Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
L a
E l P ro b lem a E p istem o ló g ico en la Filosofia A ctu a l (1927).
E l J u ego E xistencial (1933).
I d e a lis m o F en o m en o lò gico y M etafísica E xistencial (1936). REVOLUCION
L a E tica F orm al y los Valores (1938).
E l J u ego M etafísico
T e m p o r a lid a d
(1942).
(1943).
E x i st ene i a l i st a
N ietzsch e, P rofeta d e u n a E d a d Trágica (1945). HACIA U N H U M A N ISM O
E l M i t o Gaucho (1948). & DE L A LIBERTAD &
■Ser, H u m a n ism o , “E xistencialism o” (1949).
POR
CARLOS ASTRADA
Ediciones
NUEVO DESTINO
- U QUH, l'V S I -
✓
P R O L O G O
LOS GRANDES PR O B L E M A S
D E L A F IL O S O F ÍA ACTUAL
1. E l problem a de la naturaleza .
3. La c o n c e p c ió n de H egel.
4 . F a l e n c ia de la f il o s o f ía de la h is t o r ia . .
¿Qué h e m o s de pensar, pues, cie la historia? ¿Cómo conce
birla? La últim a gran respuesta a la interrogación por el sentido
L a f i l o s o f í a , a partir de H egel, ha fracasado en su intento
d e la historia es la de H egel, tal como ésté la ha form ulado
d e galvanizar, fundam entando su validez, la filosofía de la his
sistemáticamente en sus Lecciones so bre la Filosofía de la, H istoria.
toria, cuya falencia es ya evidente. Entre la historia como teoría,
f A q u í estatuye q ue a la historia no la hacen los hombres ni los
en la que se hace residir u n supuesto fin en sí cognosciláíe, que
pueblos, sino que el protagonista de ella es el “espíritu u niver
le sería p ropio y determ inante de su decurso, y la pra x is exis
sal”, el W eltgeist. La “inm ensa masa de voliciones, intereses y
tencial cie la historia, la historia vivida y hecha por lo s''Hombres'
actividades son el instrum ento clel W eltg eist para cum plir su
y los pueblos, se abre u n abismo, que n in g u n a concepción ha col
fin ” J. D e m od o q ue los intereses y afanes de los individuos y los
m ado. N o obstante, el pensam iento europeo contemporáneo, ape
pueblos no son más que los m edios para u n supuesto fin uni-
land o a subterfugios doctrinarios, se resiste aún a reconocer la
y e p a l-d e l que ellos nada saben y en cuyo cum plim iento incoñil·-
im p osib ilidad de asignar un fin a la historia. Se muestra reni
[cientem ente colaboran.
tente en enfocar, en su nuda y dramática efectividad, la situación
* La historia universal es, para H egel, “el progreso en la con
existencial del presente, caracterizada precisamente por u na praxis
ciencia de la libertad” 3. Pero conciencia de la libertad no es li
operante, transformadora, que ha dejado atrás toda baldía es
bertad de la conciencia, autonom ía del individuo, puesto que
peculación.
ésta como libertad “subjetiva”, com o querer individual, desapa
rece, a través de la estructura objetiva del Estado, en el espíritu
universal. E n definitiva, “libertad sólo puede existir donde la
individualidad com o positiva es sabida en la esencia divina” K 5. E l s e n t id o h is t ó r ic o .
H egel, pues, no hace más q ue secularizar la civitas D e i de la
EXISTENCIA
W as das In d ivid u u m , b etrifft, so ist
o h n e h in jedes ein S o h n seiner Zeit; so
ist auch die P hilosophie, ihre Z eit in
G e d a n ke n erfasst. _
(E n lo q u e concierne al in d ivid u o ,
cada u n o es, p o r lo dem ás, h ijo de su
tie m p o ; asi ta m b ié n la filosofía es su
época concebida ideológicamente.)
I í e c e l , G ru n d lin ie n d er P h ilo so p hie des
R e c h ts, V orrede.
C A P IT U L O I
E L E X IS T E N C IA L IS M O , FIL O SO F IA DE
N U E S T R A E PO C A
1. G ir o e x is t e n c ia l del pen sa r f il o s ó f ic o .
Í
esta explicación olvida q ue toda problemática filosófica n u eva
titucl existencialista están en el iclealismo..alemán_ y. en las posi-
40 , C a r l o s A s t r a d a L a r e v o l u c ió n e x is t e n c ia l is t a 41
ciones influídas por él, tanto en sentido positivo com o negativo | 5. P r o y e c c ió n r e v o l u c io n a r ia del “ e x is t e n c ia l is m o ” .
(Marx, Kierkegaard, Nietzsche, Feuerbach). Mas, hay que señalar
■'S í
'/que es precisamente con las orientaciones especulativas del idea
lism o alemán q u e se inicia la ruptura con el platonism o y su L a f i l o s o f í a existencial es, sin duda, la prinçipal corriente
3’ concepto de u n m undo objetivo y trascendente, de un reino de filosófica y, a la par, com o “existencialism o”, u n o de los más im
I í objetos reales y eternos (ideas) q ue no serían producto de la portantes m ovim ientos espirituales del presente. Pero, en cuanto
h fil
j"jJrealidad histórica singular.'.Esta ruptura con los postulados de ella h a cuajado en este “ism o”, está corriendo el albur de todos
la trascendencia y objetividad absolutas, con las sedicentes cate los “ism os”. Sus adherentes y prosélitos, tienden a cerrarse, m e
gorías eternas', va a consumarse en el “existencialism o” por obra d ia n te u n opinar sin discrimen, taxativo 'y sumario, a la compren
de las posiciones que en éste traducen una reacción más radical sión auténtica d e los problemas implicados por las posiciones filo
e innovadora, en p ugn a con el platonism o y sus últim os avata- sóficas en que esta corriente se ha originado. La consecuencia no
res, representados por los-presupuéstos- dogm áticos de la teología suele ser oti-a que el confusionism o acerca del alcance efectivo de
K . cristiana. T a l acontece principalm ente merced a la filosofía de los influjos operantes y de la verdadera proyección de las distin
Heidegger, cuyas elu cid acion es. han evidenciado que las procla tas direcciones q ue afluyen al “existencialism o” .
madas “verdades eternas”, como así tam bién la identificación r T o d o “ism o”, ya sea artístico, literario o filosófico, tiene su
—mejor, confusión— de la idealidad de la existencia h um ana (de , p ú b lico y en éste asume la dictadura, por m edio de lemas, con
rivada del carácter fenom énico de la misma) con un sujeto abso signas y recetas, el inn om in ado señor “ todo el m u n d o ” (el man
luto' e idealizado, delatan la precaria y subrepticia supervivencia : heideggeriano). Cuando el “ism o”, por este procedimiento, ha
“de los restos, todavía ni con m u ch o radicalmente eliminados, canalizado sus vías en el d om inio de la pub licidad e impera, así,
p-de teología cristiana, dentro de la problemática filosófica” 1. Es i el dictam en trivial, la autenticidad originaria de la problemática
| así que, apartándose de los principios trascendentaiistas del pla- n subyacente suele quedar velada para la mayoría de ese público
I ^ í tonism o y su elaboración teológica, la p osición de H eidegger I com o así tam bién para sus expositores, críticos y hasta para sus
‘ J tom a como p u n to de partida de toda indagación filosófica la ! adversarios. Interviene la cháchara, el discurso insustancial, y en
n uda’ facticidad de la existencia h um ana (Dasein), m anifiesta en i tonces a la auténtica apropiación comprensiva de los problemas
su estar-en-el-mundo, a fin de establecer su verdadera situación, _se sustituye una inteligibilidad trivial y espesa, que desemboca en
_^__tal como ésta se presenta más acá de toda concepción religiosa y la confusión de posiciones y puntos de vista. La pulcritud dis
trascendental. crim inativa y la precisión brillan por su ausencia en las formu
laciones corrientes y, sobre todo, en las apreciaciones de carácter
p olém ico, y todo es u no y lo mismo. Así se ha llegado, m ediante
los ensayos de vulgarización del “existencialism o” y la confron
tación de las diferentes tendencias que confluyen en él, a las
1 Sein u n d Z eit, pág. 230, M ax N iem cyer, H a lle a. d. S., 1927. conclusiones taxativas e inconcusas^más peregrinas.
liü ii
P R IM A D O E X IST E N C IA L D E L A P R A X IS
1, E structura u n it a r ia d e t h e o r ia y p r a x is .
46 C a r l o s A s t r a d a L a REVOLUCIÓ N e x is t e n c ia l is t a 47,
sofía práctica, asentando d e m odo absoluto la prim acía de la tanto q u e es la libertad ética o eticidad, no tiene para sus fines
- primera. Kant acepta esta distinción, pero trastrueca la jerarquía un con tenid o subjetivo, sino uno universal
de los términos, otorgando la primacía a l a r a z ó n p r a c t i c a , para Así tenemos q ue el espíritu como voluntad entra en la efec
la que acota una esfera espiritual autónoma. E n este: sen ad o, tividad o sea, es razón práctica, y como saber se m antiene en Ja
Kant opera una revolución en el concepto de la relación jerár esfera de la universalidad del concepto, es decir, es razón teórica.
quica entre teoría y práctica, concepto abonado por toda la filo El sen tim ien to práctico que, en una fase anterior, im plica el con
sofía anterior y basado en la prelación de la primera. E l elem ento tenido de la razón como contenido subjetivo y accidental, ahora
práctico, con sus postulados, se sobrepone al teorico. D esp u ts como eticidad tiene por contenido lo racional, pero en su univer
- de Kant v e n d r á Fichte a decirnos que la razón practica es la raíz salidad y necesidad, en su objetividad y verdad, contenido que
d e toda razón. ... com o lo pensado es en la forma de la racionalidad 4. En el h om
bre, nos dice H egel, hay una única razón en el sentim iento, q ue
rer y pensar.
D e m od o que, en el sistema hegeliano, la praxis es una forma
3. L a v a l o r a c ió n de lo p r á c t ic o en H egel. forma que, c u a p d a ^ e s ^ l ^ ^ . p ..li-
II
EXISTENCIA E HISTORICIDAD
C A P IT U L O III
R E L A C IO N D E L A E C -SIST E N C IA C O N EL SER
3. E l s e r c o m o r e l a c i ó n .
c) Por su ec-sistencia, el hombre se comporta con relación al
ente y correlativamente al ser.
