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San Esteban de Gormaz - El Rivero

La iglesia de Nuestra Señora del Rivero de San Esteban de Gormaz, conocida como «El Rivero» se debió construir a
principios del siglo XII, poco después que la de San Miguel de la misma ciudad que le sirvió de modelo. Es en todo semejante
a aquélla salvo en su fábrica, más opulenta, ejecutada en sillería.
Fue declarada bien de interés cultural en la categoría de monumento el día 2 de mayo de 1996.
El aspecto actual es consecuencia de diversas alteraciones sufridas con el tiempo que han desfigurado su estampa
original.
La Planta
En la adjunta figura se esquematiza lo que queda de la planta original del templo románico.
Ha desaparecido la arquería suroccidental del pórtico y, por el contrario, se ha añadido una capilla,
una sacristía y otras dependencias que ocultan dos paños del ábside y buena parte del presbiterio.
Consta la iglesia de una sola nave dividida en tres tramos, presbiterio de menor anchura
que la nave y ábside más estrecho todavía. Al exterior se adosó una galería porticada que abarca
por el sur toda la longitud de la nave. El acceso al templo se realiza por la portada que se abre en el
centro de este muro meridional.
La cabecera
El ábside es de planta semicircular, de sillería igual a la del resto de la iglesia. Cuatro semicolumnas
adosadas lo dividen en tres paños verticales en cada uno de los cuales se abre una ventana. El diá-
metro es algo inferior al ancho del presbiterio que, a su vez, es de menor dimensión que la nave,
formando un conjunto ostensiblemente escalonado y delimitado por robustos contrafuertes. La
capilla agregada al lado sur del presbiterio y las dependencias que rodean el ábside y el paramento
norte del propio presbiterio sólo dejan ver el fragmento de la cabecera a que corresponde la imagen adjunta.
El alero, liso y muy simple, apoya sobre modillones que en este tramo meridional están tan deteriorados como los
capiteles de las columnas entre los que se intercalan. En unos y otros se intuyen más que se ven algunas figuras de aves y
humanas.
La ventana de este paño debió ser, sin duda, como su equivalente del costado norte, de aspillera con derrame inte-
rior, aunque hoy la veamos completamente vana y alterada. Queda en mal estado la arquivolta exterior, sogueada, que
apoya sobre las jambas, y otra interior con puntas de diamante.
Aunque se viene diciendo que la mayor parte de la cabecera permanece oculta por una serie de construcciones
parásitas que la circundan, y en realidad así es, en una afortunada restauración de fecha reciente se ha logrado descubrir
esta hermosa fachada, por otra parte muy bien conservada, para que, sin derribar tales anexos, puedan verse desde su inte-
rior los lienzos de la cara norte del ábside y del presbiterio. Sigue velado el tramo oriental del ábside. Desde ese mismo inte-
rior, a través de la cristalera por la que se ha sustituido la anterior cubierta, pueden apreciarse también los capiteles, modi-
llones y todo el conjunto del alero.
La ventana del tramo norte del ábside, como debió serlo la del sur, posee una estrecha abertura de aspillera con
derrame hacia el interior. La forman un par de columnas de bien labrados capiteles con cimacios de tacos que se extienden
en una breve imposta en torno a las jambas. Sobre éstas apoya la arquivolta externa de ornamentación sogueada, mientras
que la interna, de grueso baquetón y frente ajedrezado, descansa sobre las columnas. Dos filas de rosetas dispuestas bajo el
arco definen un espacio a modo de tímpano. Por la base de la ventana discurre una imposta de tacos que sigue por el pres-
biterio incluidos los contrafuertes.
El capitel de la columna derecha muestra idéntica figura en ambas caras: un personaje con tocado y atuendo mo-
runo de grandes mangas acampanadas, todo con un estriado de perfecta geometría.
El capitel de la columna izquierda representa una escena que abarca todo su contorno. En la cara frontal aparece
una acémila que transporta un personaje de similares características en cuanto a atavío que los del otro capitel y que cabal-
ga sentado con pose femenina. En su regazo lleva un niño del que sólo se ve la cabecita. En la otra cara, otro personaje, que
por su estatura y simplicidad de vestimenta parece de menor rango, lleva a pie las riendas del equino. Admitiendo que
quien va sobre el asno fuese la Virgen, y quien tira de él San José, podría tratarse del pasaje bíblico de la huída a Egipto.
Por el lado norte el presbiterio deja ver este arco ciego, con impostas superior e inferior de tacos jaqueses como
todas las demás y al igual que la chambrana que lo trasdosa.
