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La Culpa del Hijo.

La cuestión criminal en psicoanálisis

Sergio Tonkonoff
UBA/CONICET

“Lo importante era haber reconocido que con


la Ley y el Crimen comenzaba el hombre.”
J. Lacan

El crimen y el castigo se encuentran en habita en cada humano, siendo siempre su


la raíz de la estructuración psíquica indivi- tentación y su tormento. Ya en 1897, Freud
dual tanto como en el origen de la cultura. afirmaba que:
Este postulado, descomunal e inquietante,
constituye el núcleo del abordaje freudiano “un sólo pensamiento de validez universal me ha sido
para el estudio de la personalidad y los or- dado. También en mí he hallado el enamoramiento de
denamientos sociales. Abordaje que, por lo la madre y los celos del padre, y ahora lo considero
mismo, tal vez pueda caracterizarse como una un suceso de validez universal de la niñez temprana”
criminología generalizada. Según Freud, dos (Freud, 1992:324)
son los crímenes fundamentales: el incesto y
el asesinato (del padre). Lo son porque exis- Lo que aquí se nombra pudorosamente
ten como impulso en cada niño que llega al será, en escritos posteriores, el deseo de tener
mundo, y permanecen como fantasma en cada “comercio sexual con la madre” y de “matar
adulto que vive en él. Y porque los efectos al padre”. Son estas exigencias pulsionales las
de su prohibición estructuran el psiquismo que deben ser procesadas exitosamente por
individual organizando su economía afectiva toda cultura para que la reproducción social y
y representacional, a la vez que hacen posible subjetiva sea posibles. Las claves de este pro-
y regulan el vínculo social. ceso radican en la operación de represión y en
Es decir que, para Freud, a diferencia de uno de sus efectos mayores, la culpa. Ambos
la antropología criminal de su tiempo, la garantizan, en Freud, el establecimiento y la
vocación incestuosa y asesina no se halla continuidad de la cultura y sus sujetos.
presente sólo en el pequeño grupo de indivi- En una breve definición, Freud dirá que
duos efectivamente incestuosos o parricidas: cultura es “todo aquello en que la vida humana
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ha superado sus condiciones zoológicas y se socio-cultural sólo es posible por la vigencia


distingue de la vida de los animales” (Freud, de las interdicciones de realización de aque-
1989:142). Es decir, que este concepto hace llos dos deseos universales e imperecederos:
referencia a los modos en que los seres hu- el incesto y el homicidio. Veremos también
manos consiguen protegerse de una naturaleza que estas prohibiciones (y las instituciones a
hostil, tanto como a la forma en que regulan las que dan origen) no nacen de un contrato
sus propias relaciones. Pero ambos elementos social racionalmente suscripto por entidades
son interdependientes: la disponibilidad y el autónomas, racionales y libres. Provienen, en
modo de distribución de los bienes surgidos cambio, del (mítico) asesinato de un padre
de la lucha contra la naturaleza, mediante el originario por parte de sus propios hijos, y
trabajo común, repercutirá sobre la relación de la comunidad y la religión que a partir de
entablada entre sí por los individuos y los allí se instituyen.
grupos. Sin embargo, ni la escasez ni la ine- De un modo más general cabe decir que,
quidad serán aquí tan hostiles a la cultura para Freud, la cultura existe allí donde el
como el individuo a quien ésta cumple en grueso de los individuos sujetos a ella han
proteger. Ello remite, en primer lugar, a una abandonado el objetivo primario de las pul-
determinada concepción de individuo, en la siones que los constituyen: la satisfacción
cual la energía que moviliza su pensamiento inmediata e indeterminada. Es decir, donde el
y su acción se encontraría en las pulsiones principio de placer ha sido transformado en
que residen en él o en ella. Así concebido, principio de realidad. Sólo esa comprensión
todo individuo posee un núcleo arcaico y –siempre traumática– de la imposibilidad de
permanente, gobernado por el mandato de la la gratificación total e indolora sobre cualquier
realización inmediata de los deseos –sexuales objeto, permitirá la formación de un ego or-
y destructivos– que lo habitan irremediable- ganizado. Comprensión en la que la “angustia
mente. Mandato que, como es de preveer, se social”, producto del temor al castigo y a la
opone tanto a la naturaleza como los demás pérdida del amor (una forma de castigo), ha de
individuos (y, en el límite, se opone a la pre- producir la represión y la sublimación de las
servación del individuo mismo). pulsiones sexuales y destructivas, haciendo
Freud estima, además, que el irreductible posible unidades sociales más amplias que
empuje de esos deseos es, con mucho, más la familiar.
poderoso que el interés racional de la comuni- Freud niega la existencia de una aversión
dad surgida del trabajo. De allí que, en franca natural a la violencia en general (y al incesto
controversia con el marxismo, afirme que la y al asesinato en particular), tanto como re-
médula de la cultura no está constituida por chaza la posibilidad de una estructura subje-
los medios de producción y distribución, ni tiva innata. Y hace reposar la posibilidad del
por los bienes mismos: más importantes son orden social y subjetivo en la introyección
los medios de coerción de los que aquella de las prohibiciones sociales. Prohibición
disponga frente a la rapacidad y al egoísmo en la cultura, represión en el individuo, y
de los individuos. formación de la personalidad, se encuentran
Estos medios son las prohibiciones, que, entonces directamente vinculados, y Freud
como veremos enseguida, constituyen una buscará explicar cada uno de estos elementos
especie de conciencia moral mítica de todo recurriendo a la formulación de un modelo
conjunto social. Para Freud, un ordenamiento genético o arqueológico.
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Prohibición, culpa y sujeto

El sentimiento de culpabilidad es, para diferencias sin negación. La negación, el


