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pee creer eens aptosima « lo que, tradicionalmente, viene eee ire reece eee do, activa durante an vasto periodo y de in- ere eee ae pre cert ee coe ee Pere er Ls Perr te he ee (Poremea era cia oaceetls Rr eee eee ec een asa Berean ete ee ee per tee oe Re ee ree ee eer a eee ery eae I ieetam out cae Publicado por: EL ACANTILADO Quaderns Creme, S.A, Sociedad Unipersonal Muntaner, 462 - 08006 Barcelona e-mail; scantilado@quadernscrema.com | Tel: 954 144 906 - Fax: 934 147 107 © 1999 by Juan Vernet Derechos exclusives de edicién: ‘Quaderns Crema, S. A Le ilustracién de la cubierte es una reproduceién del horéscopo de Albrecht von Wallenstein realizado por Jobanaes Kepler 1sBN; 84-930657-2-2 DEPOSITO LEGAL: B. 16.927 - 1999 Correccin de primeras prucbas Composicién Jotomecinica MATILDE TEJEDERAS ROMANYA-vALES — Impresiém y encuadernacién Bajo las sanciones ertablecidas por las eyes, aquedun rigurossmente prohibidas, sin In autorzacion por exerto de los titulares del copyright, a reproduccién total o patcal de este obra por cualquier medio o procedimiento mecénico Slectednico, actual 0 futuro—incluyendo las ftocopias ya difusion a eravés de Internet —y la distribucin de ejemplares de este ‘dicidn mediante alquilero préstamo pablicos INDICE PROLOGO INTRODUCCION HISTORICA El nacimiento del Islam Los ‘abbassies El nacimiento de la cultura arabe Elemirato érabe de Espaiia Los reyes de taifas y las invasiones africanas ASPECTOS DE LA HERENCIA DE LA ANTI- GUEDAD EN EL MUNDO ARABE Numeracién de posicién La doctrina astrolégica de las conjunciones La Materia Médica de Dioscérides El latin, lengua de cultura en Occidente LA TECNICA DE LAS TRADUCCIONES Traducciones de textos de la Antigitedad al érabe Traducciones del drabe al latin Traduttore, traditore Establecimiento del texto critico Técnica de la traduccién Errores en las traducciones 15 5 26 39 66 87 87 99. 105 7 n7 15 17 130 140 146 W, vL vu, invice LAS CIENCIAS EN LOS SIGLOS x ¥ XI LAS CIENCIAS EN EL SIGLO XII: FILO- SOFIA, OCULTISMO Y MATEMATICAS Los traductores Filosofia incias ocultas Mateméticas LAS CIENCIAS EN EL SIGLO XII: ASTRO- NoMa, ATROLOGIA, GPTICA, ALQUI- MIA Y MEDICINA Astronomia Astrologia Optica Alquimis esotérica La Turba Philosophorum Alquimi Medicina exotérica LAS CIENCIAS EN EL SIGLO XIII ¥ SIGUIENTES: FILOSOFIA, RELIGION, OCULTIMO, MATEMATICAS, ASTRONO- MIA, ASTROLOGIA ¥ FISICA Filosofia y religion Ciencias ocultas Matematicas Astronomia 15 167 167 Wr 196 178 197 197 aas 230 4 239 242 244 ast 256 264 270 277 inpice Instrumentos astronémicos. Astrologia Fisica VII. LAS CIENCIAS EN EL SIGLO XIII Y SIGUIENTES: ALQUIMIA ¥ TECNICA Alguimia Técnica Nautica IX, LAS CIENCIAS EN EL SIGLO IIT Y SIGUIENTES: GEOLOGIA, BOTANICA, ZOOLOGIA Y MEDICINA Geologia Boténica Zoologia Medicina X. LOS HISPANOARABES Y FL ARTE Y LA LITERATURA El arte La épica Lalirica XL. LA NARRATIVA Adiciones de 1977 292 308 316 333 333 33 349) 369 369 373 374 379 399 4or 493 407 453 Indice de algunas siglas Indice de nombres Indice de conceptos fNDICE 505 su 555 PROLOGO Ente libro pretende ser un inventario de lo que la cultu- ta debe alos érabes espafioles. Y conste de entrada que al emplear la palabra érabe no me refiero a ninguna etnia ni religion sino a la lengua utilizada por arabes, persas, turcos, judios y espafioles durante la Edad Media y que sirvié de vehiculo para la transmisién de los mas diversos saberes de la antigiiedad—clasica u oriental—al mundo del Islam. Reelaborados por éste ¢ incrementados de modo decisivo con nuevas aportaciones—el algebra y la trigonometria, por sélo citar un ejemplo—, pasaron a le cristiandad por medio de traducciones del érabe al latin y al romance y dieron origen al majestuoso despliegue cientifico del Renacimiento. Una simple estadistica de Jos textos cientificos editados en aquel entonces prueba Jo mucho que Occidente debe a Espafia, He de sefialar que para mi los problemas de auto tia—no me interesa en exceso la personalidad de Juan Hispano o Avendauth—son secundarios. No asi el con- tenido de las obras escritas 0 trasvasadas a través de Es- pafia. En las paginas que siguen se vera concretamente cémo una serie de conocimientos que van desde los bal- buceos del célculo infinitesimal hasta el desarrollo insti- tucional de los manicomios, desde los inicios dela quimi. ca como ciencia hasta la navegacién de altura, nacieron 0 cruzaron por nuestra piel de toro. Igualmente se expon- dran, aunque sea de modo més resumido, las innovacio- PROLOGO nes habidas en el campo de las buenas letras—expresién dieciochesca que viene a las mil maravillas para expresar aqui nuestro pensamiento. Varias de estas tiltimas apor- taciones son, a falta de documentos probatorios, discuti- das acremente por los especialistas. Pero no pueden ser calladas dado que teorias que parecian atrevidas cuando fueron formuladas por los arabistas espafioles, nuestros maestros, a principios de este siglo, se han visto confir- madas a lo largo de los tiltimos veinticinco afios, Tampoco me interesan en demasfa las historias tradi- cionalmente lamadas politica e institucional. En nues- tro caso son titiles para comprender determinados fen6- menos del trasvase cultural y el peculiar matiz que la primera imprimié en determinadas disciplinas, como la quimica, cuyo verbalismo esotérico encerré muchas ve- ces conceptos 5i'fes, ismaeles y fatimfes que tuvieron in- flujo ideol6gico notorio en el Aragén del siglo x1 y de aqui trascendieron a Europa Pero el influjo del pensamiento espafiol no sélo se ejercié en direccién a Occidente. También marcé al Afri ca del Norte y a Oriente de una manera indeleble—aun- que esta influencia esté mucho menos estudiada que la contraria—, tanto desde el punto de vista literario como del cientifico, Valgan unos ejemplos: el zéjel, nacido en Zaragoza, desarrollado en Cérdoba y exportado al Iraq, sigue atin hoy vivo en esas regiones en donde es el vehicu- lo ideal para la sétira politica. En el campo de la ciencia, Azarquiel y Averroes tuvieron mucho que ver en el desa- rrollo de la astronomia en Persia, Turquestén y Siria has- ta bien entrado el siglo xv. De aqui el titulo de este libro: Lo que Europa debe al Islam de Espaita La abundancia de notas se debe al propésito delibe- n PROLOGO rado de dar una bibliografia de referencia—de aqui la frecuencia de simples titulos valorados 0 no, con o sin in- dicacién de paginas determinadas—y de ampliar o dis- cutir determinadas aseveraciones que dentro del texto hubieran venido a contrapelo. Y piénsese lo mismo de la evolucién mediata de la tematica esbozada: una vez ésta se incrusta en el pensamiento de cientificos y litera- tos como Copérnico, Chaucer 0 Boccaccio, huelga se- guir su rastro en la cultura universal, puesto que queda ya incorporada a la misma en la obra de esos grandes hombres. He procurado—pero no siempre lo he conseguido— dar las referencias textuales de acuerdo con el sistema de citas medievales: libro, capitulo, pérrafo, etc, Tiene el inconveniente de ser menos exacto, a veces, del que uti- lizamos hoy en dia. Pero éste nos fuerza a utilizar deter- minadas ediciones mientras que aquél permite evacuar las citas cualquiera que sea la edicién o manuscrito de la obra, Igualmente los indices onoméstico y de conceptos procuran facilitar el manejo de un conjunto de datos que no siempre pueden ser faciles de encontrar a pesar de la ordenacién similar de materia que existe a partir del ca- pitulo v. El prélogo de una obra es lo tiltimo que de la misma se escribe (cf. p. 501): la visién de conjunto esbozada al iniciar la redacci6n se ha modificado de modo mas o me: nos sensible y ha sufrido los dltimos retoques. El autor, siempre parcial y si se quiere obcecado por el texto que termina de escribir, es un mal juez de si mismo. Y si el autor es espaol, y como tal apasionado en el momento de juzgar a su patria, se deslizara insensiblemente por el camino de la alabanza o del vituperio. Por tanto, y para B PROLOGO que no se me tilde de lo uno o de lo otro, prefiero hacer mias, como colofén, las palabras—creo que quien me lea las matizaré favorablemente al descubrir el genio cienti- fico de los espafioles del Medioevo—del gran hispanista italiano E. Cerulli: «Espafa, la primera entre las nacio- nes en la defensa de la Europa cristiana durante los siete siglos de la Reconquista, fue la primera también en aco- gery transmitir al Occidente europeo lo mucho que, en los diarios contactos de paz y de guerra, recibia en el campo de la cultura y del arte de aquel mismo mundo oriental al que se oponia en el campo de batalla».’ BARCELONA, 30 DF SEPTIEMBRE DE 1974 “Hl eLibro della Scalan, Vaticano, 1949. P. 359. 4 1 INTRODUCCION HISTORICA, EL NACIMIENTO DEL ISLAM En el mismo afio 619, en que San Isidoro, pasaba, posi- blemente, por tno de los mayores momentos de felicidad de su vida al presidir el II Concilio de Sevilla; otro hom- bre, desconocido para él, vivia los instantes mas amargos de su existencia, Mahoma, profeta de los arabes, haba fra- casado en todos sus intentos de convertit a sus conciu- dadanos, de extender su buena nueva entre los extrafios haciéndose expulsar de la ciudad de Taif, y apenas sabia qué iba a ser de él y de sus escasos y pobres prosélitos. Doce afios mas tarde todo habia cambiado: Mahoma habia conseguido hacerse con el poder por Ia fuerza de las ar- ‘mas, unificado la peninsula arabiga y enviado embajadores a los paises vecinos, Bizancio, Persia, Abisinia, anuncian- doles el cardcter ecuménico de su predicacién, Es posible que estas nuevas llegaran a ofdos de San Isidoro a través de Jas colonias bizantinas del sur de Espaiia y dificil que éste pudiera sospechar tan siquiera que sus cenizas serfan tras- ludadas desde Sevilla a Le6n como consecuencia della con- quista de la pentnsula por los secuaces de la nueva fe. Mahoma no era ni tan inculto ni tan iletrado como la tradicién quiere hacernos creer para magnificar los orf- genes de la nueva religién.’ Admitiendo simplemente los CEJ, Vernet, El Cordn, Barcelona, 1963, prologo; W.M. Watt, Mehoma, profeta y hombre de estado, Barcelona, 1967 15 INTRODUCCION HISTORICA datos ciertos de su biografia, hay que aceptar que tenia un conocimiento mas que suficiente de la matematica y de la escritura. Y asi se entiende que administrara los bienes y dirigiera los negocios de una viuda rica, Jadiva, con la cual mas tarde se casé de acuerdo con lo que, se- gin Kepler, indicaba su horéscopo.’ Esa cultura la pudo adquirir en la propia Arabia, en La Meca, ya que sabemos que esta ciudad mantenfa con- tactos comerciales con todo el mundo antiguo y que en sus mercados se recitaban novelas de caballeria persas como las de Rustam e Isfandar,’ las anécdotas del An guo Testamento conservadas bajo el nombre de gemard y toda una serie de fabulas y leyendas que hacfan referencia alos abisinios y de las cuales nos queda eco en el Cordn [Este libro, que es la dnica fuente coetnea y auténtica que nos informa sobre la vida del Profeta, presenta una serie de materiales que, debidamente analizados, muestra que Mahoma, por el medio que sea, tenia idea de las frac- ciones egipcias (cf. p. 189), del teorema de Pitégoras y de otros conocimientos de nivel relativamente elevado.j A la muerte de Mahoma, el reino por él creado se transformé rapidamente en un imperio y al cabo de cua- renta afios las vanguardias érabes amenazaban a la vez la India, China y Tinez. Sin embargo, y en el seno de los. musulmanes, habfan arraigado ya las primeras discor- dias de orden interno que tanta importancia habian de tener para el futuro. La monarquia electiva que habia lle- vado al poder a los cuatro primeros califas era objeto de *C£.J. Vernet, «Kepler y los horéscapos de Mihoma y Lutero», Al-Andalus, nim. 37 (1972), pp. 453482. *CE. los comentarios al Cordn 31, 5/6. 16 EL NACIMIENTO DEL ISLAM embates encontrados: por un lado, los que estimaban que el califato debja radicar en la persona de Ali, el yerno de Mahoma, casado con su hija Fatima, y en su descendencia (sus partidarios recibieron el nombre de xiies); por otro, los que crefan que debia ser electivo dentro de la tribu de coraix (a la postre quedé vinculada con el clan todopode- roso de los comerciantes de le familia omeya), que dio ori- gen al bando de los sunnies; y, finalmente, el de los parti- darios de Alfa ultranza, que al ver que éste negociaba con los sunnies se apartaron de él y recibieron el nombre de ja- richies.\Estos, radicales por completo, demostraron la ver- dad del axioma de que los extremos se tocan y sostuvieron que el califato podia ser ocupado por cualquier persona, coraixf 0 no, ¢ incluso un esclavo, siempre y cuando fuera una persona digna y piadosa,Por este motivo se les ha Ila- mado a veces los demécratas del Islam. Mientras estos partidos politico-religiosos iban ad- quiriendo las caracteristicas que les fueron propias, con- tinuaban las guerras de expansién, y entre el 661 y el 715 caian en manos de los musulmanes todas las tierras que discurren por el sur del Mediterraneo entre los Pirineos yel rio Indo, Poco después, la expansién musulmana su- fria sus primeros fracasos militares, siendo detenida por Carlos Martel en Poitiers (732). El enconamiento de las discrepancias politicas en el seno de la nueva religién ha- ria el resto: las luchas civiles distrafan las mejores fuerzas combatientes de las fronteras, y los chinos, mediante una habil marcha por las planicies del Pamir, consiguieron evitar la unién de las tropas arabes con las de sus aliados los tibetanos y frenar decisivamente el avance musulmén en el Asia Central (747) El estado asf constituido, la dar al-islam («Tierra del 7 INTRODUCCION HISTORICA Islam») habia pasado a ser una especie de feudo de los éra- bes, ciudadanos de primera categoria, desde que el segun- do sucesor de Mahoma, ‘Umar, habia decidido que el te- soro ptblico debja alimentar o pasar una pensiGn a los necesitados que pertenecieran a ese pueblo. Como por otra parte los coraixies eran los tinicos que con razonable posibilidad de éxito podian aspirar al califato, el poder se encontraba en sus manos. Los miembros de esta tribu, y todos los arabes en general, tuvieron tendencia a quedarse cerca de los érganos de poder y a enviar a los nedfitos, de- bidamente encuadrados por mandos arabes, a conquistar nuevas tierras|Antes de atacar, el Cordn preveia que debia intimidarse al enemigo a convertirse al Islam, en cuyo caso pasaba a gozar de los mismos derechos y deberes que los demés musulmanes. Con frecuencia se aceptaba esta inti- midacién que para los ricos significaba conservar sus bie- nes y pagar muchos menos impuestos que los que abona- ban a Bizancio, Persia alos visigodos, y para los esclavos y siervos representaba el acceso a le libertad; la segunda ‘opcién consistia en «capitular» mediante uno de los dos procedimientos conocidos en el derecho musulmén, el de gull o el de ‘abd; quienes tales hacfan—y el caso se dio fre- cuentemente en Espafia—tenian que pagar un impuesto especial, la «capitacién», no excesivo, y vivian capitidis- minuidos de acuerdo con lo preceptuado en el Cordn 9, 29, y desarrollado de modo diverso segiin el especial ta- ante de cada jurisconsulto.\Este sistema fue adaptado, mutatis mutandis, siglos més tarde por Alfonso X el Sabio en Las Partidas para encuadrar a los mudéjares.* Y, final- “Cf. M. Cruz Herninder, Filosofia bispano-musulmana, . 1, Ma drid, 1957, p. 196. 18 EL NACIMIENTO DEL ISLAM mente, si el enemigo no se avenia ni a una nia otra de las, dos opciones anteriores, se iniciaba el ataque. El que las fuerzas conquistadoras a partir de fines del siglo vin estuvieran formadas por una gran mayoria de gentes no arabes ha planteado el problema de hasta qué punto el imperio de los omeyas fue realmente un imperio arabe. Es decir, sise trat6 en realidad de una arabizacién o bien de una islamizacién de las tierras adquitidas a punta de lanza, Este problema es de especial interés para el Occidente islimico (Espafia y Marruecos), en donde el elemento rabe lleg6 con cuentagotas. En un princi- pio, evidentemente se trat6 de una conquista 0 paseo mi- liter conforme hemos dicho, en que una gran masa de bereberes, debidamente encuadrados, no tuvieron gran- des dificultades en hacerse con Marruecos y Espafia, de la misma manera como tres siglos antes visigodos y van- dalos se habfan asentado en tierras extrafias y habitadas por un mimero inmensamente mayor de hispano-roma- nos, inermes ante unas fuerzas méviles y bien organiza- das. Por tanto, la conquista la realizaron los bereberes islamizados, alos cuales, y en el caso de Espaiia, se afia dieron dos oleadas érabes, la de Masa ibn Nusayr en el 712 y la de Bal en el 740, que en total representaban tuna fuerza de 30.000 4 40.000 individuos. Con el correr de los siglos, esta «casta» dominante consiguié le aral zacién de la inmensa masa de hispanos y hacia fines del siglo x el arabe empezaba a ser la lengua mayoritaria de Ja peninsula gracias a la influencia politica de los domi- nadores y a su superior cultura—a partir de mediados del siglo 1x—respecto de Ja cristiana. En Espaiia, pues, la islamizacién fue el soporte directo de la arabizacién, y viceversa. 19 INTRODUCCION HISTORICA El poder fascinante de esta cultura, sélo a medias oriental, radicé en un principio en su literatura y luego en sus adquisiciones cientificas Mientras la primera era puramente autéctona y habia nacido mecida en una poesia de una vitalidad sorpren- dente a mediados del siglo vi a orilla del Eufrates y del Tigris, la segunda habia sido fruto de la traduccién y es- tudio de las principales obras de la antigiiedad, y de ello jamas se avergonzaron los musulmanes, que para estos menesteres se expresaron casi siempre en érabe, abando- nando—cualquiera que fuera su origen—las correspon- dientes lenguas maternas, como el persa, el sinscrito, el griego, el romance andaluz o el latin. La Epistola 21 de los Hermanos de la Pureza (fines del siglo x) explica que los griegos tomaron la sabiduria de los egipcios y de los judios,> y los grandes traductores del siglo 1x a su vez confiesan su dependencia de los griegos, de los persas 0 de los latinos. Por tanto, en sus inicios la cultura érabe fue sincrética, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que lo fuera a lo largo de toda su historia. Este cariicter sincrético aparece ya en la primera gran obra de arte del novel imperio: el palacio de Qusayr “Amra, en cuyo calidarium se encuentran las figuras de os soberanos vencidos—y entre ellos don Rodrigo—,° que tienen un aspecto puramente bizantino, y en las constelaciones del hemisferio norte donde se notan cier- tas distorsiones que son fruto de que el artista no las co- + CEG. Sarton, Historia de la ciencia. Ciencia y cultura belenisti cas en los tiltimos tres siglos a, C.,t. 4, Buenos Aires, 1965, pp. 255 257. © CE. V. Strika, «La formazione dell'iconografia del califfo nell'arte ommiade», AIUON, 14 (1964), pp. 596-622, EL NACIMIENTO DEL ISLAM pié de la realidad, sino de la red de un astrolabio pla- nisférico (cf. p. 297). Esta constatacién tiene interés desde el punto de vista astronémico, ya que prueba la existencia de esos instrumentos, cuando menos, en el si- glo vn. Al mismo tiempo que se construja este palacio, tenian lugar las primeras traducciones cientificas de lenguas fo- rréneas al érabe segiin testimonio del andaluz Ibn al-Qu- tiyya® y de otras fuentes que més abajo analizaremos. Y estas traducciones no sélo comprendian—Sezgin lo ha visto bien—las traducciones directas 0 no del griego y del pahlevé al arabe sino también de otras en lenguas atin més antiguas, como las escritas en persa aqueménida y vertidas al pahlevi por mandato del ministro de Anisir- wan (531-579), Buzurymihr ibn Bujtak.? La dinastia omeya sucumbié a sus propias faltas a pe- sar del indiferentismo de los murfées que sostenian que, estando «todo escrito», era indiferente sublevarse 0 no contra el poder constituido, aunque éste fuera tirdnico Habiendo sido sus antepasados los enemigos mas acérri- mos contra los que el Profeta tuvo que luchar, cabia pen- sar que estos califas, si no fueron piadosos, cuando menos lo aparentaron para conservar el apoyo de sus sibditos Pero los iiltimos soberanos de la misma no se preocupa- ron en fingir, hasta el punto de que uno de ellos, Yazid, ha dado nombre a una secta de «adoradores del diablo 0 Para la historia del mismo, cuyo fundamento fue expuesto por Tolomeo y cuyo primer teatado te6rico (conocida) fue escrito por el obispa de Qennesre, Severo Saboit, cf. infra, p. 195 "CEJ. Vernet, Los médicos andaluces en el eL.ibro de las genera ciones de médicos» de Ibn Yulyul, AEM, 5 (1968), pp. 432-452. °CEH, Massé en EI’, 1, p. 1399. Poy ' INTRODUCCION HISTORICA yazidfes»."