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Factores climáticos: factores energéticos (luz y calor), factor hídrico y factor eólico.
Factores topográficos: pendientes, orientación de las vertientes, altitud.
Factores edafológicos: composición física del suelo, composición química, materia
orgánica, perfil.
Factores bióticos.
Sistema foliar:
- En cuanto a: su tamaño, dureza, caducidad, suculencia, orientación, disposición de
su conjunto.
- En función de: la transpiración, iluminación y temperatura, sequedad, viento.
Porte de la vegetación: en relación con la falta de humedad y con la velocidad del viento.
Sistema radicular: en función de la sequedad y de la facilidad de penetración en el suelo.
Diferencias entre vegetación zonal, extrazonal y azonal.
Distintos criterios.
Clasificación estructural:
- Bosque.
- Sabana.
- Pradera.
- Desierto.
5. Distribución de la vegetación:
Zona intertropical:
- Selva ecuatorial.
- Bosque tropical con estación seca: selva tropical, sabana.
Zona templada:
La vegetación necesita de unas condiciones mínimas para su desarrollo, en función de las cuales se
distribuye en la superficie terrestre. Se manifiesta a través de la densidad y la forma que adquiere el
conjunto vegetal. Es decir, que si en una comunidad vegetal entra mayor caudal de energía de la que sale,
el superávit energético se refleja en el crecimiento de la planta y la comunidad se desarrolla. En el caso
contrario la comunidad se retrae.
Los factores que afectan al desarrollo de la vegetación son básicamente: climáticos, edafológicos,
topográficos y bióticos.
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a) Factores climáticos:
La vegetación y el clima están muy interrelacionados, pero debemos tener en cuenta que más que
los valores medios climáticos, lo que cuenta son los efectos acumulados y los valores extremos.
Cada uno de los elementos del clima juega un papel determinado en el desarrollo de la vegetación.
Los principales factores a considerar son: energéticos, hídricos y eólicos.
Entre los factores energéticos tenemos que resaltar la diferencia existente entre luz y calor, ambas
derivadas de la radiación solar. La luz es imprescindible para la vida de las plantas, puesto que
condicionan la actividad fotosintética.
La luminosidad que recibe una zona de la Tierra varía con la latitud, con la altura, con la circulación
atmosférica y con la naturaleza de la superficie. En este sentido, hay que considerar también que la
cantidad de luz útil para la planta dependerá en gran parte de su posición dentro de la comunidad vegetal.
El calor influye sobre todo en la velocidad con que se llevan a cabo los procesos fisiológicos de las
plantas. La temperatura óptima es diferente para cada planta, de modo que éstas realizan sus diversas
funciones dentro de unos márgenes, en torno a su temperatura óptima correspondiente. Su desarrollo en
función de las temperaturas queda limitado por los valores que alcanzan las temperaturas extremas, las
variaciones diurnas y la evolución estacional. Indirectamente, las temperaturas pueden tener también un
importante papel, nos referimos a su efecto sobre la transpiración o pérdida de agua que es proporcional a
la temperatura.
La importancia del factor hídrico es obvia. El agua en las plantas es mediadora de sus reacciones
químicas y sin ella no pueden realizar funciones fisiológicas. Las condiciones hídricas que pueden
encontrar la vegetación dependen, primero y fundamentalmente, del volumen de precipitaciones que
reciban, aunque, como las plantas no tomas el agua directamente de la precipitación, la cantidad de agua
aprovechable por ellas está en función de su permanencia y movilidad y en función de la
evapotranspiración, que varía con la temperatura, el viento y la propia autorregulación de las plantas.
La incidencia del factor viento está en relación con su intensidad, su permanencia y contenido en
partículas que arrastra en su recorrido. Estas repercusiones son en su mayor parte de signo negativo,
aunque no hay que olvidar el efecto beneficioso de las brisas suaves, las cuales provocan la renovación del
aire sobre las hojas, favorecen la asimilación clorofílica y disminuyen el riesgo de helada.
Su efecto limitante, relacionado con su violencia y constancia, afecta principalmente a las especies
arbóreas, limitándolas en altura, los vientos huracanados pueden llegar a provocar la destrucción de toda
aquella vegetación que no disponga de unas buenas raíces. Otras importantes repercusiones se derivan del
transporte de las semillas, que disminuye el asentamiento de la planta en el lugar de origen y el aumento de
la transpiración.
b) Factores topográficos:
La topografía introduce un factor modificador que repercute en espacios más reducidos. Como
factores topográficos debemos considerar la pendiente del terreno, la orientación de las vertientes y la
altitud.
La pendiente del terreno afecta a la retención del agua por el suelo, ya que a mayor pendiente mayor
será la escorrentía superficial y menor su penetrabilidad. Repercute también en la potencia del suelo,
puesto que a mayor pendiente mayor será el proceso de erosión. La orientación de las vertientes supone un
factor diferenciador entre las características climáticas de solana y umbría y entre las vertientes expuestas
o protegidas de los vientos dominantes. Finalmente, la altitud tiene un efecto directo sobre el descenso de
temperatura e incremento de la intensidad de la luz.
c) Factores edafológicos:
El factor edafológico es de gran importancia puesto que constituye el medio de fijación de las
plantas y es su fuente de alimentación. A su vez, el suelo está controlado por el clima y por la propia
vegetación, de ahí que deba tenerse en cuenta la estrecha interacción que se produce entre clima,
vegetación y suelos.
La incidencia que tiene el suelo sobre la vegetación está en relación con su composición física, en
cuanto que constituye el soporte de un sistema radicular y el lugar de retención del agua y de los
nutrientes.
También está en relación con su composición química, ya que de él extrae los elementos
indispensables para su desarrollo; de este modo, las propiedades químicas de los suelos determinan el
carácter local de la vegetación.
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Asimismo, la materia orgánica modifica las características físicas del suelo y le proporciona
elementos nutrientes. Finalmente, también está en relación con su perfil, que expresa el desarrollo
adquirido por el suelo.
d) Factores bióticos:
Las distintas condiciones ambientales determinan que en una zona se instales unas u otras especies.
Las plantas, para asegurar su supervivencia, pueden también ir transformando su forma y su
funcionamiento fisiológico. Estas adaptaciones sólo se realizan cuando las modificaciones ambientales son
progresivas y lentas, puesto que los cambios bruscos provocan daños irreparables en la mayor parte de los
casos.
Las adaptaciones fisiológicas modifican el funcionamiento de la planta variando la velocidad de
transpiración, la presión osmótica de los líquidos celulares, permitiendo a las raíces tomar agua del suelo
cuando éste tiene poca; y ocasionan el endurecimiento de la planta ante las bajas temperaturas,
disminuyendo su contenido en agua y aumentando la concentración de sales, de modo que al aumentar la
densidad del líquido se rebaja el punto de congelación.
El sistema foliar es el más perceptible a primera vista y tal vez el que sufre un mayor número de
modificación en cuanto a tamaño, dureza, caducidad, suculencia, orientación o disposición en su conjunto.
El tamaño de las hojas es muy variable, modificándose en relación con las condiciones de
transpiración e iluminación.
La dureza y el grosor de la hoja es variable en relación con la temperatura.
La caducidad de la hoja tiene como fin reducir la actividad de la planta en la estación menos
favorable, pudiendo desencadenarse como adaptación a variaciones de temperatura, de iluminación o de
agua.
Las modificaciones en el porte de la vegetación son también muy apreciables. Este tiende a
reducirse con la falta de humedad, haciéndose leñoso y achaparrado, y con la velocidad del viento ya que
ésta es menor a nivel del suelo.
El sistema radicular, aunque no es perceptible a primera vista, también experimenta considerables
modificaciones en relación con el clima y con las características del suelo.
Podemos decir que el tamaño, la estratificación y el grado de cobertura de la vegetación, su
periodicidad y la forma y textura de sus hojas, reflejan con todo detalle las condiciones ambientales de
clima, suelo y modelado existentes.
De esta forma, la vegetación zonal, es decir, la vegetación que se corresponde con su zona climática
sigue las siguientes líneas:
- En los climas en que la mayor parte del año hay unas condiciones favorables para la vegetación,
como puede ser los climas ecuatoriales, suelen darse un tipo de vegetación que mantiene a lo largo de todo
el año su forma habitual. En general, las regiones cálidas y húmedas pueden tener una intensa vida vegetal
ya que el agua y el calor favorecen las reacciones bioquímicas, desarrollándose en ellas todo tipo de
vegetación.
- La alternancia de estaciones introduce mayores modificaciones. Las zonas templadas contienen
una gran variedad de vegetación. Es, en general, de menor altura, más leñosa y presenta reducciones de
hojas y tallo más drásticas para las estaciones desfavorables.
- En las zonas muy frías, donde la deficiencia de calor e iluminación son más acusadas, la
vegetación queda reducida a la mínima expresión e incluso a desaparecer.
Es importante considerar que a veces podemos encontrar una vegetación extrazonal, desarrollada en
zonas que en principio no se corresponden con sus necesidades climáticas; ello se debe a que localmente se
desarrolla un biotipo favorable para su desarrollo.
Además de esta vegetación zonal y extrazonal, se da también una vegetación azonal, es decir, que
para su instalación tienen mayor influencia determinadas características del suelo.
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La vegetación depende del clima pero también interviene, de forma visible, modificando los
equilibrios hidrológico, geomorfológico y geoquímico.
Su acción sobre el clima de deja sentir en cuanto a temperatura y pluviosidad. Está comprobado que
los bosques provocan un descenso de la temperatura media en los meses de verano, un menor número de
heladas en los meses de invierno y un descenso de la oscilación diurna.
La humedad es mayor en las regiones cubiertas del arbolado.
Su acción sobre los suelo tiene tan importantes repercusiones que Tricart llega a decir que los suelos
no existen más que por la vegetación. Estos efectos se llevan a cabo a través de las raíces, del aporte de
materia orgánica y de su efecto de cobertura. Por medio de las raíces, las plantas juegan un papel
primordial en la meteorización física, ya que su penetración en la roca hace que ésta se rompa, al tiempo
que modifica la disposición inicial de los materiales. Las raíces también modifican el balance hídrico y
químico del suelo al extraer parte de su agua, de sus soluciones minerales y del conjunto de nutrientes que
se encuentran en ellos.
La vegetación con su aporte de materia orgánica contribuye a cerrar el ciclo de la materia, ya que
ésta, tras su descomposición, aporta nuevamente nutrientes al suelo que quedan disueltos en el agua de
infiltración.
A través de su papel cobertor influye en los procesos morfogenéticos y en las características
hídricas y térmicas del suelo. Los órganos aéreos dispersan parcialmente la energía cinética de las gotas de
lluvia, reduciendo la incidencia de un impacto directo de éstas sobre el suelo. La arrollada es frenada por la
protección que ejerce sobre el suelo.
Las características hídricas del suelo se ven afectadas por la modificación de la proporción de agua
que se infiltra en él. Igualmente, afecta a sus características térmicas en dos sentidos: por un lado, en los
meses de calor, disminuye las temperaturas del propio suelo, con lo que se modifica su evaporación, y, por
otro lado, en los meses fríos le protege de las heladas o por lo menos las reduce, hecho que repercute en
distintos procesos geomorfológicos.
Las clasificaciones que se realizan de la vegetación son diversas variando en función del criterio
que se emplee para ello, de la escala utilizada e incluso del método que se utilice. Aquí seguiremos
inicialmente una clasificación estructural, tomando como unidad básica la formación vegetal.
Los tipos de vegetación que se derivan de esta clasificación estructural se identifican perfectamente
con los grandes regímenes climáticos, sobre todo como respuesta a las condiciones de humedad
(precipitación y evaporación) y, de forma más secundaria, en cuanto a la luz, temperatura y vientos.
En esta clasificación veremos cuatro tipos de vegetación: el bosque, la sabana, la pradera y el
desierto. Estos tipos se agrupan por sus similitudes morfológicas externas en cuanto a estructura, forma,
organización espacial de los individuos, su abundancia y cobertura y su estratificación vertical.
