle fallidas.
Franqueza que venía impuesta por la serie-
dad del intento.
Confesión que, además de ganarme su sim-
patía y agradecimiento, le llevará a aprovechar
el tiempo que emplee en repasar estos apuntes,
si de una parte llana y sinceramente escritos, de
otra no menos meditados. Descartado el oropel
de una promesa vana, sabrá, escogitar aquella
parte de observaciones y hechos que reposan en
las experiencias, siquiera éstas no se acompa-
ñen de explicaciones plausibles.
No de otro modo puede ser.
Los modernos y complejos estudios psicológi-
cos, ante la incertidumbre de sus orígenes, han
merecido dicterios y alabanzas, afirmaciones y
negaciones rotundas.

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oteca de Ilusionismo . Fundación Juan March (Madr id.
VI

Cómoda norma será, la que sistematice los


estudios, pero cuando se procede con seriedad,
no es posible abroquelarse tras una sanción o
excomunión gratuita. El enunciado de los he-
chos, por no tener explicación racional, parece-
rá conducirnos a la duda, pero recuérdese que
ella condujo innumerables veces al templo au-
gusto de la verdad a las gentes estudiosas.
Y de la misma suerte que la enumeración de
casos no puede convertirnos en doctrinarios,
tampoco nos extremará la nota optimista o pe-
simista y mucho menos tendenciosa.
Un hecho existe independientemente de nues-
tra voluntad y comprensión; en recogerlo, pues,
no puede haber pecado ni, por tanto, censura.
Cómo sea el hecho y cuándo se produzca;
cuál sea su finalidad y por qué se dé en tal sen-
tido, es cosa que ha escapado a nuestras inves-
tigaciones, indudablemente por cortedad de
conocimientos, o acaso porque se truncaron las
fuentes de investigación que otros, más afortu-
nados, irán averiguando con el tiempo y el pro-
greso científico.
Solté el concepto y es preciso que lo recoja
para comentarlo y no asustar desde el comienzo
al lector.
Progreso científico dije porque para cualquier
estudio—de cualquier orden—, a las ciencias
físico-morales debemos acudir. Dicho se está,
por consiguiente, que no reclamo la exclusiva
para ningún método. Que éste sea de naturaleza
material o espiritual es lo que no pretenderé se-

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VII

rialar porque sconozco la influencia que lo


impone en primer término, y en segundo lugar
porque me halla indiferente en absoluto que
pueda deberse a esta o aquella causa.
No es, no puede ser este opúsculo, y ya más
arriba me apresuré a indicarlo, una obra manida,
y con fines tendenciosos; el estudio de un doc-
trinario.
Pretendo sí que sea una ordenada relación
de efectos, por muy laberínticos que resulten al
quedar reseñados e inexplicados.
Y si ya, lector, avivada tu curiosidad, te
aburres con tanto circunloquio, no me culpes,
acéptalo y agárrate al dicho de que «hombre
avisado vale por dos».
En este punto, descargada mi conciencia al
declarárteme imparcial, y aleccionado tú al li-
brarte de improvisos y sorpresas, podemos ma-
jamente entrarnos por el estudio sabiendo ambos
a qué atenernos, amigablemente cogidos del
brazo. Donde mi compañía te aburra, mándala
noramala, tira por la borda el librito y despá-
chate en dicterios contra el importuno y su par-
to infeliz, aunque muy rendido te suplique de
antemano me concedas tu perdón si en tal des-
ventura me hallara.
Corrientes? Pinto, pues, tres asteriscos y
prosigo.

No pretendo disfrazarme con un necio empa-


que de erudición historiando ese quid ignotum

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que la sugestión se trae por abolengo. Cualquier
enciclopedia que se consulte nos impone la su-
cesión alcanzada en este tema que culmina hoy
como estudio predilecto.
Desde Francisco Antonio Mesmer acá, y de-
jando de escudriñar si Paracelso fuera o no el
precursor o se remontaron los orígenes a los
egipcios, han sobrevenido estudios de gente
nada sospechosa militante, en su mayoría, den-
tro del ejercicio de la medicina. Y aunque Puy-
segur no pasara de curandero, no por esto dejó
de ahondar con probidad e inteligencia en esa
materia.
El abate Faria, que importara a París los
métodos aprendidos de los fakires en las Indias
portuguesas, dudó de la existencia del flúido
magnético por creer que la causa residía en el
sujeto mismo.
Lo repito; seria abusar de la paciencia que
me entrara a reseñar la serie de circunstancias
que se fueron sucediendo hasta que llega a nues-
tros días el estudio de estas cuestiones; mayor
abuso fuera seguir las discusiones a que dieron
y dan lugar, y por no entrar en mis cálculos ni
en la índole del trabajo tales disquisiciones, las
pasaremos en silencio economizando un tiempo
precioso.
Importa de todas maneras decir que suges-
tión y magnetismo y flúido que saqué a colación,
son nombres de ideas que se refieren a extrañas
manifestaciones de nuestro organismo y aun a
relaciones e influencias de agentes exteriores.

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ix

Decirnos que el sonsonete de un piano que


repite un monótono sonido persistente nos obse-
siona; que un recuerdo e impresión nos produce
pesadilla; que el tenue hilo de luz que impresio-
na la retina nos adormece, pero no podemos ex-
. plicarnos « satisfactoriamente» la causa que nos
impone aquella obsesión, pesadilla o sopor. Agen-
tes externos que percibidos por los sentidos pe-
san sobre nuestro físico ocasionando impresiones
subjetivas que se resuelven algunas veces en
crisis morales, según la intensidad con que las
recibimos.
Existe la sugestión mental que nos imponen
personas desconocidas y acaso « simpatía »,
« amor» y «odio» sólo sean estados de dicha su-
gestión al pasar a través de nuestra mentalidad.
Dicha transmisión, que unos juzgan una fuerza
sobrevenida por una serie de ondulaciones—teoría
de Perronet—, la creen otros una transformación
dinámica—teoría de Lemberg—que por los mo-
vimientos propagados y transmitidos—corrientes
— encuentran resistencias o adaptaciones por las
que se llega a la que Ochorowicz denominara
ley de reversibilidad.
Pero, en este punto, y para ser imparcial, yo
opongo el magno reparo de Tarchanoff que afir-
ma ser «el pensamiento del hombre un misterio
para los demás como no se acompañe de mani-
festaciones externas». Evidente; pero cierto tam-
bién que con ello tenemos la concesión parcial
de que cabe interpretar el pensamiento cuando
éste requiere la expresión exterior, y siendo múl-

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tiples los intermediarios, nadie extrañará que
por alguno de ellos se llegue a una exterioriza-
ción de la sensibilidad por la cual la transmisión
haga su via.
Lo comprueban repetidos hechos. Acaece a
distancia, a veces enorme, un suceso a determi-
nado sujeto, y otro, en el momento de ocurrir,
sufre la llamada alucinación telepática por la cual
le parece ver, oir o presenciar el caso. Si no se ha
dado reminiscencia alguna de noticia, ni verosí-
milmente estaba ésta en condiciones de ocurrir;
si no obraban antecedentes lógicos para presentir
el hecho ¿cómo explicarnos que realmente ocurra
en circunstancias de lugar, tiempo y accidenta-
lidad?
Ningún valor tendrían aquí las palabras fuer-
za imaginativa, casualidad o coincidencia para
salir del paso. Esta telepatía—afección a dis-
tancia—es muy posible que se relacione con
otros fenómenos hipnóticos aun no suficiente-
mente explicados por muy frecuentes que
se den.
¿Cómo explicar la singular concomitancia
que resulta de pensar de improviso en un sujeto
cuyo apartamiento, distancia y silencio nos
consta y hallarnos inopinadamente en su presen-
cia con la natural sorpresa, o recibir ipso facto su
misiva al cabo de un prolongadísimo mutismo?
¿Por qué razón no viene a sorprendernos la re-
lación de un suceso nuevo y desconocido y que
oímos como cosa ya de antiguo sabida? Cuál po-
drá ser la causa que armonice un sueño con he-

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XI
chos reales que le sobrevienen inmediatamente
comprobando la alucinación?
Misterios o fenómenos son de tal importancia,
que es muy justo nos preocupen e interesen.
Como no he de caer en la aberración de creer
en una dualidad del pensamiento ni aceptar el
espiritualismo para razonarlos, a la transmisión
me atengo aunque ella carezca de explicación
plausible.
Yo no pretendo negar que la integrante indi-
vidual comprende un dualismo material y espi-
ritual que es propio ocasionen actos. Estos, aun
cuando provengan de un orden volitivo y cons-
ciente, necesitan órganos de expresión y medios
de actuación. De ahí que, debido a causas mor-
bosas o impresiones sugeridas, se manifieste el
desequilibrio orgánico, que a su vez trasciende
al trastorno psíquico. No olvidemos tampoco el
automatismo de muchas funciones de nuestra
vida y las impresiones que del exterior reci-
bimos.
Que todo ello obedece a una coordinación es
evidente, y locos de atar fuéramos si ante los
fenómenos hipnóticos quisiéramos concluir con
que se derogan las ley es de la vida. No hay tal;
pero ocurre que desconocemos infinidad de di-
chas leyes y, naturalmente, no podemos ex-
plicarnos muchísimas manifestaciones de las
mismas.
Negarlas es cómoda situación, de la misma
manera que resulta jactancioso querer determi-
narlas. Colocarse en el justo medio, que consiste

' teca
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12...
In
en anotarlas sin prevenciones ni prejuicios, será
buena norma.
Los reparos que se opongan con motivo de
este proceder no pueden hacernos mella porque
no pretendemos deducir cosa alguna contraria a
las leyes físicas o a las de conciencia. Sentar la
tesis general de que se adivina y transmite el
pensamiento, parecerá atentatorio a la libertad
moral; pero bueno será adelantarme a las obje-
ciones para repetir una vez más que ni remota-
mente pretendo llegar a tan descabellado propó-
sito que anularla nuestra condición de seres ra-
cionales. Seamos cautos en concluir una tesis y
no se nos olvide cuán diferente cosa sea lo que
los hipnólogos califican de doble conciencia y el
cambio de personalidad. Lombroso mismo, que en
este punto no puede ser sospechoso, sienta el
principio de que «hay un limite para las suges-
tiones, y es el carácter; pero lo mismo que en la
vida ordinaria, éste se ensancha con la edu-
cación».

Conviene recoger un concepto del eminente


doctor Bertrán Rubio cuando dice: «No me aven-
go bien con aquellos autores que adoptan el es-
pecial procedimiento siguiente: un fenómeno se
sale del campo de los de orden parecido hasta
entonces comprobados; no puede explicarse por
ninguna de las leyes naturales conocidas, luego
no puede ser natural. Esto es sencillamente pre-

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XIII

cipitarse en sacar deducciones y sumarlas con


poca lógica, partiendo del supuesto de que co-
nocemos todos los fenómenos naturales posibles
y todas las leyes de dichos fenómenos; lo cual
no es verdad, por desgracia, porque a cada paso
la experiencia nos va demostrando que lo que
conocemos es muy poco en comparación con lo
que nos queda por conocer.»
En efecto: la fijación del sonido por el fonó-
grafo, las experiencias de Tesla para recoger
sin conductores las potenciales eléctricas y en-
cender lámparas de incandescencia, las trans-
formaciones del fotófono, las inducciones, los
rayos Ro%tgen y los ultravioleta, las emana-
ciones radioactivas de Curie y otros progresos,
hubieran merecido pocos años atrás una rotunda
negativa y acaso el menosprecio de los hombres
de ciencia. Es nuestro caso con relación a las
inducciones psíquicas en las cuales es preciso
reconocer la existencia de medios de expresión
material que nos pueden llegar por bien distin-
tos conductores.
Recuérdese en este punto el autorizado pare-
cer del neuropatólogo norteamericano Bird, que
referente a estas inducciones inmediatas las
creía debidas a la rnuscle-reading, lectura de los
movimientos musculares, más tarde analizadas
y comprobadas por el profesor de Lemberg,
M. Ochorowicz.
No vamos a discutir ahora si la percepción
t elepática obedecerá a una especie de atmósfera
se nsible, según quiere Rochas, ni si el fenómeno