? Esto, unido a los celos de las familias que descendfan de Ali (alidas) o estaban emparentadas con Ja misma (‘abbasies),"' dio origen a una guerra civil en la que el pendén blanco de los omeyas se enfrenté con el negro—color que en aquella época y lugar tenia valor es- catolégico—de los ‘abbasies. Los omeyas fueron venci- dos, y su familia, exterminada, Uno sélo de sus miem- bros consiguié huir, refugiarse en Espafia e instaurar aqui el emirato independiente de Cérdoba. Y asi Espa- fia, la provincia mas alejada del imperio, fue la primera en desgajarse de él. Independencia politica, ya que no religiosa, pues durante dos siglos estos omeyas renuncia- ron a adoptar el titulo califal—el Islam sélo podia tener el califa de Oriente—y a acuflar moneda de oro, privile- gio del sucesor del Profeta. Los ‘ABBASIES Ahora bien: los ‘abbasies se consideraron no sélo suce- sores del Profeta sino mandatarios del mismo Dios en la tierra mediante un pequefio artificio filolégico. Al mori Mahoma, su sucesor, Aba Bakr, habia adoptado el titulo de califa* del Enviado de Dios. En el momento de pro- ‘© Oras teorfas dan a esta secta un origen mazdefsta, Cf. F. M. Pareja, Islamologéa, 2 (Madrid, 1952-1954), PP. 755-756. "El epénimo de la misma, al~'Abbas b. ‘Abd al-Mutalib, fue tio de Mshoma. "En dtabe esta palabra significa «delegado, «lugarteniente», de aqui que a contiauacién de la misma haya que especificar el nom bre de la autoridad cuyos poderes se tienen por delegacién. Por tan to, no es lo mismo hablar del califa que existié en la zona del protec: torado espaftol de Marruecos, quien ere «califa del Sultén», o del 22 LOS “ABBASIES clamar a su sucesor, ‘Umar, éste debia recibir el tftulo de «califa del califa del Enviado de Dios». Entonces hizo observar que, de continuar el mismo sistema, el titulo de sus sucesores se irfa alargando progresivamente, raz6n por la cual se acordé mantener Ia formula adoptada por Aba Bakr. Los ‘abbasics la simplificaron atin més y su- primieron la palabra de Enviado, con lo cual su titula- ci6n permitié jugar con el equivoco de «califa (0 delegado) de Dios». de aqui a instituir un gobierno teocratico y sin libertad de expresién s6lo habfa un paso, que fue dado muy pronto y ahoge la democracia innata de las tri- bus arabes.:2/Por otra parte, la supresién de las subven- ciones a éstos, realizada en los siglos minx, contribuyé @ hacer el resto/ Las influencias bizantinas, que habfan sido, desde el punto de vista cultural, hegeménicas bajo Jos omeyas, fueron sustituidas por otras de tipo iranio— pues en Persia radicaba la verdadera fuerza de la nueva dinastial Esta, para consolidarse, introdujo (c. 198/813) la inquisicién 0 mihna," por cuyas manos pasaron, ini cialmente, todos aquellos que afirmaban que el texto del califa por antonomasia, que es de quien aqui tratamos. Para toda esta cuestin, of. "Al'Abd al-Rezzig, al-Islam wa-usil alluskrt (1344/1925), obra de le cual existe una versién francesa de R. Bercher en REI, 7 (1933), pp. 353-3915 8 (1934), Pp. 163-222, SCE. J. Verner, «El “arabe medio” y la lexicografian, Convivium, pdm, 17-18 (1964), pp. 213-216, en donde intenta demostrar, a par tir de le estructure lingiisties, que la democracia fue el primitivo ré gimen politico de los arabes. Segiin América Castro, La realidad bistérica de Esparta (Méxi- 0, 1954), PP. 496-548, que aqui, por excepcién, coincide con C. Sn- chez Albornoz, Esparta, un enigma bistérico (Buenos Aires, 1962), vol-2, pp. 255, 286 yss.,€ igual ocurre con la limpieza de sangre: em: bas son de origen judio. Gs) INTRODUCCION HISTORICA Corén era eterno (puesto que era el verbo de Dios y éste lo es) y eran en cierto modo predeterministas. Luego, a partir de 234/849 en que subié al poder esta faccién, se hizo seguir la misma suerte a los que defendian los prin- cipios contrarios 0 mu'taziles. Sin embargo, hay que confesar que las victimas de esta inquisicién, frecuentemente empleada por méviles politicos, fueron muy pocas,” y con el correr de los afios existié una amplia tolerancia, hasta el punto de que un viajero espafiol que cursa estudios en Bagdad a fines del siglo x refiere'[gue en las tertulias que celebraban los mutakallimes asistfan «no sélo los musulmanes de todas las sectas ortodoxas y heterodoxas, sino también infie- les, zoroastras, materialistas, ateos, judios, cristianos, en una palabra, gente de toda clase de religiones, Cada sec- ta tenia su jefe, encargado de defender las opiniones que profesaba, y cuando uno de éstos entraba en Ia sala, todo el mundo levantabase respetuosamente, y nadie volvia a sentarse antes que él hubiese ocupado su Iugat. Muy pronto la sala se llené y uno de los infieles tomé la pala- bra:—Nos hemos reunide—dijo—para discutit; voso- tros, musulmanes, no nos ataquéis con argumento algu- no sacado de vuestro libro o fundado en la autoridad de vuestro Profeta; atengimonos, pues, todos a prucbas ° Veamos algunos ejemplos: entre los primeros se cuentan Tbn Hanbal (cf. W. M, Patton, Anmed b, Hanbal and the Milina (Leiden, 18971), y entre los mu‘taziles yilésofos, Kindr, Farabry Avicen. Ci AF. al-Abvwint, «al-Kindi we-rigal al-din», Rivala, 16 (1948); U. A. Suheyl, «L'accusation d'infidélité religieuse de Farabt et de Iba Sind», Turk tib taribi arkivi, 2 (1938), pp. 75-90: A. J. Wensinck, «Mina», ED’, 3 (1936), pp. 558-559. CE. al-Dabbi, Bugyat al-multamis (Madrid, 1885), nim, 3415, traducido por M. Asin, Algacel (Zaragoza, 1901), pp. 116-118. 24 LOS ‘ABBASiES fundadas en la raz6n humana. Esta condicién fue acep- tada unénimemente».f, La nueva dinastfa fue ya incapaz de hacer guetras ex- pansivas de tipo fulminante y lo mejor de sus energfas tuvo que dedicarlo a evitar la fragmentacién del imperio, que rapidamente se transformé en un mosaico de esta- dos independientes: a Espatia siguieron Marruecos, Ti nez, Persia, etc., y aparecieron—y en ciertos momentos tuvieron una agresividad tremenda—nicleos muy mi- noritarios como el comunista, representado por los cir- matas," y el de los esclavos negros (zanf), que lleg6 a po- ner en peligro a la propia Bagdad, del mismo o parecido modo como siglos antes Espartaco estuvo a punto de ha- cer caer a Roma. Por otra parte, los extremistas de derechas se reunie- ron en torno a los descendientes de Alf y, desengafiados porque los ‘abbasies no entregaban cl poder a sus sefiores, empezaron a inquietar al poder constituido organizindo- seen sociedades secretas en las que la iniciacién avanzaba por grados. La més célebre de todas ellas fue la de los fa- timfes, que pudo hacerse con el poder en Tiinez (296/909) y més tarde, ya en el reinado de Mu‘izz, conquistar Egip- toy parte de Siria, Estos grandes triunfos fueron la causa della fundacién de El Cairo («La Victoriosa») que sustitu- y6 a Fustat en la capitalidad de tan vastos dominios. El Cairo, al igual que Bagdad, Fez—y se pretende que Bizancio, Barcelona, etc.—, fue fundada de acuerdo * El comunismo moderno en los paises islimicos busca enlazar sus doctrinas en la conducta e ideologia de Aba Dart al-Gifar, dis cipule de Mahoma. El desarrollo de estas doctrinas, de cerdcter so. cializante, lo lev adelante, durante algunos aiios, a fines del siglo 1x, Hamdan Qarmat. 25 INTRODUCCION HISTORICA con todas las reglas del arte, es decir, de la astrologia Los hordscopos fundacionales de estas ciudades, levan- tados mediante elecciones (cf. p. 227), nos son conoci- dos y gracias a ellos sabemos las vicisitudes que sus fun- dadores esperaban que siguieran. En el caso de las tres primeras ciudades, la existencia de esos horéscopos pa- rece cierta, aunque la vida de las mismas no siempre se haya ajustado a las previsiones."* EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE En los dos ptimeros siglos de la expansién del Islam, fueron escasos los musulmanes que sabjan escribir en 4rabe; en cambio, muchos de los neéfitos escribian sin dificultad en su lengua materna, pero no la de sus con- guistadores, y éstos, atentos ante todo ala expansién del imperio, se preocupaban muy poco de cémo se les admi- nisteaba y de la lengua de los documentos oficiales, siem- prey cuando la burocracia funcionara satisfactoriamente. Sélo a fines del siglo vu, cuando las guerras de expan: sién tocaban a su fin, decidieron sustituir el griego por el 4rabe en los documentos oficiales. Si desde el punto de vista civil no existia inconve- niente en el empleo de lenguas fordneas dentro de la ad- ministracién, no ocurtia lo mismo en el dominio religio so, raz6n por la cual el texto del Cordn se copié siempre en drabe—aun hoy en dia no se admite que pueda ser traducido a otras lenguas, y esas traducciones, cuando se "CE. J. Vernet, «Astrologia y politica en la Cérdoba del siglo x», RIEL, 15 (1970), pp. 91-100. 26 EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE hacen, se consideran por ello como meras parifrasis—,"* y la teadicién religiosa—equivalente a la misnd de los he- breos y a la tradicién recogida de nuestros Santos Pa- dres—se transmitié de boca en boca y de generacién en generacién hasta que pudo ser fijada por escrito, tam- bién en érabe, a partir de la segunda mitad del siglo 1x, gracias a la rapida arabizacién del Proximo Oriente y al conocimiento de la técnica de fabricacién del papel (cf. p. 52) ‘Los musulmanes, para asegurarse de que esa tradi- cién era auténtica, crearon un complejo sistema de criti- ca textual, una verdadera exégesis de la que aqui sélo nos interesa recordar’® que era fundamental establecer una cadena nominal (isnad) de todos aquellos que la ha- ian transmitido, es decir que, antes de exponer el con- tenido especifico de cada caso, era necesario mencionar integramente el nombre y apellidos (digémoslo asi para entendernos rapidamente) de todos los transmisores. Por ejemplo: «Refiere Fulano, quien lo oyé de Zutano. y éste de Mengano, que este ultimo refiere que vio al Profeta rezar y decir...». Esta técnica se extendié pron- toa campos distintos del religioso—por ejemplo, a ciertos géneros literarios—y exigié la compilacién de diccione: rios sincrénicos y diacrénicos. Los primeros agrupaban en Tabagat, genetaciones, las biografias de todos los tra- dicioneros, notando con mucho cuidado, entre otras co- sas, les fechas de nacimiento y muerte para poder saber ‘De aqui que Arberry, sumamente respetuoso con este parecer, haya vitulado su versién inglesa The Coran interpreted (Londres, 1964). % Para mayores detalles, of. J. Vernet, Literatura drabe (Barcelo: 1na, 1967), pp 104-105. 7 INTRODUCCIGN HISTORICA si los miembros de la generacién inmediata siguiente Je habfan podido conocer y oft. Si aplicamos esta técnica a la transmisién de los conocimientos cientificos de Oriente a Occidente—para el caso de algunos textos li- terarios ya se ha hecho—,” veremos cémo desde mediados del siglo vin se sucede una serie ininterrumpida de maes- tros, discipulos y amigos que alcanzan hasta el siglo xi. Empecemos por las matematicas y la astronomfa. En el aiio 762 los astrélogos Nawbajt (epénimo de una fa- milia de cientificos que se extiende a lo largo de cuatro generaciones como minimo)* y Masallih (m. ¢, 815), ja- dio posiblemente egipcio convertido al Islam,” levantan el horéscopo de Bagdad. Los libros del segundo se en- cuentran ya en Espaia a principios del siglo x. Al mismo tiempo los Fazari padre, Ibrahim, ¢ hijo, Muhammad (m. c. 806), inician la traduccién de obras cientificas del sansctito aprovechando la embajada de Kanka y construyen los primeros astrolabios, Todos ellos estan vinculados a la corte de Haran al-Rasid y de al-Ma'min ‘Al crear éstos la casa de la sabiduria (bays al-hikma),” a cuyo frente se pone el astrénomo Yahya b, abi Mansar (m. c. 217/832), se concentraron a su alrededor las mas * CE. por e. Ia edicin del divan de Ibn Darra al-Qastall de M. ‘A, Maki (Damasco, 1382/1962), p. 83 » CE. Fubrist, pp. 176, 1775 IHS, 1, p. 531: F. Sezgin, GAS, 1 P53 CE THS, 1, p. 531 “CED. Pingree, . v. Fazars, en DSB, ¢ (1972), pp. 555-556. Cf. la excelente monografia de Y. Eche, Ler bibliothégues ara bes publiques et semi-publigues en Mésopotamic, en Syrie et en Egyp teau Moyen Age, Damasco, 1967 “CEJ. Vernet, Las «Tabula Probate, 3 (1956 Millis), pp. 501 522. 28 EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE relevantes figuras cientificas de la época, del mismo modo y por las mismas causas que en la época helenis- tica la mayor parte de investigadores acudieron a la Biblioteca y Museo de Alejandria, Los cientificos acogi- dos @ la misma no sdlo disponian de una excelente bi- blioteca y de medios materiales para llevar adelante sus trabajos sino que percibian sueldos cuya cuantia nos es dificil apreciar. Hunayn b. Ishaq nos informa” de que ‘Ma‘man pagaba las obras traducidas a peso: si un li- bro pesaba una libra (arrelde) se entregaba al traductor una libra de oro. En consecuencia los traductores abu- saban de la letra grande, dejaban margenes amplios interlineaban al maximo, Otra noticia’* afirma que los Bani Misi empleaban cada mes quinientos dinares en su oficina privada de traducciones, en la cual trabajaban Hunayn b. Ishaq, Tabit b. Quera, Hubays b. al-Hasan y otros. Los fundadores de la Bayt al-nikma realizaron dos grandes tareas: la redaccién de unas nuevas tablas astro- némicas, las zip almumtahan, conocidas por los latinos bajo el nombre de Tabulae probatae por antonomasia,” que eran conocidas en la Espafia musulmana desde prin- cipios del siglo x como minimo, y la medida de un grado de meridiano cuyo valor,.a través de Fargani, conocié Coldn, Entre estos cientificos hay que citar a Jwarizmi (m, c. 845), cuyos procedimientos matemsticos (numera cidn de posicidn; algebra) y astronémicos (calculo segtin © CE. IU, 1, p. 187; Eche, pp. 34 ¥ 615 Fibrist, p. 243, °" Fubrist, p. 2434 TU, 1, p. 187 Hay otras tablas que llevan el mismo nombre y que nada tienen ‘que ver con las que aqui nos interesan. 29 INTRODUCCION HISTORICA los sistemas indios) tal vez fueran introducidos en Espa- fia por ‘Abbas b. Firnas (m. 274/887) Ma'man puso bajo la tutela de Yahya b. abi Mansar alos tres hijos de un salteador de caminos, luego jefe de la policia del califa,* a los que se conoce con los nom- bres de Band Masa. El sistema de ensefianza que segui- rfa con ellos nos lo podemos imaginar por lo que refiere Hunayn b. Ishig en los Nawadir al-falasifa:'* Las reuniones de los filésofos tuvieron su origen en que los sefiores de los griegos y otras naciones se preocuparon de {que sus hijos estudiaran la filosofia y tuvieran una completa formacién literaria. Les construyeron casas de oro que estaban adornadas con multitud de pinturas destinadas a que los cora- zones disfrutaran y [el saber] entrara por los ojos. Los mucha- chos se entretenian con las pinturas de las casas y eran educados con ayuda de las cosas representadas en ellas. Para descanso del alma y ocupacién del coraz6n, los judios adornaron su templo con esculturss (?), los cristianos pintaron sus iglesias y Jos musulmanes adornaron sus mezquitas (...] ‘Cuando un alumno importante habia terminado de apren: der una ciencia o sabia alguna materia 0 concluia su formacién literaria, se celebraba una sesién académica en esa casa, en un dia festivo, y a la misma acudian los habitantes del reino. El muchacho, con una corona en la cabeza y con vestidos cuaja- El paso de bandolero a jefe de policia se dio con frecuencia en el Islam, Y, en general, quienes fueron promovidos de este modo sit vieron lealmente a sus benefactores, Cf, H. Suter, Die Mathemati Bern p20, Bim. 43, “Trad, en Rosenthal, Das Fortleben..., pp. 104-105. Esta obra fue vertida al castellano en la Edad Media bajo el titulo de Sencencias ‘morales de los filésofos. Editado por Knust con el titulo Flores de Fi: losofia, en Dos obras diddctcas y dos leyendas, Bibliofilos Espanoles, Madeid, 1878, 30 EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE dos de pedreria, subia unos escalones para aleanzar un trono de mérmol adornado con pinturas y esculturas; discutia ante el pablico de las ciencias que habia eprendido y recitaba frag mentos literarios de memoria, Su maestro le saludaba, se enor- gullecia y le daba regalos; el muchacho era agasajado y tratado como un sabio como consecuencia de su ingenio ¢ inteligencia [..J. Los propios asistentes iban vestidos elegantemente. Y asi se practica hoy entre los sabeos y los magos. Los hermanos Muhammad, Abmad y Hasan, pues ta- les eran los nombres de los Band Masi, fueron discfpu- los aprovechados y varias de sus obras se infiltraron también en la Europa medieval a través de las versiones de Toledo. Y, ademas, como tenfan aficién por la ciencia y mucho dinero para satisfacer sus deseos, montaron su propia escuela de traductores, en donde descollaron personas de tanto valor como Hubay$ b. al-Klasan, el mé- dico y traductor de Galeno; Hunayn b. Ishaq (el Tohan- nitius latino) y el médico y matemético Tabit b. Qurra (Thebit b. Korra; m. 901), tal vez el descubsidor de la técnica del masaje cardiaco y ep6nimo de una familia de investigadores cuya actividad se desarrolla a lo largo de cuatro generaciones."* Uno de sus descendientes, su nie- to Tabit, tuvo por alumnos a dos muchachos espafioles, hermanos, Ahmad y ‘Umar al-Harrani, que luego alcan- zaron puestos elevados en la administracién cordobesa.”* © Puede verse el arbol geneslagico en E. Wiedemann, Aufidtze, 2 (ay70), p36, Nétese que con frecuencia se dan est tipo de families, por ejemplo, los Baja’, Benouili, los De Candolle, ete; L. Garcia Ballestcr y J, Sams6, «Tradicién y novedad en el galenismo drabe de Jos siglos x yx: la doctrine del pulso, el diagndsticoy un caso de api ‘aeicn de "marae cardiaco"», A-Andalus, 37 (1972) BP: 337-331 5S CE. J. Vernet, Los médicos... pp. 461-462 an INTRODUCCIGON HISTORICA EI propio hijo de Yahya, ‘Ali b. Yahya al-Munaygim (m. 275/888), tuvo su propia biblioteca y escritorio, en Ja cual trabajé durante algin tiempo el célebre Aba Ma‘sar (Albumasar; m. 275/888), quien, habiendo ini- ciado su vida como tradicionero, cambié de otientacién como consecuencia de una discusién con Kindi (el Al- chindus de los latinos; m. 260/873) cuando tenia cuaren- tay siete afios (murié centenario) Hunayn b. Ishaq fue el eje de una escuela de traduc- tores que vertié casi toda Ia obra de Galeno al arabe, y uno de sus discfpulos, Istifan b. Basil, tradujo la Materia médica de Dioscorides. Hunayn, por su parte, no sélo fue discipulo de los Bana Masa sino también de Yuhanna b Masawayht (Mesue Major; m. 243/857), quien, a su vez, habfa estudiado bajo la direccién de Yibril b. Bajti8i‘ (m. 214/829), miembro de una familia de médicos ilus- tres durante varias generaciones que habia iniciado su ascenso a la fatna cuando su epénimo Yaryis b. Bajtisi’ (m, 154/771) consiguié curar al califa al-Mansur una gastralgia.» Yargis era en aquel entonces el director del hospital de Yundisapar. Los mejores médicos de la época salieron de Persia, lugar en que se fundié la tradicién autéctona con la in- dia, en buena parte recogida por el médico de origen cristiano ‘Alt b. Rabban al-Tabari (m, ¢, 247/861) en la obra Firdaws al-hikma («Paraiso de la sabiduria»),"" que contiene datos tomados de Caraka, Stistuta, etc. © CE. Iniad, 5, 4675 10, p. 152; Fibrist, p. 277. © CEE, Sezgin, GAS, 3, p. 209, * Cf. F. Sezgin, GAS, 3, pp. 187-202, © CEB. Sezgin, GAS, 3, pp. 236-240, 32. EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE La fusién arménica de ambas corrientes—clasica ¢ india, representadas por Hunayn y Tabari—la realiza un médico iranio, Razi (Rhazes, ¢. 251/865-313/925), que en su juventud habia sido mésico—tocaba el latid—y termind sus dias como director del hospital ‘Adudi en Bagdad. Tradicionalmente se dice que fue discipulo de Tabari, pero esta afirmacién hay que ponerla en tela de juicio ya que la cronologia impide que pudiera existir una vinculacién directa entre ambos. Razi, uno de los mayores médicos de todas las épocas, tuvo discipulos procedentes de todas las regiones del mundo, desde Chi- na hasta Espafia, donde lo introdujo Muhammad b. Mu- flit,” y debia pasar visita a sus enfermos de un modo muy parecido a como describe el Liber regius de ‘Ali b, ‘Ab- bas al-Mafiist (Haly Abbas; m. c, 386/995): Elestudiante de medicina debe estar siempre en el hospi tal y en las casas de salud; prestar atencién y vigilar las condi- ciones y las circunstancias en que se encuentran los enfermos, acompaiiar a los mejores profesores de medicina; preguntar con frecuencia a los enfermos por su estado y observar el as- ecto que tienen con el fin de estar sobreaviso de acuerdo con lo que ha leido acerca de la evolucién de la enfermedad y de sus sintomas, Si el estudiante trabaje de este modo, alcanzari buenos resultados. Es conveniente, pues, que quien quiera ser médico siga este método y adquiera los habitos que hemos di- cho y no descuide nada (...].