C o n e l a d v e n i r del D asein, a su ser, o sea a la ec-sistencia,-
acontece el clarear o despejo del ser, que es el ser mismo,.. Si. inqui-.,
rim os por la relación del ser co n la ec-sistencia, tenemos que reco-
í
u n
La r e v o l u c ió n e x is t e n c ia l is t a
69
on tologia d el todo inofensiva, estacionaria. Pero el paso hacia
ad elante q ue se im pone es la incisiva posibilidad de pensar el su m em oracion y su pensar son actos primarios, grávidos de su
ser en el sentido de una progresión temporal-finita, centrada en esencia histórica, d e lo q ue es su destino hum ano.
el hom bre ec-sistente, en virtu d de la cual le será d able a éste
realizarse en su propio ser, es decir en su esencia histórica. Para
q u e el hom bre pueda m antenerse en la ec-sistencia, tiene que
acceder a su ser, que es decir al ser, por m em oración y por un
6. E l ser, u n id a d de lo s e x is t e n c ia l e s .
pensar prospectivo, que se inserta en el futuro com o m o d o de
la tem poralidad primaria. En estas dos dimensiones temporales se
m u eve la ec-sistencia en su elem ento —el ser—, porque si el pre M e m o r a c i ó n del ser es pensar el ser com o lo perm anente
sente le procura al Dasein, p o r su estar-en-el-mundo, la apertura mente^ ad vin ien te en el tiempo; a su vez, pensar el ser en la d i
d el ser y, con ésta, su accesión a la ec-sistencia, tam bién sim ultá m ensión del fu tu ro es rememorarlo como ya advenido históri
neam ente la lleva al olvido del ser, desde que, por la primacía camente. El pensar es u n hacer más originario que toda praxis.
q u e en este m od o de la tem poralidad tienen los contenidos per Por tanto, el pensar, com o hacer fundam ental, está siempre re
ceptivos y representativos,' se desperdiga en el eñteV\La tempora- ferido al ser co m o a lo que está en trance de advenir. El ser como
lización del ser acontece, pues, primeramente en pasado y futuro, unidad de los existenciales y, en definitiva, como existencial él
y es así q u e puede actualizarse también el “instante”, com o pre mismo, es, en u n sentido esencial, futuriclad, prospección ec-stática
sente o m od o de la tem poralidad primaria, lo q ue nos perm ite del tiempo fin ito. Esta prospección, como advenim iento, es el
recoger el “instante” (salvando la unidad de los tres m odos de advenim iento d el hom bre en su esencia histórica. Esta es la
la temporalidad) y distinguirlo del “ahora”, que es absorción y razón de que, por cuanto se trata de pensar la ec-sistencia del
desperdigam iento en el ente. T a l acontecer es, en su historicidad, D asein y, con ella, el ser, sea cuestión esencial para el pensar
m em oración d e lo permanente, que no ha pasado ni fenecido, y, com prender (experim entar) la historicidad del Dasein.
a la vez, prospección, incisión en el futuro, hacia el q u e se an Si el pensar está siempre atento al despejo del ser, es para
ticipa la decisión existencial, atenta al ser y a la p len itu d de la q u e su decir d el ser acoja a la ec-sistencia en el lenguaje, le dé,
ec-sistencia. Esta decisión n o es la decisividad anticipada, de q ue en él, carta d e naturaleza. Se trata de u n decir inauditam ente
nos habla H eidegger, m ediante la cual el Dasein alcanza su lím ite d ifícil puesto q u e debe cuajar más acá de los medios del pensa
para asirse a sí m ism o com o u n todo, sino una decisión más pri m ien to conceptual, de las formas lógico-categoriales, sólo adecua
maría, en la q u e aquella decisividad encuentra su fundam ento, das para pensar y enunciar el ente com o objeto. Decir reservado
decisión q u e im pera al h om b re (y aquí se revela el ethos, raíz quizá a los poetas y futuros mitólogos del ser y del hom bre. Su
d e toda ética), en tanto ec-sistente, a ser, a mantenerse en la dificultad estriba en que debe ser u n decir tan primario, tan
ec-sistencia, en el hogar del ser. L o impera én la m edida en q ue ceñid o a su elem en to - e l .ver- que ha de consistir en u n acto
en el cual h a d e em erger la ec-sistencia del hom bre sustraída a
tod o olvido d el Ser, a todo lo que no sea ella m ism a y su relación
consigo misma. T am añ a dificultad· ha encontrado expresión en
estas palabras q ue H ölderlin, en su Empédocle,s, p o n e en boca de
Lanthea: “ ¡Oh! eterno misterio, lo q ue nosotros somos y bus
C A P IT U L O IV
c a m o s, no podemos encontrarlo; lo que encontramos, eso n o 'so -
m os nosotros” 3.
En síntesis, la ontología fu n dam ental sólo sabe del tiem po
c o m o progresión finita y de lo perm anente en él, o sea el ser, H E ID E G G E R , M IT O L O G O D E L SER
c o m o su intraesencia, quedando privados de “sen tid o” para el
Dasein, todos los absolutos y eternidades extrarexistenciales. Y co
m o “sentido” —por tratarse de un. existencial— es aq u ello en, q u e
se articula la com prensión del ser, al; afirmar que aquellos no lo
tienen, decimos que para, el Dasein, independientem ente de la,
posibilidad de atribución de ser sólo, por, parte del- eq-sistente, n o I. E l ser y el pen sa r v e n id e r o .
4 O p. d t., pág. 76. 8 Was ist M etaphysik?, pag. 20, 1» ed., C ohen, B o rn , 1929.
5 O p. cit., pág. 76. ^ 9 Vom W esen des G rundes, p ag . 5, K lo sterm an n , 1949.
6 y 7 W as ist M e ta p h y sik 1, N achw ort, pág. 41, 5^ ed.; K lo sterin an n , 10 Vom W esen d e r W a h rh e it, pag. 16, K lo sterm an n , 1949.
F ra n k fu rt, a. M., 1949. 11 Was ist M etaphysik?, päg. 27, K lo sterm ann , 1949.
. **
- %
La r e v o l u c ió n - e j Ci s t e n c i a l i s t á , 75'
6. E l pensador, e l poeta y el l e n g u a je .
5. P ensar y p o e t iz a r .
P O S IB IL ID A D DE U N A P R A X IS H IS T O R I CO
E X IS T E N CI A L
1. C o m p o r t a m ie n t o t e o r é t ic o y p r á c t ic o .
'1 sS e m 'un'd Z'eit, p ág. 57, M ax N iem éyer, H a lle a. d. 'S., -Í927.
La r e v o l u c ió n e x is t e n c ia l is t a 81
H eidegger destaca el carácter primario, de Ia p rá ctica en el
m anecer ciego, em plea un conocer teorético, sino que el contem
com portam iento global del hom bre. El Dasein abre el sentido del
plar es tan ’prim ariam ente u n preocuparse, así como el obrar
m undo, en el que ya se encuentra en virtud de su constitución
posee su visió n ” 2.
esencial del estar-en-el-mundo, en una relación inm ediata con
t ·
aquél. Este contacto se verifica en virtud de los distintos qnodos
de la preocupación (Besorgen). Entre éstos tiene la p rim ad a el
hacer, el obrar que precede a todo com portam iento teorético, ha
ciénd olo posible. Las cosas sólo adquieren sentido por el trato E l D a sein encuentra a los otros entes que poseen el carácter
o comercio del Dasein con ellas. La esencia de las cosas —en su d e D asein, a partir d el mundo, en el cual él se m antiene en tanto
am anualidad, como conjuntos instrumentales operantes— reside q ue está em bargado por la preocupación. El Dasein está deter
en su utilización por el D asein. El hombre hace al m u n d o —a su m in ad o existencialm ente por el estar-con (M itsein). Mas en cuan
m u n d o— objeto de vivencia únicam ente en la preocupación que to q u e e l D a sein es librado por su m u n do para su estar-con y se
lo embarga,, vale decir, en la p raxis, que es su consecuencia. En encuentra co n los otros, el ,estar-ahí-con (M itd a sein ) caracteriza
este sentido? la práctica "determina a la Jeoría/'.y n o a la inversa, el D asein d e estos últimos. A u n q u e el m odo de ser del estar-con
com o pensaba toda la filosofía an terior.,Por lo tanto, el hom bre es, com o el preocuparse, u n ser respecto al ente intram undano, el
existe primariam ente como teorético de la práctica, d e u ñ a praxis carácter on toló gico d el preocuparse no puede convenir al estar-
transformadora y determinadora del m undo circundanteffJmiüeZí) con. “E l en te con relación al cual se comporta el estar ahí
a fin de p onerlo al servicio d e necesidades humanas. Así tenemos (D asein) com o estar-con no tiene, empero, el m odo de ser deí
q u e la mera consideración teorética, el contemplar, se deriva del u ten silio am anual, sino que es él m ism o Dasein. Este ente n o es
com portam iento práctico, el q u e resulta de la teoría práctica. objeto de preocupación, sino de previsión tutelar (Fürsorge) ’’ 3.
El ám bito de las cosas amanuales (Z uhandene) es descubierto . E l D a sein , com o estar-en-el-munclo, com o arrojado, está en
por la actividad manual del hombre, m odus o p era n d i m ovilizado tregado a sí m ism o y a su poder ser (Seinkönnen). Esto es una
por exigencias teleológico-pragmáticas. U n icam ente por la ama consecuencia del estado de abandono del Dasein. “En tanto que
n ualidad del utensilio, por el m anejo de éste en vista a la satis abandonado, él está consignado a u n m u n do y existe fácticamente
facción de necesidades prácticas puede el m undo, en tanto que sus con otros. E n prim er lugar y frecuentem ente es la m ism idad per
trato de preocupaciones hum anas finalistas, ser conocido, ya que dida en e l (anónim o) “todo el m u n d o ” (das M a n ) ” 4.
él se ofrece como conjunto de resistencias al im p ulso de arte
sanía del hom bre y a su m an ip u leo de utensilios (Zenge). Pero,
com o hace notar Heidegger, “el com portam iento “práctico” n o
es ateorético en el sentido de la falta de visión, y su diferencia
con respecto al com portam iento teorético n o reside sólo en que
aq uí se contem pla y allí se obra, y q ue el obrar, para n o per
2. P r a x i s e x i s t e n c i a l y s i t u a c i ó n h i s t ó r i c a . . ella n o valdría com o tal para el hoy, sino que a esa verdad el
Dasein tendría q ue “repetirla” m ediante su decisión anticipa
toria. E n ésta se fu n da existencialm ente la repetición propia de
Si e l D asein está constituido por la historicidad, él tiene. Tác la exisitenica sida. Porque el Dasein es libre en la repetición, desde
ticam ente su “historia”. Para H eidegger, el D asein está siempre q u e en ésta se da la posibilidad de la elección, él no sólo puede
decidido. Esta decisión on tológica lo lleva a aceptar su propio elegir para sí su héroe, sino que asimismo puede desechar héroes,
“a h í” fáctico, lo que implica, para él, el estar decidido dentro “ejem plos” transmitidos para elegirse a sí mismo y fundar ejem-
d e u n a situación. Pero H eidegger nos dice: “Para qué, a veces, plaridad, bosquejándose, dentro ele la repetición creadora de lo
el D asein lácticam ente se decide no puede por p rincipio elucidarlo posible, sobre u na nueva situación histórica, ónticam ente viable.
e l análisis existencial” 5. “L a repetición de lo posible no es n i u na restitución del “pa
L legado a este punto el análisis heideggeriano, y teniendo· en sado”, ni u n enlace retroactivo del “presente” a lo “perim ido”.
c u en ta las estructuras ontológicas puestas al descubierto por el La repetición, q ue proviene de u n bosquejarse decidido, no se
m ism o, cabe indagar si el D asein, por tener tácticamente su “his deja convencer por el “pasado” para q ue le perm ita retornar
toria”, no puede hacer el tránsito desde su existencia propia a sólo com o lo precedentem ente real. L a repetición replica más
u n p,ara q u é concreto, es decir el paso a una p ra x is existencial b ien la posibilidad de la existencia ahí sida. Pero la réplica cie
de la historia; a una acción por la cual la existencia hum ana, la p osibilidad en la decisión es, a la vez, como instantánea, la
com o sujeto del hecho óntico de la historia reestructure el ám bito revocación de lo q ue en el hoy repercute como “pasado” 7.