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XIV

provendrá de una inducción o una radiación:


en esto de adjetivar, acomodará cada cual su
juicio, pues creo que con recoger la observación,
practicamos de momento lo preciso y conve-
niente. Juzgo que Binet ha llegado en este punto
concreto a una aproximación de la verdad. «To-
dos los cuerpos—dice—poseen una infinidad de
propiedades que escapan a nuestro conocimien-
to, porque, como excitantes de nuestro organis-
mo, faltan a estas propiedades la intensidad o
las cualidades necesarias para hacerle vibrar,
e inversamente; todo lo que percibimos de las
propiedades mecánicas, físicas y quimicas de un
cuerpo se encuentra contenido en las vibracio-
nes que este cuerpo consigue propagar en nues-
tro medio cerebral. Hay en esto un fenómeno de
transmisión análogo al que se produce cuando
se hace pasar a lo largo de un hilo telefónico
una pieza de música; toda la armonía que se
oye al otro extremo del hilo, ha viajado bajo la
forma de vibraciones delicadas.»
Este fenómeno, puramente físico, impresiona
los sentidos y éstos reflejan en la noción percep-
tiva para descifrarlos, sobreviniendo el estado
de conciencia que, por tales hechos, adquiere la
facultad de penetrar por los efectos lo que dima-
na de la causa y aun la causa misma. Con lo
cual, repito, se demuestra claramente la duali-
dad del compuesto humano por cuya composi-
ción diríamos que se completa nuestra racional
esencia.
No creamos ninguna ley natural, pero acer-

ti° lec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


XV

tamos a descubrirla y comprenderla; de ahí que


nuestros métodos de experimentación en cual-
quier estudio nos lleven al fracaso o al éxito.
Fracasamos al apartarnos de la ley que coordi-
na y triunfamos al acercarnos a ella.
Investigar dentro de lo imperfectamente co-
nocido, es materia de estudio que demandará un
nuevo procedimiento en cada error advertido
para llegar, a la postre, a la posesión relativa
de una verdad.
Es nuestro intento en el presente estudio psi-
Co -práctico: seguir los derroteros desconocidos,
tomar atajos, desandar lo andado para descan-
sar a la postre en el dintel de la verdad absoluta.
Parecerá temerario propósito y aun tengo la
certeza de que no resolveré el objetivo soberbio,
pero contribuiré al menos a una aproximación
coordinando el modesto estudio con empresas
de mayor vuelo y con inteligencias más pre-
claras.
En esto, como en todo, habremos de dar con
una parte de escoria que nos oculte la pureza
del mineral y con seguridad que el charlatanis-
mo y los para pris querrán cosechar algunas
nociones para embaucar, como milagreros, a los
indoctos.
Allá ellos con sus conciencias elásticas. Mi
intento consiste en invitar a los estudiosos para
que vayan conociendo algo práctico en los ac-
tuales estudios psicológicos.
Cerremos la antesala, prolongada en dema-
Si a ) y abordemos la lectura de las conferencias

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XVI

que subdivido en dos grupos: el que afecta a la


vibración muscular y el que se refiere al pensa-
miento.
Si al final de estas líneas te ganó la fatiga,
descansa. Si alientos tienes para proseguir, do-
bla la hoja y sígueme.
P.-J. LL.

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PRIMERA PARTE

LA LECTURA MUSCULAR

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ri_ioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)
PRIMERA PARTE

La Lectura Muscular
(Muscle-reading)

TEMA 1

Curso completo. — Tan capaz es la mujer como el hombre para


la realización de los experimentos. — Precauciones. — Pro-
greso gradual.—Razones de la inactividad del sexto sentido.

Propóngome en estas conferencias dar un


Curso lo más acabado posible del arte de inter-
pretar el pensamiento en forma concisa. Pre-
tendo enseñar a los alumnos la manera como
debe practicarse la lectura para que puedan en-
s ayarlo por si mismos. Y aunque al hablar de
a lumnos parezca referirme al hombre, es preciso
re cordar, en cuantas páginas se sucedan, que
reúne la mujer, lo mismo que aquél, las condi-
c iones precisas para el ejercicio de esta facultad
ad ivinatoria, y aun en muchos casos suele obte-
ner mayores y más brillantes resultados que el

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— 20 —

hombre, sin duda por ser más exquisita la per-


cepción y más extremada su sensibilidad.
Escribo mis conferencias en estilo llano y
sencillo para que estén al alcance del menos
docto y pueda asimilar la enseñanza siguiendo
con éxito las instrucciones que recomiendo. Di-
vido el ciclo de conferencias en dos partes. Con-
sagro la primera a la impropiamente llamada
lectura del pensamiento, de la cual trataré en
la segunda.
Deberá el alumno aprenderlas ambas comen-
zando por la lectura muscular, por ser el mejor
método para llegar a la realización de los expe-
rimentos de la verdadera lectura del pensamien-
to o telepatía que la completa.
No conviene precipitarse en los ensayos ni
prolongarlos excesivamente en cada serie de los
mismos. Póngaseles término apenas se advierta
una fatiga física o cansancio del espiritu.
Conviene no olvidar que vamos a imponernos
literalmente una novísima educación: la de los
sentidos. No hay que decir hasta qué punto con-
viene proceder por grados. Si de una parte acon-
sejo no alimentéis excesiva esperanza, también
de otra recomiendo no se desfallezca ante un
fracaso. No es menester maravillarse de que
otros nos aventajen, porque bien sabemos que a
ciertos niños les resulta mucho más fácil que
a otros la lectura. Otro tanto nos podrá ahora
ocurrir, que al fin y al cabo no somos, para esta
clase de estudios, más que niños un poco tallu-
ditos. Es evidente que no todos muestran igual

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— 21 —
aptitud para la educación del sexto sentido, de
la misma manera que un hecho esperanzador,
que no se debe olvidar, nos pondrá en condicio-
nes de comprender que somos capaces y aptos
para lograr provecho. No existe sujeto alguno
de mediana inteligencia que en estado latente
no posea la facultad de leer el pensamiento
ajeno, aunque la educación objetiva que haya
recibido reduzca la disposición para los estudios
mentales y que, por consiguiente, al igual que
las restantes facultades humanas que permane-
cen ociosas, tenga atrofiado el sexto sentido.
Suele ocurrir que nos sorprendan algunas veces
irrecusables pruebas de su existencia acerca de
las cuales no es posible l lamarse a engaño. Nos
llegan en forma de intuiciones y relacionadas
con desgracias ocurridas a seres muy queridos,
muchísimo antes de que las podamos conocer
por los medios corrientes. Por mucho que tales
mensajes silenciosos nos admiren, una vez pa-
sada la sorpresa, no nos paramos a meditar que
forzosamente debe existir una ley que regule
tales fenómenos.
Desconocemos el alcance de esta idea, la cual,
aun ignorando su extensión y cantidad de fuerza
y careciendo de datos acerca la composición de
su energía, pudiéramos no obstante aprovechar.
Y es por lo mismo que preferimos recurrir a la
electricidad por cuanto más cómoda, grata y
provechosa.

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— 22 —

TEMA 2

Primer ensayo.—Manera de practicarlo.—Indicaciones muscu-


lares.—Vibraciones.—Acti yidad muscular inconsciente.

Conviene ante todo establecer la diferencia


entre la verdadera y la falsa lectura del pensa-
miento. Para lograrlo, escojo un ensayo vulgar
de adivinación que nos demuestre que ninguna
relación existe con el ejercicio mental.
Cúbranse cuidadosamente los ojos del expe-
rimentador, al que se conduce fuera de la habi-
tación. Durante su ausencia convengan los pre-
sentes en esconder un objeto, un cortaplumas,
por ejemplo, en un lugar recóndito de aquélla.
Vueltos todos a sus respectivos sitios, llámese al
experimentador.
Apenas regresado dice: «Deseo que alguien
conocedor de dónde el objeto se halla escondido
me dé su mano. Si fija y concentra su atención
en el lugar donde se esconde para pensar luego
en el objeto mismo, creo que descubriré ambas
cosas. Ruego a los espectadores que vengan en
mi ayuda pensando en la cosa escondida, con lo
cual no dudo que podré llegar rápidamente al
resultado definitivo. El sujeto que va a pres-
tarme su mano es menester que se comprometa
a dicha reconcentración. Agradecería que de
entre vosotros escogierais a quien por tempera-

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan Marcht (Madrid)


— 23 —

mento fuera muy sensible y tuviera bien des-


arrollada la fuerza de concentración. Cuando
estéis dispuestos empezaremos.»
En este punto alguien que sepa y haya visto
dónde se guarda el objeto, coloca su mano de-
recha sobre la izquierda del operador. Estudia
éste las impresiones que se señalan y le llegan
por las contracciones musculares de la mano
que aprisiona, y se dirige despacio hacia el es-
condite. Si se paraliza súbitamente el indicio
que le marca la dirección deseada, avanza brus-
camente un paso y ordena con viveza y rapidez:
« ¡Piense, piense usted! Fije su atención en el es-
condrijo y no piense en cosa alguna como no sea
el lugar designado.» El efecto de este brusco
mandato no tarda en producirse; el conductor
imprime inconscientemente un movimiento vi-
bratorio a su mano con cuya señal tiene bastan-
te el experimentador. Afecta dicha vibración
una o dos formas: puede mostrarse tenuemente
por un movimiento de oposición; una a manera
de tendencia a retroceder que señala al operador
una dirección equivocada, o bien afecta la forma
clara de conducción cual si le acompañara y sos-
tuviera. En ambos casos y por el movimiento de
la mano conoce el que ensaya la buena serial
para seguir la dirección debida. No hace más que
observar las vibraciones de la mano que estre-
cha y téngase en cuenta que el guía conoce de
qué manera puede ayudar al operador. Proce-
diendo con lealtad, fija el conductor su atención
y mirada en los lugares inmediatos donde el ob-

itleteca de Ilusionismo. Fundación J11.231. March (Madrid)


— 24 —

jeto se esconde y cuanta mayor sea su concen-


tración para el fin que se pretende, mayores y
más intensas serán las vibraciones que emana-
rán de su mano. Cuanto más se penetre del cum-
plimiento de su deber, en mayor grado contri-
buirá e inconscientemente auxiliará al vendado.
Para quienes han concurrido a los notables ex-
perimentos de adiestrados lectores musculares—
conducir un carruaje con los ojos vendados, ha-
llar alfileres clavados en la alfombra, descubrir
nombres encerrados dentro unas páginas—el que
refiero les parecerá sencillísimo y fácil. Por con-
siguiente, me atrevo a afirmar—dejando para la
ocasión oportuna tratar de la certeza de adivinar
y transmitir el pensamiento—que esta lectura
vulgar es rigorosamente exacta.
¿Podemos explicarnos de qué manera trans-
mite inconscientemente el guía dichas impresio-
nes al operador? De un modo bien sencillo: se
encierra en el axioma de que todo pensamiento
tiende a revestir una forma de expresión.
Y la demostración concluyente de este prin-
cipio se halla en el gesto que acompaña a un es-
tado mental de miedo, alegria, tristeza, cólera,
sorpresa, etc. Repasad las obras de Mosso y sus
experimentos y llegaréis a una conclusión fisio-
lógica razonable. Las expresiones que acompa-
ñan a cada una de las emociones, son invaria-
blemente automáticas, con lo cual dicho se está
que la persona que las revela, lo hace sin darse
la menor cuenta.
El secreto de dicho mecanismo indicador con-

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— 25 —
siste, pues, en la acción automática y en la acti-
vidad muscular inconsciente.
Practicad un simple experimento cualquiera
y habréis de convenceros de que la acción men-
tal y la acción muscular tienen una conexión tan
intima que la una depende de la otra. Cuando
pensáis en un determinado objeto colocado a
vuestra derecha que deseáis alcanzar, el cuerpo
se inclinará insensiblemente hacia él y lo propio
ocurrirá, aunque en sentido contrario, si ocupa
el lado izquierdo.

TEMA 3

La práctica es indispensable.-- Efectos de los ensayos.—El se-


creto consiste en interpretar los movimientos.—Es menester
en el guía una concentración de su espiritu.—Duración de las
prácticas.

