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“El significado etimológico del vocablo adhesión, viene del latín “adhcesio y
adhasus, derivado del verbo adhaerere” que significa. Estar apegado
estrechamente y se utiliza para calificar ciertos contratos.
Con base a lo anterior los contratos de adhesión o por adhesión son los acuerdos
de voluntades referentes a la propuesta de obligaciones y derechos inflexibles y que
generalmente es u empresario mercantil o industrial que realiza una contratación en
masa, establece un contenido prefijado para todos los contratos de un determinado
tipo, para que el ofertado los acepte o rechace sin distinción.
Determinar si todo acto jurídico bilateral (es decir, cualquier acuerdo de voluntades
con efectos jurídicos) es un contrato o si este concepto es aún más restringido, es
una cuestión que ha ocupado a la doctrina. Se han agrupado las diferentes
definiciones en cuatro grupos. Así, tenemos la "concepción amplia" que identifica al
contrato con la convención o acto jurídico bilateral y que incluye todo acuerdo
dirigido a crear, modificar, o extinguir relaciones de obligación y a constituir
relaciones de derecho de familia. Luego estaría la " concepción estricta" en que se
separa a la convención del contrato siendo la primera el género y el segundo la
especie. Esta es la posición del CC que considera como convenios a los acuerdos
que crean, transfieren, modifican o extinguen las obligaciones y derechos, y como
contratos sólo a los convenios que crean o transmiten dichas obligaciones y
derechos (aa. 1792-1793). Para esta concepción el contrato es un acuerdo dirigido
a constituir una obligación patrimonial. La "concepción intermedia" acepta que el
contrato, siempre con contenido patrimonial, no sólo se dirige a la constitución de
derechos y obligaciones, sino que además sirve para extinguirlos o modificarlos. Por
último, la "concepción novísima", proveniente del campo del derecho público,
representada por Jellinek, Hauriou y Duguit, que limita el concepto del contrato para
encontrarlo solamente donde hay intereses opuestos. De acuerdo con estas teorías
habría junto al contrato otros acuerdos de voluntades, como el acto colectivo y la
simple convención.
El CC establece las reglas generales sobre contratos (aa. 1792-1859) por la razón
histórica de que los contratos civiles fueron los primeros en aparecer. Ahora bien, el
contrato como todo acto jurídico debe reunir para ser existente ciertos elementos
señalados en el a. 1794 del CC: a) el consentimiento, que se da cuando existe el
concurso de voluntades de dos o más sujetos; por lo tanto, implica la manifestación
de dos o más voluntades, pero no basta, es necesario además que concuerden; b)
objeto que pueda ser materia de contratación (la doctrina ha distinguido entre objeto
directo del contrato que es la creación o transmisión de derechos y obligaciones y
objeto indirecto que es el contenido de la obligación que se constituye en virtud de
que dicho contrato; a esta última acepción nos estamos refiriendo); es decir, que
sea posible tanto física como jurídicamente; de acuerdo con él a. 1828 del CC, se
entiende que haya imposibilidad cuando un hecho no puede existir porque es
incompatible con una ley de la naturaleza (física) o con una norma jurídica que debe
regirlo necesariamente y que constituye un obstáculo insuperable para su
realización (jurídica). Además de estos elementos de existencia, es necesario que
se den ciertos requisitos o presupuestos de validez para que el contrato produzca
normalmente todos sus efectos jurídicos y no pueda ser invalidado.
Tal vez lo que ha sucedido frente a este fenómeno de la contratación en masa sea
una alteración de la teoría clásica del contrato, sin que se pueda decir que se ha
desdibujado o extinguido la figura del contrato, lo que sucede es que se ha
propendido por una agilización en la concertación de los contratos, de modo tal, que
sin suprimir el consentimiento, pueda alcanzarse muy rápidamente el acuerdo
contractual, logrando una reducción en los costos de transacción y potencializando
la eficiencia de la negociación. Aunque esta innegable y evidente alteración de la
forma en que se manifiestan las voluntades se separe de lo que venía
entendiéndose dentro de la teoría del contrato no por ello estos acuerdos dejan de
ser un contrato, me parece anotar que aunque la voluntad de uno de los celebrantes
se preste de una manera diferente a lo que solía ser hace años, no puede por ello
negarse a estos actos jurídicos, la naturaleza contractual. Ello mismo concluyó la
Corte Suprema de Justicia cuando anotó que:
Marco Legal: