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SALMO 66.

SU PROVIDENCIA… MI ORACION

El movimiento de este Salmo desde la tierra (1) hasta mí (20) vía nos (10) no puede ser
explicado con certeza. ¿Fue que un individuo prologó su ofrenda de acción de gracias (13–
15) y testimonio (16–20) con un himno sobre la relación de Dios con el mundo (1–7) y con
su pueblo (8–12)? ¿O fue el pueblo que llegó expresando su gratitud por haber sido
liberado (12) y un individuo (¿el rey?) expresó lo que ellos tenían en su corazón (13–20)?
Los antecedentes sólo pueden ser conjeturas pero el mensaje es claro.
Lo que el Señor hizo, históricamente, para su pueblo es la base de una invitación a todo el
mundo (1–7). El mundo es convocado como si fuera a observar al Señor junto al mar Rojo,
y luego sumarse a su pueblo en su regocijo en un Dios así y en no rebelarse contra él (5–7).
La salvación que dio a algunos (Israel) es una invitación para todos (cf.cf. Confer (lat.),
compare 2 Cor. 5:18, 19) (“nosotros … el mundo”).
Los tratos del Señor con su pueblo en el presente han de ser entendidos a la luz de lo que
hizo en el pasado (8–12). Sea cual fuere la prueba (10) que habían pasado ésta era como
volver a repetir lo del mar Rojo: cuando cruzaron por el agua lo hicieron para salir a la
libertad (12).
Tenemos que pasar por nuestros sufrimientos de manera que se conviertan en oportunidad
para testificar: los pueblos son convocados a bendecir a nuestro Dios por la preservación,
la prueba, el profundo dolor y la liberación final y definitiva de su pueblo (8–12).
No existe una iglesia aparte de quienes la componen, el individuo respondiendo
espiritualmente con su dedicación (13–15), testimonio (16–19) y alabanza (20).
Los tratos providenciales de Dios con su pueblo brotan de su propia voluntad y hechos
(10–12, seis verbos en segunda persona singular), pero la bendición que se manifiesta no
llega sin oración (17) y santidad (18). No cabe duda que el Señor realiza sus más grandes y
predeterminadas maravillas a través de las oraciones de su pueblo (Mal. 3:1; Luc. 1:13).
1–12 Alabanza mundial. La experiencia, pasada (1–7) y presente (8–12) del pueblo del
Señor lleva a una invitación a todos a sumarse a la adoración, reconociendo primeramente
que ha revelado quién es él (2, 4, nombre), y sus hechos y poder conquistador (3). 5–7 La
experiencia del mar Rojo (6) data de siglos. El llamado, entonces, venid y ved, es
deliberadamente imaginativo. Pero habiéndonos transportado al pasado, a aquel gran
evento, podemos decir lit.lit. Literalmente “regocijémonos allí” (6c), como si estuviéramos
de pie a la otra orilla, con el victorioso poder del Señor y sus temibles consecuencias (7;
cf.cf. Confer (lat.), compare Exo. 14:30, 31) de rebelión ante nuestros ojos. Pero Dios
todavía está sobre su trono (8–12) y su pueblo tiene una experiencia actual para compartir:
Dios está decidido a hacerle bien a su pueblo (9, lit.lit. Literalmente “Nos ha designado a la
vida”); impone sufrimientos con propósito (10) en el sentido de que es probado para
comprobar su calidad y purificado para comprobar su pureza; él determina todas nuestras
experiencias, por más temibles que sean (11, 12). Cuando la vida nos aprisiona (red),
cuando las presiones aumentan (apretura), cuando la gente es atrozmente cruel
(cabalgarán encima), cuando una circunstancia amenazante se sucede a otra (fuego …
agua); es todo la obra personal de él: nunca estamos fuera de la mano de nuestro Padre
(Juan 10:29; 1 Cor. 10:13), el Dios de la abundancia definitiva (12; 2 Cor. 4:16–5:1; Apoc.
7:9–17).