El bosque:
Es una formación vegetal constituida por árboles que crecen unos junto a otros y forman un estrato
de hojas que cubre de sombra el suelo. Esta sombra provoca una protección del suelo con respecto a los
rayos solares, la precipitación y la evaporación, configurando un microclima por debajo de sus copas.
Dentro de un mismo bosque pueden encontrarse distintas especies en distintos niveles.
Los bosques podemos encontrarlos en muchas regiones, bajo muy distintos regímenes climáticos,
puesto que las condiciones medioambientales que requieren están en relación con el volumen de
precipitaciones a lo largo del año.
Gradualmente, se puede ir pasando del bosque denso de la selva tropical lluviosa hacia un bosque
tropical más claro que el anterior y con mayor predominio de árboles de hoja caduca. Continuaría en la
gradación una gran diversidad de bosques de las zonas templadas. Finalmente, encontraríamos bosques
boreales o taigas.
Los bosques requieren un cierto volumen de precipitaciones (por debajo de 500 mm. comienza ya la
sabana), pero no es preciso que el total precipitado caiga de forma regular sino que admiten variaciones
estacionales. Además del total precipitado, es importante también la evapotranspiración que se produce.
La sabana:
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de esta proporcionalidad se diferencian tres tipos de sabana: el bosque sabana, el parque sabana y la sabana
herbácea.
Las causas de su formación han sido muy discutidas. A principio de siglo se la consideraba como
una formación zonal, característica del clima tropical con estación seca; posteriormente se introdujo la idea
de atribuirla, fundamentalmente, a una degradación antrópica. Finalmente, a medidos de siglo, se demostró
la influencia de diversos factores, evidenciándose las relaciones entre la vegetación de sabana con el clima
a escala regional, con el suelo y con la geomorfología a un nivel de mayor detalle, con la acción antrópica
al ocasionar incendios de la maleza y desmontes, y con las influencias paleoclimáticas a modo de reliquias
de climas anteriores.
Las características climáticas de la zona de sabana son de baja precipitación total anual y con una
desigual distribución estacional.
La pradera:
Es una extensión cubierta, en su mayor parte o totalmente, de hierba en sus diversas variedades. Sus
condiciones climáticas son muy amplias; por lo general, se sitúan en climas de poca precipitación anual,
pero, en cuanto a las temperaturas, su localización muestra una gran amplitud, pudiéndose encontrar tanto
en climas de calor extremos como en climas muy fríos.
El desierto:
El desierto es un medio caracterizado por una vegetación muy escasa y dispersa que deja al desnudo
un elevado porcentaje de suelo, lo cual le hace muy sensible a los procesos de meteorización y erosión.
Esta vegetación presenta aspectos muy diferentes en función de la naturaleza del material rocoso sobre el
que se asienta. El desierto cuenta, por lo general, con plantas de pequeño tamaño adaptadas a la sequedad.
Está desprovisto de árboles, aunque en algunos desiertos puede darse algún tipo de plantas leñosas.
Esta vegetación queda asociada a climas extremadamente áridos, tanto de zonas cálidas como de zonas
frías.
5. Distribución de la vegetación:
La zona de clima ecuatorial cuanta todo el año con unas condiciones muy favorables por su
regularidad térmica y pluviométrica, lo que da lugar a una rica y exuberante vegetación, en su mayoría de
hoja ancha y perenne, denominada selva ecuatorial.
Las características básicas de la vegetación es el predominio de las especies arbóreas, compuesta
por individuos muy desarrollados en altura. Estos se encuentran dispuestos en varios estratos. La masa
arbórea parece espesa y continua pero hay diferencias según los pisos.
Junto a las especies arbóreas hay otros importantes componentes vegetales, como son las
enredaderas, plantas epífitas (se desarrollan sobre otros vegetales y no tienen raíces en el suelo) y plantas
herbáceas.
En las regiones litorales se dan adaptaciones a los suelos inundados y a la salinidad propia de las
costas, dando una vegetación característica, los manglares. Estos se disponen según una distribución lineal
a lo largo de la costa Oeste, en las inmediaciones tropicales de aguas cálidas y pueden extenderse tierra
adentro ocupando marismas y lagunas. Esos manglares están formados por plantas de raíces aéreas y con
un follaje adaptado a una elevada transpiración.
El bosque tropical de clima con estación seca, presenta algunas modificaciones con respecto a la
selva, en función de sus características pluviométricas. Estas modificaciones varían según sea la
rigurosidad de la estación seca, pudiéndose hablar de una gradación con la sequía.
La vegetación del bosque tropical es menos densa y cuenta con una menor estratificación que la
selva ecuatorial.
La vegetación de sabana se deriva de un periodo seco superior a tres meses o de una adaptación a
las variaciones del contenido acuoso del suelo.
Dentro de la propia sabana se establecen diferencias según la importancia de la aridez, así se
diferencian las sabanas húmeda, seca y espinosa. Las características de especies que en las selvas, una
vegetación arbórea compuesta por especies resistentes al fuego y una reducción en altura de los árboles. La
densidad del arbolado decrece con el aumento de la estación seca hasta llegar a la situación extrema en que
el paisaje queda salpicado de arbustos leñosos caducifolios que llevan normalmente espinas.
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Comprende una amplia gama vegetal adaptada a las variadas características climáticas. En líneas
generales y según se asciende en latitud se distinguen:
- Bosques de hoja perenne de los climas subtropicales.
- Bosques de hoja caduca de los climas templados húmedos.
- Bosques de coníferas de los climas subártico y marino de latitud media.
En los bosques subtropicales hay que diferenciar los correspondientes a los climas Cfa y Csa. En los
primeros se establece un bosque mixto, de cobertura menos densa que los de las zonas intertropicales
húmedas, y en los que se pone de manifiesto la estacionalidad a través de la mezcla de árboles caducifolios
y perennes.
Es importante el desarrollo que adquieren los arbustos, que pueden llegar a formar un estrato muy
denso, y el desarrollo de musgos revistiendo ramas y troncos en las regiones donde se producen
abundantes nieblas y nubes.
En los bosques mediterráneos, las plantas se encuentran condicionadas por la sequía y por el calor
estival.
Se disponen en formaciones de bosques claros que dan una escasa cobertera al suelo y que suelen
estratificarse en tres formaciones: cubierta arbórea, arbustiva y herbácea. Dentro de estas formaciones
arbustivas destacan el maquis, la garriga y el chaparral.
El maquis y la garriga configuran una vegetación de monte bajo. El maquis, instalado sobre suelos
silíceos, incluye numerosas especies, algunas de ellas muy espinosas. La garriga, instalada sobre suelos
calcáreos, es más discontinua y alcanza un menor porte. En las regiones más meridionales, se da el
chaparral configurado por un bosque enano arbustivo.
La estepa arbustiva o herbácea anuncia el desierto.
Los climas continentales, más rigurosos que los anteriores, desarrollan bosques de hoja caduca,
bosques de coníferas y praderas herbáceas por degradación del bosque. La variedad de especies difiere
según los continentes.
Los bosques de coníferas se instalan allí donde la continentalidad es más acusada y hay una
influencia polar. Este bosque queda diferenciado en bosques templados de coníferas y bosques de
coníferas de latitudes altas o taiga, que se sitúa entre la tundra (en el límite septentrional) y entre el bosque
de hoja caduca o las estepas (en el límite meridional). Las coníferas se establecen allí donde las
condiciones no son propicias para las caducifolias de hoja grandes, aunque se incluyen en una amplia
variedad, que comprende tanto tendencias oceánicas frías como fríos continentales.
La degradación de este bosque da lugar a formaciones herbáceas de pradera, las cuales, cuando se
acentúa la sequedad, dan paso a las estepas.
Al Norte de la taiga y de los bosques boreales, se desarrolla la tundra. Este término significa
extensión de tierra pelada o terreno inhóspito, tierra sin árboles. Se localiza por encima del límite en que
las condiciones climáticas son propicias para el desarrollo de los árboles, pero por encima del punto de
congelación.
Localizada en climas muy fríos, con humedad y suelos saturados, presenta una vegetación muy
pobre, con plantas leñosas enanas, arbustos bajos, plantas herbáceas, musgos y líquenes que se desarrollan
con lentitud. Podemos diferenciar cuatro tipos de tundra: la tundra de patas almohadilladas, la tundra
herbácea, la tundra arbustiva y la tundra arbórea.
Esta vegetación también se desarrolla en altitud, debido a los vientos fríos y a la falta de abrigo que
impide el crecimiento de los árboles. En el medio montañoso se la denomina tundra alpina y queda por
debajo del suelo desnudo y de las nieves perpetuas.
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0. Esquema:
Discontinuidades.
Corteza, manto y núcleo.
El hecho de que los planetas almacenan energía es evidente, ya que ésta se manifiesta en muchos
rasgos geológicos de los mismos. El problema se plantea al tratar de comprender cuál es su origen, cómo
se transmite y cuál es su expresión superficial. Existen tres teorías que intentan explicar el origen del
calor generado por los planetas desde sus inicios. La más aceptada es la de que el origen del calor está en
la transformación de la energía gravitacional en térmica desde el mismo momento de la formación de los
planetas.
Esta energía interna puede transmitirse hacia la superficie por radiación, convección y conducción.
De ellas, la convección es la más eficaz. La energía interna de la Tierra, ya sea primordial (gravitacional)
o secundaria (radiogénica) transformada en otro tipo de energía (térmica, mecánica, gravitatoria, química)
sirve para impulsar a algunos de los procesos geológicos que van a afectar a la superficie terrestre.
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La temperatura de la superficie terrestre se debe principalmente a la radiación solar, pero hay una
componente procedente del interior que se define como flujo térmico y que se halla multiplicando la
conductividad térmica de los materiales por el gradiente geotérmico.
El flujo térmico medio de la Tierra se calcula en 1,5 HFU (unidad de flujo térmico). 1HFU = 1,5 *
10-6 cal/cm2seg. Existe la evidencia de que este valor era mucho más elevado en el pasado, pues los
elementos radiogénicos han ido desapareciendo con el tiempo.
Existe un foco calorífico en el interior terrestre, el transporte de este calor hasta la superficie
supone, para algunos autores, la existencia de movimientos convectivos en capas sólidas internas, pues si
se mantuviese el gradiente térmico superficial en profundidad, la Tierra estaría totalmente fundida.
El transporte de calor hacia la superficie de la Tierra se produce por conducción en las capas más
externas de la misma, es decir, la litosfera. Bajo esta capa se halla la astenosfera, masa en estado fluido o
viscoso, en la que el transporte se produce por fenómenos convectivos. El límite entre ambas capas se
define por le paso de un material rígido (litosfera) a uno de igual composición (astenosfera) que no se
comporta como un material rígido.
El volcanismo es una manifestación importantísima de la energía interna de la Tierra. Su
distribución espacial tiene un significado clave en la geodinámica global.
Cualquier erupción volcánica implica varios procesos dependientes de factores termodinámicos.
En primer lugar la formación de un magma, para lo cual es necesaria la concentración de gran actividad
energética; en segundo lugar, la erupción, para ello es precisa la existencia de grietas y fisuras originadas
por esfuerzos verticales y tangenciales según diferencias en la distribución del calor interno.
Además, el volcanismo pudo ser el medio utilizado por la energía interna para dar origen a la vida
en el planeta, pues sus gases contribuyeron a la formación de la atmósfera, alguno de cuyos componentes
es en gran proporción de origen endógeno.
Las investigaciones acerca del campo magnético terrestre nos indican que el eje magnético puede
compararse a un dipolo incluido en el núcleo. Debido al efecto giroscópico de la rotación, este eje
coincide actualmente, con algunos grados de diferencia, con el eje de los polos geográficos. El campo
magnético se define por la declinación, la inclinación y la intensidad. Generalmente la intensidad no se
puede conocer y la inclinación es la misma para todos los lugares situados a igual latitud.
El campo magnético terrestre ha cambiado. Para estudiar el emplazamiento de los polos de cada
periodo se utiliza la imantación termorremanente (ITR) de los óxidos de hierro y del titanio que contienen
las lavas, que sirven de pequeñas brújulas.
