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Territorios 16-17 / Bogotá 2007, pp.

11-28

Hacia una ciudad no sexista


Algunas reflexiones a partir de la geografía humana
feminista para la planeación del espacio urbano

Anna Ortiz Guitart1


anna.ortiz@uab.es

1
Profesora-investigadora
invitada en la Universi-
dad Autónoma Metropoli-
tana (Iztapalapa, México
DF, México) y profesora de
la Universidad Autónoma
de Barcelona (España). En
estancia posdoctoral con fi-
nanciación del Ministerio
de Educación y Ciencia de
España (2004-2006).

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Palabras clave: RESUMEN
geografía, ciudad, espacios
públicos, planificación ur-
Este artículo ofrece un estado del arte de los
banística, género.
principales trabajos realizados desde la geografía
en torno a la diversidad de experiencias vividas
en la ciudad por parte de las mujeres y otros
colectivos tradicionalmente olvidados en la
planificación urbanística por razón de su sexua-
lidad (gays y lesbianas) o su edad (niños).

Key words: ABSTRACT


geography, city, public
spaces, urban planning,
This article provides the state of the art works
gender.
accomplished from the geography surroun-
ding the various experiences lived in the city
by women and other collectivities traditionally
forgotten in urban planning due to their sexual-
ity (gays and lesbians) or their age (children).

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Introducción de las mujeres en áreas urbanas. Pat Burnett Algunas geógrafas (Litt-
(1973) e Irene Bruegel (1973), haciendo le; Peake; Richardson,
1988; McDowell, 1993;
Este artículo ofrece un estado del arte y una clara crítica al positivismo y desde una Sabaté; Rodríguez; Díaz,
una panorámica general de algunos de los base marxista, se posicionaban en contra 1995; WGSG, 1984) han
principales estudios urbanos realizados en de los modelos en geografía —intocables realizado a lo largo de los
geografía desde una perspectiva del género, hasta principios de los años setenta— por años síntesis y balances so-
bre las principales reflexio-
a la vez que reflexiona sobre las principales no tener en cuenta las relaciones sociales y nes en torno al ámbito ur-
cuestiones en torno a la práctica y la plani- de género. bano desde una perspecti-
ficación urbanística que tienen como fina- Después de estas dos primeras aportacio- va de género. Este artículo
lidad hacer una ciudad más habitable para nes, transcurrirán cinco años antes de que pretende actualizar dichas
aparezca el primer número monográfico síntesis y enfatizar sobre
todo el mundo.2
algunos de los temas más
El objetivo expresado en el título de este sobre las experiencias de las mujeres en las actuales en el panorama
artículo, “hacia una ciudad no sexista”, es- ciudades, en la revista International Jour- geográfico actual recogi-
tá presente implícita o explícitamente en la nal of Urban and Regional Research del dos en las nuevas geogra-
literatura sobre estudios urbanos y de géne- año 1978. Un conjunto de diversos artí- fías culturales.
3
Algunos de los artículos
ro expuesta en este artículo. Estos trabajos culos, firmados por sociólogas y geógrafas que aparecen en este núme-
pretenden “visibilizar” la experiencia de las urbanas, configuraron este número con una ro monográfico son “Fem-
mujeres (con sus múltiples identidades se- diversidad de intereses temáticos como la mes et transport en milieu
gún la edad, el sexo, la clase social, el origen movilidad y el transporte en la ciudad, el urbain”, de Jacqueline
Coutras y Jeanne Fag-
étnico y cultural) en el espacio urbano y trabajo doméstico de las mujeres y el papel
nani, donde se estudian
permiten reinterpretar la ciudad de una ma- de las mujeres en los movimientos sociales los problemas que las mu-
nera distinta. Consecuentemente, esta re- urbanos, entre otros.3 jeres de la región de París
interpretación tiene sus efectos a la hora de No será hasta principios de los años ochenta tienen para conciliar la
dar respuestas a las necesidades de las mu- cuando empiezan a aparecer con más asidui- vida familiar y laboral y
el papel fundamental que
jeres (y por extensión de los niños y niñas, dad estudios urbanos desde una perspectiva tiene el transporte para
las personas mayores, las personas con sus del género, en manos de arquitectas y urba- conciliar ambas vidas; y
habilidades físicas reducidas) y reivindicar nistas como Dolores Hayden (1981) y de “Travail domestique et
nuevas miradas para conseguir una planifi- geógrafas como Linda McDowell (1983) espace-temps des femmes”
de Danielle Chabaud y
cación urbana más igualitaria. y Gerda Wekerle (1984). La influencia del Dominique Fougeyrollas,
pensamiento feminista en geografía pro- donde se analiza cómo el
vocó que paulatinamente los estudios de espacio y el tiempo de las
Diversidad de experiencias género dejasen de pretender únicamente mujeres parece totalmente
dominado por el trabajo
de las mujeres en la ciudad “hacer visibles” las mujeres para ir más allá,
reproductivo y doméstico.
