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Universidad Nacional del Altiplano

Escuela Profesional de Sociología


Productividad social
Taller 05

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Contenido: Externalidades y Bienes Públicos


Objetivo: Analizar los conceptos de externalidades y bienes públicos
Procedimiento: Exposición del docente. Análisis de documentos escritos sobre la definición y medición
de externalidades y el problema de los bienes públicos.
Introducción
El primer Teorema del Bienestar nos indica que los precios y mercados actúan como mecanismos e
instituciones capaces de coordinar eficiente y descentralizadamente las acciones de los agentes
económicos. La clave de este resultado, aparte de los supuestos de convexidad que garantizan la
existencia del equilibrio competitivo, es el supuesto de que los agentes actúan paramétricamente en
precios, tomando sus decisiones de consumo y producción sin preocuparse de lo que hacen los demás.
Es decir, se supone implícitamente la inexistencia de efectos externos. No obstante cuando
consideramos externalidades, esto es, cuando admitimos que las decisiones de algunos individuos
afectan a las funciones objetivo de otros, el Teorema de la Mano Invisible deja de funcionar, aún cuando
el equilibrio competitivo exista.

Documento 01: Algo más sobre el concepto de externalidad


Satisfacer una necesidad cualquiera le proporciona a la persona un determinado nivel de bienestar.
Cuando dicha necesidad se satisface mediante el acceso a un determinado bien o servicio que tiene el
carácter de mercancía, la disposición a pagar de la persona por disfrutarlo, puede ser un exponente
adecuado del incremento de bienestar que experimenta por dicho consumo. En ese caso, los precios de
mercado de estos bienes y servicios que tienen un valor de uso instrumental para sus poseedores,
debidamente depurados para tener en cuenta las desviaciones introducidas por la intervención pública y
las imperfecciones del mercado, son una buena base de partida para valorar los cambios en el bienestar
que el acceso a los mismos comporta. Todo ello es cierto en ausencia de efectos externos, de
externalidades.
Las externalidades causan distorsiones en el uso de los recursos porque la sociedad no paga el precio
del bien en cuestión; de ese modo, el problema reside en estimar el precio que debería prevalecer ante
el mal funcionamiento del mecanismo de precios del mercado. En la mayor parte de las transacciones, el
precio es el mismo para quien provee un bien y para quien lo consume, pero esta simetría no puede
mantenerse si aparecen externalidades. En cualquier actividad de transporte, por ejemplo, converge la
generación de un bien (el desplazamiento de una persona o una mercancía), y la generación de efectos
externos de diferente índole (positivos y negativos; ambientales, económicos y sociales). Las actividades
de quien transporta no están adecuadamente reflejadas en los precios de mercado de dicho bien (que
paga el consumidor). El coste real de trasladar a una persona o una mercancía no es únicamente el que
se deriva del gasto en que ha de incurrir quien transporta (el vehículo, el combustible, el tiempo), sino
también el gasto adicional que debe sufragar la sociedad en su conjunto o, cuando menos, individuos
diferentes a quien realiza la actividad o se beneficia de ella. Alguien tendrá que arreglar la vía de
transporte para que éste sea más rápido, barato y eficaz; es posible que el sistema de salud observe un
aumento del ingreso hospitalario de niños con dolencias de carácter asmático como resultado de la
contaminación; etc. ¿Quién pagará por ello?
Como consecuencia de esta falla de mercado (que se manifiesta en la diferencia entre coste privado y
coste social), es probable que los precios que se cobran por la energía eléctrica o por el agua potable o
por los servicios de transporte sean más bajos de lo que, en realidad, serían si el valor de dichas
externalidades fuese internalizado (es decir, reflejado en el precio al consumo). De ese modo, se
incentiva por omisión el consumo de energía eléctrica y el uso de los automóviles (es decir, el consumo
de combustible), y el uso de agua. La consecuencia final es una asignación ineficiente de recursos (que
no se dedican a su mejor uso posible), así como una pérdida de bienestar de la sociedad.
¿Qué hacer ante la evidencia de una externalidad? La sugerencia del análisis económico parece clara:
en primer lugar, reconocer su existencia. Sólo entonces puede uno plantearse el sentido de estimarla por
procedimientos más o menos sofisticados, según el caso. Esta observación no es menor: el análisis de
externalidades arroja beneficios en el proceso. Se introduce transparencia en la gestión, se enriquece la
información sobre las actividades económicas objeto de análisis, se reduce la discrecionalidad de
algunas decisiones. Aunque uno no fuese capaz de estimarlas, por desconocimiento técnico o por
escasez de medios, reflexionar sobre ellas le ayudará en cualquier caso.
¿Cuál es, en síntesis, la contribución del análisis económico en este contexto? El interés reside en la
consolidación de un consenso social que, en presencia de externalidades, permita alcanzar de manera
cierta un asignación óptima de recursos y, consecuentemente, maximizar el bienestar social. Como es
lógico, sin embargo, no basta con disponer de buenos conceptos económicos (aunque ello ya parezca
un logro): será en la esfera política donde deban resolverse los problemas operativos que se plantean en
la práctica, pero ahí ya no cabrá escudarse en las debilidades del análisis económico para evaluar estos
efectos externos indeseados, sean éstas ciertas o no.
¿Cuál será el objetivo último de este tipo de análisis? Básicamente, internalizar dichos costes externos.
Ello implica generar las condiciones sociales en las que los daños (o, en el caso de externalidades
positivas, beneficios), de la producción y el consumo se tomen en consideración por aquellos que
generan la externalidad. Esta situación puede generarse mediante instrumentos normativos, un sistema
de agravios o desagravios, la negociación entre partes privadas u otra serie de instrumentos
económicos, políticos e institucionales.
Gonzalo Delacámara (2008). Guía para decidores: Análisis económico de externalidades ambientales.
CEPAL