Freud, el mecanismo esencial de adscripción conflicto y la ambivalencia, sólo aparecen con
de los individuos a la cultura; y constituye, al el desarrollo del yo, y se presentan como tales
mismo tiempo, la clave del funcionamiento sólo desde su punto de vista.
del aparato psíquico y sus patologías. Esto es El segundo momento (arqueo)lógico en la
así, aún cuando no exista en su obra una ver- génesis de la subjetividad tiene lugar, precisa-
dadera sistematización de la problemática de mente, con la escisión del ello y la formación
la culpabilidad, y aún cuando en ella puedan del yo. Se trata de una instancia psíquica que
encontrarse serias aporías a este respecto (ver se caracterizaría por mediar entre los impera-
Voruz, 2006). Colocando en el centro de la di- tivos del ello –la satisfacción total e inmediata
námica subjetiva al complejo de Edipo, Freud de los impulsos pulsionales– y las leyes del
afirma el carácter obligatorio, estructurante y mundo exterior. Una vez constituido, el yo
universal de la culpabilidad, y a partir de ella conciente se caracteriza por la capacidad de
busca establecer el origen y el sentido de la atención, por la presencia determinante de jui-
vida psíquica. cios y razonamientos que buscan sostenerse en
En cuanto a esta arqueología de la subjetivi- una lógica de la identidad, y por la posibilidad
dad, el punto de partida freudiano es preciso: de producir acciones controladas. El ello, por
en el principio todo fue ello. En este polo, el su parte, permanece inmutable e inconsciente:
más arcaico de la personalidad, el magma de continúa siendo el espacio donde el tiempo
fuerzas pulsionales que es el cuerpo se presen- pierde su carácter de sucesión, y donde una
ta como energía “sin ligar” –es decir, pasible cosa puede ser una cosa y otra cosa a la vez.
de desplazarse libremente de un objeto a otro–. “El ello, alejado del mundo exterior, tiene
El ello no conoce juicios de valor; tampoco un mundo propio de percepciones” (Freud,
conoce las leyes del pensamiento consciente 1994:92). Este mundo es el de la alucinación
o secundario (los principios de contradicción en términos representacionales; y el de la
y tercero excluido). De allí que no haya en su necesidad perentoria de descarga, en términos
interior conflictos: en este espacio psíquico los energéticos.
impulsos y las ideas más opuestas permanecen Esta lógica alucinatoria (llamada pensami-
una junto a otra de un modo indiferente. A dife- ento primario) y la economía que la acompaña
rencia del yo, que constituye una organización (la del principio de placer, y el exceso mortal
caracterizada por su tendencia a la unificación que habita más allá de éste) nunca dejarán de
y la síntesis, el ello es “pedazos sueltos”. Es el acompañar al individuo y de obrar sobre él
mundo caótico de lo olvidado y lo reprimido, o ella, no importa cuán racional y civilizado
de los impulsos que persisten en su propó- sea. Serán “eso” que vive dentro suyo sin ser
sito nuclear: manifestarse y descargarse sin “yo”. Eso que se manifiesta en los sueños,
consideración uno del otro, y, sobre todo, sin los lapsus y los síntomas, pudiendo producir,
consideración de la realidad que los circunda también, comportamientos no controlados por
(realidad constituida por el mundo material y la conciencia, como los rituales cotidianos del
simbólico, y por los otros individuos). Recu- obsesivo y los “pasajes al acto” criminales.
rriendo a un vocabulario no freudiano puede El tercer momento arqueológico es el sur-
decirse que el ello es una multiplicidad pura, gimiento de una instancia que se diferencia
no estructurada, donde únicamente existen del yo en tanto obra como sede de los impera-
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tivos morales: Freud la denomina superyo. la carga del objeto deseado (la madre) y a
Esta instancia psíquica se producirá por la fortalecer, en su lugar, la identificación con la
paulatina metamorfosis de la coerción social figura amada y amenazante del padre. Así, la
externa en coerción interna. Será la conciencia figura paterna introyectada por identificación
moral del individuo, el espacio omnisciente concurre a la configuración de un superyo que
que lo inhibirá de descargar las pulsiones que impone su mandato: sé como tu padre, pero
contravienen sus mandatos, y dará lugar al respeta las cosas reservadas exclusivamente a
mecanismo de la culpa. él (a la sazón: tu madre). Y que, omnipresente,
La formación de este polo psíquico (la reconoce, además, la imposibilidad de cumplir
conciencia moral) deriva de esa encrucijada cabalmente tal imperativo en el plano de los
vital estructurante que Freud da a conocer con deseos. Así, aún efectuada la renuncia a las
el nombre de Complejo de Edipo, y cuyos pulsiones incestuosas y parricidas por temor a
comienzos narra de la siguiente manera: la autoridad, no se han saldado las deudas: los
deseos prohibidos persisten y no pueden ser
“el caso más sencillo toma en el niño la siguiente ocultados al superyo. Ahora cualquier pensa-
forma: el niño lleva a cabo muy tempranamente una miento (conciente o inconsciente) vinculado a
carga de objeto, que recae sobre la madre y tiene su ellos acarreará el correspondiente sentimiento
punto de partida en el seno materno [...] Del padre se de culpabilidad.
apodera el niño por identificación. Ambas relaciones Así define Freud a este “sentimiento”: “La
marchan paralelamente durante algún tiempo, hasta tensión creada entre el severo superyo y el yo
que, por una intensificación de los deseos sexuales subordinado al mismo la calificamos de sen-
orientados hacia la madre y por la percepción de que timiento de culpabilidad; se manifiesta bajo
el padre es un obstáculo opuesto a la realización de la forma de necesidad de castigo”. A partir
tales deseos, surge el complejo de Edipo. La identi- de aquí podemos comenzar a comprender la
ficación con el padre toma entonces un matiz hostil y conclusión que sigue a esta definición en ese
se transforma en el deseo de suprimir al padre para mismo pasaje célebre:
sustituirle cerca de la madre”. (Freud, 1993:566)
“la cultura domina la peligrosa inclinación agresiva
Pero, en este punto, aparece ante el niño la del individuo debilitando a éste, desarmándolo y
amenaza de castración que imagina encarna- haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su
da en la figura paterna. Esta imagen de una interior, como una guarnición militar en una cuidad
retaliación sangrienta lo conduce a abandonar conquistada”. (Freud, 1996:45)1

Tótem y Tabú: un modelo mitológico de las fuentes de las prohibiciones y la cultura

En su controvertido libro Tótem y Tabú cial de la represión de los deseos incestuosos


Freud se propone la exploración del origen so- y agresivos presentes en todo individuo. Pero

1
En un párrafo posterior señala: “Conocemos dos orí- de los instintos; el segundo impulsa además al castigo,
genes del sentimiento de culpabilidad: uno es el miedo dado que no es posible ocultar al superyo la persistencia
a la autoridad; el segundo, más reciente, es el temor al de los deseos prohibidos” (Freud, 1996:68).
superyo. El primero obliga a renunciar a la satisfacción
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dado que entiende que esta represión marca comienzo, arrepentimientos, pactos y, luego,
el comienzo del sujeto humano, esa búsqueda instituciones. Es que después de la rebelión,
lo conduce a la interrogación por los orígenes el padre asesinado fue devorado en una ce-
de la prohibición misma del asesinato y el remonia que fungió de pacto e instituyó las
incesto. Es decir, lo lleva a la interrogación prohibiciones fundamentales a las que, en lo
por el pasaje de la naturaleza a la cultura. Y la sucesivo, la comunidad de hermanos se debió
respuesta que elabora a esta cuestión, resulta ajustar para vivir en paz. Las instituciones en
tan desconcertante como el problema al que cuestión fueron, en principio tres: a) el tabú
se que enfrenta. Para dar cuenta de tal pasaje totémico (prohibición de matar al tótem que
Freud se entrega a la construcción de, lo que ahora representa, protege e identifica a los
él mismo llamó, un mito científico. miembros de la comunidad); b) la ley de exo-
Allí afirma que, in illo tempore, el estado gamia (por la que los hermanos declinan de
social primitivo fue el de la pequeña horda tomar las mujeres que el asesinato ha dejado a
dominada por un padre despótico y robusto su alcance); y c) la prohibición del homicidio
que, al modo de los primates superiores, se (entre los miembros del mismo grupo).
apoderaba de todas las hembras del grupo Ahora bien, con la fundación de estas insti-
y expulsaba a los machos más jóvenes (sus tuciones, los hermanos no hacen otra cosa que
propios hijos) a medida que iban creciendo. “desautorizar” su acto criminal, renunciando
De esta manera, es decir, violentamente, el a recoger los frutos de su crimen. Resulta de
padre garantizaba la exogamia: prohibía las esto el, aparentemente paradójico, reestable-
relaciones (hetero) sexuales al interior de la cimiento la situación de privación que había
horda. Hasta que motivado el parricidio, y la restitución del
poder al padre (ahora muerto) a través de la
“los hermanos expulsados se reunieron un día, obediencia retrospectiva a sus mandatos.
mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo Los motivos de la curiosa actitud que ins-
así fin a la existencia de la horda paterna. Unidos tituye la organización moral y religiosa de la
emprendieron y llevaron a cabo lo que individual- sociedad son, para Freud, en parte prácticos
mente les hubiera sido imposible (…) Tratándose de y en parte psicológicos. Por un lado, la ley de
salvajes caníbales era natural que devorasen el ca- exogamia (el tabú del incesto) derivaría de la
dáver. Además, el violento y tiránico padre constituía necesidad de evitar los enfrentamientos por
seguramente el modelo envidiado y temido de cado las mujeres, ya que “la necesidad sexual, lejos
uno de los miembros de la asociación fraternal, y al de unir a los hombres, los divide”. Si querían
devorarlo se identificaban con él y se apropiaban de preservar la unidad que habían conseguido,
una parte de su fuerza. La comida totémica, quizá la los hermanos debían evitar seguir el ejemplo
primera fiesta de la humanidad, sería la reproducción del padre en este punto: tenían que renunciar
conmemorativa de este acto criminal y memorable, a la aspiración individual de poseerlas a todas
que constituyó el punto de partida de las organiza- y exclusivamente, como él lo había hecho.
ciones sociales, de las restricciones morales y de la Pero está conclusión no habría sido sólo el
religión”. (Freud, 1998:167) producto de un razonamiento abstracto. En
este punto Freud deja entrever la posibilidad
De manera que esta mito-lógica postula de un intervalo de violentas luchas producidas
un crimen en el comienzo de la cultura –de por el intento de cada uno de ocupar el lugar
toda cultura–. Pero también imagina, en ese del padre destituido. Luchas fraticidas luego
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de las cuales los hijos instituyen la ley de la horda fraterna a restaurar el lugar del padre
exogamia.2 A esto agrega Freud la sugerencia en forma de símbolo (totémico), a venerarlo
de que las razones de esta institución no radi- y a obedecerlo, para aplacar la culpa que los
can exclusivamente en esa sabiduría en parte atormentaba.
racional, en parte práctica (y en cierta medida He allí una de las características que Freud
instrumental), provista por la experiencia del menciona como fundamentales de la estructu-
conflicto inter-pares. Hay aún otro elemento ra de toda religión: el respeto y la obediencia
a tener en cuenta: la institución de esta ley a un símbolo de autoridad, motivados por el
–y de las otras– tiene lugar en el marco del sentimiento de culpabilidad. La otra carac-
amor homosexual que los hermanos adqui- terística elemental que señala, se configura
rieron “durante la época de su destierro”, así como la contracara de ésta. Se trata de la
como del sentimiento de poderío alcanzado transgresión (ritual) de la ley (del padre). Tal
colectivamente con la victoria sobre el padre es la forma que asumen en la esfera religiosa
excluyente. las “tendencias sociales de los hermanos”,
En cuanto al tabú instituyente de la religión aquellas que tuvieron lugar durante el período
(la prohibición de matar al tótem), éste se de expulsión y alcanzaron su cima en la acción
deriva, sobre todo, de un motivo psicológico colectiva del homicidio primordial, y que se
particular: el sentimiento de culpa. El tótem, revitalizan rememorándolo.3
animal o planta que en adelante será sagrado, Finalmente, son esas mismas tendencias
no puede ser muerto ni consumido por los sociales de los hijos las que, sumadas a la
miembros del grupo. O, más bien, sólo puede experiencia de la lucha entre ellos, los llevan
serlo de manera ritual. Esto es así, porque, a “santificar la sangre común” prohibiendo el
según Freud, ese tótem no es otra cosa que fratricidio. Así se garantizan recíprocamente
la “sustitución lógica y natural del padre”, la la vida, prometiéndose que ninguno de ellos
trasmutación simbólica del progenitor déspota sufriría en manos del otro el destino del padre
asesinado. Pero hacia este padre abusivo y ultimado. Al decir de Freud:
violento aquellos primeros hijos albergaban
sentimientos ambivalentes: no sólo lo odiaban “A la prohibición de matar al tótem, que es de na-
y le temían, también lo amaban y admira- turaleza religiosa, se añade ahora otra de carácter
ban. Por eso, luego del parricidio colectivo social, la del fratricidio, y transcurrirá mucho tiempo
sobrevino el remordimiento que llevó a la antes de que esa prohibición llegue a constituir,