La portada
Se accede al templo desde la galería por una portada embebida en el ancho muro meridional, sin arimez. Está for-
mada por arco de medio punto y tres arquivoltas, de las que las dos externas apoyan sobre columnas encapiteladas y la
interior directamente sobre las jambas. La arquivolta externa lleva en el bisel flores de tres pétalos y dos caulículos forman-
do volutas. La arquivolta intermedia es de doble sogueado, y la interior de baquetón. Las columnas exteriores poseen fustes
sencillos y lisos, mientras que las otras los tienen pareados con adorno de soga. La imposta es de rosetas, alternándose las
de seis pétalos con otras similares a las de la arquivolta exterior.
Capitel exterior del lado izquierdo.
Un músico barbado y con gorro de caperuza toca un instrumento de cuerda con su arco. Viste el consabido caftán
de mangas largas y anchas. A su lado, un muchacho ataviado de igual guisa parece escuchar. Se asemeja este capitel por su
temática al cuarto capitel del lado meridional de la galería de San Miguel.
Capitel interior del lado izquierdo.
Un ave rapaz de aspecto aguileño ha apresado otras dos aves a las que mantiene inmóviles con sus garras a la vez
que picotea en el cuello a una de ellas.
Capitel interior del lado derecho.
Aparece de frente, con la cabeza ocupando la arista del capitel, un cuadrúpedo que se repite en varias ocasiones en
la vecina iglesia de San Miguel en similar pose y con parecida fiereza. Lleva por collar al cuello una soga de la que pende una
anilla.
Capitel exterior del lado derecho.
Un ofidio al que le falta la cabeza se enrosca sobre sí mismo ocupando las dos caras del capitel.
La galería
Como la mayoría de las galerías porticadas castellanas se orienta al Sur. La forman nueve arcos en su lado largo (el
meridional) y dos más por el costado oriental como puede apreciarse en esta imagen del interior. Los tres arcos de medio
punto sobre machones prismáticos que ocupan el tramo más occidental no corresponden a la primitiva galería. De ésta
quedan los dos arcos de levante y los otros seis que completan la fachada sur. El más centrado de todos ellos constituye el
acceso; a su derecha, mirando desde fuera, separado por una pilastra se encuentra un primer grupo de dos arcos y, a conti-
nuación, mediando una segunda pilastra, la última terna.
Las dimensiones de los arcos son iguales a las de San Miguel, pero aquí los fustes son más altos y esbeltos y las ba-
sas más reducidas. El podio es muy elevado dada la pendiente del terreno. Los ábacos de los capiteles y las molduras impos-
tadas de las pilastras llevan adornos de rosetas de seis pétalos.
La galería, como el resto, está ejecutada en sillería, siendo su cubierta de madera a un agua.
Capiteles
Capitel núm. 1 comenzando por la puerta.
En las dos aristas del capitel se representan sendos personajes con el característico atavío tan repetido en esta igle-
sia y en la vecina de San Miguel: caftán de mangas largas y acampanadas que cubre todo el cuerpo dejando ver tan sólo los
pies, y turbante en la cabeza.
Capitel núm. 2 comenzando por la puerta.
Por estar adosado a la pilastra, este capitel sólo presentas tres caras. En la central aparece la figura, común a esta
galería y a la de San Miguel, de un hombre que mantiene abiertas y en alto las dos piernas convertidas en colas de pez suje-
tándolas con ambas manos. En la cara interior, al igual que en la cara exterior, el repetido personaje estático, de manos
cruzadas por delante, vestido con caftán y turbante; el de la cara norte se mesa la punta de su luenga barba.
Capitel núm. 3 comenzando por la puerta.
En el ángulo suroccidental un animal, quizás un león, devora a un cuadrúpedo difícil de concretar por su mal estado
de conservación. En el ángulo sureste un soldado armado con una lanza. La cara oriental vuelve a mostrar al individuo con
atavío moruno de caftán de mangas largas y acampanadas y turbante. Por fin, en la cara norte, un jinete a caballo armado
con una lanza.
Capitel núm. 4 comenzando por la puerta.
Capitel de una de columna adosada a una de las pilastras que sólo presenta tres caras con figuras en las aristas de
unión. Se trata de dos aves que despliegan sus alas y exhiben las prominentes pechugas. Ambas han perdido el cuello y la
cabeza.
Capitel núm. 5 comenzando por la puerta.
Este sencillo capitel se adorna con volutas foliáceas vegetales sin otro motivo iconográfico.
Capitel núm. 6 comenzando por la puerta.
En la cara meridional, un fruto bulboso enmarcado en hojas vegetales flanqueado en ambas aristas por sendos per-
sonajes con indumentaria moruna. En el ángulo noroeste la escena del león desquijarado por Sansón que viste faldellín; la
fiera intenta agredirle en la cabeza con su zarpa derecha. En el ángulo noreste se sitúa un individuo parecido al los de los
otros ángulos, pero éste tañendo un instrumento de cuerda que apoya en su hombro izquierdo.
