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"Estamos claros que en el panorama que tenemos como país, la violencia va en aumento. Y
lamentablemente va creciendo en dos direcciones: en cantidad y también en índice de
crueldad respectos de las formas de matar a una mujer", asegura Nadia Martínez, quien
además afirma que las políticas que se han generado siguen siendo deficientes.
Pero con respecto a denunciar, un 46,8% de las mujeres que vivieron violencia física,
41,8% de las que enfrentaron violencia sexual y 48,9% de las que sufrieron violencia
psicológica no creen realmente que sirva denunciar o incluso denunció previamente y no
obtuvo resultados.
Para Nadia Martínez, vocera de la coordinadora Ni Una Menos Chile los resultados no son
nada alentadores y dista mucho de lo que está pasando en realidad. "Estamos claros que en
el panorama que tenemos como país, la violencia va en aumento no solamente en Chile y
en Latinoamérica, el índice de femicidios es una cifra que va creciendo a nivel mundial. Y
lamentablemente va creciendo en dos direcciones: en cantidad y también en índice de
crueldad respectos de las formas de matar a una mujer", sostiene.
Según la vocera, "nos estamos viendo cada vez más indiferentes en el sentido de que
necesitamos más crueldad, necesitamos un femicidio más duro respecto del cuerpo,
desmembramiento, índice altísimo de puñaladas, etc. como para poder impresionarnos
como sociedad y ese dato de la crueldad también lo vuelve un factor de riesgo porque se
van repitiendo patrones y además nos vamos acostumbrando a muertes muy macabras, que
van quedando en el imaginario".
Martínez manifiesta que los datos con los que cuentan tanto en nuestro país como a nivel
planetario son que las muertes de mujeres van en aumento, más allá del aumento de
violencia sicológica.
"Hay un fracaso de parte de toda la institucionalidad también respecto de estas cifras, les ha
costado mucho poder bajar el número, llegar a la raíz estructural de este problema. Nosotras
observamos que hay un trabajo a puertas cerradas que no tiene que ver con con los propios
movimientos de mujeres y cómo se está enfrentando el tema de la violencia y de los
feminismos también en los diversos sectores y diversos territorios, entonces esa distancia
también va arrojando una ineficacia que es evidente en este momento", asegura.
Y explica: "Lo que tenemos en las encuestas y observamos nosotras son datos disgregados
y una interpretación de datos con enfoques que no sé si nos van a ayudar a un buen final.
Claramente no hay voluntad política frente a estos datos. Nosotras observamos que tenemos
proyectos descansando tranquilamente hace bastante tiempo que son previos al femicidio,
Diario online El Mostrador, 14 de Enero 2018
cosas tan simples como normar el acoso callejero por ejemplo, o una ley de violencia en el
pololeo que ayudaría mucho en la prevención, sin embargo vemos que esto avanza lento".
Para la Coordinadora, las políticas que se han generando siguen siendo deficientes, lo que
asumen "como un modo de tortura de las mujeres sostenido también por una cadena de
violencia desde antes de nacer, pero también estructural, sistémico. El femicida en el fondo
sabe que cuenta con esta disposición cultural-jurídica que le va a generar cierta seguridad
en términos de impunidad, el femicida sabe que va a quedar libre muy luego, que va a
haber un proceso judicial que es muy deficiente que deja a las mujeres mucha inseguridad,
por lo tanto no va a tener miedo de generar esta violencia".
En ese sentido, Martínez cree que tenemos que asumir que la legalidad hasta aquí no ha
logrado poner freno a los femicidios, "Tenemos un marco legal suficiente, aunque la Ley de
Violencia Intrafamiliar debe ser modificada, hay un proyecto que tiene modificaciones
ahora, pero a pesar de eso observamos que el cambio tampoco pasa por ahí. Necesitamos,
por lo menos para nosotras en la Coordinadora Ni Una Menos, focalizarnos en la
prevención, por ejemplo, entrar a los colegios donde hay un universo de millones de
estudiantes donde podría haber una elaboración de discursos y significados de discursos
con otro enfoque, más igualitario, que arroje una solución de conflictos más sana para todos
y todas, más segura para las mujeres".
"Lo legal por si solo no sirve, eso ya está fracasado y nosotras ya observamos que lo que
necesitamos es un cambios estructural, cultural y a la raíz, lo que tenemos en la materia
legal es la sanción después de, pero a nosotras nos interesa llegar antes, ojalá que las niñas
pudieran ser conscientes de los límites de las relaciones violentas antes de que empiecen
incluso su primer polleo, porque la materia legal por si sola no produce la transformación,
lo que necesitamos son aspectos transformadores preventivos y de procesos y no eventos",
señala.
La visibilidad de las constantes violencias que sufre la mujer se tomó Hollywood luego de
las denuncias contra el productor Harvey Weinstein, y no solo movilizó a las grandes
estrellas en la alfombra roja de los Globos de Oro al vestirse de negro el pasado domingo
para denunciar los abusos sexuales, sino también se han tomado medidas concretas como la
creación del fondo Time's Up para las víctimas.
El repudio fue masivo "aunque antes habría pasado desapercibido" resaltó a Efe la activista
argentina Ada Rico, presidenta de la asociación cívica feminista La Casa del Encuentro.
El problema del país transandino es que un femicidio ocurre cada 30 horas, y fue por eso
que se gestó la frase Ni Una Menos, con una serie de movilizaciones desde 2015 para
exigir el fin de las muertes y crear conciencia del problema.
Sin embargo, las cifras indican que hay mucho trabajo por hacer.
"Registramos 600 llamadas por día por casos de violencia, así como consultas e
información", reconoció a Efe Carla Majdalani, directora de Comunicación del Instituto
Nacional de las Mujeres argentino, organismo que dirige una línea pública gratuita para que
las mujeres puedan denunciar abusos.
Pero en las denuncia sigue habiendo miedo. "Eso es lo que mucha gente no ve. Poder
denunciar es un lujo. La denuncia tiene un costo emocional muy alto para la víctima pero
también un costo económico muy fuerte", ya que se juegan el repudio social y el despido en
el caso en el que sea en un trabajo, subrayó Mercedes D'Alessandro, economista y escritora
del libro Economía Feminista.