2
Esta posibilidad se plantea explícitamente en Freud puestas por la obediencia retrospectiva, y convierte en
(2001). deber la reproducción del parricidio en el sacrificio del
3
Esta trasgresión ritual asume, por lo general, la forma animal totémico, siempre que el beneficio adquirido
de sacrificio. Freud lo pone de este modo: “la religión a consecuencia de tal crimen, o sea, la asimilación y
del totemismo no abarca solamente las manifestaciones la apropiación de las cualidades del padre, amenazan
de arrepentimiento y las tentativas de reconciliación, desaparecer y desvanecerse bajo la influencia de nuevas
sino que sirve también para conservar el recuerdo transformaciones de la vida. No habrá de sorprendernos
del triunfo conseguido sobre el padre. La satisfacción comprobar que este factor de hostilidad filial vuelva
emanada de este triunfo conduce a la institución de la a surgir, a veces bajo los mas singulares disfraces y
comida totémica, fiesta conmemorativa con ocasión transformaciones ulteriores, en productos religiosos”
de la cual son levantadas todas las prohibiciones im- (Freud, 1998:170).
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sobrepasando los limites del clan, el breve y preciso tiránico a quien su descendencia subyugada
mandamiento ‘no matarás’”. (Freud, 1998:171) profesaba tanto odio como amor. Ese es el
acto que da lugar a la “gran transformación”
De modo que en el origen de las prohibi- cultural productiva de 1) las normas morales,
ciones no habría sentimientos biológicamente 2) la calificación de los actos que tendrán
heredados (la piedad y la probidad, según el lugar en el seno de la comunidad (es decir,
positivista Garófalo), ni un contrato social al de la creación de los crímenes), y 3) la reli-
que se accede por las vías del entendimiento gión como el espacio simbólico en el que se
racional (como postula la tradición iusnatura- expresa y regula comunitariamente la culpa
lista). El acto fundacional de lo social es, en por aquella gigantesca transgresión.
Freud, el linchamiento colectivo de un padre

Interpretaciones del Mito Científico del Crimen Primordial

Habría al menos dos formas de entender primitiva” del asesinato del padre, figura
esta (re)construcción freudiana, según se tachado en el original como “la gran tragedia
enfatice uno u otro componente del sintagma mitológica” (Bernstein, 2005).
“mito científico”. La primera consiste en ver A lo largo del libro, Freud parece dudar
en ella un intento por dar cuenta de manera respecto de la realidad histórica del asesinato
positiva –científica o filosóficamente– del del padre primitivo. Señala que, en todo caso,
paso de la naturaleza a la cultura, creyendo no habría que verlo como un hecho único y da-
que se trata de un problema que verdadera- tado, sino como un evento que se ha repetido
mente puede ser resuelto. La otra consiste en a lo largo del tiempo y del espacio. Después,
tomarla como un conjunto, altamente especu- considera la posibilidad de que un aconteci-
lativo, de hipótesis reguladoras: un dispositivo miento así jamás haya ocurrido en realidad, y
formulado, no para afrontar la cuestión de los concluye que, sea como fuere, se trata de un
orígenes históricos de la humanidad, sino para crimen que existe como un fantasma en cada
producir interpretaciones sobre las culturas individuo, y que esto es lo que cuenta y tiene
y las subjetividades pasadas y, sobre todo, eficacia real. Vale la pena citar in extenso estas
presentes. Este último es el modo efectivo de conclusiones:
obrar de Freud tanto en su clínica social como
individual, aún cuando nunca haya renunciado “Hemos concebido las primeras prescripciones y
a la formulación de una antropología filosófica restricciones de orden moral como reacción a un
que postula características universales huma- acto que proporcionó a sus autores la noción de
nas en términos de sus orígenes y las etapas crimen. Arrepintiéndose de la comisión de dicho acto,
de desarrollo. Dicho de otro modo: ambas decidieron excluir su repetición y renunciar a los
posiciones interpretativas coexisten en el beneficios que el mismo podía haberles procurado.
propio Freud, y se presentan muy claramente Esta fecunda conciencia de la culpabilidad no se ha
en el texto de 1916 que hemos reseñado. Esto extinguido aún entre nosotros. Volveremos a hallarla
puede verse con claridad en las numerosas especialmente y con una eficacia asocial, en nuestros
correcciones hechas al original de Tótem y neuróticos, en los que produce nuevos preceptos mo-
Tabú. En el capítulo “El retorno infantil al rales y continuas restricciones, a título de expiación
totemismo”, por ejemplo, lo que quedó en de los crímenes cometidos y de precaución contra la
la versión impresa como “la gran tragedia ejecución de otros nuevos. Pero cuando investigamos
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en estos neuróticos los actos que han despertado tales nuestra civilización, que tan justificado orgullo nos
reacciones, quedamos defraudados. La conciencia de inspira, a un horrible crimen, contrario a todos
su culpabilidad no se basa en actos, sino en impulsos nuestros sentimientos. El encadenamiento causal
y sentimientos orientados hacia el mal, pero que que se extiende desde tales comienzos hasta nuestros
jamás se han traducido en una acción. La conciencia días no quedaría interrumpido por este hecho, pues
de la culpabilidad, que agobia a estos enfermos, se la realidad psíquica bastaría para explicar todas las
basa en realidades puramente psíquicas y no en reali- consecuencias indicadas”. (Freud, 1998:185/6)
dades materiales. Los neuróticos se caracterizan por
situar la realidad psíquica por encima de la material, De modo que la ambigüedad de la posición
reaccionando a ideas como los hombres normales freudiana tiende a resolverse en la formula-
reaccionan tan sólo a las realidades. ción del mito de la horda convertido en un
¿No podrá acaso haber sucedido algo análogo entre "como sí" de gran potencia heurística. En
los primitivos? Podemos atribuirles, justificadamen- primer lugar, constituye un modelo acerca
te, una extraordinaria sobreestimación de sus actos de la formación y el funcionamiento de las
psíquicos como fenómeno parcial de su organización prohibiciones sociales fundamentales, y de
narcisista. Por lo tanto, los simples impulsos hostiles su radical importancia para la configuración
contra el padre y la existencia de la fantasía optativa de todo orden social y subjetivo. Luego, es un
de matarle y devorarle hubieran podido bastar para modelo que sirve para describir e interpretar
provocar aquella reacción moral que ha creado formaciones culturales y sus “malestares”,
al totemismo y al tabú. De este modo eludiríamos tanto como la estructura psíquica de los indi-
la necesidad de hacer remontar los comienzos de viduos y sus patologías.