centrándose en la naturaleza generizada de
Hace más de treinta años, en 1973, se pu- los conceptos urbanos y demostrando que
blicaron en la revista Antipode dos artículos el espacio urbano no es neutro, sino más
firmados por dos geógrafas donde, por pri- bien un espacio socialmente construido.
mera vez, se reflexionaba sobre la geografía territorios 16-17
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En los últimos años han Las aportaciones de McDowell y Wekerle sólo es emancipadora por el hecho de po-
aumentado considerable- en los años ochenta son especialmente in- tenciar la participación de las mujeres en el
mente los trabajos reali-
zados desde la geografía
fluyentes en posteriores estudios urbanos trabajo remunerado y facilitar la combina-
social sobre la vida coti- desde un enfoque de género. Por un lado, ción de diferentes tareas cotidianas, sino
diana y las experiencias en McDowell (1983) considera imprescindible que también es más ecológica, ya que ayuda
los espacios públicos de las superar la dicotomía entre las concepciones a reducir la movilidad y potencia el uso de
personas con habilidades público y privado, ciudad y casa, política sistemas más respetuosos con el medio am-
físicas reducidas. Algunos
de los geógrafos que más
y vida privada —donde los hombres y la biente, como ir a pie o en bicicleta.
han trabajado sobre este masculinidad van ligados al primer grupo Pero no todas las mujeres —ni, evidente-
tema han sido Rob Kitchin de conceptos y las mujeres y la feminidad mente, todos los hombres— viven y per-
(2000), Ruth Butler y So- al segundo grupo—, ya que las mujeres se ciben la ciudad de la misma forma. En
phia Bowlby (1997). encuentran a ambos lados, negociando y los años noventa, los estudios sociales y
5
Tal y como recuerda Mc-
Dowell (1999), el geógra- modificando su presencia en los dos. La de género en áreas urbanas centran espe-
fo David Harvey ya había no superación de esta discontinuidad y la cialmente la atención en la diversidad de
apuntado esta idea. En su persistente noción de esferas separadas pa- experiencias y en las diferentes identida-
libro Social Justice and the ra mujeres y hombres ha influido enorme- des personales según el género, la edad, la
City, publicado en 1971, mente en la planificación urbanística hasta sexualidad, las habilidades físicas,4 el origen
señala que vivir en una o
en otra área de la ciudad el punto de provocar la zonificación de las étnico y cultural y la forma como estas ca-
influye en las oportunida- ciudades en áreas residenciales o suburba- tegorías van íntimamente ligadas a la pola-
des de los residentes porque nas, áreas de negocios, áreas de ocio, hecho rización y a las divisiones manifestadas en
refuerza las desigualdades que ha incentivado el uso motorizado de la múltiples espacios —en el hogar, el barrio,
de clase y redistribuye las
movilidad urbana (Bondi, 1998). la ciudad—5 (Bridge; Watson, 2000; Gil-
“rentas reales”. Los ciuda-
danos con más capacidad Por otro lado, y en relación con la idea an- bert, 1997; Jacobs; Fincher, 1998). Desde
económica, por ejemplo, terior, Wekerle (1984) evidencia que “el esta perspectiva, Bondi y Christie (2000)
pueden vivir en áreas de lugar de la mujer está en la ciudad” ya que muestran cómo las experiencias de las mu-
gran calidad ambiental, es aquí, en contraposición con las áreas sub- jeres en la ciudad están determinadas en
mientras que los ciudada-
urbanas, donde las mujeres tienen más cierta medida por sus oportunidades eco-
nos con menos recursos se
verán forzados a vivir en oportunidades para trabajar fuera del ho- nómicas y, concretamente, por su inserción
áreas de peor calidad, rui- gar y una mayor accesibilidad a los trans- en el mundo laboral. Las autoras ponen en
dosas y contaminadas. La portes públicos y a los servicios colectivos duda las afirmaciones que, sin matices, ase-
misma estructura urbana necesarios para el desarrollo de su vida co- guran que la participación femenina en el
intensifica las desigualda-
tidiana. A partir de esta idea inicial Droo- mercado laboral ha supuesto una indepen-
des entre unos y otros.
gleever y Karsten (1999), centrándose en dencia económica para las mujeres y una
las experiencias de mujeres trabajadoras con mayor igualdad en las condiciones de vida
hijos, y mujeres mayores holandesas, llegan de las personas. Recuerdan que, al lado de
a la conclusión de que, ciertamente, la ciu- las mujeres que “triunfan” con las nuevas
dad compacta —la ciudad de altas densida- formas capitalistas se encuentran aquellas
territorios 16-17 des con complejidad y mezcla de usos— no que “pierden”, atrapadas en la inseguridad
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laboral, la temporalidad, los trabajos a tiem- pamientos para los hijos. Muchos barrios De acuerdo con el trabajo
po parcial, los trabajos mal pagados, etc. Al elitizados tienen una alta proporción de de la geógrafa Luz Mari-
na García (2001), se uti-
lado, pues, de las experiencias urbanas de mujeres, hecho que ha supuesto, de algu- liza el término elitización
las mujeres elitizadoras6 están las mujeres na forma, la “feminización” de la ciudad, en lugar del neologismo
que viven en barrios periféricos y degrada- con una nueva presencia de mujeres y niños gentrificación, provenien-
dos; “la libertad de algunos”, concluyen, en los espacios públicos. La elitización de te de la palabra inglesa
“se hace a expensas del control, la manipu- un barrio se asocia también a una alta pro- gentrification.