*" © No hay que confundirle con Ia familia persa del mismo nombre y €poce que se instalé en Cérdoba y algunos de cuyos miembros se distinguieron en el cultivo de la histori. © CEM. Cruz Hernandez, Historia, +, p. 207. © Ed. Lyon, 1523, fol. 96 «Alrb, Ridwan da una explicecién andloga. Cf.1U, 2, p. 103. 33 INTRODUCCION HISTORICA Contemporaneos de Hunayn, Tabit b. Qurra y ‘Ali al-Tabatt, y vinculados mas o menos directamente a la corte califal, vivieron los mu'taziles Yahiz (150/767- 255/869), Kindr y el mutakallim Ibn Qutayba (213/828- 276/889). El primero, uno de los mayores prosistas éra- bes de todos los tiempos, habia estudiado con el tedlogo y poligrafo al-Nazzam (251/845). Tuvo por discipulos a Jos andaluces Fara Salam (fl. 255/868) y Muhammad b Haran” y a través de Faraj llegé a ser conocido por Ibn ‘Abd Rabbihi, El segundo, Kindi, fue perseguido en el momento de la reaccién ortodoxa que se inicia bajo el reinado del califa Mutawakkil; su biblioteca fue incauta- da pero consiguié que se le devolviera, y este aconteci: miento no le impidié levar adelante su obra cientifica.** El tercero, buen escritor, autor de una serie de obras de caricter enciclopédico entre las que figura un libro de anwd’ (ance, en latin), tuvo por diseipulo al andaluz Qa sim b, Asbag en el 274/887, y éste, a su vez, a Ibn al-Qu- tiyya. Sus obras se encontraban ya en Espafia antes del 298/910." Conviene notar aqui que en la época en que Thn Agbag se encontraba en Oriente debis de estar en re- lacién con el astrénomo Battin’, puesto que las observa- ciones de éste aparecen reflejadas posteriormente en el Liber ane de Cérdoba (cf. p. 115). ‘Acste grupo de autores se debe la introduccién en el + Cf, M. A, Maki, Ensayo... pp. 36, 59, 110; M. Cruz Hernin dee, Historia, p. 21 ‘Para su introduccién en Espafa, ef, M. Cruz Heendndea, His: toria, 1, p. 324, quien sigue a Ibn Full. CEG. Lecomte, La descendence d’lbn Qutayba en Egypte, 1 (1962 Lévi-Provensal), pp. 165-173. Otro introductor de las obras de Ubn Qutayba fue Aba ‘Als al-Qalt (m. 356/566). 34 EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE Islam de una serie de seudociencias de otigen clésico y babilénico que vinieron a unirse a las propiamente éra- bes y a las cuales—sin indicar explicitamente sus nom- bres—alude algunas veces el Cordn.” Asi, por ejemplo, Ia oneirologia, ciencia licita desde el momento en que la practicé José interpretando los suefios del Faraén. El gran desarrollo autéctono de esta disciplina se debe a un legendario Ahmad b. Sitin (m. 110/728), cuya obra fue traducida muy pronto al griego y a quien se ha compara~ do con Freud. La influencia clasica entré con la traduc- cién arabe de Artemidoro realizada, muy posiblemente, por Hunayn b. Ishaq.*’ Ejemplos de aplicacién de estas técnicas en Espafia los tenemos en los suefios de Alman- zot y Alfonso VI. El primero suefia (373/983) que un hombre le da de comer esparragos (en arabe, al-isbiraf); los acepta y los come. Al despertarse pide a Ibn abi Yum‘a la interpretacién, y éste le contesta: «Ve contra la ciudad de Ledn, Te apoderards de ella». Le pregunté: «aY cémo lo sabes?». Replicé: «Los espartagos en Orien- te se llaman al-balyian y el angel del suefio te ha dicho “Ha Leyon”, “aqui tienes Leén”».* Por su parte, Alfonso VI.al enterarse del desembarco de los almoravides movilizé su ejército. Antes de salir a su encuentro y ser derrotado en la batalla de Zalaca, sofié que estaba cabalgando a lomos de un elefante y to- cando un tambor, Un sabio musulmén, toledano, le acla- 16 su significado: «Este suefio se interpreta a base del © Cf, T. Fahd, La divination arabe, Leiden, 1966, “CE, Abdel Daim, L’oniromance arabe d'aprés Ibn Sirin, Damas- 0, 1958, © Le lire des songes traduit du grec en arabe..., Damasco, 1964 Cf. Ibn al-Asie, Ta’ al-kamil, aio 373/983. 35 INTRODUCCION HISTORICA Cordn. En primer lugar dice *:No has visto lo que tu Se- fior hizo con las gentes del elefante?” (azora 105). Y eri otro lugar afirma: “Cuando suene la trompeta, seré un dia dificil, no facil, para los infieles” (74, 8-r0). El ejér- cito que has reunido sera destruido».” En el Kitab al-Hayawan de Yaniz sé encuentran muestras de que habia leido la traduccién arabe del libro de fisiognémica de Polemén (fl. 144) que poco después era conocido en Espafia desde el momento en que Ibn Yulgul transmite,* refiriéndose a aquél, la anécdota de que Hipécrates, dada su configuracién, sentia inclina- cién por el adulterio. La obra, perdida en griego, llegs a Occidente @ través de una versin anénima ardbigolati- na.” Tal y como Yahiz lo presenta, este arte consiste en comparar la forma de la cara de los hombres con la de los animales, atribuyendo a aquéllos las virtudes de éstos. Este tipo de pronésticos, a través de J. B. Porta (1534- 1615) y otros autores renacentistas, ha legado hasta nuestros dias. A fines de siglo florecfa en Bagdad una importante escuela de filésofos cristianos presidida por Abii Bir Matta b. Yanus (m. c. 329/940), el cual debia ser céle- bre en el 380/990, fecha de la muerte de Ibn al-Nadim,”* Ibn al-Attr, Te’ al-hamil ao 479/1086. CE W. Stegemann, en PW, 21, 2 (2952), cols. 1320-1357 > CE. nim. 6, p. 17 CER Farster, Seriptores physiognomici, 2, Leipzig, 1895, pig: CE IHS, xp. 6asi 10, p. 3231. Gal, Geschiote der crit chen arabischen Literatur, 2. Vaticano, 1947, p. 1533 Fibrist,p. 263, 1.23310, 1,235, 3 CER’ Sellheim, «Das Todesdatum des Ibn an-Nadim», 108, 2 (1972), pp. 428-432. 36 EL NACIMIENTO DE LA CULTURA ARABE ya gue éste le cita en su Fibrist.”* Meyerhof® cree que él ysu discipulo, el turco Farabi (c. 256/870-339/950), son los dltimos ecos de la escuela de Alejandria que, tras- ladada de esta ciudad a Siria, Antioquia, antes de la ex- pansién érabe, habria pasado Iuego a Marw, Harrin, y de aqui Yuhanni b. Haylan, nestoriano, la habria trasla- dado a Bagdad en 293/908. Tras Farabt, que debié ser conocido en Espajia hacia el final del califato (Ibn Yul- pul no lo cita e Ibn $a'id, si), dicha escuela sobrevivié en la persona de Yahya b. ‘Adi (m. c. 364/974). Sihasta esta época la gran cultura musulmana gira en torno a Bagdad, a partir del tiltimo cuarto del siglo x ya no ocurre asf, pues surgen nticleos de poder y soberanos- mecenas en muchas de las antiguas provincias ahora ya independientes: es en El Cairo donde trabaja el gran fisi- co Ibn al-Haytam (354/965-430/1039); en distintas cor- tes de Persia, Avicena (370/980-428/1037); en Gazna (Afganistan), Biruni (362/973-440/1048). La velocidad de difusién de sus obras no parece verse afectada por la nueva fisonomia que adopta el mundo oriental: Birant” e Ibn al-Haytam* fueron conocidos en Espafia casi en vida, aunque las obras del primero no parece que ejer- » P, 263; Aba Bit Fue conocido en Espafa ([1968 Pars], pial 1136) desde el momento en que Gerardo tradujo algunos fragmen- tos suyos y Averroes los utiliz. Von Alexandrien nach Baghdad, SPA, Phil. Hist. Klasse, 22 (4930). 1 CE J. Vernet, Tradicién e innovacién on la ciencia medieval oma, 1965), 741-758. ** Tuvo por diseipulo al eadi ‘Abd al-Rabmsn b,‘Isi b. ‘Abd al Raljman (m. 473/080), quien desempefié su cargo sucesivamente en Toledo, Tortosa y Denia (ef. Tabagat, 60/126, e Ibn Pascual [ed. Co: deta}, 334, nim. 725 37 INTRODUCCION HISTORICA cieran influencia ulterior en la latinidad; en cambio ‘Avicena fue conocido, al menos desde el punto de vista filos6fico, con mayor retraso,*® puesto que sélo es plena- mente empleado por Ibn Tufayl, es decir, casi al mismo tiempo en que esta siendo traducido al latin Entre tanto, una nueva época de intranquilidad reco- rria el Préximo Oriente y la inseguridad poli ica, como nota Ibn fulful, impedia que continuara con el mismo vigor que hasta entonces el desarrollo cultural: «El im- perio ‘abbast se debilité con la intromisi6n en el poder de los daylamies y de los turcos, los cuales no se preocupa- ron por la ciencia: los sabios slo aparecen en los Esta~ dos cuyos reyes buscan Ia sabidurian. Es mis, a mediados del siglo x1, muchos cientifi- cos pertenecientes a las minorias religiosas emigraron a Constantinopla y contribuyeron al renacimiento encar- nado por Psello (1018-1078); vertieron al griego obras arabes de Ibn Sitin, Albumasar (Apomasar) ¢ introdu- jeron el gusto por estos trabajos.“ Simulténeamente, la transmisién de obras a Occidente pierde intensidad: los médicos Ibn al-Tayyib® (Benattibus, m. 435/1043) Ibn Butlan® (m. 458/106); el filésofo Algacel... son los ul- CE, M, Cruz Hernandee, Historia, 1, pp. 346, 378-382. © CEJ, Vernet, Las melicos.. D433 © CE THS, 1, pp. 771,750: D. Pingtee, «Astronomy and astrology in India and Iran», [st5, 4,3 (2963), pp. 229-246. Alrededor del a0 000 se fedact6 en Bizancio a obra Misterios de Albumasar tomando como base la Gran introduccién de este autor (ef. DSB, x, 358, niim ryed. de D. Pingree) © CEJ, Verner, sv EL, 3, P.975: CER, Arnéldes,s, v, Eo DSB, 2 (1970), pp. 619-620: IHS, p. 7303], Schacht, sv. EP’, 3, pp- 763-764. Introdujo los cusdros s ‘opticos en medicina 38 EL EMIRATO ARABE DE EPANA timos cientificos de expresién drabe que llegan a tiempo de ser incluidos dentro del corpus de traducciones lati- nas anteriores al renacimiento y sealizadas en Espaiia. EL EMIRATO ARABE DE ESPANA Entre los paises alcanzados répidamente por la invasién frabe se encontraba, como hemos visto, la Peninsula Ibérica. La rapidez de la conquista siempre ha intrigado 1 los historiadotes, pero esa misma rapidez se dio en otros pafses que tenfan en aquel entonces una entidad nacional y una tradicién estatal muy superior a la del nuestro. Persia, por ejemplo, sucumbié ante los invaso- res con la misma celeridad que Espaiia y poco falté para que la propia Bizancio capitulara. Falt6 tan poco que perdié casi todos los territorios que posefa en el Préxi- mo Oriente y en el norte de Africa. El fenémeno puede explicarse 0 porque los conquistadores dispusieran de una supremacia militar muy superior—y no era asi—o bien porque la nueva fe que esparcfan fuera répidamen- te asimilable 0, cuando menos, no entrara en conflicto con le de los paises conquistados.® ¥ esto iltimo era lo que ocurria: mal arraigado el cristianismo en algunos de ellos—Espafia, por ejemplo, buena parte de la cual atin era pagana—, la implantacién de un régimen que conce- SY, evidentemente, no entraba en conflicto con los eristianos. El Corin, 5, 85/82, dice: «En los judios y en quienes asocian encontra ris la més violenta enemistad pare quienes creen. En quienes dicen Nosotros somos cristianos”, encontrards a los mis préximos en amor para quienes creen, y eso porque entre ellos hay sscerdotes y monies y no se enorgullecen» 39 INTRODUCCION HISTORICA dia una autonomfa muy amplia a los vencidos y les exigia unos impuestos sumamente bajos para los que estabari habituados a pagar, pronto hizo flaquear las resistencias ideol6gicas y muchos cristianos y judios pasaron a la nueva religién que, por lo demés, representaba un avan- ce social notorio sobre todo lo que hasta entonces habian conocido. La ocupacién de Espafia por los arabes ha sido pun- to de partida de una discusién desabrida, larga, pero fructifera a la postre, entre dos grandes maestros de nuestra Universidad, ambos exiliados como consecuen- cia de la guerra civil. Nos referimos a la polémica entre Américo Castro y Sanchez Albornoz. Métodos, enfo- ques.y temperamentos distintos les conducen a conclu- siones discordantes. El primero supone que la religién es uuno de los elementos basicos que informan de la contex- tura vital de un pueblo y, por tanto, del concepto de naci6n Mega a establecer que Espaiia sélo empez6 a exis. tir como consecuencia de la conquista musulmana al afianzarse, como reaccién, el cristianismo entre los re- conquistadores. Y sus ideas cree hallarlas confirmadas por determinados textos oficiales de contenido religioso publicados con posterioridad 1936. El segundo, sin negar algunas de las aportaciones de Américo Castro, observa que se cambia més facilmente de religién que de contextura vital, y muchos hechos—al menos tal como los conocemos hoy—parecen darle la ra- 26n: horror al desnudo femenino a lo largo de toda la © La realidad bistovica de Espaita, México, 19542 “C. Sinchez Albornoz, Espatia, un enigma histérico, Buenos Ai res. 1962" © CE. La realidad... passim. y p. 502. 40 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA pintura espafiola, desde la rupestre hasta la contemporé- nea, a diferencia de lo que ocurre en Francia; cambios de religién que de vez en cuando pueden rastrearse desde el siglo x, ¢ incluso antes, en que tropezamos con musul- manes amados Carloman, Pascual, Garcfa, Castillo, etc, de cuyos linajes puede sospecharse una conversién al Islam en el momento de la conquista y una reconver- sin al cristianismo en el de la reconquista, etc. De aqui su teorfa de los tres desembarcos que han configurado nuestra historia: el musulmén, que nos abri las vias a la época de maximo desarrollo cientifico durante los siglos x al xin; el de Colén en América, que nos lanzé por la via del imperio ultramarino, y el de Carlos V en Villaviciosa, que condujo a los caminos del imperio y a la postre al de- sangramiento de Espafia en una serie de empresas de in- terés, en su mayoria, mas que dudoso.** Sea como fuere, ya partir del momento en que la idea de cruzada se in- serta en las mentes espafiolas, se hace un esfuerzo por ol- vidar las implicaciones que varios siglos de convivencia con los musulmanes y la vecindad con Marruecos han impuesto con frecuencia a nuestro desarrollo histérico influyendo de modo decisivo en el mismo. A simple titu- lode ejemplo, puede pensarse en las consecuencias poli- ticas de la muerte del rey don Sebastién en la batalla de Alcazarquivir 0, ya en nuestros dias, en las de la ocupa- cin de la zona del protectorado de Marruecos. En un plano més trascendente si cabe, tropezamos con Ia intolerancia religiosa que se ha atribuido con fre- cuencia a una herencia musulmana; es cierto que en va- rigs ocasiones se dieron en la Espaiia musulmane quema CEC. Sinchez Albornoz, Espaia...,2, p. 493. 4 INTRODUCCION HISTORICA de libros y persecucién de sabios. Sin ir més lejos, cabe recordar los casos de Jalil al-Gafla,® de la Biblioteca de al-Hakam II,” de Ibn Hazm, de Algacel, etc.; los de al- gunos sabios desterrados, como Aba ‘Utman Sa'id b. Fathin... al-Saraqusti al-Hammar que fue expulsado por Almanzor y murié en Sicilia,” y que los cristianos del Renacimiento siguieron el mismo sistema, persi- guiendo a todos aquellos que escondian libros prohibi- dos, fueran moriscos 0 no. Pero no menos cierto es que ese tipo de persecuciones existieron también en el mun- do clasico, y para citar un par de casos bastard recordar que Aristételes tuvo que huir de Atenas por haber dedi. cado un pedn juzgado irreligioso a Hermias, que sus Ii bros fueron, probablemente, mal vistos y perseguidos— lo cual explicarfa las incorrecciones que en los mismos se encuentran—, y que Aristarco de Samos fue acusado de impiedad por defender el sistema heliocéntrico mucho antes de que existieran el cristianismo y el Islam.” Y no hay que ir muy lejos en los tiempos modernos y contem- pordneos para encontrar en Europa casos de persecu- cidn de los intelectuales, por toda suerte de motivos. La intolerancia del Islam nace en el momento en que el resto del mundo se vuelve intolerante con él y no pue- de aplicar, a pesar de su buena voluntad, los versiculos del Cordn™* que establecen que Dios juzgaré las discre- pancias entre las religiones en la otra vida. Lo que no puede discutirse es que, si los espafioles fueron capaces © CEM. A, Makki, Ensayo..., p. 219. "CE. Tabagat..., pp. 66/125 * CE Tabagat.... pp. 68/129. ™ CE Plutarco, De facie in orbe lune, 6 CE el Cord, 2, 107/113; 257/256; 16, t25/224, ete 42 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA de crear una cultura cientifica de alto nivel durante la época musulmana, no hay motivo racial ninguno—el ar- gumento, es de Sanchez Albornoz—* que pueda traer- se a colacién para explicar el fracaso suftido en la Edad Moderna y Contemporiinea y que la esterilidad de és- tas—el «que inventen ellos» de Unamuno—hay que bus- carla en otras causas La Europe renacentista, que tantas impresiones hizo de libros cientificos érabes, creia que todas las grandes figuras de esa raza habian sido espafiolas, y en nuestros dias el mayor historiador de la ciencia, G. Sarton, no va~ cila en escribir” que Espafia fue, en la Edad Media, el mayor centro cultural del mundo gracias a los musulma- nes y a los judios. Sin embargo, el primer siglo de la ocupacién musul- mana (nuestro siglo vm) fue completamente pobre y es- téril desde el punto de vista cultural, ya que los invaso- res, hombres de guerra, eran practicamente analfabetos, ylos historiadores posteriores, como un Ibn al-Qatiyya 0 tun Ibn Tumlus, jamés intentaron ocultarlo, Mientras los emires, primero dependientes de Damasco (711-759) y luego independientes, se preocupaban de hacerse obe- decer por las distintas tribus érabes y berberiscas, la cul- tura visigética continué desarrollandose de acuerdo con Ja pauta isidoriana, Ahora bien, por necesidades pura mente administrativas la lengua arabe fue introducién- dose entre los cristianos y pronto aparecen una serie de cAdices con apostillas y glosas marginales en la lengua de » La Esparia musulmana segiin los escritores islamitas y cristianos medievates, Madrid, 1975, p. 8. » THS, 2, p. 150. B INTRODUCCIGN HISTORICA los dominadores. Los més antiguos, segin Garcia Villa- da,” son del siglo 1x, El inventario permite ver que el arabe estaba s6lidamente implantado entre los mozara- bes, con anterioridad a ‘Abd al-Rahman IL.”” Es ‘Abd al-Rahman I el Inmigrado, principe omeya escapado de la matanza realizada por los abbasies y que en cierto modo debia la vida a los ocultistas,* quien dio los primeros pasos para introducir la cultura oriental en Espafia, si por cultura entendemos las buenas letras y las, ciencias jurfdico-religiosas, que fueron las que mas tras- cendencia podian tener en aquel entonces para los re cién legados. El inventario de estas infiltraciones ha sido establecido por Mabmiid ‘Ali Maki y Lévi-Pro- vengal." Pero tuvo que transcurrir cerca de un siglo para que, en lo poco que eran transvasables, empezaran su penetracién dentro de la Cristiandad.** Es en la época de ‘Abd al-Rahman II (206/822-238/852) cuando esto ocu- rre y aparecen los primeros sabios dignos de este nom- CL, Paleografia espatola, Madrid, 1923, Cf, manuscritos 23, 34. 97. 114, 123, 129, 141, 142, 167, 168, 201 7 M, Ocafia Jiménez ha inventariado en El cifico bispano y su evolucién (Madrid, 1970) las inseripciones érabes més antiguas con: servadas en Espafia (dinares bilingiies a partir del 98/716; inserip cidn epigrifica del 214/829, etc.) E. Lévi-Provengal, Inscriptions arabes d'Espagne, Leiden, 1931 CER. Dozy, Historia de los musulmanes de Espa, t. 1, Max dtid, 1930, pp. 286-288. % Ensayo sobre las aportaciones orientales en la Esparta musulme: na, Madtid, 1968 " L'Espagne musulmane au X siécle, institutions et vie sociale, Pa tis, 1932 "CER, Abadal, La batalla del adopcionismo en la desintegracién de la Iglesia visigoda, Barcelona, 1949; Rivers, Elipando de Toledo, Nueva aportaciin a los studios moxérabes, Toledo, 1940. 44 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA bre cuya produccién alcanza ya un nivel superior, por ejemplo, al que encontramos en el renacimiento carolin- gio y quedan superados los manuales latino-drabes de as. tronomia y medicina, Este perfodo fue tomado, por los historiadores autéctonos Ibn Yulful y el cadi Ibn $a'id, como punto de arranque de sus respectivas historias cientificas, El primero, médico y helenista de Cérdoba, desarrollé su actividad bajo los reinados de al-Hakam IT y Hikim I y en su Libro de las generaciones de médicos** demuestra que conocié bien la evolucién de la medicina en su sentido mas amplio. Tiene un aire original que falta, en cambio, en el Ta’rijal-atibba’ wa-l-hukama’ de su precursor oriental Ishaq b. Hunayn (m. 298/910),** quien, a su vez, se habia basado en el compendio de Yahya al- Nabywi (fl. c, 64o).