Está en la página 1de 13
ANTIQVITAS - 2000 !@ 11-12 (pp. 5-18) - M.H.M. Priego de Cordoba Elementos del mobiliario fenicio: las bisagras de hueso de la necrépolis de Campos Eliseos (Gibralfaro, Malaga) Introduccion ‘Aunque debieron ser objetos muy abundantes en la vida de los fenicios instalados durante a antigledad en An- dalucla, lo certo es que no es mucho Jo que sabemas acerca del mobiiario ‘empleado por los somitas en nuestras costas. Este hecho se agudiza ain ms, si cabe, si nos referimos a los siste- mas de ensamblaje empleados para Uunirlas distintas partes de los muebles que tenian en sus viviendas. Ello se debe a varios motivos, de un lado la mayor parte de estas piezas, consistentes en cilindros de diversos materiales, pracaden de excavaciones antiguas, en las que rara vez se hace menci6n expresa del contexto en que se encontraron, lo que ha hecho que ALEJANDRO PEREZ-MALUMBRES LANDA JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ JUAN RAMON GARCIA CARRETERO incluso en muchos casos no sepamos ‘con certeza cuantos ejemplares apare- cen en cada hallazgo, algo que va uni- doa desaparicién de un buen ndme- ro de estos eilindros en el mismo mo- mento de su descubrimiento 0 en fos aflas posteriores al mismo. Por otra parte, a dificutad de establecer con certeza su funcionalidad y eronclogia, hecho motivad en gran medida por as circunstancias en que se han venido produciendo los descubrimientos, ha facilitado que los investigadores mues- ‘ren serias discrepancias respecto a ‘ales cuestiones, siempre dentro de una tonica genoral de escasez de estudios, de forma que en rio pocas ocaslones su presencia en los yacimientos queda lenciada o, en el mejor de los casos, Telegada a un simple comentari, La realizacion de tres campafias de excavaciones en lanecr6polis de Cam- pos Eliseos (figura 1), situada en la la- dera sur del carro de Gibralfaro (Mala- 9a), y en la que se han excavado un to tal de 23 sepulturas datables on is si glos Viy II-1a.C., asf como Id. C., nos ha permitido disponer de un elevado vo- lumen de bisagras clindricas de hue- so, Al mismo tiempo, su aparici6n for- ‘mando parte de un conjunto cerrado y cl descubrimiento de restos de cajas ce rémicas nos oftece la posibilidad de Figura 1. Planta general de la necrdpolis de Campos Ei iseos (Fuente: Alejandro Pérez-Malumbres Landa). 6 Figura 3. Secciones de la tumba 6 (Fuente: A. Pérez-Malumbres Landa). aclarar, sin ol menor género de dudas, su funcionlidad y eronologl, aspec- tos en ocasiones at oscuros camo de- cimos, dado que son artefacios @ los que la literatura cintifiea ha venido prestando muy escasa atenci. En conereto nos interesan ahora las piezas que aparecieron en is sepultu- rasnims. 5,6, 9, 17 19, pertenecien- tes los silos IHC, ast como en e estfato I! de os cotes 1 y 18 (PEREZ- MALUMBRES, MARTIN, 1997: 9; en prensa; MARTIN, PEREZ-MALUMIBRES, 1999 30; 1999 b: 155 187, en pren- sa, a on prensa, b), las cuales suman tn total de sesonta y cinco ejemplares, lia mayor parte de alos compiatos, Io ‘que la converio en una de las colec- cones mas numerosas ela Penfnsula Ibérica, Se trata de enterramientos de inhumacién ¢ incineracién con tipalo- las muy variadas: estas de mampos- teria, fosas excavadas en la roca, arquetas carémicas rodeadas de ple- Gras de mediano tamafo,o bien depo- sitadas drectamonte sobre el suelo (Hi- guras 2-5). Sus ajuares incluyen amultos, ots, tapaderas, alguna tur cera y, sobre todo, los tipicos ‘ungientarios helenisticos Tipologia Hemos diferenciado las distintas bI- sagras en seis tipos, més un subtipo, torando como principales elementos que nos ayuden a distingurtos fas die versas perforaciones que muestran, 0 bien su carencia, al considerar que su rmero, disposicién y forma respon den ast distinto papel en el sistema de ‘ensamblaje empleado, a lo que dede- mos sumar la presencia de incisiones en alguna deellas, que creemos corres ponderfan a piezas situadas en los ex ‘remos 0 remates de la alineacion de cilindros, con una posible finaidad or- rnamental (figuras 6-11) ‘Los ollindros del primer tipo care- ‘cen de parforacién, y presentan una longitud que oscila entre los 34 y St ‘mm, y un didmetro de 33 mm. Pode ‘mos inclu en este grupo cinco ejem- plares, sin olvidar su representacién en ‘erdmica formando parte de las tapas, coma veremos més edelante. El segundo tipo que proponemos, ‘con ocho piezas, muestra una perfora- cin circular de unos 5-8 mm., con ui tamatio que osclla entre 38-46 mm. de alto y 30-36 de didmetro. Un subtipo de éste comprende un solo ejemplar que posee una pertora- cién circular de § mm., y tes incisio- nes paralelas de 1 mm. rellenas de pin- tura negre en uno de sus extramos. 