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Como en todos los vertebrados, la piel está compuesta por dos capas de origen diferente
que se constituyen en el curso del desarrollo embrionario : la dermis y la epidermis .
La dermis, de origen mesodérmico, es la capa profunda y contiene muchas células conjuntivas cuya textura
elástica le confiere a la piel su flexibilidad y solidez .No acumula materias de reserva, ni se adhiere a la
musculatura subyacente, salvo en algunos puntos por donde pasan los nervios y los vasos sanguíneos.
La epidermis, de origen ectodérmico, está compuesta por células planas colocadas una
junto a otra, formando un epitelio ; y constituye la parte superficial y visible del tegumento .
Contiene además células glandulares, unidas en forma de ampollas, que vierten sus secreciones por un
poro situado en la superficie del tegumento . Como son demasiado grandes para estar contenidas
totalmente dentro del grosor natural de la epidermis, se hunden en la dermis.
Cuando se agrupan formando glándulas importantes , pueden sobresalir abultando el tegumento en forma
de granulaciones o de verrugas.
Periódicamente, la parte superficial del tegumento — compuesta por células muertas que forman la capa
córnea de queratina —se desprende y deja al descubierto una nueva capa que, debajo de ella, se dispone a
ocupar su lugar. Es el fenómeno de la muda : el anfibio produce una « piel nueva » .Esta muda se efectúa
por desprendimiento en jirones en los anfibios , proceso que comienza alrededor de los labios y luego
continúa , facilitado por las contorsiones y los movimientos de patas del animal. La mayor parte de las
veces, el animal se come la muda evitando un desperdicio de las sustancias que contiene.