13–20 Alabanza individual. La experiencia individual de dedicación (13–15), oración (17),
santidad (18) y oración contestada (19) provee un testimonio para la iglesia (16). El
momento de dificultad (14, cf.cf. Confer (lat.), compare 10–12) era encarado haciendo
votos al Señor, votos que ahora eran cumplidos simbólicamente con los holocaustos (13): la
ofrenda que nada se reserva (Gén. 22:2, 12). Pero un voto así no es que se quiera negociar
con Dios y cuando sucedió la liberación, no era que Dios estuviera cumpliendo su parte del
trato sino una respuesta a la oración. La verdadera oración expresa nuestra oración
verbalmente (17, con mi boca), está siempre lista para alabar (17, con mi lengua, “en la
punta de la lengua”), y requiere el contexto de un corazón puro (18): la determinación de
no “dar lugar en mi corazón al pecado”. A su vez, la oración contestada fluye hacia el
exterior en alabanza (20) porque es viva prueba de que su misericordia no se ha lit.lit.
Literalmente “apartado” de mí.

SALMO 66
Tiene que haber sido un hombre de gran destreza el que cantó este Salmo: la mejor
música del mundo se sentiría honrada de poderse unir a expresiones semejantes.
No sabemos quién fue su autor, pero no vemos razón alguna para dudar que fuera
David el que lo escribió. C. H. S .
Vers. 1. Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Necesitamos sonidos
alegres. Dios ha dé ser loado con la voz, y el corazón debe acompañar en santa
exultación. Todas las naciones deben rendir alabanzas al Señor. Feliz el día en que
no habrá gritos discordantes, sino que toda la tierra adorará a su Creador. C. H. S.
Vers. 2. Cantad la gloria de su nombre. El dar gloria a Dios no es sino
restaurarle lo que es suyo. Es una gloria para nosotros el poder dar gloria a Dios; y
toda nuestra verdadera gloria debería ser adscrita a Él, porque es su gloria. C. H.
S.
Vers. 3. Decid a Dios. La devoción, a menos que sea decididamente dirigida al
Señor, no es más que silbar al viento.
Por la grandeza de tu poder se someterán a Ti tus enemigos. El poder
pone al hombre de rodillas, pero sólo el amor gana su corazón. Faraón dijo que
dejaría partir a Israel, pero mentía ante Dios; se sometía de palabra, pero no de
hecho. Decenas de millares, tanto en la tierra como en el infierno, están rindiendo
un homenaje forzado al Todopoderoso; sólo se someten porque no pueden por
menos que hacerlo; esto no es lealtad, sino que el poder de Dios los mantiene
sometidos bajo su dominio sin límites. C. H. S.
Aquellos por los que Dios había hecho más, los ángeles, se transformaron primero
en sus enemigos; no te aflijas si aquellos por quienes has hecho más son tus peores
enemigos; Dios mismo tiene enemigos. Nuestro Salvador, Cristo, nunca se
defendió, nunca dijo: «¿Por qué me azotáis? ¿Por qué me escupís? ¿Por qué me
crucificáis?» Aunque ellos proyectaban su ira sobre su persona, El no abrió su boca;
cuando Saulo azotaba a la iglesia con violencia, o sea, a sus siervos, entonces sí que
Cristo vino y dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Condensado de John
Donne
Los terremotos en New England dieron lugar a una especie de pánico religioso. Un
escritor, que era uno de los ministros de Boston, nos informa que inmediatamente
después del gran terremoto,
según lo llamaron, gran número de personas de su congregación acudieron y
expresaron su deseo de reunirse en la iglesia. Pero, al conversar con ellos, el pastor
no pudo notar la menor evidencia de mejoría en sus ideas o sentimientos religiosos,
ninguna convicción de su propia pecaminosidad; nada, en resumen, sino una
especie de temor supersticioso ocasionado por la creencia de que el fin del mundo
estaba cercano. Todas sus respuestas mostraron que no habían hallado a Dios,
aunque habían visto la grandeza de su poder en el terremoto. Edward Payson
Vers. 4. Toda la tierra te adorará, y cantará a Ti. ¡Qué cambio tendrá
lugar cuando el canto desplazará a los suspiros y sollozos, y la música expulsará
nuestra miseria! Selah. No hay meditación más gozosa que la que procede de la
perspectiva de un mundo reconciliado a su Creador. C. H. S.