Por muy sencilla que sea la explicación y la


manera de obtener tales resultados, es imposible
que inmediatamente se obtengan con éxito los
que vamos a describir. Es absolutamente indis-
p ensable ejercitarse; es menester hacer prácti-
cas. Hay que proceder con orden y pasar de los
ensayos fáciles a los más complicados. Empié-
cese por conocer un objeto en el cual piensa el
guía y se acabará por uno de los más sorpren-
dentes experimentos que aturdirán al especta-
dor: abrir una caja de caudales cuyo secreto po-

teca de Ilusionismo. Ftutdación Juan March (Madrid)


seen únicamente el director y el cajero. No creo
que se pueda dar un ejemplo que admire en ma-
yor grado a quienes lo presencian, pues tienen,
o creen tener a la vista la demostración comple-
ta de la adivinación del pensamiento, y aunque
en realidad sólo se trate de la lectura de la vi-
bración muscular, perderíamos lastimosamente
el tiempo si pretendiéramos explicarlo a los sor-
prendidos espectadores. Cuando hayáis compro-
bado el efecto que producen los resultados en
los concurrentes, no cometáis la torpeza de que-
rerlos razonar. El auditorio no sólo no os habría
de agradecer la franqueza, sino que experimen-
taríais la contrariedad de haber desvanecido su
admiración. Cuando se trate de la adivinación
positiva del pensamiento, podéis obrar sin reser-
va y hablar con entera libertad, pues aunque
enseñéis de qué manera se realiza, es ahora—
corno antaño—un misterio impenetrable... si-
quiera mañana se nos alcance.
Creo haber señalado con suficiente claridad
que la manera de obtener un éxito en la lectura
muscular, consiste en el movimiento de la mano
del guía, vibración o pulsación originada por la
concentración de su pensamiento hacia el objeto
que se busca. Mi deseo consiste, pues, en que
al empezar os penetréis bien de la única impor-
tancia que hay que conceder en este respecto, y
que estriba en interpretar con exactitud dichos
movimientos. La labor os resultara hacedera.
muchas veces para convertirse en algo más difí-
cil otras. Una gran parte de éxito dependerá de

1ioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 27 --
la fuerza de concentración que ponga el guía
cada experimento. Si echáis mano de un con-
ductor cuya atención se distrae o que se empeña
en no auxiliaros siguiendo con indiferencia el
ensayo, lo advertiréis al punto al comprobar que
los movimientos y vibraciones son ininteligibles
por lo sutiles y menos sensibles que en otros
casos. Por otra parte, ensayando con sujetos dis-
tintos os será fácil leer las indicaciones con tal
rapidez que mejor creerá el auditorio que con-
ducís a vuestro agente a que éste os induce. No
olvidéis que la constancia en la practica es in-
dispensable para obtener fruto; diariainente
advertiréis un adelanto y destreza en interpretar
las indicaciones de la mano sin que ninguna
dificultad o fatiga os produzcan tales ensayos.
El creciente progreso que habréis de advertir
en vuestros ejercicios os los convertirá en agra-
dables pasatiempos, con los cuales, al paso que
recrearéis a vuestros amigos, os procurarán
grato solaz. Vaya mi consejo recomendändoos
que trabajéis durante un mes, por lo menos, en
los experimentos que se resefían en esta primera
parte y empleando en ellos una hora diaria. Al
cabo de este tiempo estaréis en condiciones de
ejecutar las mismísimas bazafías que dieron
celebridad a los Johstone, Bishop y Das. Si con
entera perseverancia dedicáis un mes a tales
ejercicios, me atrevo a garantizar que, pese a
lo dificil que en principio os parezca la interpre-
tación de los indicios, os convertiréis en adivi-
nadores reputadishnos.

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madzid)


— 28 —

TEMA 4

Agitación simulada. —Algunos métodos para recibir indicaciones.


—Lo que las vibraciones ensefian.—Objetivo de tales ejer-
cicios.

Dos cosas conviene tener presente: es la pri-


mera que fingiendo durante los experimentos
una agitación especial, desconcertáis al agente
obligándole a su vez a mostrarse tan impulsivo
como pareceréis serio y con lo cual acrecerán
las impresiones que os suministre. Consiste la
segunda en que no estáis ligado a un sujeto in-
diferente para recibirlas. Acabé de indicaros, al
exponer un ensayo, de qué manera se transmi-
ten las contracciones musculares de la mano del
guia a la vuestra. Con todo, hay que recordar
que en todos y en cada uno de los casos las in-
dicaciones transmitidas son de igual naturaleza.
Una vez poseáis el sistema antedicho, lograréis
fácilmente los restantes acreciendo de esta suerte
los efectos y resultados al ir variando de méto-
dos. La práctica os enseñará que podéis recurrir
al empleo de un alambre o de un simple cordel
en sustitución de la mano, sin que por ello dis-
minuyan las vibraciones netamente percibidas.
Cogidos a un extremo del medio conductor, ha-
réis que el guía coja el opuesto y mantendréis
cierta tensión entre ambos para recibir las im-

Biblioteca de Ilusionismo. nuulación Juan March (Madrid)


— 29 —
presiones. Otro de los medios consiste en pedir
al agente que pose la palma de su mano sobre
vuestra frente. Lo curioso de tales experimentos
consiste en que al cabo de pocas pruebas inter-
pretaréis inmediatamente lo que un movimiento
signifique por parte de vuestro guía. Conoceréis
la dirección en que debáis 'Bo y eros, o buscar un
objeto escondido, sabiendo al tocarlo si acertáis
o no en el designado previamente. Iré luego de-
tallando, en los sucesivos temas, aquellos movi-
mientos de los cuales se debe desconfiar y aun
la manera de interpretarlos. Recordad, en una
palabra, que se persigue un objetivo al recomen-
daros por una temporada las prácticas de lectura
muscular y cuyo objetivo no es otro que el de ir
desarrollando vuestra facultad para la concen-
tración mental y extremar la sensibilidad, sin
cuyas condiciones os seria en absoluto imposible
llegar a la verdadera adivinación del pensa-
miento. La lectura muscular contribuirá a tales
efectos, avivará ambas facultades y os dejará',
dispuestos en breve plazo.

TEMA 5

Nuevo experimento.—Ventaja de llevar los ojos vendados.—


Ley esencial.—Hallazgo del objeto escogido. —Actitud de
los concurrentes.

Al abordar un experimento, escogerán los pre-


sentes determinado libro de entre un montón de

teca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 30 —
ellos dispuestos sobre una mesa y colocándolo
en el cuarto lugar empezando por arriba. En di-
chos ensayos desempeñaréis siempre el papel
de adivino. Luego que se os hayan vendado los
ojos entraréis en la sala acompañado de la mano
por un individuo que sirva de guía. Por el
solo hecho de ir vendado, no sólo adquiere ma-
yor importancia la prueba, sino que os ayuda
a fijar la atención en las vibraciones de la mano
sin que la vista se distraiga en las cosas que os
rodean. Lo primero que debéis hacer, después
de exhortar al agente para que concentre su
pensamiento en el objeto, es avanzar de frente
o de lado. Fijaos en las indicaciones, la primera
de las cuales consistirá en conocer la dirección
que debéis tomar. He aquí un método que lla-
maría ley esencial:
Seguir la linea de resistencia menor.—Si em-
prendéis una falsa dirección, la mano del guía
os lo advertirá al punto. Si vais bien orientado s,
no experimentaréis presión alguna y aun nota-
réis una a manera de tracción aprobadora en
aquel sentido. Podemos admitir como ley inhe-
rente a la naturaleza humana, que el agente
desea vuestro triunfo, con lo cual os ayudará
inconscientemente, o por mejor decir: ningún in-
terés tendrá en extraviaros con deliberado pro -
pósito. Poco a poco, comprobaréis sin dificultad
mayor que se os atrae hacia la mesa. Alcan-
zarla, bajaos tanteando a ciegas a todos lados.
Si os equivocáis, experimentaréis una sensació
de resistencia en la mano del agente y una

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 31 —
bración elevatriz; si, por el contrario, acertáis,
y existe debajo de la mesa algo que hay que
coger, la mano os indicará un descenso adelan-
tándose a vuestro movimiento. Pero en la prueba
elegida, la de descubrir un libro que está sobre
la mesa, vuestro movimiento buscándolo debajo
es erróneo y también por la mano vibratoria lo
habréis de comprobar. Os iréis, pues, endere-
zando poco a poco, tanteando en el aire con la
mano libre y notaréis que la mano del guía no
Sólo se eleva con la vuestra, sino que se para-
liza apenas alcanzáis el nivel de la mesa; os dará
una ligera sensación de peso si rebasáis la linea
y aflojará de pronto apenas la alcancéis. Se po-
sará vuestra mano en aquélla buscando el
objeto. En este punto, ordenad al guía que
piense intensamente en lo que es preciso hallar.
Iréis tocando diversos objetos, pero la resistencia
anterior os indicará que no alcanzáis aún lo que
se pretende. Por último, dais con el montón de
libros e inmediatamente se hace ligera la sensa-
ción de contacto de vuestras manos; se paraliza
la tensión y por ello »O es posible error si juz-
gáis estar sobre segura senda. Después que ha-
yáis reposado un instante, recorred de alto abajo
y viceversa el montón de libros. Como primer
experimento sera bueno convenir se os libre de
e jecutar una prueba muy complicada y que os
manden buscar algo de regular tamaño, como el
libro en cuestión, para dedicaros luego a más
difíciles pruebas.
Volviendo al ensayo, apenas toquéis el libro

Ba de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 32 —
elegido, se aflojará súbitamente la mano del con-
ductor indicandoos que terminó la prueba. Pero
es que, además, por la actitud de la asamblea
os llegará un auxiliar eficacisimo. Ocasiones so-
bradas tendréis para comprobar que ciertos con-
currentes ponen tanto interés en la prueba—creí-
dos que de su concentración depende también
buena parte del éxito—, que en el preciso ins-
tante que alcanzáis el objeto y aun mucho antes
de que lo levantéis en alto, lanzan un suspiro de
satisfacción y la agitación y murmullos os evi-
tarán seguir por más tiempo por caberos la
seguridad de que llenasteis satisfactoriamente
el ensayo.

TEMA 6

La prueba de la aguja. — Notable procedimiento. — Efecto sor-


prendente. — Ejecución facilísima cuando se interpreta la
significación de las señales.

En este experimento eligirán los concurrentes


un alfiler y, aprovechando vuestra ausencia, uno
de ellos practicará un agujero en la pared con
la misma aguja en presencia de los demás. Esto
hecho y advertidos todos, retirará el alfiler para
esconderlo en un rincón de la sala bajo la alfom-
bra. Dispuesto todo, bien conocedores del lugar
donde el alfiler se esconde, sois llamados. To -

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 33 —
maréis la mano de vuestro guía o le entregaréis
la vuestra, según mejor os convenga, y empeza-
réis a llenar vuestro cometido yendo en busca
del alfiler para dar con el agujero practicado en
la pared y en el cual colocarlo de nuevo. Antes
de comenzar el ensayo no estará de más adver-
tir a los presentes de los propósitos, consistentes
en lo anteriormente dicho, para lo cual pediréis
cine se os instruya de vuestra obligación. Con
esto se os hará más fácil el trabajo pues sabréis
por lo menos lo que se os exige. Unicamente los
experimentadores muy ejercitados pueden rea-
lizar con éxito sus trabajos desconociendo de
antemano aquello que deberán ejecutar. Al
pronto, sabréis ya vuestro objetivo experimental:
hallar un alfiler.
Relacionado éste con el anterior ensayo, sa-
béis la manera de dar con la aguja en el suelo
y no sobre los vestidos de un individuo o en lugar
distinto. Y como en los demás casos, la mano
del agente transmisor os declarará si vais por
buena senda cuando subáis hacia las cortinas o
vengáis a inclinaros sobre el suelo.
Una rez adquirida la seguridad de que vais
Siguiendo una buena pista, el raciocinio os indi-
cará que el alfiler no se halla en la superficie,
sino que para acrecer las dificultades lo habrán
encerrado bajo sobre o puesto en un repliegue
de la alfombra. Con esto no os será dificil dar
con el alfiler y el muro. Desde luego se puede
practicar un ensayo que habrá de parecer asom-
broso a los presentes e inexplicable por cualquier
3

ec a de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 34 —

otra hipótesis extraña a la transmisión del pen-


samiento.
Cogido el alfiler con la mano libre, la pasea-
réis de un lado a otro dentro de un limitado
espacio de pared; bajándoos o levantándoos gra-
dualmente, daréis con la altura precisa del agu-
jero; procuraréis que sea más lento el movimiento
hasta acertar con el lugar preciso donde se hun-
dió la aguja. Desde el primer ensayo se com-
prueba que no es difícil clavar la aguja a unos
centímetros de dicho punto, pero con alguna
práctica se logra acertar con el sitio exacto del
agujero.
Para dar con 61, conviene atender a la dis-
tensión muscular de la mano del guía al tantear
los sitios que iréis recorriendo. Con ello la
mano aprisionada ejecutará un imperceptible
movimiento de conducción a derecha o izquierda
hasta paralizarse por completo apenas alcancéis
el radio preciso del lugar buscado; inmediata-
mente otra tensión tenue en determinada direc-
ción, a derecha o izquierda, a lo alto o por bajo,
seguirá los reducidos círculos que trazaréis alre-
dedor del lugar escogido.
Por último advertiréis una distensión abso-
luta al acertar con el punto preciso. Por muy
tenues que dichos signos sean en ciertos indivi-
duos, una sola es su caracteristica para que
quepa engaño respecto a su significado, que iréis
conociendo después de repetidos ensayos y me-
diante una observación profunda.