8 es Figura 5, Secciones de la tumba 17 (Fuente: A, Pére2-Malumbres Landa). Figura 8, Cilindros procedentes de Campos Bilfseos (Fuente: A. Pérez-Malumbres Landa y J. R Garcia Carretero). Mide 28 mm. de longitud y 33 de dia metro. Los diez ejemplares del tercer tipo se caractorizan por contener una per- foracién rectangular en sentido longitudinal cuyas medidas osclan en- tre 14 y 25 mm. de largo por 6 a 9 de ancho, Poseen un diametro entre 29 y 35 mm.y unalongitud entre 38 85 mm. Por lo que atafe al cuarto tipo de nuestra clasiflcacion, cabe indicar la presencia de dos perforaciones, una rectangular y otra circular, la primera ‘con un tamafio de 18 a 26 mm, de lar- ‘goy 6a 12 deancho, y la segunda con 5-8 mm. de didmetro. Las proporcio- nes totales de estas piezas van desde Jos 38-61 mm. de longitud por 29-39 de circunferencia. Hasta el momento hemos podida contabilizar un total de 27 clindros de este tipo. Un nuevo tipo, et quinto, inctuye los perforados con un orficio rectangular de 18-21 mm. de largo por 7-9 de an- cho, a cuyos lados se sitdan otros dos circulares de 6-8 mm; se conocen cin- co ejemplares cuyos diémetros van desde los 30 los 39 mm., con una lon- gitud de 46-51 mm. El sextoy ditimo tipo que propone- ‘mos es similar al precedente, con la sal- vedad de que en este caso, ls parto- raclones ciculares, do 5 y 9 mm. so dispusieron enol fueso en uno de los, lads dt recténgulo de 20x9 mm. tal y como vemos eal nico citindre ha- llado, que mide 40 mm. de fangitud por 3t de cirounferencia, Una vez expuestos los divers ti pos que comprende esta clasfcacion, podemas observar cémo existe una preferencia en cuanto a su utiizacién, 1 més abundants es, sin duda, el tp0 1V (41.5%), soguido dels tipos 111 y 11 (18,3%y 124%, respectivamente, ‘con lo que la suma de ests tres gru- pos comprende a 69,2% del total, Les siguen los tips 1 (7.6%), V (7.6%) y Vi (1.6%), asl como el subtpo 1h, A (1.6%, siempre en minis proporcio- nes, adams de tos acho ejemplares indeterminados (12,48) que n0s ha sido imposible nau en asta tiplogia, dado su estado fragmenta. En cuan- toa la distibucién de tios por tum- bas, cabesefalar obmo la estructura 6 albergaba todaslos tipos excepto e! VI yen a 17 faltan los tpos I y i. Los didmeiras de os clindros dela sepultura 6 muestran ia existencla de dos saris dierenes. Lamencr de lias y la mas numerosa, pues sume un to- tal de 99 plozas, ofrece una media en torno alos $3 mm, y abarca todos los, tigos y el subtipo, La serie mayor (con 19 bisagras), tine un diémetro medio ‘de.38 mm, eincluyo quince piezas del tipo IV cuatro de tipo V. La longitud es, en cambio, una magnitud mucho ‘mas variable, por cuanto comprende dasde los 34 alos 61 mm.; no obstan- te, la serie més pequefia ronda los 40 mm. de magia en tanto la mayor se acerca a los 50 mm. En latumba 17 los ‘idmeiros de las bisagras encajan con la serie menor, si bien las longitudes aiiaran bastante al ser mayores. Aspectos técnicos Una vee plantoada la clasifcacion tipol6gica ena que pueden englobarse estas plezas, nos detendremos en co- mentar aquellos aspectos técnicos quo se relacionan con su proceso de fabr- cacin y que pueden inferirse del exar ‘men de estos artetactos, junto alos dis- tintos instrumentos que se necesitarian para levar a cabo dicha labor. Asi, pensamos que, en un primer momento, se procederiaa seocionar las apéfiss da los huesos, que eran desecha- das, como sefiala J. A. MORENA (1996: vee yf 6 6 o Pérez-Malumbres Landa y oJ. R Gareia Carretero), (Fuentes. 328), Segin este autor fa sigulente {ase seria el corte de las eatsis en discos con una sierra osimiar en fun- cin de las medidas deseadas que, en riuestro caso, son surmament homo- agéneas. ‘Sin embargo, creemos que, tas fa eliminacién de las apotsis y de la ‘ravécula 6a de! intvor, a segunda fase se contrarla, antes que en la a seccldn en discos de las casi, en su tomeado, Esteextremo puede anrecier se n ls estrias paraleles que ofrecen algunas bisagras yen a homoganeidad y rogularidad da sus dlametros. En a ‘uma 6 de Campos Eiseos se recogid un gjemplar que presenta acancladuras ‘ransversales product de un toneado detectuoso. M. RODRIGUEZ DE BERLANGA (1895: 37) ya anotd este hecho respect avaros de os que apa- recieron en el sepuloro de la call An- deés Pérez, algo que han apuntado tar- bidn otros investigadores como A. BALIL (1975: 84) y FG, RODRIGUEZ (1991-82: 209), al observarloenun ele vvado nero de ejomplares do época romana. También pucieron