economía ecológica?
La Economía Ambiental es la rama del análisis económico que aplica los instrumentos de la
economía al área del medio ambiente. La Economía Ecológica, en cambio, no es estrictamente una
rama de la teoría económica, sino un campo transdisciplinario que estudia la relación entre los
ecosistemas naturales y el sistema económico.
Otra manera de enfocar las diferencias entre Economía Ambiental y Economía Ecológica consiste en
entender en qué medida surgen de posiciones éticas distintas. Diego Azqueta Oyazún insiste en que
la Economía Ambiental suscribe a una “ética antropocéntrica ampliada”. Ésta, a diferencia del
antropocentrismo “puro”, reconoce que los seres vivos y la naturaleza poseen valores no
instrumentales, por ejemplo a través de la consideración por un animal de compañía o la
admiración ante un paisaje. Pero esta visión no llega hasta la ética de la Tierra desarrollada por Aldo
Leopold (“El almanaque del condado arenoso”, en 1948), que apunta a preservar la integridad de la
biosfera y que tiene una influencia mayor sobre la Economía Ecológica.
Métodos de valoración:
Las cuestiones teóricas y éticas presentadas anteriormente explican porque el precio de un bien o de
un servicio no es igual a su valor económico total (VET), ya que éste también incluye: (i) los valores
de uso del bien o servicio, que evalúan el bienestar proporcionado: por ejemplo, un parque natural
puede no tener precio pero tiene un valor para quienes lo usan o piensan usarlo (valor de opción);
(ii) los valores de no uso, basados en el valor simbólico y en el reconocimiento de derechos
fundamentales: el mismo parque natural también tiene un valor por su simple existencia.
1) Los métodos indirectos, o de preferencias reveladas, analizan cómo se revelan las preferencias
ambientales de las personas. Estos incluyen métodos basados en:
Los costes de reposición: gastos necesarios para reponer en su estado original todos
aquellos activos afectados negativamente por un cambio en la calidad de un recurso
ambiental o natural;
La función de producción: se calcula el valor presente neto de las pérdidas/ganancias
económicas inducidas por el impacto ambiental (por ejemplo, el impacto de la
contaminación de un acuífero sobre la producción de un agricultor);
El coste de viaje: valora los servicios recreativos proporcionados por la naturaleza, al
calcular todos los gastos en los que incurren los visitantes para disfrutar de un bien
ambiental (por ejemplo, los gastos de desplazamiento para visitar un parque);
Los precios hedónicos: desglosan los factores ambientales en el precio de un bien (el precio
de una vivienda, por ejemplo, depende de su superficie y del barrio en que se sitúa, pero
también de la calidad del aire o de la proximidad de zonas verdes).
El método de los precios hedónicos puede resultar muy adaptado para calcular el impacto de un
proyecto (como un aeropuerto) sobre el precio de las viviendas en su periferia (por el nivel de
ruido ocasionado, entre otras cosas). Pero este mismo método no resultaría muy útil para calcular
el impacto de una central hidroeléctrica sobre las viviendas de poblaciones indígenas.
Por eso, cada situación dará lugar a una evaluación basada en diferentes métodos. Éstos pueden dar
resultados muy diferentes debido a sus particularidades y al hecho de que analizan un problema
desde perspectivas diferentes. En cualquier caso, es importante evitar la doble contabilización en el
momento de juntar los diferentes métodos.
Por ejemplo, el valor recreativo de una playa queda cubierto tanto por el método de los precios
hedónicos como por el método de los costos de viaje.
Cabe destacar que la valoración monetaria del medio ambiente ha sido criticada por los economistas
ecológicos. Estos no descartan totalmente la valoración monetaria; por ejemplo, un importante
estudio dentro de la disciplina (Constanza et al, 1997) estimó el valor total proporcionado por los
servicios ecosistémicos y el capital natural en el mundo. Sin embargo, la Economía Ecológica
considera que no se puede considerar un bien ambiental como cualquier otro bien intercambiable, y
que tampoco se puede recurrir a un simple análisis costo-beneficio cuando lo que está en juego es la
finitud de un recurso natural o un impacto ambiental superior a la capacidad de carga de la biosfera.
Por esta razón, la Economía Ecológica prefiere analizar los flujos y los stocks físicos de un activo
ambiental (en vez de monetizarlo) para determinar si su uso es (in)sostenible. El indicador más
usado en este sentido es el de huella ecológica. Este evalúa el impacto de la actividad humana en los
ecosistemas, relacionándolo con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos. Esto
permite determinar si la actividad humana en una región determinada supera los límites de la
biosfera.
La contabilidad nacional (representada por el PBI) no toma en cuenta las variables ambientales, y es
incapaz de valorar el hecho de que la economía esté incluida en la biosfera. Sin embargo, es un
hecho que a medida que una economía crece el stock de capital natural disminuye, lo cual reduce la
capacidad de la biosfera. Es decir que las variables ambientales condicionan el crecimiento del PBI
pero también se ven afectadas por la evolución del PBI. Por eso, el cálculo del PBI debería incluir la
depreciación de los activos ambientales así como descontar los gastos negativos (por ejemplo,
aquellos gastos necesarios para limpiar un derrame de petróleo).
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