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 35 —

TEMA 7

Un asesinato fantástico. -- Cómo se practica.—Escenas vivas.—


Escribir el valor de una moneda que se haya elegido.—Cam-
bio de guía.

El asesinato imaginario constituye uno de los


experimentos de mayores efectos que pueden
realizarse desde el principio.
Mientras estáis ausentes de la habitación, eli-
gen los espectadores quien desempeñe el papel
de víctima, otro que represente al asesino y es-
cogerán el arma—por lo común una plegadera—
con la que se supone cometido el crimen. Lo pri-
mero que simulará el supuesto criminal consis -
tirá, en apuñalar a la víctima ocultándola en un
sitio cualquiera para esconder el instrumento en
otro lugar y sustrayéndose a sí propio.
Esto hecho, entraréis en la habitación con los
ojos vendados, como se supone, y descubriréis
primero el arma, la víctima después y al asesino
finalmente. Colocando luego al asesinado en la
misma posición y lugar donde se supone acae-
cido el crimen, empuñaréis el arma para herir en
el sitio mismo donde el criminal hiriera. Después
de lo cual podréis aligeraros de la venda.
Para triunfar en todos y cada uno de dichos
experimentos es menester que el guia elegido
sea persona de observación atenta y de fácil me-
moria para que recuerde con exactitud los luga-

ea de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)


— 313 —

res donde objetos e individuos están ocultos y


no os desconcierte al olvidarlos. Nada nuevo
sobrevendrá en tales ensayos, como no sea el de
acertar el sitio adonde se dió la puñalada. Pero
aun esto, por sorprendente y maravilloso que
pueda parecerles a los espectadores, tiene una
fácil solución con realizar exactamente lo mismo
que practicasteis en el anterior ejercicio; tan-
teando el arma de un lado a otro hasta que la
indicación del guía, por la vibración muscular
de su mano, os advierta el punto preciso.
La reproducción de escenas vivas es otro de
los experimentos de hermosos resultados. Varios
espectadores forman un grupo o cuadro para
ocupar luego sus asientos. El operador deberá
hallarlos, llevándolos a ocupar el sitio donde
constituyeron la escena. Este ejercicio resulta
tanto más fácil por cuanto, aparte las indicacio-
nes del gula, cada individuo de los del grupo
tiende natur almente a adoptar la actitud que
eligiera.
Un ejercicio algo más difícil, pero en el que
podréis salir airosos con alguna práctica, con-
siste en adivinar un número previamente ele-
gido. Por lo común suelen elegir el valor de una
moneda o el número de un billete de Banco.
En la mano derecha empuñaréis un trozo de
tiza. El guía que elijáis, y que puede serlo cual-
quiera que conozca el número, colocará los de-
dos de su mano derecha sobre el dorso de la
vuestra. Pedidle con insistencia que concentre
su pensamiento en la primera cifra de la canti-

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 37 —
dad y lograréis escribirla sobre un encerado, y
así sucesivamente las restantes cifras hasta com-
pletar el guarismo pedido. Si la colocación de la
mano no precisara las vibraciones, tomadla den-
tro de la vuestra que podréis oprimir logrando
con mayor facilidad un mismo resultado.
Una cosa es preciso advertir al practicar es-
tas pruebas: que escribáis las cifras con lentitud
Y que pongáis especial cuidado en las tres pri-
meras. Si advirtierais una carencia de indica-
ciones precisas durante el ensayo, escribid y bo-
rrad dos o tres números y aun cabe que solici-
téis nuevo guia pidiéndole que concentre su
atención en la prueba y en la cantidad, proce-
diendo ordenadamente al pensar y apuntar una
cifra tras otra. Lograréis con esto que la obser-
vación del gula se fije en la dirección de la tiza
y por lo mismo resulte más fácil el trazado que
recorráis para formar el número. Camprendien-
do el guía el grado de responsabilidad que le al-
canza y la importancia de su intervención, le
ganará el deseo de que con él salgáis airosos de
l a prueba, pues tendrá por seguro que depende
vuestro acierto del grado de concentración que
le hayáis solicitado.
Téngase asimismo presente que dicho cam-
bio de gula puede conveniros al realizar otros
e nsayos en determinadas circunstancias, cuando
Por ejemplo no se avanza en la prueba, por lo
cual algunas veces conviene cambiar hasta dos
o tres veces al sujeto inductor. No hay que decir
cuán conveniente es practicar todos los experi-

eca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 38 —
mentas con aquel sujeto cuya sensibilidad exqui-
sita y percepción aguda hayáis comprobado. Con
todo, no se proceda en esto de un modo sistemá-
tico, pues al empezar vuestras prácticas cuan-
tos mas guias emplearéis para la interpretación
de indicaciones, mayor será la experiencia que
adquiriréis en el descubrimiento de la verdad.

TEMA 8

Dibujos de animales.—Guiar un carruaje con los ojos vendados.


--Lo que suele ocurrir.—Secreto en el vendaje de los ojos.—
Pelotillas de algodón.

Trazar el contorno de un animal que un ar-


tista preser.f e ha bosquejado sobre un papel, y
que ha mostrado a la concurrencia para guar-
darlo luego en su bolsillo, es otro de los ejerci-
cios que aumentan prodigiosamente la novedad
y acrecen la amenidad de una velada. Obedece
este sistema a los mismos principios anterior-
mente explicados, aunque para realizarlo con-
viene que la mano del guía se pose de plano so-
bre la del que debe dibujar, con lo cual se recibi-
rán más directamente las impresiones logrando
mejor provecho.
Y llegamos con esto al más original de los
ejercicios, que consiste en guiar un carruaje
teniendo vendados los ojos. Estriba en él el suni-

liotec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 39 —
mu222 de todos los adivinadores del pensamiento
desde Brown a Cumberland.
Nómbrase un comité, dos de cuyos individuos
se encargan de trasladarse en carruaje a un ho-
tel situado a lejano sitio de la ciudad; una vez
allí, escogen un nombre de los inscritos en el re-
gistro y vuelven al punto de partida por lugares
distintos. El adivinador pide a uno de los del co-
mité que le venda los ojos, toma la mano a uno
de los dos sujetos que hicieron el recorrido, pide
que le conduzcan al carruaje, monta en el pes-
cante, empuria las bridas en la diestra mientras
en la izquierda guarda la mano del agente in-
ductor y, al galope tendido, parte por las calles
que llevan al hotel escogido, en cuyo libro regis-
tro busca y encuentra el nombre anotado y, vol-
viendo al carruaje, emprende el regreso por la
segunda ruta hasta llegar al sitio de donde par-
tiera.
Es hazaña de grandísimo efecto, la cual, sin
embargo, es un compuesto de adivinación y as-
tucia. Si ésta se descubre, todo queda reducido
a una simple lectura muscular. Consiste el arti-
ficio en la manera de practicar el vendado de
los ojos. El operador suele ver por debajo o a tra-
vés de la venda. Generalmente el adivino lleva
en su bolsillo un pañuelo de seda negro previa-
mente plegado, que aplica sobre sus ojos para
rogar a uno de los individuos comisionados que
se lo anude. Realiza éste el ligado por las ex-
tremidades, sin fijarse de que manera están dis-
puestos los dobleces. Lo que le interesa es prac-

teca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 40 —

ticar el atado de tal manera estrecho que no se


mueva o corra ni le permita ver por debajo. Pero
tampoco al operador le interesa poder ver por
debajo, ya que vertí, al través y bien distintamen-
te si se le acepta el plegado del pañuelo que
ofrece para la prueba. Puede el iniciado compro-
barlo por si mismo con un sencillísimo ensayo.
Tómese un pañuelo cuadrado, de seda negra, y
una de cuyas puntas se pliega hasta muy cerca
del centro; igual operación se practica con el ex-
tremo opuesto con lo cual vienen a quedar dos
dobleces paralelos próximos al centro que es
precisamente el que se colo' -t cobre los ojos. La
parte exterior aparecerá lisa cual un plegado or-
dinario y es claro que el operador verá a través
de la seda por entre la comisura paralela casi
junta, aunque con la relativa obscuridad que
produzca el tejido. De esta manera se compren-
de cuán fácil habrá de resultar la conducción de
un carruaje a través de calles y caminos.
Ocurre otras veces que el adivinador no vea
a través, pero sí por debajo, y lo logra cuando
más parece asegurar la imposibilidad de la vi-
sión. Suele insistir en que se le coloquen dos pe-
lotillas de algodón, una para cada ojo, que recu-
bre con el pañuelo. Frunce la frente y baja los
párpados cuidando que la apretura del vendaje
sobre la frente sujete el algodón y una vez ven-
dado, levanta los párpados desarrugando la fren-
te y así se produce una elevación de algodón y
venda que dejan rendijas bajo las cuales es posi-
ble observar a algunos pasos de distancia levan-

1.ioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 41 —
tando e inclinando hacia atrás la cabeza. Podrá
parecerle complicado este sistema a quien no lo
haya ensayado, y con todo, es bien sencillo y
cierto. Siguiéndolo y ensayándolo repetidas ve-
ces lograréis la admiración de vuestros amigos
cuando os vean leer sin dificultad mayor y en un
libro cualquiera a través de una venda que tie-
nen por tupida,. Mediante tal astucia se logran
efectos sorprendentes.

TEMA 9

Abrir una caja de caudales.—Sorprendente resultado de la lec-


tura muscular.— Consecuencias de tales prácticas.—Sanci-
llez en el método—No se expliquen los ejercicios y proce-
dimientos.

Si en una casa bancaria o comercial practi-


cáis la apertura de una caja de caudales, cuyo
secreto es de pocos conocido, demostraréis haber
llegado a la extrema pericia de la lectura mus-
cular. El resultado cl*licha operación, ofrece a
la compañía y a sus empleados un ejemplo prác-
tico y lamentablemente justificativo de algunas
pérdidas de valores y robos audaces. Por tal ex-
tremo les impresionará vuestro triunfo, que se-
rán incapaces de razonar la causa.
Resultaría de todo punto imposible para un
novicio en el arte de interpretar las vibraciones
Musculares que pretendiera realizar dicha prue-

teca de Ilusionismo. Fundación Juan Manch (Madrid)


- ",•••¡

— 42 —
ba. Con seguridad fracasaría al pronto aun cuan-
do todo sea hacedero mediante la práctica per-
severante. Pero si, procediendo con orden, vais
ensayando pacientemente, no es aventurado afir-
mar que al cabo de un mes os hallaréis en condi-
ciones de abrir cualquier caja de caudales con
regiszo partiendo del natural supuesto de que el
director, cajero o persona conocedora del secre-
to se preste a ayudaros en vuestras tentativas.
La trascendencia misma de la prueba produ-
cirá cierta expectación insólita en quienes co-
nozcan la combinación, y conforme el ejercicio
avance iréis recibiendo claros indicios. Recuér-
dese, con todo, que no aconsejamos ensayar
prematuramente dicha prueba, para la cual no
precisan especiales instrucciones. Lo más que es
menester para realizarla con éxito, consiste en
la exacta interpretación de señales, cosa fácil
de lograr mediante que ejercitéis vuestra sensi-
bilidad para percibir las transmisiones.
Advierto, por último y una vez más, que la
explicación de cómo se realizan los experimen-
tos, conduce a destruir por completo el efecto
que los mismos produzcan.

tioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


OlOr "•%,

SEGUNDA PARTE

LA ADIVINACIÓN DEL PENSAMIENTO

'oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


Biblioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)
SEGUNDA PARTE

La adivinación del pensamiento


(Afección a distancia)

TEMA 10

Telepatla.—Transmisor.—Receptor. —Sexto sentido.—Auxiliar


poderoso de la lectura muscular como preparación a la
Telepatía.

Llegamos ya al examen y forma de realizar


la telepatía. De ahora para lo sucesivo la expre-
sión « lectura del pensamiento» querrá significar
transmisión o recepción positiva del mismo, en
cierto modo distinta de la lectura muscular. En la
primera se sigue un procedimiento de esencia
mental, mientras que en la segunda nos valemos
de un agente físico, cualquiera que sea el al-
cance que a la palabra concedamos. Estriba el
principio de la lectura muscular en cierto con-
tacto fisico establecido mediante la mano, un
hilo o una varilla; el principio de la lectura del
Pensamiento consiste en transmitirlo sin contacto
material alguno y sin el auxilio de los sentidos.