efectuarse on ose instante las tres incisiones n2- ralelas que decoran una de estas bisa ‘as en uno de sus extremes, y que van pintadas de color negro espeso. Pos- teriormante se procederta al corte det thueso segtin el tamatio propio paras bisagras, Oras eas, quizashuelas do pulido, se observansiguiendo a longi- {ud del huaso en varios ejemplares. Los extremos de ls cilinros eran biselados, probablemente por medio de torno, con la inlencién de reducir ena medida do o posible el roce entre ellos. Esta téenica del tratamiento dels bordes puede remontarso, al menos, hasta el sigla Vi .C., como vemos en las bisagras de madera que se docu- rmantan en cajas del mismo material halladas en la isla griega de Samos (KYRIELEIS, 1980: 129) Ei perfil que ofrecen nuestros bordes hacia al nte- rior es ligeramente cOncavoy, ademas de un brillo més intonso que ol resto dela pieza, han adquirdo tambien una tonaidad més oscura, que puede de- berse aa ullizacién de alguna materia grasa o cora para cisminuir a trici6n, como se ha sugerido para la vila ro- mana de Torre Aguila (RODRIGUEZ, 1991-92: 209) ‘gualmente, observamos que en ciertas isagras se da de forma natu- ral, un rebaj a todo lo largo, denomi- nado facet, ol cul fue aprovecnado para la realizacion de los oificios, La mayor de las clindros cuyos rebajes han sido aprovechados presentan un aspecto final pulimentado, aunque en 63 ——a 65 Figura 11. Cilindros procedentes de Campos Eliseos (Fuente: A. Pérez- Malumbres Landa y J. R Gareia Carretero). ‘otros se aprecia claramente el corte pre- vio, incluso astilado por fata de aca- bato. La distibuciin de estos rebajes por tipos se establece dela siguiente for- mma: tipo Il un clindro, tipo IH tres ci- lindros, tipo IV, en su serie menor, dos ciindros y en la mayor trecey, por fin, lipo V con otras dos bisagras. Como ‘vemos, predoming la serie mayor dol tipo IV, Dentro de ese grupo dos ciin- dros contienen también otro rebaje en fa parte opuesta a ls perforaciones. Exist un toroer caso de doble rebaja que vorresponde al tip V. ‘Una ver llegados @este punto, pue- de procoderse a la realizacin de las perforaciones, aun cuando hay bsagras {que carecen de eis. Estas peforacio- nes, para cya realizacion se empled un punzino taladro do punta cénica pro- bablemente movido por un arco {EVELY, 1992: 14), presentan dos for mas: circulares y rectangulares que pueden aparecer salas 0 formando va- rias combinaciones. Frecuentemente llegan a horadar parcialmente la pared puesta, Las de tondencia rectangular se realizan uniendo dos o tres orificlos circulares ylimando para conseguirlos lados rectos, si bien existen algunos casos en fas que no se procedié a Ii- ‘marlos, constatindose, ademas, una ‘oquedad con lados rectos y extremos redondeados. Igualmente se detectan en dos cllindros unas marcas interio~ res rectilineas. Solamente an un caso la porforacion adqulere una tendencla cruciforme que no hemos considerado ‘como subtipa o vatiante por haberse inierpretado como un error de ejecu- cidn, Al parecer, et artesano procedié a taladrar varios huecos cireulares jun- tos para conformar uno rectangular, como es habitual, pero lo hizo en sen ‘ido transversal en lugar de longitudinal ‘Sin embargo, pudo subsanar a tiempo dicha equivocacién, quedando dos por- " 12 foraciones ciculares parciales a ambos lados de la rectangular defntiva. La inaidad de las perforaciones de estos cilindros seria la de servir de re- ceptéculo a unos véstagos 0 clavijas para permitir el ensamblaje con los Dordes de a arqueta o de la tapadera, aunque no se ha contrastado ‘arqueolagicarente al no aparecer nin- guna de elias, o bion algin cilindra de enor tamatio, ensamblado a otra su» perficle de acila o madera, como ve~ mos en los elernplos de Samos. Estas véstagos debieron realizarse en nues- {ro caso an madera o hueso, pues no quedan rastos o trazas de metal, sien- do sus secciones circulares o rectan- gulares segtmn qué tipo de perforacion los albergara, 1 acabado final consstiria en el pu- limento de las supertices exteriores, conservado tan s6lo en contados ejem- plas, asf como de los extremos en bi- ‘sel, quizs con la ayuda de arena 0 al> ‘ain otro elemento abrasiv. Funcionalidad Es ésta una cuestign que ha plan- teado no pocas diserepancias entre los investigadores, debido principalmente ala falta de olomentos con que asocarls, lo que dificultaba poder dis- ‘erm con laridad esta cuestién, algo ‘que afortunadamente no sucede en ‘nuestro caso. Desde las primeras noticias de su hallazgo, enol siglo X0X, se han defen- dido varias funciones muy distinta, como