7
Neil Smith (1982) (ci-
lación y la guetización de ‘otros’ con unas porción de comunidades de gays y lesbia- tado en Valentine, 2001)
identidades generizadas y racializadas que nas con capacidad adquisitiva media-alta explica la elitización co-
dificultan la participación en la esfera pú- que ven en la ciudad un espacio de ano- mo un movimiento no de
blica” (p. 301). nimato, con un gran abanico de espacios personas hacia la ciudad,
Sobre este último tema, el de la elitización, alternativos (Domosh; Seager, 2001). sino como un movimiento
de regreso del capital hacia
se ha escrito bastante, tanto desde la geo- la ciudad, ya que el mo-
grafía social como desde la geografía del vimiento de la gente tiene
género. La elitización o el cambio de es- Planificación urbanística, activismo lugar posteriormente al
tructura social en un barrio renovado del y género proceso de inversiones eco-
centro de la ciudad por personas de ingresos nómicas.
8
Ante la preocupación de
medios-altos, donde antes vivían personas Hace más de dos décadas que numerosas la dominación masculina
de ingresos bajos, ha comportado el na- arquitectas, urbanistas y geógrafas feminis- en el mundo profesional
cimiento de barrios nuevos, residenciales tas reivindican la necesidad de participar en de la arquitectura, las ar-
y comerciales y, consecuentemente, el ori- la planificación y gestión de las ciudades quitectas Ann de Graft-
Johnson, Sandra Manley
gen de nuevas comunidades e identidades con el fin de hacerlas menos sexistas y más
y Clara Greed (2003) han
sociales.7 La nueva clase yuppie, donde los igualitarias (Coffey, 1995; Greed, 1996a; elaborado recientemente
hombres y las mujeres trabajan como pro- Sandercok; Forsyth, 2000). Las ciudades se un informe financiado
fesionales, ha supuesto un cambio en los han construido ignorando las experiencias por el Royal Institute of
papeles de género y un nuevo significado y las necesidades específicas de las mujeres, British Architects donde
se analizaban las causas
de las formas de domesticidad, ya que la ya que hasta hoy la práctica de la planifi-
que provocan la deserción
identidad de las mujeres yuppies se constru- cación, su enseñanza y su profesionaliza- profesional de las mujeres
ye más a partir de su lugar de trabajo que de ción han ido mayoritariamente dominadas arquitectas y recomiendan
sus funciones familiares y domésticas (Mills, por el colectivo masculino,8 que ha tenido medidas para modificar
1993 citado en Domosh; Seager, 2001). una visión del espacio urbano homogéneo esta situación. El informe
da algunos datos bastante
Esto no quiere decir que la elitización sea y universal centrado en sus intereses y sus
sorprendentes como el au-
neutra en cuestiones de género. Bondi preocupaciones (Pernas, 1998; Hernández, mento en la última década
(1998) señala que muchas de las mujeres 1995; Velázquez, 2000). (1990-2002) del número
elitizadoras son solteras o madres solteras A pesar del desequilibrio existente en la ges- ➙
que deciden desplazarse hacia el centro de tión y planificación de la ciudad por parte de
la ciudad para tener más movilidad y ac- los hombres y las mujeres, tiene que hacerse
cesibilidad al lugar de trabajo y a los equi- un esfuerzo por revalorizar la participación territorios 16-17
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➙ del colectivo femenino en la construcción un nuevo modelo de ciudad pensada pa-
de mujeres estudiantes de
de las ciudades. Las mujeres, según Spain ra vivir y no sólo para moverse y trabajar.
arquitectura —pasando
del 27% al 38%— y, para- (2001), tendrían que ser incorporadas en Algunos de estos grupos de investigación
lelamente, el bajo número la historia urbana, ya que sólo con su visibi- son el Colectivo de Mujeres Urbanistas y la
de mujeres, sólo un 13%, lización podría reinterpretarse su papel en Fundación María Aurelia Capmany, y pro-
durante el mismo período, la ciudad. La autora hace una interesante ponen las siguientes líneas de actuación con
que ejercían la profesión.