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 46 —
Acaso sea conveniente explicar la termino-
logía.
Entendemos por transmisión, el envío o emi-
sión de un pensamiento que pasa directamente
al espíritu del sujeto, sirviendo de intermediario
el espacio. La persona que envía su pensamiento
es el transmisor.
Recepción equivale a la acción de percibir el
pensamiento emitido, y al sujeto que tal acci-
dente recibe lo conocemos por Receptor.
Estos significados son más fáciles de retener
y evitan las confusiones que se derivan de las no-
ciones de Agente, Recipiente y Percipiente, etc.
Así, en términos generales, decimos que tele-
patía es la ciencia o arte de la transmisión del
pensamiento; la emisión y recepción de pensa-
mientos-mensajes en forma de palabras o imá-
genes sin que concurra el auxilio de los sentidos
físicos o corporales.
Por lo mismo clasificamos al pensamiento
como un sexto sentido—para llamarlo de algún
modo—esencialmente distinto del gusto, oído,
vista, olfato y tacto.
Convendréis conmigo desde luego en que es
más fácil recibir un mensaje que mandarlo. La
práctica de la lectura muscular dispone de un
modo admirable para la recepción de dichos
mensajes, por lo cual no me atrevería a aconse-
jaros ninguna tentativa ni experimento de adi-
vinación sin antes dominar por entero lo con-
cerniente a lectura muscular.
Durante muelileitno tiempo ee ha tenido a la

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Mathid)


O/7

— 47 —
i nterpretación del pensamiento como una reali-
dad cuya existencia se ha creido caprichosa, de
i rregulares manifestaciones y dimanante de leyes
desconocidas. Se ha tenido y tiene como una
facultad especial y extraordinaria concedida a
ciertas personas y negada a otras.
Con todo, yo pretendo demostrar sucinta-
mente en estos temas que, por medio de prácti-
cas graduales, el desenvolvimiento de este sexto
sentido es accesible a cualquier ser humano pues
que su desarrollo dimana, al igual que las res-
tantes facultades, del ejercicio ordenado. Y si
esta condición peculiar no se ejerce y desen-
vuelve, no es de extrañar que la t9lepatia no
Pueda aún servirnos como medio de comunica-
ción ordinaria entre los individuos. Si los niños
adquirieran la costumbre de establecer por el
solo pensamiento sus relaciones de la misma
s istemálica manera que se Comunican con la
Palabra o igual que se emplean en el cálculo arit-
Mético, los resultados serian ya más manifiestos.

TEMA 11

NO procisa esfuerzo.—No se requiere fe.—Primer ensayo.—


Recomendaciones a los presentes.—Tranquilidad de espíritu.
—Formas que suelen afectar los mensajes recibidos.

Para alcanzar algunos resultados en telepa-


tia no precisa ningún esfuerzo febril por parto

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— 48 —
del Transmisor, de la misma manera que tam-
poco es necesaria la sobreexcitación nerviosa,
o se imponga violencia alguna. Muéstrese sose-
gado, tranquilo, dueño de sí mismo y reposado.
Debe parecerse su espíritu al del paciente inves-
tigador que va ensayando y comprobando para
alcanzar únicamente una certeza. Importa poco
que mantenga la creencia de que puede trans-
mitir el pensamiento, pues al cabo de algunas
pruebas, y si es que dispone de un buen recep-
tor, irá adquiriendo confianza y quedara satis-
fecho con los resultados que obtenga.
Lo que si es esencial es que guarde silencio
y evite ciertos actos que puedan distraer la
atención del receptor.
Cuanto llevo dicho concerniente a la dispo-
sición mental del transmisor, se aplica y con-
viene en mayor grado a la actitud y estado del
receptor. Procure esté no excitarse, permanecer
sosegado y exento de prevenciones.
En la primera prueba hará que le sean ven-
dados los ojos exactamente como dejé indicado
para la lectura muscular y podrán practicarse
algunos ejercicios sencillos de interpretación vi-
brátil muscular como entrenamiento que le ponga
en condiciones de una sensibilidad indispensa-
ble. Ya en buena disposición, rogad a los asis-
tentes que decidan en secreto la elección del
individuo que deberéis tocar al entrar de nuevo
en el salón. Cuando se os llame, colocaos en el
centro de la habitación, procurando que os rodeen
los presentes en un círculo lo más amplio posi -

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 49 —
ble. Rogadles luego que se os indique gradual-
mente la forma de vuestro proceder. Si el indi-
viduo que debéis tocar está, por ejemplo, sen-
tado detrás vuestro, cada cual de los presentes
debe ordenar que retrocedáis, pues no conviene
al pronto pedir que se toque inmediatamente al
sujeto elegido. Menester será que os vayan guian-
do por grados y así, bastará con que silenciosa-
mente manden que retrocedáis. Si se sigue al
mandato vuestra obediencia, continuarán dispo-
niendo de esta suerte: ¡Más atrás! ¡Alto! Vol-
veos. Extended la mano. Tocad al individuo.
¡Basta!
Por otra parte, y en cuanto se atafi e, una vez
hayáis expuesto la forma de proceder, debéis co-
rresponder, es decir, tenéis que fijaros en la im-
presión más manifiesta que os llegue. Una adver-
tencia: libraos de la sensación de contrariedad
que pudiera acecharos si no percibierais una im-
presión concreta. No olvidéis que la ley telepá-
tica descansa en la de Harmonía y que la del
p ensamiento—resultante de relaciones satisfac-
t orias—es la disposición más recomendable para
los ejercicios que vais a ensayar. Recordad, asi-
mismo, que no importan los desastres que os
Puedan ocurrir, puesto que perseguís un éxito
que no puede eventualmente alcanzarse. Y así,
en vuestros estudios, toda precipitación persi-
guiendo resultados seria impropia por cuanto
hay que atemperarse al curso de los aconteci-
mientos. La mejor disposición de ánimo la ha-
l laréis en una tranquilidad observadora. Ni os
4

eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 50 —

precipitéis ni seáis vehementes: aborreced la


impaciencia y el mal humor librändoos de locas
prisas. Por lo mismo que os es menester una per-
cepción aguda para alcanzar las impresiones
externas, la pasividad y la ausencia de de-
seos desgobernados para alcanzar el objetivo
os son indispensables de todo punto para el
triunfo.
• No se os ocultará la importancia que conce-
do a esta regularización del estado mental del
Receptor y porque entiendo, además, que si-
guiendo con esmero las precedentes instruccio-
nes, se puede obtener más fácilmente un resul-
tado desde los primeros ensayos, cosa que más
tarde se haría costosa: Otra de las recomenda-
ciones que tengo por pertinente está en que limi-
téis en vuestras pruebas la presencia de perso-
nas extrañas; algunos íntimos y los individuos
de vuestra familia bastarán para el caso, pues la
introducción de un elemento exótico os disgus-
taría al tropezar con los indispensables fracasos.
Dígolo así, porque los deudos o íntimos no con-
cederán mayor importancia a los malos resul-
tados que obtengáis, y al compartir vosotros esta
relativa indiferencia, estaréis unos y otros en
inmejorables condiciones para la concentración
mental que favorezcan y conduzcan al éxito.
Por lo cual, apenas entréis en la habitación y
mientras aguardáis las impresiones que se os ha-
brán de transmitir, manteneos en un estado de
concentración que responda estrechamente a la
que llamo tranquilidad de ánimo; pasividad con-

Biblioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 51 —
veniente por cuanto ajena a cualesquiera impre-
sión o prejuicio.
Llega quien llega y, por lo mismo, debéis li-
brar a vuestro espíritu de las obsesiones que lo
perturben, de cualquier orden que sean; es me-
nester que en vosotros reine la calma, la serie-
dad y la atención. La impresión primera que ad-
virtáis os puede llegar impuesta por modos dis-
tintos. Podrá, antojärseos a manera de murmullo
que os dicte: ¡Retrocede! o bien podrá manifes-
tarse la impresión como un simple anhelo o de-
seo de retroceder. Podrá afectar la vaga silueta
de un ensueño o símbolo que muestre a vuestros
ojos cerrados las palabras «Hazte atrás» escri-
tas en gruesos caracteres en la oscura lontanan-
za de una perspectiva mental. Convengo en que
es esta forma la menos frecuente en los primeros
pasos de la adivinación, aunque a la postre se
muestre con frecuencia. Esperad, pues, que la
impresión os llegue y seguid la impulsión que
ella os dicte y, como ya recordareis, las más de
las veces se os manifestará aquélla en forma
de algo que os impele a moveros en determinado
sentido. Para comprobar su certeza esperad a
que la impulsión se re,produzca y persista,
pues no es bueno activar a la primera no-
ción débil que nos llega, sino aguardar a que
Se concrete. Natural es que las cosas ten-
gan un comienzo y, al primer ensayo, habrá
de pareceros extraño que el pensamiento de
los concurrentes sea de tal naturaleza y fuer-
za que penetre vuestra conciencia para gra-

ec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 52 —

bar en ella una impresión profunda y un man-


dato.
Los experimentos telepáticos no deten exce-
der de una hora, de la misma manera que para
cada prueba deberán bastaros diez minutos. Que
ésta sea feliz o aciaga, poco importa: apartad la
venda de vuestros ojos y descansad un corto
tiempo antes de emprender nuevos ejercicios.

TEMA 12
La prueba del naipe.—La ley de la Reflexión.—Cómo se explica
que los niños puedan reflejar una imagen.—Importancia de
la vista.—Amplitud de una teoría.

Podéis pedir a quienes asisten a las pruebas


que coloquen sobre una mesa, bien iluminada,
un naipe, el seis de copa, por ejemplo, mientras
que sentados de espaldas a dicha mesa y venda-
dos los ojos vais a recibir por transmisión tele-
pática la noción de la carta escogida.
La concurrencia, al igual que en los casos ya
referidos, cumple su cometido como transmisora
del pensamiento y no precisa más sino que se dé
perfecta cuenta de la imagen y aspecto de la
carta. No es necesario que vayan mentalmente
repitiendo los individuos «el seis de copas» ni
aun precisa que piense en él: ningún esfuerzo es
indispensable para emitir el pensamiento. Lo
que si conviene es que cada uno de los asisten-
tes procure ver con claridad la carta, pues no se
requiere retentiva, ni el cómputo de cada uno

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— 53 —
de los seis puntos, ni concentrarse entornando
los ojos. ,Por qué?
En cuanto la Telepatía en punto a este ensa-
yo y razón obedece a una ley reflexiva.
En efecto. Supongamos que la mirada huma-
na se posa sobre un objeto que nos es familiar,
una badila, por ejemplo. ¿Qué ocurre? Que mu-
cho antes de que la conciencia alcance la signi-
ficación del objeto, la vista debe transmitir una
imagen del mismo a la conciencia; corriendo en
su auxilio la memoria, registra un nombre que
es el calificador de la cosa y es cuando decimos
que vemos una badila. En Telepatía no ocurre
lo propio pues que la Reflexión nos da la Ima-
gen sin que para nada se atienda a su Significa-
do. Es así como los niños, aun desconociendo
la significación del objeto que contemplan, pue-
den transmitir al Receptor su forma mediante la
Telepatía. Y esta prueba ensayada con acierto
porción de veces, nos pone de manifiesto el he-
cho esencial de que bastará la risión clara del
objeto por parte del Transmisor para que trans-
mita su pensamiento. Es este un hecho positivo
y comprobado que desmiente la teoría que hasta
el presente se mantuvo acerca la adivinación, o
sea, que la comunicación sólo es posible exis-
tiendo la comprensión. Prueba, además, que la
tesis de los espiritualistas al juzgar que la visión
sobrenatural de un niño se debe a otro agente
t ambién sobrenatural, es proposición falsa e
i nadmisible. La ley por la Telepatía revelada
s implifica asimismo de un modo extraordinario

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— 54 —
el mecanismo de la transmisión, por cuanto am-
plía la hipótesis de dicha emisión y el mecanis-
mo con que se muestra. Y la amplitud de esta
teoría consiste en poner de manifiesto que puede
darse Telepatía por reflexión superficial ajena a
la inteligencia, o mejor diría, comprensión,
como se ha dicho en el caso del niño que desco-
nociendo la significación de un objeto, lo trans-
mite sin embargo.
Ocurriendo las cosas de esta suerte, resulta
que cuantos medios contribuyan a procurar una
visión más perfecta a los concurrentes, contri-
buirán también al éxito profundizando la Re-
flexión.

