Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Angélica Liddell
OFELIA.-
Las mujeres desnudas somos como los muertos. Nadie puede dejar
de mirarnos. ¿Qué tendrán nuestros pezones y el pico peludo de
nuestro vientre? Qué cosa fatídica. Irremediable. Qué pestilencia. Y
qué tendrán los ojos que miran y miran y miran. Y si no estoy muerta
no me queda más remedio que estar desnuda. Estoy desnuda porque
no estoy muerta. Aquel día a punto de matarme y sin bragas. Sin
bragas. Allí empecé a trabajar. Todas las cabecitas mirándome. Igual
que ahora. Cabecitas. Otra moneda, otra, otra, otra, mírame,
mastúrbate, echa monedas hasta que me desnude del todo y te
ensucies la mano, mírame, mastúrbate, mírame desnuda para que
pierda la vergüenza cuando entre en la sala de autopsias.
2
HORACIO.-
Y yo matando gatos por tu culpa. El hombre del saco. Crustáceo
funerario. Cangrejo de luto. El que ahoga animalitos en la piscina de
tu rascacielos.
Desde aquel día no he encontrado un trabajo más digno. Matarife por
compasión. ¿Te has bañado en esa piscina? ¿Has disfrutado del agua
clara? Tú, la que ahora te ríes sin parar en ese burdel de juguete, tú,
la que antes sólo quería morir. !Morir! ¿Recuerdas? ¿Te has tragado
alguna vez un pelo de gato mientras nadabas? ¿Se te ha prendido
alguna uña rota en el bikini? No te puedes imaginar como se mueve
el saco antes de sumergirlo en el agua. Y no te puedes imaginar lo
quieto que está cuando lo levanto. Y sobre todo, no te puedes
imaginar la cantidad de lágrimas que derramo por esos pobres
animales. Así que hace un año te arrojaste por la ventana, con ganas
de morirte, y ahora te bañas en la piscina, te sobas las tetas en un
carrusel, y te ríes a carcajadas hasta enseñar las encías y una
dentadura brutal. Y yo desde aquel jodido día tengo que llorar, y
tengo que matar los gatos que molestan a tus vecinos, que te
molestan a ti, quinientas por gato, y a veces los cazo en otras
piscinas pero los ahogo en la tuya, y me pagan también por los gatos
que no te molestan. Y al final consigo comer, comer. Pero sólo
comeré en paz cuando sepa.¿Por qué te arrojaste por la ventana?
¿Por qué deseabas la muerte? ¿Por qué?
2
3
PRIMER INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Horacio.-No sabes los gatos que tengo que matar para hablar
contigo. Sólo apretar el botón y llamarte me cuesta las cuatro patas
de un gatito negro. Así que haz el favor, contesta rápido,¿Qué es eso
de Ofelia? Nadie se llama así.
Ofelia.-Disfruto.
Horacio.-¿Te gusta?
3
4
Ofelia.-Me gusta
Ofelia.-Yo no vomito.
Ofelia.-No.
Ofelia.-No.
Ofelia.-No.
Ofelia.-No. (Ríe.)
Horacio.-Te gusta.
4
5
Horacio.-¡Tu pasado¡
5
6
Horacio.-Lo dejo por hoy. Unas monedas para cenar. No hay que
pasar hambre. No hay que pasar hambre.¡Ah¡ Una moneda más. Una
cría recién parida para decirte, cuando veas a un mendigo en la calle,
empapado en meados propios y ajenos, con la polla al aire,
vomitando mocos, piensa, sólo piensa, que no nació así.