Documento 02: De la racionalidad individual a la racionalidad colectiva


Hay varias dificultades que deben tomarse en consideración respecto a la posibilidad de reconocer las
externalidades. Una de ellas tiene que ver con el hecho de que debe establecerse un vínculo explícito
entre el impacto ambiental en cuestión y la merma del bienestar de una persona o un conjunto de ellas.
Hará falta algo más, sin embargo: no sólo debe existir un impacto objetivo que pueda dañar el bienestar
sino que el afectado debe percibirlo efectivamente como una pérdida. Hay tres motivos, al menos, por
los que esto podría no ocurrir o no con carácter inmediato: en primer lugar, el medio (agua, suelo, aire)
tiene una capacidad concreta de asimilación natural de sustancias contaminantes (por debajo de un
umbral, un contaminante atmosférico concreto, por ejemplo, no causará un impacto perceptible); en
segundo lugar, el impacto podría llegar a producirse y los afectados por el mismo no percibirlo (por citar
un caso, resulta complejo evaluar el efecto que la pérdida de diversidad biológica de un bosque podría
llegar a tener sobre el bienestar); por último, podría existir información científica insuficiente, de modo
que el daño se produjese (fuese percibido) pero su magnitud fuese subestimada.
Cabe pensar incluso en un caso adicional. ¿Qué ocurriría si se produce un impacto asociado a una
actividad económica o a varias de ellas y la sociedad fuese capaz de adaptarse al mismo, parcial o
totalmente? Lo cierto es que, a lo largo de los siglos, la especie humana ha mostrado una capacidad
notable de acomodarse o reaccionar ante cambios en su entorno (tanto si los mismos eran exógenos
como cuando se trataba de modificaciones inducidas por la propia actividad humana). Conviene
recordar, en este caso, la experiencia que cualquier escolar podría vivir en este sentido. Si cualquiera de
esos niños dejase caer una rana sobre una olla de agua hirviendo, la rana escaparía de un salto
(rechazo inmediato de un medio claramente inapropiado).
Si, por el contrario, los niños metieran la rana en una olla de agua tibia, calentando ésta lentamente, la
rana nadaría adaptándose a la temperatura creciente… hasta quedar cocida. No es necesario, sin
embargo, buscar paralelismo alguno con el cruel final del anfibio ni llegar a ese extremo. La adaptación,
incluso en aquellos casos donde pareciese factible, siempre se realizará a costa de una merma en el
bienestar, de una renuncia. En ese caso, parece razonable querer conocer la magnitud de ese daño.
La relevancia del análisis económico en este terreno es clara, como se pone de manifiesto en los
siguientes ejemplos. La decisión de emplear combustibles fósiles en lugar de energía eólica es
económica, como también lo es la decisión de usar más o menos combustibles líquidos para el
transporte. También los cambios en diferentes hábitat, que conducen a la extinción de numerosas
especies, han sido inducidos económicamente: parece mucho más rentable talar bosques tropicales
húmedos y plantar café o cualquier otro monocultivo para la exportación o autorizar la extracción de
petróleo, que mantenerlos intactos, especialmente en presencia de un elevado nivel de endeudamiento
externo. Cualquiera de esas decisiones responderá a una conducta racional de diferentes individuos. Sin
embargo, previsiblemente serán tomadas sin conocer las externalidades asociadas a las mismas.
Como se ha esbozado previamente, la evidencia de la existencia de externalidades asociadas a la
mayor parte de las actividades económicas, conduce sistemáticamente a un dilema social: ¿qué pérdida
de bienestar está dispuesta a aceptar la sociedad para disfrutar de los bienes y servicios que la
generan?
Los dilemas sociales son situaciones en que la racionalidad individual conduce a la irracionalidad
colectiva, es decir, el comportamiento individual racional (pese a que no parezca razonable – lo