son su pertenencia a algun co- lar o abalorio (BERLANGA, 1891: 320- 321), el que se trate de un instrumento ‘musica, en particular a boquila de una Alauta 0 silbato (LAFUENTE, 1934: 48; ‘GRAN, 1996: 113-114), 0 bien su ca- rtrd agree (BALIL 1078: 84; RODRIGUEZ MARTIN, 1991-92: 209; JIMENEZ ET ALI, 1995: 68). Por fortuna, en la necrépolis de Campos Eliseos stha sido posible rela- cionar estas bisagras con una serie de artefactos que nos permiten atirmar, ‘con toda seguridad, su finalidad. Ast, ‘en a sepultura 17 tuvimos la oportuni- dad de encontrar nueve de estos cilin- dros asociados a una arqueta de ladri- Nos 6 arcila con unas dimensiones al exterior de 60x43 oms.,rodeada de r0- ‘cas de mediano tamafo, la cual conte- ia ua incineracién, ‘este respocto nos planteamos dos posibildades: las bisagras articulaban 4 dos tdrillos deta cubirta, dispues- taa dos aguas, o bien la arquta cerd- ‘mica contenia otra de madera, ala que corresponderfan lo cilindros. De cuel- Figura 12. Tapas de arcilla de la tumba 6 de Campos Bliseos (Fuente: A. Pérez-Alumbres Landa y J. R Garefa Carretero). uier forma, la suma total de fa longi- td do éstos es la misma (47,9 cms.) ‘que la del interior dela arqueta, En la tumba 6 se localizaron dos tapaderas de cerémica (figura 12) que contrbuyen aclaificar también este ex- trem. La primera deals se allé com pleta (con 38,5 cms. de longitud). Est ‘onstituida por una placa a la que se adosa en uno de sus lterales un clin~ dro hueco del mismo material y ua s- mula una subdivision en cuatro cli cos-bisagras. En una de sus super cies, que presenta un engobe amarilen- to, seaprecian unas fina inisiones en sentido longitudinal y transversal, no ‘muy profundas, que dibujan vari rec- ‘ngulos. Es interesante sefialar que su longitudes similar ala arqueta De la segunda tapadera conservar nos tan s6lo parte de un extremo y la base sobrela que se apoyaba(longitud ‘conservada; 12,1 cms.) Estd formada por una piaza hueca de tendencia cilin- Arica rematada por un disca decorado Con circulos eancéntrcos, alrededor del cual se artoulan, de una lad, una su- perfce lisa que servia de base y, de otro, el arranque de otra superficie, también plana, con un énguio de 55 respecto a la base, que puede formar parte de ura especie de cublerta a dos aguas. Igualmente podemos apreciar dos incisiones que vuelven a simular tuna particion en tres cindros. Como indicamos, gracias a estos hallazgos queda fuera de duda que es- tos cilindros de hueso deben Interpretarse como bisagras. Las dos tapas de arcilla nos hablan también acerca de la relacién existente entra ambos materiales, poco conocida has- ta ahora, Las bisagras en el ambito fenicio ‘Aunque sehan halladoobjetos como {os que publicamos en contexts de cis- tintas cronolagias y bitos cultuales muy divetsos (Grecia, Etruria, Roma, etc.) pensamos que el oigon de estas bisagras peninsuares debe buscarseen mundo feniio, Est sistema de en- samblaje era conocido en Oriente ya desde finales dol milenio a, C., como evidencia la eparicién de un pequefio. libro de madera unide con estos cilin- dios ene peco de Ulu Burun, nundido frente a las costas de Turqula (BASS, 1987: 780-731) Fuera de nuestra pe- insula son también conocidas an va ri yacimientosfeicios del Medteré- neo central y occidental ya sea en las islas de Ibiza, Cerdefao en el norte de Aitoa En lo reterente ala primera de las isla citatas, podemos citar a aparicén deestos elemeitos en tumnbas de ane crépalis de Puig des Molins (VIVES, 1917: 84), en tanto las neorépolis da Cardefiaoftezen varios ejemplos en hhveso y marl, como son los de Nor, asoclados @ una caja y fechados en la segunda mitad del sigio Va. C. (AUBET, 1988-88: 126-128), Tharos dentro de los materiales que componen la colec- cin Chessa (MOSCATI, 1987:52) yen sus sepuituras n® 10 20, datadas en tre los afios 509 y 298 a C. 0 bien for- mado parte de un trono hallado en el enterramiento n° 79 de Salamis, que abe situar en el sigo Vl a. C., todo ello sin olvidar fa zona de santuario en Monte Sirai (BARNETT, MENDLESON, 1987: 43-45). Su presencia en el éreanorteatricana se extiende por una amplia zona que Incluye el desiarto del Sahel, como pue- de ser Bou Hadjar, donde se han local- ado varios sarcfagos de madera mag nificamente conservados y datados entre los silos lil a. C., cuyas bisa- ‘gas estén compuestas por elindras de estas caracteristicas (CINTAS: 1976, 377, PIGARD, 1956: 59), Gouraya (Ar- tela) ola propia ciudad de Cartago en Tinez, en concreto en niveles excavados en la colina de Byrsa que se datan desde finales del siglo V hasta el