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por
JEAN MADIRAN
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Nuestro congreso se propone definir o, al menos, aclarar la ac-
titud del hombre contemporáneo frente al totalitarismo moderno.
Pero no os hablaré de esta actitud, sino solamente del totalitaris-
mo, porque, antes de saber cuál debe ser nuestra actitud respecto
de aquél, es necesario conocer en qué consiste lo que hemos de com-
batir. A menudo nuestra atención es más atraída por los totalita-
rismos de ayer que por los de hoy.
Este ensayo introductorio comprenderá tres perspectivas. Co-
menzaremos por un estudio semántico es decir, que nos pregunta-
remos qué significan palabras como "totalitarismo", "totalitario",
etcétera. En seguida examinaremos las principales características
sociológicas del totalitarismo contemporáneo. Y , por último, tra-
taremos de definir la esencia del moderno totalitarismo, esto es,
que filosofaremos un poco.
I. Estudio semántico.
confiscar iodos tas actividades que domina. Y para apoyar esta de-
finición Paul Robert cita dos textos: uno de Jacques Bainville y
otro de André Malraux.
El texto de Jacques Bainville es muy interesante, pues data del
1 de julio de 1933', pocD tiempo después de aparecer la palabra en
francés. El célebre historiador emplea el término entre comillas,
como se suele hacer cuando se trata de un neologismo usado con
prudencia y del que se ignora si es castizo. He aquí el texto de
Bainville: "Desde ahora, un solo partido tiene derecho a existir en
Alemania. Lo mismo pasa en Italia con el fascismo y en Moscú
con el bolcheviquismo. Nace una nueva sociedad política. El es-
tado-dios no admite discrepancias y es representado por una mi-
noría que posee todos los poderes, mientras el resto de la na-
ción se compone de ciudadanos pasivos. La concepción totalitaria
acaba, por otra parte, con la depuración". Debemos retener esta
concepción para hacer un análisis no sólo semántico, sino filosófico
del problema: una nueva forma de sociedad política, el estado-
dios, el partido único, minoría que posee todos los poderes.
El segundo texto es de Malraux, sacado de Les voix du silen-
te: "La cristiandad no fue totalitaria. Los estados totalitarios na-
cieron de la voluntad de encontrar una totalidad sin religión. Por
lo menos, la cristiandad conoció al papa y al emperador, aunque
fue un todo".
No nos disgusta retener varias ideas de este texto de Malraux:
la cristiandad fue un te do, pero no fue totalitaria, porque conoció
por lo menos al papa y al emperador, es decir, la distinción de los
dos poderes; los estados totalitarios nacen de la voluntad de en-
contrar una totalidad sin religión.
Por otra parte, Paul Robert indica además: "Ver Autoridad
y Régimen autoritario". Si uno se refiere a "autoridad", "régi-
men autoritario", se descubre una lista, una cascada de palabras,
no sinónimas ni equivalentes, sino consideradas en el uso corrien-
te como emparentadas. La lengua francesa es muy rica en este
aspecto: absolutismo, arbitrariedad, autocracia, autoritarismo, cesa-
rismo, violencia, despoti smo, dictadura, dominación, opresión, om-
nipotencia, tiranía.
Esta similitud nos Rugiere la primera razón por la que resulta
difícil discernir en qué! consiste el totalitarismo moderno. La tira-
nía es propia de todos! los tiempos, en tanto que el totalitarismo
lo es de nuestro tiempo, aunque es indudable que el totalitarismo
emplea los medios que siempre emplearon gobiernos arbitrarios,
autocracias, autoritarismos, despotismos, tiranías, etc. Emplea los
medios de todos éstos y tiene el aspecto de los mismos. Y no en-
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las existentes o las que han existido, son sociedades secretas, obe-
diencias masónicas, partidos .políticos y, en el último grado de
desarrollo, el partido comunista.
La vida en estas sociedades —según aparece desde el si-
glo x v i i i , gracias al gran descubrimiento de Augustin Cochin— y
el valor espontáneamente educativo de la misma, imbuye una honda
animosidad contra las sociedades naturales. El individuo que ha
vivido en las sociedades de pensamiento, en las obediencias masó-
nicas o en los partidos políticos, siente disminuir en sí el sentido
familiar (aunque éste, quizá por estar muy cerca del instinto na-
tural, es el que menos disminuye), el sentido corporativo, la pie-
dad nacional, y encuentra que las sociedades naturales son ana-
crónicas.
He aquí dos tipos de sociedad radicalmente heterogéneos. Las
sociedades de pensamiento no consiguen desarrollarse mientras
las sociedades naturales son vigorosas. Pero cuando aquéllas se
desarrollan en medio de éstas, las dejan exangües y sin vida. Esta
es una de las claves del totalitarismo moderno, y no solamente del
totalitarismo comunista, sino del que se esboza en nuestro país.
Querría señalar en dos palabras que en las sociedades de pen-
samiento y en todas las formadas según el tipo de éstas, el pen-
samiento y la decisión se degradan y disuelven : el pensamiento se
degrada en orientaciones colectivas, la decisión se disuelve en di-
rectivas anónimas. Hay comités, un comité central, un núcleo diri-
gente, un secretariado ejecutivo ; pero incluso en el trabajo aso-
ciado, o en un puesto intermediario y subordinado de una jerar-
quía cualquiera, el pensamiento, la decisión y la responsabilidad
son personales. Las sociedades de pensamiento constituyen un
mundo donde las personas tienden a ser reemplazadas .por un
"portavoz", donde se atiende a "orientaciones"' del movimiento,
del partido, del comité central, y se obedecen decisiones que no pro-
ceden de una persona responsable, sino de la oficina política, de
la subcomisión competente, del secretariado ejecutivo. Todo esto
es fácil de analizar en el partido comunista, la meta del totalita-
rismo moderno. Entre las sociedades de pensamiento, como las
analizó Cochin, y el partido comunista, fin de la evolución que
con aquéllas comienza, está el totalitarismo que se esboza en nues-
tras costumbres, estructuras sociales e ideas.
Como es tarde y supongo que ya conocéis al partido comu-
nista, no insistiré sobre sus características sociológicas. Por otra
parte, ya hemos hablado bastante de ellas en nuestras publicacio-
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