Vers. 6. Alegrémonos, pues, en ÉL Un milagro extraordinario es que los
hombres pasen por el amargo mar de esta vida, y crucen el río de la mortalidad que
nunca cesa de fluir y que anega a tantos otros y que, a pesar de ello, puedan llegar
sanos y salvos a la tierra de la eterna promesa, para regocijarse en Dios mismo y
contemplarle cara a cara; y, con todo, éste el mayor de los milagros es realizado por
Dios para que muchos pasen este mar como si fuera tierra seca y crucen este río
con los pies secos. Robert Bellarmine
Vers. 7. Sus ojos atalayan sobre las naciones. Esto debería poner freno a
tanta iniquidad. ¿Puede la conciencia de un hombre tragar tan fácil y
deleitosamente lo que él sabe perfectamente es conocido por Dios y aborrecible a la
vista de su santidad y que, por tanto, Él detesta su acción? Stephen Charnock

Los rebeldes no levantarán cabeza. Los orgullosos no tienen motivos para


estarlo. Si pudieran verse como Dios los ve, se encogerían hasta desaparecer. ¡ Oh
rebeldes orgullosos, recordad que el Señor dirige sus flechas a las águilas que
vuelan altivas y las hace caer de sus nidos entre las estrellas! C. H. S.
Vers. 8. Y hace oír la voz de su alabanza. Por más que los demás alaban
reteniendo el aliento, estad seguros de dar todo el volumen posible a vuestra voz.
Haced inevitable que los oídos mal dispuestos tengan que oír vuestras alabanzas al
Dios del pacto.
Vers. 9. Y no permitió que nuestros pies resbalasen. Si Dios nos ha
permitido no sólo conservar la vida sino la posición, tenemos la obligación de darle
una doble alabanza. El vivir y estar de pie es la condición de los santos por la gracia
divina. Aquellos a quienes Dios preserva son inmortales e inconmovibles.
Vers. 10. Porque Tú nos probaste. Dios tenía un Hijo sin pecado, pero no
tiene ningún hijo que no pase pruebas. Llegará un día en que haremos himnos de
nuestras aflicciones y cantaremos más dulcemente porque nuestras bocas han sido
purificadas con tragos amargos. C. H. S.
No se sabe cuál será la cosecha real del maíz hasta que no sale del molino; ni lo que
darán las uvas hasta que su jugo no sale de la prensa. La gracia se esconde en la
naturaleza humana como el agua dulce en las hojas de las rosas. John Trapp
Nos refinaste como se afina la plata. El refinar la plata es una operación que
requiere mucho cuidado personal. «El principio de purificar el oro y la plata es muy
simple teóricamente, pero en la práctica se requiere gran experiencia para
garantizar la precisión; y no hay rama en la industria que requiera más atención y
vigilancia. El resultado va a ser influido por un número tan grande de
circunstancias que ningún refinador que se estime va a delegar los pasos
principales del proceso a otro que no sea tan hábil como él.» Enciclopedia
Británica Para refinar la plata se requiere un horno construido con gran
habilidad. C. H. S.
Vers. 11. Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Nosotros también
olvidamos con frecuencia que Dios pone aflicciones sobre nosotros; si recordamos
este hecho, nos someteremos más pacientemente a la presión que nos aflige.
Llegará un día en que por cada onza de carga presente recibiremos un sobremanera
grande y eterno peso de gloria.
Vers. 12. Hiciste cabalgar a hombres vulgares sobre nuestra cabeza.
No hay nada peor para los siervos de Dios que caer en las manos de perseguidores
orgullosos. C. H. S.
El mayor peligro que cae sobre el hombre viene de donde menos debería venir: de
él mismo. Los leones no se pelean con leones; las serpientes no usan su veneno en
otras serpientes; pero el hombres es el causante principal de las tribulaciones y
aflicciones de los de su propia raza.
Thomas Adams
Dios hace la misma acción sobre personas distintas, pero no de la misma manera.