* Sus fuentes, muy amplias, incluyen también los textos latinos en uso en aquel entonces, mé- dicos ono, como prueba el que conociera la Historia ad- versus paganos de Paulo Orosio. Entre otros autores, ma- nejé—como simple ejemplo—a San Jerénimo, a San Isidoro de Sevilla, Albumasar, etc Ibn $4'id nacié en Almeria (420/1029) y leg a ser cadi de Toledo y mecenas de cuantos sabios se alberga- ban en ella, contribuyendo a realizar la politica cientifi- cade al-Ma'man, que deseaba emular asi a su homénimo © Texto drabe editado por Fu'ad Sayyid. (El Cairo, 1955). Tra duccin castellana del cepitulo consagrado & los médicos espafoles porJ. Vernet, «Los médicos andaluces...». ® Sobre este autor y obra, cf, la edici6n y treduccién de la misma tealizada por F. Rosenthal en Oviens, niim. 7 (1954), pp. 55-80: F. Seagin, GAS, 5, p. 247: IHS, x, p. 480 * Es el autor helenistico Juan Filoponos Gramaticos, sobre el cual ef, Sarton, IHS, 1, p. 480; F. Sezgin, GAS, 3, p. 157. 45 INTRODUCCION HISTORICA oriental. Al morir (462/1070), dejaba realizada una obra bastante amplia de la cual aqui nos interesa su libro titula- do Tabagat al-umam («L.ibro de las categorias de las nacio- nes»), en que, aparte de los datos coneretos que da sobre obras y autores, penetra més alld, va al fondo de las doctri- nas de los mismos con buen conocimiento de causa y ex. pone sus propias ideas, por ejemplo las que se refieren a la desigual capacidad creadora de las razas, que presentan extrafios paralelos con las de Miiller, Fritsch y Stratz. Ambos autores, Ibn Yulgul e Ibn $a'id, estén formal- mente de acuerdo en que el origen de la ciencia aut6cto- na arabigoandaluza hay que buscarlo en la época de ‘Abd al-Rahman II. Prescindiendo de la introduccién de las corrientes filolégico-literarias orientales, es en esa época cuando aparece en Occidente el sistema de nume- raci6n de posicién (cf. p. 87) y cuando ‘Abbas b. Firnas"é (m. 274/887) introduce las teorias astronémicas indias del Sind Hind, construye un «planetario» (cf. p. 302) y un reloj (cf. p. 302), ensefia los procedimientos de tallar el cristal de roca e intenta volar. En efecto: se cubrié el cuerpo con un traje de seda revestido de plumas, cons- truyé un par de alas como las de los pajaros y se lanz6 al espacio en la Rusafa logrando permanecer en el aire al- gin tiempo y recorrer cierta distancia, pero no acerté a aterrizar, «lastimandose el trasero, ya que no se habia dado cuenta de que los pajaros, al posarse, se valen de su cola y él no se habia fabricado cola». Este fracaso, si bien le valié unos versos despectivos de su enemigo Mu'min ™ CE. J. Vernet, «Un precedente milenario de las modernas teo- riasraciscasn, BSCHMA, 2 (1930), pp. 91-100, “Sobre este autor, cf. E. Terés, «Abbas, b: Firnas», Al-Andalus, 25 (1960), pp. 239-249; J. Vernet, s. v. en DSB, 1 (1970), 5. 46 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA b,Sa‘id (m. 267/880),!” sirvi6 en cambio para que su au- dacia quedara consignada en los textos literarios érabes ymis tarde se transmitiera al romanceto.§* Este intento, como los posteriores realizados por Oliver de Malmes- burg (siglo x1), Leonardo da Vinci, Lorenzo de Gugnao (1709), etc., hay que entenderlo como un vuelo planeado a lo Lilienthal (1890), en que las alas movidas por los brazos apenas tuvieron intervencién.” En esa época, la posicién de los astrélogos de corte, que era muy sdlida desde que Dabbi pronosticé—acer- téndolo—la brevedad del reinado de su soberano Hisim I (¢72/788-180/796), se hizo atin més s6lida cuando Yahya al-Gazal consiguié predecir—en verso—, y con antela- cidn, la caida vertiginosa y ejecucién del euntuco Nasr, fa- yorito de ‘Abd al-Rahman II, basindose en las posiciones dé los astros.* Cabe pensar que los astrélogos de corte de Cérdoba imitaban a sus colegas de Oriente y, en conse- cuencia, llevarfan un uniforme que les fuera propio.” Los dimes y diretes entre los crédulos ¢ incrédulos en la astro- 9 CEB. Terds en Al-Andas, dm. 25 (1960), PB! 439-467 "Cf. E. Terés, «Sobre el vuelo de ‘Abbas b. Seni a nce a9 (anba) pp. 365369, en el gue prucba que el eco de exe vuclo se Pantene ‘ive adn en una dels obras de Agustin de Rojee (m. 1638) : + Borlldemosteé en su De motu enimaliun (1686) que Tos ms culos pectoriles del hombre slo equvalen a na centésma parte de Su puto mientras que en ls aves exarliign es de un sexo , Por tanto, que aquellos carecen de fueressfiience par el ucla Ct Analects 1, p. 216 (Magaatt, ed. El Cairo, 1367/1945) 5 24), 2 f om ‘Cf. Ibn Hayyan, Mugtabis, ed. M. A. Makki, 1 (El Cairo, 1390/1978) pp. 152:155 ee Sanad ‘b. “Ali, el judio, refiere que, «Cuando al-fawhart deci did deeme empleo, dio orden de coserme los agbiya (cf. Dozy, Véte- 47 INTRODUCCION HISTORICA Jogia han dado lugar en el Islam a una amplia literatura de Ja cual no podemos ocuparnos aqui.” Entre estos astrdlo- gos se encontraban también Abii ‘Ubayda al-Balansi, apodado sahib al-gibla (m. 275/888), probablemente por. que sabia determinar mediante el calculo el acimut de La ‘Meca; el mu‘tazil Yahya b. Yahya, apodado Ibn al-Samina (m. 315/927), e Ibn al-Samir.* Es en estas mismas fechas cuando llegan a Cérdoba el misico iraqui Ziryab (m. 243/857), quien introdujo el juego del ajedrez,” que era ya conocido por el ministro sasénida Buzurymihr (siglo v1) y estaba muy difundido por el Proximo Oriente, y el médico al-Harrani, uno de los primeros musulmanes que se consagr6 al cultivo de la medicina en nuestra peninsula, Idénticamente se exten- dieron por el pais toda una serie de costumbres persas, entre las cuales descuellan el juego del polo (sazvlafan) y la celebracién de sus fiestas como el nayritz,?® que se ce- ‘ments, p. 352) y comprarme un cinturén inerustado en oro, Todo se hizo aquella misma noche. Me presenté a al-Ma'man, y éste me en cargé que le sitviera con asiduidad y me fijé alimentos y sueldo». b. Yasuf, Kitab alsmukafa'e, El Caito, 1940, p. 141 "CE. ‘Abd Allah Guennun, Adab a/-fugeba, Beirut, s. a. pp. 214 ¥ 83 Say, Observatoires, p. 277 “CEJ. Vernet, El valle del Ebro. © CE Tabagdt...,p. 124, % Sobre este astrdlogo, cf. E. Terés, Al-Andalus, nim. 24 (1959), PP. 449-465. "CE. ¥. Eche, Les bibliotbégues... p. 64; Gazil dedicé un po ema a este juego en el que le daba el apodo de impo y satsnico. E. Lévi-Provengal, Esparia musulmana, vol. V de la Historia de Espeia ditigida por Ramén Menéndez Pidal, Madrid, 1965, p. 288 % CE. EI" 3, pp. 949-950, articulo de R. Lévis Dozy, Vétements, pp. 270-276; F. de le Granja, «Fiestas cristianss on Al-Andalus», Al Andalus, nim. 34 (1969), pp. 1-53 48 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA lebraba el 1 de enero, y el mibrajan, que se confundia con la fiesta cristiana de San Juan Bautista (‘ansara) y du- rante la cual el emir eslavo de Mallorca, Mubaitir (1009- 1044), decidié que se celebraran las regatas que canta Ibn al-Labbana y que pueden considerarse como precur- soras de las actuales de yates. Igualmente, y en estas fe- chas en que tanto privaban las modas persas, debieron empezar a introducirse algunas de las supersticiones que aiin hoy son comunes a persas y espafioles.” Tales son, por ejemplo, algunos antojos de embarazadas,"® el pre- venir a los nifios que juegan con fuego que se orinarén en a cama; los rabos de pasa que, comidos, mejoran la me- motia; el mal augurio que se saca de la rotura de espejos; la creencia de que, cuando una conversacién entre varias personas se interrumpe, es debido al paso de un angel; el poner tna escoba detrés de la puerta para que se marche un inoportuno; el mal agiiero del mimero 13, etc. Igualmente los textos hist6ricos, jurfdicos y litera- rios, especialmente poéticos, nos informan sobre la in- troduccién o difusién por la peninsula de determinados productos 0 industrias, muchos de los cuales conservan atin hoy y entre nosotros su nombre érabe. Asi, el azticar (sukar, en érabe)'*' de cafia, que desplazé al hidromiel y otros productos similares, aparece citado en el 643, en Egipto, y més tarde en Siria (680), Chipre (yoo) y Espa- fia (714). Su marcha por el mundo occidental prosigue » CEE. Garcia Gémez, «(sos y supersticiones comunes a Per: sia y Espaiam, Al-Andalus, ntim. 22 (1957), pp. 459-462. "CEE. Garcia Gémez, «Antojos de embarazadasm, Al-Andalus, ero 16 (1951), PP. 490-493, "=" Cf. O. Von Lippmann, Geschichte des Zuckers, Berlin, 1929: N.F. Derr, The history of sugar, Londres, 1949. 49 INTRODUCCION HISTORICA incesantemente y pronto aparece en los textos literarios frabes™® y ctistianos (Berceo, Conde Lucanor, etc.); el godén (qutun, en drabe), originario dela India, que a ps sar de ser conocido desde la antigiiedad’* no alcanzé gran desarrollo hasta que los arabes introdujeron su cul- tivo en Andalucia," desde donde pasé a Italia y Francia (siglo xu), Flandes (x1), Alemania (xiv) ¢ Inglaterra (xv). Igual ruta siguieron las espinacas, las berenjenes, las alcachofas, la sandia, el albaricoque, el limonero, el atroz, el cabrahigo,"® el azafrén, etc. Y, si bien algunos de estos productos habjan sido utilizados en el mundo ctistiano antes de la expansién rabe, sélo gracias a ésta gozaron de popularidad y se inicié su cultivo sistemati- co, con la consiguiente repercusién en la gastronomia.'°* Muchos de los nuevos cultivos requerian gran canti- dad de agua. Los arabes dispusieron de ella no sdlo en Jas zonas de regadio sino también en la meseta, gracias a » CE. Loci de Abbadidis, 2, pp. 152-153; Amalectes, 1, p. 287 "© Herodote lo cita en 3, 106 y 7, 65: «Crece sobre arboles salva jes una lana més hermosa y excelente que la lana de las ovejas; esos Arboles proveen a los hindiies de ropa», y «Los hinddes [del ejército de Jerjes] vestian ropa de lana vegetal» "se CE, J, M, Millés, «El cultivo del algodén en Ia Espaiia érabe», BRAH, 139 (1956), pp. 463-472. "©: Esta planta (el dafiegal o bofigar) parece haber sido traide « Espatia de contrabando por al-Gazal de regreso de su embajada en Bizancio, Cf. E, Garefa Gémez, Al-Andalus, 10 (1945), P: 134: "st CE, M, Rodinson, Les influences de la civilisation musulmane sur la civilisation ewropdenne médiévale dans les damaines de la con: sommation et la distraction: Valimentation (1969 Roma), pp. 479° 499; R.B. Serjeant, Agriculture and horticulture: some cultural inter- changes ot the medieval arabs ond Europe (1969 Roma), pp. 334-5415 F dele Granja, La cocina ardbigoandaluza segin un manuscrito iné dito (Madrid, 1962). 50. Sete EL EMIRATO ARABE DE ESPANA Ia importacién de un método de aprovechamiento de las, mismas cuyo origen se remonta como minimo a la época de los aqueménidas y cuya primera aplicacién conocida en Espafia se encuentra en Madrid. El nécleo de la ciudad lo constituyé un simple castillo mandado construir por Muhammad 1," al cual se abastecié de agua mediante conducciones subterraneas lamadas foggara 0 jattira, segtin las regiones del mundo arabe, y, en aquel enton- ces, ganat 0 mapra (matrice, en latin). La adicién a esta ‘iltima forma del sufijo romance de abundancia etu dio lugar a dos denominaciones paralelas de la nueva ciu- dad: Maprit en arabe y Madrid en romance. Ambas pro- cedian de una misma etimologia: lugar en que abundan los tiineles subterrineos de captacién de aguas. En la ex- cavaci6n de los mismos aparecieron los primeros restos fosiles de Elephas antiquus encontrados en Espafia.'*" En cuanto a la técnica empleada, la conocemos bastante bien gracias a la obra de Karafi titulada Kitab inbab al- miyah’ y a que la ted de canalizacién crecié al mismo tiempo que la ciudad y bajo el nombre de «viajes» ha es- tado en uso casi hasta nuestros dias. El aspecto que de- bié presentar el campo madrilefio, con las alineaciones de los pozos de ventilacién de todas esas conducciones, v7 Sobre este tema, cf. el estudio de J. Oliver Asin, Historia del nombre de Madrid (Madrid, 1951); M. A. Makkt, A propdsito de la re- volucién de 'Ubayd Allah b. al-Mabdt en Madrid, RIEI, 9-10 (1961- 1962), pp. 255-260, "st CE Himyari, Kitab ar-rasod al-mi’tar, trad, castellans de P. Maestro, Valencia, 1963, pp. 339-360. "St Ha sido analizada por J. Vernet y A. Catalé, «Un ingeniero icabe del siglo xt: al Karayin, AL-Andalus, 35 (1970), pp. 69-92. El autor, oriental, es muy poco posterior (murié hacia el 1019) a la épo- cade la fundacién de Madrid x | Biblibecor INTRODUCCION HISTORICA Jo puede imaginar facilmente cualquier viajero que so- brevuele Ispahan y otras ciudades del Préximo Oriente en donde los gana? contintian construyéndose y emple- Andose a pleno rendimiento. A mediados del siglo 1x una serie bastante numerosa de embajadas permite conocer en Cérdoba nuevas noti- cias: unas curiosas—sistema de pesca de la ballena—"" y tras titles. Es efectivamente ahora cuando se introdu- cen dos innovaciones importantes: el gusano de seda y el papel. El primero, en sus etapas iniciales, presenta ca- racteres novelisticos similares a los que rodean en el slo x1x el robo, al Brasil, de las semillas del caucho que permitieron a Inglaterra iniciar el cultivo intensivo del mismo en Malasia; 0, atin en el siglo rx, la sustraccién de las semillas del cabrahigo por al-Gazal. Bizancio, que te- nfa bloqueado el acceso a China’ por st enemiga secu- lar, la Persia sasdnida, consiguié hacerse, hacia el 530-552, con algunos huevos del Bombyx mori L, que llegaron a su poder, bien de manos de unos monjes de la India que acudieton a visitar a Justiniano, o por medio de un persa CE, Quawint, Atar al bilad we-ajbar alibad, Gottingen, 1848 bp. 388-389, quien cita explicitemente al ge6grafo andaluz al-'Udri (rm, 478/2085). Sobre este iltimo, ef. J. Vernet, «Un texto nuevo € importante para la historia de la Espafia musulmana», RIEI, 15 (1965-1966), pp. 17-24. Si estos datos legaron a Espaiie como con- secuencia de la embsjada de al-Gazal a la rein escandinave Nud, es cosa discutible "EL descubrimiento de la sericultura se atsibuye, tredicional- mente, # una époce muy antigua. La exportacién de tejidos de seda fue autorizada ya por la dinastia Han (202 a. C-220 d. C.), que, por lo demés, puso en circulacién toda una serie de bulos para evitar per. der el monopolio de le misma. Cf. G. K.C. Lin, «The silkworm and Chinese culture», Osiris, 10 (1952), 129-193 52 t k f EL EMIRATO ARABE DE ESPANA transfuga buen conocedor de los métodos de la industria de la seda, Los talleres montados en Bizancio, tardaron bastantes afios en poder satisfacer la demanda del mer- cado que hasta aquel momento sélo tenfa, como produc. cién autéctona, la seda producida por el Bombyx de Cos.''* La nueva industria pudo ser conocida por el as- trélogo-poeta Yahya al-Gazal durante una embajada en Constantinopla (225/840), ya que, poco después, apare- cen las primeras menciones de la seda en Espafia, mucho antes que en el resto de Europa. EI papel, segiin la tradicién, fue descubierto por el chino Ts’ai Lun''* y empez6 a fabricarse en el Turquestén oriental en el siglo v. Alrededor del 757 se produce ya en Samarcanda por artesanos chinos, posiblemente prisio- neros de guerra, y a través del Préximo Oriente llega a Tunez en tiempo de los aglabies, es decir, antes del 909, y a al-Andalus antes de mediados del siglo x, pues de esa €poca son el Breviarium et missale mozarabicum de Lei- den (monasterio de Silos) y el Glosario ardbigolatino de Leiden’ escritos, parcialmente, sobre dicha materia. Alrededor del aio 900 ocurren profundos cambios en la situacién politica del Mediterraneo Occidental, ya "CE Aristoteles, Historia animalium, 5, 15, p. 551 Bi Plinio, HIN, 11,22, 23, "9 CE THS, 1, 279, ¥ 3, pp. 174-177; M. Levey, Mediaeval Ara bic bookmaking and its relation to early chemistry and pharmaco- logy, TAPES, 52, 4 79 pp.; Hasan Husnt ‘Abd al-Wahhab, «Al-bar i wa-l-taqq we-l-ksgid fi Hriqiyya al-tanisiyya, MMMA, 2, 1 (1956), pp. 34-45. “* CEP. Pelliot, «Des artisans chinois & la capitale Abbasside en 731-762», T’oung Pao, 26 (1928), pp. 110-1333. F. Seybold, Glossa rium latino-arabicum, Berlin, 1900; W. H. Whitehill, «Date of the earliest Latin-Arabic glossary», Isis, 26 (1937). pp. 370372 33 i INTRODUCCION HISTORICA que la larga lucha civil entre los muladfes encabezados por ‘Umar b. Hafsin y el emirato omeya se decide en favor de éste, al mismo tiempo que los siies, dirigidos por Ibn al-Qitt, sufren un brutal fracaso ante Zamora (288/g0r), que les elimina, de una vez para siempre, como grupo de oposici6n.'? En cambio, en Africa triun- £6 una de las ramas de esta secta, la fatimf, que puso fin al emirato aglabi de Tiinez (296/909), someti6 a su féru- Ja casi todo el Africa Menor y se transformé en lugar de refugio de sus corteligionarios andaluces, que frecuente- mente ten{an que abandonar su hogar acusados de «cos- tumbres depravadasm, férmula que nada tenfa que ver con sus costumbres morales y si con su ideario politico religioso, que Mevaba a divinizar al soberano hasta el punto de que el poeta andaluz Ibn Hani no vacilé en ini- ciar un panegirico con este verso: Serd lo que t6 quieras, no Jo que quiera el Destino. Decide! ;Té eres el snico Todopoderoso! El nuevo sefior de Africa, ‘Ubayd Allah, adopts el ti- tulo de califa y rompié asi la unidad religiosa del Islam que los omeyas espafioles habian respetado hasta aquel momento. Rota ya por otros, ‘Abd al-Rabman III no va~ cilé en transformar asi el cisma en tricéfalo al procla- marse califa con el nombre de al-Nasit (317/929). La propaganda s1'i se realizaba envuelta en una serie de precauciones propias de una secta secreta (batint), 9 CEM. A, Maki, «Al-tasayyu' ft-]-Andalus», RIEL, 2 (+954) pp.93-149;C. Sinchez Albornoz, «La jotnada del foso de Zamora», RFHCE, 2 (Montevideo, 1947), pp: 25-36 54 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA que propagaba sus ideas por sucesivas iniciaciones me- diante las cuales los prosélitos ascendian el escalafén de la misma peldafio tras peldafio. Buena parte de esos co- nocimientos quedaron recogidos en Las epistolas de los hermanos de la pureza o Rasa’il ijwan al-safa’, compues- tas en Oriente a fines del siglo x ¢ introducidas en Espa- fa por Maslama de Madrid. Su discfpulo, al-Qarmant (m. 458/1065), las dio a conocer en Zaragoza, en donde estuvo bajo el patrocinio de los Bana Had y de su minis- tro, el judfo, luego islamizado, Aba-l-Fadl b. Hasday, nieto—dicen—de Hasday b. Saprat. A mediados del si- glo x1 eran ya tan ampliamente conocidas, que se en- cuentran alusiones a las mismas en diversas poesfas,""* y los judfos, como Mo8é b. ‘Ezra (1055-1138), las utilizan. La enciclopedia era, en si, un conjunto de cincuenta cartes en que se trataba de todo lo divino y humano con un es- tilo muy sencillo y daba a conocer al gran piblico las ide- as neoplaténicas y pitagéricas, ‘Tuvieron que ver con esta secta dos grandes escritores espafioles: el filésofo Muhammad b. Masarra (269/883- 319/932), discfpulo de su padre ‘Abd Allah (m. 286/899), mu'tazil que habfa seguido los cursos de Jalil al-Gafla,""” y el poeta sevillano Ibn Hani’ (m. 362/973). El primero tuvo que huir a Oriente, en donde sufrié la influencia del mistico Da-l-Nan el Egipcio (m. 246/86r) de modo in- directo, ya que no pudo conocerle en vida. A su regreso a Espafia propagé sus ideas con disimulo y consiguié ter- 86 CE, E, Garcia Géme2, «Alusiones 2 los “Ijwan al-safa”” en Ie poesia ardbigoandaluza», Al-Andalus (1939), pp. 462-465. "CEM. Asin, Ibn Masarra y su escuela, Madrid, 1914. Repro- ducido en Obras escogidas, x (Madrid, 1946), pp. 1-216. Ef. p. 40 de cesta dlsima edicién. 55 | | | | INTRODUCCION HISTORICA minar sus dfas sin mayores preocupaciones. Pero sus dis- cipulos se vieron perseguidos a partir del momento (340/95) en que el califa los puso fuera de la ley por propagar doctrinas perniciosas para el Islam como la doctrina del libre albedrio,'"* la negacién de la realidad fisica de los castigos del infierno y defender las ideas panteistas del seudo-Empédocles"” y otras basadas en Filén, Porfirio y Proclo, El segundo «hombre de costumbres depravadas» se puso al servicio del fatims al-Mu‘izz, cuyos triunfos béli- cos canté. En el elogio que dedicé a Ya'far b, ‘Ali al describir la batalla entre la noche y la aurora, da una lar- ga enumeracién de las estrellas enzarzadas en la misma que demuestra que tuvo ante la vista un globo celeste y que la vieja imagen semitica'** que ve en los astros un ejército seguia en vigor en pleno siglo x, al igual que hoy en determinadas oraciones de la Iglesia como el Santo Trisagio."” "El texto del decreto de condena, encontrado recientemente, ha sido publicado en RIEI, 13 (1965-1966), pp. 133-136, por M. ‘Abd Allah 'Enan. "9 Sobre este autor griego entre los arabes, cf. Fabegat... 