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memoria
Literatura, cine, musica:
La liste: de Schindler / Shoa /
Los pichiciegos / Il canto sospeso /
El pentimento
El presente y la historia:
£ caso Reggiardo-
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*Mongin llustra: KuiteaLas ilustraciones de este nimero son
obras de Guillermo Kuitca (Buenos
Aires, 1961).
Consejo de direccién:
Carlos Altamirano
Revista de cultura | Jose Arico (1931-1991)
Afio XVI + Némero 49 | Adrién Goreti
Bucnes Aires, agosto de 1904 | Maria Teresa Gramuglio
meta te Juan Carlos Portantiero
| tia Sabato
| Sumario Beatriz Sarlo
| Hugo Vezzett
1 Hugo Vezzetti, La memoria y os muertos Directora:
Beatriz Sarto
5° Carlos Altamirano, Memoria del 69 —
Estudio Ve
& Rad Beceyro, Los limites. Sobre «La lista de | Eames:
Schindler» | suscripeiones
Paises limitrofes:
11 Beatriz Sarlo, No olvidar la guerra de Malvinas. 45 USS (6 mimeros)
Sobre cine, literatura e historia Resto del mund
55 USS (6 néimeros)
16 Federico Monjeau, «Il canto sospesow: la memoria | Argenti
cifrada 21 § (tes nimeros)
Punto de Vista recibe toda su
correspondencia, giros y cheques a
nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de
Correo 39, Sucursal 49, Buenos
Aires, Argentina.
20 Daniel Samoilovieh, Pentimento
24 Olivier Mongin, ;Una memoria sin historia? Hacia
una relacién diferente con la historia
P 30 Hilda Sabato, Historia reciente y memoria colectiva | ‘Teléfono: 901-3293
35 Homenaje a Manfredo Tafurt Composicién, armado e impresién:
‘Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos
38 Manfredo Tafuri, Adolf Loos, tedrico Aires.
47 Boris Spivacow: la muerte del constructor
OINNdLa memoria y los muertos
Hugo Vezzenti
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Freud dejéuna ensefianza acerea delos
problemas que los muertos provocan a
Ios vivos: toda muerte es violenta en
‘su representacida inconsciemte y deja
a los sobrevivientes con el trabajo de
tun daclo en el que juegan tanto la agre-
sividad como la culpa hacia los que ya
xno estén, Convivir con ellos es tan im-
posible como cemarle el acceso a una
‘evocacién que se impone de la manera
ns sorpresiva por la repetici6n, en el
suefio, Ia fantasia o el sintoma,
En La chambre vere, de Truffaut,
tun hombre y una mujer anudan un en-
cuentto, trégico, en torno del rechazo
‘olvidar a sus muertos, Julien literal-
mente convive y dialoga con su amada
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muerta y construye alrededor de ella
una trama que incluye a cada uno de
Jos amigos que ya no estén, como una
familia consagrada y mantenida més
alld de la ansencia final, un cieculo
‘humano que alcanza la completa per-
feccién de logue ya no puede cambiar
Julien no admite la variabilidad de una
‘evocaciéin contingente, en la que los
muertos nos visitan y nos abandonan
Por sorpresa, y consiruye obsesivamen-
te un ritual privado, conmemorativo y
aplacatorio a la vez; da forma a una,
celebracign bizarra en un santuario ce-
rrado, oficiante sin destinatarios, salvo
la presencia muda de las efigies y los
cirios. Y en ese espacio dominalo por
cl fantasma de la inexistencia de la
muerte s¢ anuda la historia, finalmente
mortifera, del amor de Julien y Cecilia.
Los une la lucha contra el olvido, pero
Jos separa una posicién de la memoria,
Ella pide «una sola rememoracién y
‘una solallama, la evocacién unificada
y distanciada por el simbolo: é1 opone
lavoluntad obsesiva de recordar acada
uno: a cada muerto una llama y que
‘nada empanee! fantasma de que todos,
sin que falte ninguno, estén allf deman-
dando por una existencia que s6lo los
vivos pueden otorgarles.
Finalmente, jes la memoria de los
muertos una funcién de la presencia,
tuna repeticién que viene a colmar ia
ausencia o es el registro de un sentido
‘que s6lo se construye sobre Ia angustia
de un vacio definitive? {Es la reapa-
ficién delo vivido 0 la construccién de
tuna historia?
' desde agué que queria introdu-
inne en los modos con que retornan
cn la cscena publica nuestros muertos
insepultos, los «desaparccidos», que
‘pennanecen como un problema y como
‘una carga para una sociedad que no
sabe muy bien qué hacer con ellos. Y
no puede decirse simplemente que no
‘quiere saber; basta recordar que La ho-
ra de los lipices bati6 records de pix
blico en televisién, (Pero antes estuvo
laemisiGndel programadelNuncamds
‘con los testimonios y la representacién
del juicioa las juntas, una intervencién
sobre la memoria social que puede ser
tomada como prototipica en su capa-
cidad de rehacer una experiencia «vi-
vida», al menos para la poblacign adul-ta, desde una wadici6n étiea, inaugu-
rrada con a investigacién de la CONA-
DEP y el juicio a los dictadores, que
¢ sintetiza en la ecuncin: memoria +
verdad + justicia = «nunca més»).
