Está en la página 1de 1

INTRODUCCION

La humanidad ha tenido siempre la necesidad de contar con fuentes de energía


para satisfacer una serie de demandas de carácter vital o prescindible. Las
necesidades vitales básicas son cubiertas por la energía suministrada por el
Sol, a través de luz y calor, los alimentos y el oxígeno contenido en el aire. A
medida que las civilizaciones han ido evolucionando se han creado nuevas
necesidades energéticas, cada vez más imprescindibles. La primera fuente de
energía sobre la que tuvo dominio el hombre fue el fuego (gracias a Prometeo,
según la mitología griega). Su uso le permitió cocinar los alimentos y
proveerse de calor en climas fríos, lo que constituye el primer ejemplo de la
utilización práctica de una fuente de energía. El combustible, que permitía
disponer del fuego era, en este caso, la madera y el carbón. Las demandas de
energía aumentaron considerablemente a medida que se avanzaba en la
industrialización de la sociedad. El advenimiento de las máquinas de vapor
produjo una explosión en el uso y explotación de carbón, y con el
descubrimiento de la electricidad se encontró en la energía de los ríos un
invaluable recurso natural que tiene, además, la virtud de ser inagotable. Por
último, el hallazgo del petróleo permitió el desarrollo eficiente de los motores
de combustión interna los cuales se han convertido en el mecanismo de
locomoción más usado hoy en día.

Aunque la mayoría de las necesidades energéticas mencionadas no son


esenciales para la sobrevivencia del ser humano, se han convertido en
parte casi inseparable de nuestra cotidianidad y resulta difícil concebir

También podría gustarte