de las cosas y formas a fin de expresarse adecuadamente, de acuer La réplica y la revocación sólo tienen sentido para la exis
do a sus posibilidades reales. tencia presente, en su decidido bosquejarse merced a la repetición,
L a p ra x is existencial n o puede ser una m odificación del por lo p eculiarm ente “nuevo” —la fidelidad a sí misma, a su
D asein, q ue ha sido y sobrevive en el. hoy, porque des destino histórico— q ue se le ofrece dentro del marco de la posi
conocer la decisividad anticipatoria, el carácter m ism o..de j a „h is bilidad. D esde el m om en to que la praxis, enraizada en el cui
toricidad. Por el contrario, desde que el acontecer de la existencia dado, surge, para H eidegger, como el veh ícu lo de la decisión, y
nace del futuro (aus der Zukunft) del Dasein °, esta p ra x is es ésta im plica prospección, aquélla se im p one como p ra x is trans
prospección, apertura de ám bito para la m odalización óntica de formadora de la herencia histórica, presente en el hoy. Esta he
la existência p r o p ia (eigentlich er Existenz). rencia está constituida por todos los bienes, hechos históricos, m a
Las experiencias del pasado —m om entos de la historia del teriales, cosas por los cuales se expresó una existencia sida. D e
ser— son aducidas y traídas al hoy, sólo como m edida del bos a q u í que para la existencia presente, o sea para u na existencia,,
q u ejo prospectivo de la "existencia p ro p ia . Y si alguna verdad im ponga, juntam ente con aquella praxis transforma
d el pasado ilum inase a ésta y le diese la m edida de su. esencia, dora, la destrucción d el conjunto de significaciones, interpreta.-
L A F I N Í T U D , D E S T I N O DE LA L IB E R T A D
E L H U M A N IS M O Y SUS F U N D A M E N T O S
O N T O L O G IC O S E X IS T E N C IA L E S
r d; r P£ . : A5
115
. :cxa se le vuelve muy a su pesar una possibilitas (en el sentido
- ción histórica q ue proviene del carácter temporal, del ser del
j tradicional de “esencia”) q u e se ofrece al hombre para ser pen- hombre, el cual es un hacerse a sí mismo.
j sada com o su “modo h u m a n o de ser”. Unicam ente interpretando
I a esta esencia com o existencia o sea como un surgir extático en * or. ^ hum anid ad adviene (pre-ontológicamente) el hombre
a la existencia, pero aquélla sólo se determ ina y realiza históri
! la relación con el ser no cabría pensarla como una esencia cons-
s« verdadera dim ensión, en y por ]a
• tante, intem poral, que ya estaría en el origen y que, proyectán-
el hom bre haya accedido a la existencia h-, „7? SLencia· Q ue
I dose paradigm áticam ente por sobre el devenir histórico del hom- y destino de su devenir h i s t ó r i c o ^ “ 1 e d
| bre, se ofreciese a éste para su realización. Para H eid egger el
did o elevarse hasta su hum anidad, esto es, hacer de su accesión"
! “origen de la esencia (del hombre) queda siendo siempre para
\ la hum anid ad histórica el porvenir de la esencia” :!. total t o ”lurí 1™?- ,area esP K ,fira. « el resultado de su
total evolucion b.ologica y morfológica. Esta, a su v e , está con
D e m odo que, con ello, se afirma que la hum an itas, conce
bida com o esencia originaria del hombre, es una constante en “ r r : ritmo d e » ^ ^
la hum anid ad histórica. Ciertamente no cabe negar q ue ésta
(considerada colectivamente, en su conjunto como especie o u ni
i t- sa ¿ dh
na aslcio
t r P°r
i hombre ev · ss,t¡d°
su procedencia de h ude
mnc
versorum , o sea en el sentido histórico de com unidad) tien e por
tierra.·. En este ü ltim o sentido, para distinguirlo de los d i £
delante, en virtud de u n proceso de humanización, com o meta
eres vivientes y concretamente de las otras especiesanim -,” e
de su devenir y tarea plenaria a realizar, acceder a la humanitas.
enemos que pensarlo en función de la diferencia esp ec ffio nué
Pero no se p uede pensar la hum anitas, la idea de hum anidad,
lo separa de estas últimas. Para destacarlo, empero d per
com o dada ya en una p len itu d intemporal, como algo distinto
n encía, como individuo, a una especie biológica, tenemos
del hom bre individual, sino solam ente como una virtualidad suya,
que le perm ite devenir lo q u e él ya es germinalmente, de acuerdo lid f d i ^ e ' r m T IO, tambÍén “ d,>“ dÓ" » h
dad inserta en la dim ensión temporal de su ser y, por lo mismo
al pindàrico “deviene el q ue eres”. T a l esencia es, com o h u m a
Jamada a realizarse en el tiem po histórico, s i e m p e q u e ” ™ '
nitas, la idea de un in d ivid u o viviente singular, q ue es precisa bre. a través de frustraciones y recaídas e i lo
m ente el q ue tiene y p u ed e realizar esta idea. Ella n o es, pues,
g co, lleve adelante por propio im pulso y decisión la tarea de
un ser independiente q u e como tal tenga primacía respecto al humanizarse que le compete.
hombre concreto, sino q ue sólo se realiza en los hombres sin
Sólo así puede el hombre convertirse de individuo de u n í
gulares, fuera de los cuales no acontece ni tiene sentido. La
especie anona! en el hombre de la h u m a„Ua.,, vale deci en e
idea de hum anitas, se constituye y encuentra su fu ndam ento ú lti hom bre existente o sea en. el ente en el cual, a un , ¡ Z
mo en el ind ividu o existente y está sujeta por tanto a la muta-
■an el sentido de la tierra, del h u m u s originario de su e x t n c
c o n , en virtud de su humanidad, y la f i n t a d hTciterab e d su
ser; en virtud de su existencia. ^ u e r a o ie de su
3 O p. cit., pág. 6G.
5. P o r v e n ir de la e s e n c ia del hom bre . sibilidad p r e-ex isten te - y el futuro de la m ism a— la posibilidad
post-exxstente— esta la génesis real de la idea ,vale decir el deve
nir historio» de lo h u m a n o en el hom bre singular como momen-
E l p o r v e n i r de la esencia del hombre, tal como a ésta la o e ectivo, que n o cabe escamotear por u n anacronismo conceptual
concibe Heidegger, no es nada más que la constancia abstracta q u e hace tabla rasa d e la duración temporal, proyectando lo que
e ideal de la possibilitas d e la q ue nada puede surgir temporal
T Vg! , en e,Sta h a P a Un ° rigen suPrat« n p o r a l y hacia un
mente. E n cambio, si pensam os esa esencia como una virtuali stado final inalcanzable, tam bién supratemporal. En esta ilu-
dad que se revela com o tal sólo desde el m om ento en q ue co si n de la p osib ilid ad p roy ectad a. por encima d el devenir tem
mienza a desplegarse en u n proceso histórico de hum anización, poral, d e lo efectivam ente real, es propenso a encallar, como";
tenemos q ue afirmar que es el hombre singular concreto, el q ue C,Ste Cas°' eI P ^ a r . R evelando el secreto m ecan ism cU
piensa esa esencia y la proyecta hacia el futuro (como tam bién e esta ilusión, nos dice agudam ente Bergson: “Lo posible es) )
hacia el pasado) en la m edid a en q u e él ha comenzado a for pues, el miraje del presente en el pasado; y com o nosotros s J ' '
jarse a sí m ism o com o hom bre, en dirección a la humanitas. bemos q ue el porvenir terminará por ser presente, como el efec
Si tal possibilitas seguirá siendo siempre, en concepto de to del miraje continúa produciéndose sin interrupción, nos deci
Heidegger, el futuro de su esencia para la hum anidad histórica mos q ue en nuestro presente actual, q u e será el pasado de m a
es solamente porque el hom bre, por haber comenzado a ser h om ñana esta ya contenida la im agen del mañana, aunque nosotros
bre, ha comprendido, p artiendo de la efectividad de lo h u m an o
n a r t i d f d T 05 t / SÓ1° recon^ i e n d o el efectivo p un to de
en él, la posibilidad (en el sentido de la ausencia de im p ed i partida de su trayectoria telúrica, el hom bre podrá encontrarse
mento) de serlo, proponiéndoselo com o meta y tarea. Así surge a si mismo, en la existencia, sin quedar m ediatizada e intercep-
su “esencia” como una p osib ilid ad en acto, como un poder ser
hombre o humanizarse por el despliegue y maduración de u n ^dnddeH T P ° r · ? ÍnC° ndÍCÍonal servid o a una supuesto
germen, d e una disposición, a través del proceso y evolución no t , n r ’ T inCldina Cn ¿1 dCsde Un Pla n o ex tr a L m a -
mP'n
m ente a sxi existencia.traSCendente Para hacerl° advenir extática
I 7-
de la hum anidad histórica. Y es por una ilusión (de carácter
temporal) que el pensar proyecta esa esencia hacia el pasado y
hacia el futuro. Esta ilusión ha sido develada por Bergson en d e n t f c n ™ C° T bÍd0 COm° abSOlUt° y absoIutamenl;e trascen-
lo atinente a la supuesta e infun d ada prelación de lo posible su a L o r r ^ ? lg m á tk a dC la CUal SÓ1° conoceríamos
st nes * en 1‘ ^ ^ existencia, asi com o sus m anifestado-
con respecto a lo real. H ablar de la extracción u origen y del 0
futuro de la esencia del hom bre, en el sentido en que lo hace hom bre ^ n ° CS nada máS qUC Un refleÍ ° del ser del
Heidegger, es suponerla ya pre-existente como idea, com o ser in des” e s u r T r ^ e ^ ^ Ser~ u na tra^ r i p c i ó n
smesurada de lo q u e es una trascendencia en la inm anencia
dependiente del hombre singular, el único q ue posee esa idea y
le otorga efectividad al tender a realizarla en su ser, y en aquel
.supuesto reside el error. Entre ese pasado de la esencia —la po- París! J\ l m ° SSlble 6t lC reel’ m L a Penséc' et le M o u va n t., II I , pág. 128, Alean,
finita, fu en te esta últim a de toda objetividad, en sentido funcio q u e aspii a a moverse exclusivam ente en el elem ento puro y abso
nal, pero n o ontológico-hipostático. El ser, y lo que H eidegger lutam ente primario del ser, es un pensar que tiene que retornar
llama verdad del ser, o sea su desocultación, es un reflejo o con a lo arcaico·, aún más, hacerse él mismo arcaizante en sus expre
secuencia d e la p osib ilid ad existencial del hombre para predi siones, e ir mas allá de la filosofía o quedar más acá de ésta en
car ser en m ú ltip les articulaciones que trascendentalmente co lo que respecta a sus dim ensiones problemáticas y a su aparato
bran objetividad, lo m ism o q ue el ser, por lo otorgación exis conceptual. Delata, además, el intento inconfesado de mitologi-
tencial de sentido. Esta ú ltim a emana, empero, del ser h um ano zar el ser. D e ahí que H eidegger rectifique el rum bo de la pro
finito, al cual por u n trámite de trascenclentalización hipostá- blemática de Sein u n d Z eit m ediante un expurgo de todo lo que
tica, que hace tabla rasa d e las instancias existenciales, se lo trans en ésta (por error de interpretación) jDudiese denotar subjeti
pone y enajena en lo suprahum ano trascendente. vismo, y realice un transposición; del sentido de sus términos
L a existencia, el ser del hombre, único ser para él accesi íundam en tales. Pero, en el fondo, se trata de radiar la dimen-
ble dentro de la estructura de la temporalidad a que está pri s.ón propiamente existencial, de supeditar lo existencial y la
m ariam ente consignado, es la intraesencia y el guión del devenir otorgación de sentido por parte del Dctsein a una instancia supra
histórico. Y este devenir histórico, en ú ltim a instancia, a través temporal, para anclar, así, sin im pedimento, en el m ito del ser,
de frustraciones y eclipses o m om entáneos apogeos, n o es nada es decir en una potencia absolutamente trascendente y, en últi
más n i nada m enos q ue devenir hum ano, encam inam iento de m a instancia, en u n a inevitable ontización del ser.
