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h i er ba c ar i b e
Antonio González Antías / Juan Carlos Reyes
Henrique Capriles Radonski
Gobernador del estado Miranda
Juan Fernandez Morales
Secretario General de Gobierno
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Cuadernos de Historia Regional 13
Presentación
Todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen su historia. De ella aprenden
a conocer mejor de donde vienen, y de ella obtienen la fuerza necesaria para en-
frentar con más vitalidad su futuro.
Conocer la historia de nuestro país, aprender la historia de nuestro estado y que
cada pueblo perciba los hechos históricos que le han dado estructura, es una tarea
primordial para revitalizar la memoria colectiva.
El programa Historia de Nuestra Identidad Regional intenta darle respuesta al
proceso de desintegración que están sufriendo nuestras poblaciones, y tiene como
objetivo central proporcionar a nuestro jóvenes y niños una herramienta que los
motive a continuar en la búsqueda de sus propias raíces.
Nuestra historia es lo que nos hace un pueblo con ideales y objetivos comunes.
Revalorizar aquello que nos es común, revitalizar lo que es capaz de despertar un
orgullo y una emoción colectiva: NUESTRA HISTORIA, es el motivo central
de este programa.
Pilarica Romero
(Reproducción del texto original en su primera edición)
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Al lector
El silencio ha sido manto que nos ha llevado a la historia como seres anónimos,
sin existencia propia… Aparecemos en los libros como hombres sin rostros, sin
destino, sin pasado.
Ya no es posible ocultar nuestra presencia, más allá de la denominación etérea
de pueblo o del punto imperceptible en el mapa.
Nuestro pueblo, nuestra gente toma, con la pluma en las manos, su destino
para arrojar luz sobre el camino. Para exaltar nuestros propios héroes, nuestras
diarias batallas, nuestros consumados logros.
Esto requiere de un esfuerzo, de una voluntad superior. Asumir la palabra no es
fácil y no está exenta de tropiezos; pero tenemos que tomar el espacio y recuperar
el tiempo perdido.
En un esfuerzo colectivo de años, las comunidades del estado Miranda hemos
expuesto en diversos escenarios la necesidad de asumir la historia como el patri-
monio esencial que puede alimentar nuestra identidad.
En la memoria de nuestros queridos viejos, en los amarillentos y apolillados
papeles archivados en estantes olvidados, en nuestro diario discurrir está nuestra
historia; todos tenemos la posibilidad de atraparla, a todos nos pertenece.
Hoy presentamos una colección de cuadernos elaborados en las comunidades
mirandinas al calor del trabajo cultural, de sus promotores, sus creadores, sus
cronistas, en los centros de investigación; con la contribución de un equipo de
especialistas, para retomar el camino de la historia y dárselo a nuestros niños y
jóvenes mirandinos en un lenguaje especial.
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Transmitiendo las verdades que tenemos a la mano, las que conocemos, a riesgo
que el futuro nos la corrija, pues de esto se trata: afrontar el reto, aunque algunos
lo hayan rehuido para acechar en las sombras.
Estas páginas muestran ese transcurrir sin atraparlo definitivamente. Corre-
sponde a todos los mirandinos: los padres, maestros e investigadores asumir el
reto con dignidad para preservar nuestra identidad y nuestra patria. Este camino
sólo es transitable si reconocemos al pueblo su labor y permanencia, en oposición
a las manipulaciones utilitarias y efímeras.
José Tomás Ponce Longa
Coordinador de Investigación
6
Los guarenas también son caribes
En la larga franja norte-costera que se extiende desde Paria hasta Borburata,
vivieron innumerables tribus caribes. Se comprendían dentro de este territorio
los actuales límites del estado Miranda, localizado hacia la parte central de la
mencionada franja. En estas tierras se establecieron distintas parcialidades
indígenas que, a decir verdad, fueron de las más guerreras frente al conquistador
español.
Entre pequeñas colinas, ríos y quebradas está, para entonces, un grupo de
indios que vive de la caza, de la pesca y de la recolección. Están ubicados hacia el
naciente de la futura ciudad de Caracas, en tierra caliente, poco montuosa que,
sin embargo, les ha servido de hogar desde época inmemorial; viendo transcurrir
el tiempo bajo un sistema de trabajo, de creencias y aspiraciones muy propias.
Son los guarenas, cuyo nombre traducido quiere decir “hierbazal” o “prado”.
Pertenecen a la familia de los indios caracas, que extendían su dominio a todo
lo largo del valle de ese mismo nombre y su costa. Según la relación de Juan de
Pimentel (1578), llamaban a aquel lugar Guarenas porque: “…viven de tierra
sin monte, aunque sierra, y que tienen mucha yerba la cual llaman en general
guarenas, y por esto, a ellos les llaman Guarenas…”1
Era, igualmente tierra de mariches, valerosos e intrépidos, defensores en todo
tiempo y circunstancias de aquellos lugares que les vieron nacer. Fueron muchas
las ocasiones en que guarenas, mariches y quiriquires expusieron sus vidas, todos
a una, para defender lo que legítimamente les pertenecía.
