Indudablemente el lenguaje es una característica propia de la especie humana,
que ningún otro animal ha adquirido, esa es la gran diferencia con otras especias, nuestra capacidad de raciocinio, percepción, imaginación, etc.. Desde tiempos antiguos los homínidos tuvieron la necesidad de comunicarse, quedando evidenciado en el Hombre de Neandertal que ya tenía algunos signos de lenguaje o gestos simples, más adelante con la formación de tribus, los pertenecientes a esta tenían un lenguaje particular, siendo imposible para ellos relacionarse con otra tribu, ya que cada uno creaba sus propios gestos y signos de lenguaje. Es por esta razón que se descarta la teoría de una “lengua madre”, pues como se observa se pudieron crear muchas lenguas paralelas por cada tribu. Lenguaje innato o adquirido Existen dos corrientes distintas para responder la pregunta de cómo aprendemos a hablar. El empirismo señala que el niño aprende el idioma mediante factores externos o adquiridos aprendidos por la influencia de su entorno social. Mientras tanto los nativistas y Chomsky plantean que el habla es un don biológico inherente de cada persona, se basan principalmente en el hecho que el proceso lingüístico es realizado por el sistema nervioso a través de mecanismos cerebrales complejos, que no podrían ser aprendidos solamente mediante factores externos. Los empiristas cuestionan el hecho de que el lenguaje no puede ser innato ya que cada idioma tiene una estructura gramatical totalmente distinta, sin embargo Chomsky responde que existe una estructura superficial para los idiomas, pero que todos tienen una estructura profunda común es decir los niños nacen con una gramática universal que va definiendo con el paso de los años. Finalmente se considera como tercera corriente a los “interrelacionistas ” ya que consideran que el lenguaje es producto tanto de factores internos (inherentes) como externos (impulso para buscar la forma de comunicarse).