Las series de colada de lavas superpuestas o de arenisca rojas muestran que el sentido del dipolo se
invierte siguiendo una periodicidad irregular.
El paleomagnetismo ha permitido determinar las paleolatitudes y basta para probar la movilidad de
los continentes a lo largo de la historia geológica. Los científicos que investigaban en este campo,
llegaron a la conclusión de que las anomalías magnéticas eran debidas a la creación de corteza oceánica
en el eje de las dorsales combinada con el fenómeno de las inversiones aperiódicas del campo magnético
terrestre.
Newton demostró que la materia terrestre se encuentra afectada también por una fuerza centrífuga
exterior que alcanza su máximo en el Ecuador, donde el valor aparente de la gravedad era más reducido y,
en compensación, se produce un achatamiento polar, donde la fuerza centrífuga va disminuyendo hasta
hacerse muy pequeña. Estos descubrimientos permitirían corregir las diferencias registradas al medir la
aceleración de la gravedad en diversos lugares de la Tierra.
Al medir la aceleración de la gravedad en un lugar de la Tierra, generalmente no coincide con el
valor teórico de la misma. Al valor que nos dé se han de hacer todas las correcciones posibles para
eliminar las distintas influencias. Una vez corregido el valor, el resultado difiere también del teórico y a
esa diferencia se le llama anomalía residual. Esta anomalía nos da información sobre la distribución de
masas y la densidad de la vertical, del área en la que se haya obtenido el valor. Una de las anomalías más
generalizadas es que, en las montañas más elevadas, el valor de la gravedad es más reducido que al nivel
del mar, hecho que se explica porque esas montañas deben tener raíces que se hunden en un sustrato más
denso. Para explicar estas anomalías se propuso la teoría de la isostasia.
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La teoría de la isostasia:
El término isostasia proviene del griego y significa en equilibrio. Se utiliza para designar la
condición ideal del equilibrio gravitatorio que regula las alturas de los continentes y de los fondos
oceánicos, de acuerdo con las densidades de sus rocas adyacentes.
La teoría parte de dos principios fundamentales:
- Las rocas superficiales que constituyen el sial (sílice y aluminio) son más ligeras que las que
forman el sima interior (sílice y magnesio).
- Los bloques de sial flotan sobre el sima como los icebergs sobre el mar. Cuanto mayor es la
altura del bloque de sial, mayor tendrá que ser la parte del mismo que se hunda en el sima para establecer
el equilibrio.
La explicación reside en la diferente densidad de las rocas, que debe ser relativamente baja a
profundidades considerables debajo de las cordilleras visibles.
Este equilibrio puede verse alterado por distintas causas:
- La erosión puede arrancar materiales de un bloque y depositarlos en otro.
- Un cambio climático puede provocar la fusión de los hielos de gran espesor y hacer disminuir el
peso del bloque que los transportaba.
- Por la formación de una nueva cadena montañosa.
En todos los casos se rompería el equilibrio, pero se produce una compensación por transferencia
de material del bloque sobrecargado al aligerado.
A pesa de todo, esta teoría no puede explicar totalmente otras anomalías existentes en el planeta.
Conocer el campo gravitatorio terrestre no ha permitido también calcular la masa de la Tierra y con
ella su densidad media. Esta densidad supera con mucho a la de los materiales que encontramos en la
superficie terrestre, lo que nos hace suponer que existe hacia el interior una estratificación por densidades
de los materiales o bien que éstos estén más comprimidos.
Los geólogos llegaron a la conclusión de que los materiales terrestres se disponían en capas
concéntricas en función de su densidad. De la capa más externa de la Tierra pudieron diferenciar dos
subcapas de diferente densidad y composición. A la más externa y menos densa la llamaron sial, por estar
compuesta de sílice y aluminio, a la más profunda y más densa la denominaron sima, por ser de sílice y
magnesio sus componentes principales.
Una de las manifestaciones superficiales más importantes de la energía interna de la Tierra son
los terremotos.
Las deformaciones que tienen lugar en la superficie y el interior de la Tierra son generalmente
lentas y continuas, pero hay otras deformaciones discontinuas que tienen lugar bruscamente al fracturarse
los materiales rígidos. Consecuencia de estos son las fallas de todas las dimensiones por las que se
dispersa la energía en todas las direcciones, partiendo de la zona de ruptura.
La energía desprendida bruscamente en estos procesos mecánicos, se transmite como un paquete
de ondas que llega a la superficie terrestre con mayor o menor velocidad. Estas ondas se propagan de
forma diferente según el medio que atraviesan y siguiendo unas leyes físicas bien definidas.
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Geografía general
Para el estudio de los seísmos se utilizan los sismógrafos. Generalmente, son aparatos dotados de
un péndulo de gran masa, suspendido, que por inercia permanece inmóvil, un cierto tiempo, aunque la
tierra tiemble. Mediante un estilete dibuja una línea continua en un papel registrador colocado sobre un
cilindro giratorio en contacto con el suelo. Al temblar éste, el estilete dibuja una línea ondulada en lugar
de recta que se denomina sismograma.
Del estudio y análisis de los sismogramas, se deduce la distancia desde el epicentro a la estación,
la profundidad del foco, su intensidad y la pauta que ha seguido el rayo sísmico desde el foco a la
estación.
Los rayos sísmicos no son rectilíneos, sino curvados y sufren refracciones bruscas e incluso
reflexiones. Este hecho es de enorme importancia puesto que indica que el interior de la Tierra no es
homogéneo.
La forma de geoide es una manifestación de la estructura interna, por ello, las ligeras
deformaciones en la misma, si el geoide está equilibrado, pueden relacionarse con otras manifestaciones
superficiales de la dinámica terrestre. La Geodesia y la Gravimetría aportan importantes datos a las
teorías geodinámicas.
Se sabe que la forma del geoide ha variado a lo largo de la historia geológica y lo sigue haciendo
actualmente, de forma similar a las variaciones que vimos sufría el agua del mar como consecuencia de
las mareas. También es este caso la influencia de las fuerzas gravitacionales del Sol y la Luna son las que
producen esas deformaciones llamadas mareas terrestres. Con su estudio se ha podido comprobar que la
Tierra responde a esa atracción como un cuerpo viscoso-elástico.
El estudio de estas mareas terrestres ha llevado a confirmar que el núcleo de nuestro planeta es
líquido.
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continúa sin interrupción a lo largo de las crestas oceánicas y la capa 3 puede llegar a confundirse con el
manto en el centro de las crestas.
En las fosas existe una deficiencia de masa, la corteza es de tipo oceánico y del mismo espesor
que en las áreas adyacentes y la acumulación de sedimentos varía, aunque sin alanzar gran espesor.
Hay que añadir una tercera capa, la sedimentaria. La composición química de estas capas difiere
bastante de la composición media de la corteza. Su composición media en cada una de ellas sería:
- La capa sedimentaria, con un espesor medio de 1.8 Km., está constituida por rocas arcillosas,
areniscas, rocas volcánicas y rocas carbónicas.
- La granítica sólo existe en áreas continentales y tiene un espesor medio de unos 20 Km.
Predominan en ella, los granitos y las rocas metamórficas ácidas. Su composición química es de cuarzos,
feldespatos, micas y anfíboles.
- La capa basáltica existe en áreas continentales y oceánicas aunque varía su composición de un
área a otra. Está formada fundamentalmente con rocas básicas.
El manto es la capa más importante, pues representa el 84% del volumen y el 69% de la masa
total del planeta.
Bullen dividió el manto en tres capas en función de la distribución de las ondas elásticas.
Aunque se ha comprobado su existencia, los límites de las mismas no están claramente definidos en
profundidad.
La composición del manto es muy variada y los métodos para su estudio son muy complejos. En
él también se distinguen las tres capas que muestran su estructura: manto superior, zona de transición y
manto inferior. En general podemos decir que el manto está formado por rocas ultrabásicas, gabros y
peridotitas.
El núcleo ocupa desde los 2.900 Km. hasta el centro de la Tierra. Su contacto con el manto está
definido por la discontinuidad de Gutenberg. En él se origina el campo magnético terrestre. Los estudios
de propagación de ondas sísmicas han puesto de manifiesto que al menos la parte más externa del núcleo
es líquida y que el núcleo puede dividirse en tres subzonas: núcleo externo, zona de transición y núcleo
interno.
El núcleo se creyó compuesto por hierro (Fe) y níquel (Ni), de ahí el nombre de NIFE, con el
que le denominan algunos autores. Algunos geólogos pensaron que el núcleo estaba formado por
hidrógeno compensado y otros lo creían formado por material silicatado. Actualmente se acepta que está
constituido fundamentalmente por hierro y níquel.
Lo que llamamos cuencas oceánicas no se corresponde exactamente con los océanos, pues éstos
están formados en un 20% por los bordes continentales sumergidos. En las cuencas oceánicas
propiamente dichas se pueden distinguir topográficamente otras dos áreas principales: llanuras abisales y
dorsales oceánicas.
Son prolongaciones hacia el océano de las tierras continentales emergidas, es decir, la plataforma
continental. Se caracterizan por tener una profundidad inferior a los 200 m. y una pendiente suave. Son
zonas de gran importancia económica por la presencia de hidrocarburos y de pesca.
Estructuralmente puede distinguirse dos tipos: bordes de tipo atlántico y bordes de tipo pacífico.
Los bordes de tipo atlántico, denominados también asísmicos, sólo comprenden dos zonas,
plataforma y talud continentales. En ellas, el relieve continental ha sido atenuado por los sedimentos
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depositados. La superficie del talud es el borde real del continente y a su pie se depositan los sedimentos
con gran espesor. Este va disminuyendo hacia el océano. En esta pendiente continental aparecen
frecuentemente estructuras salinas a los que a veces se asocian yacimientos de hidrocarburos.
Los bordes de tipo pacífico, llamados también sísmicos, son zonas de intensa actividad
geológica, y están constituidos por arcos insulares (cadenas de islas volcánicas) separados del continente
por una cuenca marginal ocupada por un mar interior. Tras los arcos existen pequeñas crestas que no
llegan a la superficie y por último una fosa o trinchera oceánica, que alcanza las mayores profundidades
marinas. En estos bordes no existe plataforma continental semejante a los de tipo atlántico.
Topográficamente presentan dos accidentes muy característicos: arrecifes de barrea y cañones
submarinos. Los primeros están formados por sedimentos biogénicos y los segundos son profundos valles
en V muy pronunciada, que seccionan el talud e incluso la plataforma continental.
Son zonas planas o con pendientes muy pequeñas. Estas llanuras están accidentadas por colinas
submarinas, que a veces emergen formando islas oceánicas o atolones.
Los continentes son las grandes extensiones de tierras emergidas caracterizadas por estas
formadas por corteza continental, Las unidades estructurales continentales están formadas además de por
las tierras emergidas, por el precontinente, es decir, por la plataforma y talud continental.
Podemos dividir la corteza continental en dos grandes unidades: cratones o escudos, son zonas
muy antiguas y erosionadas, y erógenos, que son regiones plagadas recientemente y cuya cobertera
sedimentaria está relativamente poco erosionada. Entre estas dos grandes unidades extremas se sitúa un
tercer tipo estructuras: las plataformas que son zonas cratónicas recubierta de cobertera sedimentaria que
se halla en posición horizontal o subhorizontal.
En ellos pueden diferenciarse los cratones arcaicos, los más antiguos, en los que afloran sólo
rocas ígneas y metamórficas y los cratones post-arcaicos o premesozóicos que conservan una cobertera
plegada de rocas sedimentarias más o menos metamorfizadas.
Los cratones arcaicos se caracterizan morfológicamente por su topografía plana.
En los cratones post-arcaicos, el relieve está configurado en función de las rocas metamórficas
resistentes que alternan con series blandas, dando las primeras crestas elevadas y las segundas valles.
