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Las vicisitudes de la historia son testigos de la aplicación práctica de su pensamiento

político. LUTERO se apoya en la autoridad de los príncipes para defender su reforma frente
a la Iglesia romana; y encomienda al príncipe, mediante el consistorio y las llamadas visitas
eclesiásticas, uniformar el dogma, el ritual y las ceremonias; y le atribuye la
responsabilidad de mantener la disciplina eclesiástica en la nueva Iglesia, que evite los
abusos del clero1. LUTERO defiende la autoridad del príncipe en la rebelión de los
campesinos, sin cuestionar su legitimidad, y considera justificada la violencia frente a los
rebeldes; en otro momento, ante los excesos que cree advertir en los anabaptistas, no duda
en alentar a los príncipes a que ejerzan la violencia contra la disidencia religiosa, como
igualmente aconseja la violencia de las autoridades frente a los judíos.
La conclusión parece servida: el Estado, como orden normativo autosuficiente
y solo responsable ante sí (soberano), que iniciaba su andadura en la historia en las luchas
políticas del siglo XIII, adquiere madurez después de la Reforma luterana2. Podrá LUTERO

1 Como el pensamiento de LUTERO no parece haber sido práctico, al menos en cuestiones políticas, las
competencias y composición del consistorio y la visitación eclesiástica, instituciones clave para la disciplina
de la Iglesia, no parecen perfiladas en el pensamiento luterano. De hecho fue MELACHTON quien redactó en
1527 una instrucción para la visita de las parroquias, aunque con un apasionado prólogo de Lutero. La
ordenanza eclesiástica de Wittemberg de 1533 recopila normas anteriores, especialmente de matrimonio, pero
también de bautismo, eucaristía, penitencia, etc. y se desarrolla con otras posteriores, por ejemplo de
ordenación de los pastores. El Consistorio de Wittemberg se organiza en 1542 y establece un tribunal
eclesiástico con competencia en Wittemberg y ciudades cercanas, que servirá de modelo para otros
principados luteranos (WITTE, Law and Protestantism, Cambridge, 2002, Pág. 182 y sigs). E. ISERLOH
(Compendio di storia e teologia della riforma, trad. it., Brecia 1990, Pág.14 y sigs.), subraya que la visitación
eclesiástica no es propiamente una innovación luterana, pues era corriente en el contexto histórico anterior a
la Reforma, en las que el papado se apoyaba en los señores territoriales en su lucha contra el conciliarismo, y
también por el propio impulso de los príncipes seculares para oponerse a los privilegios fiscales y territoriales
del clero, y para exigir su sumisión a los tribunales civiles. El mismo autor considera el consistorio una
institución que viene a cumplir las funciones del obispo y que depende efectivamente del señor territorial,
aunque su competencia alcanzaba incluso al mantenimiento de la recta doctrina dentro de la Iglesia (pág. 100
y sigs.).
2 Un Estado autoritario y centralista se impone como modelo en Europa occidental también como resultado
de corrientes de pensamientos anteriores a la Reforma, especialmente el nominalismo y la afirmación del
poder del príncipe frente al papado en las luchas de las investiduras. Es clásica la afirmación de FIGGIS —
citado por SKINNER, op. cit., I Pág. 113— de que sin Lutero no habría existido Luis XIV, achacando a
Lutero toda la responsabilidad del absolutismo europeo. Pero a mi juicio la reforma luterana no es la única
sobre la que debe echarse la culpa del absolutismo. Por ejemplo, el absolutismo (y con él la burocracia y el
Estado en sentido moderno) se instituye en Francia durante el reinado de Luis XII. El clero francés la
proclamó el 7 de julio de 1438 durante el concilio de Basilea el derecho de la Iglesia de Francia a administrar
los bienes temporales y nombrar los beneficios eclesiales vacantes independientemente del papa. Francia no
es luterana, pero participa de la tradición nominalista, y el mismo proceso que en Alemania conduce a un
absolutismo de corte protestante conduce en Francia a un absolutismo de corte galicano. Según el Concordato
de Bolonia (1516), negociado por Francisco I con el papa León X, el rey francés alcanzó la prerrogativa de
nombrar todos los obispos y otros cargos beneficiados de la Iglesia. En 1527 el Parlamento de París proclama
que el rey está por encima de la ley, entendiendo por ley, en sentido medieval, un orden moral externo y
autónomo a la organización secular. En BODINO culmina la tradición galicana. Para este autor la soberanía
es el principio de orden secular y consecuencia necesaria del concepto de Estado (FRANKLIN, Jean Bodin
and the sixteenth century revolution in the methodology of Law and history, Nueva York, 1963, Pág. 23 y
sigs.; SKINNER op. cit., II, Pág. 287 y sigs.; CARLYLE, A history of medieval political theory in the west,
Edimburgo-Londres, vol. IV, 1950, etc.). Finalmente, para BODINO, las materias de Religión deben ser
ser rebelde en el ámbito religioso, podrá exaltar los ánimos con un lenguaje
exageradamente popular, podrá no tener una sistematización política coherente, pero tiene
muy claro un riguroso principio de autoridad. La autoridad se antepone a la jerarquía
eclesiástica, a la herejía, a la rebelión política, a los judíos. Y no es extraño entonces que
por haber reconocido una razón providencial y teológica al Poder, la figura del reformador
germánico haya fascinado en Alemania a sus grandes dictadores: Federico el Grande,
Bismark, Hitler. La monarquía prusiana de la bayoneta y el catecismo, el Estado unificador
de Alemania, el nuevo Estado alemán nacional socialista: todos aclamaron a LUTERO
como genuino héroe alemán3.