TEMA 13

Telepascopio.—En qué consiste.—Su eficacia para el alumno.—


Permanézcase bien despierto.— Condiciones precisas.

Lo hasta aqui apuntado me lleva a señalar


un método de importancia extrema que facilita
la concentración de la mirada en un objeto
dado.
En el precedente tema fijé la condición esen-
cial que dimana de concentrar la visión los trans-
misores en la hora del experimento. Sus elucu-
braciones mentales para nada cuentan en el
resultado ni influyen en el mismo, exceptuan-
do el estado de tranquilidad acerca del que he

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insistido e insisto. No se preocupen de los cómo
y porqué: El Receptor adivinará la imagen del
objeto, pues lo esencial descansa en que lo vean
bien. Parece cosa fácil y hacedera ¿verdad? Con
todo no creo superfluo acudir a un sistema que
nos ayude a afinar y a perfeccionar la visión,
para lo cual acudiremos al arte para que nos
socorra.
Cojamos una hoja de papel lo suficientemente
grande para que una vez arrollada en forma de
tubo alcance unos 70 centímetros de largo por
unos 10 de diámetro. Preferible sería que el tubo
fuera de cartón y revistiera la forma cuadran-
gular y tuviera dichos 70 centímetros de longi-
tud por cinco de altura y diez de anchura; apa-
rato que podréis mejorar y adoptar según vues-
tro ingenio, pero del cual doy una idea en cuan-
to a sus dimensiones esenciales.
Dicho instrumento, que podéis construir con
un solo periódico para la observación de mo-
mento, lo podéis mejorar y elegantizar constru-
yéndolo de madera barnizada e interiormente
forrado con una tela muy obscura. La idea ini-
cial nos la dió Mr. L. W. Roberts y suya es la
denominación de Telepascopio con que le cono-
cernos. Lo empleó con sefialadas ventajas en
todos sus experimentos de adivinación del pen-
samiento en el orden científico y que uno y otros
diera a conocer en el «Cosmopolitan Magazine»
en la primavera de 1899. ¡Ayer como quien dice
para los que juzgan a la telepatía cual novísima
vesania!

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan Match (Madrid)


— 56 —
Bueno será advertir aquí que para los efectos
que perseguimos lo mismo podemos usar de un
tosco y sencillísimo aparato que de otro de cons-
trucción más esmerada. Suponiéndonos ya en
posesión de varios, colocaremos el naipe bajo la
luz viva y directa de una lámpara y rogaremos
a los presentes que usen de él, con lo cual, enfo-
cando el objeto, le aislaremos de cuanto le ro-
dea concentrando necesariamente en él la aten-
ción. Es cosa sabida que cuando persistente-
mente fijamos la atención sobre determinada
cosa, acaba ésta, al cabo de un tiempo, por ve-
larse, moverse, oscilar de un lado a otro debido
al parpadeo, y que acaba algunas veces por
desdoblarse a causa de cierto estrabismo que se
produce en los ojos del observador. Digamos,
pues, que para los experimentos que vengo se-
ñalando no conviene en modo alguno fatigar la
vista, pues apenas se produzca alguna de las
formas arriba citadas, es indispensable dejar de
observar el objeto con fijeza, cerrando si es pre-
ciso los párpados de tiempo en tiempo: el nece-
sario para que experimentemos alivio y corrija-
mos la aberración.
Importa asimismo permanecer bien despierto
y advertido, pues de sobra sabemos que la con-
templación persistente de un objeto nos procura
cierto sopor o letargo que el Transmisor ha de
ahuyentar, pues el naipe—o el objeto escogido—
ha de mostrarse en toda su nitidez. De sobra me
sé que existe en algunos la creencia de que cier-
to aletargamiento o somnolencia ayuda al Trans-

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— 57 —
misor, pero ello no pasa de ser un error crasisi-
in° que hay que relegar al capitulo de las con-
sejas.
Por el contrario, resulta un hecho compro-
bado que el letargo en el Receptor contribuye
algunas veces al éxito de la prueba. Hay que
rogar, pues, a los que intervienen en el ensayo,
que no se dejen dominar por el sopor, que per-
manezcan bien despiertos y procuren retener la
imagen clara, cerrando los ojos un instante ape-
nas adviertan algún cambio o movimiento en el
objeto observado.
Sometiéndose transmisores y receptor a las
r ecomendaciones indicadas, se hallarán en in-
mejorables disposiciones para alcanzar el fin
que en el ejercicio se intenta.

TEMA 14

C Ontimía el ensayo del naipe.—Cosecha de datos científicos.—


Relación.—Es indispensable la lealtad.

Después de practicada una prueba con un


naipe y haberlo acertado el Receptor, se irán
e scogiendo otros varios, en número de doce, los
a divine o no el sujeto. El intervalo de un minu-
t o en cada experimento, además de procurar
d escanso a los actores, les acondicionará para
l os ensayos futuros.
Sepan los experimentadores que mientras se

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


A.7

— 58 —
practican las pruebas es muy esencial condición
ocultarle al Receptor el resultado de acierto o
desgracia de sus declaraciones, pues ya se com-
prende que una serie de fracasos deprimirían su
ánimo y le llevarían al extremo de conocer de-
masiadamente cuanto le rodea. Los naipes ele-
gidos y las respuestas del Receptor hay que
anotarlas con cuidado valiéndose de un indivi-
duo de los concurrentes para comentarlas y exa-
minarlas después. Dichas anotaciones constitui-
rán el nervio en el proceso y comprobación de
los ensayos, por cuyos análisis acrecerá, el inte-
rés y podrán establecerse comparaciones para
llegar a conocer el grado de perfección y des-
arrollo.
Apenas se adviertan los aciertos del Receptor
en la mayoría de las pruebas, es llegado el mo-
mento de averiguar en quién radica el mayor
poder transmisivo de entre los presentes para
tenerlo en cuenta en los sucesivos experimen-
tos. Veamos ahora cómo se ejecuta el del naipe.
Supongamos que sean cuatro los transmiso-
res concurrentes: cada uno de ellos dedicará una
sesión al Receptor sometiéndole la adivinación
de doce naipes y anotará por sí mismo los re-
sultados que obtenga. Para evifar presión aje-
na, recomiendo que únicamente un transmisor
conozca las cartas y, para no inducirnos a error,
aconsejaria que se dejaran solos en la habitación
a los que ensayan. Guarde y reserve cada trans-
misor sus observaciones y resultados sin comu-
nicarlos a persona alguna ni al Receptor mismo.

BIlioieca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


-- 59 —
Terminada la cuarta y última sesión, reuni-
ränse los interesados para comprobar los distin-
tos datos, y la cantidad de respuestas acertadas
marcarán con precisión inequívoca cual sea de
los cuatro Transmisores el que mejor comunica-
ción mental establece con el Receptor. A partir
de este punto continuarán ambos ensayando
juntos.
Llegamos con esto al tema de las relaciones
o vibraciones simpáticas. Porque uno de los cua-
tro Transmisores aventaja a los demás, no se in-
fiere que éstos sean malos emisores. Unicamente
supone que se acomoda mejor a las condiciones
del preceptor y que los restantes acaso logren
éxitos mayores con otros agentes.
Constituye la prueba indicada una de las más
sugestivas, y aunque nos emplee algún tiempo
esta averiguación para comprobar el mayor gra-
do de inteligencia entre dos agentes, la creo uti-
lisima e indispensable, porque, a fin de cuentas,
y siempre en el supuesto de proseguir el estudio
con método serio y científico, nos ahorrará—en
sucesivas y más complejas pruebas—un tiempo
que desperdiciariamos en lentos tanteos descu-
bridores de la afinidad y cohesión entre Trans-
misor y Receptor. Y aunque esto sea así, no
creo ociosa la siguiente advertencia.
Hablé de seriedad en el método cientifico con
deliberado propósito porque siendo la humana
n aturaleza de tan singular condición, hemos de
tener en cuenta lo que aviesas intenciones pu-
dieran malograr. No hablo a humo de pajas. Un

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


Av_

— 60 —
caso comprobé de tal rareza que hubo de llevar-
me a recelar y temer alguna anormalidad. Tras
una semana entera de infructuosos trabajos,
vine en conocimiento de una mixtificación cen-
surable. Un sujeto transmisor falsificó las ano -
taciones sorprendiéndome tal conducta. Al afear-
le el comportamiento, pretextó que experimen -
taba cierta aversión a trabajar con el Receptor
con quien ensayara y que prefería operar con
otro individuo.
Ya se ve, pues, cuán en guardia conviene
mantenerse para evitar tales hechos: los que ata-
ñen a la condición personal. Veo en lo posible
que se caiga en involuntaria desatención en de-
terminados momentos; comprendo que puedan
malograrse pacientísimos ensayos prescindiendo
de su exactitud científica, pero es preciso exigir
una lealtad absoluta y acrisolada. Ninguna duda
cabe que el error mismo es bien digno de ser
tenido en cuenta y que merece anotarse, siquiera
para averiguar la causa que lo produjo y evitarla
en lo sucesivo. El método exige seriedad y leal-
tad, pues que sin ambas nada saldría a derechas.

TEMA 15

Experiencia sin contacto. —Aumentar la distancia. —Nombrar


un amigo en el cual se piensa.

Una vez seguros de haber dado con el par de


agentes que mejor se corresponden como Trans-

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— 61 —
misor y Receptor, puede procederse a la si-
guiente prueba:
Déjense completamente solos en la habita-
ción a ambos sujetos y escójase un momento en
el que ningún ruido o conmoción pueda sobreve-
nir. Sentado el Transmisor frente a su receptor,
colocará éste la mano o manos sobre las de
aquél diciéndole: «Piense un número cualquiera,
de 1 a 20, y yo declararé en voz alta el primero
que se me ocurra.» Habrá que repetir algunas
veces la prueba y se podrá comprobar que las
respuestas son, en su mayoría, exactas y que se
dan en número suficiente para descartar la cir-
cunstancia de casualidad en el acierto. Si el Re-
ceptor no demuestra un cansancio pronunciado
después de la serie de pruebas, podrán éstas
proseguir, pero si experimenta una fatiga men-
tal, se le concederá reposo, y si la postración
fuera más significada habrá que renunciar a
todo ejercicio en aquel día.
Puede otras veces el Receptor, estando de pie,
colocar su mano sobre la cabeza del que emite
diciéndole: «Piense usted un objeto cualquiera y
Procuraré acertar su pensamiento.»
Se seguirán de estos breves ensayos que ad-
quiera una mayor confianza el Receptor y pueda
a umentar la distancia hasta colocarse a pocos
Pasos de su agente transmisor para ordenarle
que formule mentalmente una breve frase poco
co mplicada reveladora de un concepto, o un sim-
ple deseo, como por ejemplo: «Tengo sed » , «Es
tarde», « Estoy cansado.» Así empiezan las
prue-

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— 62 —
bas preliminares ajenas al contacto y en las que
hay que descontar lo fortuito. Por lo mismo que
se va complicando el procedimiento, hay que in-
sistir y repetir los ejercicios para adquirir
cierto dominio durante algún tiempo antes
de irse distanciando los agentes experimenta-
dores.
Anótese el caso raro que demuestra la impor-
tancia de cierta intervención que podríamos ca -
lificar de atmósfera mental. El Receptor va apar-
tándose gradualmente y cada vez más del Trans-
misor y advierte que por la serie de ensayos va
dominando su cometido en el arte de recibir los
mensajes. Y a pesar de esto, la idea del aparta-
miento gradual así como la de contacto no son
intrínsecas de la Telepatía, y si se las tiene en
cuenta, obedece sólo al deseo de facilitar los re-
sultados al iniciarse los experimentos telepáticos
y para infundir a Receptor y Transmisor cierta
confianza con la idea de la proximidad y con-
tacto. En efecto: procediendo así, imaginan que
los ejercicios son más hacederos y, por lógica
consecuencia, aumenta la confianza en ellos dis-
poniéndolos para repetidas pruebas.
Digamos ahora que por lo mismo que el pen-
samiento no se limita ni en el tiempo ni en el es-
pacio, debe el Receptor ir ensayando hasta co-
locarse al extremo de la habitación y a máxima
distancia. Establezca la comunicación y ordene
a su agente que piense en el nombre de un su
amigo. «No importa quien sea éste ni que me
sea o no conocido, con tal que le sea íntimo has-

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Uf/

— 63 —
ta el punto de sentir su personalidad cuando
mentalmente repita usted su nombre».
De esta prueba a la anterior va una pequeña
dificultad: una sola vez que se adivine en una
sesión es un dato digno de ser tenido muy en
cuenta. Creo que estas prácticas de adivinación
apuntadas en el tema, y salvando las variacio-
nes que experimenten los ánimos de Transmisor
y Receptor, deberán continuarse por lo menos
durante una semana antes de emprender las ten-
tativas de comunicación a grandes distancias.

