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yla subversióndelacomúnidad
traducción de
ISA B E L V ERICAT
EL PODER DE LA MUJER
Y
LA SUBVERSIÓN DE LA COMUNIDAD
fo r
SELMA JAMES
y
MARIAROSA DALLA COSTA
siglo-
veintiuno
editores
MÉXICO
ESPAÑA
ARGENTINA
COLOMBIA
> *a
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DEL A G U A 248, MEXICO 20, D.F.
Maternidad y aborto 94
PRÓLOGO A LA EDICIÓN LATINOAMERICANA
SELMA JAMES
B. La productividad de la pasividad
C. La productividad de la disciplina
29 de diciembre de 1971
EL LUGAR DE LA MUJER*
SELMA JAMES
LA MUJER SOLTERA
'Oye, me asustan”
LA MUJER CASADA
Los niños
La casa
"t u je f e er es t ú ”
Requiere experiencia
LA MUJER TRABAJADORA
i
MATERNIDAD Y ABORTO*
NOTA DE ACTUALIDAD
CONCLUSIONES
todas las veces que queramos serlo. Sólo las veces que
queramos pero todas las veces que queramos.
Si en la actualidad las mujeres proletarias del sur
tienen quince hijos y las mujeres de clase media con
siguen de alguna manera tener solamente dos o tres,
nuestro fin último no es este mísero 'privilegio de no
tener hijos.
Bien mirado han comenzado igualmente a darles es
tas píldoras mal hechas, estas inyecciones que no fun
cionan, y nos darán también algo mejor y también el
aborto entre todo esto mejor.
El hecho es que si esto quiere decir, y no quiere
decir nada más que esto: “Regúlate un poco. Si ganas
100 000 liras ten un hijo, si ganas 150 000 puedes te
ner hasta dos”, nuestra respuesta es inmediatamente que
no estamos de acuerdo.
Nosotras no estamos de acuerdo ya desde ahora, in
mediatamente, porque esta cuenta en la que se da por
descontado cuánto ganamos nosotras o el marido y que
en base a ello deberemos planificar los hijos es una
cuenta que se ha de revisar, que se ha de rehacer to
talmente.
Si cierta literatura que ha comenzado a circular ha
invitado a las madres, y en especial a las madres euro
peas, a una responsabilidad social en la planificación
de la producción de hijos, nosotras respondemos inme
diatamente que el tipo de responsabilidad social que
sentimos no es de ningún modo la de ajustarnos a nues
tro nivel salarial, sino acabar con nuestro nivel salarial,
nuestro mecanismo salarial, para poder tener, todas, to
dos los hijos que queramos y sólo las veces que queramos.
Justamente en tanto seamos capaces de luchar para
enconar y actuar hasta el fondo este derecho de cada
una y de todas de poner un hijo sobre la faz de la
Tierra todas las veces que queramos, mediremos la úni
ca responsabilidad social que sentimos.
Es un derecho que frecuentemente debe pasar toda
vía por la conquista de una habitación para dos, por
C O N C LU SIO N ES AV/
que si la comunidad en la que los progenitores hacemos
el amor en frente de los hijos pudo haber sido un
paraíso perdido, ahora, después del pecado original que
separó a Adán y Eva y a éstos de sus hijos, la habi
tación para dos es una conquista mínima tanto en Tu-
rín como en Reggio-Calabria.
La promiscuidad como hacinamiento es lo opuesto
a la comunidad que queremos conquistar.
Hacer el amor todas las veces que se quiera, tener
hijos todas las veces que se quiera en un ambiente có
modo, cálido y bello. .
Lo cual quiere decir no apagar esta maternidad nt al
precio del salario ni al precio de la exclusión.
Sólo midiendo cuánto gozamos de este derecho medi
remos de cuánta riqueza social gozamos.
Junio de 1971