Está en la página 1de 4

ENSAYO:

EL INCREMENTO DEL SALARIO MÍNIMO EN COLOMBIA NO ES ACORDE A


LAS NECESIDADES DE LOS HOGARES

Colombia está en deuda con sus ciudadanos por la falta de un análisis serio sobre
el salario mínimo y la capacidad que este aporta frente a la adquisición de los
productos y servicios de la canasta familiar, este tema tan delicado no puede
seguir siendo tratado únicamente en los apuros de fin de año y bajo la discusión
precipitada de unos pocos sobre el bienestar de millones y sobre todo cuando se
le otorga al mercado y al dinero el poder de resolver esta cuestionable decisión
social. Una familia promedio en nuestro país necesita para cubrir sus diferentes
necesidades básicas, un conjunto de bienes y servicios considerados en una
canasta básica. En Colombia, ésta canasta básica presenta todos los productos
necesarios para poder llevar una vida sana, tranquila, y digna, sin embargo, éste
elemento junto a su contraparte el salario necesario para adquirirla, se transforma
cada año en un tema de mucha controversia en nuestro país, ya que el salario que
por lo general un trabajador obtiene producto de su trabajo es muy bajo para el
alto precio de la canasta básica.

Normalmente el sostenimiento digno de una familia Colombiana, depende de la


capacidad económica que posea para adquirir los bienes y servicios necesarios
como los alimentos, el vestuario, la educación, la salud, el transporte, la
recreación, entre otros. En la canasta familiar se incluyen alrededor de 405
productos pero si se observa de forma general a todos los productos que hay en
ella y calculamos su valor, se podrá evaluar que con el salario mínimo vigente que
circula en Colombia, no se podría pagar ni la mitad de los productos suficientes
para un mes. Lo peor de la situación es que aproximadamente 4 millones de
trabajadores colombianos son los que reciben el salario mínimo, y más
preocupante aún, es que aproximadamente 7 millones de trabajadores reciben
menos dinero que el salario legal.

La definición que la ley estatutaria de Colombia le da al salario mínimo es la


siguiente: “salario que todo trabajador tiene derecho a percibir para subvenir a sus
necesidades normales y a las de su familia, en el orden material, moral y cultural”.
Y bajo los cánones morales y éticos de la democracia y la creencia religiosa se
deduce que los trabajadores deben devenir un salario decente que cubra las
necesidades de toda la familia. Pero en contraste con lo anterior, el salario mínimo
vigente está lejos de esto.
Veamos la cuestión de forma cuantitativa. El salario mínimo para el año en curso
fijado por el Gobierno aumento en un 7% quedando establecido en 689.455 pesos,
pero tan pronto como se instauró salieron a la luz un gran número de críticas y
rechazos hacia esta cifra, pues se opina que aparte de no tener en cuenta a las
necesidades reales de los trabajadores y sus familias, tampoco se previó
realmente un eventual incremento del IVA, el alza de las tarifas de energía, y el
encarecimiento de los precios de los alimentos que afectando conjuntamente,
serán costos que no podrán ser cubiertos con el incremento salarial de este año.
Bien lo ratifica Luis Alejandro Pedraza, presidente de la CUT, al mencionar que
“este aumento es unilateral y mezquino, pues demuestra que el Gobierno solo
atiende las demandas de los empresarios, el salario mínimo quedó por debajo de
la inflación causada y profundiza la reducción del poder adquisitivo de los
trabajadores, que el año pasado ya perdieron 2,66 por ciento”.

Pero entonces, según lo manifestado por el presidente de la CUT, este leve


incremento del salario no es un tema nuevo, sino que es un acuerdo entre tres
partes inequitativas que de forma monótona y formulista ofrecen el mismo
resultado irrisorio cada año. Si observamos el crecimiento del salario solamente en
los últimos cinco años podemos corroborar la situación expuesta. Según la tabla
salarial conforme a las cifras del salario mínimo, el crecimiento del mismo ha
estado entre el 4.0% y el 7.0%, muy por debajo del crecimiento en promedio del
15% en la década de los 90. Y si lo comparamos en relación al crecimiento de la
inflación en Colombia que oscilo en estos últimos años en 4.0%, podemos ver la
absorción sufrida por el salario ante el índice elevado de este fenómeno.