58,8 quien siguen IU, 1, pp. 36-37, ¥1Q, pp. 15-16 "CEE, Garcia Gomer, El wLibra de las Banderas de los Campe- ones» de Ibn Sa'id al-Magribt, Madrid, 1942, pp. 55 9 204; 2. ed. en Seix Barral, Barcelona, en prensa GF. Isfas 40, 26: «Alzad los ojos a los ciclos y mirad. ¢Quién los cre6? El que hace marchar su bien contado ejército y a cada una llama por su nombre y ninguna fale, tal es su inmenso poder y su gran contada fuerza» ‘Los iltimos cambios, al tensformar en esta oracn el Yahveh Sebaot de Isaas 6,3 en el sentido de wes el Sefior Dios del Universo» fn ver del anterior «...1 el Sefior, Dios de los ercitos», han hecho desaparecer la tradicional imagen milenaria. En hebreo seba't sign: 56 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA El califato de Cérdoba (929-1031) marca el principio de tres siglos de apogeo cultural espafiol. Los datos que esporddicamente nos dan Ibn ‘Abd Rabbihi, Ibn Yulyul, Ibn $a‘id e Ib Hazm y los libros que sabemos que se lefan en los siglos x y xt en la peninsula permiten entrever qué es lo que se pensaba y cémo estaba organizada la ense- fianza, asf como las discrepancias que existian entre las distintas escuelas. Una primera—y simplista—clasificacién de las disci- plinas consistfa en agruparlas, segtin su origen, en autdc- tonas 0 musulmanas (teologia, gramAtica, administracién del estado, poesia, etc.), ¢ importadas, esto es, introduci- das en el Islam como resultado de las traducciones reali- zadas en los siglos vin-1x. Estas tiltimas, las que aqui nos interesan més, eran, segtin Jwarizmi (fl. 977):" filosofia, logica, medicina, aritmética, geomettia, astronomfa, mé- sica, mecénica y alquimia, En un texto coeténeo, y empa- rentado con el anterior en las Rasa’él de los Hermanos de Ja Pureza,"* se dice claramente que las ciencias matem4- ticas son cuatro: aritmética, geomettia, astronomia y musi- ca, 0, en otras palabras, se nos da la enumeracién correc- ta del quadriviu, cuyo origen remoto hay que buscarlo en Arquitas de Tarento," y el inmediato, en San Agustin, Boecio y Ammonio, hijo de Hermias. fice cjército, y en la expresin seba’0t ba-Samayin, aejército celeste», ‘sea estrellas, y en modo alguno, en el contexto de Isaias, universo Emrabe la misma raiz sb’ indica «sslida de uns estrella». "CE. J. Vernet, en DSB, 7 (1973), pp. 357-358. + Epistola 7, Fé apnas al-'ulam, vol. 1 (Beitut, 1376/1957), pé inas 266-272 "CE. H. Diels, Fragmente des Varsokratiter, » (Berlin, 1954), pp. 431-432: «Me parece que los matemiticos han llegado a conclu siones correctas [...] De shi que nos hayan transmitido un conoci 57 INTRODUCCION HISTORICA Frente a esta clasificacién puramente cultural existia la propugnada por Ibn Hazm en su Maratib al-'ulbiira,°* quien, partiendo del principio de que nuestra estancia en este mundo es puramente transitoria, sostenia que sélo eran dignas de estudio las disciplinas que nos ensefian el camino de la salvacidn, sin que ello quiera decir que de- bieran prohibirse las ciencias dtiles que permiten ganarse la vida, aunque a veces esto lo consiga con mas facilidad el paleto que el erudito. Entre éstas hay que incluir todas aquellas de interés permanente" y excluir la misica, las ciencias ocultas, etc. Tras estas declaraciones programé- ticas, liminares, establece un plan segin el cual el orden de los estudios, que deben iniciarse alrededor de los cin- 0 afios, es: A) Ensefianza primaria: 1) leer y escribir evi- tando tener buena caligrafia, pues, si es asi, «el hombre dedica su vida a cometer injusticias 0 a redactar docu- mentos que llevan firmas falsas y que se llenan de menti- ras y falsedades»; 2) aprender el Corén de memoria para alcanzar el titulo de hafiz 0 «memorién», B) Ensefianza media: 1) gramética y poesia; 2) mateméticas y agrimensu- rmiento claro acerca de (...] la geometria, de la aritmética, de la a- tronomia y por dltimo, aunque no sea lo iltimo, de le msi tales camas del conocimiento parecen hermanas» WWE. 1, R. ‘Abbas, Rasa'l Ibn Hozm AlAndalust (El Cairo, 1954), pp. 78-81 "7 «Si examinamos detenidamente y pensamos con claridad en- contramos que todo lo que se puede saber es ciencia. As se incluyen como ciencias las del comercio, costura, construccién y manejo de batcos, el cuidado de la terra, el culvo de los arboles, la albatilera, tc.» «Para dominas la ciencia dela ley islamica, es menester conocer los defectos de salud que absuelven al hombre de cumplir con sus obligacioneseligons 1 y por esto es meneter aprender [1 pues 38 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA ra, estudiadas segtin los Elementos de Euclides;’* 3) as- tronomia elemental (pero no astrologia, a la que refu- ta)s' 4) I6gica, boténica, zoologéa y etnologia c historia. C) Ensefianza superior: 1) ciencias del Cordn; 2) tradi nes del Profeta; 3) jurisprudencia, y 4) teologia. La clasificacién que expone se hace eco de la pio- puesta de Arist6teles,"" excluyendo la filosofia, que fue mal vista siempre entre los medios religiosos por la mul- tiplicidad de sus doctrinas y discusiones El sistema propuesto por Ibn Hazm no debié pros- perar, puesto que Ibn al-‘Arabi de Sevilla (468/1076- 543/1148), un siglo después, afirma que los andaluces se preocupan de aprender la lengua érabe y la poesta antes, que las demas ciencias, ya que—segtin dice—la poesia constituye el archivo de los arabes, y luego siguen con el Cordn, Hacen lo contrario que los restantes occidentales yorientales, los cuales empiezan ensefiando el Cordn, prescindiendo de las restantes ciencias. Para él la poesia y la gramética, la aritmética y las leyes deben preceder aliestudio del Cordn, puesto que: «La ignorancia de las gentes es enorme, pues llega a reprender a los nifios a causa de unos preceptos del Libro de Dios que leen sin “Esta obra era conocida en Espaha en el siglo x (ef. IP, nm, 53,'Abd al-Malik al-Taqa y Tabagat, 68/128, al hablar de “Abd al Ramin b. Ismi'tl b. Badr, «el Euclides espattob. "> aNo puede uno asegurarse dela falsedad de la ciencia de adi nner por medio delos astos més que después de estudiar esta ciencia» Te Le etnologia entendida como genetlogia de clanes y tribus era—y es atin hoy en dia en varios paises musulmanes—une disciplina bisica pars entender Ia historia, dado que para ellos era més impor- tante el concepto biol6gico de patria que el territorial que hoy impera " Metafisioa, 982 A, 25-28, en que agrupa las ciencias en tedri cas, productivas y préeticas. 59 INTRODUCCIGN HISTORICA entender».'* Su sistema parece inspirado en el curricu- Jum de la ensefianza clisica tal y como lo expone Hunayn b. Ishaq en sus Nawadir,"3 Evidentemente estas clasificaciones eran excesiva- mente simplistas. Las que més influencia ejercieron eran més complejas, y se desarrollaron en el mundo arabe de modo extraordinario, puesto que era creencia bastante extendida que quien conocia estas clasificaciones, mejor dicho, los nombres de las ciencias que en ellas figuraban y las relaciones externas que existian entre ellas, domi naba estas materias. De aqui que las ciencias basicas se subdividieran y subdividieran hasta dar frondosos re- pertorios de materias. Entre estas clasificaciones ya mis amplias cabe recordar la del Farabi en su Lhsd al-‘uliim (cf. p. 175) yla de Avicena en el Kitab al-naja. La ensefianza disponia de tres tipos de libros: los re- stimenes elementales, de expresién concisa, que servian Para repasar los puntos principales al entendido, de modo rapido, y para aprender las lineas fundamentales a los alumnos especialmente dotados; los superiores, que servian para estudiar la materia por primera vez, y los medios, en los que la idea y la expresi6n se equilibran y son titiles a toda suerte de lectores." ™ Cf, Ibn Jaldin, Mugaddima, trad. de V. Monteil, 3 (Beirut, 1968), pp. 1235-1226 1s dee») escrtura y paemiologi; 2) gramétcay poese: 3) luvisprudencia; 4) artmétiy,s) geomette: 6) atone nah cing; 8), mtisica; 9) légica, y ro) filosofia. En esta clasifi -acién se en- Guentran ya Ins materias dl trivium y quadrioton, capes telosng auedan en lo itulos angloraiones de bechellory master of CE Singur, iad agai lena Lmagaid Besa oe) Pats, 60 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA En la ensefianza elemental, el alumno discolo era cas- tigado—y lo es atin hoy en dia en las escuelas musulma- nas y talmidicas del Norte de Africa—mediante una serie de bastonazos en la planta de los pies, mantenién- dolos sujetos mediante un aparato, de origen griego, lla- mado falaga.'* Al término de sus estudios, y previo exa- men, recibfan un certificado (ijaza) de cada uno de sus profesores que les autorizaba a ensefiar, a su vez, los li bros que habjan leido y aprendido; no existia un titulo genérico, sino que la profesin se ejercia como resultado de una serie de permisos independientes que, en algunos casos, se daban sin ton ni son." En algunas profesiones, y en concreto en medicina, se introdujeron, a partir del siglo 1x, exdmenes mucho ms serios que se realizaron de modo esporidico y de los que sélo quedaban excluidos los profesionales de reco- nocido prestigio.'” Los estudios superiores acostumbra- ban a terminar entre los 20 y 25 afios, y el ejercicio pro- fesional proporcionaba unos ingresos muy dispares segin fuera el prestigio que se alcanzara en la misma. En los casos més destacados, podian alcanzar sumas impor- tantes, parangonables a las que percibian los mejores poetas de corte, los periodistas de la época,"* CEG. Lecomie,s. v, en El! (1965). p. 782: G. Lecomte, «Le livee des rigles de conduite des maitres d'école (de Tbn Sabon)» REI, 31 (1953), pp. 77-105: G. Lecomte y M. Canard, «Surla vie sco. Jaite a Byzance et dans l'lslam», Arabica, 1 (1954), pp. 324336. CEG. Vajda, eldjaza», EP, 3, pp. 1046-10475]. Ribera, Laem sefanza entre los musulmanes espaioles, + (1928, Ribera), pp. 229 359, en especial pp. 334-340. “CELE. G. Browne, La medecine arabe (Patis, 1933), pp. 45-475 clip. 5ae "1, 142-143, da, por ejemplo, la cifra de los ingresos anuales 6 i t INTRODUCCION HISTORICA En las tertulias se debia comentar la incapacidad po- Iitica e intelectual de los cristianos del norte. Ibn $a‘id tiene unas palabras tajantes al respecto: «Los gallegos, los bereberes y todos los habitantes de esas regiones per tenecen a esta categoria;'** son pueblos a los que Dios ha dado un espiritu anarquico y tozudo y les ha concedido el amor al desorden y a la violencia»."*° Esas tertulias debian tener lugar en torno a varios centros, el primero de los cuales, en importancia, serfa la Biblioteca de Palacio que, con sus 400.000 voliimenes,'*! era la més importante de todo Occidente y en la que, al ado de los libros traducidos del griego por los helenistas cordobeses,“*’ se encontraban los procedentes de Orien- te y las traducciones latino-drabes encargadas por el principe heredero al-Hakam (cf. p. 112). De esta inmen- sa riqueza sélo un libro, fechado en 359/970, ha llegado hasta nuestros dias.‘* La aficién de bibliofilo del princi- pe hizo que pagara elevadas cantidades por los libros cu- del fibra’il ibn Butyisi': 680.000 dirhemes (aproximadamente 30.000.000 de pesetas). ° Es decir, la de los pueblos que no ban cultivado las ciencias y que por tanto son «més parecidos a los animales que a los hombres CF. J. Vernet, «Un precedente milenario de las modernas teorfas ra- cistas», BSCHM, 2 (1950), pp. 91-100. “CE Tabagat... Pp. 9/37. 's" Niimero t6pico para indicar una gran cantidad de libros o los precios de éstos. La biblioteca de ‘Abd Allah Al-Andalust se vendié por 400.000 dirhemes. Para las distintas equivalencias propuestas para este numero cf, J. Ribera, «Biblfilos y bibliotecas en la Espa. ia musulmana». Disertaciones y optiseulos, 1 (1928), pp. 181-238 “CE J. Vernet, Los médicos andaluces "Se conserva en la biblioteca de la mezquita de sl-Qurawiyin (Fez), Cf. E, Lévi-Provensal, «Un manuscrit de la Bibliotheque du Cafe al-Hakam I>, Hlesperis, 8 (1934), pp. 198-200. 62 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA yos precios oscilaban en Oriente entre las 500 pesetas para el ejemplar normal y las 5.000 para el de lujo. Asf, consiguié tener el Kitab al-agani de Abu-l-Faray de Isfa- han antes que éste se conociera en Oriente gracias a un donativo de mil dinates.'** En Espafia no parece que se construyeran hospitales, a pesar de que se conocia la existencia y la organizaci6n de los mismos en Oriente y de que un espafiol, Ibn ‘Ab- dan al-Yabali, llegé a ser director del de Fustat.’* Pare- ce indicarlo asi el que fuera le farmacia de Palacio la encargada de facilitar gratuitamente a los pobres los me- dicamentos que necesitaran.'‘ Tuvieron también parques zoolégicos y jardines bo- tdnicos anejos a Palacio. Su formacién debié de ser larga y su manutencién costosa, pero, ya desde la época de ‘Abd al-Rahman II, Cérdoba disponia de ejemplares exéticos como camellos,'"” jirafas, avestruces, pajaros gue hablaban (zurziir),""* etc., que enviaban los principes vasallos de Africa. Esta moda fue seguida mas tarde por soberanos europeos como Enrique I de Inglaterra (1068- 1135) y Federico I de Hohenstaufen, La erudicion de este perfodo queda centrada en unos cuantos nombres: Hasday b. Saprat, judio, médico, visir y embajador del califa ‘Abd, al-Rahman Ill; discfpulo, “CEJ, Ribers, «Bibligfilos...», p. 2933 E. Lévi-Provengal, His Uoria., 5 (Madrid, 1965), p. 338. *9 CE TY, ném. 57 “6CE.J, Vernet, Los médicos andaluces. “© Contea la creencia, generalmente aceptada, de que fueron in troducidos por Yasuf b. Tasfin y causa del triunfo musulmén en Ze lace. “CE Dozy, Supplément, 1, p. 585; Amalectes, 1, p. 232. 6 INTRODUCCION HISTORICA como posible mente también el matemético Maslama de Madrid ¢ Ibn Yulgul, del monje bizantino Nicolés, en- viado por el emperador, a peticién del califa, para adap- tar la terminologfa de la traduccién arabe oriental de la Materia médica de Dioscérides a la que estaba en uso en Espafia; posiblemente formaria parte del grupo el médi co y literato Ibn al-Kattani, discipulo de los hermanos Harrint y del obispo Aba-l-Harit; éste, a su vez, habia es- tudiado bajo la direccién de Rabi‘ b. Zayd, nombrado obispo por el califa como recompensa del éxito con que habia desempefiado todos los cargos oficiales que se le habjan encomendado: una embajada en Alemania con la cual puso fin a la testarudez del embajador germano en Cordoba, San Juan de Gorza, y de paso introdujo en el centro de Europa los primeros libros cientificos orienta- les;" otra en el Préximo Oriente, de donde habia im portado materiales nobles para la construccién de Medi- na Azahra,"®y su labor como traductor del latin al arabe al lado del cadi Qasim b. Asbag. En este periodo califal existié una gran tolerancia re- ligiosa y politica. Los cientificos de distintas razas y reli- giones colaboraban estrechamente, siendo buena prue- ba de ello el mecenazgo ejercido por el ya citado Hasday tanto con musulmanes y cristianos como con sus propios corteligionarios judios: una operaci6n de corso llevada a cabo por el almirante Ibn Rumahis puso en venta como esclavo, en el mercado cordobés, al erudito rabi Mosé b Hanok, perteneciente a la prestigiosa academia talmidi- “CEJ. Vernet, El valle del Ebro... p. 261 "% Analectes, 1, pp. 372-375, tecogido por L. Torres Balbés en Historia de Espatia, v, pp. 367-368. 64 EL EMIRATO ARABE DE ESPANA cade Sura." Rescatado por la comunidad israelita cor dobesa, fue puesto al frente de la misma y, a su alrede- dor, se formaron poetas como Menahem b. Saruq, de Tortosa, y Dunas b. Labrat, de Bagdad, introduciendo este dltimo la métrica arabe en la poesia hebraica Los terrores milenarios de la Cristiandad tuvieron sty equivelente en los signos celestes que segtin los astrélo- gos cordobeses anunciaban el inminente fin del califato: Cérdoba fue testigo de un eclipse de sol (1004); luego aparecié un cometa (1006)"* y, para terminas, tuvo lu- gar—como en el resto del mundo—la conjuncién de Ji- piter con Saturno en el signo de Virgo. De todos estos acontecimientos los astrélogos dedujeron que estallaria laguerta civil, y del dltimo, en concreto, que, por ocurtir en un signo bifaz, los soberanos que gobernaran durante este petiodo tendrian dos reinados distintos. Y asi fue: de los califas que se sucedieron en el trono cordobés desde el x5 de febrero de 1009 hasta el afio 1031, cinco volvie ron al poder después de haber sido depuestos una pri- mera ve7, : La guerra civil (fifa) motivé la huida de gran néime- ro de intelectuales en busca de paz en las regiones peri- féricas de al-Andalus. El gran poeta Ibn Darray al-Qas- talli y el médico-literato Ibn al-Kattant se refugiaron en Zaragoza y el ultimo, viejo ya, dedicé gran parte de su actividad a recorrer las cortes cristianas del Pirineo. Escribié una antologia sobre los poetas del califato, encontrada pot Fuat Sezgin y publicada por W. Hoener- 8° CEJ. M, Millis, Le poesia sagrada bebraicoespaiola (Madrid, rete : MH EE Dreyer «The comet of 1996, Observatory, 30 (1967) Pi ginas 248-249. 6 INTRODUCCION HISTORICA bach," que constituye la fuente més importante de que disponemos sobre este tema, dado que se ha perdido el Libro de los Huertos de Ibn Faraf de Jaén.'* LOS REYES DE TAIFAS. Y LAS INVASIONES AFRICANAS La época de los taifas fue la de maximo esplendor de la ciencia espafiola, que se cultivé a todo lo largo y lo ancho de nuestra geografia con gran intensidad. Los reyes se vanagloriaron de sus escritores y de sus sabios y, no te- niendo potencia econémica para asimilar en bloque a to- dos los fugitivos de Cérdoba, acogieron segtin sus parti- culares aficiones a unos més que a otros. Asi, a mediados del siglo x1, Sevilla era el paraiso de los poetas y Toledo de los cientificos. Y le mayorfa de éstos eran discipulos directos de las figuras mas descollantes de la erudici6n cordobesa de fines del siglo x. Discipulos de Maslama fueron los astrénomos Ibn al-Samh, Ibn al-Saffar y el astr6logo Ibn al-Jayyat y Qar- mani, Ibn al-Samh" (368/979-426/1035) emigré de Cérdoba a Granada, en donde se puso bajo la proteccién de Habis b. Maksan. Escribié varios comentarios a los Elementos de Euclides, dos epistolas sobre la construc- cién de astrolabios, un tratado en 130 capitulos sobre la ‘0s Dicbtertsche Vergleiche der Andalus-Araber (Bonn, 1973). » Cf. E, Terés, «lbn Farap de Jaén y su Kitab al-Hada’iqn. Al Andalus, 11 (1946), PP. 131-157 CED. Pingree, s. v. en El’, 3, p. 9334 Tabagat, 70/130; Tbn al Abbar, Tekmila, ed. Bel y Ben Cheneb (Argel, 1920), pp. 246-247 Mugaddima, 5, ead, Rosenthal, pp. 26-127, 230. 66 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS utilizacién de este instrumento™ y unas Tablas astroné- micas basadas en el Sind Hind. Posiblemente parte de las, doctrinas aqui expuestas se reflejaron: 1) en los ‘capitu- los 63-65 del Tratado de la Azafea de Azarquiel,’*” en-el primero de los cuales se nos dice que Ibn al-Samhi siguié el método de Hermes, y 2) en al-Yahani.* Igualmente escribié en el afio 416/1025 un ecuatorio, Libro de las lé- minas de los siete planetas, conservado en versién alfon- si (cf. p. 306)."* Ahmad Ibn al-Saffar (m. 426/r035)'° huy6 a Denia ante lo inseguro que resultaba seguir vi- viendo en Cérdoba, compuso tablas astronémicas segin el Sind Hind y escribié un tratado del astrolabio editado por Millas.'®* Este fue objeto de dos traducciones lati- nas: la de Juan de Sevilla," (quien indebidamente lo atribuye a Maslama) y la de Platén de Tivoli. Igualmente conocié una versién hebrea y otra espafiola. Su herma- no, Muhammad ibn al-Saffar se dedicé a la construccién de astrolabios y uno de éstos, fechado en 420/029, ha egado hasta nosotros." %€CE. J. M. Millds, «Los primeros tratados de astrolabio en la Espafia drabe», RIEI, 3 (1955), pp. 35-49, reproducido en Nuevos estudios sobre bistorta de la ciencia espaiiola (Barcelona, 1960), pp. 61-78. CE, Libros del saber, 3 (Madid, 1864), pp. 135-257. 8 Ed. 1, Holler, Nuremberg, 1549. CE, Libros.... 