Criminalidad o neurosis: Hamlet y Dostoievsky

“Difícilmente se deba al azar que las tres obras maestras de la literatura


de todos los tiempos traten del mismo tema, el del parricidio: Edipo Rey, de
Sófocles; Hamlet, de Shakespeare, y Los Hermanos Karamazov, de Dostoievsky.
Además, en las tres queda al descubierto como motivo del crimen
la rivalidad sexual por la mujer.”
S. Freud, Carta del 15 de octubre de 1897

Vimos que la situación anterior a la salida la crisis edípica es superada exitosamente, la


del conflicto edípico se caracteriza por el temor coacción moral se integra a la personalidad
al castigo, derivado de los intentos de poseer ajustando la identificación con la autoridad
a la madre, provenía de amenazas externas. exterior (en primer lugar con la autoridad
Situación conflictiva y angustiante que se parental, y luego con las autoridades sociales).
intenta resolver con interiorización de la ins- De modo que, al final de este proceso progre-
tancia prohibitiva. A partir de allí, lo que antes sivo, el individuo podrá reprimir cabalmente
aparecía como temor a una represalia externa, –y sublimar– aquellos deseos (socialmente)
tiene lugar como temor a la instancia moral criminales; sacrificarlos en favor de una ley
que se ha introyectado. Pero además, ahora no que se presenta, dentro de su economía psí-
importa si el acto transgresor fue efectivamen- quica, como legitima. Cuando esta integración
te realizado, basta con haberlo deseado para no se produce satisfactoriamente, el superyo
sufrir la retaliación de esa instancia. Cuando permanece como un cuerpo extraño, como una
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fuerza ilegítima y, sin embargo, poderosa y tanto el autor imaginario de violaciones a la


operante, al interior de esa economía. Estamos ley (del padre) como el juez y verdugo de
entonces ante la neurosis. las mismas.4 Sus síntomas serían entonces
En este punto Freud podrá afirmar que expresiones simbólicas tanto de las puniciones
neurótico es quien vive dominado por el de- como de las transgresiones que lo habitan
seo de la madre. Es decir, neurótico es quien como fantasías (irrealidades muy eficaces, a
vive subyugado por un deseo prohibido por juzgar por la impresionante materialidad de
la cultura. Lo que, el interior del esquema aquellos).
interpretativo que examinamos, equivale a su Estos síntomas son, como los sueños, for-
vez a afirmar que este deseo, por haber sido maciones de compromiso que manifiestan
fantaseado, es un anhelo siempre ya realiza- el conflicto entre las fuerzas reprimidas y
do, y siempre ya castigado por la autoridad represoras que habitan en todo individuo.
moral interna (el superyo). Por eso también Freud los caracteriza como “formas expresi-
puede afirmarse que neurótico es aquel que vas transaccionales” (Freud, 1992a), produc-
vive dominado por la culpa (inconsciente). ciones ambiguas que enuncian de un modo
Así, este tipo de economía psíquica continúa críptico dos movimientos contradictorios:
siendo regulada centralmente por la escena la afirmación de un deseo y su rechazo. En
espectral del crimen incestuoso y parricida, las neurosis esas fuerzas reprimidas (hechas
y del castigo que, en una lógica arcaica, le fundamentalmente de sentidos, imágenes,
correspondería: la castración. Sanción que afectos y recuerdos prohibidos) se activan
el culpable, movido por un superyo omnis- de un modo particular en su lucha contra
ciente y justiciero, buscará tan ávida como fuerzas represoras que, si bien están hechas
ciegamente, y que encontrará en diversos de representaciones y afectos vinculados a
sufrimientos sustitutos. Esos sufrimientos la ley social, se encuentran, en estos casos,
simbolizarán la punición interna, que será erotizadas. Es decir que la que aquí castiga
siempre en última instancia insuficiente dado es una ley lúbrica y gozadora. Se produce, de
el tamaño de la falta que intenta expiar. Así, este modo, una compleja dialéctica de placer
por ejemplo, los síntomas psico-somáticos o y culpabilidad, de goce y sufrimiento, mani-
las conductas de fracaso cumplirían en infligir fiesta en estas formaciones de compromiso
las penalizaciones expiatorias correspondien- que satisfacen de manera velada, restringida
tes a aquellas fantasías tan criminales como y distorsionada tanto al deseo prohibido como
contumaces. a las exigencias de la moral vigente.
En este sentido, lo que el psicoanálisis Uno de los ejemplos más notables provistos
(clásico) llama neurosis, constituye una con- por Freud para ilustrar esto es la célebre epi-
figuración libidinal y fantasmática que puede lepsia de Dostoievsky. De la personalidad del
describirse como la realización completa del escritor ruso, Freud destaca de tres factores, a
ciclo del crimen y el castigo teniendo lugar saber: la extraordinaria intensidad de su afec-
dentro de un sólo individuo. El neurótico es tividad, su talento artístico, y su “disposición