todos los hombres hacia la p lenitud de un destino planetario. P ie g u n ta ¿qué es el ser?”, H eidegger responde que
Meta q ue no es lugar de llegada, sino rum bo de u n a marcha, “el ser es él m ism o” 5. El ser es lo otro de todo ente «. Pero es
cam ino por el cual el hom bre, a través de las peripecias de las el caso que la búsqueda y determinación de la alteridad es la
épocas, de la diversidad de las culturas', de la sucesión de las ti ascendencia como relación del Dasein, en tanto que ente exis
estirpes, históricamente se vien e buscando a sí mismo, verdadero tente, con el ser. Ahora sí a esta relación la interpretamos tal
apátrida, nostálgico del h ogar de su hum anidad. cual la considera H eidegger, como el ser m i s m o , en cuanto que
éste m antiene en sí a la existencia en su esencia extática, o sea
que el ser adviene al Dasein existente por estar éste colocado en
el despejo del ser por su ahí (Da), entonces el ser es hipostasia-
6. T e m p o r a l id a d , e x is t e n c ia y ser. do, y el trascender hacia él es un m ovim iento hacia lo óntico, es
una exigencia óntica, y la “verdad del ser”, así. concebido, es
una verdad también óntica. Por esta vía se hace una concesión
L a c o n c e p c i ó n supra-temporalista y absolutista del ser es subrepticia al subjetivismo j^uesto que la trascendencia, así pen-
el resultado de la tendencia, en que h oy se afirma el filosofar
heideggeriano, a pensar lo prim ariam ente inicial que, para H e i
degger, es el ser, y no la ec-sistencia en el hombre. Este pensar, 6 m w ist M etaphysik?, N ach w ort, p % . 41, K losterm ann, 19-19.
j h r i e f ü b e r den H u m a n is m u s , p;ig. 76, Francke, B ern, 1947,
sada, reintroduce la relación sujeto-objeto; el Dasein es trocado
^ penum brosa del m ito, es mitologizar el ser, temperam ento al que
en sujeto y el ser en el ob jeto trascendente. Pero si a la “rela
| hoy visiblem ente se inclina el pensam iento de Heidegger.
ción la pensamos como com portam iento del D asein con res
pecto a su sér, y a la predicación de ser en general, motivada
esta últim a por la existencia misma y su temporalidad, entonces
a la verdad del ser sólo hem os de buscarla y afirmarla dentro 7. H is t o r ic id a d d e l ser y p r o s p e c c ió n .
del am bito de la existencia, o sea en el seno de la ipseidad del
Dasein. Este, por haber advenido a la existencia, establece una
P a r a e r i g i r el ser en algo que, como u na potencia inn om i
referencia relacional con ser en general, p ud ien do así interrogar
nada; próxim a y lejana a la vez, se cierne sobre el hombre, y
por la “verdad del ser” o el “sentido del ser”, q u e es el ser
mismo. del cual dependería la esencia de éste, H eidegger ha necesitado
aicaizar el pensar, haciéndolo un m ero reflejo del m ito enigmá
D esde que el ser es dependiente de la com prensión del
tico del ser. Según H eidegger “el p en sar tiene q ue poetizar en
ser” 7, no podem os buscar el ser, ni pretender hallar n in gú n ser
el enigm a del ser. El lleva el orto de lo pensado a la p roxim i
fuera del ám bito de la fin itu d existencial del Dasein, q u e es la
dad de lo que hay q ue pensar” * (“ . . . muss das D enk en am Rat-
instancia en q u e se constituye todo ser. Podemos, pues, afirmar,
s d des Sein dichten. Es bringt die Früe des G edachten in die
con H eidegger, q u e en la relación entre la existencia y el ser, el
N ah e des zu D e n k en d e n ”). Vale decir que al ser hay que pen-
ser es la relación misma, pero para nosotros, tesis tan fundam ental
J u n c ió n de su. primaria irrupción., en el pensar y en el
es plenam ente válida siempre que pensemos- a esta relación como
A q ui sólo se atiende al origen, el q ue no es proyectado
instaui ada j^or la existencia en tanto q ue com portam iento de ésta
en el tiem po histórico por el pensar poetizante, sino que este
con respecto al ser, lo q ue define una trascendencia en la inm a
pensar primario, destinado a poetizar aquel orto y carente de
nencia de la te m p o ra lid a d existencial.
im pulso prospectivo, ha de tornarse arcaizante para rememorar
Si al ser hay que pensarlo como “el m ism o” (porque es
el oiigen , quedar vuelto hacia éste y suspenso sobre su persis
ist Ei selbst) y no com o el ser del ente, es decir no com o el predi
t e n c i a intemporal.
cado en la estructura judicativa, entonces el ser es lo q ue recoge
^Seiía esta la única manifestación posible de la “historia del
a la ec-sistencia e n la unidad de los existenciales, q u ed an d o im
ser” la que perm ite al hombre acceder a la “verdad del ser”.
plicado, originariamente, en la existencialidad com o gu ió n intra
Pero asi la “historia del ser” da la espalda a la historicidad del
temporal, como constante histórica que determina y orienta, a
ser y se torna anacronismo del m ito del ser. La “historia del ser”
su vez, el destino del hombre. N o pensarlo en su im plicación
supone, empero, la historicidad del ser, del ú n ico ser accesible
por la existencialidad, no indagarlo en todas sus posibles articu
al hom b ie, es decir de la unidad trascendental de las diferentes
laciones ónticas, reales e históricas, es transponerlo a la zona
ai ticulaciones recogidas por el hom bre en la predicación de ser.
L X n Í a ^ T r r fle ir T r r q u e lla s » » £ £ « » £
piedad, todo lo q ue ha proyectado en las cosas y más allá de
4·. E l n ih il is m o , clave de la r e c u p e r a c ió n del hom bre.
ellas, creando u n m u n do trascendente. El Dios del dogma cris
tiano es la síntesis y transcripción de los valores y esencias cons
telados por el platonism o. El hombre, de retorno en sí mismo,
C uando proclama que il£ l^ lü J is m o _ _ y a . a hacer
N ie tz sc h e
descubre q ue se había enajenado en los valores que d iputó por
sn pntrada” (stehti vo r der T ilr ) en el ámbito de la vida occiden
supremos, term inando por depender onerosamente de lo que
tal y q ue ello significa “q u e los valores supremos se desvaloran”,
era su propia criatura. Esto es · lo que perfectamente ha visto
se refiere a un .estado...-previo y necesario^ aja_recup_eración del
Nietzsche, al hacer la “crítica de los valores hasta ahora supre
hombre, a la afirmación de metas humanas y terrenas para su
m os” : “T o d a la belleza y sublim idad que hemos prestado a las
integral devenir. H a visto perfectamente que el nihilism o radical
cosas reales e imaginadas quiero reivindicarlas como propiedad
es la convicción de que la existencia es absolutamente insoste
y producción del hombre: com o su más hermosa apología. El
n ib le “cuando se trata de los supremos valores que se reconocen .
hom bre com o poeta, como pensador, como dios, como amor, co
Desvalorada la existencia, el hom bre debía poner su vida al ser
m o poder: ¡oh, sobre su generosidad regia, de la que él ha
vicio d e los valores supremos, sobre todo cuando éstos “disponían
h echo don a las cosas para em pobrecerse y sentirse miserable!
de él dura y costosamente”. Así los valores eran superestructura-
Este ha sido hasta ahora su mayor desprendimiento, admirar y
dos por encim a del hom bre “como ‘realidad’, como verdadero
adorar y haber sabido ocultarse que era él mismo quien había
m u n do, com o esperanza y vida futura” 1.
E l nihilism o es el estado previo al desprendim iento y libe creado aquello q ue admiraba” 2.
Interpretando el pensam iento de Nietzsche en los nexos pro
ración del hombre de estas superestructuras trascendentes en fun
fundos de su unidad dinámica, nos encontramos con dos ideas
ción de las cuales había sido puesta su existencia. El n ih ilism o
esclarecedoras, q ue no se pueden pensar una sin la otra y que
activo y afirmativo, al abrir el camino para la recuperación del
brotan de u n a com ún raíz, la volun tad existencial: el rescate
hom bre, radicaliza y totaliza el estado de crisis en que éste se
del hombre de su enajenación en esas superestructuras y “la
encuentra hoy. H a sido necesario recorrer una larga etapa, llena
de fluctuaciones, para extraer, con signo positivo, las últimas m uerte de D io s”. Para que el hom bre se afirme como hom bre
consecuencias de la actitud im plicada por el nihilism o, tan sagaz existente y libre es necesario superar u n tipo ele hombre, el
hom bre gregario y enajenado —el de lo “hum ano, demasiado h u
m en te ahondado por Nietzsche.
E l hom bre quiere rescatarse de todas las estructuras y valo m a n o ”— y pensar en todo su alcance y significado la idea entra
res q u e él m ism o ha creado, y de los cuales ha terminado por ñada en el “D ios ha m uerto”, clave para hacer el tránsito al
depender en la m edida en que aqtiellos, por haber sido superes- n ih ilism o activo y afirmativo. .
tructurados por encima cíe su existencia e hipostasiados, han co N o se logrará develar el sentido profundo y real de esta
brado im perio sobre él. Q uiere recuperar para sí com o su pro crisis, como crisis de recuperación de lo hum ano, si se piensa
transforma y desarrolla históricamente. radical, de la autoenajenación, o sea como rescate del hombre.
Las ideas n o tienen, en la historia, el poder plasmac or y
transformador de la realidad social, que les concedió H egel Ellas
n o son, pues, en la historia, lo real y operante, sino exclusiva
8. L a h is to ria com o p ro ceso de re sc a te d e l h o m b re. m ente los intereses de los hombres. Marx objeta a H egel la per
sonificación del W eltgeist creador como sujeto de la historia. A
esto op one q u e es el hombre real y viviente el que lucha y hace
N o o b s t a n t e la posición crítica que Marx adopta f r e n t e a todo en la historia. N o es, por tanto, la historia la que uti iza
H eg el y destacar los elementos del proceso histórico que este ]■ al hombre com o m edio para alcanzar sus presuntos fines, sino
d e lado, su concepción de la historia no logra zafarse de las m. < eme ella no es nada más que el proceso resultante de la acti
del esquem a hegeliano. TT . , , <.P enca vidad del hombre, atento al logro de su p ro p io fin. Esta idea
para Marx, lo mismo que para Hegel, la lu slo n a encuentra tam bién expresión en Engels, que afirma: los hom
m i n a a u n f i n ra c io n a ! ü l t i m o , i m p e r a n d o e n s u d e s a r r o v n bres hacen su historia, sea lo, que- fuere lo q ue de ella resulte,
ley universal q u e se cum ple en ella. Pero para en la m edida en que cada cual persigue sus fines propios cons
universal es la que determ ina la historia futura, lo que en esta cientem ente queridos, y la resultante de estas numerosas vo^ m i
y por ¿ s t a encontrará acabamiento Su soporte s o d a , agente de tades, operantes en diversas direcciones, y de su m ú ltiple influjo
proceso histórico, es el proletariado. Marx elogia . sobre el m u n d o exterior es.precisamente la h isto iia J.