3 (Madrid, 1864), pp. 241-271, “© CE BR Goldstein, s. v. El’, 3, pp. 948:9493 Suter, Die Ma- thematiker..., p86; Tabagat, pp. 70/131 °° CE. Los primeros tratados. “ Editada por J. M. Millis, Las raducciones orientales... (Ma did, 1942), pp. 261-284 "CEL. A, Mayer, Islamic astrolabists and their works (Ginebra, 1936).75 67 INTRODUCCIGN HISTORICA Ibn al-Jayyat (m. 447/1055)" fue el astrélogo de corte del califa Sulayman b. al-Hakam (reiné dos veces y terminé siendo asesinado en 4o7/10x6) y alcanz6 un prestigio extraordinario del que se hacen eco las memo- rias del rey ziri ‘Abd Allah,'® gracias a sus predicciones siempre acettadas. Su agudeza en estas lides le levé a dedicar una de sus obras a al-Ma'miin de Toledo en la que predecia la expulsién de los musulmanes de la pe- ninsula; esta prediccién enaba de asombro atin alos as- trélogos marroquies del siglo xv. Las ciencias de la naturaleza y la medicina aparecen cultivadas en el siglo x1 por discipulos de Ibn Yulfui, al- Yabali y Hasday b. Saprat. Descuellan Ibn al-Bagani (m. 444/1056), natural de Toledo, ciudad a la que volvié después de realizar estudios en Cérdoba. Mas que un médico practico—en este aspecto le super su discipulo ‘Abd al-Rabman b. Jalaf—, fue un erudito que se dedi- cé al estudio de las obras de Galeno; Ibn al-Wafid (398/1007-467/1074)," quien habria estudiado, segiin Ibn al-Abbar, con el célebre médico Abulcasis al-Zahra- “+ Tabagat, 6/153; 1U, 2, 0; Suter, Die Matbematiker.... nim. 224 “ «Cuando Ibn Had bubo ocupado Denia, cambio de caracter, le sobrecogis el temor y abandoné la guerra con los cristianos. Am: bicioné Valencia y, para conseguitla, dio riquezas sin cuento a Al fonso VI. Y, a todo esto, Alfonso VI no hacia més de lo que hemos mencionado: aceptaba el dinero, pero no permitia a nadie que inter viniera en la conquista del pais. En esta situacién murié (1075) Ibn Had, tras haber tomado Denia, tras haber colmado las esperanzas gue esta ciudad le habia hecho concebir. El astrélogo Ibn Jayyi lo habia predicho. Lo lef personalmente en una de sus obras antes de que se desarrollaran los sucesos que he visto con mis propios ojos.» "CE J. M, Millis, «La traduccién castellane del Tratado de Agri cultura de Ibn Wafide, Al-Andalus, 8,2 (1943), pp. 283-332: J. F. P. Hopkins, sv. en EI’, 3, p. 987; Tekmila, ed. Codera, 1, p. 551; Ta- 68 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS, wi(cf. p. 248), lo cual es practicamente imposible a me- nos de que o bien se adelante la fecha de nacimiento del primero, o bien se retrase la de la muerte del segundo." Varias de las obras de Ibn Wafid pasaron al latin o a len- guas romances: Los medicamentos simples, el Libro de la almobada, el De Balneis sermo y la Agricultura. Esta ulti- ma obra es importante no ya sélo por la influencia que ejercié en el Renacimiento a través de Gabriel de Herre- 1a, sino porque denota la aficién de los espafioles de aque- Ua época por las cosas del campo y porque, a través de la misma y otras similares, se puede establecer el inventario de los conocimientos agronémicos en el siglo x1." Segiin testimonio de Ibn al-‘Abbar, Ibn Wafid plan- t6 la Huerta del Rey en Toledo, que se extendia por la vega entre los palacios de Galiana y el rio, antes del Puente de Alcantara, y en la cual se dedicé a distintos ex petimentos de aclimatacién y, tal vez, de fecundacién ar- tificial, ya que ésta, descubierta en la antigua Mesopota- tia para las palmeras, era conocida en al-Andalus, y no s6lo por los agricultores sino también por el gran publi- bagat, 148-151; 1U, 2, pp. 49, 525 H.P. J. Rénaud, albn al-Wafid ou Tha Wafids, Isis, 35 (1044), p. 29. “© La que aqui hemos admitido es la de Tabagat 84/153, ye que Ibn §4'id afirma haberla oido de labios del propio interesado. Si se admitiera la fecha de Ibn al-Abbar (389/998) habria que creer que si {guid las clases del Zaheawi siendo ain muy joven, puesto que éste murié, a més tardar, en el 403/103. vit Sobre este tema el articulo de G. S. Colin, «Filaham, de EI’, 2, pp. 922-523; E. Garefa Gémez, «Sobre agriculture ardbigoanda luza», Al-Andalus, 10 (1945), 127-146: J. M. Millds, ‘Im al-filana ‘inda al-mu'allifin al-'arab bi-l-Andalus (Tetun, 1957); J. M. Mi las, La ciencia geopdnica entre los autores hispanodrabes (Madrid, 1954). 69 INTRODUCCION HISTORICA co, si es que damos crédito a estos versos de Ibn Zaydan dirigidos a Mu'tamid:'® Has fecundado mi espirivu; recoge, pues, los frutos primerizos, Los frutos de la palmera son de quien la ha polinizado. Tbn Wafid y sus sucesores conocieron, directa o indi- rectamente, @ los siguientes autores clasicos: Demécrito, seudo-Aristoteles, Teofrasto, Anatolio, Casthos, Filemén, Virgilio, Varrn y Columela, Este dltimo parece que fue conocido integro y ejercié una fuerte influencia en ellos Las aportaciones orientales estén representadas por la Agricultura Nabatea‘” (escrita en 291/904) y el Libro de las plantas de Abii Hanifa al-Dinawari (m. 282/895), co- nocido en Espaiia a mediados del siglo x ya que el far- macélogo Ibn Samagiin (m. ¢. r000)'" lo cita, y ademés fue objeto de un comentario en Go voliimenes por parte del almeriense Ibn Ujt Ganim."” El trabajo verdaderamente original en este campo debi6 empezar, pues, con Ibn Wafid, a quien sucedié en la direccién de la Huerta Ibn Bassal, autor de una obra, al-Qasd wa-l-Bayyan, traducida en el Medioevo al caste- ano, El avance cristiano le obligaria a ponerse al servi- cio de Mu'tamid de Sevilla. A esta misma época pertenecen Jos sevillanos Ibn Hapfag (fl. 1075), Abu-l-Jayr y Tigna- © CEH. Pérds, Le poésie.... p. 199; G. Sarton, «The artificial fertigation of date palms in che time of Ashur-nasit-pal (b. C. B85- 860)», 1st, 21 (1934), PP. 8-13, (CET, Fahd, articulo Ibn Wahshiyya en ED, 3 (2971), pp. 988- 990 "0° CEP. Kable, Ibn Samagan und sein Drogenbuch, out (1952), PP-25-44, CE, H, Pérés, La podtie..., p. 197 7° REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS Hi, Todos estos trabajos terminaron reuniéndose en una obra de conjunto, verdadero mosaico de citas, redactada por Ibn al-‘Awwam (Al, 1175). Esta dlkima fue utilizada por Casiri para la formacién de los futuros arabistas es- pafioles, egando asi al conocimiento de Campomanes, quien, juzgéndola de interés, mand6 a Banqueti que la tradujera," con lo que la puso al alcance de los terrate- nientes espafioles para que éstos pudieran realizar una explotacién mas racional de sus fincas. Junto a esta corriente eminentemente practica que es la agricultura, existia otra teérica y erudita que preten- dfa dar la sinonimia, en las distintas lenguas peninsula- res, de las plantas conocidas. Dentro de esta tiltima hay gue sefialar la obra, anénima al parecer,’ publicada por Asin‘? y en la que se establece una clasificacién organi: cade las plantas agrupadas en ins (géneros), naw’ (es- pecies) y sanf (variedades o clases), que recuerda a las de Cesalpino y Cuvier y que, parece fuera de duda, influy6 en la obra del médico marroqui Gassini.* Por otto lado, la tradicién arabe de los jardines bota- nicos no parece haber sido olvidada jamés en la peninsu- 4 Baicidn y traduccién bajo el titulo de Libro de Agricultura, su ‘alleiel doctor excelente Aba Zacerias.,, (Madrid, 1802); sobre Ibn alAwwam, cf. J. Vernet: en DSB, 1 (1970), PP. 350-352: Hon, Lévi-Brovengal en el vol. v de la Historia de Espa, p. 133, ‘hy ¥a,la atribuye al almotacén sevillano Ibn ‘Abdi. 3 Umdat altabtb. Glosario de voces romances registradas por un oténico andnimo bispanomusulmdn (sighs XI-XI1) (Madrid-Grana da, 1943). CE. los comentarios de P. Font y Quer en MRACA, 30 (Barcelona, 1950), p. 24 ‘CEH. P.J. Rénaud, Essei de classification botanique d'un mé- decin marocain (1928 H. Basset), pp. 197-206. CL Asin, Unedat.. xx. mn INTRODUCCIGN HISTORICA lay, asf, el mandado plantar por Felipe Il a instancias de ‘Andrés Laguna’”’ depende més de esta tradicién que de a que el Renacimiento estaba poniendo de moda en el resto de Europa. En la segunda mitad del siglo x1 descuella en Toledo un autodidacta, Azarquiel (m. 493/1100), que habia ini- ciado su carrera como artesano especializado en la cons- truccién de instruments que le encargaban los astré nomos que pululaban en la corte de al-Ma‘min y que, dirigidos por el cadi $3‘id, intentaban remedat la obra del Ma'man oriental y construit unas nuevas tablas as- tronémicas que pudieran competir con las de éste. Ishaq Israeli, en su Yesod ‘Olam, explica claramente cémo la maestria de Azarquiel le transformé primero en discipulo de sus clientes y luego, cuando demostré que su inteligencia era tan grande como su habilidad manual, en su director, Cuando el peligro cristiano aumenté, Azarquiel corrié a refugiarse en los dominios de Mu'ta- mid—primero en Cérdoba y luego en Sevilla—, en don- de desempefiaba un brillante papel el mecenas y astré- nomo judio R. Ishaq b. Baruk (1035-2094). Ignoramos sien Andalucfa tuvo la misma fortuna que en Castilla y estuvo, como en ésta, al frente de un grupo de trabajo. En todo caso, sf sabemos que atin realizaba observacio- nes astronémicas en el afio 1087 y que varias de sus obras recibieron su forma definitiva a orillas del Gua- dalquivir. Hoy, perdidas casi todas en el original arabe, ° Cf. M, Colmeiro, Le botdnica y los boténicos de la Peninsula Hispano-Lusitana (Madeid, 1858), p. 151 CE. J. M. Millés, Estudios sobre Azarguiel (Madrid, 1943- 4950), Pp. 12-15, 2m REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS, -podeinos Iectlo, afortunadamente, en las versiones lati- nad, hebraicas y romances medievales, y juzgar hasta “qué punto influyeron en la revolucién astronémica re bacentista. Dos figuras importantes enlazan la época de los taifas, yla-de-los almoravides y almohades, que lejos de signifi- carl principio de la decadencia cultural de al-Andalus contintian el desarrollo logico, conforme nota Codera,"” detodo lo alcanzado y conseguido hasta entonces: Avem- pace y Avenzoar, sin contar con la figura de Averroes, con la cual se cierra el siglo xu y, de hecho, se quiebra la Gontinuidad de le cultura hispanomusulmana ol-Avempace (m. ¢. 1070-533/1138)"™ nacié y pasé gran parte de su vida en Zaragoza. Pero poco es lo que sabe- ‘mos de su época de estudiante, y sélo cabe suponer que debis de seguir los cursos de los principales maestros re- sidentes en la ciudad entre los afios 1080 y 1090, inmis- cuyéndose en la politica local en las dos primeras déca- das del siglo xn y emigrando luego, poco antes de la ‘conquista cristiana, al sur de la peninsula y finalmente a Marruecos, donde murié. Durante su azarosa vida—va- tiaé veces ministro y otras tantas prisionero—, conocid al abuelo de Averroes, que era cad. Su labor filoséfica fue fecunda y nos es conocida en- tre otras cosas por haber sido utilizada por Averross. Asin supone que fue objeto de traducciones latinas en el Medioevo, pero si éstas existieron no se nos han conser " Decadencia y desaparicin de los almorévides en Espaia (Zara: 4022, 1899), pp. 189-208. h CEM, Cruz Herndndez, Historia... 1, pp. 337-368; D. M. Dunlop, en El, 3, pp. 750-752: S. Pinés, s. v. en DSB, x (1970), pi ginas 408-410. 73 i i i INTRODUCCION HISTORICA vado. En la doctrina del intelecto (Résdlat al-waday Risala sttisal al-'agl bi-l-insan"™) y el Régimen del Solita- rio (Tadbir al-mutawabhid),"® se muestra influido por obras similares de Farabi (al-Siydsa al-madaniyya, Fusil al-madani). Expone en ellas la incompatibilidad del fil6- sofo con la vida imperfecta de la civilizaci6n; de aqui que éste deba emigrar a ciudades ideales y, como no existen, s6lo le queda el recurso de vivir como un extrafio, ence- rrado en su torre de marfil, entre sus compatriotas, Sus ideas fueron recogidas poco después por Ibn Tufayl.’ Este las enmarcé dentro del mito aviceniano de Hayy b. Yaqzan («El viviente, hijo del despierto»)" y tomé de él el nombre del protagonista y algunos elementos que le sirvieron para rechazar, a su vez, las ideas avicenianas, Su obra ejercié profunda influencia a lo largo de la Edad Media, llegando a ser conocida, a través de narraciones populares, por el propio Gracin, Pero a Avempace, ademas de la filosoffa, le interes6 CEM, Asin, «La “Carta de Adids” de Avempace», Al-Anda 4s, 8 (1943), pp. 1-87 "CEM. Asin, «Tratado de Avempace sobre la unién del inte lecto con el hombre», Al-Andalus, 7 (1942), PP. 1-47. "CEM. Asin, El Régimen del Solitario por Avempace (Madrid, 1940) "Este filésofo y médico guadijeno (c, 1:10-581/1185) confess que nunca conocié personalmente a Avempace, aunque sia su obra C£.B, Carca de Vaux, sv. EP, 3, pp. 981-982 "Cf. A. M. Goichon, «Hayy b. Yakein>, EI, 3, pp. 341-3443 E. Garcia Gémez, «Lin cuento drabe, fuente comin de Abentofiil y de Gracin», RABM (1926); B. Garcia Gémez, Un texto érabe occiden tal de la leyenda de Alejandro (Madrid, 1929); G. F. Hourani, «The principal subject of the Tufayl's Hayy ibn Yaqztn», JNES, 15 (1956), pp. 40-46: G. F, Hourani, Averroes on the harmony of religion and philosophy (Londres, 1961) 74 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS, Ja astronomia, hasta el punto de propugnar una reforma del sistema planetario entonces en vigor (cf. p: 277), ¥ se preocupé por la misica y la poesia, que le Hevaron a idear, posiblemente, el estrofismo del zéjel (cf. p. 433). ‘Avenzoar, por su parte, es uno de los miembros mas destacados de una familia de médicos cuya actividad en esta ciencia se ejercié a lo largo de cinco generaciones y ala cual se puede comparar sin demérito con otras fami- lias célebres que han ilustrado la historia de la ciencia, como son los Bajti8a', los Ibn Qurra, los Bernoulli, etc. Elep6nimo de los Avenzoar“* era un jurista de Talavera de la Reina, uno de cuyos descendientes, ‘Abd al-Malik (m, .470/1078), aproveché la peregrinacién a La Meca para estudiar medicina en Cairudn y en El Cairo y de re- greso fue médico de Mujahid de Denia. Su hijo, Abt-I- ‘Ala’ (el Aboali, Abuleli, Ebilule, Abulelizor de los lati- nos), tuvo una sélida formacién religiosa y literaia, sosteniendo correspondencia con Haritl (446/1054- 516/112), el célebre autor de las magamas. Interesado sobre todo por la medicina, fue médico del sevillano Mu'tamid y luego visir de Yasuf b. Tasufin, muriendo en Cérdoba en 525/1130, Fue en su época cuando llegé 2 Occidente un ejemplar del Qaman de Avicena, que Abi-I- ‘Ala’ adquitid, leyé y refut6 en algunas de sus partes. Su hijo Aba Marwan (487/1092-557/116z), el Abhomeron ‘Avenzoar de los latinos, amigo de Averroes, escribié el célebre Taysir, manual de terapéutica y profilaxis, que fue traducido al latin por Paravicini (c. 1280)."" En él C£.THS, 2, pp. 230-234. CE. EU, § 88; IHS, 2, pp. 856. Cf. R. Friedman, «The story of scabies: 1, Al-Tabart discove- ter of the acarus scabiei», Medical Life, 43 (1938), pp. 163-176; la 7 INTRODUCCION HISTORICA describe por primera vez el absceso de pericardio, reco: mienda la traqueotomia, Ia alimentacién artificial a tra. vés del es6fago 0 del recto, y es uno de los primeros en tratar del arador de la sarna (sarcoptes scabici)."* Su fama como practico fue extraordinatia, y el propio Ave- rroes, al fin de su Colliget, remite al Taystr para todo lo que se refiere a terapéutica. El hijo y el nieto de Aba Marwan fueron igualmente médicos de los almohades, pero su obra no pasé a Occidente Si el siglo xr fue el de los grandes astrénomos, el x11 dio la primacia a los médicos y a los filésofos. En ambos campos se distinguié Averroes, y sus obras influyeron de tal modo en el mundo occidental, que éste, en el siglo xv, no ctefa en que la luz procediera de Oriente, sino de Es. pata. Dante (Infierno, 1v, 144) ya lo cita elogiosamente: Averrois, che'l gran comento feo, ¥, poco después, los italianos ya hacen espaiiol in- cluso a Avicena: Marsilio Ficino y Luigi Pulci, del cfrcu- Jo de Lorenzo el Magnifico, lo consideran cordobés. Pulci, en su Morgante maggiore, dice:'® Cérdoba antigua, donde dicen historiadores y poetas nacié Avicena, aquel que el sentido entendié de Aristételes y los secretos. Primera mencién occidental parece ser la de Hildegard de Bingen: cf. M, Torchio, «lntroduzione alle conoscenze biologiche nell’ Occi- dente alto medievale». ASISN, 105, 2 (1966), pp. 123-146; J. Théo- dorides, «La parssitologie et la zoologie dans l'ceuvre d'Avenzoar», RHS, 8 (1995), pp. 137-145. " Apud E, Cerulli (1969 Roma), 15; cf. pp. 119 y 142. 76 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS. En Espafia, Ferndn Pérez de Guzman" no vacila tam- poco en la nacionalidad de los grandes sabios: e de Avén Ruiz," pagano, nos place su Comentar, Si del sabio egipciano Rabi Moysén"™ se recuerda el reino hispano, bien verd que non en vano otra Atenas llamé a Cordoba, Averroes" (520/1126-395/1198) es posiblemente el espafiol que mayor influjo ha ejercido a lo largo de la historia sobre el pensamiento humano, Fue nieto de un cadé de Cérdoba (de aqui el apodo de Hafid, «nieton, que algunas veces se le da), al cual, practicamente, no Mlegé a conocer (m. 520/1126). Su padre, también cadi, le hizo seguir los cursos de los principales profesores de la época, entre otros el de Ibn Pascual (m. 424/rror- " Loores alos claros varones de Esparia, Nueva Biblioteca de Au tores Espafioles, 19 (1913), p. 738. En esta linea de pensamiento, Lucas de Tuy (1236) hizo espafiol al propio Aristétcles. Cf. F. Rico, schtistoteles Hispanus: en torno a Gil de Zamora, Petearca y Juan de Mena», IMU, 10 (1967), pp. 143-264. ° Obsérvese la castellanizacién del nombre de Averrocs, ‘ Alude a rabi Moisés b. Maimén (Maiménides). CE Tbn al-Abbar, Tabmila (Madrid, 1888), nim. 853; M. Cruz Hernandez, Historia... vol. u; R. Arnildez, en El, 3, pp. 934-944: E-Renan, Averroes et Uaverroisme. Essat historique (Paris, 1866"); L. Gauthier, Ibn Rochd (Averroés) (Paris, 1948); A. Rodeigue2 Bachi Ilet, Averraes. Ibn Rochd (1126-1198) en el pensamiento contempord- neo (Madrid, 1968); R. Mendizabal Allende, Averroes. Un andaluz para Europa (Madrid, 1971). 77 INTRODUCCION HISTORICA 578/1183), sobre tradiciones, y el de Aba Ya'far Haran de Trujillo, sobre medicina. Debié tener una memoria privilegiada puesto que sus bidgrafos aseguran que se sa- bia de memoria no sélo el Cordn sino también el manual juridico Mawatta’, y en sus lecturas de los textos elasicos debié aprender buena parte al pie de la letra, conforme se refleja en algunos de sus comentarios a Aristételes. Hacia 1153 estaba en Marrakex, en donde realizaba ob- servaciones astronémicas, y en 1169 era presentado por Tbn Tufayl al califa Aba Ya'qab Yasuf. Desde este mo- mento hasta 1195 tuvo el favor de los califas y desempefié cargos importantes en la administracién almohade, como los de cadi de Sevilla y de Cérdoba. Durante su estancia en la primera de estas ciudades conocié al joven murciano Muhyi al-Din b. al-'Arabi (360/1165-638/r240), segtin tes- timonio de este tltimo. La conversacién que sostuvieron fue sumamente pintoresca y es dificil creer que ocurriera en realidad, En 578/182, al jubilarse Ibn Tufayl como médico de corte, Averroes, que ya habia escrito (1169) su gran obra médica, el Colliget, le sucedi6. Doce afios des- pués, en 1195, Avertoes cafa en desgracia por motivos po iticos. El califa Ya'qab al-Mansar, que preparaba la cam- paiia de Alarcos, estimé pertinente galvanizar los énimos de las gentes atrayéndose al partido de los alfaquies, que velan con malos ojos, como siempre, el estudio de la filo- sofia: Averroes fue desterrado 2 Lucena—ta antigua ciu- dad judia de al-Andalus—, y sus obras filoséficas, prohi- bidas y quemadas. Una vez vencidos los cristianos, el califa volvié de nuevo a sus antiguas aficiones y rehabilité a Averroes, quien moria poco después en Marrakex. Su cadaver fue trasladado a Sevilla, en donde Ibn ‘Arabl asis- ti6 a su entierro en el cementerio de Ibn ‘Abbas, 8 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS Ya en vida la fama de Averroes como médico y filé- sofo fue enorme, tanto en el mundo musulmén como en el cristiano, y sus doctrinas, no siempre bien entendidas, dieron origen a una coleccién de fabulas que acabaron convirtiéndole en el prototipo del incrédulo y del ateo Tal ocurte con las explicaciones que da acerca de la en- sefianza de la filosoffa. Esta no puede ser igual para los analfabetos y para los insteuidos, ya que cada grupo en- tiende las verdades de un modo distinto, Asi, a la pre- gunta «gdénde esta Dios?», los analfabetos responde- Han que en el cielo; los que tuvieran algunos estudios, que en todo lugar, y los sabios, que en ningiin sitio. Anécdotas como ésta contribuyeron en mucho a dar una imagen falsa de un hombre creyente que intent6 conci- liar la razén con la fe y, contra lo que pretendieron al- gunos alfaquies, tuvo la inteligencia y audacia suficientes como para no seguir a ciegas y sin motivos a nadie, ni al propio Aristételes, En este aspecto no puede hacerse caso alguno a la afirmacién de Ibn Sab‘in de que, si Atis- t6teles hubiera afirmado que un individu puede estar de pie y sentado al mismo tiempo, Averroes también lo hubiera sostenido.