4
Por eso el modelo cultural que mejor describe la neu- aquel adversario al que ha asesinado es su padre. Con
rosis es el de la tragedia: Edipo no sabe, al momento de todo, se considera (trágicamente) culpable, y por ello se
poseerla, que su esposa es su madre. Tampoco sabe que arranca los ojos –es decir, se castra simbólicamente.
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pulsional perversa que debía moverlo a ser en vengar la muerte de su padre en manos de
un sadomasoquista o un delincuente” (Freud, quien se casará con su madre (Claudio). Y ello
1992b). El primero y el segundo rasgo parecen a pesar de que ese era su deber moral y políti-
interesarle menos que el último. Atravesando la camente ineluctable. No es que Hamlet fuera
encrucijada que implica la descarga o la intro- incapaz de matar en general, sólo que en este
yección de los instintos sexuales y destructivos caso, afirma Freud, la culpa le impide actuar.
primordiales, Dostoievsky habría devenido Se encuentra paralizado “por la tortura que le
sadomasoquista. Las poderosas pulsiones “que depara el oscuro recuerdo de haber meditado la
fácilmente lo habrían convertido en un cri- misma fechoría contra el padre por pasión hacia
minal”, se volvieron contra él, expresándose la madre (...) Su conciencia es su conciencia
como un agudo sentimiento de culpa. Tan de culpa inconsciente” (Freud, 1992:186).
potentes eran aquellas pulsiones y tan intenso Claudio realiza el deseo incumplido de Hamlet.
este sentimiento, que, en la hipótesis de Freud, Éste, por su parte, buscará una forma radical
la epilepsia de Dostoievsky debe entenderse de expiación al sufrir idéntico destino que su
como un síntoma de su neurosis grave. “La padre-rey siendo envenenado por ese mismo
culpa universal, la culpa del hijo”, se expresaría rival. De ese modo expía, puede pensarse
violentamente en esos ataques epilépticos, a freudianamente, tanto la culpa de no haber re-
los que Freud caracteriza como “ataques de alizado la venganza ordenada, como la de haber
muerte”: expediciones punitivas de un superyo deseado aquel objeto que pertenecía a su padre.
hipermoral que ha reconocido, y castiga, al Su muerte que sería entonces una solución de
“criminal primordial”, aquel que ha realizado compromiso final, por cuanto manifestaría
imaginariamente sus deseos prohibidos. una doble identificación con el padre: Hamlet
Otro ejemplo notorio de los síntomas que pa- es (como) su padre por cuanto corre su misma
decen (y gozan) aquellos que no pueden, como suerte, al tiempo que (le) paga el tributo más
el Edipo de la tragedia, ocupar efectivamente el riguroso por no haber cumplido sus mandatos
lugar del padre, sería, para Freud, la duda trág- (“no ocupes mi lugar, y, además, véngame de
ica de Hamlet. El héroe shakespereano vacila aquel que me ha desplazado”).

Neurosis y criminalidad: “el pálido delincuente”

Sobre el final del siglo XIX, Cesare Lom- tanto desde el punto de vista psicológico como
broso y sus colegas italianos habían impactado morfológico. Por su afectividad efervescente,
fuertemente sobre la opinión pública mundial, su obstinado recurso a la violencia, por su
afirmando la existencia de delincuentes natos. ausencia de reflexividad e inhibiciones, pero
Criaturas que serían parte de una especie también por sus rasgos fisonómicos y su con-
distinta a la conformada por los individuos figuración instintiva, estos individuos tendrían
normales, por cuanto, estando mórbidamente algo de animales y algo de primitivos. La
constituidas, serían incapaces de adaptación a cuestión criminal se resolvería entonces cuando
las leyes sociales y se verían fatalmente presas esta minoría recalcitrante a la civilización y sus
de impulsos criminales irrefrenables. Lombro- normas fuera neutralizada, separada efectiva-
so caracterizaba a estos seres como atávicos, mente del conjunto social.5

5
Estos delincuentes natos serían intratables, pero junto accesibles a una terapéutica normalizadora que podría,
a ellos existirían, para Lombroso, otros tipos criminales eventualmente, re-socializarlos (Lombroso, 1943).
La Culpa del Hijo. La cuestión criminal en psicoanálisis 75

Si fuera necesario mantener la cuestión quedaba ocupada de algún modo (...) Por paradójico
en estos términos podríamos decir que el que pueda sonar, debo sostener que ahí la concien-
psicoanálisis, por su parte, sostiene que todo cia de culpa preexistía a la falta, que no procedía
individuo humano es un delincuente nato. de esta, sino que, a la inversa, la falta provenía de
Y esto porque, como queda dicho, violentas la conciencia de culpa. A estas personas es lícito
exigencias pulsionales –imposibles de satis- designarlas como ‘“delincuentes por conciencia de
facer si se quiere preservar la vida social y culpa’”. (Freud, 1992c:338)
resguardar al propio individuo– constituyen el
núcleo originario universal de la subjetividad En esta ocasión Freud reconoce a un pre-
humana. Núcleo netamente anti-social, que cursor consignando que el aforismo de Zara-
comporta una tensa lucha contra las reglas tustra titulado “Sobre el pálido delincuente”
básicas estructurantes de cualquier cultura ya había tratado ese fenómeno. Recordemos
(las prohibiciones del asesinato y el incesto). que allí Nietzsche habla de un hombre al que
Planteados estos presupuestos fundamen- la justicia penal encontró culpable de homi-
tales, el problema teórico que comporta la cidio atribuyéndole móviles utilitarios. Aquí,
cuestión criminal no consistiría tanto en los jueces supusieron que el inculpado había
explicar porqué delinque el escaso número matado para robar. El asesino, por su parte,
de individuos efectivamente transgresores de también aceptó para sí esa explicación (esa, o
la ley, sino porqué no lo hace la mayoría. Y cualquier otra que sea razonable: la venganza,
aquí la respuesta, presentada de una manera por ejemplo). Sin embargo, afirma Nietzsche,
muy general y esquemática, es que, en esa el crimen cometido no perseguía un fin racio-
mayoría, el mecanismo subyugante de la nal; el asesino, aún sin saberlo, sólo procuraba
culpa funciona bien. “emborracharse con la voluptuosidad del
Al interior de la minoría que efectiva- cuchillo” (Nietzsche, 1996:55). Quería ma-
mente viola las regulaciones del derecho tar y no robar. Ante esta visión insensata, el
penal, Freud distingue, al menos, dos tipos: propio criminal palideció, no tuvo la fuerza
aquellos que lo hacen por conveniencia o para mantenerse a la altura de su acto. Por
beneficio, y aquellos que lo hacen movidos ello debió aceptar su culpa como un modo
por motivos inconscientes. Sólo los segundos de intentar inteligibilidad para su crimen, y
fueron objeto del interés sostenido de los de expiarlo procurándose un castigo. En la
psicoanalistas. interpretación de Freud, esto hacía patente,
En un artículo de 1916, Freud había anali- también en este caso, “la preexistencia del
zado ciertos casos en los que el sentimiento sentimiento de culpa y el recurso a la falta para
de culpabilidad se manifestaba en forma de su racionalización” (Freud, 1992c:338).
necesidad de un castigo externo. En relación En este punto, y para avanzar en el análisis
a algunos individuos que habían transgredido de esta caracterología, es casi imposible no
la ley consignaba que referirse a Raskolnikov, el protagonista de la
novela Crimen y Castigo, quien también era
“tales fechorías se consumaban sobre todo porque pálido y del que también puede afirmarse que
eran prohibidas y porque a su ejecución iba unido más que matar para robar había robado al ma-
cierto alivio anímico para el malhechor. Este sufría tar. Este asesino-héroe de Dostoievsky, acaba
una acuciante conciencia de culpa, de origen desco- violentamente con la vida de dos anciana usu-
nocido, y después de cometer una falta esa presión reras, se apropia el dinero que guardaban, y
se aliviaba. Por lo menos, la conciencia de culpa consigue salir airoso de la escena. Sin embar-
76 Sergio Tonkonoff