Ante la invasión española hacia esos lugares, fueron muchas las escaramuzas y
enfrentamientos que se dieron. Ya en 1560 –antes de la fundación de Caracas- el
valiente cacique Sunaguto se antepuso a las pretensiones del conquistador Luis de
Seijas, quien con 25 hombres armados invadió territorio mariche; al final, pese a
la oposición indígena, logra imponerse el poderío español.
Las cosas no quedaron allí; y aquella tierra se tintó de sangre ante el empuje del
arma española y la defensa que de lo suyo hacia el indio. Es la historia de otros
caciques –también mariches- como Curicurian, Aramaipuro y Tamanaco, este
último expresión suprema de arrojo ante el ansia conquistadora.
1
Juan Ernesto Montenegro, Caracas y Guaiqueríes, razas caribes, P.100
Cacique Tamanaco
2
Lucas G. Castillo Lara, Nuestra Señora de la Copacabana de las Guarenas, pp.39-40
3
Ibid, pp.73-74
HOMBRES
PARVULAS
SOLTERAS
CASADOS
MUJERES
MUJERES
CASADAS
Clases
Estas visitas realizadas por los obispos, así como las anotaciones hechas por los
curas del lugar, buscaban tener un control sobre la feligresía. De este modo, era
posible saber el número de personas que cumplían o no con los preceptos religiosos
–comunión y confesión- así como precisar el estado en que se encontraban en
relación a su conducta personal.
La matrícula de población de 1795 fue levantada por el cura Juan Agustín Díaz
Argote. La composición de la población, en relación con lo que anotábamos antes
sobre el predominio de las cifras de la población blanca, permanecía inalterable.
Tampoco se observa un crecimiento numérico de importancia, si se atiende al
hecho de que el número de habitantes había crecido, en el lapso de once años,
en 362 personas. Los totales de población para ese año fueron los siguientes:
blancos 798, indios 437, mulatos, zambos y negros 1.659, para un total de 2.894
habitantes.
5
Archivo del Registro Principal del D.F., Tierras, año 1694, letra 4, No.1.
La caña de azúcar
6
Andrés Hernández Pino, Papeles Coloniales. Aporte para la historia de los pueblos del Estado Miranda,
pp. 12-18.
La caña de azúcar
La organización del pueblo en los inicios de la República y el problema de las tierras indígenas 33
Anselmo Orta, Esteban Soto, Isabel Baruta, Pedro Antonio Machado, Manuel
Guánchez y – quien lo iba a creer-, hasta los presbíteros Manuel Hurtado y José
Vicente González.
El argumento que esgrimían estos sujetos era que, si a los indios la corona
española les otorgo tierras para que las trabajaran y tuvieran con que pagar
tributos al rey, al ser expulsado del suelo americano el gobierno español y tomar
las riendas del mismo los criollos, y en consecuencia se produjese la eliminación
del pago de tributos a los indígenas, ¿Qué sentido tenía entonces que conservaran
estas tierras?...
Los indígenas, que fueron los primeros dueños de la tierra, que ofrendaron su
sangre para resistirse a la dominación colonial española, que asumieron la lucha
por la independencia , eran ahora, una vez lograda esta, víctimas de las ansias del
poder y riquezas de los sectores dominantes, principales beneficiarios de la gesta
emancipadora de todo el pueblo. Es la continuación de la misma historia del
despojo de tierras a sus verdaderos y primeros dueños, los indígenas.
Efectivamente, luego de la creación de la República de Venezuela en 1830, aún
se mantienen los litigios por la propiedad de la tierra. En 1839, encontramos
un pleito donde los vecinos Lino Sanoja y la viuda de Tomás Hernández
Sanabria, Asunción Meleán y Tovar, piden un deslinde de tierras, dado que –
según sostienen- los indígenas, instigados por el procurador (defensor) de indios
Manuel Pantoja y otros, ocuparon el sitio denominado la olla del Portachuelo en
la loma llamada de Isnape.
Un caso evidente del despojo de tierras a los indígenas se da en 1861, en plena
Guerra Federal, cuando los hijos de J.G. Schael, Guillermo, Emma y Amalia, en
una información sobre el valor de sus haciendas que son La Concepción, 10.000
pesos; La Lagunita, 5.000 pesos, y Guacarapa, 5.000 pesos, señalan que todas
ellas estaban situadas en territorio de los indios mariches, jurisdicción del cantón
Guarenas.
Arranca el siglo XX 37
Esta tradición se ha mantenido hasta nuestros días, sin mayores cambios en su
estructura general: primero la misa, luego la procesión y por último el baile.