investigación sobre el papel de las mujeres la finalidad de reconstruir la ciudad desde la
A partir de cuestionarios
a 174 mujeres arquitectas en la formación del nuevo paisaje urbano planificación urbanística: poner límites a
y entrevistas en profundi- norteamericano de finales del siglo XIX, a la extensión y al crecimiento espacial de la
dad, las autoras enumeran partir de la construcción de instituciones ciudad; favorecer la proximidad y la mez-
una serie de razones que las de beneficencia para los nuevos inmigrantes cla de usos, la rehabilitación y la regenera-
mujeres dan por haber de-
llegados a la ciudad. Así, mientras los hom- ción de la ciudad ante la creación de nuevo
jado su profesión: sueldos
bajos, sueldos desiguales, bres construían los grandes bulevares y los suelo urbano y el uso del transporte público
largas jornadas laborales, altos rascacielos —“la ciudad bonita (...) y ante el uso del vehículo privado; favorecer
horario no compatible con rendible”, p. 13)—, las mujeres, la mayoría la movilidad de los peatones —ya que “an-
las responsabilidades fami- de clase media y voluntarias de asociaciones dar es la forma menos discriminatoria de
liares, “techo de cristal”,
religiosas, construían los espacios necesarios movilidad” (Caz, Gigosos; Saravia, 2002:
condiciones de trabajo es-
tresantes, sexismo, etc. —centros de acogida y ayuda— para hacer 52)— y reducir las necesidades del trans-
9
Algunas de las propues- más fácil la vida cotidiana de los extranjeros porte motorizado; eliminar las barreras ar-
tas dadas por Bofill, Du- —“la ciudad soportable”, p. 13—. quitectónicas para favorecer la accesibilidad
menjó y Segura (1998) so- Un ejemplo actual de la cada vez mayor par- en la vivienda, los equipamientos y los ser-
bre las características que
deberían tener las calles
ticipación de las mujeres en la planificación vicios, etc. y recuperar la calle como lugar
y los espacios públicos son: urbana es su papel activo en la política local. de encuentro social.9 Estas líneas de actua-
poner más bancos en las Es desde este ámbito donde más se está tra- ción pueden resumirse en cuatro criterios
plazas, proyectar espacios bajando para conseguir que las cuestiones básicos: la accesibilidad, la autonomía, la
interiores en las islas de de género sean definitivamente incorpora- sociabilidad y la habitabilidad, que conju-
casas, eliminar todas las
barreras arquitectónicas,
das en el mainstream de la práctica arqui- gan la vertiente más ecológica y social de la
humanizar el diseño de tectónica y urbanística (Greed, 1996b) para práctica urbanística (Bofill, Dumenjó; Se-
los espacios públicos, co- hacer una ciudad más cómoda, sostenible gura, 1998; Caz, Gigosos; Saravia, 2002;
rresponsabilizar a los ha- y a la vez más habitable para las mujeres y, Justo, 2000).
bitantes del cuidado de los por extensión, para los colectivos que, por
espacios públicos, mejorar
la iluminación pública,
razones étnicas, de edad o de clase, han
proyectar espacios verdes quedado tradicionalmente excluidos de las Espacios públicos y género
según la densidad de po- decisiones urbanísticas.
➙ En los últimos años han surgido en Espa- El espacio público es vivido y percibido
ña colectivos de mujeres procedentes del de forma diferente por las mujeres según
mundo de la arquitectura, el urbanismo y su sexualidad, condición social, edad y su
territorios 16-17 la geografía que trabajan para reivindicar origen cultural y étnico, así como según
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la concepción que tengan de ellas mismas cerradas y reproductoras del papel social ➙
blación y no macroespacios
y del mundo que las rodea. Desde la geo- asignado a las mujeres— otras han visto en
a las afueras de la ciudad,
grafía feminista se ha estudiado cómo estas los espacios públicos espacios inaccesibles crear pequeñas áreas ver-
variables influyen en la construcción de las y peligrosos. des en los barrios antiguos,
percepciones individuales y las experiencias poner más nombres de mu-
de los espacios cotidianos (Corpas; García, jeres en las calles, etc.
1999; Coutras, 1987; Vázquez, 1989). Espacios de emancipación
Los espacios forman parte de la experiencia
cotidiana y “encierran contenidos podero- El siglo XIX ha sido un período histórico
sos para la interpretación social y cultural” importante para las feministas contempo-
(Valle, 1997: 25). Con estas palabras la an- ráneas que investigan sobre el espacio y el
tropóloga del Valle recuerda el papel dife- género, ya que es en este período cuando
rencial que tienen los espacios públicos en se da la “separación de esferas”, es decir, la
la configuración de la vida cotidiana de los separación física entre producción y repro-
hombres y las mujeres y la forma como sus ducción. Elizabeth Wilson (1991, 2001) ha
vivencias elaboran el sentido cultural del sido unas de las autoras que más han pro-
espacio. El libro editado por la geógrafa fundizado en el papel de las ciudades como
Aurora García Ballesteros en 1989, El uso espacios potencialmente emancipadores y
del espacio de la vida cotidiana, recopila un liberadores para las mujeres. Contextuali-
conjunto de estudios alrededor de la misma zando sus estudios en la ciudad de Lon-
idea: la utilización del espacio no es gra- dres de la época victoriana —de mediados
tuita, sino que responde a una determina- del siglo XIX—, Wilson señala la presencia
da forma de estructuración social. De esta y la visibilidad de las mujeres en la ciudad:
forma, se observa que la presencia de las paseaban solas por las calles, se dirigían a
mujeres en todos los espacios públicos de la trabajar, iban a comprar a los grandes al-
ciudad —calles, plazas, parques—, trabajen macenes —espacios de consumo acabados
o no fuera de casa, está mediatizada por las de inaugurar en las grandes ciudades—. La
responsabilidades familiares y domésticas libertad y el anonimato que proporcionaba
—ir a buscar a los hijos a la escuela, acom- la multitud de la gran ciudad ofrecía a las
pañarlos al médico, ir a comprar, etc.—, mujeres la posibilidad de comportarse co-
hecho que provoca que las mujeres tengan mo flâneuses —igualándose a los flâneurs
una relación más estrecha con el barrio y descritos por el poeta Baudelaire—, es de-
su entorno más inmediato (Coutras, 1996; cir, como observadoras del espectáculo que
Franck; Paxson, 1989). ofrecía la ciudad.