La definición más sencilla que podemos dar sobre la inflación, es decir, sobre este
fenómeno que ataca las economías de un país determinado, es básicamente en
que constituye una subida generalizada de los precios y que trae como
consecuencia más cercana el hecho de que con un mismo valor en pesos se
compre menos que antes y, por lo tanto ese peso valga menos.
¿Pero qué es lo que ha hecho que suba tanto este fenómeno en el país para en se
exteriorice en 6.77%? La respuesta según varios expertos la conforman varios
elementos que sumados, provocaron la inflación más alta de los últimos 7 años.
Estos elementos abarcan desde: el fenómeno del niño, pasando por el crecimiento
de la divisa Norteamericana, hasta el gran número de alimentos y mercancías que
a manera de exportación entran al país.

El fenómeno del niño, causado por el calentamiento de las aguas del Pacífico y
que golpea a varias regiones del mundo, ha disparado los precios de los alimentos
que subieron en un 10,85% y presionando la inflación de Colombia más allá de la
meta establecida. "La inflación en parte es resultado de El Niño por el precio de los
alimentos", dijo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
En cuanto a las exportaciones, de acuerdo con el informe del primer cuatrimestre
del gremio, a Colombia siguen llegando elevadas cantidades de productos que
inclusive se producen en el mismo país, revelando en un contexto y problema
general, que en nuestro país se importe más de lo que se exporta. Las cifras de
este contexto las determina el estudio realizado por el DANE, el cual muestra que
se importó US$54.057 millones, mientras que las exportaciones sumaron un total
de US$35.690 millones. La situación es delicada para un país caracterizado por
una supuesta vocación agrícola. “Esto es muy grave y es porque aquí se hizo una
apertura endemoniada, tiramos al campesino a la guerra con las multinacionales,
sin fijarnos que no teníamos una infraestructura de producción igual a ellas,
entonces es muy complicado”, denuncia Octavio Quintero, representante de los
comerciantes del sector de alimentos ante las juntas directivas de Fenalco.
Este problema se intensifica con relación al incremento de la divisa
Norteamericana, pues los tratados económicos hechos en un principio sobre las
cantidades y los precios de las mercancías entrantes al país, se ven ahora, en el
periodo transcurrido, incrementados por el elevado precio del dólar, es decir, que
lo acordado entre las partes en un principio por el pago de las mercancías, se
cambie posteriormente por un precio mayor, afectando de forma directa a los
bolsillos de los consumidores finales. De esta forma tal como lo expresa el gerente
del Banco de la República, José Darío Uribe: “las condiciones de la economía
nacional definitivamente han cambiado y ahora los colombianos tendrán que
acostumbrarse a un dólar alto y al alza en los precios de algunos bienes y
servicios.”

Conociendo entonces las anteriores cifras, podemos ver que al compararlas, el


incremento del salario mínimo se quedó corto ante la inflación, es decir que el
dinero que reciben los Colombianos por su trabajo se verá esfumado por los
nuevos costos de todos aquellos servicios y elementos que obligatoriamente las
familias deben cubrir, por ahora entonces, los Colombianos del común son
quienes tienen que hacer, del mínimo, el máximo esfuerzo.

En resumen, podemos valorar ahora como la inflación propicia efectos tan


destrozos para el país, y como el salario mínimo aprobado para este año se ha
venido esfumando frente al carente costo de vida que diariamente deben enfrentar
las familias Colombianas. Además, podemos ver la injusta relación proporcional
que se ha presentado entre estos dos elementos y la insignificante valoración que
tienen las familias a la hora de la implementación oficial de este factor económico.

Por último, a manera reflexiva y de recomendación general, se puede tener en


cuenta para no caer en el mismo error una y otra vez, que aunque podamos tener
la capacidad de comparar unas cifras con otras, de ver los fenómenos que las
causan, y establecer diferentes patrones estadísticos, no nos olvidemos de lo más
importante, el elemento en el que se debe girar toda la atención, es decir, cada
una de todas aquellas familias que devengan y sobreviven con un salario mínimo,
pues todos estos modelos económicos muy seguramente para ellas son lo de
menos, pues se debe dejar a un lado la equiparación desnaturalizada de las
personas y sus necesidades familiares con simples números y monótonas
proporciones, y en cambio manifestar la urgente necesidad de adoptar como regla
de oro, como criterio mínimo, como punto de partida, la adopción de un salario
mínimo suficiente para que el trabajador y su familia puedan estar por fuera de la
pobreza, fuera de la inequidad y de la angustia diaria por su subsistencia.

También podría gustarte