Las plataformas:
Los orógenos:
Son las zonas donde más macada aparece la acción constructiva de las fuerzas internas. En ellos
pueden distinguirse: relieves definidos por un nivel resistente, relieves determinados por los pliegues y
relieves originados por las fallas. En el primero, son los estratos de rocas sedimentarias, lo que al adquirir
buzamientos mayores que los alcanzados por las cuestas en las plataformas, producen elevaciones en el
relieve, denominados hog blacks. Los segundos se deben al plegamiento de las series sedimentarias. Los
últimos son los que se han producido por fallas o fracturas provocadas por las fuerzas internas.
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0. Esquema:
Minerales y rocas.
Rocas ígneas:
Rocas sedimentarias:
Los pliegues:
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Las fallas:
- Partes de una falla: plano de falla, espejo de falla, línea de falla, labios de falla y salto
de falla.
- Tipos de falla: en función de la inclinación del plano de falla y de la orientación
(normal, inversa, normal-conforma, normal-contraria, inversa-conforme, inversa-
contraria) y asociadas (graben o fosa tectónica, horts o pilar tectónico, campos de fallas).
a) Minerales y rocas:
Se llama roca a todos los componentes minerales de la corteza terrestre, es decir, las rocas son
materiales formados por la asociación variable de minerales. Todas ellas están constituidas por al menos
dos elementos minerales en asociación.
Dos ciencias, la Petrología y la Litografía, tratan de las rocas y de su génesis.
Los minerales son el resultado de la combinación de átomos e iones de diferentes elementos
según leyes químicas y cristalográficas definidas. Sólo ocho de ellos forman la casi totalidad de las rocas
terrestres en sus distintas combinaciones: oxígeno, silicio, aluminio, hierro, magnesio, calcio, sodio y
potasio. Aún de éstos, los que se encuentran en mayor proporción en peso y volumen son el oxígeno y el
silicio.
Los minerales pueden presentarse en dos estados diferentes: cristalino y amorfo, en función de la
disposición de sus átomos.
En estado cristalino, los átomos se disponen en filas regulares a intervalos constantes, formando
una red.
En estado amorfo, los átomos se distribuyen irregularmente.
El estado cristalino sólo existe en los sólidos. El estado amorfo existe además en los gases, en los
líquidos y en los líquidos envejecidos, en estado pastoso con apariencia sólida, llamados vidrios.
Las rocas son agregados minerales con una homogeneidad relativa. Lo que caracteriza a las
rocas es la disposición de sus minerales, pues de ello dependen sus propiedades.
Las rocas se agrupan en tres tipos fundamentales: rocas ígneas, rocas metamórficas y rocas
sedimentarias.
Las rocas ígneas son consecuencia del enfriamiento del magma, es decir, están formadas por la
solidificación de materia fundida. Toda la primitiva corteza terrestre estaba formada por estas rocas, el
resto de las que hoy conocemos proceden de ellas.
Estas rocas han recibido distintos nombres: rocas endógenas, magmáticas, cristalinas, rocas
eruptivas o rocas plutónicas. Hoy la Geología moderna las engloba a todas bajo la denominación de rocas
ígneas por proceder del enfriamiento del magma ígneo.
Origen y formación:
Las rocas ígneas que aparecen actualmente en la superficie se formaron a partir del magma
procedente de depósitos profundos, que se ha solidificado. Cuando esa solidificación se produce en
superficie, tras una erupción, se trata de rocas volcánicas o efusivas, mientras que cuando se realiza
dentro de la corteza terrestre se habla de rocas plutónicas o intrusivas.
El magma se solidifica a través del proceso de cristalización. Los granos minerales comienzan a
crecer poco a poco y se liberan gases. En ese momento ya no es un líquido sólo, sino que está mezclado
con materiales sólidos y gases. Conforme va disminuyendo la temperatura, la mezcla se va solidificando
hasta formar la roca ígnea.
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Las rocas ígneas son agregados de silicatos minerales o de minerales silicatados. Su gran variedad
se debe tanto a las distintas composiciones de los magmas como a las condiciones bajo las cuales han
cristalizado.
Las rocas ígneas pueden estar constituidas por granos de un solo mineral entrelazados o por una
mezcla de varios.
Tienen una composición química compleja. La sílice ocupa un lugar predominante, por lo que su
proporción en la roca constituye un criterio diferenciador importante por su papel en el comportamiento
de la erosión diferencial.
Según su contenido en sílice, se considera que una roca ígnea es ácida (más del 65% de sílice),
intermedia (entre 65-52%), básica (53-45%) y ultrabásica (por debajo del 45%).
Textura y estructura:
Al hablar de textura nos referimos, en el caso de las rocas ígneas, específicamente al tamaño,
forma y entrelazado de sus granos minerales. Depende directamente de las condiciones de cristalización
del magma, por lo que según sea su velocidad de enfriamiento nos pueden dar rocas ígneas con textura de
grano grueso (velocidad de enfriamiento muy lenta que permite la formación de cristales grandes), textura
de grano fino (velocidad de enfriamiento más rápida que no da tiempo a formar grandes cristales), textura
vítrea (velocidad de enfriamiento muy rápida que no permite la formación de cristales y el producto
resultante es un vidrio, cuyos iones no están ordenados), y textura porfídica (se produce cuando la
velocidad de enfriamiento ha variado, lenta al principio y rápida después, lo que provoca la aparición de
cristales gruesos, formados en la primera etapa, incrustados en una pasta de grano más fino). Además de
la velocidad de enfriamiento, las características del magma del que provienen influyen también en la
textura de estas rocas.
La estructura es muy variada, pudiéndose distinguir diversos tipos: estructura en forma de ojo o
orbicular, con minerales formando grandes nódulos; amigdalar o glandular, los minerales tienen forma de
almendra; porosa, globular o vacuolar (piedra pomez), cuando existen huecos debidos a burbujas; fluidal
(lavas) recela los movimientos del magma durante la cristalización y los cristales se orientan siguiendo el
movimiento; deleznable, si sus elementos permanecen sueltos; cataclástica, si los cuarzos aparecen
deformados.
Según la posición que ocupan los magmas respecto a la superficie terrestre, en el momento de su
consolidación, encontramos distintos modos de yacimiento de rocas ígneas. Todas las que se formaron
cuando el magma se solidificó dentro de la corteza terrestre se llaman plutones. Éstos se pueden clasificar
según su tamaño, forma y relación con las rocas que lo circundan en:
- Manto: es un plutón de poco espesor y límites paralelos a los de la estratificación. Puede ser
horizontal, inclinado o vertical. Su tamaño varía de 2 ó 3 cm. a más de 100 m. Al ser una forma intrusita,
introducida por fuerza en las rocas, resulta siempre más joven que las que le rodean.
- Dique: es un plutón de poco espesor de límites perpendiculares o inclinados a los de la
estratificación. Se originan cuando el magma se abre paso a través de las rocas adyacentes, Su tamaño
varía de unos centímetros a varios metros. Se les llama también filones.
- Lacolitos: son plutones macizos de límites paralelos a los de la estratificación. Se forma cuando
el magma empuja hacia arriba a las rocas suprayacentes formando una especie de domo (con forma de
cúpula) de dimensiones mayores a las de un manto.
- Batolito: es un plutón cuyo tamaño aumenta con la profundidad y cuya base o fondo no se puede
determinar. Su dimensión supera los 100 Km., si es menor se le llama tronco. Son receptáculos de magma
solidificado que cuando estuvieron en estado de fusión pudieron alimentar a los volcanes activos. Los
batolitos se localizan en algunas cadenas montañosas y por lo general se extienden paralelos. El techo o
parte superior de los batolitos tiene una forma dómica irregular. La composición resulta relativamente
homogénea. Desde el techo de los batolitos y lacolitos se desarrollan a veces apófisis adaptadas a los
huecos de las formaciones encajantes. El relleno de fracturas rectilíneas da filones o dykes, si las fracturas
son circulares, originan ring-dyke, el de chimeneas da lugar a los necks fisurales y el de los espigones a
macizos.
Las rocas volcánicas presentan formas de yacimiento originales, debidas a su afloramiento por
expulsión al aire libre de la materia magmática. Se diferencian por las modalidades de las erupciones de
los distintos tipos de volcanes.
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Se ha utilizado criterios distintos para la clasificación de estas rocas. El más utilizado actualmente
es el de Streckeisen, basado en la existencia en las rocas de cuarzo y feldespatos.
Una clasificación basada en la textura y en la composición de la roca, muy útil por resumir
composición, color y estructura y permitir distinguirla en el campo es:
La primera propiedad que las diferencia es su color. A las de color claro se les llama también rocas
siálicas, por predominar en ellas la sílice y el aluminio. Tienen menor peso específico que las rocas
oscuras. Son típicamente continentales. La más conocida y abundante es el granito roca de grano grueso
formada por cuarzo, feldespato y mica.
A las rocas ígneas de color oscuro se les llama también rocas somáticas, de sima, silicio y
magnesio. Yacen bajo la costra de los continentes y se cree forman la capa exterior por debajo de las
cuencas oceánicas profundas. De ellas citaremos el gabro que es una roca de grano grueso, formada por
feldespato y minerales ferromagnesianos oscuros y el basalto roca de grano fino de igual composición que
el gabro.
Al final del enfriamiento de un magma las soluciones que se forman se llaman hidrotermales. Éstas
cristalizan en rocas ígneas de grano excepcionalmente grueso llamadas permutitas, formadas por cuarzo y
feldespato potásico.
Las rocas sedimentarias proceden de os depósitos de arenas, gravas, limos, etc. procedentes de la
destrucción de otras rocas, ígneas, metamórficas y otras sedimentarias preexistentes. Los materiales de
destrucción se depositan en áreas determinadas: mares, lagos o tierra, donde los sedimentos sufren unas
transformaciones que provocan la consolidación de la roca.
A estas rocas se las ha llamado también exógenas.
Origen y formación:
El origen de estas rocas comienza con la meteorización (acción de los agentes externos sobre las
rocas). Los ríos, los glaciares, el viento y las corrientes marinas desplazan los materiales meteorizados
hacia unos nuevos lugares y los depositan como arenas, gravas o limos. Otras rocas sedimentarías son el
resultado de los minerales que quedan tras la evaporación de grandes masas de agua.
Las rocas sedimentarias se encuentran estratificadas. Su formación se caracteriza por los procesos
de: meteorización-erosión de rocas preexistentes, transporte, sedimentación de los materiales y finalmente
mitificación o diagenización, tras ellos aparece la roca sedimentaria.
Las sedimentarias se forman a temperatura y presiones menos elevadas que las ígneas y
permanecen próximas a la superficie de la Tierra.
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El material que constituye las rocas sedimentarías se puede originar de dos formas: por depósitos
formados por acumulaciones minerales y rocosos, derivados de la erosión de rocas existentes o de los
productos meteorizados de estas rocas, llamados depósitos detríticos. Por depósitos formados por
procesos químicos llamados depósitos químicos. Los primeros originan rocas sedimentarias detríticas y
los segundos rocas sedimentarias químicas. Cuando el sedimento tiene un origen animal, se les denomina
bioquímico y a las rocas, sedimentarias bioquímicas.
La mayor parte de las rocas sedimentarias son mezcla de los dos tipos: detríticos y químicos. Se
hace referencia también al medio en el que se acumularon los sedimentos y se dice que las rocas son de
origen marino, lacustre, fluvial o eólico.
La mitificación comprende varios procesos:
- Cementación: los espacios entre las partículas individuales de los materiales sin consolidar se
rellenan de algún elemento que los liga. Se realiza mediante precipitación de minerales que se hallan
disueltos en agua, que pueden compactar o cristalizar el material disuelto.
- Compactación y desecación: en la compactación el espacio vacío entre los granos individuales se
reduce poco a poco por la presión de los materiales suprayacentes o por presiones procedentes de
movimientos de la Tierra. En la desecación, el agua que ocupaba los espacios se ve forzada a salir, bien
sea por presión o por aumento de temperatura.
- Cristalización: es en sí misma una forma de mitificación. Sirve también para endurecer los
depósitos asentados por procesos mecánicos de sedimentación.
