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Había una vez, un bosque lleno de brillos y colores, en el que

jugaban un pequeño colibrí y una alegre chinchilla.

Un día estaban jugando muy felices cuando sintieron un ruido


entre los arbustos. Fueron a ver y se trataba de un pequeño
piuchén, es un pariente muy cercano de los murciélagos, por lo
que el colibrí y la chinchilla se asustaron mucho, pensaron que
este animalito les quería chupar la sangre y huyeron.

El pequeño piuchén los siguió para tratar de explicarles que el


solo quería jugar, pero la mariposa y el colibrí corrían sin parar.
El piuchén estaba muy triste, se subió a un árbol y allí se quedó
llorando un buen rato.

De pronto una lechuza lo escuchó desde lejos y se acercó a él


para saber que le ocurría. Entonces el pequeño piuchén le contó
lo sucedido a la sabia lechuza, quien después de consolarlo le
prometió hablar con los animalitos del bosque para que no se
dejaran llevar por la apariencia que tenía el pequeño mamífero.
Fue así como la sabia lechuza voló hacia el bosque para reunir a
todos los animalitos incluidos la chinchilla y el colibrí. Ella les
explicó que el pequeño piuchén era un animal poco común y a
pesar de su apariencia era muy inofensivo, no chupaba sangre
solo comía frutos de arboles y pequeños bichitos. También les
propuso que lo invitaran a jugar y los animalitos aceptaron.

La chichilla y el colibrí se sintieron tan mal de no escuchar al


piuchén, que se ofrecieron para invitarlo a jugar. Lo fueron a
buscar a un árbol alejado del bosque, le pidieron disculpas por
lo sucedido y le ofrecieron su amistad. El piuchén fue muy
contento a jugar con los animalitos y le enseñó a sus nuevos
amigos cosas que nadie se imaginaba. Les mostró como buscaba
bichitos en la tierra y como caminaba en cuatro patitas como
cualquier mamífero.
Autor: MATEO SAA GALLARDO

1° BÁSICO A

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