ii-iber reconocido la esencia de la autoenajenactoi La potencia social extraña, que ha surgido en virtud de a
t m a d e h a c i é n d o i o suyo, el concepto de q ue el proceso de, au toenajenación del hombre, constituye el sustrato y soporte de
espíritu se desarrolla de acuerdo a una m e o om .a c h a e c t a ^ la evolución del m ovim iento económico, la que, según i ai.-., se
íü hombre como s e r natural y dotado de razo! , - I ’ realiza de acuerdo a una legalidad intrínseca, casi mecamea. El
. « * determinado esenctaim jnte por el objeto de -la evolución histórica es, por consiguiente, la supe
por el poder coactivo de las arcunstancias, el t.ene q ue _ ración de la autoenajenación humana en las condiciones econo-
ñarse, enajenarse de si mismo en el producto de s . - F Jo
el sentido del proceso d e la historia reside, p a ia M a ix , en
5 L u d w ig F euerbach u n d der A usgang der klassischen deutschen Phnoso-
aniq u ilación de l a potencia extraña en que se ha ‘
p h ie , p;ig. 40, M e i n e r , Leipzig.
a u t o e n a j e n a c i ó n del hombre. M ediante tal negación o aniquila
mico-sociales engendradas necesariamente por el régim en d e 9. E l salto en la l ib e r t a d y el “ i -i o m b r e total” .
y )
Sin duda, con el apogeo de la doctrina de las funciones m e .jr^ É N de estas comprobaciones, vemos perfectamente
p r e s e n c ia
cánicas se introduce la perniciosa ilusión de u na necesidad mecá el error e inoperancia de la negación romántica de la técnica.
nica, a la que tam bién estaría som etido el hombre. D e donde re Esta postura pareciera ignorar o desconocer que el hom bre moder
sulta que por m edio de la mecánica el hombre es vulnerado d e no vive en m edio de la organización y sometido a ella, rodeada
m o d o coactivo en su libertad. “Es la libertad —como observa F. por aparatos e instrumentos técnicos; que no se trata de desandar
G. Jünger— lo q ue distingue al hombre del autóm ata”, al ente el cam ino a través del cual la técnica ha conducido a la actual
racional libre y existente, de la máquina, la que, aunque la conci situación, lo cual es imposible, sino de hacer de la técnica —acep
bamos en su m áxim a com plejidad funcional, “n o posee, ni u na tándola en todas sus consecuencias— un m edio para fines pecu
volu n tad libre ni u na volun tad no libre, sino absolutam ente n in liarmente hum anos. Esta tarea fundam ental será realizable siem
g u n a vo lu n ta d ” 1. N o cabe ciertamente negar q ue el hombre desde pre que el hombre, por im perativo de su voluntad y su libertad,
q u e se aleja de lo natural y vital, y queda im plicado en el auto esté dispuesto a rescatar intacto su ser de la enajenación en la
m atism o ele las disposiciones mecánicas, y explota instalaciones, en com plejidad cada vez más opresiva cie sus artilugios. Vale decir
la m ism a m edida él se torna dócil al influjo de la mecanización que el hom bre ha de recorrer inexorablem ente el cam ino de la
y la organización, o sea es u n ser organizable. Es un hecho in n e técnica,-¡aero atento a señorearla para alcanzar su propia libera
gable que por la técnica el hombre deja de estar determ inado ción y la de la com unidad hum ana que lo involucra y sin la cual
por la tierra y el aliento de vida orgánica que brota de ésta, y él no es ni siquiera concebible, ya que el hombre aislado, al es
tado de átom o —tal como lo pensó el liberalismo in d iv id u a lis ta -
1 Die Perfektion der T cch n ik , p;íg. 64, 2* cd., K l o s t e r n ia n n , F r a n k f u r t , no existe ni tampoco· nunca existió.
M „ 1949.
L a REVOLUCION ÍEXISTENCIALISTA ] 53
A■ I i i ,
Pensar q ue el hombre puede sustraerse al imperio de la téc
1Iv ^ ' !-
leza, pasen elesapereibidos. Y así descubrirá que lo sencillo no
nica y volverse a la simplicidad, a la sencillez de lo sancionado por
radica tan sólo en las cosas, vistas ¡#lfozaclas en la perspectiva de
costumbres fenecidas que obedecieron a otro ritmo de vida es una
lo perimido y recuperado en la morosa delectación del recuerdo,
consecuencia ele aquella falsa negación romántica. V au nq u e indi
sin o principalm ente en un estado de línim o en que aflore lo esen
vidualm ente pueda realizar tal fuga, esta no es nada más que un
cial de su hum anidad, así sea en lo fugazmente episódico, pero
paréntesis m om entáneo, u n oasis ilusorio en medio del orbe de ■con el temple ele una serena e inalienable libertad interior.
... ac:cl'° de la técnica.; U n ejem plo de esta postura lo encontramos
1 en üergson, q uien sostiene que “la mecánica exigiría u na mís
tica y que conduce a ésta, una mística que hará retornar al hom
bre a la simplicidad de la vida, pues “sería necesario q ue la h u
5. E x a l t a c ió n de l a t é c n ic a por el p o s it iv is m o .
manidad tratase de simplificar su existencia con tanto frenesí como
el que ella ha p u e sto ,e n com plicarla” 3. Habría, según Bergson,
I una ley del doble frenesí al frenesí que llevó a la mecánica
I g u a l m e n t e f a l s a es la actitud diametralmente opuesta fren
| cabe oponer otro que an ule su influjo, com plem entándolo, el fre- te a la técnica, su exaltación por el positivismo utilitario y cien-
| nesí por la vida simple. O tro ejem plo nos lo suministra H eidegger, tificista, que hace de ella una “religión de la técnica”. A esta pos
j q uien incita al hombre a renunciar al poderío de la técnica, a tura se llega com o resultado ele la primacía absoluta que la con
i no oír “los ruidos de las m áq u in as”, a los q ue “sólo se abren los
cepción positivista otorga al conocimiento fundado en las ciencias
¡ oídos del hom bre m oderno”, y poder así anclar en la “augusta físico-naturales, y erigido· por ella erróneamente en única forma
j grandeza de lo sencillo”, q u e viene a nuestro encuentro en “la
legítim a de conocim iento. T a l sobrestimación de la técnica intro
i vo z del cam ino”, voz q u e “contiene el avance del trabajo meca- d u c e al hombre dentro del engranaje de un determinismo coac
j n izado”. A u n q u e confiesa q u e “los q ue reconocen la sencillez como
tivo cjue suplanta sus fines, y la actividad que éstos suscitan y
j su propiedad adquirida” son pocos, cree que “ellos sobrevivirán requieren para su realización, jDor una estricta necesidad mecá
1 a las gigantescas energías atómicas que el hombre ha descubierto
nica. Queda sí elim inada toda actividad finalista específicamente
■con sus cálculos y a las cuales ha convertido en cadenas que apri
h um ana y el hom bre mediatizado, reducido a una pieza más en
sionan su actividad”. Parece que ni Bergson quiso, ni H eidegger
■el dom inio del funcionalismo· técnico. Al transformarse la técnica
quiere sospechar que la sencillez asequible al hombre en la era
toda en un fin q ue él tiene que servir, el hom bre está condenado
técnica de la fauna m itológica del acero, él sólo puede lograrla
a moverse como un autómata inánim e en un m undo ele medios
•en m edio de la com plicación y del trasiego mecánico, y quizá m e
exclusivamente, ya que el mecanismo carece ele tocio fin inherente
d ian te recursos técnicos de tal m odo empleados y supeditados a a sí mismo. Si al hom bre se le escajDa ya el d om inio de la técnica
su voluntad que ellos, por constituir en él una segunda natura-
•que él mismo ha creado —hecho que hoy se torna cada vez más
2, 3 y 4 L es d eu x sonrees d e la morale et de la relieion, p;i<Ts 335 339 evidente—, en cam bio al poder ele la técnica, de su creciente meca
320 , A la c n , P a ris , 1932, ’ ‘ nism o, no escapa el hombre y todo lo más valioso que él representa.
Si la técnica ha llegado a ser, como lo sostiene F. G. Jünger, una ritm o orgánico de su vida, el temporal de su existencia y las ne
movilización de todo lo inm óvil, entonces también el hom bre ha cesidades d e 1su espíritu.
devenido móvil por acción de la técnica **. Y esto es lo te n ib le ,
que él ha devenido extrem adam ente móvil, más móvil que nunca,
no por acción de su p ropia voluntad, sino por automatismo, por
acción mecánica, la que tiende a suplantar en él, amenazando anu
6. T é c n ic a y d e stin o t e l ú r i c o d e l h o m b re.
larla, la m ovilidad que naturalm ente debe imprimirle el ritm o de
%
su vida, de su espontaneidad, de su libertad. En la perfección ú lti
ma de la técnica, sustraída ésta a todo control hum ano, el ser del E s t a m o s , pues, frente a un hecho de dimensiones universa
hombre se diluye, deviene u n no ser, pues queda im plicado en su les: la técnica y el poderío de su funcionalismo mecánico. Es por
funcionalismo mecánico desde que la completa y todopoderosa ello que la técnica y su necesidad mecánica, su determinismo coac
autonomía de la m áquina dispondría de aquel como de u n ente tivo, que interfiere en la libertad hum ana, nos plantea acuciosa
privado de albedrío. Pero aún excluida la posibilidad de q ue ad m ente el problema del destino del hombre con relación a sus posi
venga este estado final, la esperanza siempre utópica ele una com bilidades existenciales dentro de la sociedad, y, más allá de este·
pleta autonomía de la m áq u in a tiene ya por correlato, en el te ámbito, en forma asimismo radical, el de su total destino plane
rreno de los hechos, la heteronom ia cada vez más acentuada del tario.
hombre con respecto a la técnica y los grandes com plejos en que Por el volum en y fuerza que la técnica ba adquirido en el
se unifican sus mecanismos. Es que el imperio incontrolado de m undo de hoy, debemos considerarla, sin duda, como una poten
la técnica subvierte la tabla funcional de los valores hum anos al cia histórica con la que hay que contar para la organización y
desplazar su eje: el ser libre del hombre, para ponei en su lugar supervivencia ¡Dolítica de la sociedad y el logro o frustración de
una om ním oda necesidad mecánica, que lo suplanta y anonada. fines hum anos y de un programa hum ano de vida. Pero esto no
Ante esta amenaza q u e se cierne sobre él, el hombre, sacando significa que aceptemos la idea propugnada recientemente por
fuerzas de su flaqueza, recogiéndose en las inmanentes posibilida Heidegger, de que la técnica hace la historia por cuanto ésta ten
des de su ser, ha de reaccionar vitalm ente si quiere salvarse. Su dría por función hacer madurar lo que en la técnica fué com en
em peño fundamental, entonces, ha de consistir —y para ello ten zado, y que el destino de la historia no es el destino del hombre,
drá que apelar a toda la fuerza de su decisión no en seguir el siendo éste sólo un mero auxiliar de la historia. Esta idea deriva-
m ovim iento automático que recibe por acción mecánica, plegán de otra, enunciada por él como fundamental, la de que la técnica
dose a él sin resistencia, sino en resistirle, dirigirlo y encauzailo es la expresión de un elemental antagonismo, difícilmente exp li
para ponerlo al servicio de sus propios fines, de acuerdo con el cable, que acontece en la historia del ser, pugna que se libra en
el seno incógnito y tormentoso de esta historia. ¿Qué parte toma
el hombre en semejante combate, en el que está en juego su des
5 D ie P erfektion der T e c h n ik , pág. 1(55.
el rango de sus papeles en la escena. En el nuevo acto del drama
tino? Sgún Heidegger, ninguna. El no es nada más que el lugar de la historia, la técnica con la máscara inhum ana del hombre, el
e n que se torna visible esta lucha. (Einblick in das, mas ist.) que ha sido privado de toda decisión y de lo que podía llamar
Nosotros, por el contrario, pensamos que a la historia la ha todavía su libertad, es el personaje protagónico, el cual le deja
cen los hombres, la hum anidad que, por órgano de sus mentores, a la historia el papel de ser mero veh ícu lo de su poderoso y ciego
de sus élites, adquiere progresivamente conciencia de su meta so determinismo mecánico.