razonable forma parte de un juicio de valor), lleva a una situación en la que todo el mundo está peor de
lo que podría haber estado.
Hay muchos ejemplos de dilemas sociales. Piense el lector, por ejemplo, en la decisión de votar,
especialmente cuando uno debe esforzarse para hacerlo (porque tiene una lesión en una pierna, fiebre
intensa o se encuentra lejos de su circunscripción electoral el día de la votación). ¿Qué recibe uno por el
esfuerzo? Muchos podrían pensar que poco: a fin de cuentas un voto, salvo en el improbable caso de
empate, tiene un impacto marginalmente nulo sobre el resultado final. Si todo el mundo se dejase vencer
por ese cálculo racional, quizás nadie llegaría a votar; sin embargo, el dilema social no se refiere a “todo
el mundo” sino al comportamiento de un individuo en el contexto de una decisión colectiva. También hay
casos más cercanos al objeto de esta guía.
Suponga, por un momento, que vive en una ciudad de una zona semiárida como Mendoza (Argentina),
en un año con muy bajas precipitaciones. Imagine, adicionalmente, que la escasez (no sólo motivada
por la ausencia de precipitaciones sino, fundamentalmente, por el alto consumo de agua en la
agricultura), conduce a una situación en la que comienzan a producirse cortes en el suministro. Los
responsables de la gestión del agua le animan a que, en su aseo personal, sustituya los baños por
duchas. Usted, sin embargo, no sólo valora la posibilidad de refrescarse sino el descanso que le
proporciona un baño después de un duro esfuerzo físico, por ejemplo. Si se ducha, la situación de
escasez no empeorará por su culpa, pero quizás se sienta cansado, incómodo. Si, por el contrario,
decide bañarse, dejará de sentirse tan fatigado, podrá estar más tiempo bajo el agua y la cantidad de
ella que consuma será insignificante comparada con el nivel de agua disponible o el consumo global de
ese mismo día. Nadie se dará cuenta, de hecho, de que se bañó (salvo que lo haya hecho en un
momento de corte en el abastecimiento y usted haya contribuido a agotar el depósito que tienen en su
edificio para este tipo de situaciones). Su consumo de agua, dividido por el de miles o millones de
personas, será imperceptible. No cabe duda, en todo caso, de que su comportamiento agravará la
situación de escasez y perjudicará a otros ciudadanos.
Gonzalo Delacámara (2008). Guía para decidores: Análisis económico de externalidades ambientales.
CEPAL
Documento 03: Externalidades
Una externalidad es una influencia no compensada de un agente sobre el bienestar de otro. Dicha
influencia puede generar un mayor nivel de bienestar (externalidad positiva) o, por el contrario, provocar
un perjuicio (externalidad negativa).
Algunos ejemplos más comunes son los siguientes:
i) Emisiones de humo toxico generadas por fábricas y automóviles.
ii) Investigación de nuevas tecnologías.
En ninguno de los casos anteriores el responsable de estas acciones tiene en cuenta los efectos
secundarios de sus decisiones. Por esta razón, el gobierno debe intervenir para proteger los intereses
de los afectados. Dado un caso en que no se tienen en cuenta las externalidades, los mercados son
eficientes y se encuentran en equilibrio, como se muestra en la grafica de la figura No. 1. Sin embargo,
al haber presencia de una externalidad, la eficiencia del mercado se ve afectada.
Supongamos una fábrica de papel. En la producción de papel se emite una sustancia química llamada
dioxina que aumenta el riesgo de cáncer en la población. Como se observa, la fábrica de papel provoca
una externalidad negativa. ¿Cómo se ve afectada la eficiencia del mercado por dicha externalidad? La
grafica de la figura No. 2 muestra que el costo de la producción de papel es superior para la sociedad
que el costo privado. Por lo tanto, el equilibrio del mercado, que indica el valor óptimo del mercado, es
menor.