Textura y estructura:
Las rocas sedimentarias presentan dos tipos principales de textura: clástica y no clástica. Las rocas
sedimentarias formadas por depósitos de mineral y fragmentos rocosos se dice que tiene textura clástica.
La textura de estas rocas está en función del tamaño y la forma de las partículas originales de los
sedimentos. También el proceso de depósito de un sedimento influye directamente en la textura. La roca
formada por depósitos de un glaciar tendrá una textura muy distinta de la de la roca que se origina a partir
de un depósito de arena transportada por el viento. Las rocas sedimentarias de origen químico pueden
presentar textura clástica.
En general, las rocas sedimentarias formadas pro procesos químicos tienen una textura no clástica
en la que los granos están entrelazados. La mayoría de estas rocas de textura no clástica tienen una
estructura cristalina similar a la de las rocas ígneas cristalinas.
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La clasificación de las rocas sedimentarias puede hacerse con diversos criterios. Su clasificación,
según su composición química, nos permite distinguir entre rocas sedimentarias carbonatadas, fosfatadas,
silicosas, etc. Según su origen, pueden ser detríticas y químicas, que se dividen a su vez en inorgánicas y
orgánicas o bioquímicas. Su textura nos permite diferenciarlas en clásticas y no clásticas. El tamaño de
las partículas y su composición química permite hacer nuevas diferencias dentro de cada una de ellas.
I. Rocas sedimentarias de origen detríticas: según el tamaño de los elementos que las constituyen
pueden dividirse en: ruditas si sus fragmentos son superiores a 2 mm., arenitas si sus fragmentos están
entre 2 y 1/16 mm. y pelitas si sus fragmentos son inferiores a 1/16 mm.
a) Las ruditas: son muy abundantes en la corteza terrestre. Son formaciones continentales o
de franja litoral. Suponen un transporte corto y realizado por aguas corrientes canalizadas
y de gran potencia. Pueden encontrarse sueltas o compactas; estas últimas son las más
abundantes y se denominan conglomerados. Son muy variados según su forma y se
dividen en pudingas (constituidas por cantos rodados) y brechas (constituidas por cantos
angulosos). Las ruditas no cementadas se denominan graveras, si son cantos rodados y
guijarros si son cantos angulosos. Pueden estar en una matriz que los une pero no los
cementa.
b) Las arenitas: los tipos fundamentales son arenas y areniscas. Las arenas provienen de la
disgregación de rocas granudas. Sus elementos están sueltos. Las areniscas son arenas ya
sometidas a procesos de mitificación, por tanto coherentes. Sus granos son visibles a
simple vista o con lupa.
c) Las pelitas: son las de tamaño más grande. Según éste se dividen en: limonitas (entre
1/16 y 1/64 mm.) y lutitas (por debajo de 1/64 mm.). Entre las primeras, la roca principal
es el limo. Un tipo especial de limo, por haber sido transportado por el viento, es el loess.
Entre las lutitas las más importantes son las arcillas y las margas.
a) Carbonatadas: las más importantes son la caliza y la dolomía. La caliza es una roca de
estructura compacta y que a veces cristaliza. Es carbonato cálcico precipitado por factores
físicos o bioquímicos. La dolomía es bicarbonato de calcio y magnesio. Puede originarse,
bien por precipitación directa o bien a partir de sedimentos inicialmente calcáreos en los
que se sustituyen gradualmente moléculas de carbonato cálcico por carbonato magnésico.
b) Silicosas: son poco abundantes, por la dificultad que presenta la separación de la sílice
del agua. Las más importantes son el ópalo (sílice amorfa) y la calcedonia (sílice fibrosa),
aunque la principal es el sílex.
c) Salinas o evaporitas: están formadas por sulfatos o cloruros a expensas de soluciones
iónicas saturadas que precipitan por evaporación del agua marina o de depresiones
endorréicas (sin salida al mar). Las principales son el yeso, la anhidrita y la halita o sal
común.
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Las rocas metamórficas proceden de la transformación de otras rocas, tanto ígneas y sedimentarias,
como de otras rocas metamórficas más antiguas. Todas ellas tienen en común haber sufrido un pro4cedo
de metamorfismo o cambio de forma.
Origen y formación:
El origen de estas rocas está en las modificaciones en el estado sólido de otras rocas, como
consecuencia de intensos cambios en la temperatura, presión y ambiente químico. Estas fuerzas producen
modificaciones dentro de las rocas mismas, a través del proceso llamado metamorfismo, que tiene lugar
en el interior de la corteza terrestre por debajo de la zona de meteorización y cementación y fuera de la
zona de fusión. Los agentes del metamorfismo son pues, el calor, las presiones de deformación y los
fluidos químicamente activos.
Se pueden diferenciar dos tipos de metamorfismo:
- Metamorfismo de contacto: es la modificación de la roca original como consecuencia del calor
emanado por una roca ígnea o magma, que se pone en contacto con una serie sedimentaria, o de otro tipo
de roca, a través de una serie sedimentaria, o de otro tipo de roca, a través de plutones o de volcanes.
En el momento de la extinción del volcán, aparecen una serie de zonas de metamorfización que
reciben el nombre de amedas de contacto, produciéndose el metamorfismo en zonas restringidas llamadas
aureolas o halos que tienen un espesor que va desde unos mm. a varios m. Estas aureolas se encuentran
rodeando a los lacotitos, troncos y barolitos.
Este tipo de metamorfismo tiene lugar en las últimas etapas del proceso de formación de montañas
y a profundidades escasas.
- Metamorfismo regional: este tipo de metamorfismo se realiza en áreas más extensas, de miles de
Km2. y varios miles de metros de profundidad. Aunque en él también ejerce fuerte influencia la
temperatura, son las fuertes presiones las que las ejercen mayor, por lo que se le llama también dinamo-
metamorfismo.
Este tipo de metamorfismo se puede observar en las raíces de viejos plegamientos montañosos y en
los escudos precámbricos continentales. El peso de la acumulación intensa de sedimentos provoca en el
fondo una enorme presión, dando origen a zonas de subsidencia donde se unen los efectos de la presión y
los del calor de los plutones próximos.
Se produce en áreas de subsidencia y en áreas de orogenia y se ve favorecido por las fuertes
fricciones sufridas por las rocas que están muy falladas y presentan un mineral apto para el metamorfismo.
Presentan una composición química y mineralógica de as que participan las rocas ígneas o las
sedimentarias. A veces, los cambios que se producen en ellas son tan drásticos que las rocas resultantes
no parecen estar relacionadas con las primitivas. En general, se distinguen de sus rocas originarias por
caracteres mineralógicos y estructurales, debidos a una recristalización con aporte magmático o sin él.
Textura y estructura:
El calor y la presión hacen que los minerales de las rocas tiendan a ordenarse en franjas paralelas
de granos planos o alargados. Esta ordenación confiere a la roca la propiedad llamada foliación. Un
criterio muy utilizado, para clasificar las rocas metamórficas, es el de ser foliadas o no foliadas. Las rocas
no foliadas pueden ser de textura densa (no se distinguen a simple vista los granos individuales y no
muestran facilidad para partirse en planos paralelos) o granular (los granos son visibles pero tampoco
presentan facilidad para separarse en láminas). Las rocas con textura foliada muestran invariablemente
esa facilidad para romperse. Se distinguen tres tipos en función del grosor de las hojas en que se puedan
partir:
- Apizarrada: los planos separados son de dimensiones microscópicas.
- Filitica: las láminas son apenas visibles a simple vista.
- Esquistosas: las láminas son claramente visibles y presentan una rugosidad que apenas se aprecia
en las otras.
El término neis, se da a una roca metamórfica de origen ígneo o sedimentario caracterizada por
bandas alternas de unos milímetros de espesor, de diferente composición mineral y color claro u oscuro.
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También en este caso las clasificaciones varían en función del criterio o criterios utilizados para su
agrupación.
Neis: tiene la misma composición que el granito: cuarzo, feldespato y mica, pero aquí la
disposición de los cristales es en microestratos alternantes de cuarzo y feldespato por una parte y mica por
otra.
Mármol: es la correspondiente roca metamórfica de la caliza, formada por amalgama de cristales
de calcita. Las impurezas de ésta son las que confieren color al mármol.
Cuarcita: deriva de las areniscas silicosas, en las que la sílice cementante recristaliza.
Esquisto: es una arcilla que ha sufrido una metamorfización todavía no muy importante. Se
caracteriza por su hojosidad y por no tener el carácter plástico de las arcillas.
Pizarra: es un esquisto con metamorfosis más intensa. Aquí la hojosidad que caracteriza al esquisto
es menos neta.
Con el tiempo, y alterando las condiciones, cualquiera de estos tipos de rocas puede cambiar en el
ciclo de las rocas. Desde el magma hasta llegar a él de nuevo, tienen lugar una serie de procesos que
conducen a la formación y destrucción de las rocas transformándose unas en otras. Puede no darse el ciclo
completo.
Hay que tener presente también que sedimentos y roca sedimentaria están expuestos a esos agentes
externos de la meteorización y pueden ser transformados en nuevos sedimentos. En síntesis el ciclo de las
rocas demuestra que los materiales de la Tierra no se crean ni se destruyen, sólo se transforman,
respondiendo a las distintas formas de energía.
Algunas propiedades de las rocas van a influir de forma decisiva en las formas de relieve, puesto
que condicionan el resultado de la acción de las fuerzas internas y agentes externos.
A una cierta profundidad, en las zonas estables de la corteza, las rocas se hallan sometidas a una
presión igual en todas las direcciones, denominada presión litostática, ante la cual las rocas no se
deforman.
Sin embargo, en zonas inestables de la corteza, donde existen fuerzas no equilibradas, la presión
litostática no es igual en todas las direcciones y la roca se deforma en el sentido del mayor empuje.
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Geografía general
Las rocas están pues sometidas a presiones que mientras están equilibradas no producen
deformaciones en ellas, pero que cuando se rompe ese equilibrio producen la deformación de la roca,
pudiéndose distinguir dos etapas:
- En un primer momento la deformación es pequeña e incluso si cesase el empuje, se volvería a la
situación inicial. A ello se le llama dominio elástico de la roca.
- A partir de un cierto nivel de esfuerzo o empuje, la deformación aumenta más rápidamente con
muy poco empuje y aunque cesase éste ya no se volvería a recuperar la posición inicial. A ello se le
denomina dominio plástico de la roca.
Cada tipo de roca presenta una relación peculiar entre esfuerzo y deformación. Hay rocas que
tienen un umbral de plasticidad muy bajo, con poco esfuerzo se alcanza en ellas el dominio plástico. Sin
embargo, el punto de ruptura se alcanza difícilmente. De este tipo son las rocas sedimentarias que tienden
a dar relieves plegados.
Otras rocas tienen un umbral de plasticidad alto, apenas se deforman, pues antes de llegar a
deformarse se fracturan. Son fundamentalmente las rocas ígneas y metamórficas las que tienden a dar
relieves fallados.
Estas diferencias entre las rocas se plasma en las formas de relieve. A veces, también las rocas
sedimentarias aparecen fracturadas, si se fallan las rocas subyacentes sobre las que se asientan.
Según sus propiedades, basadas fundamentalmente en su composición, las rocas ofrecen mayor o
menor resistencia a la erosión.
La cohesión, que es la propiedad que poseen algunas partículas sólidas para tender a unirse entre sí
para formar agregados, hará que si es fuerte, la roca sea dura o resistente a la erosión, por ejemplo, una
arenisca; si la cohesión es débil, la roca será blanda o poco resistente a la erosión, por ejemplo, la arena de
la playa.
La homogeneidad, si la roca compuesta por un solo mineral o compuesto, hará que la roca sea más
resistente a la erosión que una roca que no sea homogénea.
También el grado de pasividad, que es la cantidad de rocas por bloque uniforme, influye en la
resistencia a la erosión. Una roca masiva es, por lo general, más resistente que una esquistosa ya que ésta
presenta una textura en hojas o laminillas que la hacen más débil.
La permeabilidad, es decir, la posibilidad que tienen los fluidos, principalmente agua, de pasar a
través de ellas, las hace igualmente más o menos resistentes.
