YOLANDA. — ¡Vaya! SONIA. — ¿Tú podrías ayudarme en este trabajo ingrato en que voy pasando el rato sin que resultados haya? YOLANDA .— Mucho me extrañaba a mí que me llamaras querida ya que eso nunca en la vida me dices si no hay un fin. SONIA. — ¿Piensas que a intereses cedo solo porque te pregunto? YOLANDA. — ¡Me pides, que es otro asunto, que yo no me chupo el dedo! SONIA. — Se trata de un feo texto que me marea y me ciega de ese tal Lope de Vega, un antiguo al que detesto. YOLANDA. — Yo saco sobresalientes, tú tienes sorbido el seso por discotecas y besos de novios y pretendientes. SONIA .— ¡Cariño…! YOLANDA. — ¡No me des coba! SONIA. — Te prestaré mis vestidos, te haré una fiesta de amigos. YOLANDA. — ¿La obra es...? SONIA. — ¡La dama boba! YOLANDA .— Son tus palabras gloriosas y evito comparaciones porque, en cuestión de razones, siempre resultan odiosas. Que te ayudaré ya veo. SONIA .— Con las personas no atino: Laurencio, Finea, Rufino, Otavio, Nise, Liseo... YOLANDA. — La boba Finea espera que Liseo la despose, pero este no la conoce… SONIA. — ¡Y descubre que es muy fea! YOLANDA. — Descubre que es una torpe… SONIA .— ¡Pero no le importa nada,
YOLANDA. — ¡Calla ya!, que tiene dote, lo que atrae al caballero, muy amigo del dinero, que es Laurencio, ese machote. SONIA. — ¿Lo dices con ironía? YOLANDA .— Puedes estar bien segura, que solo pensar me apura en ese tipo de hombría. Que se camele a dos chicas ya me parece un abuso, y más cuando el tipo bruto lo hace por dinero y fincas.
Alicia GIMÉNEZ BARTLETT
La dama boba revisitada en Comedias de Lope 451 Editores