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De los niños es el reino de Dios ya que los niños son seres puros que no tienen
pecado porque no tienen discernimiento ni conocimiento acerca del bien o del mal,
al igual que Adán y Eva en el paraíso antes de su caída; lo cual los hace tener el
camino libre hacia el cielo.
Esto también quiere decir que no necesitan de arrepentimiento, por lo tanto, no
requieren de bautismo. Al respecto muchas personas se preguntan acerca del
destino eterno de los niños que mueren sin el bautismo que propicia el catolicismo
romano u otras iglesias o sectas… sin embargo, debemos de hacer caso a lo que
dice la Biblia, y es clara al señalar que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel
18:20).
Por lo tanto, si un niño fallece, su destino eterno es el cielo por cuanto de él es el
reino de Dios. El bautismo y arrepentimiento es para pecadores, o sea, gente
adulta como nosotros que pueden discernir entre el bien y el mal.
2.- Recibir y atender a un niño es como si se tratase del mismo Jesús:
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” (Mateo
18:5)
No solamente debemos de ser atentos con el pastor, obispo u otro personaje
“importante” para nosotros, sino que Dios nos da a entender que un niño merece el
mismo recibimiento como si se tratase de Él mismo.
3.- Jesús manda a no despreciar a los niños:
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus
ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.”
(Mateo 18:10)
Cuantas veces los niños son despreciados, porco atendidos, poco escuchados…
simplemente, no tomados en cuenta, ni aún por sus propios padres. Sin embargo
un niño ¡tiene ángeles que ven el rostro de Dios!, algo de lo cual ninguno de
nosotros - por más espiritual que sea – puede alardear.
4.- Jesús dijo que tenemos que ser como niños para entrar en su reino
“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3)
Si no nos volvemos y hacemos como niños – en cuanto a su humildad, fe y malicia
– no podremos entrar al reino de los cielos, ya que estas de las cualidades que
tienen los niños son indispensables para la vida cristiana.