Esos muertos retomnan de diversas
formas; por las jactancias de un geno-
cida, el general Bussi, bajo el espectro
del chupadero evocado en el asesinato
atroz, del soldado Carrasco 0 en la dis-
puta por los afectos y la filiacién que
ha salido a la luz piblica en tomo de
la resttucién de los mellizos Repgiar-
do-Tolosa, Quiero destacar este caso
porque plantea lasaristas complejas del
problema y nos imerroga en un punto
limite de las interseccionesentre lame.
rmoria individual y la memoria social
Lodestacadoen los medios fuee! «caso
Psicologico», presentado como un nu-
do de vinculos y conflictos afectivos de
Jos adolescentes con los apropiadores
(que han ocupado indudablemente el
lugar de padres) y con los familiares de
sangre a los que fueron otorgados ini
cialmente. El problema es otro, indu-
dablemente, si se atiende centralmente
ala restitucisn de la identidad jurfdica
‘como niicleo que concentra un funda-
mento de verdad y memoria histérica
aque va més alld del drama privado. La
identidad en juego, entonces, se pro-
yecta a la reparacién de un crimen y
ala instauraci6n de wna verdad que se
mpone a los protagonistas, que no de-
pende de un «descubrimiento» subje-
tivo y que encuentra su eficacia en ese
‘acto por el que la justiciainierviene en
representacicn de la sociedad. Esto es
asi, en todo caso, en un ordcnamicnto
simbolico institucional que no repost
en Ia estructuracién subjetiva de las
identificaciones y los vinculos sino en
Ia fuerza de laley que sicndo igual para
todos funda una comunidad ética y po-
Iitica, Establecer estos principios bis
cos cn la consideracién de las reper-
cusiones piiblicas del caso (que ex de
lo tnico de lo que se puede decir algo
seriamente) parece necesario frente @
fa presencia, sin duda cxagerada, de
cierto psicoanalismoautéctono quetien-
de, en éste como en otros temas de ka
vvida social, a exhibir sus certezas en los
medios.
No quiero detenerme en las mot
vvaciones de los animadores dc la pan-
lalla televisiva que montaron el caso
‘como un reality show,peroes claro que
lapublicidad del drama ponfaenescena
el cardcter conflictivo de la memoria,
‘como un espacio de lucha y no un
registro pacifico del pasado, sostenida
por actores y canales que pugnan por
se free.
PEER eo
*
actualizarla y reeseribirta, desde tral
cciones y constelaciones de valor. ¥ si
cexisten «traficantes del olvido~ empe-
jiados en una empresa de borramiento
y falsificacién de la historia reciente.
{que es la exacta contramemoria de 1a
empresa del Nunea mds. no fakaron
{quienes en los medios operaron reco-
Tocando el caso en la trama hist6rica
del terror dictatorial
Pero en Ia medida en que Ta exhi-
bicién de los mellizos concentraba el
problema en la legitimidad «psicol6gi-
ca» del vinculo mantenido con la fa-
milia que los cri6,testimoniada direc
tamente por les propios adolescentes,
hhubo quienes, desde un psicoandlisis «a
medida», decidieron intervenir exacta-
mente en ese nivel para discutir las
cualidades de ese vinculo de un modo
(que parecia sugerir que Ia batalla por
la memoria se jugaba en el terreno de
los afectos. Y si esto fuera asi, la con-
secuencia légica levaria a postular que
‘el niicleo det caso no slo Hamaba all
protagonismo de los psiclogos sino
‘quedebiaorientarse adesalojarlosafec-
tos de los mellizas por aquellos a quic-
nes siguen considerando sus padres,
para dejar lugar al vinculo supri
porla violencia que secuestr6y ascsin6
st los padres de sangre.
Pero reducir la memoria al efrculo
{ntimo de su constitucién y reconstitu-
cién como identidad psiguica es lo que
hizo entre nosotros, hace algunos aos,
la psicoanalista Frangoise Dolto cuan-
do fue interrogada acerca de los pro~
blemas de la restitucion de nifios se-
cuesirados durante 1a dictadura
(«Verdad y ley para los nifios recupe-
rados», Psyche, n°3, octubre de 1986)
Su argumentacida era muy consistente
se aceptaba la premia bfsica: debfa
respetarse la estructuraciGn edipica re~
izala en relacién a la seguncda pareja
parental, sin que imporiara clorigen de
Ia incorporacién a esa familia, De alli
se deducfan sus consejos en el sentido
de buscar la verdad pero sin arrancarlos
‘de la familia de crianza, no instruirlos
‘en contra de ella ¥ procurar mantener
el vinculo con kas dos familias. Pero