Mientras que algunas autoras han visto en Pero esta libertad de movimientos —res-
la ciudad un espacio emancipador y libera- tringida sólo a ciertos momentos del día,
dor para las mujeres —más que el medio y no de la noche, para realizar actividades
rural o la vida suburbana, realidades más “femeninas” como ir a comprar comida o territorios 16-17
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ropa— no era ni de lejos equiparable a la lejos de hacerse realidad, hecho que mues-
que tenían los hombres del siglo XIX. La tra, una vez más, las relaciones de poder
presencia femenina en los espacios públicos patriarcales que dominan nuestra sociedad.
era presenciada, observada y juzgada por las La sociedad actual tiene, pues, un reto: ga-
miradas de los hombres, hasta el extremo de rantizar el uso igualitario de los espacios
que, en algunas ocasiones, las mujeres eran públicos para todos los ciudadanos sin dife-
acosadas física y verbalmente. En la ciudad rencia de clase, procedencia cultural, sexua-
del siglo XIX se daba, pues, una relación lidad o género.
dialéctica entre los hombres que paseaban
libremente por las calles, haciendo uso del
control masculino del espacio urbano a tra- Espacios “del miedo”
vés de su movilidad, y las mujeres que, sólo
por el hecho de pasear solas por las calles, La percepción de miedo, la sensación de
eran vistas como amorales y confundidas amenaza y los comportamientos espaciales
por trabajadoras sexuales (Rendell, 1998). que los hombres y las mujeres desarrollan
Las mujeres, según Wilson (1991), simbo- en los espacios públicos dependen, en cierta
lizaban el desorden en la ciudad y su cuer- medida, de su edad, etnia, sexualidad, ha-
po era criminalizado, porque ocupaban un bilidades físicas, etc. (Day, 1999; Madge,
espacio que no era el suyo. En consonancia 1997; Pain, 2001). A pesar de la hetero-
con Wilson, Domosh (1998) muestra que geneidad de experiencias y la diversidad de
en Nueva York los espacios públicos de la posiciones que las mujeres tienen dentro
ciudad permitieron abrir ranuras de trans- de la sociedad, la violencia urbana, con sus
gresión a las estrictas normas burguesas de múltiples caras, es quizás uno de los temo-
la época, sin llegar a ser espacios del todo res que más comparten todas las mujeres,
democráticos, especialmente para las mu- sea cual sea su identidad. Pero no sólo las
jeres y hombres afroamericanos. mujeres perciben el miedo y son víctimas
Un ejemplo más contemporáneo que mues- —en el peor de los casos— de la violencia
tra las cualidades de las ciudades como es- en el espacio público, sino que los hombres
pacios eminentemente emancipadores es gays, los hombres de color y los indigentes
la oportunidad que da a los colectivos de pueden llegar a sentir también esta inse-
lesbianas, homosexuales y bisexuales para guridad, y son también víctimas frecuen-
transgredir las versiones hegemónicas de la tes de las agresiones en la calle (McDowell,
sexualidad a través de su visibilización en 2001).
bares, tiendas, fiestas en la calle, comuni- Si bien es cierto que las mujeres han ido
dades residenciales gays, etc. (Adler; Bren- reivindicando a lo largo de los años los prin-
ner, 1992; Bell; Valentine, 1995). Como cipios de igualdad de género que deberían
veremos más adelante, el camino hacia la regir en los ámbitos personales y laborales,
territorios 16-17 normalización de estos colectivos aún está parece que no se han cuestionado con la
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misma convicción el derecho a circular sin como víctimas potenciales que tienen que
miedo por las calles y los espacios públicos ser constantemente protegidas, sino que,
de la ciudad, a cualquier hora del día y de al contrario, tienen que ser vistas “como
la noche, como lo hacen los hombres. So- sujetos autónomos que, con su presencia,
mos conscientes de nuestra vulnerabilidad enriquecen la vida urbana” (Paravicini,
como mujeres cuando paseamos solas por 2000: 8).