* Nada mas lejos de ello. Prescin- % CER. Amildez, Traduccin de E. Garcia Gémez en Todo Ben Quamén, 2 (Ma drid, 1972), 2el nvim. 106, ** Este verso aparece en varias obras que siguen la versién de Quités (Averroes, Compendio de Metafisica [Madrid, 1919), p. xvut) como omnis epboebum nesciens adeat eum (1), 81 INTRODUCCION HISTORICA Pero esa fama, que pervivié en el mundo cristiano—sus ideas se infiltraron incluso en el Roman de la rose—, se desvanecié muy pronto en el musulmén, fenémeno éste gue ha dado pie a Borges” a escribir un relato sobre el fracaso de un filésofo «prisionero de Ja cultura del Is- lam, que jamés ha podido entender el significado de las palabras tragedia y comedia». Si Averroes fue poco comprendido por sus correli- gionarios, éstos igualmente relegaron al olvido a uno de Jos mayores gedgrafos de todas las épocas, el Idrisi"* (493/1100-560/1165), ceutt que realizé sus estudios en Cérdoba, recorris sin cesar el Occidente islimico y ter~ miné instaléndose en la corte de Roger II de Sicilia, bajo cuyo mecenazgo escribié una geografia descriptiva, Nuz- hat al-mustag fi-ijtirag al-afag, Mamado corrientemente Libro de Roger. Es una excelente geografia en la que se supone a la tierra dividida en siete climas*® en el sentido de los paralelos y en diez secciones en el de los meridia- nos. Extraordinariamente bien documentada, fue objeto de varios restimenes, uno de los cuales se publicé en una de las primeras ediciones érabes realizadas en Europa;'** traducida al latin por B. Baldi (1600; se conserva inédita en la Universidad de Montpellier) y los maronitas G. Sio- nita y J. Hesronita,”” constituyé durante siglos una fuen- + Blalepb (Madeid, 1972), pp. 93-104 CEG, Oman, s. «. El, 5, pp. 1058-1061; S. Magbul Abmad, sv. DSB, 7 (1973), BP. 7-9. +» Esta divisin se eemonta ala entighedad y fue desarrollada por Tolomeo. Cf. J. Vernet, «Espaiia en la Geogcafia de Ibn Sa'id al-Ma aribt, Taruda, 6 (1958), pp. 307-326. "6 Imprenta Medices, Roma, 1592 » Geograpbia Nubiensis, Pais, 1619. 82 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS te inmejorable para el conocimiento de tierras, como el Africa o Asia centrales, practicamente inaccesibles al via- jero europeo. Simulténeamente a Averroes y a Idrisi, alcanzaba también un renombre espectacular el judfo cordobés Maiménides (1135-1204).’* Estudié en su patria, pero las dificultades, cada vez mayores, que experimentaban las minorfas mozdrabe y judfa como consecuencia de la politica intolerante de las dinastias africanas—primero almoravides y luego almohades—le levé a huir con su familia, tal vez fingiéndose musulmén, a Marruecos (1149), lugar en que, lejos de la amenaza de los cristianos del norte, esas mismas dinastias se mostraban mucho més indulgentes. Marché luego a Oriente, en donde lle- 36. ser médico de los aynbfes, alcanzando un rango muy elevado, nagid, dentro de su propia comunidad. Eseribié en dtabe la mayor parte de su obra cientifica, que muy pronto, traducida al hebreo y al atin, fue conocida en las aljamas espafiolas y luego en el resto de Europa. Entre ellas descuellan la Guia de los perplejos (Dalalat al-na'i- rin; Moré nebujim, 1190), en que concilia la religién mosaica con la fe de modo parecido a comio entendia el problema Averroes, cuyas obras conocié al menos par- cialmente, hasta el punto de que el pensamiento de am- bos autores presenta frecuentes paralelismos. Y si Ave- rroes desperté las suspicacias de sus correligionarios, lo mismo le sucedi6 a Maiménides, enemigo de la astrolo- °Cf.J. Llamas, Maiménides, siglo XII (Madrid, s. a.};G. Vajda, abn Mayman», EF, 3, pp. 900-902; IHS, 2, pp. 369-380. ‘= Trad, castellana medieval de Pedro de Toledo (1432); moder: na de José Suarez Lorenzo (Instituto Maiménides, Madrid, s.a). 83 INTRODUCCION HISTORICA aia, de las ciencias ocultas y del misticismo a ultranza, si hemos de creer la afirmacién del musulmén ‘Abd al-La- tif al-Bagdadt (557/1162-629/1231),""° quien le traté en El Cairo y que afirma que los judios tenfan por herética una de sus obras. Las comunidades judias, incapaces en su mayoria de comprender la gran obra realizada por su nagid, se dividieron ya en el siglo xn en maimonistas y antimaimonistas y se enzarzaron en largas polémicas fi- los6fico-teol6gicas, que en determinados momentos mo- tivaron la intervencién de las autotidades cristianas. Hasta principios del siglo xint el quehacer cientifico de los musulmanes andaluces se mantiene vivo, Pero de- cae de repente tan pronto como se quiebra la fuerza de los almohades en las Navas de Tolosa (609/1212) y los jinetes cristianos pueden pasearse libremente por toda la peninsula, La intranquilidad interna desemboca en una nueva época de cantonalismo que répidamente es segui- da por la conquista cristiana de Valencia, Murcia, Jaén, Cérdoba, Sevilla, Cédiz..., y las gentes pudientes, los in- telectuales, los terratenientes, marchan a Africa u Orien- te aprovechando cualquier ocasién, Ibn Tumlus, diset- pulo y sucesor de Averroes, murié a tiempo (620/1223) para no ver sus tierras de Alcira en manos de los cristia nos; pero el boténico Ibn al-Baytér (m. 646/1248), los misticos Ibn al-‘Arabi (560/1165-638/1240) e Ibn Sab‘in (613/1217-668/1269) y tantos otros emigraron a tierras més seguras, mientras que Alfonso X de Castilla manda- ba traducir, principalmente a los judfos, todos aquellos libros arabes que juzgaba interesantes entre los muchos caidos en manos de los conquistadores, Cuando un siglo © CES. M, Stern, s.v. BP, 1, p. 76. 84 REYES DE TAIFAS E INVASIONES AFRICANAS, después el reino de Granada conozca una relativa esta- bilidad, en especial bajo el reinado de Muhammad V, volverd a producirse un renacimiento cultural de cuiio arébigoandaluz, pero muy pobre y en modo alguno com- parable con el de los siglos x-x11 aunque, a través suyo, se introdujeron nuevas técnicas en la Europa cristiana.*" Durante el siglo xi nacen, por contra, nuevos nu: leos de interés por lo musulman y se abren nuevas vias de acceso: por un lado, las aficiones orientalisticas del emperador Federico II de Hohenstaufen (1194-1250); por otro, los numerosos embajadores europeos que van a Asia, a partir de mediados de siglo, gracias a la paz mo- gélica que mantiene abiertas toda suerte de rutas*” ¢ in- directamente fuerza a abrir sus puertas a los paises mu- sulmanes que quedan fuera de su érbita en busca de nuevos aliados o de materias primas que les permitan re- forzar su capacidad defensiva, En este iltimo aspecto el Papado se creer pronto obligado a intervenir y a prohi- bir la exportacién al mundo musulmén de lo que hoy lla- mariamos materias estratégicas. Federico II” se rodeé de numerosos orientales y arabistas, entre los cuales descuella Miguel Escoto, que, tras haber pasado buena parte de su vida como traductor en Toledo, fue a terminar sus dias al lado del emperador; CER. Arig, L’Espagne musulmane au temps des nasrides (1232+ 1492), Paris, 1973, Sobre las relaciones de Europa con los mogoles, cf. J. Need: hham, Science and civilisation in China, x (Cambridge, +954). "SCE. IHS, 2, p. 575: D. Cabanelas, «Federico II de Sicilia e Ibn Sabin de Murcia, Las Cuestiones sicilianas», MEAH, 4 (1955), pagi- nas 31-64; F, Gabrieli, Federico II ela cultura musulmana», RSI, 64 (2932), pp. 5-18, 85 INTRODUCCION HISTORICA Teodoro de Antioquia; Leonardo Pisano, alias Fibonac- cis etc. No satisfecho de ello, mantuvo frecuente corres pondencia de tipo filoséfico-cientifico con eruditos del Oriente y Occidente islamicos y dirigié una serie de pre- guntas al califa almohade Rasid (630/1232-640/1242), quien a su vez las hizo llegar al murciano Ibn Sab‘tn,""* que por aquel entonces residia en Ceuta. Este escribié asi sus Respuestas a las cuestiones sicilianas, en que trata acerca de la eternidad del mundo, sobre los fundamen- tos de la teologia, sobre las categorias y el alma. Este tex- to debié de ser el dltimo extenso de autor arébigoespafiol traducido al latin, pues no cabe suponer que Federico II supiera el drabe literal suficiente como para leerlo direc- tamente, y si consta, en cambio, que entre sus secretarios figuraban eruditos érabes capaces de incrustar su co- rrespondencia oficial con los ayubies con citas y més ci- tas de los versos del maximo de los poetas arabes, al-Mu- tanabbi.’'> Con él puede terminarse este bosquejo de la evoluci6n de la ciencia érabe que merecié el honor de ser trasvasada a lenguas occidentales. Si con posterioridad al siglo x11 conocemos algtin que otro autor érabe grana- dino que merecié ser traducido, estas versiones fueron, por lo general, fragmentarias y no alcanzaron la difusién de las de los autores hasta aqui mencionados. CEA, Faure, s. v. en El, 3, pp. 943°946i M. Cruz Hernindez, Historia... pp. 295-310. 9 CE. D, Cabanelas, Federico Il... p. 38 86 ct ASPECTOS DE LA HERENCIA DE LA ANTIGUEDAD EN-EL MUNDO ARABE & En las paginas anteriores hemos visto cémo la ciencia hispanodrabe empez6 su desarrollo autéctono en la €poce de ‘Abd al Rahman II a partir de materiales heteréclitos y de varias procedencias. En algunos casos los textos hist6- ricos y el andlisis filol6gico permiten establecer, sin lugar adudas, el origen y las etapas de evolucién de determina- das ideas que adquieren carta de natutaleza europea en nuestra peninsula durante los siglos 1x y x. Tal ocurte, por ejemplo, con los numerales que hoy lamamos «érabes» de procedencia india; la doctrina de las conjunciones plane- tatias nacida en la Persia sasénida; la introduccién de la farmacologia griege a través de la Materia médica de Dios- cétides y la infiltracién—casi exclusivamente.a través de Espafia—de algunos textos técnicos y geogréficos latinos. NUMERACION DE POSICION Steinschneider sefiala’ que la traduccién del libro de al- Jwarizmi titulado al-Pam wa-l-tafrig br-hisab al-Hind (De numero indorum, escrito alrededor del 820) se atri- buye, indistintamente, 2 Adelardo de Bath y a Juan de Sevilla; G. Menéndez Pidal’ se inclina por el primero y BU, nm. 174. + «Los lamados numerales arabes en Occidenten, BRAH, 143, 2 (2959), pp. 179-208. 87 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE considera que el Liber algorismi de practica arismetrice? ¢s una reelaboracién del Pam’ wa-t-tafrig, cuyo original arabe se ha perdido, mientras que Suter sostiene* que el traductor es desconocido. Sin embargo, la personalidad de éste nos es indife- rente ahora ya que los testimonios més fidedignos y mas antiguos son hispénicos, conforme veremos, y que la consolidacién de las cifras «arabes» y del sistema de nu- meracién de posicién se verificé en nuestra peninsula, En lo que sigue entenderemos como hurif al-gubar (letras de polvo, equivale al pulvis, pulvisculum de los lati- nos; el mismo nombre recibe un tipo de caligrafia érabe occidental) los signos que se trazaban en una mesa de pol- vo 0 arena para efectuar operaciones «guardandose» (tér mino de los textos matematicos) tinicamente los resulta- dos parciales 0 totales. Signos gubar serian hoy los que trazamos en el encerado y cuyos valores importantes tam- bién «guardamos» al borrar para poder continuar con el céleulo. Woepcke,’ seguido por Gandz,° creyé poder dar a estos signos, cuyas formas desconocemos en la mayoria de los casos, un doble origen: romano los occidentales (gu- bar), ¢ indio los orientales (davanagari), siendo posible que sus formas, al menos Jas mas antiguas, estuvieran emparentadas con las utilizadas en la geomancia. Los 4pi- Ambos tratados fueron publicades por B. Boncompagni en Trat- ‘ati d'aritmetica, Roma, 1857 “CE ED, 1,p. 390. > «La propagation des ciffresindiens», JA, « (+863), pp. 27-79, 234-290 9 442-529, «The origin of the Ghubar numerals or the Arabian abacus and the Articuli, Isis, 16 (1931), pp. 393-424, y nota de Welborn, Ist, 17 (1932), pp. 260-265, 88 NUMERACION DE POSICION ces, también llamados dpices de Boecio, consistfan en nue- ve fichas marcadas con las letras del alfabeto griego 0 cualquier otro signo distintivo (incluso cifras drabes que enjéste caso no tienen valor numérico en general), emple- adas para hacer operaciones con el dispositivo llamado dbaco (ya no la tabla de arena) y cuyo origen es posterior a Boecio (m. 524)’ y anterior a Gerberto (m. 1003), puesto que Guillermo de Malmesbury (m. 1142) nos dice que aquél fue el primero en tomar el abaco @ los sarracenos* yen establecer las reglas de su uso que sélo alcanzan a sa- ber los abacistas con el sudor de su frente.’ Este tipo de célculo es muy antiguo. La palabra dbaco parece proceder de una voz semitica, puesto que en he- breo abag significa polvo. Conocido probablemente por los babilonios y chinos, con el correr de los tiempos adop- 16 las siguientes formas: marco con arena, bastidor con contadores sueltos y bastidor con contadores corredizos, gue es el que hoy se utiliza. La palabra abag dio en griego abax y aparece citada en Aristoteles’” al referirse a un mar- co destinado a facilitar el recuento de votos; Sexto Empiti- co (siglo ud. C.), en sus Discursos pirrénicos (9, 282), al tratar de los matematicos dice que el abax es un marco es- polvoreado con arena para dibujar figuras geométricas. Es dificil saber cémo funcionaba el cilculo con el abaco en la 7 El pasaje que en la Geametria de dicho autor (Patrologia de Migne, 63, p. 1334 = ed. Friedlein [col. Teubner, 1867], pp. 395: 399) alude @ ese dispositivo, es una interpolacién posterior. Sobre Boecio, cf. L. Minio-Paluello, DSB, 2 (1970), pp. 228-236. "S, Gandz, «Did the Arabs know the abacus (Yes}», American Mathematical Monthly, 34 (1927), pp. 308-326; para el abaco, cf IHS, +, pp. 756-757 °D. E, Smith, History of mathematics, 2 (Boston, 1925), pp. 156196. * Athemiensium republice, cap. 69, 89 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE antigtiedad, dado lo complejo de la notacién de sus cifras, hecho que aparece reflejado claramente en el Arenario de ‘Arquimedes, En cambio, estamos mejor informados de lo que ocurri6 en el Medioevo desde el instante en que Ger- berto intent6 emplear el abaco con las nueve cifras dela nu- metacién de posicién empleada por los arabes y Juda de Barcelona identified las cifras gudar con las del abaco. Pero, a pesar de sus esfuerzos, los pices siguieron sin tener un valor posicional. El procedimiento de operar con los mismos en la Edad Media Jo ha expuesto G. Beaujouan."* Otro tipo de grafia numérica que nos interesa, por encontrarse empleada en todo el Occidente islémico y en los documentos latinos de los mozarabes de Toledo (si- glo xn), es la conocida bajo el nombre de cifras de nota- rios o cifras rumies, Este Gltimo término (significa griego 0 bizantino)" indica ya su origen. Debieron ser introdu- cidas en el Islam cuando el califa ‘Abd al-Malik (65/685- 86/705) decreté la arabizacién de los documentos oficia~ les conservando los funcionarios los mismos simbolos numéricos que utilizaban con anterioridad. De aqui que sus formas deriven del alfabeto mimisculo griego o del copto y que, dado lo bien establecido y regulado de su uso, se emplearan, cuando menos, hasta el siglo xvi." Las cifras que aqui nos interesan son las Hamadas in “CE, Le science dans "Occident Médiéval Chrétien, en Histoire ‘générale des Sctences, vol. 1 (Paris, 1957), pp. 522-524 "CEG, S, Colin, «De l'origine des chiffres de Fez», JA, 225 (1933), pp. 193-1935 8. Bartrina, «Cifras coptas y cultura sraben, Studia Papyralogica, (1968), pp. 99-100. "J. A. Sénchez Pérez, «Sobre las cifras eumies», Al-Andalus, 5 (1953), pp. 97-225; A. Gonailez Pelencia, Los mozérabes de Toledo cn los siglos XII y XIII, Madrid, 1930; G. Lévi della Vida, «Numera- Ii greci in dacumenti arabo-spagnolin, RSO, 14 (1935), pp. 281-283; go NUMERACION DE POSICION dias 0 érabes, cuye importancia no radica en sus forinas, Gque son miltiples, sino en que tienen valor de posicién coun sistema de base 10. Las reglas més antiguas con- scrvadas acerca de su uso apatecen por primera vez en Jatin en una versi6n toledana de mediados del siglo x1, en el De numero indorum, a pesar de que tenemos testi monios de que el sistema era conocido y utilizado enla Espafia musulmana desde el siglo 1x yen la cristiana des- deel x. El desarrollo del mismo presenta un extrafio pa- ralelisino—con dos mil afios de retraso—con el del sis- tema sexagesimal absoluto empleado en Bebilonia,"* y todo hace sospechar que derive directamente de éste- “Los babilonios, mejor dicho, los sumerios, emplea- ron un sistema posicional, pero, carentes de un simbolo {nuestro cero) para indicat la falta de un determinado or- den de unidades, dejaban un hueco que separaba el or- den inmediato superior del inferior. Evidentemente, la Jectura del numero pasaba a depender del buen criterio del lector, segtin éste se diera cuenta o no de la existen- dda de dicho hueco, y por tanto con frecuencia se incu- ‘iia en errotes de bulto—igual ocurrié con las cifras in- dlas antes de la aparicién del cero—, puesto que, Por ejemplo, el nfimero 2,5 podia entenderse como (2x60!) +5 (2 x 60") + (0x 6o') +5 (2 x 60%) + (0 X 60") + (0X 60') +5 E.Bervjouan, eLes soi-disant chiffres grees ou chaldéens», RHS, 5 soso PP. 172174 (2950) PP ToT ori de la cienia, x (Buenos Aires, 1963) pp. 8485, 9 LA ANTIGUEDAD EN FL MUNDO ARABE NUMERACION DE POSICION Ejemplo tipico de estos errores es el de Hilprecht al editar las tabletas matematicas encontradas por la Uni- versidad de Pennsylvania en Nippur,” al afitmar que el magnus platonicas annus que mide y gobierna la vida de a Tierra (Republica, 8, 546 BD; Leyes, 5) es de origen ba- bilénico: " petmiten transformar la divisién en una multiplicacién & {eso mismo dividir por 2 que multiplicar por 0,5; 0 por “330530 por 4 y 0,25, etc.) estuvieron en boga durante ‘muchos siglos y atin a principios del siglo xx, y aplicadas -al'sistema decimal, fueron publicadas en la Revolucién - ptimérica de Ramon Mas. _ ) /Para evitar estas confusiones se inventé el cero ba- bilénico ({)"* alrededor del 200 a. C., y desde ese mo- mento los niimeros dejaron de ser ambiguos ya que YTV Z 494 (2,0, 5) s6lo podia leerse 2 x 607 + 0 X 60 + ‘Todas las tablas de multiplicacién y divisién de las bibli. tecas de los templos de Nippur y Sippar y de la biblioteca de Asurbanipal, se fundaban sobre 12.960.000. Esta coincidencia dificilmente puede ser accidental. Debemos llegar necesaria- mente a la conclusién de que Platén, mejor dicho, Pitégoras, a quien siguié intimamente, tomé su famoso ntimero, y toda la idea de su decisiva influencia sobre la vida humana, directa- mente de Babilonia. 20: Hi sistema, contea lo que hasta ahora se exe, fue aceptado (con cero inclusive)” por grupos minoritarios de astrénomos griegos, los cuales mantuvieron el sistema sexagesimal para los submaltiplos y abandonaton la idea de posicién, que por lo demés subsistiria en los nticleos neoplaténicos 0 neopitagéricos refugiados en Persia como consecuencia de las persecuciones religiosas de principios de nuestra era,"° A mediados del primer milenio d. C. aparecen una serie de testimonios literarios que entroncan ya directa- mente con los hispanicos y con nuestro sistema de nu- meracién de base diez, Y todos ellos se refieren a la In- La afirmacién de Hilprecht se basa en la creencia de que Pitégoras obtuvo su informacién matemética en el Préximo Oriente y en que el gran aiio platénico tiene 36.000 afios de 360 dias, 0 sea, 12.960.000 dias (= 60) Ademis, en Repiiblica, 10, 615 B, y Timeo, 39 D, afirma que el hombre que vive cien afios ha vivido tantos dias como afios tiene el afio magno. Ahora bien, Neugebauer" prueba que los textos lei- dos asi por Hilprecht (potencias de 60) son en realidad tablas de recfprocos (ntimero por el cual hay que multi- plicar a otro para obtener la unidad)."” Estas tablas, que (1936), pp. 426-432: 0. Neugebauer, Ancient mathematics ond astro omy, en HT, » (Oxford, 1963), pp. 85-803. “CE Koshyar ibn Labban, Principles of Hindu reckoning (Kitab {frusal hist al-Hind), ed. y tad. M. Levey y M. Peteuck (Wisconsin, 1965), P. 7.2. 26. R.A Parker lo he encontrado en papicos deméticos; figura en lCarlsberg 32 del siglo dC. "CEB Carca de Vaux, Les penseurs de "Islam, 2 (Pari, x91), pp. 103-110, " Mathematical, metrological and chronological tablets from the temple library of Nippur (Filadelfia, 1906), p. 31 “* «The survival of Babylonian methods in the Exact Sciences of Antiquity and Middle Ages», Proceedings of the American Philoso- hical Society, 107, 6 (1963), pp. 328-535. "CE. S. Gandz, «The Babylonian tables of reciprocals», Isis, 25 9 93 1 NUMERACION DE POSICION LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE ‘Yo.con cero y encontramos esta cifra en una inscripcién = deCambodge del siglo vi, mientras el primer testimonio - epigeafico indio es del 876. En esos siglos vinx el siste- na esta ya sélidamente instalado—con o sin cero—en “todo el mundo civilizado: el chino Ch’u-Tan Hsi-ta " (G. 700) escribe un tratado de cronologia en el que inser- ~ tatraducciones del sénscrito; al-Juwarizmi redacta su De © piunsero indorum (c. 820); al-Kindi (m. ¢. 