En la aflicción de Job había tres agentes: Dios, Satanás y los sabeos. El diablo obra
sobre su cuerpo, los sabeos sobre sus bienes; pese a todo, Job admite un tercer
agente: «El Señor dio, el Señor quitó.» Aquí 195 opresores pisotean al justo, y se
dice que Dios es la causa de ello. El causa aflicción para probar (vers. 10, 11: «Tú
nos has probado», etc.); ellos por malicia; ni Dios puede ser acusado ni ellos
excusados. Thomas Adams
Pasamos por el fuego y por el agua. Los fuegos de los hornos para cocer
ladrillos y las aguas del Nilo hicieron todo lo que pudieron para destruir a la raza
escogida; la labor dura y la matanza sistemática de los niños fueron usadas por el
tirano, pero Israel salió de las dos pruebas sin daño, y así también la iglesia de Dios
ha sobrevivido, y sobre vivirá, a todas las crueldades y ataques de los hombres. No
hay fuego encendido que pueda quemar a la simiente de la mujer, ni puede el
dragón vomitar un río de agua bastante caudaloso para que la arrastre ni la ahogue.
C. H. S.
Los hijos de Israel, cuando hubieron escapado del mar Rojo y visto que sus
enemigos los egipcios estaban muertos, se consideraron del todo seguros, y por ello
cantaron cánticos de regocijo y de victoria. Pero, ¿qué sucedió al poco? El Señor
suscitó otro enemigo contra ellos, salido de sus propias entrañas -por así decirlo,
que era el hambre, que les puso en un aprieto, según ellos, aún peor que los
egipcios. Pero, ¿era así? No, después del hambre vino la sed, y esto les hizo
murmurar tanto como lo primero; y después de la sed vinieron serpientes
venenosas, y fuego, y pestilencia, y a los malecitas, y los madianitas, y ¿qué más?
Miles Smith
Pero nos sacaste a abundancia. El camino de la aflicción, y sólo éste, Lleva al país
do la aflicción no existe.
La profundidad de nuestra pena no está en proporción con la altura de nuestra
bienaventuranza.
Con paciencia podremos resistir las dificultades presentes, pero viene la mañana.
Sobre las colinas se ve asomar el día, en cuya luz entraremos en nuestro lugar de
abundancia. C. H. S.
Así que este canto de la música de David, o Salterio, consiste en dos notas: una
triste, lúgubre; la otra alegre; la una un toque de aflicción, la otra un refrigerio; lo
cual dirige nuestro curso a una observación de la miseria y de la misericordia; de la
aflicción desgraciada, y de la misericordia graciosa. Thomas Adams
El libertador es grande; la liberación es cierta; la aflicción dolorosa; la exaltación
gloriosa. Hay una primera palabra, sin embargo, que como una llave abre esta
puerta áurea de la misericordia:
PERO. Esto es vox respirationis, un suspiro que nos devuelve la misma vida de
bienestar. «Pero» nos sacaste a abundancia. Estábamos en serio peligro y
atemorizados a causa de la mano de nuestros enemigos; éstos cabalgaban sobre
nosotros y nosotros nos hallábamos en gran perplejidad. «Pero» Tú, etc. Si hubiera
habido un período pleno en nuestra miseria, si el abismo de la persecución casi se
nos hubiera tragado y toda nuestra luz de bienestar hubiera sido aplastada y
extinguida, habríamos podido exclamar: «Nuestra esperanza, nuestra esperanza ha
desaparecido. El que nos decía "Tened buen ánimo", se burlaba de nosotros.» Sin
embrago, este mismo «pero» es como el remo bendito que desvía nuestra barca de
las rocas de la desesperación y la hace llegar a un cielo de bienestar. Thomas
Adams
Vers. 13. Entraré en tu casa con holocaustos. Incluso el corazón más
agradecido no se atreve a presentarse a Dios sin una ofrenda de alabanza
agradecida; de esto, así como de otras formas de adoración, podemos decir: «La
sangre es la vida de ella.» Lector, no intentes presentarte ante Dios sin Jesús, el
holocausto aceptado, prometido y concedido divinamente. C. H. S.
En cuanto a nosotros, tengamos la seguridad de que el mejor sacrificio que
podemos ofrecer a Dios es la obediencia, no un animal muerto, sino un alma viva.