Una forma de corregir esta externalidad es a través de un impuesto a la producción de papel para que
los productores tengan en cuenta los efectos secundarios que generan. De esta forma se desincentiva
una gran producción y la contaminación disminuye. Este tipo de corrección se conoce como
internalización de una externalidad.
Así como hay casos en la producción que generan efectos negativos y por lo tanto implican un costo
social mayor que el costo privado, también sucede lo contrario. Supongamos una fábrica de
computadores. Este mercado se encuentra en constante evolución, razón por la cual siempre existirá la
posibilidad de inventar un equipo más moderno y útil tanto para la compañía como para las personas.
Por lo tanto, un avance tecnológico genera una externalidad positiva, lo cual implica un costo social
menor que el costo privado, como lo muestra la grafica de la figura No. 3.

Al igual que en la producción se presentan externalidades, en el consumo también. Un claro ejemplo es


el del consumo de bebidas alcohólicas, pues genera externalidades negativas debido a una alta
probabilidad de tener un accidente por conducir bajo su efecto. La grafica de la figura No. 4 muestra los
efectos generados para la sociedad. El valor social es menor que el valor privado, por lo tanto el valor
optimo es menor que el equilibrio del mercado. (Se deja al estudiante el desarrollo de la grafica
correspondiente)
Para resolver este problema, el Estado puede internalizar esta externalidad gravando el consumo de
bebidas alcohólicas.
Una externalidad positiva, por ejemplo la educación, tiene un valor social superior que el valor privado,
por lo tanto el valor óptimo es mayor que el equilibrio del mercado, como se muestra en la grafica de la
figura No. 5. (Se deja al estudiante el desarrollo de la grafica correspondiente)
Una forma de incentivar una externalidad positiva como lo es la educación, seria subvencionar a las
instituciones educativas para que continúen con su buena acción. Existen muchos casos en los cuales
no hay necesidad de la intervención del estado para resolver el problema de una externalidad, pues
existen también soluciones privadas por las que pueden optar los agentes, como una negociación mutua
entre las partes afectadas, sin generar ningún tipo de costo sobre la asignación de los recursos
(teorema de Coase), aunque no siempre pueden generarse resultados debido a que existen ciertos
costos de transacción en los que se incurre para poder llegar a un acuerdo y cuidar por su cumplimiento.
Para resolver el problema de las externalidades, los gobiernos generalmente utilizan medidas centradas
en el mercado, como lo son regulaciones que prohíben cierto tipo de acción, impuestos pigovianos que
corrijan el efecto de una externalidad, o permisos.