De entre las propiedades químicas, una de las más importantes es la solubilidad, es decir, la
facilidad que tiene la roca para disolverse, generalmente en agua.
Podemos decir que de entre todas las rocas, las ígneas son las más resistentes a la erosión y las
sedimentarias las menos, ocupando las metamórficas un lugar intermedio en función de su mayor o menor
grado de metamorfismo.
Hay que tener en cuenta que el clima afecta a la resistencia de los distintos materiales atacados por
los procesos erosivos.
b) Pliegues:
Existen dos tipos de deformaciones: de pequeño radio de curvatura y de gran radio de curvatura.
Los pliegues, fallas y reflexiones pertenecen al primer tipo. Las estructuras aclinales y monoclinales al
segundo.
Partes de un pliegue:
Es la forma más elemental de las estructuras plegadas. Nunca se encuentra aislado. Es resultado de
una tectogénesis de comprensión. Se trata de una ondulación de los estratos que consta de parte convexa,
hacia arriba (anticlinal) y parte cóncava, hacia abajo (sinclinal). El anticlinal se caracteriza porque su
núcleo está ocupado por las rocas más antiguas de la serie plegada, mientras que en el caso del sinclinal lo
constituyen las más modernas.
En un perfil transversal el pliegue consta de charnelas, flancos, anticlinal y sinclinal.
Las charnelas son las zonas del pliegue con máxima curvatura y es donde los estratos constitutivos
del pliegue cambian de buzamiento. La distancia vertical desde la charnela es la altura relativa.
Las superficies que unen las charnelas entre sí, se denominan flancos. En sentido longitudinal, el
plano axial es la bisectriz del ángulo formado por los dos flancos. La intersección del plano acial con la
charnela del pliegue es el eje mismo. Las variaciones de altura relativa dan lugar a sobreelevaciones y
ensilladuras según sean ascensos o descensos del nivel del eje.
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La continua disminución de la altura lleva a la desaparición del anticlinal por una prolongación
perianticlinal. De igual forma, un sinclinal termina por medio de un cierre perisinclinal.
Tipos de pliegues:
- En función del plano axial pueden ser: rectos o verticales, si el plano axial es vertical respecto al
pliegue. En función de su inclinación, se hacen oblicuos, en rodilla, e inclinados, cuando el buzamiento de
uno de los flancos supera la vertical. En este caso, son pliegues isoclinales si ambos flancos son paralelos.
El caso extremo sería cuando ambos flancos se superponen, tratándose de un pliegue tumbado o acostado.
- En función de la longitud pueden ser: braquianticlinal o braquisinclinal, si su longitud apenas
supera la anchura y domo y cubetas, cuando la altura y la longitud son iguales.
- En función de la laminación de las capas pueden ser: estirados, laminados, pliegues-falla,
cabalgantes, etc., según sea por adelgazamiento o ruptura de uno de los flancos.
- Si las capas intermedias son deleznables, sufren transformaciones y producen pliegues
disarmónicos y diapiros.
Los pliegues aparecen solos muy rara vez. Generalmente, se agrupan en sistemas organizados de
diferente manera: el anticlinorio, o conjunto de pliegues que forman un anticlinal de mayor radio de
curvatura y el sinclinorio, o conjunto de pliegues que dibujan un sinclinal de mayor radio de curvatura.
c) Fallas:
Es un accidente que implica ruptura, desarrollando en cualquier tipo de rocas. Las fallas son
fracturas que van acompañadas de un desplazamiento de los bloques que origina. Se distingue de la
diaclasa y de la fractura, ya que éstas son rupturas sin apenas desplazamientos de las masas rocosas.
Tipos de fallas:
Se pueden distinguir varios tipos de falla en función de la inclinación del plano de falla y de la
orientación del sentido de falla respecto a la inclinación de los bloques fallados.
- Falla normal: el plano de falla es vertical o inclinado hacia el labio hundido. Implica tectogénesis
distensiva.
- Falla inversa o cabalgante: el plano de falla se inclina hacia el labio levantado. Implica
tectogénesis comprensiva.
- Falla conforme: la inclinación de la falla se orienta en el mismo sentido que el buzamiento de los
bloques basculados.
- Falla contraria: la inclinación de la falla se orienta en el sentido contrario al de los bloques
basculados.
La combinación de estos tipos puede dar lugar a las seis clases de falla: normal, inversa, normal
conforme, normal contraria, inversa conforme e inversa contraria.
Las fallas pueden también aparecer asociadas, como ocurría en los pliegues. La asociación de
varias fallas que van elevándose hasta dejar un bloque más elevado entre ellas se denomina horst o pilar
tectónico. Por el contrario, si se unen varias fallas dejando entre ellas un bloque hundido dan lugar a un
graben o fosa tectónica.
Las fallas pueden también cortarse entre sí y llegar a formar redes denominadas campos de fallas.
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Los movimientos más débiles y lentos (denominados epirogénicos) pueden dar lugar a estructuras
tectónicas menos vigorosas. Su efecto se traduce en simples basculamientos de grandes superficies
continentales y oceánicas. En las regiones con tendencia a la elevación (tectónica positiva) se originan
abombamientos (anteclise); en las de tendencia al hundimiento (tectónica negativa) se produce una
subsidencia (sineclise).
Cuando las series de rocas sedimentarias se ven afectadas por estas débiles ondulaciones de gran
radio de curvatura y pequeña amplitud, presentan una estructura monoclinal caracterizada por el modera
buzamiento de los estratos en una misma dirección. Si las series no resultan alteradas, es decir, continúan
siendo horizontales, se dice que presentan estructura aclinal.
Los conceptos de espacio y tiempo son de gran importancia si hemos de intentar comprender
cualquier suceso geológico terrestre.
Al estudiar la Tierra, hemos de tener presente, en primer lugar, su magnitud. Su estudio ha de
realizarse con métodos indirectos como son: la observación del comportamiento de las ondas sísmicas, de
las ondas producidas por explosiones nucleares, etc.
Respecto al tiempo, el problema aún es mayor. Su escala tiene como unidad el millón de años.
Tenemos, pues, que ser muy conscientes de la lentitud de los procesos geológicos. En comparación
con la Historia de la Tierra, la Historia de la Humanidad es insignificante en el tiempo.
Se denominan eras a grandes lapsos de tiempo caracterizados por el tipo de vida orgánica que
existía en el planeta. El primer tiempo, la época sin vida en el planeta, abarca aproximadamente mil
millones de años y se denomina Azoico. La primera era que se establece es el Precámbrico, que se divide
a su vez en Proterozoico y Arqueozoico. La aparición, hace unos 600 millones de años, de formas de vida
cada vez más organizada, da origen al Fenerozoico (con vida evidente). Se divide a su vez en Paleozoico
(vida antigua), Mesozoico (vida intermedia) y Cenozoico (vida reciente).
Las eras se dividen a su vez en periodos, que corresponden en general a importantes perturbaciones
en la corteza terrestre. Estos a su vez se subdividen en unidades menores.
La primera gran clasificación, todavía presente en algunos textos, dividía el Fanerozoico en las eras
Primaria, Secundaria, Terciaria y Cuaternaria. Estas dos últimas se engloban hoy en la era llamada
Cenozoica y sus tiempos has pasado a considerarse como periodos. El resto de estos periodos se
denominan con el nombre de la región donde las rocas correspondientes a su edad fueron reconocidas y
estudiadas por primera vez. En otros casos, el nombre se debe al de la roca más típica de ese periodo en
una región determinada.
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0. Esquema:
Escalas sísmicas.
Origen de los terremotos.
Efectos superficiales de los terremotos.
Distribución geográfica de los terremotos.
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Geografía general
0. Esquema:
Estructuras simples:
- Horizontales:
- Monoclinales o inclinadas:
Estructuras complejas:
- Estructuras plegadas:
- Estructuras falladas:
- Los volcanes:
El modelado granítico:
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Agujas.
Panes de azúcar.
Las bolas.
Los taffoni.
Nidos de abeja.
Depresiones graníticas.
Inselberg.
El modelado Kárstico:
Formas superficiales.
Lapiaces.
Depresiones cerradas: dolina o torca, sima, uvala, poljé, bogaz.
Las cavidades subterráneas: galerías, cuevas (estalactitas y estalagmitas).
Otras formas: cañones, resurgencias, exurgencias.
Formas según climas.
a) Estructuras simples:
- Horizontales:
Son aquellas en que la tectónica no ha actuado o lo ha hecho de forma muy ligera. Las rocas
sedimentarias conservan su estructura original de depósitos horizontales.
Se denominan plataformas y su forma más elemental es la llanura estructural o llanura de estratos
horizontales, que puede confundirse con una superficie de erosión, por ser ambas una llanura, pero
difieren porque la primera tiene necesariamente que tener sus estratos horizontales.
Sobre los estratos enseguida actuará la erosión, dando unas formas características en función de la
resistencia a la misma de las distintas capas sedimentarias.
Cuando la última capa de una serie sedimentaria es la que aparece en la parte superior del relieve,
se habla de superficie estructural primitiva. Ello implica que la erosión ha actuado poco todavía. Si la
capa que aparece en superficie no es de la última capa sedimentada, estamos en presencia de una
superficie estructural derivada, pues la erosión ha actuado desmantelando las últimas capas depositadas.
También se dice que esta superficie es subestructural.
Las formas topográficas debidas a la erosión de los relieves estructurales horizontales son las
plataformas horizontales y los cerros testigo.
Las plataformas horizontales se denominan mesas, muelas o páramos y son superficies
estructurales primitivas o derivadas, cortadas por los valles de ríos y barrancos que dan rebordes abruptos
y un aspecto festoneado, sinuoso, correspondiendo cada entrante al efecto de la erosión remontante de los
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barrancos. Si la erosión sigue actuando, la mesa va retrocediendo sobre sí misma hasta convertirse en
cerros testigo.
Los cerros testigo son los testimonios de la antigua extensión de la plataforma horizontal que han
quedado aislados, debido a la erosión diferencial producida por los ríos y barrancos sobre las capas
sedimentarias duras y blandas alternantes. Tienen forma más o menos cónica y están rematados por un
retazo de estrato horizontal correspondiente a la roca dura.
Si la erosión sigue actuando, el cerro testigo desaparece, dando lugar al antecerro, también de
forma más o menos cónica pero en el que ha desaparecido el estrato de roca dura.
Tanto las plataformas como los cerro testigos están delimitados por el escarpe de erosión que se
caracteriza por una parte abrupta formada por la roca dura denominada cornisa y una parte de pendiente
más suave formada en la roca blanda y denominada talud.
Los escarpes de erosión tienen un perfil convexo-cóncavo, cuyas formas y dimensiones varían en
función de la resistencia de las series duras y blandas y de la potencia de los estratos.
Las redes fluviales se caracterizan porque su dirección no queda influida por la tectónica, más bien
esta res está dirigida por las líneas de diaclasación de las rocas sedimentarias que las forman. Esta red
recibe el nombre de insecuente.
La altitud relativa de las plataformas respecto a la red depende de la mayor o menor alternancia de
estratos duros y blandos, así como de la mayor o menor potencia (espesor) de los mismos.
- Monoclinales o inclinadas:
En los bordes de las cuencas sedimentarias o en áreas donde la tectónica ha inclinado en una sola
dirección las series sedimentarias de rocas duras y blandas alternantes, se forman unos relieves muy
característicos denominados universalmente con la palabra castellana de cuesta.
Las formas topográficas debidas a la erosión de los relieves estructurales monoclinales son
estructuras sobre las que comienza a actuar la erosión dando varios tipos de formas en función del
buzamiento de los estratos.
· Cuestas: son aquellas formas monoclinales cuyo buzamiento oscila entre los 2º y los 20º.
· Crestas monoclinales: en ellas el buzamiento está por encima de los 20º.
· Barra monoclinal u hog-back: el buzamiento de las capas sedimentarias se aproximan a la
vertical. Próximo a los 90º.