una calle oscura en la noche, y este hecho Finalmente, cabe añadir que, sin menos-
nos hace “naturalizar” ciertos comporta- preciar el tipo de violencia que las mujeres
mientos —modificar el recorrido para evitar pueden sufrir en los espacios exteriores, las
pasar por determinadas calles, pedir a algún mismas geógrafas feministas han alertado
amigo que nos acompañe hasta casa y, has- sobre la violencia que sufren las mujeres en
ta, limitar nuestras salidas nocturnas— pa- el espacio privado en manos de sus parejas
ra sentirnos más seguras (Bondi; Domosh, masculinas (maridos, novios), agresión que,
1998). paradójicamente, sufren con más frecuencia
Algunas geógrafas feministas han estudiado las mujeres (McDowell, 1999).
la seguridad de las mujeres en los espacios A pesar de que, como se ha indicado an-
públicos y han demostrado cómo las geo- teriormente, la ciudad ha dado la oportu-
grafías cotidianas de los hombres y las mu- nidad a gays y lesbianas de expresar más
jeres son totalmente diferentes por lo que libremente su sexualidad, tiene que decirse
respecta a los estilos de vida, la movilidad que, todavía hoy, en el siglo XXI, estos co-
y el comportamiento en la ciudad. Así, por lectivos sufren a menudo acoso y agresiones
ejemplo, se ha observado cómo las mujeres en los espacios públicos cuando manifies-
restringen a menudo sus movimientos por tan públicamente su afectividad. Por mie-
la ciudad con el fin de minimizar su per- do a los abusos homofóbicos, las mujeres
cepción de miedo en los espacios públicos y los hombres homosexuales son forzados
(Pain, 1997). Según Valentine (2001), la a esconder su sexualidad mediante la auto-
percepción de miedo de las mujeres en la censura, minimizando al máximo el tiempo
calle está estrechamente asociada con las que pasan en espacios heterosexuales y es-
percepciones de las personas que ocupan cogiendo, para su sociabilidad —y visibili-
el espacio y las que lo controlan. El miedo, zación—, espacios homosexuales. No pasa
añade, está asociado al desorden y es por lo mismo cuando se muestra públicamente
eso que los graffitis, la basura, los grupos la afectividad, la amistad o el deseo hete-
de jóvenes o los indigentes en la calle pue- rosexual, ya que es visto y aceptado como
den ser señales que representen la falta de algo “normal”, hecho que muestra hasta
control en el espacio. qué grado el espacio está sexualizado y, más
Lo que es realmente importante en el deba- específicamente, está “normalmente” hete-
te sobre la seguridad en los espacios públi- rosexualizado (Valentine, 1993: 293).
cos es que las mujeres no sean consideradas territorios 16-17
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Respuestas urbanísticas y más destacados de “vigilancia natural” por
tecnológicas al miedo la función que desarrollan, ya que ofrecen
vivacidad en los espacios públicos y seguri-
Desde un punto de vista más urbanístico, dad a sus usuarios (Loudier; Dubois, 2002:
Bowlby (1996), Morrell (1998) y Michaud 34; Montgomery, 1997).
(2002) consideran que la planificación ur- La tabla 1 sintetiza todos aquellos aspec-
banística y el diseño tienen un papel de- tos físicos que contribuyen a crear espacios
cisivo en la seguridad objetiva (la que se públicos atractivos para todo el mundo
constata) y subjetiva (la que tiene que ver teniendo en cuenta demandas y propues-
con la percepción) de las mujeres, ya que tas específicas de los colectivos de arqui-
los factores que influyen en la sensación de tectas y urbanistas feministas.
inseguridad de éstas en el entorno urbano La evolución del discurso sobre la seguri-
tienen que ver tanto con la falta de civis- dad ha experimentado, en los últimos años,
mo —barrios deteriorados, destrucción de importantes transformaciones derivadas de
instalaciones urbanas, conductas agresivas los cambios políticos y económicos —giro a
y ruidosas, presencia de individuos percibi- la derecha de la política, privatizaciones de
dos como amenazadores— como con de- los bienes públicos— vividos en las socieda-
terminados elementos del entorno urbano des occidentales (Droogleever, 2003). Así,
—oscuridad, falta de iluminación, lugares mientras en los años setenta el debate sobre
desiertos, callejuelas, basura en la calle—. la seguridad giraba en torno a la protec-
La planificación de un espacio equilibrado ción de las personas más vulnerables en la
no pasa sólo por eliminar los usos monofun- sociedad —mujeres, niños, lesbianas y ho-
cionales acercando el ocio, la producción, mosexuales, categorías con connotaciones
la residencia y el consumo con la finalidad de género—, actualmente este debate se ha
de evitar áreas funcionalmente segregadas, ido centrando cada vez más en la protección
sino también para crear espacios de calidad, de los bienes materiales. El espacio público
accesibles y con visibilidad que ayuden a se ha convertido en un espacio económico
disminuir y evitar totalmente la agorafobia por excelencia —centros comerciales, cines,
vivida por algunas mujeres (Hernández, parques de ocio, estaciones de tren— don-
1998). Diversos urbanistas han añadido de se anima constantemente a los visitantes,
la importancia de lo que han llamado la clientes y turistas a consumir.