TEMA 16

E xperimentos telepáticos. —Distribución de ensayos —Transmi-


sión de mandatos distintos.—Transmisión telepática soli-
citando auxilio.

Para el experimento que voy a indicar son


menester dos habitaciones separadas por puer-
tas de comunicación que permanecerán cerradas
Y sin que se abran bajo pretexto alguno. El
T ransmisor se sienta a un lado y el Receptor en
otro, permaneciendo ambos una hora en el en-
sayo. Procúreseles a cada uno recado de escribir
Y el Transmisor anotará sus mandatos de una
m anera precisa en el momento de la transmisión,
de la misma manera que registrará el Receptor
s us impresiones con detalle preciso de la hora

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— 64 —
en que las reciba. Esta se subdividirá en diez
pruebas de diez minutos cada una.
El adjunto cuadro podrá darnos una idea con-
creta acerca de los mandatos transmitidos:

8'00 noche.—Pasee usted.


8'10 » .—Tiéndase en el suelo.
8'20 .—Baile usted.
8'30 .—Ria usted.
8'40 .—Silbe un momento.
8'50 .—Escríbame una carta.

Transcurrido el tiempo, se compulsarán las


notas. Lo esencial para el Transmisor es que or-
dene sus mandatos, por torpes que parezcan, de
tal manera que no perturbe al Receptor emitien-
do impresiones borrosas, imprecisas. Sea la or-
den de tal naturaleza que se convierta acto con-
tinuo en sencilla impulsión.
Con dicha prueba se puede llegar a una infini-
ta variedad de ensayos que demuestren la gran-
dísima utilidad que de la Telepatía puede obte-
nerse. Cuando Transmisor y Receptor alcancen
cierto grado de perfección en los ejercicios, pué-
dense intentar comunicaciones desde apartados
sitios de una localidad, siendo en tal caso conve-
niente fijar una hora determinada para que se
simplifiquen y sean posibles los resultados de la
experimentación, aunque tras una práctica cons-
tante se llega a tal facilidad en la ejecución, que
no resulta preciso establecer de antemano el
momento para transmitir o recibir un mensaje.

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-••n

— 65 —

El Transmisor emite la siguiente idea: Me


siento enfermo. Venga usted. El Receptor expe-
r imenta una impresión de algo aciago y un irre-
sistible deseo de llegar acto seguido cerca del
Transmisor. Podrá ocurrir también que le parez-
ca entender un susurro de la palabra Venga se-
guida de una imagen que le recuerde al Trans-
misor. Pero en esto estriba ya el perfecciona-
miento telepático que puede alcanzar cualquiera
de mis lectores.

TEMA 17

La Telepatía es un hecho.--Las conquistas de la ciencia. —El


proceso educativo.—Resultados de estas verdades novísimos.

Si en el siglo xix contemplamos el triunfo de


la electricidad, en el siglo actual presenciaremos
el del pensamiento y podremos calificarlo de Era
mental. Cada vez más, nos vamos penetrando
de lo íntimo y esencial de la vida, pues que la
Psicología absorbe los estudios de los sabios más
e minentes de Europa. Podemos decir que la Te-
lepatía constituye un hecho positivo, aunque
de sconocido en su esencia, que nos esforzamos
se convierta en algo adaptable a las cotidianas
exigencias.
Acaso en sucesivos estudios venga a demos-
trar de una manera gradual que lo mismo el
h ombre que la mujer pueden desenvolver y acre-
5

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— 66 —

centar sus facultades subjetivas si en ello se em-


peñan y reducir a la nada estas leyes de la Ma-
teria, siquiera en cuanto a la noción que de la
misma se nos ha dado. ¿Qué representan dichas
leyes? ¿Son algo más que un límite ficticio im-
puesto por el desconocimiento de las cosas? Creo
con firmeza que la respuesta debe ser afirmativa.
De la materia no conocemos sus leyes absolutas,
sino un remedo de las mismas. Con la inven-
ción del tubo de Crookes y el hallazgo de los Ra-
yos X supimos que el poder lumínico penetraba
a través de los sólidos, y a partir de este punto
apareció la teoría de la Vibración, por la cual el
compuesto atómico de la materia hubo de ex-
perimentar una modificación, ya que no la cali-
fiquemos de cambio radicalísimo.
La conmoción que en nuestros antepasados
produjo la telegrafía al establecer la comunica-
ción de ideas, ya indicó que, independientemen-
te de los sentidos, podían existir otros recursos
valederos para el intercambio del pensamiento
humano.
Siguiendo de cerca el curso de la historia de
la Educación, vemos que su proceso evolutivo
lo forma un engranaje de construcción, destruc-
ción y reedificación. Con y por la ciencia se va
ensanchando el vasto horizonte de los conoci-
mientos y estos nos imponen sumisión absoluta
enfrente de los hechos positivos, al par que nos
desligan de tradiciones falaces y creencias mez-
quinas y arcaicas. No es posible sustraernos a la
influencia y ambiente de nuestra época.

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— 67 —
En manera alguna cabe que nos conformemos
a permanecer estacionarios reconociéndonos in-
capaces de penetrar las nuevas verdades; la dig-
nidad y orgullo humanos nos espolean de conti-
nuo para avanzar, crecer y fomentar, aspirando
a la posesión de un destino más elevado.

TEMA 18

Importancia del Receptor.—Ley de Simpatie.--En el reino


animal existe la comunicación telepática.—Resultados de la
indiferencia.

Bastaría lo dicho hasta aquí para que com-


prendiéramos que en la práctica de la Telepatía,
incumbe al Receptor, por su facultad mental, la
mayor cantidad de esfuerzo; pesan sobre el mis-
mo las cargas de los ejercicios. Viene a ser algo
así corno si su alma subconsciente se esforzara
por penetrar y obtener del espíritu del Transmisor
la información deseada; un afán de compenetrar-
se con el mismo por cuanto, aisladamente, serían
y son ambos pasivos en cuanto al objetivo. Así
se explica el fracaso de ciertos experimentos que
obedecen a un esfuerzo consciente. La sensación
aludida es innecesaria y aun nociva en las espe-
culaciones de transmisión y recepción por cuan-

ca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 68 —
to basta la Ley de Simpatía—o vibración simpá-
tica, si así se prefiere—que no representa otra
cosa más que la ley de Harmonía para la cual
resulta exótico todo esfuerzo individual aislado,
de la misma manera que nada tienen de común
con ella la violencia, el embarazo ni la personal
percepción. En una palabra: se desliga de dicha
ley todo artificio por cuanto la Telepatía es de
naturaleza libre y de manifestación espontánea.
Digo, pues, de la Telepatía que tiene esencia
y revelación natural y dimanante de buenísimo
principio. Tengo por cosa cierta que en remotas
edades de nuestra humanidad aventajó el pen-
samiento a la palabra en la relación y comuni-
caciones de los hombres.
Me apartaria demasiado del propósito que me
impuse al bosquejar estos apuntes si me detuvie-
ra aquí a de mostrar que tampoco es extraña la
Telepatía al reino animal, aun cuando parece ya
fuera de duda que existe la comunicación entre
sus seres. La congruencia de ciertas manifesta-
ciones—entre insectos muy señaladamente—nos
confirmarían en el supuesto.
La ley de adaptación y selección podría expli-
carnos la atrofia experimentada en la función te-
lepática por el sexto sentido, por cuanto los me-
dios de la civilización moderna han simplificado
el intercambio espiritual y las especulaciones del
intelecto; bien diferentemente de cuanto debió
ocurrirle al hombre prehistórico que sólo dispo-
nía de un lenguaje tosco y figurado.
Si atendemos al proceso lógico que razona los

Lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 69 —
hechos, no podrá sorprendernos que a la substi-
tución de medios sucediera el descuido; que de
él dimanara la atrofia y de ésta, a su vez, la in-
diferencia. Mostrar negligencia en hacer funcio-
nar ciertos músculos porque la moderna perfec-
ción mecánica no requiere su actividad, será, sin
duda cosa útil que nos facilite y simplifique el
trabajo, pero será de efectos deplorables para
nuestro, desarrollo muscular.
. Esta indiferencia resulta contraria a los prin-
cipios de la naturaleza que no tolera ociosidad
alguna en su compuesto; ociosidad que se tra-
duce a la postre en la desaparición de una facul-
tad que a su vez apareja la desaparición de un
funcionamiento y consiguientemente del órgano
que lo exprese. Espíritu que se inutiliza acaba
por atrofiarse y anularse, y otro tanto le ocurre
a un sentido cualquiera.
Así nos explicaremos lo acontecido al lamen-
tar el atraso de la Telepatia.

TEMA 19

Experimentos científicos. — Anotación registrada.— Compulsa


de datos. —El valor de los hechos.

Para el estudio científico de la Telepatía, el


alumno debe proceder con entera precisión en
cada ensayo y registrar escrupulosamente sus

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— 70 —
observaciones cotidianas. Aun cuando llevo
escrito que el factor distancia importa poco a los
efectos telepáticos para la emisión y percepción
del pensamiento, puédese realizar la prueba que
se sigue en una misma casa, en casas distintas
de una misma población o entre poblaciones se-
paradas.
Lo esencial para cada caso consiste en que
Receptor y Transmisor anoten con matemática
precisión sus observaciones fijando el tiempo
empleado en cada prueba y los resultados obte-
nidos. Para que ningún error quepa, que al ho-
rario se refiera, pongo aquí un ejemplo de dos
sujetos que ensayan en una misma ciudad.
Examinados sus relojes, los concuerdan con
escasos minutos de diferencia. Convienen en dar
principio a sus experimentos a las 4 y terminar-
los a las 5, por ejemplo. Acordes en esa hora de
experimentación, establecen la transmisión y
recepción para cada 5 o 10 minutos, durante los
que irá cambiando el ensayo. Supongamos que
éstos duren 10 minutos cada uno y están ya pro-
vistos de papel.
A la hora convenida ocupan ambos agentes
el lugar fijado, preparan su cuaderno de notas
y empieza el Transmisor su tarea.
«Hora: 4 tarde.
Cosa: Un duro.
Objetivo: Adivinar su valor.»
Colocada la moneda sobre la mesa y frente a
ella el operador, aproxima a sus ojos el telepas-
copio para contemplarla durante diez minutos

Bffilioteca de Ilusionismo -Exudación Juan March (Madrid)


— 71 —

bien distintamente. Al abandonar el aparato, es-


cribirá: «2.° Experimento; a las 410; cosa: un
pañuelo; objetivo: transmitir su nombre». Y así
sucesivamente y con parecidas anotaciones irá
invirtiendo el tiempo señalado.
Por su parte el Receptor durante las prue-
bas, las anotará de esta manera:
«A las 4 tarde. Impresión advertida: una mo-
neda al parecer de plata. Valor impreciso. Aun
cuando aparece y se borra, se me ofrece de re-
gular tamaño. No experimento ninguna sensa-
ción auditiva.»
Y así en las demás pruebas cuyos resultados
anotará conforme los vaya recibiendo.
Será bueno compulsar los datos lo antes posi-
ble. Se simplificarán los ejercicios si se acude a
la adivinación de cantidades—de 20 a 50 por
ejemplo—en lugar de emplear objetos distintos.
Pero, en uno u otro caso, conviene comprobar
la exactitud científica.

TEMA 20

Desarrollo de las facultades humanas.—Prueba de la utilidad de


la Telepatia.—La distancia no representa obstáculo alguno.
—Unión indispensable.—Es imposible abusar de la Telepa-
tia.--Esta como llave de porción de misterios.

