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El Dios que sustituye

Leer el libro de Levítico no es algo sencillo. Una buena manera de hacerlo y para

interpretarlo correctamente, es leerlo al mismo tiempo que se lee Hebreos. El autor de Hebreos le

da un significado prácticamente a todas las figuras del Antiguo Testamento que son sombras del

cumplimiento total que tendrían en Cristo.

El tema central de Levítico es que Dios demanda santidad, porque él es santo. Por lo que

la única manera de acercarse a un Dios santo, es siendo santo también. Dios es justo, y sabiendo

que el ser humano es totalmente incapaz de no pecar, proveyó una forma de (lavar, borrar,

enmendar, pagar) el pecado a través de los sacrificios de animales. Pero estos sacrificios no hacían

otra cosa que apuntar hacia la necesidad de un nuevo y mejor sacrificio que no tuviera que estarse

presentando una y otra vez para el perdón de pecados. Uno de los significados de los sacrificios

de los animales era la SUSTITUCIÓN.

Levítico 1 4 Coloca la mano sobre la cabeza del animal, y el Señor aceptará la muerte del

animal en tu lugar a fin de purificarte y hacerte justo ante él…

El pecado es horrible, es aterrador, es sucio, es corrupto, es salvaje, es discriminatorio, es

orgulloso, es destructivo. El ser humano, no ha hecho otra cosa desde la Creación que tener una

actitud abierta y certera de rebeldía contra su Creador. Algunos le echan la culpa a Adán y Eva

diciendo que por ellos es que estamos así, pero la verdad es nosotros hubiéramos cometido el

mismo pecado si hubiéramos sido los primeros hombres, nada más examina tu corazón, ¿es verdad

que no encuentras en el orgullo, vanidad, celos, ira, malos pensamientos, adulterio, fornicación?

Todos a una pecamos contra Dios, es más, aun siendo cristianos seguimos batallando con

hacer un dios de nosotros mismos, queremos vivir la vida como si Dios no existiera, lastimamos a

quienes decimos que amamos, le hablamos mal a nuestra esposa, golpeamos a nuestros hijos,
damos mordidas, somos chismosos, únicamente nos interesa lo que es bueno para mí, por eso es

que muchos de nosotros seguimos a Dios (por lo que nos pueda dar).

No hay quien no peque, no hay ni siquiera uno que cumpla con toda la ley de Dios, aun el

pecado más pequeño es suficiente para separarnos de Dios. Nuestro pecado merece la muerte,

hemos destruido la creación de Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, proveyó un medio

para sustituir nuestra muerte por la de alguien más, y de esta manera, atribuir el castigo que

merecemos por nuestro pecado a algún otro.

Este era uno de los significados del sacrificio, en todas las ofrendas, ya sea por el pecado,

por la culpa, por la paz, por el perdón, en todas ellas en las que involucrara una clase de ganado.

El que la ofrecía debía de poner la mano sobre la cabeza del animal, de esta manera ejemplificaba,

que estaba descargando el mal sobre el animal, le estaba traspasando sus pecados y es por ello que

el animal debería morir. En otras palabras, el animal estaba sustituyendo al hombre que debía pagar

por sus pecados. Aún aquí vemos algo de la gracia de Dios, mientras que otros dioses reclamaban

sacrificios humanos, de vírgenes, de bebes, de esclavos, etc… Dios les dio a los israelitas la orden

de matar únicamente animales.

Pero aun así esto no podía continuar perpetuamente, pues cada pecado, cada transgresión

de la ley demandaba un sacrificio, aparte eran las ofrendas voluntarias. Imaginen que aún

tuviéramos este sistema de sacrificios, si de por si somos pobres, no podríamos pagar el precio de

tanto sacrificio. Esto nos lleva a recordar que el pecado es algo muy costoso y que esta fuera de

nuestras posibilidades hacer algo por nosotros mismos, es por ello que Dios se proveyó de un

sacrificio perfecto en el cual descargara toda su ira y pagara el castigo que nosotros merecíamos.

Isaias 53 4 Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores,

pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. 5 Él fue traspasado por
nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de

nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.

Al poner nuestra fe, no nuestras manos, al poner nuestra fe en el sacrificio perfecto de

Cristo, le estamos diciendo a Dios, no me aceptes a mí porque soy un pecador, pero acepta el

sacrificio de tu único Hijo por mí, el cargó con el castigo que merecían mis pecados.

Conocer esta verdad nos debe recordar le precio del pecado, lo horrible que es, hasta el

punto de hacer morir a alguien más por mi culpa. Y nos debe motivar a vivir en santidad porque

Dios es santo.

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