Las cuestas se caracterizan por poseer una de su vertiente abrupta y la otra más suave. La pendiente
abrupta es denominada frente de la cuesta y está formada por una cornisa, modelada en roca dura con una
pendiente fuerte en función de su dureza y del buzamiento de los estratos, y un talud cuya mayor o menor
pendiente depende igualmente del buzamiento de los estratos y de resistencia a la erosión. La pendiente
suave es el reverso de la cuesta.
También en el caso de las cuestas pueden aparecer cerros testigo y antecerros por la acción de la
erosión fluvial.
La evolución de un relieve monoclinal está en función de la actuación de la red hidrográfica y ésta
está influida a su vez por el buzamiento de los estratos y por la litología.
En ella, existen tres disposiciones de ríos fundamentales: cataclinal, ortoclinal y anaclinal y otras
dos dignas de tener en cuenta: la peneconsecuente y la ortoclinal de reverso.
· Río cataclinal o consecuente: es aquel cuya acción de drenaje es la misma que la del buzamiento
de los estratos; sigue la pendiente tectónica y es transversal a la dirección de la estructura. En su
recorrido, alterna tramos de valle amplio (sobre roca blanda) y encajado (sobre roca dura).
· Río peneconsecuente: fluye siguiendo la dirección del buzamiento de los estratos, pero sin
atravesar el frente de la cuesta, corre sólo por el reverso de la misma. Estos ríos corres paralelos al río
cataclinal. La mayor parte de su valle se abre en roca dura en el que tiene por tanto vertientes escarpadas.
· Río anaclinal u obsecuente: fluye en dirección opuesta al buzamiento de los estratos. Su
nacimiento se encuentra entre la capa dura y la capa blanda. Es el principal agente de retroceso de frente
de cuesta.
· Río subsecuente u ortoclinal: fluye paralelo al frente de la cuesta y es perpendicular al cataclinal y
anaclinal.
· Río subsecuente u ortoclinal de reverso de cuesta: este río sigue una dirección perpendicular a la
dirección del buzamiento de los estratos. Tiene como nivel de base un río consecuente o de
peneconsecuente.
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b) Estructuras complejas:
- Estructuras plegadas:
Cuando una ruz, por erosión remontante, supera su cuenca de recepción y se une a la de otra ruz o
de varias ruces, formará un valle anticlinal que dará origen a una combe.
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Una vez constituida una cluse, las vertientes que delimitan su valle pueden evolucionar hasta
alcanzar la erosión el eje del anticlinal y desmantelar su charnela. Así puede llegar a formarse una combe
que tiene su origen en una cluse.
En resumen, ruces, chevrons, cluses, crestas delimitantes de combes y combes son las formas
erosivas que aparecen en los relieves derivados o de estructura plegada evolucionada.
· Los relieves invertidos: se caracterizan porque en ellos las zonas topográficamente más elevadas
se corresponden con las zonas deprimidas tectónicamente y a la inversa, de ahí su nombre. La forma más
característica es el sinclinal colgado, elevado sobre los valles anticlinales constituidos por las combes o
valles erosivos. Los sinclinales colgados aparecen cuando la erosión de los anticlinales es tan fuerte que
va desmantelando las capas rocosas hasta excavar el valle anticlinal a menor altura que el sinclinal y
quedar éste por tanto a mayor altura que el primero.
Estos tipos de relieves conformes, derivados e invertidos que acabamos de ver, presentan
variaciones en función de los distintos tipos de plegamientos. Los hemos visto formados a partir de un
plegamiento de estilo Jurásico o de pliegues simétricos. Sin embargo, se habla de estilo Alpino si el
plegamiento presente pliegues oblicuos, volcados o acostados, cabalgantes o son mantos de corrimiento,
en él las formas erosivas se complican. En el caso de los tres primeros tipos de pliegues, aparecen las
combes de flanco, puesto que el ellos la parte topográficamente más elevada es el flanco y no la charnela.
En el caso de los mantos de corrimiento, el cuerpo del manto queda en algunas zonas totalmente
desmantelado, permitiendo ver el sustrato sobre el que este plano se ha deslizado, esas formas reciben el
nombre de ventanas tectónicas. Entre las ventanas tectónicas quedan restos de manto de corrimiento
denominados Klippes. Además de estas formas, en la parte anterior del manto de corrimiento, la erosión
origina un escarpe de frente de corrismo, muy marcado cuando se trata de series calizas.
· El relieve apalachense: Un caso especial, dentro de los relieves estructurales plegados, es el del
relieve apalachense. Este tipo de relieve debe sus formas estructurales íntegramente a la erosión
diferencial.
En un principio, estos materiales fueron plegados. Sobre ellos actuó la erosión durante un periodo
lo suficientemente largo como para allanar las formas debidas a la acción de la tectónica. Posteriormente
se produjo un levantamiento del área plegada y aplanada. Este levantamiento tiene lugar en varias etapas
formadas por periodos cada vez más cortos conforme nos acercamos a la actualidad. A lo largo del
tiempo, la erosión va actuando selectivamente sobre las rocas en función de su resistencia. Las rocas
resistentes aparecen formado alineaciones rectilíneas denominadas crestas y rocas blandas forman los
surcos o valles paralelos entre sí y separados por las crestas. Estos surcos o valles paralelos son recorridos
por ríos que a veces atraviesan las crestas transversalmente, y originan cluses, diferenciadas en vivas o
muertas en función de si sigue corriendo o no los ríos por ellas.
La génesis de cada una de las formas vistas se realiza a partir de la evolución de la red
hidrográfica. Ésta puede ser concordante o discordante con la estructura. La primera se define como
aquella red que corre paralela longitudinalmente a los ejes de plegamiento. Si corre por los valles
sinclinales es una red concordante simple, si corre por valles sinclinales y anticlinales (erosionados) es
compleja; en el primer caso, aprovecha valles tectónicos, en el segundo tectónicos y erosivos. La red
discordante, es aquella cuyo drenaje es transversal a la dirección de los ejes de plegamiento. Existe una
total independencia, entonces, entre estructura de plegamiento y red hidrográfica. Esta discordancia puede
deberse a dos causas: o bien a que el plegamiento no existía en el momento de su instalación, o bien, a
que el plegamiento quedó oculto por una cobertera que fosilizaba la estructura, la red hidrográfica se
instaló sobre ella y continuó erosionando en profundidad tras la desaparición de la cobertera, atravesando
la estructura plegada subyacente. En el primer caso se dice, que la red hidrográfica discordante se instaló
por antecedencia, en el segundo caso, por sobreimposición.
- Estructuras falladas:
Las estructuras falladas son zonas fácilmente atacables por los agentes erosivos, dado que las
fracturas constituyen zonas de debilidad. La forma de relieve fundamental que aparece como
consecuencia de los movimientos tectónicos es el escarpe de falla o desnivelación topográfica entre dos
bloques fallados, que tiene un aparte estructural y otra topográfica. Según sea el papel desempeñado por
la tectónica o por la erosión diferencial en la elaboración del escarpe, se distinguen: el escarpe de falla
primitivo, los escarpes de línea de falla y los escarpes de falla compuestos.
· Escarpe de falla primitivo u original: este tipo de escarpe procede directamente de la dislocación
del movimiento tectónico, es un escarpe tectónico. Tiene dos características esenciales: en primer lugar, el
valor de la desnivelación topográfica es idéntico al salto de falla, en segundo, la superficie topográfica del
escarpe coincide con la parte del plano de falla situada encima de la línea de falla (zona levantada). Las
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condiciones que se requieren son: el labio levantado ha de estar constituido por material duro, que la falla
sea reciente o que la erosión haya actuado poco, si las tres condiciones coexisten poseen gran nitidez. Si
estas condiciones no se cumplen, el escarpe retrocede situándose tras el plano e falla con un trazado más o
menos sinuoso. Además, el salto de falla se reduce, ya sea por erosión del labio levantado, por
acumulación en el labio hundido o por ambas causas.
· Escarpe de líneas de falla o derivado: es el resultado de la acción de la erosión diferencial sobre
bloques fallados adyacentes que ofrecen resistencia desigual. El bloque que posee las rocas más
resistentes queda en resalte, aunque tectónicamente no correspondiera con el labio levantado. Su altura
puede ser superior o inferior al salto de falla.
Para su formación se requiere que la falla se haya nivelado, es decir, que haya desaparecido el
desnivel inicial entre los dos bloques, y esto tiene lugar por dos causas: o bien porque la erosión los ha
nivelado, o bien porque la falla haya sido fosilizada por una cobertera de sedimentos y posteriormente
actúe la erosión. En el primer caso, cuando los afloramientos rocosos menos resistentes se hallan en el
bloque hundido, la acción de la erosión produce un escarpe de línea de falla directo, su sentido es el
mismo que el del accidente. En caso de tratarse de los más resistentes, la erosión produce un escarpe de
línea de falla invertido, es decir, se produce una inversión de relieve, puesto que el escarpe está orientado
ahora hacia el bloque levantado. En el segundo caso, como los sedimentos que recubren la falla son
menos resistentes a la erosión, son desmantelados y se define un escarpe de líneas de falla de distinto tipo,
según que la acumulación sea simultánea a los movimientos tectónicos o se produzca posteriormente.
Si los materiales que fosilizan la falla se depositan simultáneamente a la tectónica, al escarpe de
línea de falla debido a su posterior erosión, se le denomina revelado o descubierto. Si los depósitos son
postectónicos, al escarpe de línea de falla debido a su erosión, se le denomina exhumado.
Estructuras volcánicas son aquellas que han sido originadas por el volcanismo. Son por tanto
estructuras cristalinas. Pueden considerarse los volcanes, las coladas y las formas de excavación.
- Los volcanes:
Puede definirse como un edificio formado por la acumulación de productos sólidos alrededor de
una boca eruptiva. Su forma será diferente según sea el carácter de la erupción, el tipo de materiales que
se emiten y su disposición en la superficie.
Las partes y los materiales de los volcanes son:
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· El cráter, que es un orificio relativamente pequeño que pone en contacto la superficie de la Tierra
con un depósito de magma que se encuentra en profundidad. El conducto que une el magma con el cráter
se denomina chimenea volcánica. Por el cráter se emiten rocas fundidas (lava), otros materiales como
cenizas y escorias, y gases calientes a gran presión (fumarolas).
Según se trate de erupciones explosivas o tranquilas así será el edificio del volcán. Las primeras
dan lugar a conos de ceniza o a conos compuestos. Las segundas a domos de lava o escudos volcánicos.
· Los conos de ceniza están formados por fragmentos de lava solidificada arrojados por un cráter
central. Cuando estos fragmentos de lava son de gran tamaño se denominan bombas volcánicas. Los
fragmentos pequeños se denominan lapilli. Si los fragmentos son todavía más finos se denominan cenizas
o polvo volcánico.
· Los conos compuestos son los que forman la mayor parte de los volcanes del mundo. Están
constituidos por estratos de lapilli y cenizas que alternan con coladas de lava. Algunos autores les llaman
por ello estratovolcanes.
Las laderas del volcán están jalonadas por barrancos radiales.
· Las calderas son grandes depresiones centrales formadas tras las explosiones que destruyen la
parte central del edificio volcánico. Estas grandes depresiones tienen forma elipsoidal o circular y están
rodeadas total o parcialmente por un fuerte escarpe.
· Si las erupciones son tranquilas se forman domos de lava o escudos volcánicos. En ellos la lava
sale a la superficie a través de grietas o fisuras. Se caracterizan por la suavidad de sus vertientes y por
presentar el techo del edificio volcánico casi horizontal. Estos volcanes no producen explosiones, ni
emiten fragmentos sólidos, por lo que carecen de cráter de explosión, en su lugar poseen una ancha
depresión central o sink de paredes escarpadas y grandes dimensiones. Son semejantes a las calderas y se
originan por hundimiento de la parte superior del edificio volcánico tras la expulsión de lava que existía
en la cámara magmática.
- Las coladas:
Las coladas de lava emitidas a partir de bocas o de fisuras eruptivas dan lugar a formas
estructurales primitivas originales.
