PETICI�N DE LA MEDIUMNIDAD

Soy un talento de amor y luz que Dios te prest� para la construcci�n de tu propia
felicidad.
Us�ndome en el bien de los dem�s, actuar�s en tu beneficio.
No me dejes relegada al fr�o de la indiferencia para que no se me entorpezca la
facultad de auxiliar.
Me asemejo al �rbol benefactor que el Se�or irgui� en tu campo o, si quisieres,
puedes interpretarme como la fuente que la Divina Bondad te desat� en la Tierra
sedienta.
Recuerda que el �rbol produce seg�n los cuidados que el agricultor le administre, y
que la fuente acarrea agua l�mpida, conforme a la protecci�n que recibe.
Pero, no olvides, que el �rbol no devora sus propios frutos y que el manantial no
bebe sus propias aguas.
La fuerza de la savia que sustenta el tronco y el apoyo que asegura el naciente
vierten de Dios que a ninguno abandona.
Guarda semejantes verdades para que yo te guarde.
Sirve con alegr�a para que yo te sirva sin cansancio.
Sobre todo, no te olvides de que, entre los hombres, ser� siempre aquello que
hicieres de m�.