siglo Il a. G. (LANCEL, THUILLIER, 1979: 224; LANCEL, 1982a: 21-21 1982b: 54 56). Entrelos hallazgos de este tipo ofec- twados en nuestras costas cabe recor dar la existencia de dos ciindcos, uno de hueso con una perforacién circular y tres lineas inclsas coma motivo or namentaly otra de marfilcon una per- foracidn rectangular (figura 13), en el asentamiento de Morro de Mezquitilla (SCHUBART, 1982: 40). Gracias 2 la ‘gontleza de K. Mansel, sabemos que la segunda plaza aparecié en el estrato 2/3 y que puede situarse, por tanto, entre los sigos Vily Va. C. ‘También en Cicizaparecieron on se- pulturas datables entre los sigs V y IVa.C,, como se constata en Punta de ‘Vaca, la antigua playa de los Nimeros yyla zona de los Astileros. En 1887 se ‘descubrieron en el primero de los lu- ‘gares mencionados tres sepulturas en ‘forma de cistas consruldes con sill res, sepulluras de las que tenemos no- tio tan sélo através de RODRIGUEZ DE BERLANGA (1888: 38-40; 1899: 320-321), qui transmite una serie de datos que no pudo comprobar in situ, lo.que unido al expolio que sutié el sar- ‘cofago antropoide hallado (RAMOS, 41990: 24-25}, hacen que deban tomar- se con la l6gicas precauciones. ‘Aun asi, creemos que es posibie en- {resacar algunos datos de sumo interés. Como decimas, se encontrarontres tum boas, una de las cuales facilis el ya co- ‘mentado sarc6fago antropoide mascul- no que Berlanga consideé, correctamen- {e, como fenicio, frente ala opinién en- tonces generalizada que defendla su ca- ricter romano, Las otras dos seputuras contenfan unainhurmacién mascutina con restos de armamentoy al menos seis o- 10 QSRLU LENSE [ued nee nna et Figura 13. Cilindros de Morro de Mezquitilla (Fuente: P. Witte). Figura 14, Sepuleros y ajuar de la tumba de Punta de Vaca (Puente: M. Rodriguez de Berlanga). lindros de huesos de animales, as{ como otra inhumacién femenina acompariada de varias joyas de oro: un aro, un pen- dlente amorcillado, un anillo con escarabeo en el que se grab6 una figura humana y un collar de cuentas de oro y ‘gala con un medallén-colgante con roselas incrustadas (figura 14). 18 4 Estas joyes, enespeciael medallon- coigante, han sido estudiadas exhaustivamente por A. Perea dentro de sus trabajos sobre el tale 0 alles ‘gaditanos de joyeria, nglobando dicha pieza en su grupo VI, subgrupo C (PEREA, 1986: 299), ala queasigna una fecha que a situaia en siglo Wa. C., fecha que no encaja mal con la suger da para el sarcbfago, hacia el 400 a. C, lo que nos hace pensar en la posibil ad de asignar a este grupo de tumbas ‘una focha en tomo al sig IV a . Este allazgo fue seguido do otro producido entre los aos 1912 y 1918 en el rea de los Astileros, donde s0 constaté la existencia de un grupo de ‘6 enterramientos en cstas de silos colocados an dos tiladas superpues- ‘as, los cuales albergaban inhumacio: ines oriontacas en santido este-oaste (GARCIA Y BELLIDO, 1982: 405). Dos de estas cists, stuadas one extrema més occidental de la fil inferior eran de mayores dimensiones quo las ros- tantas: 1m. de ato, 2, 40 m. de long td y 0,75 de ancho. Un de alias, por desgracia no sabornos cul, contenfa un ajuar compuesto por un collar con un imedallén-colgante de oro decorado.con rosetas, pertenecient también al gru- po VI, subgrupo C de A. PEREA (1986: 299), con 48 cuentas de collar, 24 de ellas de égatao igual nimaro do o10, ademés de otras custo cuentas tam: bin de agata de mayor tamao, dos pendientes emorcilados, un aro y dos anilios, todos ellos de ofo, uno dé los cuales portaba un escarabeo en ol uo se aprecia un guerrero con lanza y es cudo, junto a algunos fragmentos de cetémica y de tras clindrs, quizés do marfil, que muestran una perforacion circular (fgura 18). Si bien es imposi- ble conocer as caracteristicas ycrona- logta de los vasos cetdmicos, es posi- ble sugerir una dataci6n para esta so- pultura, como serfa la segunda mited ¢el siglo IV a. ©, teniendo en cuenta los elementos que integran el cola, Algo mas tarde, on 1922, F ‘CERVERA (1928: 17) excave otro gru- po de 16 sepulturas de silares en la Playa de los Nameros, dispuestas en vatas flas, con orlntacién noroeste- sureste (figura 18). Entre dos de estas alineacionos se encontré una pequefa tumba, que aprovechata uno da los s- lates dea seputtura contigua, de planta ligeramente rectangular, en cuyo inte- rior aparecleton algunos huesos huma- nos y 22 bisagras cilndricas. Hechas en marl, conformaban dos sores, una di allasintegrada por catorce clindros tsos, que median 20x84 mm., y otra ‘con ocho ejemplares perforados con un Figura 15. Ajuar de la sepultura