Resolución de Caso
Una empresa es la única que fabrica ciertos artefactos. El precio de mercado de cada artefacto es de 20
um y la oferta de la empresa para este producto es P = 0,4 X . ¿Cuántos artefactos producirá la
empresa? Un estudio del gobierno encuentra que el proceso de producción contamina el aire. Se estima
que el coste social de la producción de artefactos es P = 0,5 X . Si el precio de mercado sigue siendo 20
um, ¿cuál es el nivel socialmente óptimo? ¿Qué impuesto se debería fijar para que se pudiera alcanzar
ese óptimo?

Documento: Los Bienes


Para estudiar los distintos tipos de bienes hemos de agruparlos en relación a las diferentes
características, éstas son:
Exclusión: Un bien es excluible si cuando está siendo consumido por un individuo es posible impedir que
lo utilicen los demás.
Rivalidad: Un bien es rival cuando su consumo por parte de un individuo reduce su uso o disponibilidad
por parte de los demás. Estas dos características de los bienes nos llevan a la siguiente clasificación:
Bien público no es equivalente a bien provisto por el estado. Existen bienes públicos y también bienes
privados suministrados por el estado.
Los bienes públicos son vistos como un caso particular de una externalidad positiva. Sin embargo, los
bienes públicos se prestan para análisis muy interesantes en la teoría económica.
Como ya sabemos, cuando existen externalidades positivas y se deja al mercado actuar, el resultado
será ineficiente: Muy poca externalidad, i.e. muy poca oferta de bienes públicos.

