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El representante más importante de esta corriente fue Claude Lévi-Strauss quien con su obra
logró que el estructuralismo alcanzara su más alto nivel de fundamentación y claridad. Este
autor analizó los fenómenos culturales como la mitología y los sistemas de parentesco.
Para Lévi-Strauss las cosas constan de estructuras que pueden ser descubiertas y analizadas en
detalle. Considera que así como el lenguaje consta de unidades mínimas que se ordenan según
una serie de reglas para producir un significado, la cultura, es comunicación y se constituye de
unidades mínimas que se combinan según ciertas reglas en unidades mayores que forman un
significado. Para él descomponer la cultura en sus unidades básicas y comprender las reglas
mediante las cuales se combinan es entender el significado de la cultura. Considera que la
mente organiza el conocimiento según una lógica de la que es provista genéticamente nuestro
cerebro humano y la cual se aplica a diferentes cosas siguiendo unas leyes ya determinadas
por su misma estructura biológica, lo cual es lo que nos proporciona el haber sido esa
privilegiada especie de la que nos sentimos vanamente orgullosos.
Pero como fue antes mencionada la lingüística cumple un rol importante en esta corriente
pues Lévi-Strauss se vio influenciado principalmente por dos de los más importantes se sus
representantes Ferdinand de Saussure y de Román Jakobson.
Ferdinand de Saussure:
Saussure supone una ruptura con la tradición historicista de la lingüística conocida hasta ese
entonces, que se centraba en el estudio evolutivo de las lenguas. El estructuralismo afirma que
se deben estudiar las lenguas atendiendo a su realidad, y no sólo a su evolución. Por lo tanto,
se desecha el estudio del aspecto social concerniente a las lenguas, aunque Saussure es
consciente de este hecho al dividir la lingüística en dos grandes campos: la lingüística interna
que se encarga del estudio de la lengua en sí y supondría la verdadera lingüística y la lingüística
externa que se encarga del aspecto sociolingüístico. Según esta nueva orientación de los
estudios lingüísticos que representa el estructuralismo, la lengua se concibe como un sistema
de signos, y su metodología de estudio se basa en la consideración de una serie de dualidades:
Román Jakobson:
Román Jakobson desplego una gran obra que abarca los campos de la fonología, la afasia, la
lingüística general, la estilística y la poética. La contribución de Jakobson que más se ha
difundido en la lingüística y especialmente en su enseñanza es la vinculada con las funciones
del lenguaje. Este trabajo (“Lingüística y Poética”), estuvo destinado a generar discusión sobre
la concepción tradicional que considera esos ámbitos como opuestos y sólo tangencialmente
relacionados. Jakobson afirma que toda conducta es verbal no solo la poética es intencional y
está dirigida a un fin: el lenguaje debe ser abordado y estudiado en toda la variedad de sus
funciones. Sobre la base de la teoría de la información formulada en 1948, que se articula
sobre los factores que constituyen la comunicación (emisor, receptor, referente, canal,
mensaje y código), dedujo la existencia de seis funciones lingüísticas: la expresiva, la apelativa,
la representativa, la fática, la poética y la metalingüística.