go, después de un tiempo vuelve varias veces que un impedimento para sus transgresiones
al sitio donde había cometido sus homicidios, (Alexander y Staubb, 1961).
hasta que finalmente es apresado por la poli- Ya Dostoievsky había intuido, en términos
cía. ¿Por qué éste, o cualquier otro, asesino generales, este tipo de mecanismo interno:
regresa al lugar de su crimen exponiéndose a
ser capturado y punido? Una interpretación “en mi novela se encuentra una alusión a la idea
psicoanalítica clásicamente freudiana dirá de que el castigo jurídico de los delincuentes asusta
que los motivos (inconscientes) son dobles. e intimida menos a estos de lo que el legislador
Por un lado, el transgresor se ve compelido imagina, lo que se debe, en parte, a la razón de que
por una tendencia a revivir, en algún sentido, el propio malhechor de por sí pide ya moralmente
el oscuro placer que obtuvo con la realización castigo”. (Dostoievsky, 2000:171)
del crimen. Por otro, se ve actuado por una
compulsión expiatoria no menos poderosa. El psicoanálisis, por su parte, comporta
De manera que, en ese único acto, tienen toda una teoría de la personalidad que parece
lugar dos tendencias de igual intensidad pero capaz de explicar (y no sólo de describir) este
dirección contraria. Se trata de una conducta fenómeno, al que considera un caso más –si
que cumple en satisfacer tanto al deseo prohi- bien espectacular– de neurosis. Claro que se
bido como a la moral introyectada. Sólo que trata de un caso que presenta la importante
para que ésta última se realice plenamente, particularidad de que en él, un conflicto íntimo
el transgresor debe ser descubierto. De allí no puede resolverse exclusivamente a través
que detrás del retorno a la escena del crimen de la fantasía o el síntoma.
haya un intento de auto-traición –casi siem- Aquello que en el neurótico es exteriorizado
pre exitoso–. Es que para completar el ciclo simbólicamente, en este tipo de criminal se
dinámico que debería equilibrar su economía transforma en acto. El primero se satisface
interna, este trasgresor debe ser castigado, con el fantasma de la transgresión y consigue
por ello –ante la imposibilidad de “hacer sín- con ello un castigo interno; mientras que el se-
toma”, o ante la insuficiencia compensatoria gundo también fantasea pero no puede evitar
de sus sintomatizaciones– busca el concurso la acción transgresora. Esta diferencia remite
de agentes punitivos externos. a las respectivas estructuras y economías
Esta puesta en escena no simbólica tiene, anímicas en cuestión. Este criminal no puede
en el criminal (neurótico), consecuencias aná- evitar actuar porque las instancias impeditivas
logas a las provistas por los síntomas psico- se encuentran integradas al resto del aparato
somáticos en el neurótico (a secas), por cuanto psíquico de un modo aún más débil que en el
implica una “satisfacción sufriente” y redunda neurótico. Pero están muy lejos de encontrarse
en cierto re-equilibrio en su economía interna. ausentes. Un delincuente así, el único que el
Tal mecanismo se replicará una vez más en psicoanálisis (desde Freud al primer Lacan,
el acto de confesión pública del crimen. Acto pasando por Alexander, Reick, y Lagache)
mediante el cual el criminal exhibe su trans- ha estudiado en profundidad, transgrede el
gresión al tiempo que recibe su sanción (en el código penal en busca de expiar un crimen
doble sentido de castigo y confirmación o re- anterior, más “original”: el que ha violado la
conocimiento). Por eso ha podido decirse que, ley del padre que violentamente lo habita.
para este tipo de delincuente, la promesa de Se ve que el delincuente freudiano nunca
un castigo penal constituye más un estímulo es pura pulsión desatada, un hombre o una
La Culpa del Hijo. La cuestión criminal en psicoanálisis 77

mujer actuado por la naturaleza. Posee, antes del código despótico del padre de la horda,
bien, un fuerte (aunque desajustado) vínculo impide distinguir clara y mesuradamente lo
con la ley. La prohibición vive en su interior (socialmente) bueno de lo malo, lo justo de
y lo actúa con determinación, pero vive, en lo injusto, y –sobre todo– la fantasía de la
cierto modo, “fuera de quicio” –como el realidad. Es una ley hiper-moral y cruel, que
tiempo de Hamlet–. Es una ley que por estar castiga siempre en exceso y encuentra placer
erotizada es arbitraria y sádica. A la manera en su propia desmesura.

Pulsión y/o sociedad: la violencia en psicoanálisis

Para comprender la especificidad de la primitivos. De este modo se presenta a la


explicación psicoanalítica en relación a la sociedad en las antípodas de la raíz instintiva
violencia el general, y la violencia delictiva del deseo, y se entiende al deseo como anverso
en particular, resulta de suma utilidad su com- irreductible de la sociedad, promotor de una
paración con dos paradigmas que, en distintos violencia sin sentido.
sentidos, le son próximos: la filosofía política Sin dudas no es éste un malentendido ca-
hobbesiana y la antropología criminal positi- sual. La serie instinto-arcaísmo-violencia, y el
vista. Comparación que resulta imprescindi- establecimiento de un vínculo analógico entre
ble por cuanto, especialmente en este tema, estos elementos y las características atribuidas
puede verificarse la subrepticia infiltración de a los pueblos arcaicos, los niños, las mujeres
ambos en los desarrollos teóricos de un buen y las multitudes, eran parte del zeitgeist de la
número de comentadores y críticos que se comunidad científica europea en el momento
reivindican como freudianos –y acaso en el que Freud pensaba y escribía (ver Nye 1984;
mismo Freud–. El cotejo de estas posiciones, Foucault, 1999). Es innegable, además, que
y el esfuerzo por diferenciarlas, nos permitirá tales elementos se encuentran, de algún modo,
circunscribir algunos elementos, tan centrales en sus teorías sobre el individuo y la sociedad
como característicos, en este modo de abordar –y las relaciones entre ambos–. También el
el problema de la violencia en las sociedades psicoanálisis afirma que la violencia (criminal
autoproclamadas civilizadas. o bélica) tiene sus fuentes en la actuación de
Por el lado de los riesgos biologisistas impulsos irracionales. Impulsos que protago-
próximos a la concepción freudiana, las con- nizan procesos que describe y explica median-
fusiones suelen presentarse en dos nociones te el modelo de la regresión. Es decir, a partir
cardinales y relacionadas: la de instinto y de postular a las motivaciones del comporta-
la de regresión o arcaísmo. A partir de ellas miento violento como idénticas a las harían
suele (mal)entenderse al discurso freudiano actuar a los primitivos y los niños. Con todo,
como portador de una constelación de re- existen profundas e insalvables diferencias
presentaciones vigentes en el sentido común entre el biologisismo darwinista de la vuelta
europeo moderno que, en realidad, han sido del siglo y la explicación psicoanalítica. Y
promovidas o rubricadas por el positivismo es que Freud resignifica y recompone todos
evolucionista de fin del siglo XIX. Represen- esos elementos de un modo probablemente
taciones que igualan pulsión a instinto, y que, revolucionario.
a su vez, ligan ese instinto al salvajismo de En primer lugar, es preciso señalar que
los animales y a la ferocidad de los pueblos uno de los postulados, sino más originales al
78 Sergio Tonkonoff

menos más específicos de su pensamiento, que se van acumulando a lo largo del tiempo
consiste en oponer pulsión a instinto. En y quedan como modelos (de satisfacción).
Freud, el instinto constituye un impulso here- Y su deseo es la moción de volver siempre
ditariamente determinado, con escasas o nulas a aquellas formas primeras de satisfacción.
variaciones entre los individuos de una misma Si tenemos en cuenta que, para Freud, la
especie, y posee, además, una finalidad deter- cultura se forma a partir del vinculo libidinal
minada; mientras que la pulsión es un empuje –sublimado y homo-sexualizado– que forma
sin objetos ni medios de realización fijados de conjuntos mayores a unidad la familiar, y que
antemano. Si bien las pulsiones tendrían su el primer objeto de satisfacción (total y aluci-
fuente en fenómenos orgánicos productores nada) es la madre, entonces comprenderemos
de tensiones internas, los objetos a los que porqué estos rasgos convierten a las pulsiones
se adhieren y los objetivos que persiguen, le en (originariamente) anti-sociales.
otorgan un destino esencialmente psíquico Ahora bien, si la inhibición y transforma-
(Freud, 1992d). O, dicho de otro modo: por ción de las pulsiones no se produce mediante
estar cargado de sentido, el comportamiento dispositivos biológicamente heredados, y si la
originado por las pulsiones, el comporta- conciencia (que sería sobre todo conciencia
miento humano, permanece, a diferencia del moral) no es una estructura innata, entonces es
animal, siempre radicalmente indeterminado.6 necesario explicarlas desde el punto de vista
Pero, por lo mismo, ese mundo pulsional tam- de su génesis. Es preciso explicar el paso de
bién está penetrado por la cultura, marcado una dinámica pulsional en la que prevalecen
históricamente. las descargas agresivas inmediatas y las fija-
Pugnar por su descarga inmediata y actuar ciones incestuosas –dinámica que abarca en
“hacia atrás”, son las otras dos características sus comienzos la totalidad funcionamiento
básicas de las pulsiones. La esencia, por así psíquico– a otra en la que dominan la demora,
decirlo, de la economía pulsional no es el la sustitución e inhibición de esas descargas,
aplazamiento y el ahorro, sino el gasto a fondo así como el reemplazo de sus primeros ob-
perdido. Pero además, dado que cada satis- jetos. Queda dicho que la causa de esa trans-
facción pulsional deja una huella mnémica, formación es la represión y la identificación
la lógica del deseo es la de fijarse a esas de cada individuo con la figura de la autoridad
huellas y volver a satisfacerse, cada vez, del (que, en Freud, es la figura paterna). Concebir
mismo modo. Por eso el sujeto Freudiano es a la socialización individual de esta manera,
una trama de capas geológicas, compuestas involucra, a su vez, el problema de “la primera
por las marcas de la consumación del placer represión” en términos diacrónicos, y de la