Documento
Se dice que un bien público es aquel que produce efectos sobre quienes no han participado en la
transacción. Es decir, aquellos que producen efectos para terceros o externalidades que no son
susceptibles de internalizarse.
En otros términos, aquellos bienes que se producen para todos o no se producen puesto que no se
puede excluir a otros. Por ejemplo, un bien público sería un perfume agradable que usa una persona y
que otros disfrutan, mientras que un bien privado sería el uso del teléfono que sólo beneficia al usuario.
Asimismo, los bienes públicos tienen la característica de la no-rivalidad4, lo cual significa que el bien no
disminuye por el hecho de que lo consuma un número mayor de personas. En nuestro ejemplo, no se
consume el perfume por el hecho de que un número mayor de personas aproveche el aroma. En
consecuencia, los principios de no-exclusión y no rivalidad caracterizan al bien público, lo cual, a su
turno, significa que tienen lugar externalidades, es decir, como queda dicho, que gente se beneficia del
bien sin haber contribuido a su financiación (free-riders) o también, en otros casos, gente que se
perjudica (externalidades negativas o costos externos), situación esta última en la que los free-riders son
los emisores de externalidades.
Es importante distinguir una externalidad negativa de una lesión al derecho. Si una persona planta y
cosecha determinado bien que requiere sombra, la cual es proporcionada por un vecino como una
externalidad positiva, el día que ese vecino decide talar parte de su bosque y, por tanto, le retira la
sombra al referido productor, esto último significará una externalidad negativa pero no una lesión al
derecho puesto que el agricultor de marras no tiene un derecho adquirido sobre la sombra que
originalmente le proporcionaba su vecino. Si, en cambio, el agricultor fuese asaltado por su vecino,
estaríamos frente a una lesión al derecho (lo mismo ocurriría con los decibeles o emisiones excesivas de
monóxido de carbono, para citar los ejemplos clásicos).
En cualquier caso, en este contexto, se mantiene que los bienes públicos deben ser provistos por el
gobierno, ya que, de ese modo, se continúa diciendo, los beneficiarios de externalidades positivas
financiarían el producto en cuestión vía los impuestos. Y, por tanto, no habría freeriders y, por ende,
desaparecería esa “falla del mercado” (la producción de externalidades no internalizables). En este
mismo hilo argumental se sostiene que si el gobierno no provee ese bien, el mercado no lo produciría o,
si lo hiciera, sería a niveles sub-óptimos, puesto que los productores particulares tenderán a sacar
partida de la externalidad especulando con la posibilidad de constituirse en un free-rider (es decir, a la
espera de que otro sea quien lo produzca y, por tanto, cargue con los gastos correspondientes). Del
mismo modo, se ha sostenido que en caso de una externalidad negativa el gobierno debe compensar la
acción del responsable (free-rider).
En otros términos, el bien público constituye el argumento central del intervencionismo estatal, ya que,
en esta línea argumental, el gobierno produciría la cantidad óptima del bien en cuestión que sería
financiado por todos a través de impuestos, con lo cual se internalizaría la externalidad y no habría free-
riders ni costos ni beneficios externos sin internalizar. Tal vez el resumen más claro de esta posición esté
expresada por Marcan Olson, quien sostiene que: “Un estado es, ante todo, una organización que
provee de bienes públicos a sus miembros, los ciudadanos”
Una primera mirada a la producción de bienes y servicios obliga a concluir que muchos de los provistos
por los gobiernos tienen las características de bienes privados (en nuestro ejemplo anterior, el servicio
telefónico, también el correo, la aeronavegación, etc.), así como también muchos de los que producen
externalidades no internalizables son provistos por el sector privado (nuestro ejemplo del perfume, los
edificios elegantes, etc.).
En verdad la mayor parte de los bienes y servicios producen free-riders, desde educación hasta el
diseño de las corbatas. David Friedman considera que sus libros han hecho mucho por la sociedad
abierta, incluso para aquellos que no los han adquirido (free-riders), de lo cual no se desprende que el
gobierno debe intervenir la industria editorial. El mismo autor muestra que en el caso de la protección
privada, las agencias que quieren diferenciar a sus clientes colocan letreros en las casas de quienes
pagan el servicio.
Robert Nozick explica que las externalidades positivas derivadas de, por ejemplo, el lenguaje y las
instituciones no autoriza a que se nos obligue a pagar sumas de dinero por ello. Walter Block ridiculiza la
pretensión de que el gobierno intervenga cuando hay externalidades, y ofrece el ejemplo de los
beneficios externos que generan las sonrisas atractivas, de lo cual no se desprende que se deba cobrar
impuestos a los observadores y, para el caso, tampoco se justificaría que el gobierno subsidie a las
personas que les resulta desagradable como se visten otros o el modo en que cultivan un jardín
expuesto a la mirada de terceros.
Murray N. Rothbard señala la contradicción que se suscita en torno al tema del free-rider: “Vamos ahora
al problema de los beneficios externos —la justificación que exponen los economistas para la
intervención gubernamental. Muchos escritores conceden que el mercado libre puede dejarse funcionar
en aquellos casos en donde los individuos se benefician a sí mismos por sus acciones. Pero con
frecuencia los actos humanos pueden beneficiar, aun inadvertidamente, a terceros. Uno pensaría que
éste es un motivo de regocijo, sin embargo los críticos sostienen que esto produce males en
abundancia”. A continuación el mismo autor señala las posiciones contradictorias por parte de quienes
sostienen que el gobierno debería intervenir: por un lado, se sostiene que el mercado produce egoístas
y, por ende, el Estado debería mitigar el efecto correspondiente; por otro, se sostiene que el gobierno
debe actuar allí donde hay beneficios para terceros. Es que en realidad somos free-riders en muchos
sentidos. Nuestras propias remuneraciones se deben a la acumulación de capital que realizan otros.
Más aún, hay situaciones en las cuales se desea expresamente que no se internalice la externalidad,
como puede ser el caso de una mujer atractiva, lo cual, de más está decir, tampoco justifica la
intromisión gubernamental.