“vigilancia natural” proporcionada por los La política de la seguridad en la ciudad,
mismos usuarios en un espacio público y fa- comenta Drooglever (2003), está basada
vorecida por las características físicas de los fundamentalmente en la exclusión física y
espacios, su emplazamiento y la diversidad simbólica de las personas no deseadas y de
de actividades que se desarrollen. La anima- los criminales potenciales —jóvenes, inmi-
ción de las terrazas de los bares situadas en grantes, drogadictos e indigentes: catego-
territorios 16-17 la calle y en las plazas es uno de los ejemplos rías masculinizadas y etnizadas—, así como
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TABLA 1
ASPECTOS FÍSICOS QUE FOMENTAN EL USO IGUALITARIO DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS
ASPECTOS FÍSICOS RESULTADOS SOCIALES
Planificación y diseño de los espacios públicos Sociabilidad y convivencia en los espacios públicos

- Diseño polivalente y multifuncional del espacio: - Diversidad de personas según el género, la edad, la
equilibrio de áreas de acción y de reposo. condición social, la etnia, las habilidades físicas, etc.
- Existencia de áreas de juegos infantiles y terrazas al
aire libre (cafeterías con mesas en la banqueta). - Diversidad de actividades (gente sentada en los
- Componentes verdes (árboles, césped, plantas) y bancos, gente paseando, niños y niñas jugando).
fuentes de agua.
- Visibilidad y transparencia. - Interacción y comunicación social entre personas
- Buena iluminación. que se conocen y entre las que no se conocen.
- Buena accesibilidad (sin barreras arquitectónicas).
- Buen mantenimiento (limpieza y renovación del - Manifestaciones públicas de afectividad.
mobiliario urbano).
- Buena conexión (transportes públicos). - Celebraciones, encuentros y fiestas populares en los
- Entorno multifuncional (rodeado de residencias, espacios públicos organizadas por asociaciones de
servicios, equipamentos, tiendas, etc.). base (asociaciones vecinales, etc.)
- Participación ciutadana en el diseño de los espacios
públicos.
Fuente: Elaboración propia a partir de Project for Public Spaces (2002), Karsten (2003) y Paravicini (2002).

en la vigilancia y el control de las cámaras y nero, la geógrafa considera que el uso de es-
los guardias de seguridad. El aumento de tos tipos de vigilancia vuelven a reproducir
este tipo de vigilancia en todos los espa- relaciones de poder, ya que normalmente
cios urbanos supone un problema para las las personas que optan por estos métodos
personas sin techo que viven en las calles. (políticos, empresarios) y las que están “de-
Recientemente, el nuevo diseño de los ban- trás” de la cámara son hombres (guardias de
cos públicos (con asientos individuales) en seguridad), mientras que las personas que
Barcelona, por ejemplo, parece estar pensa- están “bajo” su vigilancia son mujeres, ya
do para prevenir que estas personas puedan que son las que más frecuentan los espacios
echarse o dormir. normalmente vigilados (centros comercia-
Por lo que respecta a la tecnologización del les, paradas de transporte público).
espacio, con el incremento de cámaras de
seguridad en espacios urbanos de acceso pú-
blico y de consumo, Koskela (2000) alerta Niños y niñas en los espacios
sobre el cambio que experimenta el espacio públicos
en convertirse en un simple “contenedor
pasivo donde sólo los objetos observados En los últimos años ha aumentado el nú-
existen” (p. 251). Desde un enfoque de gé- mero de artículos publicados en revistas territorios 16-17
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académicas sobre la llamada “geografía de casa (Karsten, 1998); en segundo lugar, la
los niños” interesada, especialmente, en el disminución en el número de hijos provo-
análisis de la vida cotidiana, el comporta- ca que haya más posibilidades económicas
miento y la presencia en los espacios pú- para ofrecerlos una educación “correcta”,
blicos de la ciudad de los niños y las niñas. materializada a través de las actividades ex-
Geógrafas feministas (Karsten, 2003; Va- traescolares en espacios semipúblicos (Dro-
lentine, 2004), sociales (Tandy, 1999) y ogleever; Karsten, 1999); y, en tercer lugar,
culturales (Matthews, 1995), preocupadas el espacio público se convierte, cada vez
por visibilizar la diversidad de experiencias, más, “naturalmente” y “normalmente”, en
necesidades y movimientos de los colectivos un espacio de adultos, de forma que los
de personas que, por cuestiones de género, padres y las madres son conscientes de los
edad, sexualidad, condición social y etnia riesgos y posibles peligros de los espacios
han sido excluidos de los estudios urba- públicos, razón por la cual restringen su
nos, han profundizado en el estudio de la uso a los niños (Valentine, 1997: 206). El
infancia en la ciudad. hecho de que los niños no puedan acceder
Lia Karsten (1998, 2002 y 2003) es, sin al espacio urbano que los rodea, ni cono-
duda, la geógrafa que más ha estudiado la cerlo por si mismo o jugar en los espacios
vida cotidiana de los niños y las niñas en la públicos abiertos sin la mirada de un adulto
ciudad (concretamente en Amsterdam) y lo tiene, según Román (2000), repercusiones
ha hecho teniendo en cuenta categorías de en el desarrollo de la autoestima, la respon-
género, sociales y étnicas. A partir de méto- sabilidad y la independencia de los niños.