Una de las formas que reviste mayor interés


e importancia es indudablemente aquella por la

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


172 —
cual el agente transmisor puede mandar al re-
ceptor una orden o impresión sin que vaya pre-
cedida de acuerdo tácito alguno: de improviso.
Y es natural que uno de los más graves incon-
venientes con que se suele tropezar, sea el de
hallar mal dispuesto al Receptor por falta de
pasividad de su espíritu para aceptar la inipre-
Sión transmitida. No es difícil, con todo, allanar
tales obstáculos, y es lo cierto que el sistema de
transmisión, ademas de agradable, es bien sen-
cillo en la práctica.
Supongamos que a uno de vuestros amigos,
habitante en población distinta, le queréis suge-
rir la idea de que os escriba algo que le concier-
na o sea del dominio público. Para ello bastará
con que os encerréis en -vuestro despacho para
aislaros y le escribáis una simple nota como
mandato de' que os remita la carta que preten-
déis. Emplead un estilo conciso y claro y colo-
cad el apunte donde le dé de lleno la luz para
contemplarlo y concentraros en él durante cinco
minutos. Podéis asimismo echar mano del tele-
pascopio y ordenar: Escribame usted.
Transmitido el mensaje podréis comprobar
que alcanzaréis lo que se pretende en un 75 por
ciento de ensayos.
La misiva es menester que sea justa y hace-
dera porque ridículo fuera pretender que os re-
mitieran una cantidad respetable con sólo acudir
a tal expediente y correspondiendo a vuestro ca-
pricho. Limitándoos a solicitar una carta, una
visita o un pequeño favor; enmendar un equi-

Bffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 73 —
voco o practicar una buena obra de manera que
vuestro intento se concrete para obtener del Re-
ceptor algo que os pertenece, habréis de ver la
grandísima utilidad de este recurso discreta-
mente empleado.
La cuartilla redactada y la imagen mental
de vuestra misiva, responden a la idea de que
os resulte más fácil la concentración del pensa-
miento para con mayor facilidad transmitirlo.

TEMA 21

SÍNTESIS

Estamos en los comienzos en lo que se refie-


re a lograr un absoluto y perfecto desarrollo de
nuestras facultades íntimas. Nuestros pasos son
aún indecisos en demasía para que dejemos de
tropezar en la senda; nos llegan simples deste-
llos de una tenue claridad; felicidad y contento
son aún remotos por cuanto no hemos profundi-
zado el poder de dichas sensaciones.
Pudiera indudablemente proseguir enume-
rando hechos en los cuales la Telepatia ha pres-
tado inmejorables servicios y no escasa utilidad
a los iniciados, pero no incumbe a mi propósito
ni es ésta la ocasión de narrar sucedidos.
Obedecen estos temas al deseo de mostrar
algo práctico que sirva como norma de educa -

de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 74 —
ción espiritual y se traduzca en realidades; algo
que indique la posibilidad de mayores progresos
aparejados con el placer y solaz que produzcan
a quienes estudien con perseverancia. Quien
logre vencer los obstáculos, se hallará con sor-
presas infinitas.
Pongo aquí un ejemplo bien sencillo de un
matrimonio o novios que mediante la telepatía
llegan a comunicarse. Para qUien desconozca
esta fuerza, experimentara en los viajes y au-
sencias la serie de inconvenientes que de ellos
se siguen en punto a comunicación que se redu-
ce al empleo del correo, telégrafo o teléfono. Y
habiendo dicho ya que el apartamiento no es
obstáculo que se oponga a la inteligencia telepá-
tica, dicho queda si tendrán hombre y mujer,
marido y esposa, un auxiliar poderoso en la Te-
lepatía. Un sentimiento de confianza se apodera
de sus espíritus porque tienen la garantía de que
cualquier accidente que sobrevenga será al pun-
to advertido; de que podrán platicar las almas
amorosos coloquios enlazándose por el pensa-
miento a través del espacio. Y al invocarse sus
espiritus, llegarán quedamente los conceptos
tiernos y cariñosos.
—Ni un solo momento te olvido.
—Ningún disgusto experimentas que yo no
comparta.
—Contigo soy en todo tiempo a travs del
espacio.
—Con sólo que desees mi presencia, la gozas
al punto.

!lote c a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


— 75 —
¡Hermosa idea esta de poder avasallar los
obstáculos estableciendo una comunión íntima
de las almas! Si se armonizan y concuerdan, se
corresponderán; a poco que se muestren recelo-
sas, se romperá toda inteligencia; se levantará
un muro infranqueable y brotará una discordan-
cia. Así debe ser, que si ocurriera lo contrario,
la Telepatía habría de trocarse en peligrosísi-
In° recurso.
Recuérdese que ya indiqué como la relación
telepática dependía de las leyes armónicas entre
dos naturalezas: si una de ellas rompe la ila-
ción por expresa voluntad, el poder transmisivo
y receptivo resulta ineficaz y nulo.
El triunfo de la Telepatía es imposible sin el
concurso de la voluntad: la indiferencia o aver-
sión dificultan todo trato.
De ahí cuán imposible sea avasallar la ajena
voluntad y abusar de las facultades telepáticas
Si uno cualquiera de los agentes no se somete.
Se ha dicho, y no lo ignoro, que algunos casos
se habían dado de manifiesto abuso contra la
voluntad del paciente. Podrá ser—aunque no lo
comprobé jamás—, pero aun en el supuesto de
que así fuera, me creo con derecho para decir
que la ciencia telepática hallará recursos para
evitar tales peligros. Claro que esto no ha de
v enirnos por ensalmo, sino penetrándonos con el
estudio. La facultad por la cual admitimos o re-
chazamos con profundo discernimiento, es inhe-
rente a la humana naturaleza y así, los ejemplos
q ue se citen de voluntades impuestas, debería-

13 teca de Ilusionismo Ftutdación Juan March (Madrid)


— 76 —
mos estudiarlos para saber si no puede la idea
fija—prejuicio—explicarnos el fenómeno. Como
quiera que sea, a poco que se analicen estas cues-
tiones arduas, se viene a comprender que todas
las excepciones incomprensibles dimanan de la ig-
norancia. Y así, la conclusión de la premisa está
en decir que «la ignorancia conduce al mal».
Amparémonos, pues, en la Ciencia, conven-
cidos de que la Telepatía guarda la llave miste-
riosa del compuesto humano y que, por lo mis-
mo, es ella la única que podrá abrirnos de par
en par la puerta que separa a dos mundos: la
llave de la ciencia del bien y del mal y acaso de
la vida y de la muerte.

Biblioteca de Ilusionismo. fiutdación Juan March (Madrid)


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tados más prácticos que se han publicado
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Es el manual más sencillo y más claro,
por lo cual está, al alcance de todas las in-
teligencias. Es indispensable tanto a los
que quieran practicar el magnetismo en el
hogar doméstico como a los que se dedi-
quen a la profesión de magnetizadores,
como puede formarse idea por el indice,
que insertamos a continuación:

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,ffler,

MAGNETISMO Y SONAMBULISMO
Breve historia del Magnetismo: Los Caldeos y los Egip-
cios.—Grecia y Roma.—La Edad Media.
Mesmer: Sus aforismos.—Sus discípulos.—Sus detrac-
tores.
Puységur: Sus experimentos le hicieron descubrir el fe-
nómeno del Sonambulismo.
Deleuze: Este célebre profesor naturalista se declara
partidario del Magnetismo. - Sus escritos sobre la
nueva ciencia convencieron a los que antes la trata-
ron despectivamente.
Du Potet: Con la aparición ck este célebre magnetiza-
dor triunfó el Magnetismo.
Del Magnetizador: Cualidades que debe reunir un buen
magnetizador. —Las mujeres pueden magnetizar le
mismo que los hombres.
Del Magnetizado: Condiciones en que debe colocarse el
magnetizado.—Edades más favorables a la acción
magnética.—Precauciones que se deben tomar
Varios métodos de magnetizar. Mesmer: La cubeta his-
tórica,
Método de magnetizar de Puységur: Método que da
siempre buenos resultados.
Método del abate Feria: Consíguese el sueño por un
acto de la voluntad.
Método de Deleuze: Prodúcese el sueño magnético por
los «pases».
Método de Delauzzanne: Este célebre magnetizador em-
plea los «pases» y el «soplo».
Método de Ricard: Este método es excelente para obte-
ner los mejores resultados.
Método de Du Potet: Sus teorías sobre la fuerza del
pensamiento y de la voluntad.
Para obtener el sueño magnético: Según las prácticas
del Barón Du Potet.
Magnetización de los cuerpos inanimados: .Se puede
magnetizar el hierro, los arboles, las flores, el agua,
etcétera.—Muchos doctores cantan las excelencias del
agua magnetizada.
Para magnetizar un vaso de agua: El medio es senci-
llísimo.
Para magnetizar una flor: Se consigue fácilmente y en
poco tiempo.
Para magnetizar un árbol: Procedimiento empleado por
el marqués de Puységur.
Sonambulismo natural : Su explicación fisiológica. — I
Hombres de imaginación y estudio han creado obras

.1ioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


maestras en estado sonambúlico.—Casos notables de
sonambulismo natural.,
Sonambulismo magnético: Este se desarrolla bajo la vo-
luntad del magnetizador.—El sonámbulo adquiere la
«vista interior» o clarividencia, y entonces ve en el
pasado, descubre el presente y lee en el porvenir.
Ver sin la ayuda de los ojos: Experimentos sorpren-
dentes.
Sobre el sentido del olfato: La señorita Julia, sonámbu-
la notabilisima, percibe el olor de ciertos objetos,
que al hombre, en su estado natural, le es imposible
percibir.
Transposición de los sentidos: Se puede transportar el
sentido de la vista al extremo de los dedos, al estó-
mago o a la nuca; dar a la sonámbula la facultad de
leer por la rodilla, por los dedos pulgares de los pies,
la de gustar por la punta de los dedos, etc.
Cómo se provoca el sonambulismo: El estado sonambú-
lico se obtiene con relativa facilidad.—El número
de sonámbulos es mayor de lo que generalmente se
cree.
Señales de adormecimiento: Enumeración de los fenó-
menos que se observan en el sujeto al cual se trata de
sonambulizar.
Cómo se educa un sonámbulo: Lo más importante que
se necesita conocer.—Para obtener la vista a distan-
cia.—Para obtener el éxtasis.
Para despertar al sonámbulo: El procedimiento más
sencillo se obtiene por medio de los «pases». Precau-
ciones que se deben tomar.

HIPNOTISMO Y SUGESTIÓN
Diferencia entre el Magnetismo y el Hipnotismo: Auto-
rizada opinión de Aymerich.—La existencia del flúido
magnético.
Todo el mundo puede hipnotizar: Lo que dice el doctor
Mouttn sobre la fuerza de la voluntad.
Para probar si un individuo es apto para la hipnotiza-
ción: Varios procedimientos prácticos.
Fuerza atractiva y fuerza repulsiva: Dos pruebas deci-
sivas para convencernos de si es o no hipnotizable un
individuo.
Doblar las rodillas: Experimento hipnótico fácil de ob-
tener.
Hacer bajar la cabeza: Otro experimento igualmente
fácilmente de conseguir.

'o teca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)


Cómo se obtiene la inmovilidad: Este curioso fenómeno
no se consigue ea todos los sujetos, pero puede obte-
nerse en muchos.
Encerrado en un circulo: Este fenómeno se obtiene fá-
cilmente, conseguido el anterior.
Fuerza repulsiva: Al sujeto hipnotizado le es imposible
coger una moneda u otro objeto cualquiera, pues sus
manos se crispan al intentarlo.
Escena de la borrachera: Dos procedimientos para pro-
ducir esta cómica escena.
La danza forzada: Un sujeto baila las danzas que
queremos y durante el tiempo que nos place.
Dos sujetos pegados por la espalda: Escena cómica y
altamente original.
Los dos luchadores: Escena de boxeo, de lucha greco-
romana, etc., de efecto seguro.
El sujeto va a quedar mudo: Fenómeno de los más sor-
prendentes.
Procedimientos de Lamotte Sage, Morris y Ridley: Los
más modernos para obtener todos los fenómenos del
Hipnotismo.
Manera de despertar al hipnotizado: Para ello es preci-
so adquirir cierta experiencia.—Reglas infalibles para
adquirir dicha experiencia. —Observaciones utilísimas
para el estudiante.
Sugestión terapéutica: Es el arte de curar por medio del
Hipnotismo —Observaciones del doctor Montín.
De las fiebres en general: Para triunfar en la hipnote-
rapia.—Cómo sedebe proceder en las fiebres tifoideas,
mucosas, escarlatinosas, etc.
Enfermedades crónicas: La sugestión terapéutica obra
bellacamente en muchas enfermedades crónicas.
Cómo se curan.
Enfermedades nerviosas: En esa clase de enfermedades
la hipnoterapia obra prodigios.
Crisis nerviosas y parálisis: El estudiante de hipnotis-
mo conseguirá. en -istas enfermedades, resultados
asombrosos.
Dolores de cabeza y de muelas: Y asimismo las enfer-
medades de los ojos, de los oídos, fluxiones y cólicos
producidos por una mala digestión, se curan fácil-
mente con la hipnoterapia.
Magnetismo Personal: Autosugestión.—Cómo se modifi-
ca el carácter.

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