Caso 02:
Diez consumidores tienen, cada uno de ellos, una disposición a pagar por un bien público como la
siguiente: P = 12 − 0,2 Q.
¿Cuál es la cantidad máxima que está dispuesto a pagar cada uno de ellos por 30 unidades del bien? Si
la oferta del bien se puede representar por P = 2 Q, ¿cuál es la dotación óptima de ese bien público?
ACTIVIDADES EN GRUPO
1. Comentar las siguientes afirmaciones:
(a) Si la externalidad se produce en el consumo, lo adecuado es un impuesto sobre el consumo y, si
es en la producción, lo mejor es un impuesto sobre la cantidad producida.
(b) La justificación de la obligatoriedad del cinturón de seguridad no se puede amparar en la
existencia de externalidades porque el afectado es uno mismo, no los demás.
(c) Las soluciones públicas para resolver las externalidades son mejores que las privadas porque
permiten al estado recaudar un dinero que no obtendrían si las partes afectadas negocian entre
sí.
(d) La Unión de Agricultores y Ganaderos considera razonables las subvenciones a la agricultura y la
ganadería por el beneficio que suponen al medio ambiente.
(e) La cerveza debería ser más cara en botella de cristal que en bote de aluminio porque su
demanda es mayor.

2. Al lado de una academia de idiomas se ha instalado desde hace unos meses una empresa que
produce ruido en su proceso de producción. Desde entonces la academia a empezado a perder
alumnos. Ha denunciado la situación al ayuntamiento, pero todavía no ha recibido respuesta. Entre tanto
el propietario de la academia decide negociar con el dueño de la empresa para limitar los ruidos y dejar
de perder clientes. Se sabe que el beneficio de la empresa es de 40 y que la academia ha perdido en
este tiempo alumnos que le significaban un beneficio total de 60.

(a) ¿Cuánto estará dispuesta a pagar la academia para que la empresa deje de producir? ¿Qué
beneficio total se obtendrá?
(b) El ayuntamiento decide finalmente que la empresa debe dejar de producir o si no compensar a la
academia por el perjuicio causado. ¿Qué hará la empresa? ¿Perjudicará su decisión el bienestar
total?
(c) ¿Qué ocurriría en los dos casos anteriores si la empresa tiene la posibilidad de comprara un
sistema de insonorización que le cuesta 20?
(d) ¿Qué ocurriría en los tres casos anteriores si los beneficios de la empresa son 60 y los costes
para la academia 40?

3. Analiza las características de exclusión y rivalidad en los siguientes bienes y servicios:


(a) un club deportivo
(b) una película de cine emitida por una televisión gratuita
(c) una película de cine emitida por una televisión de pago
(d) el vaso de Leche
(e) el servicio de seguridad
(f) el guardia jurado que vigila la facultad los fines de semana
(g) las campanadas de fin de año en la Puerta del Sol
(h) un amanecer en el lago titicaca
(i) una ciudad, como Lima, patrimonio de la Humanidad
(j) un río en el que se puede pescar
(k) la información meteorológica
(l) los partidos de la selección de fútbol
(m) los parques de diversiones
(n) los juegos artificiales de aniversario
(o) la educación básica regular

Según cada caso ¿Debe intervenir el estado o debe dejarse a la iniciativa privada?
En algunos de los bienes y servicios interviene también el problema de las externalidades. ¿En cuáles y
por qué?
Casos de
El humo de los automóviles
El ladrido de los perros
Ruido de la música en un edificio de departamentos

INTRODUCCIÓN

CONCEPTOS: Productividad a nivel País, IPC, Deflactor de IPC, Inflación

PROPUESTA DE TRABAJO
1. El curso se organiza en grupos de 05 personas
2. Cada grupo lee los documentos y responde en forma sintética a las preguntas planteadas.
3. Finalizada la lectura y comentario de los documentos cada grupo elabora un informe escrito,
contemplando la pauta presentada al final de las actividades. Las respuestas deben ser
redactadas con letra legible (imprenta) y sin errores ortográficos. No se aceptan informes mal
desarrollados.

LEE LOS SIGUIENTES DOCUMENTOS


A continuación podrás leer distintos documentos referidos al PBI y su medición.

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