Que éste sea nuestro holocausto, un cuerpo y una mente santificados entregados al
Señor (Romanos 12:1, 2). Primero el corazón: «Hijo mío, dame tu corazón»
(Proverbios 23:26) ¿No basta con el corazón? No, la mano también. Lávate las
manos de sangre y contaminación (Isaías 1:16). ¿No basta con la mano? No, el pie
también: «Aparta tu pies del mal» (Proverbios 4:27). ¿No basta con el pie? No, los
labios también: «Guarda las puertas de tu boca» (Salmo 141:3). «Guarda tu lengua
del mal» (Salmo 34:13). ¿No basta con la lengua? No, el oído también: «El que
tenga oídos para oír, oiga» (Mateo 11:15). ¿No basta con el oído? No, los ojos
también: «Que tus ojos miren siempre al Señor» ¿No basta con todo esto? No, dale
tu cuerpo y espíritu «Comprados sois por precio; por tanto, glorificad a Dios en
vuestro cuerpo, y en vuestro espíritu, que son de Dios» (lª Corintios 6:20).
Cuando los ojos aborrecen los objetos del deseo carnal, el oído las calumnias, el pie
detesta andar por caminos desviados, las manos hacer violencia y entuertos, la
lengua la adulación y la blasfemia, el corazón el orgullo y la hipocresía: esto es tu
holocausto. Thomas Adam
Vers. 14. Los que pronunciaron mis labios. La aflicción extrema abrió la
puerta de sus labios y salió el voto que había estado buscando una abertura.
Aquello que ofrecimos en el voto, ávidamente lo ejecutaremos; sin embargo, ¡ay!,
tenemos muchos votos que salen corriendo en las palabras, pero que van cojeando
en cuanto a los hechos.
Cuando estaba angustiado. Todos los hombres pasan aflicción, pero no obran
igual bajo la misma; el profano puede jurar y el piadoso orar. Tanto personas malas
como buenas se sabe que han hecho votos, pero el uno es un mentiroso con
respecto a Dios y el otro respeta a conciencia su palabra. C. H. S.
Vers. 15. Holocaustos de animales engordados te ofreceré. El hombre
bueno dará a Dios de lo mejor que tiene. El avaro con respecto a Dios es un
desgraciado verdaderamente.
Vers. 16. Venid y oíd. Antes se nos dijo que fueran y que vieran. El oír es el ver
de la fe. La misericordia nos viene siempre por la puerta del oído: «Oíd, y vivirá
vuestra alma.»
Y contaré lo que ha hecho a mi alma. El declarar los hechos del hombre no es
necesario; son demasiado triviales, y además hay suficientes trompeteros para
proclamar los hechos del hombre; pero, el declarar los actos misericordiosos de
Dios es instructivo, consolador, inspira y beneficia en muchos aspectos. Que cada
uno hable por sí mismo, porque el testimonio personal es el más seguro y el más
eficaz; la experiencia de segunda mano carece del sabor y fragancia de la de
primera mano. C. H. S.
El fin principal que hemos de tener a la vista cuando declaramos la experiencia es
la gloria del Dios que nos ha tratado con tanta generosidad y abundancia. Y con qué
fulgor brillará la gloria de Dios cuando sus hijos estén dispuestos a reconocer que
El nunca los ha llamado a ningún deber a menos que les haya dado gracia
suficiente para hacerlo.
¡Cómo!, ¿estamos avergonzados del tema más noble y más interesante? Es una
pobre señal de que hayamos sentido la gloria de Dios si no creemos que sea
necesario declararla a los compañeros en la fe. ¿Cómo? Supongamos que uno fuera
a parar a una orilla extraña, un lugar donde no entiende el lenguaje ni las
costumbres de los habitantes, y fuera tratado por ellos con crueldad; ¿no crees que
sería una dicha inmensa el que pudiéramos contar nuestras penas y problemas a
otro? ¿Y pensaremos menos cuando nos hallamos en un mundo como éste, una
tierra extraña, y a una gran distancia de la casa de nuestro Padre? ¿Descuidaremos
el conversar los unos con los otros? No; que nuestra conversación sea sobre cosas
espirituales y celestiales. Samuel Wilson
Vers. 17. A El clamé con mi boca, y fue ensalzado con mi lengua.
Observa que el Salmista clamó y habló, las dos cosas; el Señor ha expulsado el
demonio mudo de sus hijos, y los que pueden hablar de modo menos fluido con sus
lenguas son con frecuencia los más elocuentes con sus corazones. C. H. S.