cial y telúrica, es decir de la posibilidad de realización de su des L a nueva situación advenida ha arrebatado al hombre todo
tino aquí en la tierra. Esto sin desconocer, desde luego, que la poder de decidir acerca de su propia suerte, así sea en mínima
historia, en virtud de las fuerzas primarias que la mueven, técnica parte. E l se ha trastrocado en el hom bre m áquina cuyo papel auto
y economía, y transformada en ciertas etapas del devenir, tal como mático es colaborar en su autodestracción. T o d o esto no es una
acontece en la que actualmente nos encontramos, en una potencia pesadilla nocturna, que nos haya sido insuflada durante el sueño
todopoderosa, ejerce un enorme influjo reactivo sobre los h om por u n genio diabólico, y la cual se disipa con la primera luz del
bres y todas sus motivaciones sociales, económicas y políticas. día. N a d a menos que un filósofo de la jerarquía de Heiclegger, al
Porque la historia es un antagonismo y síntesis de intrincados reflexioriár~sol«e“lánt¿cnica y sus consecuencias para el porvenir ' ''
poderes, de los que proviene su dinámica, el destino que ella en hum anó, viene á ’d éciniós que la decision que carga al hombre con
traña y realiza no es únicam ente el destino del hombre, aserción el peso de una responsabilidad planetaria —inherente a su hum a
q u e implica algo evidente e innegable. Pero esto 110 arguye con nidad misma— no reside m á s en sus maños, en su poder, porque
tra la parte que la voluntad y la libertad del hombre tienen en el la historia, concebida por Heidegger com o historia del ser abso
proceso de la historia, en su rum bo y en sus alternativas. N o obs luto, es más fuerte que el ente individual. La historia del ser
tante, ante el gigantesco avance logrado por la técnica en la u ltim a —que, aunque interfiera y repercuta en la de los hombres, parece
década, a raíz de la desintegración del átomo, este últim o aseito desenvolverse infinitam ente alejada de las preocupaciones, angus
comienza a ser puesto en duda e incluso a ser descartado como tias y dolores hum anos— lleva de m o d o inexorable a maduración
falso por algunas mentes. lo que en la técnica y con la técnica comenzó: ¿Acaso esto comen
Durante todo el acelerado desarrollo de las conquistas de la zado por ella es el principio dé. un. aniquilam iento, de una .extiri-“' "
civilización técnica e industrial, se le concedió al hombre, con ción de las fuentes ele la vida? Q uede abierto,...por el „momento,
algunas restricciones, sin duda, la decisión de arbitrar, según su él interrogante. H acia esta maduración sería, según I-I-cidegger, a la
querer, el m od o de utilizar y emplear las invenciones y m últiples que se encamina, por una necesidad fatal, la historia, aun a costa
complejos instrumentales de la técnica. Pero, se inicia la era ató del peligro de que el hombre que ha sobrevivido hasta ahora sea
mica, comienza a modificarse radicalmente la relación del hombre aniquilado, aunque, no totalm ente extinguido.
con la naturaleza merced a la liberación de la energía del átomo,
el hombre m ismo amenaza con transformarse en un demiurgo ap o
calíptico, que proyecta destruir los mundos existentes, y de pronto
cambia el telón de fondo y varía la situación de los personajes y
7. L a d e s in t e g r a c ió n del átom o y las c o n s t e l a c io n e s de
vidas humanas indefensas. Entonces n i siquiera se pensó en sus
poder.
íu e H n aC1° n e' Cn f ° d d bÍGn C° mÚn de la S a n i d a d , sino
■q e e los corporizo en la bomba atómica como arma de guerra
. e io esta situación configura tan sólo una etapa que ha que-
E s t e c u a d r o , resultante de las ideas expuestas por el filósofo .
■ ado atias en la investigación y en el em pleo técnico con fines
•germano, nos parece exageradamente radioactivaclo por el recuei-
bélicos de a energía atómica, la etapa de su presunto m onopolio
do de la aplicación bélica de la energía atómica, sombreado por ·
poi p a ite de una de las dos grandes constelaciones de poder ’
lo s efectos psicológicos a distancia de los rayos infrarrojos, los de
luz visible, los ultravioletas y los terribles rayos gama que alcan - o ví rra em° S, qVG k ° tra gran constelacíón también dispone
ya disponía— de los mismos o superiores medios técnicos de
zaron a H iroshim a y Nagasaki. nsa, resultantes de la liberación de la energía atómica. Pero
Podemos, sin duda, pensar que no es fatal que la desmtegra-
m bicn sabemos que los recursos energético-atómicos, aplicados
x ió n del átomo tenga únicam ente una aplicación destinada a se
co n « g n o positivo y creador, están llamados a producir más b ie n S
gar vidas humanas, a destruir todo lo que el hombre ha levan
y n q u ez a y por consiguiente más facilidades vitales y bienestar
tado y acumulado con su esfuerzo; sino que, por el contrario, el
trascendental descubrimiento de la física atómica debe traer apare d é T! ? la dlfusión u n iversal que logra todo nuevo inventó
jado para la civilización u n bien equivalente al inaudito avance , "cm ca , una vez q ue es conocido el principio científico de
técnico que el mismo significa. T o d o esto podemos pensar, pero f L Í T o b t m 0 d U S 0pv m n d h Variable y Perfecdonable- mediante
pensarlo es enfrentarnos dramáticamente al conflicto entre el de m is en n ^ ^ prácti¿a’ P ° demos considerar como
u s que p iobable que mañana dispondrán de los mismos recur-
ber ser, que encierra una finalidad moral y benefactora, im plícita
en la faena científica, y el hecho brutal, la realidad ya co n o a d a puéblos. ° ^ Cnergía IÍbCrada d d át° m o ' muchos 0 t™s
de la aplicación bélica de la energía atómica. N o cabe descono
T o d o s estos factores reales y los que previsiblemente se pre
cer en principio, que la liberación de las fuerzas prometeicas del
senta! an en el futuro inm ediato son otros tantos datos que nos
átomo debe tender y tiende a aquel fin, en el desiderátum autén
ticamente hum ano de los hombres, aunque su empleo practico no f f l o S r 1 3 r,eí antf r Cl ProbIema de la tá n i c a en una instancia
haya sido puesto hasta ahora al servicio de necesidades específica ah* 1 T ’ P“ iada de Ios ^ P u esto s gratuitos de una ontología
mente humanas, sino por el contrario, y todavía se siga haciendo í l sem doa I S'lr,° mÍt0lÓ8ÍC0· Esto nos Permitirá ahondar en
por parte de los comandos de la civilización capitalista la política p e c ü 'n I L r SUS CÜVaS dimensÍOnes V de implícitas pers-
1 «c ustoncas, atinentes a la situación actual del hombre y al
'terrorífica de la destrucción por armas atómicas. Los hechos, sin
p o iv e n ir que le estaría deparado en la era atómica.
duda, han sido por sí m ism o elocuentes. Los resultados penúltim os
de la investigación del átomo, de la desintegración y liberación
de sus inmensas energías potenciales, estuvieron exclusivamente
.al servicio de la devastación y del aniquilam iento de miles de
loe dificultades y obs
— de * 0 , si - ^ " „ peraci6n del —
8. E l a n t a g o n is m o d e l a t é c n ic a . ráculos que ella opone a ese
H U M A N IS M O Y P R A X IS P O L IT IC A
1. P rotágoras y el “regnum h o m in is
/
com o coincidencia armónica de todas las ideas formativas, tenía rales y al esfuerzo tendiente a su realización práctica, lo q u e
que ser estructurado y realizado juntam ente con el ideal de la co supone un trabajo constante e irrenunciable en el perfecciona
m unidad perfecta. Esta idea fundamental, aunque no excluía una m ien to del género hum ano y en el desarrollo pleno del hom bre
acción conjunta de las ideas individuales’ y sociales, colocó ai individual al servicio de la universalidad.
individuo y a la sociedad en el mismo plano en ío que respecta
a la libertad de com portamiento moral.
T a l concepción cortó los lazos de la idea de humanidad, y
por consiguiente de la idea humanista, con determinadas formas 5. E l h u m a n is m o e s t é t i c o -c l a s i c i s t a .
sociales fundamentales como Nación, Estado, clase, es decir con
estructuras políticam ente válidas y portadoras de las ideas de
totalidad orgánica con relación a la com unidad popular. La idea E l i d e a l de hum anidad de un Schiller y un Goethe, al q ue.
ilum inista de hum anidad se transformó, así, en bien común de también hace suyo W iihelm von Humbolclt, deja, en cambio, re
todos los hombres, sin sustrato político-histórico alguno. caer exclusivamente el acento en el desenvolvimiento de la per
En lo que atañe al enfoque concreto d e l hombre en sus po sonalidad y en la cultura estética del hombre, tom ando com o
tencias y posibilidades inmanentes, el progreso del ideal hum a muestra y m odelo un helenismo idealizado, vale decir un h e l e - .
nista íu é ante todo posible por la superación de la unilateral nism o que nunca fué realidad histórica en el m u n do griego.
concepción supranaturalista de la Edad Medía. Esto aceleró el Winclcelmann, el gran precursor de la historia clel arte, al des
despertar del sentido para esta vicia, descubriendo primero y for pertar, en su época, el amor por los. estudios clásicos, tuvo gran .
taleciendo después el sentim iento y la vocación para la dignidad influjo en el desarrollo de esta forma personal y cultural-esté-
personal clel hombre. tica de la nueva idea de hum anidad de los dioses de Weimar.
El ideal de hum anidad de esta época encontró en Lessing y Este hum anism o estético-clasicista se inspiró, pues, en una imagen
H erder sus voceros más fervorosos. La humanidad, concebida idealizada del helenismo, esa imagen que la penetrante crítica
por Herder como el ú ltim o fin de la Historia, no es más pro de Nietzsche mostró ser falsa, resultado de una visión que, por
piedad de clases privilegiadas, sino que emerge para todos desde falta ele perspectiva histórica, no acertó a desentrañar la realidad
el ser más profundo clel hombre, ser que éste tiene que des del m undo helénico, y que ni siquiera trasuntó el estado cultu
plegar a partir de sí mismo. El ideal hum anista de Herder tiene ral y anímico del período que él llama de dacedencia del hele
un sentido estético por cuanto el esfuerzo hacia el completo des nismo, en el cual predomina la preocupación moralizante de los
arrollo universal del individuo entronca, desde el punto de vis filósofos, y los “instintos anti-helénicos” afloran a la superficie
ta de la perfección artística, con el ideal de la filosofía italiana de la vida griega.
del Renacimiento; pero no deja de acentuar al mismo tiempo, Con todo, en Schiller se enlaza el ideal estético-clasicista con
el lado social de lo hum ano. Concede, así, valor a las ideas m o u na m isión ético-social del hombre. Así, él contem pla en el
“alma bella”, apta para la práctica de la moral más elevada, el
resultado último, la armónica plenitud de la educación del hom
m ente deriva, aquel ideal se ha tornado inoperante, carece de
bre por la cultura estética y el arte.
validez, y sólo puede cultivarse, al margen del proceso social, en
W ilhelm von H u m b old t, a su vez, va a ver el supuesto y
circuios m uy reducidos, .inactuales; vale decir que es un ideal
la tarea más importante del progreso moral en la educación del
que, por faltarle atmósfera para su plasmación y vigencia, ha
pueblo, particularmente de una clase superior, por m edio de una
h ech o crisis, está ya casi totalmente perimiclo .