HORACIO.-
Lo hago por dinero. Sólo por dinero. Porque soy pobre y estoy
enfermo, y mi casa es oscura y húmeda, y mi alimento escaso. Y el
agua siempre sale fría, y comparto colchón con insectos corredores, y
el invierno es invierno a todas horas. En fin, los pobres,¿no has oído
hablar de los jodidos pobres? Y observo tu alegría, tu carcajada de
yegua, tu olvido, como si nunca hubieras querido morirte, como si
nunca te hubieras arrojado por una ventana, como si no existiera el
dolor, mi dolor. Y pensar que antes yo también me reía. Antes, antes,
antes... Antes de salvarte. Antes de que tus kilos me partieran los
huesos. ¿Por qué no te lanzaste otra vez? ¿Tan enclenque era tu
propósito? La ventana, la ventana... (dibuja una ventana imaginaria
en el aire). No siempre van a recogerte los brazos de un hombre
dispuesto a todo, no siempre va a destrozarse una osamenta para
que tu recuperes las ganas de vivir. ¡Ah¡ Me amarga tu capricho. He
esperado día tras día, con paciencia de columna, que volvieras a
intentarlo, he perseguido en tu cara un visaje de angustia, un pliegue
atormentado, la mueca del infortunio. Ja. Tu plenitud es un escarnio
6
7
OFELIA.-
Y el hombre de los brazos fuertes me recogió. Supongo que era un
hombre, digo supongo porque no le vi la cara. Me ofuscó la
vergüenza. ¡Sin bragas, sin bragas¡ Desde un quinto y sin bragas,
qué vergüenza. Soltar una risotada y echar a correr,¿qué iba a hacer
sino? A nadie se lo pude contar. A nadie. Sólo después pensé en los
milagros, había sido un milagro, ningún hueso roto, ni un arañazo,
como se suele decir, y pensé en el hombre de los brazos fuertes, que
se quedó a oscuras, envuelto en las tinieblas, porque no le vi la cara,
como a ti, que tampoco te veo, a oscuras. Sigue mirando. Sigue
mirando. Te doy tanto por tan poco. Te doy un cuerpo recién nacido.
La piel.¿Hay algo más inocente, más raso, más indefenso que la piel?
En mi piel empiezo y en mi piel acabo. No te quejarás de honradez.
Aprovecha. La oscuridad te protege, te bendice, te encabrita, te hace
bueno, te proporciona el valor suficiente para ultrajarme. Desde esa
oscuridad que compras siempre te creerás mejor que yo. Pero yo
estoy viva, ¡viva!,mientras sigas mirando.
7
8
SEGUNDO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Horacio.- ¿Cómo te puedes reír tanto? ¿Cómo puedes ser tan idiota?
Tu estridencia me pone enfermo. Me revuelve el estómago.
Horacio.-Allá cada uno con sus complejos. Por lo que veo tú le has
dado una patada a la tristeza.
Ofelia.-No me asomé.
8
9
Horacio.- ¿Empezar?
9
10
Ofelia.-Sería tu esposa.
Horacio.-Mi esclava.
Horacio.- ¿No has mirado nunca hacia atrás, hacia un lado, hacia el
otro, para ver, ver a quién tienes cerca?
10
11
11
12
HORACIO.-
(Parodiando a la Ofelia de Hamlet.) Y yo, la más desconsolada y
mísera de las mujeres, que gusté algún día la miel de sus promesas.
Oh, dulce príncipe, veo ahora aquel noble y sublime entendimiento
desafinado. Oh, cuánta, cuánta, cuánta es mi desdicha de haber visto
lo que vi para ver ahora lo que veo. La ventana, la ventana! Que los
sepultureros vayan preparando sus herramientas y los esqueletos su
mejor baile. (Abandona la parodia.) ¡Ah¡ ¿Dónde están las niñas
doradas? Conservadas en llanto. Gritando en sus bañeras. ¿Dónde
están esas mandíbulas desesperadas? ¿Dónde? ¿Dónde están
aquellas niñas románticas, de ojos vesánicos, al pie de la tempestad,
dispuestas a ser tragadas por la naturaleza? Si pudiera ofrecerle un
motivo para que enmendara su falta. Si pudiera conseguir un
sobresalto en su rostro. No de asco, no de enfado sino de melancolía.
Si encontrara el modo de ensombrecer su mirada. Un motivo, hace
falta un motivo para que rezume en su frente un profundo cansancio,
el cansancio que nos produce la vida, nada más que la vida. Si
consiguiera que inclinara el cuello hacia un lado, así, dejando caer la
cabeza como si la hubieran lastrado de incertidumbre y de tiempo. Le
hace falta realidad. Si pudiera hacerla morir en escena.
12
13
TERCER INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
13
14
Ofelia.-Mis ojos...