873) se ocupa Leste asunto en una de sus risalas, y en Espafia apare- ~ cen'las cifras en el misceldneo ovetense del Escorial’ “testaurado por San Eulogio. | Por otro lado, las citas eruditas de un Mas‘adt “(@,957)"60 de un Birdini (m. 1048)" coinciden en situar sla India el origen del sistema. El dltimo afirma que los " primeros vienen «de la forma més hermosa de las figuras indias», y finalmente Kasyar b. Labban y su discipulo Hasan ‘Alf al-Nasawi (El. c. 1030) son los primeros gatematicos que los emplean de modo constante.** dia como lugar en que se gest6 el nuevo sistema. Severo | Sabojt, obispo de Qennesré, en Mesopotamia (fl. 662), escribe que «los hallazgos de los indios en astronomia son més ingeniosos que los de los griegos y babilonios y su sutil modo de calcular supera a las palabras. Me refi ro al calculo que hacen con nueve signos».”' Y, efectivas | mente, se emplean en la astronomia de Aryabhata I (A. 476)” para la extraccién de raices cuadradas y cabicas, y se encuentran en una veintena de inscripciones* fechs bles entre los afios 595-900. Probablemente en esa épocd (siglos 1-vs) los autores del Préximo Oriente empleaban indiscriminadamente tres tipos de numeracién: r) el del valor numérico de las letras, especialmente cémodo para = el célculo sexagesimal, y los posicionales de 2) nueve fras y 3) de diez, con cero. La ambigiiedad de la notacién con nueve cifras debié correr pareja con la sentida en Babilonia mil afios antes, desde el momento en que 24 po dia significar 24, 204, 2040, 240, etc., hasta el momenté en que el uso del cero se generaliz6. Es un caso similar al ocutrido con las fSrmulas de trigonometria para la rests lucién de triéngulos generales, que no desplazaron a los teoremas del perpendiculo sino mucho después de haber. sido descubiertas. Que la idea o concepto de cero noha | bia desaparecido desde el momento de su aplicacién pot | Jos babilonios parece corroborarse en el hecho de que | Brahmagupta (398-665) establecié las reglas del célew Rou, 2B fol. 95. En este ms. los nsimeros 16, #7, 21, 24) 27 ¥ 29) “apateeen escritos como hoy. Pero el niimero 102 tiene une cifra pare Geiento y otra para el 2; el admero 20 tiene un solo signo. Figura el eto, Pero todas estas cifras estén al margen y puede diseutirse si son Geldneas o no al momento de la composicién del cédice, es decir, “istes del 884 fecha de su llegads a Oviedo. Estudio detallado de este ioe por G: Menénder Pidal, «Mozarabes y asturianos en la cultu dela Alta Edad Media», BRAH, 134 (1954), PP: 137-298. = Mura (ed. Cairo, 1377/1938), 1, 76. En ot hay elementos egendarios que parecen spuntar el origen neoplaténico-persa, pues @ Fenicioa nom habla dela ru dea ceaci pers (a'r aba) 7 India (tad, Sachau), x, +74. Segitn Biron, los indios inventaron “eas ya que dado el gran nimero de sus alfabetos no podian utilizar sas con valor numérico. El mismo origen indio da el ms, Escorial mabe 1933 84. J. A. Sanchez Pérez, Al-Andalus, 3 [1935]. 37) ONCE Koshyat ibe Lebban, Principles of Hindu reckoning, P- 4 © CE.F, Nau, «La plus ancienne mention orientale des chiffres, indiens», JA, (2910), pp: 225-227, “CED. Pingree, sv. DSB, 1, pp. 308-309. los considera apécrifos, “CED. Pingtee, s. v. DSB, 2, pp. 416-418. 94 95 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE El cero pasa a set la pieza maestra del sistema, y sus etimologias, incluso las incorrectas, muestran bien a las claras su origen. A pesar de que no deriva de la o del gtiego ouden (nada), ni del snscrito sunya (vacio) sino de la tatz semita sfr (vacio) 0 sfr (cosa escrita), las dos primeras etimologias guardan la idea de que «zero no es letra, pero es una casa vacia» de Gaspar de Tejada.” El mismo sentido da mucho antes Muhammad b. Ahmad al- Juwarizmi (fl. 976) en el Mafatit aula al hablar del targin, linea que se introducta en el célculo para indicat «nada», es decir, para conservar el orden." Este valor aparece transmitido por el latin nulla figura (aleman Null) © por la transliteracién toledana zephirum que pasa al to mance como cero en castellano y zero (francés, inglés). De la raiz sfr, acosa escrita» (cf. séfer, libro, en he- breo), derivaria el latin tziphra, ziffrae; castellano, cifra; francés, cbiffre; aleman, Ziffer significando le figura de los numerales (excepto en inglés, en que cipher significa cero). Estos valores y significados eran ya conocidos en la Edad Media.” * CE. G, Menéndez Pidal, Los Hamador numerales.... p. 186. » Ed, G. van Vloten (Leiden, 1895), p. 58, Is. 1-4. Este misma | arafia aparece mencionada por Abraham b, ‘Ezra paca separat Ia parte entera de la fraccionaria en su Séfer ba-mispar (Frankfurt am Main, 1895). CE. G, Sarton, en Isis, 23 (1935), . 226, fig, 46 El texto drabe dice claramente que el fargin es una Iinea que equivale al cero y sirve para guardar los distintos érdenes. Ahora bien, la rafz 7gm (segiin el mismo texto tiene en nabateo [arameo] eb valor de evacion) presenta concomitancias eon rym y se comprende que sargin signifique marcar con un punto o un citeulo, » CE Carra de Vaux, «Le double sens du mot ciftam, en JA, 19175 I, pp. 439-460 y Cantor, Vorlesungen ther Geschichte der Matbema tik, 2 (Leipzig, 1907), p. 383, 96 NUMERACION DE POSICION J» Para la utilidad del sistema carece de importancia la | fotma de los ntimeros o cifras también Hamados guaris- mos.” Esta palabra fue interpretada por los eruditos to- © ledanos del siglo x11 como derivada del 1) nombre de un reyo filosofo Algor, o 2) dela unién del articulo arabe al lel priego arithmos (algoritmo). La explicacién correc- tala dio Reinaud* al derivarla del antropénimo Juwariz- | fil. En cambio, la forma algoritmo, que tiene la misma “etimologia, se ha especializado con el correr del tiempo _ fx sianificar Tyebo Brabe et Albumasar. La question de Vautoritésientifigue di début de la recherche libre en astronomie (1968 Hlartner), pp. 496 ber La obra, redactada por un discipulo suyo, Aba Sa'td Sadan, figne como titulo completo Mudakarat Aba Ma'Sr fi asrar ‘lm al-nu- im (Manifestaciones de Aba Ma'tar acerca de los secretos dela 35- ‘ologt) HCE Ibn $a'td, Tabagat..., 37/81 y 55/111, lo cita. Ademés Tho abi Rigal (mc. 1048) lo utiliza y aparece citado en la version caste- liana efonst del Libro de los sudicios.., pore, p. 616 de la edicién Hiley, como las Remembrancas. 2CE L. Thorndike, «Albumaser in Sadan, Isis, 45 (1954), Pasi 52. EU, nim. x654D. Pingree, s.v. «Aba Ma'shar», DSB, 1 (970) p39, nim. «2 103 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE del fuego y en modo alguno en los cielos, ya que en los cielos no existe cambio, Pero han errado en esta afirmacién. Yo sé que el cometa esta encima de Venus, ya que su color no cam- bia. Muchos han afirmado que han visto cometas més alld de Japiter, y otros, més alld de Saturno. Estas palabras, segtin Hartner, se refieren al seudo- planeta astrolégico Kayd citado en la protasis que prece- deccomo Kint—ficil confusién paleografica en arabe por Kayd—, que girarfa en torno a la tierra en 144 afios per- sas mas una fraccién de dia y que a veces se materializa- ba en forma de cuerpo celeste.” Sea como fuere, los arabes no hicieron observacio- nes rigurosas de los cometas, y fue Regiomontano el pri- mero en seguir la marcha del de 1472. Es un siglo des- pués cuando Tycho Brahe, conociendo las ideas de Albumasar—y las de Séneca—, al observar el cometa de 1577 pens6 en adscribirle a una érbita eliptica y, emple ando el procedimiento de los paralajes, dedujo que de- bia encontrarse més allé de Venus. Roto de este modo el ligamen con la astronomia aristotélica, Borelli (2666) afirmé que describian érbitas parabélicas, y Dérfel lo confirmé con el cometa de 1681. Finalmente, Halley, despirés de estudiar los cometas de 1331, 1607 y 1682, a os que considers como uno solo, estableci6, baséndose en la mecanica newtoniana, su étbita y predijo su retor- no en 1758: es el cometa que en honor suyo lamamos hoy «Halley», »'CEW. Hartner, Le probléme de a planéte Kaid (1968 Hartnet, pp. 268-286; E. S. Kennedy, «Comets in Islamic astronomy and as tology», JNES, 16,1 (1957), pp. 44-52 % Astronomer cometie synopsis (Oxford, +705) 104 LA @MATERIA MEDICA» DE DIOSCORIDES La herencia griega pasé al Islam, en la mayorfa de los ca- sos, de modo muy directo, y casi siempre tenemos deta- lles de cémo se verificé esta transmisién. Buen ejemplo es lo ocurrido con la Materia médica de Dioscérides, acerca de la cual el cordobés Ibn Yulful nos da cuantos detalles podamos desear. Dice: El tratado de Dioscérides fue traducido en Bagdad en la época abbasi, bajo el reinado de Ya‘far al-Mutawakkil, por Es- teban, hijo de Basilio, del griego al drabe. Esta traduccién fue corregida por el traductor Hunayn b. Ishaq, que la arregl6 y la hizo manejable. Las palabras griegas que Esteban conocia en arabe las tradujo, pero aquellas que no sabia las transcribia en forma griega, dejando en manos de Dios el que més tarde hi- ciera que encontraran alguien que las supiera y pudiera tradu citlas al érabe, ya que los nombres de los medicamentos se de- ben a una convencién de las gentes de un mismo pafs que son quienes los conocen y les dan el nombre, bien por derivacién bien por un acuerdo técito. Esteban dejé Ia sinonimia para quienes conocieran las drogas que él desconocia, pues asi re- cibirfan los nombres que les convinieran desde el instante que fueran reconocidas. Ibn Yulgul aiiade: Esta traduccién de Esteban llegé a al-Andalus y fue u zada tanto por los andaluces como por los orientales hasta la época de ‘Abd al-Rahman al-Nasir. Este recibié de Romano, emperador de Constantinopla—creo que en el afio 337/948 [sicl—, una carta acompaiiada de presentes de gran valor, en: tre los cuales se encontraba el tratado de Dioscérides: estaba Tos LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE iluminado con magnificas miniaturas griegas y escrito en grie- 0 ligrigil, que es la misma lengua que el jonio (yuna). Este envio contenia también la Historia de Orosio* relative a los hechos pretéritos, a los antiguos reyes y a los acontecimientos importantes. El emperador Romeno decia en su carta a al-Na- sic: «No puede obtenerse provecho del Dioscérides mas que con un traductor avezado en el griego y que conozca las pro- piedades de esas drogas. Si tienes en tu pais a alguien que ret- ‘na estas dos condiciones, sacarés, oh Rey, la mayor utilidad de este libro. En lo que se refiere al libro de Orosio tienes en tus estados latinos que pueden leerlo en su lengua original; si se lo entregas lo traduciran al drabe». Ibn Yulpul sigue: Entre los cristianos de Cérdoba no habia nadie capaz de leer el griego, que es el jonio antiguo.* En consecuencia, el li bro de Dioscérides se queds en Ja biblioteca de ‘Abd al-Rab- man al-Nasir sin ser traducido al arabe: estaba en al-Andalus, pero sus habitantes utilizaban la traduccién de Esteban pro- cedente de Bagdad. Cuando al-Nasir contesté a Romano, le pi- dio que le enviase a alguien que hablara el griego y el latin para «que ensefiara estas lenguas a sus esclavos que asi se transfor- marian en traductores. El emperador Romano le envié enton- ces un monje llamado Nicolés, que llegé a Cérdoba en el afio 340/951 [sic]. Habia entonces en esta ciudad una serie de mé- dicos que investigaban, indagaban y buscaban con avidez el modo de determinar los nombres de los simples que figuraban en el Dioscérides y de los cuales aiin no conocfan su equiva- » CEG, Levi della Vida, «La traduzione araba delle storie di Orosion, Miscellanee G, Galbiati, 3 (Milén, 1951), pp. 185-203, re- producido en ALAndalus, 19 (1951), pp. 257-293, © César E. Dubler (e. p. d.) en distintas ocesiones me manifests verbalmente su escepticismo sobre esta afirmacién. 106 i LA «MATERIA MEDICA» lencia en arabe. El més interesado y diligente entre todos estos médicos era el judio Hasday b. Saprav),"' quien asi procuraba complacer @ ‘Abd al-Raman al-Nasir. El monje Nicolas pas6 taser para él la persona més intima y apreciada. Asi pudo co- mentar los nombres de los simples del libro de Dioseérides que ain eran desconocidos.*” Fue el primero que fabricé en Cordoba la teriaca llamada fardg,** determinando las plantas gue entran en su composicisn. En este tiempo vivian en Cérdoba otros médicos consa- grados a esclarecer los nombres de los simples que figura- ban en dicho libro. Entre ellos se encontraba Muhammad, conocido por al-Sajpar (el herbolario); otro llamado al- Basbasi y Aba ‘Utman al-Yazzar, apodado el ibicenco; el mé- dico Muhammad b. Sa'td, ‘Abd al-Rabman b. Ishaq b. al- Haytam y Aba ‘Abd Allah al-Sagilli (siciliano), que hablaba sgriego y conocia las propiedades de las drogas. Todos ellos eran contempordneos del monje Nicolas y los conoci al mis- mo tiempo que a éste, en la época del reinado de al-Mustan- sir. Yo era en esa época su amigo. Nicolas muri6 al principio del gobierno de este califa. Gracias a las investigaciones he- chas por este grupo de médicos acerca de los nombres de los simples del libro de Dioscérides, llegaron a conocerse en Cérdoba y en todo al-Andalus las verdaderas pfopiedades de las plantas, desapareciendo las dudas que se tenfan. Se supo exactamente de sus virtudes y el modo exacto como debia pronunciarse su nombre sin cometer errores, excep cién hecha de un pequefio nimero, tal vez diez, lo cual care- ce de importancia. ©: En el texto Ibn Basra. © Este fragmento justifies el que en Cérdoba no se realizase una nueva teaduccién del Dioscérides sino uns revisién del texto de la versién de Esteban, Véase Meyerhof en Al-Andalus, 3 (1935), Ps 11 “ Medicumento destinado a combatir les intoxicaciones. 107 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE En la traduccién de los nombres técnicos griegos de- bieron cometerse, a pesar de todo, algunos errores, si he- mos de juzgar por lo ocurrido con otros textos. El mas interesante de todos los que conozco fue puesto de ma- nifiesto hace afios por Colin“ y dio origen a la expresién, en uso hasta hace poco tiempo, de cdlico miserere: los médicos griegos distinguian dos tipos de dolor abdomi- nal localizados respectivamente en los intestinos grueso y delgado, que recibian los nombres de kolikos y eileds, significando este tiltimo «dolor bajo cuyo efecto el en- fermo se retuerce». Ambas palabras debieron ser arabi- zadas en el siglo 1x con las formas gitlunp y aylawus. Posiblemente un judio o un cristiano oriental, algo co- nocedor del griego, leeria la segunda palabra en nomina- tivo (érabe), aylawsun, que en dialectal de Bagdad se oi- ria, por contacto vocélico, de un modo muy similar a eyleson, Esta palabra la relacionaria con el Kyrie eleison («jSefior, tened piedad!») y lo glosaria en consecuencia. Debié ser asi, puesto que Avicena ya dice en el Qanin que el galuny es el célico contra el cual se impetra la pro- teccién divina, y el granadino Muhammad al-Saqarl* (m. ¢ 71/1369), en su Tubfat al-mutawassil, dice: «El célico [gilunp] que se Hama aylawus y que significa “|Oh Sefior, concédeme la salud!” es de todos los céli- cos el més doloroso y peligroso. Se dice que entre otros nombres tiene el de “[cdlico] contra el que se implora la “CE.G.S, Colin, «"Passion iliaque”, “kyrie eleison!” et “colique de miséréré"», Hespéris (1945), pp. 76-80. CEH. P. J. Rénaud, «Ua médecin du royaume de Grénade; Muhammad al-Sagari», Hespéris, 33 (1946), pp. 31-64; IHS, 5, p.1721 108 LA «MATERIA MEDICA» proteccién divina”». El mismo autor afiade en su Mus. riabat: «El célico que tiene lugar en los intestinos delga- dos se lama aylawus, que significa “|Sefior mio, concé- deme la salud!» Otro autor, ‘Abd al-Karim b, Mu'min b, Yahya al- ‘Ily, dice sobre aylawus que esta palabra significa: «|Se- ior mio! {Concédeme la salud!», 0 «Sefior mio, jten mi- sericordia!>. Estas expresiones arabes se explicarian por el caréc- tercasi siempre mortal de la enfermedad y debieron ser conocidas por los traductores del érabe al latin, quienes entendieron que debian traducirse por célico miserere, ya que cuando se presentaba no quedaba més remedio que prepararse a bien morir y rezar el correspondiente Salmo penitencial (51), apareciendo esta expresién por primera vez en Ambroise Paré (1546). Otras veces el paso del griego al arabe y de éste al la- ‘tin fue mucho mas largo y complejo, Tal es lo que ocurte con varios tecnicismos matematicos, como son, por ejemplo, raiz y seno. La palabra griega basis ( = plewra, raiz cuadrada)® se tradujo al sanscrito por pada, que significa indistinta- mente base y raiz de una planta, Los arabes la tradujeron por fidr y a su vez los latinos por radix. Esta es la historia de raiz y radical Los griegos llamaron cuerdas a las rectas comprendi- das en el interior de una circunferencia, Los indios em- plearon las palabras djiva (cuerda), arco y flecha (seno verso), y poco después sustituyeron las cuerdas por las se- micuerdas del arco doble (es decir, nuestro sev). A estas “CE RS, 49-51 (1968), pp. 95-96. 109 LA ANTIGUEDAD EN EL MUNDO ARABE iiltimas las llamaron ardbadjva (media cuerda) y abrevia- damente djiva > jayb, y Adelardo de Bath y Gerardo de Cremona entendieron que se referfa fayb a su homénimo cavidad y, en consecuencia, tradujeron por seno (sinus). EL LATIN, LENGUA DE CULTURA EN OCCIDENTE Si la transmisién del legado de Grecia al Islam se pre- senta casi siempre de modo claro, no ocurre lo mismo con aquellos conocimientos que tienen su punto de arranque en los textos latinos, a pesar de que no cabe duda de que existieron traducciones del latin al érabe— en especial en Espafia—con anterioridad al siglo x1. Y esa actividad traductora es similar a la que acabamos de ver respecto del griego, sinscrito y pahlevi, dado que en Espajia, carente de manuscritos griegos, habia que bus- car la herencia de la antigiiedad en los textos latinos, mucho mas pobres que aquéllos. Asi se explica que en Oriente las personas como Yahya b. Al-Bitrig (fl. 830), que dominaban el latin y el griego 0 el siriaco, no se pre+ ocuparan de las obras escritas en la primera.’ En cam- bio, en Espafia no habia més remedio que recurrir a tra- ducir del latin, y los libros en esta lengua no faltaban Thn ‘Abd al-Barr® dice que, «entre el niimero de objetos hallados por Tariq en Andalucia, habia veintidés libros (misbaf) cuya encuadernacién estaba incrustada de pe- drerfa, que contenfan los textos de la Biblia; otro, cha- peado en plata, trataba de las propiedades de las pie- © Cf. IHS, 1, p. 356, quien lo toma de IU, p. 205. © al-Qesd wa-l-wmam (El Caito, 1350/2931), 34 EL LATIN dras, de los arboles, de los animales, y contenia extrafios talismanes, Se lo llevé a Walid. Entre los otros voliime- nes habia uno que trataba de alquimia y del modo de fa- bricar jacintos» Esta noticia puede retrotraerse al afio 715; alrededor del 775 sabemos que el calife oriental al-Mansir hace traducir obras procedentes del griego, pahlevi, Jatin y si- riaco.® Pero en esa misma época al-Dabbi traducia en Espafia, del latin al érabe, un tratado de astrologia cuyo original latino predrabe no ha sido identificado” y en cuya versin arabe aparecen los més antiguos simbolos planetarios de la Edad Media, que vienen a afiadirse a la lista de los ya conocidos. La comparacién de sus formas con los coeténeos empleados por Yahya b, Abi Mansur indica que tienen un origen distinto.”" ‘Aesa misma época—siglo 1x—pueden referirse las traducciones de tipo critico-literario puestas. de relieve por G. Lévi della Vida,” que nos transmiten, incluso, versos latinos de autor desconocido y alguno de Virgilio. Idénticamente existian traducciones cientificas, como lo demuestra la categérica afirmacién de Ibn fulyul, quien asegura que la medicina practicada por los primeros ra- bes de al-Andalus se basaba en un libro traducido del la- © Murap, 8, 29% CE]. Vernet, Tradicién ¢ innovacién en la ciencis medieval (1971 Roma), pp. 745-748. 5: GE J. Vernet, Tradicién ¢ innovacién..., p. 747, %. 27 y bibliow srafia ali citada al mozarabi ira Occidente e Islam», Settimani di studio... 12, 2 (Spoleto, 1965), pp. 667-693; la noticia de que se conserva en éra- be el texto integro de Tito Livio parece ser invencién de Alf Bey. De ser cierto, tal vez se conserve en la mezquita-catedral de Qayrewén. |

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