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Prélogo de Paul Krugman a globalizacién es un hecho que despierta fuertes emociones. Quizé porque, al llevar el sistema econd- ‘mico mas alld de las fronteras de cualquier Estado, nos fuerza, de hecho, a tener que decidir cémo percibimos y qué pensamos de la «mano invisible». Si consideramos que el mercado es algo bueno, en ese caso el poder de la globalizacién para producir riqueza y, especialmente, para elevar ¢ incorporar con rapidez a paises pobres al mundo modemo nos mueve y nos incita a alabarla. Si, por el con- trario, desconfiamos de los mercados y vemos con malos ojos incluso el que una economfa nacional pueda ser movi- day ditigida por el interés individual, entonces la perspec- tiva de ver cémo el sistema econémico se desplaza més all de la capacidad de control de cualquier gobierno o Estado nos llena de temor y de espanto. Como la economia global es un asunto tan complejo y tan cargado de emociones, aquellos que tratan de com- 9 prenderla, explicarla y darle un sentido son, a menudo, desafiados y aracados por sus credenciales. Si un econo- mista escribe sobre la globalizacién puede ser acusado de falta de conocimiento del mundo real. Si es un hombre de negocios el que escribe, puede ser acusado de falta de comprensién de las grandes fuerzas que la mueven, 0 qui- 7A de pensar solamente en el beneficio y no en las neces dades humanas. Si un politico escribe sobre ella, ya se sabe, ;quién se fla de los politicos? Casi todos los que han intentado decir algo sensato sobre el fendmeno de la glo- balizacién han sido acusados de falta de conocimiento 0 de credenciales apropiadas, lo que hace que sus opiniones sean, al menos potencialmente, sospechosas. Sin embargo, de vez en cuando surge un Guillermo de la Dehesa que ¢s alguien cuyo conocimiento y experiencia traspasan las fronteras de lo cotidiano y que no puede ser imputado mediante los razonamientos al uso. Guillermo de la Dehesa se gana la vida como un banguero nacional ¢ internacional de éxito, por lo que no puede ser acusado de no comprender el mundo real. dems, es un buen econo- mista y lleva muchos afos siendo una voz importante en temas econémicos europeos ¢ internacionales. Le conoci hace ya muchos afios a través del circuito de conferencias econdmicas de alto nivel, por un lado de la rama europea, centradas alrededor del Centre for Economic Policy Rese- arch de Londres, del que hoy ha llegado a ser su presiden- te, ¥; por otto, de la rama financiera internacional, centra- das alrededor de organizaciones de prestigio como el Group of Thirty de Washingron del que ambos somos miembros. Peto eso no es todo. Guillermo de la Dehesa tiene, asimismo, una extensa experiencia de gobierno y ha 10 conseguido una rep asumir en riesgos p fensa de la demo. En otras palabr: respecto de sus m de conocimiento: esta y otras dreas ec: No espero que globalizacién, ya qu real sobre su furuzo esta dispuesta a que dos por argumento libro podré reduc una idea més clar global. conseguido una reputacién de alguien que est preparado a asumir en tiesgos profesionales e incluso personales en de- fensa de la democracia y de la justicia. En otras palabras, cs alguien en quien puede confiarse respecto de sus motivos y sus credenciales y cuyo acervo de conocimientos y experiencia son poco frecuentes en esta y otras dreas econémicas. No espero que este libro resuelva los debates sobre la globalizacién, ya que atin existe demasiada incertidumbre real sobre su futuro y, ademas, hay demasiada gente que no esté dispuesta a que sus puntos de vista puedan ser cambia- dos por argumento o evidencia alguna. Pero este excelente libro podré reducir la temperatura de la polémica y darnos una idea més clara de lo que es, en realidad, la economia global. PauL KRUGMAN MIT Cambridge. Massachusetts Primavera de 2000 Introduccién palabras mds utilizadas, para bien o para mal, por polf- ticos, empresarios y lideres sindicales, ONG, economis- tas, etc, sino que también se est4 convirtiendo en una especie de «cabeza de turco» a la que se echa la culpa de todo aquello que no va bien. Para algunos politicos y ditigentes de los paf- ses en desarrollo, la globalizacién es la culpable de las crisis financicras y de su contagio, ya que el capital que se invierte en paises promeredores se desinvierte répidamente al primer sintoma de debilidad o desequilibrio en los mismos paises, arrastrando a ottos a la crisis. Para algunos partidos politicos y sindicatos del mundo desarrollado, es la culpable de la des- truccién neta de empleo y de una mayor desigualdad salarial, ya que permite una mayor competencia, a través del llamado «dumping social», de los paises con bajos salarios y condicio- nes de trabajo inhumanas. Casi todos los gobernantes echan la culpaala globalizacién del rpido deverioro de la soberania I a globalizacién no sélo se ha convertido en una de las 13 delos Estados y gobiernos frente al creciente auge de los mer- cados financietos y de las multinacionales. Este conjunto de actitudes es Io que se ha dado en llamar «globafobia», que tuvo su «puesta de largo» a finales de 1999, en el fracaso de la cumbre de Seattle, con ocasién de la reunién de la Organiza cién Mundial del Comercio (OMC) para el Janzamiento de la llamada Ronda del Milenio, pero que ha ido decayendo en estos tiltimos aftos. Algunos politicos de paises desarrollados, tanto desde la derecha como desde la izquierda, critican algunos as- pectos de la globalizacién, incluso aunque, en st conjun- to, se estén beneficiando de ella, En el fondo, ni a los polt- ticos ni a los empresarios ni a los sindicatos les gusta mucho la competencia. También intelectuales de derecha como John Gray en el Reino Unido, o de izquierda como William Greider en Estados Unidos, atacan la globaliza- cién, con diferencias entre ellos apenas perceptibles. La gran mayorfa de los economistas més respetables de- fienden la globalizacién, aunque algunos no hacen lo mis- ‘mo respecto a la globalizacién financiera. El caso de Jagdish Baghwati (1998) es el més importante entre étos ya que es, al mismo tiempo, el mayor defensor del libre comercio y un objetor de Ia liberalizacién de los movimientos de capital a corto plazo. Piensa que la libertad de movimientos de capi- tal genera crisis recurrentes y que éstas van a terminar cre- ando un clima contratio a la globalizacién del comercio, la cual considera fundamental para el crecimiento y la conver- gencia entre todos los paises. Algiin economista muy respe- tado, como el premio Nobel Maurice Allais (1999), esta en contra de la globalizacién del comercio, de la liberalizacién de los movimientos de capital y de los tipos de cambio fle- 14 xibles, es decir esta zacién. Otros econom Krugman (19992 res de la globaliza embargo, que es

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