excluidas de la organización del Estado. Debe destacarse que la ortodoxia de Bodino era dudosa y había sido
encarcelado por sospechas de calvinismo (SKINNER, op. cit., II, Pág. 268). En el Tartufo, de MOLIERE se
reitera la acusación luterana de hipocresía a toda forma pública de Religión. Sobre el absolutismo y el Estado
en Inglaterra, y sus raíces anteriores a la Reforma tratamos más despacio después. Otra raíz del absolutismo
debe buscarse en la pretensión de fundar un derecho desarraigado de la moral dogmática o de la revelación,
ligada a las corrientes humanistas italianas (MAQUIAVELO en particular).
3 Muchos autores desde diversas perspectivas subrayan el vínculo directo entre Reforma luterana y
nacionalismo autoritario. Seculariza la educación y asistencia social, sustituyendo el alemán al latín como
idioma de comunicación de las clases cultas en Alemania (WITTE, Law and Protestantism, Cambridge, 2002,
Pág. 18 y sigs). R. NIEBUHR el teólogo evangelista americano, promotor de un movimiento radicalmente
antifascista en favor de la justicia social, en The nature and destiny of man, 2 Vols., New York 1953, subraya
como Hitler reclamaba el Ethos luterano cuando exigía la obediencia incondicionada al Estado (en especial
Vol. II, p. 197). El problema de fondo es objeto de un debate interminable, determinar si la religión puede
considerarse el principio y motor de la vida política, y establecerse un determinismo sociológico entre
planteamientos religiosos y conducta política, o si más bien es la realidad social misma del hombre la que crea
el fenómeno religioso. Según E. TROELTSCH, Lutero es el principal responsable de un sistema teológico que
deja al individuo inerte frente a la violencia de un sistema político legitimado teológicamente, lo que priva al
derecho natural de contenido y legitima un orden social conservador y autoritario. El sistema teológico-
político de LUTERO acaba por absorber la ética personal en lo institucional, al concebirse el Estado como
resultado de una voluntad divina que lo legitima directamente (El Protestantismo y el mundo moderno, trad.
esp., México 1967, Pág.). TROELTSCH, en su obra The social teachings of the Christian Churches, New
York 1960, contraponía el carácter autoritario de la Iglesia luterana con el mas dinámico del movimiento
calvinista. VILLEY, tras analizar el pensamiento político de LUTERO concluye que éste ha depositado en el
alma alemana el germen de un tipo original de positivismo jurídico, fundado en la religiosa, que conduce a un
culto de la autoridad y a una apología de la obediencia y de la disciplina. La formation de la pensée juridique
moderne, París, 1968, Pág. 307. El Estado, revestido de una cierta sacralidad y religiosidad viene, como dice
HOBBES, a liberar al hombre caído de sus malos instintos: SCHMITT, Hobbes, trad. esp., Madrid, 1941.
Otros muchos autores sostienen la misma postura; DE NEGRI, La teología de Lutero, Florencia, 1967,
prólogo, etc. CHANTRAINE, Erasme el Luther libre et serf arbitre, París, 1981 introducción. BALMES, El
Protestantismo comparado con el catolicismo, Madrid, 1949, Pág. 670, afirma claramente que el absolutismo
es de origen protestante, y pone el ejemplo del desarrollo político de Prusia, Dinamarca y Suecia (Pág. 676),
concluyendo (Pág. 675): «la anarquía produce el despotismo, el despotismo trae la anarquía». La acusación es
común en ambientes no religiosos, así SHIRER, The rise and fall of the third Reich, New York, 1960, pag 91.
Por su parte GONZALEZ MONTES, (Religión y nacionalismo, Salamanca 1982, Pág. 16 y sigs). tras
subrayar la evolución del pensamiento teológico alemán desde la teología liberal hasta el luteranismo político
se estremece ante una teología luterana quebrantada por el desplome del nacionalsocialismo, y concluye que
la teología política de la época de Bismark y bajo el tercer Reich solo en parte tiene algo que ver con el
reformador de Witemberg, pues esta marcada por una divinización de la historia, que pierde la referencia de la
“hora de Cristo”, aporía de la secularización de la historia de la salvación; y opina también GONZALEZ
MONTES que el mesianismo Nazi debe encuadrarse principalmente en los mesianismos humanistas que
arrancan de la ilustración (y de los que el marxismo es un nuevo ejemplo), subrayando la raíz tradicional de la
teoría de los dos reinos. Seguramente la filosofía de SPINOZA influye en especial en la ilustración, prepara el
camino de una “secularización” de la religión, y mediante ello también a la “naturalización” como persona del
Estado.

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