Capitel núm. 7 comenzando por la puerta.
Tanto en el ángulo suroccidental como en los suroriental y nororiental se repite similar composición: Un ave de ra-
piña de alas desplegadas que picotea a un animal apresado entre sus garras. El otro ángulo lo ocupa un cuadrúpedo de fren-
te con la cabeza gacha.
Capitel núm. 8 comenzando por la puerta.
Último de los capiteles del frente sur de la galería. En la cara de poniente aparece una vez más el personaje estático
de atuendo moruno. En el ángulo exterior, un animal no identificable, pues le falta la cabeza, aunque pudiera ser un mono.
En el otro ángulo, otro individuo similar al de la cara central.
Capitel primero por la izquierda del frente oriental.
Está sumamente deteriorado, dando la impresión de haber tenido decoración vegetal a base de hojas y frutos bul-
bosos. El del otro extremo de ese frente ha perdido totalmente su forma, mientras que el capitel de la columna central,
restaurado, ha sido sustituido por un sólido liso.
El interior
El interior de esta iglesia es heterogéneo en estilos y materiales: cabecera románica en perfecta sillería, como lo es
también el cerramiento vertical de la nave, mientras que la bóveda de ésta, de medio cañón revocada y pintada, presenta
anacrónicos lunetos herrerianos.
La iluminación natural se obtiene profusamente por medio de los tres huecos rectangulares abiertos en el muro sur,
uno por cada uno de los tres tramos de la nave, a los que se suma la deformada ventana del ábside torpemente destrozada
para darle mayor amplitud.
El ábside, parcialmente oculto por el retablo barroco, se cubre con bóveda de horno y, aunque en mal estado, aún
conserva algunas pinturas góticas, como puede apreciarse en esta imagen. El presbiterio, algo más ancho que el ábside,
posee bóveda de cañón apuntado. Por delante de él, a modo de embocadura, un fuerte y ancho arco de robustos apoyos
murales y triple rosca: la exterior, de medio punto; las otras dos, carpaneles apuntadas de cuatro centros. No tiene otra
ornamentación que una sencilla imposta moldurada, y su misión estructural es la de trasmitir las cargas producidas por la
espadaña. Por esta razón su vano es estrecho en relación con el de la nave y aun con el del presbiterio que, en una visión
frontal, queda oculto tras los enormes soportes.
El presbiterio se halla enmarcado, al fondo, por el retallo que lo diferencia del ábside, y, al frente, por el arco de
triunfo. Sus dos paramentos, norte y sur, son bien distintos: no tiene este último sino una desnuda abertura para acceso a la
capilla que se adosó con posterioridad; el primero, en cambio, contiene un precioso arco que, aunque ciego en su origen,
cobija ahora la puerta de entrada a los recintos anejos a la fachada norte en cuyo interior ha quedado al descubierto el lien-
zo de esa orientación del presbiterio y del ábside, como más arriba se ha indicado.
El arco triunfal, apuntado como la bóveda, apoya en esbeltas semicolumnas de doble fuste que descansan sobre
basas de bolas y altísimo podio.
El capitel del lado norte del arco de triunfo se adorna con hojas que se yerguen sobre los astrágalos formando sen-
das coronas y con volutas en ambos vértices. En el centro de la cara mayor, una roseta de tres pétalos en el interior de un
aro abierto por la parte inferior, motivo que se repite en el cimacio para formar una cadena anillada de estas rosetas.
El capitel opuesto, parcialmente embebido en el intruso arimez de la puerta de la capilla ya mencionada, muestra en su
base una corona de hojas parecidas a las anteriores, de las que, en este caso, cuelgan frutos arracimados. Contiene también
similares volutas, pero en el centro de la cara principal hay aquí un pequeño rostro humano. Por el cimacio corre un doble
sogueado de dos y tres filamentos.
Originalmente no existía esta puerta de acceso a la sacristía y demás dependencias. El alto zócalo corría sin discon-
tinuidad soportando las dobles columnas del arco de triunfo y las que formaban el arco ciego que, a modo de hornacina,
ornaba el paramento norte del presbiterio. Se trata de un arco de medio punto de única arquivolta lisa con chambrana de
tacos jaqueses.
El capitel del lado izquierdo de la hornacina muestra en su cara frontal dos aves posadas sobre el astrágalo que
abren sus alas mientras permanecen en posición erecta. Tanto el cuerpo como las alas presentan una textura de finas
estrías. En la otra cara aparecen hojas carnosas puntiagudas. El cimacio se adorna con rosetas circulares de seis pétalos
tangentes entre sí.
El otro capitel no tiene figuras animadas sino solamente las hojas y frutos ya presentes en el capitel anterior. Su
cimacio es igual al de aquél y se prolonga por todo el ábside formando una imposta a la altura de la base de las ventanas.

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