Las lavas viscosas, por su acidez o por su temperatura relativamente poco elevada, forman coladas
cortas y espesas de perfil abombado. Las lavas fluidas, por lo general basálticas, forman largas coladas de
varios kilómetros. Si la topografía está poco diferenciada forman extensos mantos. Los trapps constituyen
amplias mesetas estructurales de escasa pendiente limitadas por enormes escarpes escalonados.
Las lavas poseen una estructura prismática característica, debido a su fragmentación según fisuras
de retracción, normalmente perpendiculares a la superficie de enfriamiento. En sentido vertical, se
presentan como órganos o columnas y en horizontal tienen forma poligonal. Si la lava es muy fluida se
desliza rápidamente y la primera capa se solidifica, pero el interior se frunce; esas arrugas, estiradas en el
sentido del movimiento, dan lugar a un típica superficie cordada. Si el deslizamiento es lento, puede
formarse una capa más ancha y rígida, cuya ruptura da una superficie pedregosa con grandes bloques,
pináculos y agujas.
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Las formas de excavación son aquellas que aparecen al actuar la erosión diferencial sobre las rocas
sedimentarias que cubrían formaciones intrusivas o extrusivas de volcanitas. Éstas quedan al descubierto,
dando lugar a formas estructurales exhumadas.
Entre las intrusiones, las sills son cornisas escalonadas a lo largo de las vertientes, producidas en
las series sedimentarias afectadas. Los lacolitos forman domos elípticos, de perfil convexo, rodeados de
cuestas o falsas cuestas modelados en su cobertera sedimentaria.
En las extrusiones, los espigones son columnas o escarpados pilones de lava compacta solidificada
en conductos. Los necks son el resultado de la exhumación de la lava solidificada en la antigua chimenea.
A veces, la erosión deja al descubierto las lavas solidificadas en las fisuras del antiguo volcán,
constituyendo auténticas murallas llamadas dykes (diques) si son rectilíneos o ring-dykes, sin son
circulares.
Podemos decir, que los diferentes relieves volcánicos dependen de tres hechos fundamentales:
· Del tipo de erupción que los ha originado. Según éstas, será la importancia relativa de las coladas
y el material de explosión. También de ellas depende la mayor o menor viscosidad de la lava según sea su
composición química. Las lavas ácidas (riolitas) son mucho más duras que los basaltos.
· De la edad más o menos antigua de las erupciones, que determina la mayor o menor duración de
los ataques erosivos al relieve primitivo.
· Del relieve y de la naturaleza del basamento sobre el que se ha instalado el material volcánico. Un
basamento plano favorece la formación de mesetas volcánicas. Si es blando favorece la desaparición por
erosión de las formas primitivas.
Por otra parte, la erosión actúa sobre la estructura volcánica, apareciendo los barrancos y las
plañeses, los trapps, las franjas de meseta y cerros tabulares, o actúa sobre la cobertera sedimentaria que
recubría formaciones intrusivas y extrusivas, originando relieves estructurales exhumados como los sills,
espigones, necks o dykes, según cuál sea la estructura exhumada.
2. Formas de modelado:
a) El modelado granítico:
La estructura de la roca es heterogénea. El granito está formado por granos de cuarzo, feldespato y
mica, lo que va a favorecer ciertos procesos en función de la proporción en la que se presenten sus
componentes. Un granito rico en cuarzo hará que la roca sea muy resistente, sin embargo, si el granito es
pobre en cuarzo la roca será menos resistente a la erosión.
El tamaño del grano es otra característica muy importante. Un granito de grano fino es mucho más
resistente que un granito de grano grueso ya que la dilatación de cada grano es proporcional al tamaño.
También la porosidad es importante, puesto que cuanto más porosa sea la roca más facilitará
ciertos procesos de meteorización.
El granito es una roca en la que aparecen frecuentemente diaclasas y fisuras. Su abundancia
favorece la acción mecánica y química de la erosión.
Todas estas características hacen también que el granito se comporte de forma distinta según el
clima en el que se encuentre. En clima frío la alteración química del granito es muy pequeña, pero sin
embargo es muy importante la erosión mecánica puesto que si el granito está muy figurado, el agua se
introduce por las diaclasas y las bajas temperaturas provocan su congelación con lo que al aumentar el
volumen, aumenta la presión y produce la rotura de la roca. Es el efecto conocido como gelifracción.
En climas cálidos, las temperaturas elevadas favorecen la alteración de la roca.
En los desiertos, los cambios de temperatura entre el día y la noche provocan su desescamación
siendo la arenización el proceso fundamental.
La acción de las sales puede tener también un efecto importante ya que los cristales, al penetrar en
la roca y posteriormente hincharse, puede provocar la desintegración de aquélla.
Cuando el batolito de roca cristalina se halla en superficie, la erosión actúa sobre la roca.
Un primer tipo de paisaje característico del granito es el de las agujas alpinas; son formas que se
dan en clima frío y presentan crestas de fuertes pendientes y agujas afiladas de paredes lisas verticales, de
decenas de metros. Al pie de ellas se hallan amontonados grandes depósitos de bloques inmensos y de
derrubios, denominados chancales.
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Si la erosión glaciar no ha sido tan importante, las montañas presentan formas más suaves,
llamadas crestas de oruga, que bordean los circos glaciares.
En estos relieves, las formas resultantes son la combinación del modelado granítico y del glaciar o
de clima frío.
En regiones tropicales aparecen unas formas muy características, de laderas curvas, redondeadas en
la cima y de fuertes pendientes en sus vertientes, denominadas panes de azúcar.
Los panes de azúcar son una especie de domos de forma parabólica, con pendiente de hasta unos
55º y que aumenta conforme nos alejamos de la cota más alta. Presentan forma disimétrica, generalmente,
y su tamaño varía de 100 a 200 m. e incluso alcanza los 400 m. de altura.
Algunos autores señalan que su origen está en la acción de la erosión diferencial, es decir, que la
roca que forma el pan de azúcar es más resistente a la erosión que la roca que rodeaba al mismo,
produciendo su desmantelamiento y quedando aquél en resalte.
De todas formas, el problema del origen no está resuelto. Lo que parece evidente es que un domo
se forma a partir de una roca poco fisurada por lo que, al ser estas rocas impermeables, no puede penetrar
el agua y la acción de la erosión se ve fuertemente dificultada.
Es frecuente encontrar formas llanas y amesetadas en grandes regiones. Las formas de relieve
sobre un macizo granítico se caracterizan por ser domos de vertientes convexas y suaves en las que sólo
aparece la roca sana en forma de bolas o peñascos redondeados, normalmente amontonados.
Las bolas y formas redondeadas que acabamos de señalar no son exclusivas del granito, se dan
también en otras rocas cristalinas y tampoco se producen en todos los granitos.
Las bolas de granito se pueden formar tanto en superficie como internamente:
· Formación subárea: es la que tiene lugar en superficie. Los bloques de granito cortados por las
redes de diaclasas son atacados por la erosión que aprovecha esa red, originando su arenización.
· Formación interna: también puede suceder que las bolas se hayan formado en profundidad. En
este caso, pueden verse bolas de granito empaquetadas en una masa de gore amarillo (granito
descompuesto).
A estas esferas en relieve se contraponen unas cavidades esféricas denominadas taffoni. Son,
también, formas muy características dentro del modelado granítico. Se trata de cavernas con el techo
semiesférico que se hallan sobre todo en las pendientes fuertes cuando la roca está al desnudo. La cavidad
se ha vaciado de forma progresiva, de abajo a arriba, por erosión de la bóveda y de entro a fuera, al
contrario de lo que sucede en las bolas.
Ambas formas pueden coexistir.
En el caso de los taffoni, la erosión se explica por la mayor alteración química o la mayor
disolución de la roca en las zonas que están en la sombra que en las zonas expuestas al sol, pues la
diferencia de humedad, entre el interior y el exterior de la misma, facilita estos procesos.
Los taffoni se forman en granitos de grano grueso y de grano medio.
Bolas y taffoni son formas de detalle, No hay que confundir estos últimos con los nidos de abaja
que son alvéolos yuxtapuestos producidos por disolución o por desintegración a la sombra. Los huecos
son más pequeños que los taffoni y tienen forma romboidal.
Señalar que el granito no sólo da formas elevadas y resistentes, sino que también hay algunos
ejemplos de depresiones graníticas.
En las regiones tropicales, aparecen inmensas llanuras de arena en las que emergen inselberg o
montes islas, de abruptas paredes.
b) El modelado Kárstico:
Algunos tipos de roca sedimentaria, al ser atacadas por la erosión, fundamentalmente por el agua,
que as disuelve en condiciones especiales, dan origen a unas formas de relieve conocidas como modelado
Kárstico.
Hay varios tipos de rocas en los que tienen lugar estos fenómenos de disolución química, pero la
más abundante son las calizas.
La caliza es una roca impermeable e insoluble en agua pura; sin embargo, es una roca muy
fisurada, hecho que permite el paso del agua a través de ella, que si está cargada de anhídrido carbónico,
la disuelve fácilmente. El ácido carbónico ataca la caliza y produce bicarbonato cálcico.
El bicarbonato cálcico es muy soluble en agua y es arrastrado hacia el interior originando
oquedades, provocando la erosión de la roca. Cuando el bicarbonato cálcico se encuentra con un medio
favorable, se vuelve a desprender el ácido carbónico y el carbonato cálcico precipita. De esta forma, se
originan las estalactitas y las estalagmitas.
Existen una serie de condiciones que favorecen el desarrollo de los procesos de disolución de la
caliza. En primer lugar la abundancia de precipitaciones, en segundo lugar la presencia de roca caliza de
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Geografía general
carácter masivo, la abundancia de fisuras y, en último lugar, pendientes topográficas débiles que originan
una circulación más lenta del agua, lo que favorece la infiltración.
Las formas de relieve más características del Karst son los lapiaces, las depresiones cerradas y las
cavidades subterráneas:
· Lapiaces: son grandes surcos que estrían la roca superficialmente. Se deben a la erosión
producida por las aguas de lluvia. Pueden ser lineales o alveolares.
· Las depresiones cerradas: son las formas superficiales más típicas del Karst. En ellas se
distinguen: dolinas o torcas (pequeñas depresiones cerradas de forma redondeada o elíptica que tienen
diámetros entre una y varias centenas de metros), las simas (fisuras abiertas en la superficie de la planicie
que se ensanchan hacia abajo por disolución dando una forma semejante a un embudo), las uvalas
(depresiones cerradas de mayores dimensiones que las dolinas y de formas variadas) y los poljés (grandes
depresiones de forma alargada, fondo plano y varios kilómetros de longitud, por cuyo fondo puede
discurrir un río).
En algunos poljés, pueden quedar cerros residuales de calizas en forma de pirámide o de torre,
denominados hums. Muchas veces, los poljés evacuan las aguas de escorrentía o de lluvia por unos
orificios llamados ponors.
Los bogaz son estrechos pasos excavados en las rocas, por los que nunca ha corrido el agua, y que
tras haberse formado subterráneamente, aparecen después en la superficie.
· Cavidades subterráneas: los planos de estratificación, las fisuras, las diaclasas y las fracturas de la
caliza condicionan la red de galerías subterráneas del Karst.
Esta red de galerías se conecta con el exterior a través de simas y ponors. El agua, que cae gota a
gota desde el techo de la bóveda de la sala, origina la precipitación de la caliza disuelta y da lugar a las
estalactitas concreciones que cuelgan desde el techo. Cuando las concreciones calizas se originan en el
suelo forman las estalagmitas. La unión de ambas puede llegar a dar columnas e incluso tabiques de
calcita.
Mientras la circulación subterránea tiene gran importancia, la superficial se reduce a escasos ríos
que corres encajados en estrechas gargantas. Los de mayor caudal, se encajan en las potentes series de
caliza, formando los cañones. Los ríos pueden llegar a penetrar completamente hacia el interior por
agujeros abiertos en la roca y desaparecer. Las aguas kársticas acaban por salir de nuevo al exterior por
resurgencias (si el río es superficial) o por exurgencias (si el río se originó en el interior).
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