elevada formación hum anista, pero también de carácter histó-
N o por ello el hombre, hoy más amenazado que nunca en
rico-universal. Para él, la esencia de lo hum ano consiste en que
su hum anidad, ha de renunciar a todo humanismo, a centrarse
el hombre singular tienda, reconociéndose y valorándose a sí
en su p ropio ser, en su esencia inalienable. Sólo que para seguir
m ism o universalmente, a constituir una totalidad estética, un
buscándose a sí mismo, y mantener su rumbo hum ano en medio
microcrosmos. La concepción de H u m b old t ha sido prácticamen
de la balum ba de cosas y productos de su actividad múltiple,
te el cauce por el que ha discurrido el ideal humanista vigente
tiene q ue andar otros caminos, proponerse otras metas, hacerse
en la educación secundaria del siglo X IX . Este ideal está hecho,
cargo en su totalidad de la nueva situación histórica en que está
tínicamente, para círculos muy reducidos, para élites, que tienen
inexorablem ente implicado. T ien e, para ello, que mirar de frente
la suerte de estar en condiciones de acceder a la plena posesión
al presente y al porvenir, tener en cuenta todos los factores que
de una alta cultura espiritual, pero esta cultura es terreno ve
influyen en su vida individual y social y, si ha de encaminarse a
dado para las clases sociales mayoritarias. En consecuencia, tal
su hum anidad, adquirir la previa certeza de que no puede escin.
ideal, con su sentido intelectualm ente aristocrático y limitado
clerse en su ser y concebirse a sí mismo parcialmente. Esto lo
en cuanto a las posibilidades prácticas de participar en él, está
llevaría a m utilar su humanidad, es decir a anularla, porque ella
reñido con la presencia, que se viene acentuando desde la edad
no es la suma de los aspectos o factores por los que se funciona-
moderna, de las masas —proletariado y pequeña burguesía— en
liza expresivamente en su devenir, en los sucesivos conatos hacia
el área histórica, y con la consiguiente difusión universal de la
su realización, sino un todo unitario e integral, para el cual, como
■educación y la cultura en el aspecto técnico y profesional.
para I-Iamlet, es cuestión de ser o no ser. Ser, para el hombre, es
la grande y única tarea total, por cuanto, conforme a tal deside
rátu m ontológico, es devenir hum ano a partir de su esencia para
serlo en plenitud. *
■6. Los " h u m a n is m o s ” y el hombre como t o t a l id a d . Por consiguiente, para absolver la tarea de su educación,
con este sentido de totalidad, el hombre necesita entregarse a una
idea omnicomprensiva de sus posibilidades efectivas y de las di
En n u e s t r a é p o c a , en que las masas y el curso íntegro de la '
recciones abiertas a la progresión plenaria de su ser espiritual e
"vida económica y social están determinados en su rumbo y con
histórico. N o se trata de una idea estática, en la que él se com
dicionados en sus manifestaciones por el enorme incremento ad-
plazca teóricamente en contemplarse a sí mismo, sino de un prin
•quirido por la técnica y la forma de vida q ue de ella necesaria
cipio dinámico, de una idea enraizada en el más profundo estrato
cando todo im pulso creador o novador. Los representantes de
ontolóeí*
• O ) del hombre,y en su voluntad existencial de ser. T a l esta cultura, cada vez más sordos al rumor de la vida germinante
idea coní'igura originariamente una praxis que, a la vez, se ofrece
en torno, a las exigencias remodeladoras de u na cultura viva y
com o la forma precipua de teoría, si concebimos a ésta, como la
con élan prospectivo, creen erróneamente poder prescindir del
pensaron los griegos, com o el modo más lúcido y fundam ental de
destino histórico, destino en función de u niversalidad política,
estar activo del hombre, en tanto vocado esencialm ente a los más
de la com unidad con la cual toda cultura, en tanto es expresión
altos intereses humanos. Por ello, una idea semejante reconduce
d e un programa espiritual y de un repertorio de temas vinales,
al hombre a su raíz hum ana y lo ata con fuerte nexo al sustrato
ha de. establecer un nexo orgánico. Si la cultura se nutre del sus
histórico de la com unidad política, a la nacional en forma direc
trato viviente de la comunidad política, en lo nacional y en lo
ta, y a la universal a través de ésta. Esta iclea formativa entraña
universal, entonces la tarea formativa, cuando es auténtica, está
la más alta praxis, y es u n a dirección volitiva esencial puesto q ue
d e suyo im plicada en el proceso por el cual y en el cual aquélla
aboca al hombre a una constante y renovada decisión en el sen
se hace y deviene hacia la plenitud de su sustancia y de sus formas.
tido de su destino hum ano. Es una forma activa, plasmadora, en
la que todas las posibilidades y contenidos específicamente h u
manos han de volcarse en vista a una progresivamente plenaria
realización del hombre. D e aquí que ella recoja y acendre lo que
de supervivente y valioso hay en los ideales humanistas del pasado 7, F o r m a c ió n p o l ít ic a y h u m a n is m o u n iv e r s a l .
formas, no excluidas, sino que a ella se adunan, y q ue ella absorbe nalización orgánica de la idea de la formación política es el con
y supera al incorporarlas como meros aspectos de u na actividad cepto de p u e b lo p olítico, concepto que en nuestros días está ad
unitariamente integral. quiriendo p lenitud sintomática. Freyer ha dado a este concepto-
La 'formación política difiere de la forma fundam ental del formulación precisa. El pueblo, concebido en su esencia política,
hum anism o clásico-esteticista del siglo X IX , no tanto por su con es decir como “pueblo p olítico”, constituye la unidad que había-
tenido, como por su estructura. En ella el sujeto a que la volun sido escindida mediante aquella forma antitética de “Pueblo-
tad formativa apunta es distinto. El sustrato de la formación Estado”. Sólo un seguro y ambicioso concepto de lo político, afir
política no es ya, com o en este ideal formativo hum anista, la perso mado con volición creadora y estructuradora, puede restablecer
nalidad aplicada a la totalidad (a la pauta intelectual y estéti esa unidad, llamada a reabsorber en su núcleo vital y dinámico-
camente plenaria del “alma b ella ” de Schiller), nutriéndose de todas las oposiciones y diferencias, y esto es lo que ya se vislum
los tesoros del m undo espiritual, sino la voluntad disciplinada bra en el presente y será plena realidad en el futuro.
que, pronta para jugarse, tiende a dominar todo su campo de Como Freyer anota, el criterio sociológico y de las ciencias,
acción y a m u . ilizarse en el sentido de la finalidad concreta que espirituales del siglo X I X no vió una relación viva entre la N a
se ha propuesto. Conform e a su estructura peculiar, formación cionalidad y el Estado, entre el pueblo como comunidad de des
política es visión desde u n lugar concreto, profundización espi tino y su historia política, sino que erróneamente concibió entre
ritual de una decisión, realización también espiritual, de una vo ambos una tensión y, a m enudo, una oposición. Así, hasta el
luntad ya alertada por un designio político fundam ental. Como presente se ha considerado al pueblo, de acuerdo a este concepto,
todo auténtico ideal formativo, tiende a la realización y dilata como un principio orgánico- del m undo histórico, y al Estado com o
ción del hombre, de sus potencias, de sus posibilidades, en defi un mecanismo, como un aparato y como medio cuya finalidad es
nitiva, a plasmar en lo social, dotándola de contenido y vigencia, el orden. Mas si concebimos lo político como una sucesión de
una idea fundam ental del hombre; vale decir que su tarea es esen deberes históricos y de su consecutivo cumplimiento, relación de
cialmente humanista también en su finalidad concreta. Formación que se origina el total proceso de la historia política (en intrín
política reposa en educación política, y en ésta reside el supuesto seca relación con exjDresiones estatales), entonces el sujeto de la
p olítica no es tanto el Estado, como el pueblo. Y esto porque,
•como enuncia Fichte, el p u eb lo es lo permanente. Pero desde este
m om etn o el pueblo es considerado así como el fundam nto espon C A P IT U L O X I
táneo del cual surgen las formaciones estatales, lo m ism o que de
la espontaneidad de la persona surgen sus actos morales. De
donde resulta que no cabe aceptar una estéril oposición entre EL H U M A N IS M O DE L A L IB E R T A D Y SU
pueblo y Estado, y que es necesario concebir el pueblo como la
natura naturans política; com o un ser llamado a la existencia p o IM A G E N D E L H O M B R E
lítica, y cuyas fuerzas creadoras determinan la marcha de la his
toria política.·
El pueblo como síntesis y unidad de las clases y su estruc
tura económ ica es, sin duda, el protagonista de la evolución p o lí
tica, el agente productor del proceso social-histórico, pero el meo 1. El hombre en l a p e r ip e c ia de su d e v e n ir .
»
social nuevo, u n a nueva ordenación jerárquica de los valores a
lectividad, considerada como agregación ele tales átomos, erigida
q ue la sensibilidad histórica de la época da vigencia. El con
en personaje protagónico de la historia social y política. Conoce,
cepto del hom bre del hum anism o racionalista,-, con su anejo pos
sí, clases antagónicas, cuya pugna es, sin duda, el resorte de la
tulado progresista, es u n conceptO''’,jg g jisú d o ién todas las ins
dinám ica económico-social; pero tam bién comienza a saber del
tancias y sectores en q ue logró imponerse; pero, n o obstante, to
hom bre concreto, histórico, el hombre que, sin desprenderse de
davía se arrastra mortecino en el proclive plano verbal más que
los nexos y ámbitos en que está implicado, se perfila como unidad
mental en q u e se colocan los supérstites del liberalismo in d iv i
psico-vital y personal y afirma y vigora su hum anidad en función
dualista y de sus expresiones doctrinarias residuales.
de fines reales, inmanentes a su peculiar devenir.
Este tipo ele hombre, puram ente racional, anti-histórico y
anónim o, es u n ente fantasmático q ue elude la realidad y se bate
en retirada frente a los grandes hechos que están preparando el
futuro. N o p uede desconocerse, sin embargo, que esta imagen"·*
4. E x t in c ió n del h o m b r e m oderno .
del hombre h a im perado casi tres siglos en la vida cultural y
política de Occidente, habiéndose mostrado en el pasado como
u n reactivo eficiente en los m útiples aspectos de esta vida. Pero, D e l o s r e s t o s de la iclea racionalista del hombre, encarnada
desde hace más de tres décadas, tal imagen del hombre está en en el llamado “hombre m oderno”, es decir de esta imagen ya en
franca declinación, e^ apenas una sombra que se esfuma y a la estado de disecación, pretende en vano vivir la destartalada socie
cu al vanam ente intentan asirse los náufragos del presente dad de nuestra época (en particular sus comandos capitalistas y
histórico. mercantilistas, adueñados del poder político). Ellos forman la
N o existe, pues, el hombre forjado, construido conceptual costra que oprime y retarda los brotes de una nueva idea del
mente por el racionalismo humanista, es decir el hombre aislado, hombre, ele gran calado histórico, idea que se viene gestando muy
enteléquico, puram ente ideal, sin raíces en un suelo determinado, de prisa en las capas profundas de la vida contemporánea. Fuer
sin la atadura vital de u n a nacionalidad, sin nexo con un reper zas reprimidas, pero que se articulan em ocional e históricamente
torio instintivo y em ocional de preferencias, históricamente con en una generación destinada a troquelar el futuro, impulsan y
dicionadas; tampoco se da, por tanto, la igualdad esencial de vigoran esta idea del hombre, con la cual im pondrán un nuevo
todos los hom bres sobre la sola base de una razón universal com o cthos, afirmando una voluntad política determinada y estatu
factor constante e inalterable, que actuaría independientem ente yendo tam bién otra escala de valoración para lo cultural, lo
ele la realidad histórica y psicovital de las comunidades nacionales, económ ico y lo social.