de los Astilleros y grupo de tumba de la Playa de los Niimeros (Fuente: A. Gareéa y Bellido). circulo y un recténgulo cuyas dimen- siones eran 40x30 mim. Por fortuna, Cervera si consigné de talladamente e contenido de cada una do las sepulturas, de manera que sus ajua- res han podido ser estudiados con pos- teriridad, en particular as joyas de oro que se depostaron. Estas comprenden Jos grupos | aVI de A, PEREZ (1986: 297- 302; 1989: 61-64), 2s decir, anillos,aros, aspirales, pendientes, cuentas y colgan- tes, asf coma un amulet en forma de nude herctleo (LOPEZ, PEREZ, 1985: 83- 90), jayas que pueden fecharse en suto- talcad ona primera itd del siglo Wa. , datacién que carl atibuir pues ala ima que ahora nos interes Por otra parte, el Museo Municipal e Almufiécar conserva entre sus fon- os varios cllindros do hueso inéaitos procedentes de las extavaciones em- Prendidas en El Majuelo y a Plaza de la Constitucién, euya datacion y contexto precsos desconocemos, en aspera dla publicacién detallada de este material el mismo modo, en la necr6polis de Villaricos L, SIRET (1985: 459) des cubrié algunas bisagras deeste tipo en fas urnas cinerarias que comprenden su grupo Il, en tanto M. ASTRUG (1951 64 80), recagfacon su obra otros ejem- plares también de hueso en sus gr pos ly J. Enel primero (umas de Incl neracin}, se hallaron tres, dos de ellos en fa tumba 42 y el restante en la 224 mientras que an ol grupo J, que inclu- yelos hipogeos con innumaciones ¢in- cineraciones juntas ya que fueron routlizados desde el siglo VI a. 0. en adelante, solo sabemnos que aparecie ron de una a doce en los enterramien~ tos 1, 5 y 9 det hipogeo 414, y en el 1 del hipogeo 1080. A éstos podemos sumar oifas cinco cilindros de hueso, dde reducidas dimensiones, provenien- ‘os dela segunda capa dl hipogeo 556 de Siret, reexcavado por ME J ALMAGRO (1984: 59 y Bl), al que esta autora asign6 su nimero 4 (figura 16). Por titimo, en la ciudad de Malaga se tiene constancia del descubrimiento de plezas similares en una tumba des- cublertaen 1875 enla calle Andrés Pérez (RODRIGUEZ, 1889: 229-392; 1996: 36- 38; OLIVA, 1991-92: 229-231), asicomo ten elintrior del recinto fortifcado de ta Alcaraba (AMADOR, 1907: 32 y 38-36), yen el érea del teatro romano, En ol primer caso se trataba de una cista rectangular de mamposterta con el suelo de tierra apisonada, lo que nos recuerdaa nuestra tuma 6, en uno de ‘cuyos extromos se halé una caja de plome con algunos huesos, al parecer hhumanos, varios cilindros de nueso que Rodriguez de Bertanga pensé eran de buey, y tes discos de oro con un gra- nate en su centra en forma de roseta ‘que mostraban sendos orifcios para la sujecién, todos ellos fabricados en una dlgada lamina mediante la técnica del repujado. Al levantar uno de los sila res que conformaban la sepultura se ddescubrié la existencia de un aificlocir- cular en al que se fabian depositado atros restos humanos acompafiados de mas cillndras de huesos de animales, hasta sumar, junto con los anteriores, al menos veintisiete (figura 17) Menos datos tenemos ain sobre el segundo descubrimiento antes citado, cual podria corresponder @ una zona del antiguo habitat. Sabemos que en 4906 fueron halladas un nimero inde terminado de estas piezas junto a otros objetos, como son una cuenta de pasta vitrea de color azul y dos varillas de Cobre rematadas cada una por una fi- dura de un animal sobre una pequetia peana, Debemos hacer notar que el pro pe jen Figura 17, Parte del ajuar de la tumba de la c/Andrés Pérez (Puente: M. Rodriguez de Berlanga). 16 pio BERLANGA (1973: 88-89), asocia estos cilindras con tres mangos de cu chills, fabricados también en hueso, {que represantaban figuras humanas. Recientes excavaciones emprendidas en fos Jarines de Ibn Gabiro, frente al teatro romano han recuperado varios cjemplares en niveles datados, al parece, entre las épocas republcana y bajo impe= ‘ial fos cuales atin parmanecen inéltos, or lo queagradecemos aL. €. Feméndez 21 poder citarios en ese trabajo, Conclusiones Tras examinar estas cuestiones esta- ‘mos en cisposici6n de poder esbozar una serie de hechos que consideramos de particule importancia para poder inser- {ar estos objetos ene marca temporal y \éenico-aconémico al que pertenecian, Pensamos que pareoe bastante pro- bable la existenciaen la antigua Malaca de un taller otalloes, al menos duran- te los siglos Ul! a. C., dedicadas a la {abricaciGn de estos elomentos de hue- 0, y que debieron trabajar juntos o en estrecha relacién con alfareras, como ingican las tapaderas descubiertas. Los dliversos hallazgos