Es una prueba que la oración procede de motivos no dignos cuando las bendiciones
que la siguen no son reconocidas con el mismo fervor con que fueron originalmente
imploradas. Los diez leprosos pidieron todos ellos misericordia y la obtuvieron
todos, pero sólo uno de ellos regresó para dar las gracias. John Morison
Que la alabanza del Señor esté en tu lengua, bajo tu lengua y sobre tu lengua, para
que pueda brillar sobre los hombres y que puedan ver que tu corazón es bueno.
Thomas Le Blanc
Vers. 18. Si en mi corazón hubiese acariciado yo la iniquidad, el Señor
no me habrían escuchado. No hay nada que estorbe tanto a la oración como la
iniquidad alojada en el pecho; como con Caín, lo mismo con nosotros: el pecado se
halla a tu puerta, barrándote el paso. Si escuchas al diablo, Dios no te escuchará. Si
rehúsas escuchar los mandamientos de Dios, sin duda El rehusará escuchar tus
peticiones. Una petición a Dios imperfecta será oída por amor a Cristo, pero no una
que haya sido tergiversada a propósito por la mano de un traidor. El que Dios
aceptara nuestras devociones cuando nosotros estamos aún deleitándonos en el
pecado, sería hacer de El el Dios de los hipócritas, lo cual es un nombre apto para
Satanás, pero no para el Dios de Israel. C. H. S.
La misma sospecha de ello implica la posibilidad de que éste pueda ser el estado de
los creyentes; y hay abundantes razones para temer que ésta sea la razón por la cual
sus oraciones a veces son impedidas y sus súplicas generalmente se quedan sin
contestar. Robert Gordon
Entretanto, pues, que el amor al pecado domina nuestros corazones, nuestro amor
a las cosas espirituales es inactivo, torpe, y nuestras oraciones por ellas han de ser
puestas en entredicho.
¡Oh, la falacia que el alma pone aquí sobre sí misma! Al mismo tiempo ama su
pecado y ora contra él; al mismo tiempo que está pidiendo gracia, lo hace con el
deseo de no prevalecer en ello. Así pues, en tanto que damos alas a la iniquidad,
¿cómo es posible que tengamos en cuenta las cosas espirituales, el único objeto
legítimo de nuestras oraciones? Y si no las consideramos, ¿cómo podemos sentir
urgencia para que Dios nos las conceda? Y allí donde no hay fervor por
nuestra parte, no es de extrañar que no haya respuesta de Dios. Robert South
Están fomentando la iniquidad en el corazón los que sienten y suspiran por el
deseo de pecar, por más que en el curso de la providencia es posible que se vean
impedidos de cometerlo realmente.
Estoy persuadido de que no son raros los casos de hombres que alimentan deseos
pecaminosos, aunque por falta de oportunidad, por temor al hombre o por algún
freno parcial de la conciencia no se atrevan a ponerlos en práctica.
Muchos pueden recordar sus pecados sin aflicción, y pueden hablar de ellos sin
vergüenza, y algunas veces con una mezcla de jactancia y vanagloria. ¿No les has
escuchado alguna vez contar sus locuras pasadas, y hacerlo con una satisfacción
que parece más bien una renovación del placer que un lamentarse del pecado?
El pecado es algo abominable, tan deshonroso para Dios y tan destructivo para las
almas de los hombres que ningún cristiano real puede ser testigo del mismo sin ser
afectado. John Witherspoon
Vers. 19. Atendió a la voz de mi súplica. El amor al pecado es una mancha de
la plaga, una marca de condenación, una señal de muerte, pero las oraciones que
viven y prevalecen ante Dios evidentemente salen de un corazón que está libre de
tratos con el maligno. C. H. S.
Vers. 20. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración, ni me retiró su
misericordia.
Podríamos pensar que David hubiera colocado la corona sobre su cabeza, pero la
pone en la de Dios. Voy a aprender esta lógica excelente, porque me gusta más la
lógica de David que los silogismos de Aristóteles, pues cualesquiera que sean sus
premisas, la conclusión es siempre la gloria de Dios. Thomas Fuller

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