de las clases, de las constelaciones raciales. El h o m b re m odern o es’ un cadáver que los grupos humanos
T a m b ién estamos lejos, por haberla superado, de la seudq».... ... senescentes, náufragos en la procela de estos tiempos, intentan
antinom ia de in d ivid u a lism o , .y colectivismo. Nuestra época ya no inútilm ente galvanizar, acudiendo a lemas y ensalmos que ya no
conoce al individuo com o átomo social ni, frente a él, a la co- tienen sentido. En carta a Dilthey, el conde Yorck von. Warten-
b u r g le decía: “El hombre moderno, es decir el hombre que viene dom inios de la vida cultural, del llamado espíritu objetivo. Es el
desde el R enacim iento hasta nuestros días, está listo para .ser en repertorio común que define el carácter de una época. Pero el
terrado”. fondo últim o de este repertorio orgánico de ideas lo constituyen
Este tipo de hombre, vale decir el del liberalismo individua las potencias de la v ida I c t é rica, en cuyo suelo nutricio enraizan
lista, última y valetudinaria expresión del “hombre m oderno”, tocfas las estructuras espirituales objetivas, todas las' formas de la
im buido de los vestigios del ideario racionalista del siglo decim o cultura. “La facticidad de la raza, clel espacio, de las relaciones
nono, es el m uerto que hay que enterrar. A la época que estamos de los poderes constituye por doquier el fundam ento que jamás
viviendo corresponde cumplir esta tarea para que aflore del todo puede ser espiritualizado. Es u n sueño de I-Iegel que las épocas
a la superficie histórica el hombre nuevo y con él se afirmen y representan un estadio del desarrollo de la razón” -.
cobren sentido pleno las ordenaciones espirituales y políticas en D e los restos de este sueño, tamizado a través del raciona
cierne. lism o liberal del siglo X I X , creía poder vivir indefinidam ente y
La historia no tiene piedad con los valores en declinación, sacar fuerzas el orden de cosas que hoy, subvertido ya en sus
con los tipos humanos depositarios d ^ una sensibilidad y de u n fundamentos, está abocado· a su disolución.
ideario periclitados, módulos inánimes de un destino q u e ha Afirmar la personalidad y la peculiaridad espiritual de las
hecho su ciclo y que ya no pueden henchirla con una nueva es épocas no significa desperdigarse en un relativismo historicista
peranza, con un nuevo ímpetu. Ella sólo acoge en su flujo la que, atento sólo al p uro y autonómico fluir de estos mundos
fuerza vital en ascensión, el ethos en que se concreta un nuevo espirituales desconectados, no atinaría a ver en la historia nada
mensaje para los hombres, la promesa de realización que es in firm e que les sirva de punto de referencia, nada que los vincule
centivo para el esfuerzo. La historia —matriz de posibilidades— entre sí y con lo cual ellos establezcan un nexo objetivo y tras
sólo se entrega a las generaciones aptas para engendrar en su seno cendente como pauta del cambio, como meta del proceso histó
la plenitud'de una nueva época, en suma, al tipo de hombre capaz rico mismo. Esto es lo que Ranke ha visto perfectamente cuando,
de imprimirle un sentido ascendente y de proponerle metas va al enunciar su concepción clel sentido de las épocas históricas y
liosas inéditas. hacer la crítica de la idea de progreso rectilíneo, nos dice:
“ cada época tiene su tendencia particular y su propio i de al . . . Su
valor reside no en lo que de ella surge, sino en su existencia
misma, en su propia m ism idad” 3; esto es, en la identidad consigo
5. D e v e n ir h is t ó r ic o y metas o b je t iv a s
misma.
T am poco, para Ranke, ninguna generación está mediatizada
en función de las sucesivas, sino que “todas las generaciones de
L a s é p o c a s , según Dilthey, son en su estructura diferentes
entre sí. Cada época contiene un nexo, una relación de ideas
2 D i l t h e y , G esam m elte Schriften, Bd. VII (1927), Der A ufbau der Ges
afines, emparentadas, cjue tienen vigencia y rigen en los distintos chichtlichen W elt in d e n Geisteswissenschaften, p;ig. 315.
ritu le permite, en cada m om ento de su déveriir, ser sí mismo»,
la hum anidad aparecen con iguales derechos” i . Y contem plando
aprehenderse en su propia mismidad.
en visión de con ju n to la historia universal como proceso supremo
E n tanto el hombre aspira a lograrse en su ser, a afirmarse
que involucra toda individualidad, todos los orbes espirituales,
en su humanidad, a sentirse idéntico a sí mismo en cada uno de
considera asimismo a los Estados “com o individualidades, una
los m om entos de su decurso temporal, la identidad personal a
análoga a la otra, pero esencialm ente independiente una d e
que aspira, lo lleva a postular, como garantía de ésta y méta
otra. . ., creaciones originales clel espíritu hum ano s.
Otro tanto podemos afirmar del individuo, el que, en su de su esfuerzo, a un tiempo, una trascendencia, en el sentido de
la alteridad. Planteando este problema en función de la antino
historicidad, n o está entregado a un nudo fluir, a un devenir sin
sentido, que no reconozca algo firme en m edio de la mutación, m ia fin itu d e infinitud o historicidad y eternidad, Kierkegaard
y no trascienda hacia algo objetivo, de una objetividad funcional, nos dice que el hombre en su mismidad, en su anhelada auto·-
mas n o ontológico-hipostática: ideales, fines, valores. La verdad existencialidad, siempre tiene algOjjgk^&Jjsalj^^
objetiva, y tocias las estructuras objetivas nW‘residen en una ins él éSiWSM«.p,copia mismidad.
tancia trascendente ni en un m undo, asimismo trascendente, de Mientras la mismidad del hombre vive y existe, en el sentido
la razón, sin entronque con el hum ano devenir histórico, sino más propio cie estas acepciones, con su devenir está vinculada una
que pertenecen a éste, a su primaria temporalidad existencial, y auto-conciencia concreta, la que jaor manifestarse en la tempora
lidad, también deviene y nunca cristaliza, como no cristaliza eí
han sido consteladas por su fluencia.
hombre existente, al cual ella recoge en la vivencia de su propia:
identidad, anclada en las estructuras temporales de la existencia..
Es q ue el hombre, en todo aquello (ideales, valores,- pautas obje
tivas de vida) a que se proyecta y trasciende desde su concreta
6. M is m id a d , a l t e r id a d y i -i u m a n i t a s .
historicidad —la instancia inabolible de su ser, ele su hacerse-
en el tiem po— sólo se busca a sí mismo,„sólo tiende a aferrar, en
H a y , c i e r t a m e n t e , un reino de fines, normas, valores, q ue m edio de la mutación ,.y.i„e] jparnbio,.·. .su..iden|id|^..^ptesj»áwJQl8·^
se organiza en u n plano objetivo y trasciende la conciencia in en u na imagen consistente y estable de sio n ism o ,-e n .u n a ...ideacíe·
dividual. Cabe concebir, aceptando su vigencia, un espíritu ob su “hum anitas”.
jetivo como totalidad estructurada^ pero que ha surgido del pro,-, A hora sé encamina a una nueva realización de su ser, a una-
ceso—histórico,- el que está... myy..Jej.o§,,.de.„,3.er.....el dom inio dé la nueva imagen suya. Aspira a realizarse y concebirse en todas sus:
pura contingencia'y de la iiTacionalidad_sjjj^jgt|va. Precisamente, posibilidades inmanentes, a integrarse en sus potencias, a reen
la áptitucí del hombre para iñsfáurar u n reino objetivo del espí- contrarse, en fin, a sí mismo en una plcnaria concreción de su:
hum anidad esencial.
3 y 4 Über d ie E p ochen der neueren Geschichte, in Geschichte u n d P o litik, Im antando su conato, históricamente condicionado y lim ita
pägö. 142 y 141, K ro ner, Leipzig. do, se yergue el ideal del hom b re píen ario —postulado por Max:
5 Op. cit., Politisches Gespräch, pag. 93.
Scheler— como meta que al par que trasciende el puro devenir,
recibe de éste su sentido, el que está latente, en tanto que exis
tencial', en la inm anencia de la estructura temporal. A u nq u e “el
toclo-hombre, en sentido absoluto, está para nosotros lejano”, hay
para cada época “un hombre plenario relativo, un m áxim o de
hum anidad plena, a ella accesible” 5.
Para el hombre concreto, existente, este ideal del todo-hom
bre es, como m eta y m odelo, índice de trascendencia, síntesis I N D I C E
mediatizadora de todas las estructuras objetivas. Estas represen
tan lo otro, n o en el sentido de u n a idea naturalista del ser,
n i de un absoluto concebido como D ios personal, sino de un
ottro que, como instancia trascendente a que se proyecta lo hu PÄc.
mano, permite al hombre en cada m om ento y etapa de su de P ró lo g o .................................................................................................................................. 7
curso temporal, saber de su concreta mismidad. Es el límite
aparentemente l'ijo que, como p u n to ideal de referencia, se cierne I n t r o d u c c ió n : Los grandes problem as de la f il o s o f ía
I
S itu a c ió n ep o cal de la e x is te n c ia
C a p ít u l o I: El e x is t e n c ia l is m o , f il o s o f ía de n uestra
época .
C a p ít u l o V I:.L a f in it u d d e s t in o de la l ib e r t a d .
C a p ít u l o II: P r im a d o e x is t e n c ia l d e la p r a x is .
1. La lib e rta d como rescate del existente .............................................. 89
·' 1. E stru ctu ra u n ita ria d e theoria y praxis ......................................... 45 2. L ib e rta d y fin itu d ...................................................................................... 90
2. R azón teórica y razó n práctica .......................................................... 47 3. L a lib e rta d , según H eidegger .................................................................. » '
3. La valoración d e lo p ráctico en H cgel ............................................. 48 4. L a lib e rta d , según Sartre ........................................................................... ™
4. La llam a da “ filosofía d e la p ráctica" ............................................... 491 5. F in itu d , elección y lib ertad .....................................................................
5. Lo u tilitario y lo id e al ........................................................................... 51 6. L ib e rta d , ipseidad y h u m a n id a d ............................................................ iu i
6. L a praxis teorética ........................................... .......................................... 52.
7. L a praxis según el p rag m atism o y según M arx ............................ 54
8.
y
Situación existencial, p ra xis y dialéctica ......................................... 55 III
El h u m a n is m o de la l ib e r t a d
II
C a p ít u l o VII:. E l h u m a n is m o y sus fundam entos ontoló -
. E x is t e n c ia e h is t o r ic id a d
g i c o -e x i s t e n c i a l e s .
C a p ít u l o X: H u m a n is m o y p r a x is p o l ít ic a .
iH H H '.
LA ?UUJ
1. P rotágoras y el re g n u m hom inis ............................................................ 169
2. H u m a n ism o politicista ............................................................................... I7 I
3. R en acim ien to y H u m a n ism o .................................................................. I73
4. El ideal h u m a n ista de los siglos X V III y X IX ................................ .I75
5. El h u m a n ism o estético-clasicista .............................................................. I77
6. Los “h u m a n ism o s” y el hom bre como to talid ad .............................. I78
7. F orm ación p olítica y hum an ism o u niversal ....................................... 181
8. Id eal form ativo y praxis hu m a n ista ...................................................... 184
9. El h o m b re en la co m u n id ad política .................................................. 187
C a p ít u l o X I: E l h u m a n is m o d e la l ib e r t a d y su im a g e n del
H O M BRE.