de est tipo efactua- os en Malaga suman, cuando menos, lun centenar de bisagras y offecen una ‘extensa tipologfa con ejemplares que ‘muestran diferentes fases del proceso de elaboracién, @ incluso numerosos detectos de ejecucién. Estos dltimos pueden resumirse, en el caso concreto de Campos Eliseos en: dtectos de tor no, supertices golpeadas o astiladas sin pulimentay, fllos en el taladra como, por ejemplo, las marcas dejadas en la pared opuesta, el inicio de una perforacién exterior, las formas elipsoidales sin acabado rectangular y la que presenta un disefo cruciform. Vemos cémo asta bisagras apare- con on ambiontesfenicios con eranolo fas més antiguas que ls ofrecidas por Malaca, tanto si nos referimos a sus poblados como, sobre todo, alas ne- ‘répo's,y perduranen dchos yacimien- tos incluso después de a conquista 1- mana. Aungue no son pizzas extrafas ‘nel ambito ibric, se aja, sin om- barge, de los sistemas de ensamblae empleads por las poblaciones indge- nas de e805 siglos(RUANO, 1982: 101) Por ora pate, cabe advertir quo an el mundo semita esta bsagras fueron fabricadasincistinarente en hueso y mari asi como imitadas an arcila(ne= ‘tépols de Campos Elseos). Sin em- bargo, de los 164 cindras consatados ‘en estos yacimentos, sin incl ls ha 4ados citimamente en los Jardines de thn Gabiro, solamente 26 se contecti naronon arf (16% de esta cantidad), sin que sea descartable algdn eror en la identitcacion del meter en alguna elas excavaciones antiguas, al misma tiempo qu resulta interesante compro- tar, aesterespecto,cOmo el mari que- da relegado a as fechas més antiguas. En efecto, este tipo de material se reduce a varias piezas de las nocrépo- lis gaditanas fechadas enol siglo IV a ©. yotrade Morro de Mezqutitadatable entre os siglos Vily Va. €., por lo que cabria suger la existencia de un aro- ‘caso andlogo al experimentado en Etruria, area en la que, a pati de me- diados del siglo V a. C., comienza a imponerse el hueso sobre el marft en la construccién de muebles (AUBET, 1988-89: 127), si bien aqut este proce- 0 parece darse en fechas algo mis tar- alias, com seria el siglo lV ya comenta- do. A artr de esa fecha la ttalidad de [os ejemplares conocidos en contextos fenicios son de hueso, excepcién hecha los realizados enarcila,crcunscitos 81 Su vee alos silos I a. Como conclusiGn de 10 exouesto, podemos sefialar qua las numerosasbi- sagrasclidricas de hueso halladas en la neer6pois de Campos Eliseos, junto ‘a ya conocidas en otros puntos dela ‘capital malaguefia, corresponden a un sistema de ensambiaje propio del mun- do feniclo, Estas se enmarcan en una ‘ase ya avanzada en lautilizacién desta ‘Sonica constructive deartefactos desti- rnados a sor emplezdos en el seno de Jos poblados o en sus préctcas funera- ‘las. Su imitacién on arcila puede hae blamos acarea de la gran implantacion {que tuvieron en Malaca en ls primeros siglos de fa conquista romana, quizés dobida a la gran demande que’experi- mentaron ls cajas o arquetas, en espe- ‘al en to referent al Ambit funeraro, CUADRO DE LOCALIZACION DE LAS BISAGRAS DE CAMPOS ELISEOS UBICACION CILINDROS NOM. REFERENCIA CANTIDAD % Tumba 5 60 1 16 Tumba 6 1-50 50 767 Tumba 9 61 1 16 Tumba 17 51-59 9 13,7 Tumba 19 62 1 16 Corte 1, estrato It 63-64 2 32 Corte 1B, estrato It 65 1 16 CUADRO TIPOLOGICO DE LAS BISAGRAS DE CAMPOS ELISEOS TIPO NOM. DIAMETRO LONGITUD % EJEMPLARES (mm, (mm,) f 5 33 34-51 76 " 8 30-35 36-46 12,4 Ha, 1 33 38 16 Ml 10 29-35, 38-55 153 Vv a 29-39 38-61 NS v 5 30-39 46-51 76 vl 1 a 40 16 Indeterminados 8 - = 12,4 BIBLIOGRAFIA ALMAGRO GORBEA, MJ, (1983), Lanecropolis de Barla (Almoria).Cam- patia de 1975-78, Exo. Arg. en Esp, nm. 429, Made ‘AMADOR DE LOS RIOS, R., (1807), Monumentos historcos y atisticos de la provincia de Malaga, Malaga. "ASTRUC, M., (1951), La necrépol de Villarices, Winisterio de Educacion Nacional, Mac 'AUBET SENMLER, M. E., (1988-6), “El origen de las placas en hueso de Nora", Stucl Sara, XXVIl, 125-190, BALIL ILLANA, A. (1975), "Sobre ol mobiliario romano", Revista de Guimaraes, 85, 69-90. BARNETT, R. D.; MENDLESON, C. (605), (1987), Tharros. A catalogue of ‘material in the British Museum from Phoenician and other tombs at Tharros, Sardinia, Brilsh Musoum Publications, Londen BASS, G, F, (1987), “Oldest known shipwreck reveals eplendors ofthe bronze ‘age", National Geographic, 172, 692: 72. ‘CERVERA Y JIMENEZ ALFARO, F, (1923), Exeavaciones an axtramuros de Cadiz, Memoria do ios resultados ob- tenidos en dichas excavaciones, ISEA, Madea. CINTAS, P., (1975), Manuel darchéologle punique, ed. Picard, Paris, vol. EVELY, D., (1992), “Towards