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Crónica del naufragio del Costa Concordia

by Ricardo Marengo • 22 enero, 2012

Habiéndose descubierto un cadáver más, los muertos ya suman 12 y los desaparecidos 20. He aquí
la crónica secuencial de los hechos que vivió el Costa Concordia la noche del viernes 13 de enero.

Buzos de rescate junto a la Campana del Costa Concordia

Viernes y 13. ¿Mal augurio? Ciertamente no para los tres mil turistas de 60 países que parten
alegres y confiados de Civitavecchia a bordo del Costa Concordia. Pocos deben saber que,
cuando la supermodelo checa Eva Herzigova bautizó el barco, en julio del 2006, la botella de
champán no se rompió a la primera.

A los cruceros, sin embargo, no se va con inquietudes supersticiosas sino con ganas de
disfrutar. Son templos flotantes del bienestar occidental, una evasión ante la crisis, un lujo
accesible también a las clases medias, gracias a una tripulación de sacrificados asiáticos y
sudamericanos que trabajan y regalan sonrisas por menos de mil euros al mes.

Este es el relato aproximado de una singladura que terminó abruptamente en un escollo frente
a la isla del Giglio, en el archipiélago toscano, ese que, según la leyenda, se formó cuando a
Venus, diosa del amor y de la belleza, le cayeron las cuentas de su collar. Los detalles son aún
confusos y contradictorios, pero de la historia emerge una cadena de frívolas temeridades,
errores y dilaciones incomprensibles, alguna conducta poco noble pero muchas otras heroicas
y solidarias que mitigaron la tragedia en una noche de angustia y terror que, a muchos
pasajeros, les trajo a la memoria las escenas del Titanic reconstruidas por el cine.
13 enero. 19.00 h El Costa Concordia zarpa del puerto de Civitavecchia, al noroeste de Roma,
con más de 4.200 personas a bordo, entre turistas y tripulación. Las próximas escalas serán
Savona, Marsella y Barcelona. Luego el crucero seguirá hacia Palma de Mallorca, Cagliari y
Palermo.

21.15 h Es hora de la cena, para pasajeros y tripulación. La familia Gual, de Mallorca, está en
uno de los restaurantes. Ana Gual comenta a su marido que el crucero ha sido un éxito y que
el año próximo podrían repetir. Yolande L., viuda francesa, se dispone a ver un espectáculo de
magia. A Yolande le han regalado el viaje por su 60 cumpleaños. Hace poco tiempo perdió a su
marido.

21.30 h El capitán, el napolitano Francesco Schettino, de 52 años, deja la mesa del Club
Concordia –el restaurante más exclusivo de la nave– donde había cenado con otros oficiales y
con una joven moldava de 25 años, Domnica Cemortan, ex empleada del crucero. Algunas
fuentes aseguran que el capitán bebió vino. Él lo ha negado. Schettino va al puente de mando,
antes había advertido que lo avisasen cuando el barco estuviera a 6 millas de la isla del Giglio.

21.35 h Schettino habla por teléfono con el ex capitán Mario Palombo, antiguo colega y
originario del Giglio. Discuten sobre la profundidad de las aguas y los escollos. Schettino quiere
realizar la tradicional reverencia, el ritual de saludo, aproximándose a la costa, haciendo sonar
la sirena y encendiendo todas las luces. El saludo es un gesto hacia Antonello Tievoli, jefe de
los maîtres, cuya familia vive en la isla.

21.40 h Schettino está al timón. Navega por el procedimiento manual, a una velocidad de unos
16 nudos. Según el testimonio del capitán, el radar no detecta un escollo, pero él advierte
espuma en proa y se da cuenta de que puede haber una roca. El capitán realiza una maniobra
desesperada. Vira todo a estribor (derecha), para motores y luego los pone marcha atrás. Pero
ya es demasiado tarde. Si bien la proa esquiva el escollo, se registra un fuerte impacto sobre el
costado de babor y un frenazo brusco del barco. Se interrumpe el fluido eléctrico. Schettino
ordena una inspección inmediata de la sala de máquinas. Se constata que el daño es grave y
hay una vía de agua.