Una celebración bastante extendida en el pueblo, con diversos actos culturales
y gran regocijo, es la que se lleva a cabo el 14 de febrero, que es tomado como el
día de la fundación del pueblo. Con ello se pretende hacer notar la permanencia
cultural, para oponerla a la digresión cultural ocasionada por la llamada
modernización.
Le entrada del siglo XX, como ya lo dijimos, recibe a los guareneros con una
economía agrícola. En los campos continúa el cultivo del maíz; la caña de azúcar
se cultivaba en 13 haciendas que producían 19.736 cargas de papelón y 4.658 de
aguardiente; también se sembraba el café y las flores que surten los mercados de
Caracas y se criaban aes de corral.
En las calles y caseríos del pueblo se reconocen antiguos nombres del pasado
indígena y del tiempo colonial: Auyare, Casarapa, Curupao, Izcaragua, Santa
Cruz, San pedro, La Florida, Campo Alegre, El Cercado, El Socorro, El Rosario,
La Comunidad, Loma Larga, Naranjal, Palmarito, El cedrito, todos ellos
evocadores de una historia forjada por hombres y mujeres laboriosos y creativos,
apegados a sus tradiciones.
Pero también aparecen cambios considerables que han venido alterando la vida
comunitaria de antaño. En ello influye mucho la cercanía a la ciudad de Caracas.
Ya desde 1826 se había construido una vía de 36 kilómetros y, con el siglo XX,
se incrementan las vías de comunicación por medio de caminos que conducían
hacia los valles del Tuy y de Barlovento. Entre las décadas de 1920 y 1930 se
construye la carretera Caracas- Guatire que vinculo todavía más a nuestro pueblo
con la capital de la República, sobre todo para estímulo del comercio entre ambas
poblaciones.
Sin embargo, un indicador de que, a pesar de todo, nuestro pueblo no sufrió
mayores cambios en 1926 contaba apenas con 5.314 pobladores que habitaban
1.275 casas.
Es a partir del final de la dictadura gomecista en 1935, cuando los cambios
en nuestro pueblo se aceleran vertiginosamente. La población comienza a crecer
a ritmos cada vez mayores, a tal punto de que entre 1950 y 1960, en tan solo
diez años, crece más del doble, y la misma actividad económica del poblado se
expande también considerablemente.
Guarenas hoy 39
Existen además algunos sitios para el esparcimiento, como cines y parques;
instituciones culturales como el Museo Colonial, ubicado en el pueblo arriba, en
el lugar donde según se cuenta fue velada la cabeza del general José Féliz Ribas,
decapitado por los realistas en 1814.
Cuenta el pueblo con sitios comerciales de importancia, como el centro
comercial Miranda, en la urbanización Menca de Leoni; el Trapichito en la
urbanización del mismo nombre; clubes privados como el Izcaragua Country
Club; espacios deportivos como el de Manpote, y también las instalaciones
deportivas construidas para la realización de los Juegos Panamericanos conocidas
con el nombre de Villa Panamericana.
Una importante actividad industrial también se desarrolla en el pueblo, entre la
que destaca la llamada zona industrial Cloris y la zona industrial Maturín, y una
no menos extensa actividad comercial y financiera reflejada en la gran cantidad d
comercios, bancos y entidades de ahorro y préstamo.
Todo este crecimiento condujo al desarrollo depresiones por una mayor
autonomía del pueblo, recogida en las discusiones del Congreso de la República
entre 1991 y 1992, y que culminó con la creación del municipio autónomo Plaza.
Lamentablemente, a pesar del enorme crecimiento, la posibilidad de enrumbar a
nuestro pueblo hacia mejores destinos económicos y sociales no se ha concretado.
Actualmente los servicios públicos han colapsado, en especial el suministro de
agua y los servicios de salud; la seguridad pública también se ha visto complicada
con los altos niveles de violencia, amén de que todos los proyectos que estaban
en marcha se han visto paralizados, como consecuencia de la profunda crisis
económica, social, política – y sobre todo moral- que vive hoy nuestra patria.
Pese a todos los avances que los quareneros hayan podido experimentar en los
diversos niveles de su vida social y económica- dado el paso del tiempo- no toda
la problemática por la que la población atraviesa en los actuales momentos está en
vías de solucionarse. La crisis de hoy ha generado en la colectividad venezolana
hondos sentimientos de rechazo a las políticas impuestas, que solo apuntan a una
depauperación del pueblo.
Estos problemas se han visto incrementados en tiempos más recientes, no solo
en Guarenas sino en todo el país; y su punto más álgido tuvo como expresión
el día álgido tuvo como expresión el día 27 de febrero de 1989, pues allí se dio
inicio a la explosión social que cundió a los largo de todo el territorio nacional y
que, de manera violenta, expreso- con el pueblo en las calles- la transformación
Panorámica de Guarenas
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Centro Comercial Buenaventura
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