Está en la página 1de 1

POR QUÉ SE ESCRIBIERON LOS EVANGELIOS

Juan 20:30-31

30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro.

31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo, tengáis vida en su nombre.

En su sabiduría, Dios ordenó a sus profetas y siervos, escribir lo que oían y veían, para que quedará
memoria de toda su obra y para que las generaciones por venir pudieran tener conocimiento de
Dios. Uno de los grandes momentos de la historia de Israel fue cuando Josías descubrió el libro
olvidado de la Ley de Dios (2Re. 22:8; 10-11; 1819). De modo parecido, el escriba Esdras, a su
regreso a Jerusalén, llevó consigo la colección de libros que hoy forman parte de nuestra Biblia y con
base en ellos restauró el culto a Jehová (Esdras 7: 10; Nehemías 8:1-9).

Pero todo eso que Dios pidió conservar en los libros adquiere sentido cuando Jesús invita a
escudriñar las Escrituras en Juan 5:39: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Todo gira alrededor de
Jesucristo, él es el centro y la razón de todos los escritos.

Juan nos aclara la razón por la que escribió su Evangelio y nos da pauta para amplificar la idea a
todos los escritos. Particularmente sumaríamos, por lo menos, a los Evangelios para que aunados a
Juan nos percatemos para que fueron escritos: para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,
y para que creyendo tengáis vida en su nombre. Es así que deducimos que todo lo que narran los
Evangelios es para ayudarnos a creer la verdad básica para nuestra salvación, él es la fuente de vida
y salvación y cada vez que leo lo que él dijo e hizo mi fe se confirma en su nombre. Veo además un
efecto de suma importancia en leer y releer la bella historia de Cristo, llegamos a conocerle y a
comprenderle y esto de una manera natural nos lleva a amarle. Es cierto que no podemos amar a
quien no conocemos, el amor crece en razón de la admiración que una persona nos produce al
conocer su pensamiento, sus propósito y anhelos, sus ideas e ideales. Y ¿quien más puro en
pensamiento y acción que Jesús, el Cristo? Pero si no hemos leído y meditado en sus dichos y hechos
no sabemos a ciencia cierta cómo es él. A los fariseos les resultaba incomprensible que se atreviera a
quebrantar los días santos, no entendían su postura, no le conocían en verdad y por ello el Señor
pronunció esa frases que son motivo de nuestra meditación “Escudriñad las Escrituras...”

Por otro lado vemos al apóstol Pablo completamente arrobado por el conocimiento de Cristo.
Conocer al Señor era su riqueza, su mayor posesión, lo más grandioso en su vida. Fil. 3:8

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a
Cristo”

Como podemos ver en este verso conocerle es amarle, conocerle profundamente redunda en
amarle profundamente. Es una bendición tener en nuestras manos una Biblia. Bebamos los
Evangelios, antes que cualquier otro de los libros, leamos, escudriñemos, meditemos los Evangelios,
se escribieron para nuestra vida, de ellos nacerá nuestro amor inquebrantable a Jesús y su mensaje,
ese es el verdadero conocimiento que necesitamos. Amén.

También podría gustarte