6
“La doctrina de las pulsiones es, por así decirlo, nuestra suprimir la tensión. Las pulsiones no son pasibles de ser
mitología” escribe Freud en 1932. La palabra alemana subsumidas en la oposición consciencia/inconsciencia,
trieb alude a un empuje sin énfasis en finalidad ni en no pueden ser objeto de la conciencia y sólo se hallan
medios precisos En concordancia con este sentido, los en el inconsciente a través de representaciones (ver
elementos de la pulsión freudiana son tres: 1) la fuente: Laplanche y Pontalis, 1983). De modo que pulsión es el
un estado de tensión o excitación corporal 2) el fin: primer concepto de la energética freudiana y represen-
suprimir el estado de tensión 3) el objeto: un medio tante pulsional, el primer concepto de su hermenéutica
–cualquiera, en principio– a través del cual se logra (ver Ricoeur, 1985).
La Culpa del Hijo. La cuestión criminal en psicoanálisis 79

represión como institución social en términos productor de la cultura –o del orden simbólico,
sincrónicos.7 para decirlo con el estructuralismo.9
Como vimos, filo o socio-genéticamente, Sin embargo, ni en el individuo ni en la so-
las prohibiciones fundamentales procederían ciedad, la paz relativa y el equilibrio alcanza-
del “gran acontecimiento” constituido por el do constituyen adquisiciones inconmovibles.
asesinato del padre tiránico y el pacto entre los Toda historia (social e individual) se encuentra
hermanos. Acontecimiento que no debería ser siempre escandida de crisis y desequilibrios
entendido como un suceso singular, ocurrido de distintas magnitudes, que pueden llegar a
una vez y para siempre, sino que se repetiría a manifestarse como violencia.
lo largo de incontables crisis históricas, dando Tales crisis de violencia son explicadas por
lugar, cada vez, a instituciones morales, jurídi- Freud en términos de regresión. Y esto porque
cas y religiosas.8 En cuanto a su radicación entiende el principio de placer que guía al
onto o psico-genética, estas prohibiciones mundo pulsional no se agota en el conjunto
son incorporadas en la primera infancia, im- de sus transformaciones psico-genéticas (en
puestas por familiares y educadores permiten su conversión en principio de realidad). Y,
la formación de un yo organizado (es decir, sobre todo, porque esas transformaciones no
guiado por el principio de realidad). Para son irreversibles.10 Antes bien, en determina-
Freud, la resolución del complejo de Edipo, das condiciones pueden llegar a dominar el
a través de la identificación idealizante con aparato psíquico, y, por ello, a exteriorizarse
la ley del padre, hace las veces, en los indi- como agresión sobre el individuo mismo y/o
viduos, de aquel acontecimiento pacificador y sobre los demás.

7
La clínica social freudiana va a girar, en gran medida, con el simbolismo freudiano: para el individuo, la ley es
alrededor de este eje sincrónico. En su artículo sobre siempre un padre ya muerto.
la familia, para explicar los “malestares” de su época, La analogía entre el crimen del padre primordial y la
Lacan va a hablar “de las condiciones sociales del crisis edípica se mantiene, entonces, pero en otro nivel.
Edipismo”, y hará referencia al declive de la imagen Y esto porque esa ley de la cultura puede fracasar en la
paterna en la modernidad (Lacan, 1997). producción de la identificación eficaz del individuo y
8
Julia Kristeva (2001) es quien ha desarrollado más quedar en él (o en ella) como un cuerpo extraño: es decir,
audazmente esta vertiente de la interpretación del mito como un padre vivo, despótico y gozador. Ese es el padre
científico freudiano. que se deberá asesinar en el intento de reencontrarse con
9
Tal como señala Russel Grigg, la relación entre crimen y él como ley simbólica, como espacio vacío articulador
castigo, se encuentra aquí invertida respecto del aconteci- de las diferencias. El ejemplo más exasperado de esto
miento filogenético primordial: para que el orden subjeti- lo constituyen, precisamente, quienes delinquen por
vo tenga lugar los individuos deben estar en condiciones sentimiento de culpa.
de evitar el asesinato del padre; mientras que para que el Todo esto posee notables consecuencias tanto para el
orden social pueda producirse, el padre primitivo debe ser análisis clínico como ético y político. En relación al
asesinado (ver Grigg, 2003). Cabría, sin embargo, agregar primer tipo de consecuencias, ver Lacan (1976). En
a esto un señalamiento importante: el primer escenario relación con el segundo ver Voruz (2006). Para un
freudiano es el de un estado social “sin ley”, ya que se análisis fructífero de ambas dimensiones combinadas
encuentra dominado por la fuerza gozadora y arbitraria del ver Legendre (1994).
déspota. En la ontogénesis, en cambio, el individuo debe 10
Freud lo pone en estos términos: “las evoluciones
concebirse, para decirlo con Althusser como “siempre ya anímicas integran una peculiaridad que no presenta
sujeto”: es decir, siempre ya interpelado por una ley que, ningún otro proceso evolutivo. Cuando una aldea se
en principio, sería la ley legitima de la cultura. Dicho hace ciudad o un niño se hace hombre, la aldea y el niño
80 Sergio Tonkonoff

De modo que el núcleo pulsional irreduc- hace de ellos seres originales y siempre po-
tible psiquismo individual –el único psiqu- tencialmente anti-sociales. Por eso la sociedad
ismo existente para Freud– trabaja siempre existe para Freud allí donde los antiguos
a contrapelo de la evolución que significa, objetivos del principio de placer han sido
tanto en el individuo como en el grupo, a la vencidos y sublimados. Y en, ese sentido, no
inhibición y la sublimación de los impulsos hay sociedad que no sea represiva, que no se
libidinales y destructivos originales. Dado oponga a la libertad de los impulsos originales
que estos impulsos son indestructibles pervi- de los individuos.
ven como tendencia a restaurar las primeras Esto conduce al segundo paradigma que nos
formas de satisfacción, como “movimiento de interesa confrontar brevemente. A la manera
reversa” del aparato psíquico. Se dirigen tanto de la filosofía política moderna, Freud supone
hacia la reactivación del deseo de la madre (y un antagonismo irreconciliable entre la au-
las mujeres próximas) como de la ambiva- toridad social y la anarquía individual. Tal
lencia fraticida y parricida. Es decir, hacia el como señala acertadamente P. Rieff (1966),
encumbramiento de los ejes que dominan la la sentencia “Homo Homini lupus” de Hobbes
dinámica afectiva de los niños y que, in illo encuentra amplia resonancia en la psicología
tempore, habrían dominado también la vida y la sociología freudianas.
de las hordas primitivas. Ahora bien, la respuesta hobbesiana al
Dicho en otros términos: porque el principio interrogante de porqué la generalidad de
de placer –y su más allá– no representa sólo los individuos respeta las leyes de la orga-
una etapa ontogenética en el individuo, sino nización social, consiste en afirmar que lo
que se mantiene como núcleo irreductible hacen porque han acordado obedecerla y que,
de la psiquis, la violencia no representa sólo por una decisión racional –y por miedo al
una etapa filogenética en las sociedades. Así, castigo– respetan ese pacto. Mientras que en
la violencia constituye una arcaísmo, pero se la psicología social y antropológica de Freud
trata de un arcaísmo estructural y demasiado la respuesta es que los individuos inhiben su
humano, que está lejos de constituir el un pa- violencia por la culpa de haber transgredido
trimonio exclusivo de los pueblos primitivos desde siempre la ley fundamental, la ley del
o exóticos, pretendidamente no civilizados, o padre. Esa culpa de hijos es la que los con-
del pequeño grupo de transgresores penales duce a respetar la prohibición de matar (a la
convictos del positivismo criminológico. autoridad y a los que se considera hermanos)
Este núcleo (narcisista, delirante, agresivo y a observar la ley de exogamia. La culpa es
e incestuoso) común a todos los individuos, también el dispositivo psíquico que los inhibe