an ‘aluciation ofthe vary-worker's took in neo-palatal Grote, on Ivory In Greece fand the Eastern Mediterranoan from the Bronze Age to the Hellenistic riod, Brlish Museum, London, pp.7-16. ‘GARCIA Y BELLIDO, A, (1982), "Co lonizacién pinica’, en La Protohistoria, Historia de Espana dt. por R. Menéndez Pidal, ed. Espasa Calpo, Madrid, vol GRAU MIRA, |, (1960), “Estuclo de Jas axcavaciones aiiguas 60 1953 y 1955 ‘en el poblado ibérico de La Serre Recerques del Museu d’Alcol, V, 83: 119, JIMENEZ PEREZ, C.; AGUILERA RODRIGUEZ, L; GARZON PEDEMONTE, E,, (1995), "Excavaciones de urgencla en cel solar dela calle San Nicolas nf 7. Una ‘nueva facoria de salazones en Algeciras {Cédiz), Anuario Arqueolégico de An- ‘dalucfa/t992, Puerta Ros, vol. Il, 65- 68, KYRIELIS, H., (1980), "Archaische hholefundo aus Samos", Mittelungen des Dautschen Archéologischen Institut Athenische Altellung, 95, 87-147. LAFUENTE VIDAL, J., (1994), Exes vaclones en La Albufereta de Alicante {antigua Lucentum), JS.T.A., Madrid. LANCEL, S., (19822), "Le carrefour ‘dos rua I ot, ates niveaux de rues", en Bytsall Rappors priming vestigies puniques, Ecole Franga Roma, Roma, 3-23. (1982), “Le long c6té sud-est de tot C ot las niveaux de Ia rue I", en Byrsall. Rapports préiminaires sur les {ouillos 1977-1978: niveaux etvestigios uniques, Ecole Frangaise en Rome, Roma, pp 60:91 SLANGEL, 8.; THUILLIER, J. P., (1979), *Rapport préliminaire sur la ‘campagne de 1976 (niveau puniques)", fen Byrsa | Rapports préliminaires des {ouiles (1974-1978), Ecole Francaise en Rome, Roma, op. 198-226, LOPEZ DE LA ORDEN, M.D. PEREZ LOPEZ, (1868), "Apropésito de un nado herotieo arcontrada en Cid", Anales de la Universidad de Céiz, 2, 63:97. MARTIN. RUIZ, J. Avy PEREZ- MALUMBRES LANDA, A., (1999a), Malaca fenicia y romana: la necropolis, dde Campos Eliseos. Catilogo de la ex: posicion, ed. Sars, Malaga. (19906), *La necrdpols da épocatar- do-pinica ‘de los Campes Eliseos (Gibralfaro, Malaga)", Madrider Mitteilungen, 40, 146-158, = fen prensa, a), "La necrépolis de campos Eliseos (Gibralaro, Malaga),en [Actas del Il Congreso de Historia Anti- gua de Malaga, Maiaga, 1988. “(en prensa, b), ‘La necrépotisfenicls de Campos Elisecs (Gibralfao, Malaga). Segunda campata de excavaciones at~ ‘queoldgieas", Anuario Arqueolégico de ‘Andalweia/1997, Sevil, voll MORENA LOPEZ, J. A, (1996), "ns- ‘rumentos omanes de hueso hallades en ‘al salar del antique ediicio Los Leones (Cérdoba)", Boletin de la Real Acade ‘mia de Cérdoba, de Ciencias, Bellas lntras y Nobles Artes, 131, 225-245. NMOSCATi,S., (1987), ocalla punica. {La callezione del Museo Nazionale G. A. Sanna de Sassari, Accademia Nazionale de Lincel, Roma, PEREA CAVEDA, A, (1986), "La or. febrerla pina do Cale", en Los feni- clos on la Peninsula Ibérlea, ed. Ausa, ‘Sabadel, voll, 295-222, (1989), "Gédz, rfebreta feria" El oro en la Espatia prerromana, R vista de Arqueologia, 58-67. PEREZ-MALUMBRES LANDA, A.: MARTIN RUIZ, J. A., (1997), “Enterra- imiontosfencios on Malaga:lanecrépols {e Campos Ellsoos (Giralero, Malaga)", ‘boga, 77, 3-10 (on prensa), "La necr6pollsfencia de Campos Elsecs (Gibralfaro, Malaga) Primera campafa de excavaciones at- ‘quooldgioas”, Anuario Arqueolégico de ‘Andalucfa/1997,Sevil, OUI PICARD, G., (1958), Le monde de Carthage, ed. Corréa, Paris RAMOS SAINZ, Mi L., (1990), Estu dio sobre ol ritual funerario on la ne- trépolis fenicias y plinicas do ta P ‘lingua tbéria, Univ. Auténoma, Mad "RODRIGUEZ DE BERLANGA, M. (1688), "Sepuleres antiguos de Céi Revista Archaeologica, 3, 3:49. (1891), EI nuevo bronce de Itélfea, Malega = (1973), timo descubrimientos en la Alcazabs?, Malaca, V, 65-100, = (1985), Catdlogo dei Museo Loringiano, Univ. do Malaga, Mé RODRIGUEZ MARTINGF, ©. (109 92), "Los materiales de hueso dela vila ramana do Torre Aguila’, Anas, IV, 181- 216. RODRIGUEZ OLIVA, P,, (1999-04), sobre alguros ipos de umas cnerarias dea provincia Bactica y nolas a propos to de la nocrépolis de la calle Andrés Mainake, XV-XVI, 223- RODRIGUEZ MARTIN, F.G.,(1981- 82), "Los materiales de nveso dela romana de Torre Aguile", Anas, VN, 1B1- 216. 'RUANO RUIZ, E, (1982), EI mueble Iérico, Madris SSCHUBART, K., (1982), "Morro de Mezquitilla, Vorbericht Ober ie Fabungskampagne 1981 auf dem siedlungshnugal an der Algarrobo- Mandung", Madrider Wittetlangen, 23, 53-46, SIRET,L, (1984), Villaricos y Herre- rlas, Antigiedades pinicas, romanas y drabos, Mactid VIVES Y ESCUDERO, A, (1917), Es tudio de arqueclogia cartaginesa. La necropoll de Ibiza, imprenta de Blas y Cia, Macc. 7

También podría gustarte