14
15
CUARTO INTERROGATORIO
LOS DOS DENTRO DE LA CABINA PORNO
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
15
16
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
Ofelia.-Córrete ya.
Ofelia.-Horacio...
16
17
OFELIA.-
Ojos que no ven...Ojos que no ven...Haber visto lo que vi. Para ver
ahora lo que veo. Ese hombre. Ese hombre...Que eterna se me hace
la espera. Le estoy esperando. Realmente le estoy esperando. ¡Ah! El
tiempo. Es el tiempo.
HORACIO.-
¿Dónde ha quedado la venganza? Se ha deslizado de repente por el
tobogán de su cuello, su cuello inclinado, su cuello castigado por el
tiempo, su precioso cuello.
17
18
QUINTO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Horacio.-Sí.
18
19
Horacio.-¿Qué dices?
Ofelia.-Rompí tu espalda.
19
20
Horacio.-Te sangra.
Ofelia.-No me mires.
Horacio.-Duele y sangra.
Horacio.-Sí.
Ofelia.-Sentarme un rato.
Horacio.-Claro.
Ofelia.-Es un mareo...
20
21
Horacio.-Te mareas.
Ofelia.-Horacio...
Horacio.- ¿Qué?
Ofelia.-Si me dejaras...
Horacio.- ¿Dejarte?
Ofelia.-Descansar.
Ofelia.-Adiós Horacio.
Horacio.-Adiós.
Ofelia.- Adiós.
Horacio.- Adiós.
Ofelia.- Adiós.
Horacio.- Adiós.
Ofelia.- Adiós.
21
22
HORACIO.-
¡Volvería a poner los brazos! ¡Volvería a poner los brazos! ¡Volvería a
poner los brazos! ¡Dios mío! ¡Volvería a ponerlos! ¡Volvería a poner
los brazos! (Afloja la ira.) Volvería a poner mi espalda para que ella la
rompiera. (Sonríe.) Me ha mirado y se ha convertido el laurel, qué
digo, en romero, en hinojo, en palomillas y ruda. Ofelia, yo restañaré
tu sangre.¿Me necesitas? ¿Me necesitas Ofelia? Y si te corto las
piernas, yo te ayudaré a caminar. Y si te corto las manos, yo te
peinaré. Y si te corto la lengua, yo hablaré por ti. Y si te arranco el
corazón...Me necesitas Ofelia, me necesitas. (Le hace el amor a la
muñeca.)
OFELIA.-
Tus brazos, Horacio, asistentes de príncipes moribundos, tan hechos
ya a las últimas voluntades, y a los pánicos postreros. Han sido tus
brazos los que me han devuelto el trayecto vertiginoso. Tus brazos,
almohada final. Tus brazos, imanes de la agonía. ¿Qué me van a
devolver tus brazos sino la pasión por las tumbas, por los cuervos y
los paisajes escarpados? Tus brazos Horacio, preparados para recoger
el fracaso de nuestros órganos.
22
23
SEXTO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Horacio.-Lo he hecho.
Ofelia.-Pensabas en mí...
Horacio.-Es un juramento.
Ofelia.-Juremos.
23
24
24
25
SÉPTIMO DIÁLOGO
EN EL ALMACÉN DE HORACIO
Ofelia.-La del otro, la del otro. No podría soportar la muerte del otro.
25
26
Ofelia.- No resistiré.
Horacio.-Yo he resistido.
Ofelia.- Es cierto.
26
27
Ofelia.- Horacio...
Ofelia.- Sí.
Ofelia.- ¡Horacio!
27
28
Horacio.- ¿Ciega,ciega?
Ofelia.- No veo.
28
29
CONCLUSIÓN
EN EL ALMACÉN DE HORACIO
Horacio.- ¿Por qué sufrías? ¿Por quién? ¿Por qué te arrojaste por la
ventana? ¿Por qué deseabas la muerte? ¿Por qué?
Horacio.-Sí.
Horacio.- ¿Qué?
Horacio.- ¿Cómo?
Ofelia.-No.
Horacio.- ¿Entonces...?
Ofelia.-Me caí.
29
30
Silencio.
Silencio.
Horacio.-Esa es mi frase.
Ofelia.-Esa es mi piscina.
30