21.58 h El Costa Concordia sigue avanzando, por inercia, y pasa por delante del pequeño
puerto de la isla, demasiado pequeño para sus dimensiones. Luego la nave hace un giro de casi
180 grados, hacia la izquierda, se sitúa muy cerca de la costa y encalla. No está claro aún si a
esta altura de los acontecimientos la nave era gobernable y Schettino hizo la maniobra para
facilitar la posterior evacuación, o si se trató de una afortunada casualidad y la corriente situó
allí el barco.

22.05 h Schettino habla por primera vez con la unidad de crisis de la naviera y explica el
accidente. Admite que ha cometido un error. Solicita helicópteros. A los pasajeros se les dice
que ha habido un problema eléctrico en un generador. Pero se desata ya el pánico por la falta
de luz y los objetos que han caído. Es una pasajera quien da la alarma a la policía, en tierra
firme.

22.38 h Una miembro de la tripulación se dirige a los pasajeros, que llevan ya los chalecos
salvavidas puestos. Insiste en que se trata de un problema eléctrico y será subsanado. Les
aconseja que vuelvan a sus camarotes y esperen con calma. En realidad, el capitán está
hablando con la capitanía de Livorno y se discute la posibilidad de evacuación.
22.58 h El capitán ordena finalmente abandonar el barco. Parece que algunos oficiales ya
habían empezado la evacuación por su cuenta. Schettino justifica luego el retraso por no crear
pánico y asegurarse de que la nave está encallada junto a la costa.

23.10 h Los primeros evacuados están ya en los botes salvavidas y se dirigen al puerto del
Giglio, distante apenas 300 metros.

23.15 h El Costa Concordia comienza a inclinarse hacia estribor, haciendo mucho más difíciles
las labores de evacuación. Es muy complicado hacer descender los botes salvavidas. Están en
acción equipos de socorro y helicópteros. El vicealcalde de la isla, Mario Pellegrino, acude a
ayudar, con su propia barca.

14 enero. 0.32 h Schettino recibe una llamada en su teléfono móvil desde la capitanía de
Livorno. Le preguntan cuántas personas están todavía a bordo de la nave. Él contesta que son
entre 200 y 300, pero en realidad son muchas más a esa hora de la noche. El capitán asegura
que volverá al puente de mando.

0.42 h Desde la capitanía marítima de Livorno, el capitán Gregorio Maria Di Falco habla de
nuevo con Schettino. Será una de varias comunicaciones muy tensas, pues se hace evidente
que Schettino ha abandonado la nave, junto a varios oficiales, mientras aún quedan muchos
pasajeros en el barco. Schettino asegura a su interlocutor que cayó al agua y que estaba en un
bote salvavidas. Otros testimonios lo sitúan ya en tierra firme.

1.46 h La conversación más agitada entre Di Falco y Schettino. El primero le ordena al segundo,
en términos muy duros, que deje de dar excusas y que suba a bordo de la nave, por una escalera
de proa, para coordinar el rescate de los pasajeros aún atrapados en el Costa Concordia. “¡Vaya
a bordo, carajo!”, le grita Di Falco, desesperado por la pasividad del capitán, que parece
desbordado por las circunstancias.

2.30 h Prosigue la evacuación, gracias a que buena parte de la tripulación, sobre todo los
camareros y cocineros asiáticos, cumple con su deber, aunque sin mostrar el adiestramiento
adecuado. Según el testimonio de muchos pasajeros, no se ven oficiales coordinando las
operaciones, aunque sí lo hace el jefe de los comisarios, el italiano Manrico Giampedroni. Este
se fracturará una pierna y no será rescatado hasta 36 horas después, Algunos pasajeros se
lanzan al agua y alcanzan la costa. En esas primeras horas se recuperan tres cadáveres.

4.46 h Los equipos de socorro informan de que ha terminado la evacuación. No ven a más
pasajeros, aunque una pareja de novios surcoreanos ha quedado atrapada en su camarote y
será rescatada sana y salva muchas horas después. En la isla del Giglio, la población (1.500
habitantes) se moviliza para ayudar a los náufragos. Les llevan mantas y comida al puerto.
Algunos vecinos abren sus casas a los involuntarios huéspedes. El párroco, Lorenzo
Pasquotti, abre la iglesia. Allí se refugian centenares de náufragos. Alguien enciende una vela
a la Virgen. Don Lorenzo deja dormir en su sofá a un crupier peruano del casino del barco. En
la vida hay más héroes que villanos.

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