dos cualitativos —observación participante, Por lo que se refiere a la segunda constata-
entrevistas y cuestionarios a niños, padres y ción, la de la segregación del tiempo libre
madres, etc.— la geógrafa constata, por un de los niños, Karsten (2002) muestra cómo
lado, cómo cada vez más el tiempo libre de el tiempo libre de los hijos de familias de
los niños transcurre en espacios privados y ingresos medios con transporte privado se
semipúblicos —por ejemplo, centro de de- desarrolla fuera de los espacios públicos,
portes, ludotecas, etc.— y, por otro lado, mientras que el tiempo libre de los niños
cómo la segregación es cada vez más una de familias de ingresos bajos transcurre al
característica de su tiempo libre. Veamos aire libre, jugando en los espacios públicos
a continuación cómo explica cada uno de abiertos del barrio.
estos puntos. Las diferencias de género son visibles cuan-
Por lo que concierne a la primera consta- do se observa el uso de los niños y las niñas
tación, el menor uso de los espacios pú- del área de juegos de los espacios públicos.
blicos abiertos por los niños se explica por Según los resultados empíricos de Karsten
las razones siguientes: en primer lugar, los (1998 y 2003), en barrios multiculturales
niños y las niñas dedican más tiempo a mi- de Amsterdam, la presencia de niñas en el
territorios 16-17 rar la TV o jugar con la computadora de su área de juegos es menor que la de niños,
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así como el tiempo que pasan y el espacio de identidades según el género, el sexo, la
que utilizan para jugar. Diversos autores clase social, la cultura, la etnia, la edad, las
señalan la importancia de tener en cuenta habilidades físicas y psíquicas, ha sido, sin
las necesidades específicas de los niños en lugar a dudas, una de las aportaciones más
la planificación urbanística y el diseño de relevantes a la geografía humana. La geo-
los espacios públicos y las áreas de juegos grafía feminista o la de género ha favorecido
infantiles (Borja; Castells, 1997); y apuntan la “visibilización” de las mujeres, así como
también la necesidad de favorecer la par- de otros colectivos —los y las inmigrantes,
ticipación de los niños y los jóvenes en el las personas mayores, los niños y las niñas,
diseño de estos espacios (Simpson, 1997). los jóvenes, entre otros— que permanecían
Asimismo, Karsten (2003) apunta algunas “invisibilizados” y “neutralizados” por una
recomendaciones para el diseño de estas identidad —la masculina, heterosexual, de
áreas: tienen que ser suficientemente gran- clase media, de mediana edad y occiden-
des para facilitar el juego de niños y niñas; tal— bajo la cual se han generalizado la
el espacio dedicado a los equipamientos mayoría de experiencias sociales, políticas
(columpios, toboganes, etc.) tiene que ser y espaciales.
equivalente al dedicado al área concebida A lo largo de este artículo se ha visto cómo el
para los juegos de pelota y, finalmente, tiene estudio de la ciudad y los espacios públicos
que haber un buen mantenimiento del área desde una perspectiva de género ha incluido
de juegos y una adecuada renovación de los tanto el análisis de la vida cotidiana de las
equipamientos. mujeres, sus experiencias y sentimientos en
el ámbito público, como las restricciones
a las que se ven sometidas por cuestiones
Reflexiones finales de tiempo, movilidad y seguridad. Algunas
investigaciones muestran que el diseño de
El interés de los estudios geográficos por la los espacios públicos repercute más sobre
diversidad y la diferencia se debe principal- la vida cotidiana de las mujeres que sobre
mente al surgimiento, en los años ochenta, la de los hombres debido a que éstas tienen
de la geografía feminista y las nuevas geo- una relación más estrecha con el entorno
grafías culturales (sobre todo británicas) y inmediato y realizan más actividades rela-
al llamado “giro cultural” en geografía. Sus cionadas con el trabajo reproductivo en este
aportaciones teóricas y metodológicas, así medio. A pesar de ello, tradicionalmente,
como su énfasis por la interdisciplinariedad los espacios públicos han sido concebidos
y el compromiso político, han permitido como territorios masculinos, mientras las
acercarnos a la sociedad, el espacio y el lu- mujeres han quedado asociadas a los es-
gar desde nuevos enfoques y múltiples mi- pacios privados. Afortunadamente, según
radas. El estudio de las prácticas espaciales se ha mostrado, en las últimas décadas las
y sociales teniendo en cuenta la diversidad mujeres han participado activamente en el territorios 16-17
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planeamiento del espacio urbano y se han Bridge, Gary; Watson, Sophie. 2000. “City
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