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Juan José

Millás

Por sbundsr
El mayor defecto de los españo"
les no es la envidia, es ser espa-
ñoles, del mismo modo que el
mayor defecto de los franceses
es ser franceses o ser alemanes
el de los alemanes. Y así de for-
ma sucesiva hasta llegar a Aus:
tralia. El mayor defecto del
hombre, pese a lo que digan los
textos de superación personal,
es ser uno mismo. Resulta in-
comprensible que nos empeci-
nemos en ser nosotros mismos
existiendo alternativas. Cada
día de nuestra vida deberíamos
levantarnos de la cama con el
propósito de ser el vecino de al
lado, o el de arriba, da igual, o el
de debajo, el caso es ser otro
distinto del que hemos llegado
a ser, incluso aunque pertenez-
camos a la especie de los que se
han hecho a sí mismos. A veces,
en la calle, al pasar frente a un
escaparate que me refleja, lejos
de reconocerme enseguida, veo
a un extraño que me mira con
consternación, Luego, al caer
en la cuenta de que soy yo, pien-
so que me gustaría ser ese extra-
ño. Se aprecia en él un descon-
cierto higiénico.
Sé tú mismo, nos dicen des-
de la escuela y desde los libros
de autoayuda, como si rser tú
mismo tuviera más mérito que
ser él mismo o ella, misma. Los
pronombres personales han he-
cho mucho daño a la evolución.
Desde el momento en el que se
cuela en tu conciencia el yo,
caes preso de esa forma grama-
tical que es como el centro de
una tela de araña en la que se
precipitan sin pausa todos los
afectos y desafectos que nos ha-
cen sufrir. El yoísmo suprema-
cista y el nacionalismo exclu-
yente, que son dos aspectos de
lo mismo, flo se despegan del
alma ni con agua hirviendo. De-
bería haber entre el yo y el tú
un pronombre intermedio, algo
así como una semifusa, al qqe
pudieran apuntarse los yoes
cansados. Ser semiespañol o se-
micatalán, por abundar, estaría
muy bien.

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