desaparecen absorbidos por la ciudad y por el hombre. los materiales en los que se ha desarrollado toda la serie
Sólo el recuerdo puede volver a trazar los antiguos de mutaciones. El estadio anímico anterior pudo no
rasgos en la nueva imagen; en realidad, los materiales o haberse manifestado en muchos años; a pesar de ello,
las formas anteriores han sido desechados y sustituidos subsiste, ya que en cualquier momento puede llegar a
por otros nuevos. En una evolución anímica sucede una ser de nuevo forma expresiva de las fuerzas anímicas,
cosa distinta. A falta de términos de comparación nos y precisamente la única, como si todas las evoluciones
limitaremos afirmar que todo estadio evolutivo anterior ulteriores hubieran quedado anuladas o hubieran sufrido
persiste al lado del posterior surgido de él; la sucesión una evolución” (Freud, 1996a:107-8).
condiciona una co-existencia, no obstante ser los mismos
La Culpa del Hijo. La cuestión criminal en psicoanálisis 81

de transgredir el pacto que ha dado lugar a sión, subjetivamente “externo” en Hobbes,


esas prohibiciones, y los conduce a aceptar es, en este caso, un drama subjetivo que no
sus derivaciones institucionales. se manifiesta tanto en la oposición entre dos
Es ésta una la diferencia fundamental entidades acabadas (individuo y sociedad),
entre ambos paradigmas, y posee profundas como a través de la contradicción entre
consecuencias. Sucede que el individuo pulsiones sexuales y destructivas e interdic-
freudiano no se encuentra constituido, ho- ciones sociales constrictivas –y siempre, en
bbesianamente, como una monada de razón alguna medida, interiorizadas. Este conflicto
y pasiones que se vuelve social a través del interior es el más importante desde el punto
establecimiento de vínculos de cooperación de vista explicativo para el psicoanálisis:
con otras monadas y con la autoridad estatal. de acuerdo a cómo sea resuelto habrá o no
Aquí el individuo se opone a la sociedad pero oposición entre el individuo y las normas de
de un modo complejo: no constituye átomo funcionamiento de la sociedad.
pre-social capaz de instaurar un vínculo pu- A esto debe agregarse que, en Freud (1992e),
ramente reflexivo e instrumental con la ley la sociedad no se encuentra en las antípodas
y con los demás individuos, sino una entidad del deseo: antes bien, es un producto del lazo
que está habitada por la sociedad desde el libidinal. Sólo que se trata de un lazo libidinal
momento mismo de su constitución. De fraternal –esto es, homo-sexual– y sublimado
manera que el conflicto prohibición/transgre- (ver Bastide, 1961).

Conclusión

La violencia criminal que interesa al visto por el psicoanálisis permite distinguir,


psicoanálisis es aquella que comporta un como lo hicieran tempranamente Alexander
intento no-simbólico de resolver un conflicto y Staubb (1961), entre delitos motivados
inconsciente en el individuo. Aquella donde el inconcientemente por el funcionamiento
pasaje al acto delictivo constituye la puesta en patológico de la matriz Edípica y aquellos
escena de un complejo de sentidos y de afectos que están motivados por un “superyo delic-
que no pueden ser representados. O, puesto de tivo”. Este último tipo refiere, por ejemplo, a
un modo todavía más elemental, le interesa individuos normalmente socializados en una
la acción criminal cuando es una actuación (sub)cultura delictiva: en ellos la violación al
del drama Edípico. Tal como señala Russel derecho penal no está en contradicción con
Grigg, al menos en lo que a Freud respecta, el mandato cultural que han introyectado
“el psicoanálisis sólo reconoce una ley: la ley exitosamente. De modo que en estos casos,
edípica que se encuentra en el seno de toda un delito (acción jurídicamente calificada)
sociedad –una ley que ha sido transgredida no constituye un sustituto de la escena fan-
siempre ya por todos los sujetos–. Cualquier tasmática originaria.
transgresión posterior es sólo un sustituto” Tal vez pueda decirse que, para el psi-
(Grigg, 2003:2379). coanálisis, es posible diferenciar entre delitos
Sin embargo, no habría que colegir de ello “naturales” –en un sentido antropológico– y
que, para esta perspectiva, todo delincuente delitos jurídicos. O mejor, que se podría entre
es un individuo desequilibrado o enfermo. Ni distinguir transgresiones y de delitos. Donde
que toda infracción al derecho positivo es una la trasgresión –penalizada o no por el Estado–
acción neurótica. El andamiaje teórico pro- sería un quebrantamiento de la ley del padre;
82 Sergio Tonkonoff

y el delito una falta sancionada por el orden los dispositivos reguladores necesarios para
jurídico vigente. una relación relativamente equilibrada entre el
De allí que, en esta perspectiva, la aten- individuo y la sociedad. Pueden ser, también,
ción estará siempre centrada en la dimensión mecanismos productores de engaños y pa-
simbólica de la infracción penal. Aquí el tologías o malestares tanto en la cultura como
delito puede ser siempre algo más que un en sus sujetos. Por eso un paso fundamental
hecho social. Las preguntas esenciales que para que la cura tenga lugar, consiste en iden-
se plantean serían entonces ¿qué expresa tificar y desenmascarar las mistificaciones
veladamente, para su actor, la comisión de un presentes en ambos niveles. En el tema del
acto legalmente prohibido? y ¿qué sucede, a que nos hemos ocupado, esta ética freudiana
cada momento, en una cultura determinada de la verdad implica el reconocimiento de
con los mecanismos de radicación subjetiva que sin ley no hay libertad. Pero implica,
de las prohibiciones fundamentales? Esto además, reconocer que no hay sociedades
último interesa por cuanto de esa radicación sin violencias, ni individuos sin conflictos.
dependerá, en gran medida, el desarrollo Esto es: implica aceptar que no hay retorno
de lo que bien puede llamarse una “salud posible a la madre, ni paraíso indoloro en la
social”. Es esa radicación la que permitirá, tierra. La búsqueda de ese tipo de seguridad
en el individuo, el paso de la tendencia hacia (absoluta, imposible) sólo puede producir un
la gratificación total como fin en sí mismo redoblamiento del engaño y la posibilidad del
pasible de producirse en cualquier momento desencadenamiento de acciones compulsivas
y sobre cualquiera, al predominio de las y paranoides que buscan el control absoluto
funciones de inhibición, atención, memoria sobre la diversidad conflictiva de lo real. En-
y juicio. Pero esto sólo podrá suceder si la gaños y compulsiones mediante los cuales, los
organización socio-política del grupo no está individuos y los grupos, se rehúsan a recono-
dominada por el poder arbitrario de una ley cer que sólo se puede (y se debe) elegir entre
encarnada, sino por el gobierno de una ley diversos tipos de incompletud y de conflicto,
abstracta, vacía, despersonalizada y, por lo y nunca entre contradicción (total) y armonía
tanto, equidistante. completa.
Es que para Freud, las prohibiciones y su
contrapartida subjetiva (la culpa) no son sólo
La Culpa del Hijo. La cuestión criminal en psicoanálisis 83

Bibliografía

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84 Sergio Tonkonoff

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