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LOS CUATRO ELEMENTOS: FUEGO, AIRE, AGUA Y TIERRA.

INTRODUCCIÓN.

La humanidad desde siempre ha intentado de determinar si existe una esencia en la Naturaleza;


representación de la realidad tangible; y con mayor razón esta inquietud se discute hacia el
interior de los Colegios Iniciáticos desde hace milenios.

Los iniciados, siempre buscando más allá de lo evidente, la causa de los efectos, quieren identificar
“el Alma” de la Naturaleza. Los filósofos de la antigua Grecia, participantes de los Misterios
iniciáticos, intentan descubrir esta esencia, y es así como gran parte de ellos encuentran distintas
causas, pero siempre en torno a distintos elementos bien definidos.

La gran influencia sobre la ciencia (después de Cristo) y en el Medioevo, e incluso después, la


establece Aristóteles, quien plantea que la materia está hecha sobre la base de cuatro elementos -
Fuego, Aire, Agua y Tierra- y cuatro cualidades –eco húmedo, frío y caliente-, las cuales derivan de
los elementos citados.

Pero esta idea no es propia de Aristóteles, sino que se ha venido desarrollando por centurias al
interior de los Templos de los Misterios, y simplemente él se encarga de divulgarla fuera de estos
bastiones de conocimiento y espiritualidad.

Durante el Renacimiento, la ciencia cuestiona o por lo menos comienza a hacerlo, gran parte del
postulado aristotélico referente a la Naturaleza, y es así como se determinan sólo tres estados de
la materia: gaseoso (aire), líquido (agua) y sólido (tierra).

Al mismo tiempo la ciencia tradicional, al poco andar, comienza a adoptar una posición
mecanicista y materialista respecto al papel de estos tres estados de la materia, extendiendo esta
visión a la naturaleza toda. Los científicos se comienzan a escindir de la filosofía y más aún de la
religión, y declaran que el universo completo obedece a Leyes naturales que están por
descubrirse. Y a esto último se aboca la ciencia con gran denuedo.
No obstante, habiendo pasado ya varios siglos, la ciencia tradicional nuevamente está
redescubriendo el cuarto estado: energético, radiante o plasmático, el cual corresponde al fuego.
Una vez más la ciencia avala lo que se sabe desde hace milenios.

Sólido Líquido Gaseoso Plasma

LOS CUATRO ELEMENTOS Y EL SER HUMANO.

Estos cuatro elementos como símbolos de los cuatro estados de la materia estructura la
naturaleza tangible o sensible; y de acuerdo a un axioma o ley hermética: “Como es arriba es
abajo”, los iniciados infieren que ellos también componen nuestro ser tangible. Es un hecho que
nuestro organismo posee elementos sólidos (tierra), principalmente representado en el sistema
óseo (minerales); elementos líquidos (agua), generalmente asociado al sistema circulatorio, no
obstante nuestro organismo está constituido de aproximadamente un 90% de agua; elementos
gaseosos (aire), asociado al sistema respiratorio, dada la relación directa con el aire que se
necesita para vivir. Finalmente tenemos los elementos energéticos (fuego) que pueden
relacionarse con el metabolismo y el sistema nervioso en general, ya que en la transmisión del
impulso nervioso están involucrados procesos electromagnéticos, de la misma forma el sistema
muscular.

LOS CUATRO ELEMENTOS Y LA SALUD.

Dado que los cuatro elementos se relacionan o están representados en nuestro organismo; la
adecuada relación con cada uno de ellos puede conferirnos grandes beneficios para nuestra salud,
vigor y vitalidad.

El elemento tierra guarda relación con los minerales que consumimos. Con este fin es importante
tratar de consumir vegetales frescos y productos lácteos, que proporcionan vitaminas y minerales.

También es importante tener contacto con la tierra, cualquiera sea su forma o manifestación:
arena, pasto, tierra propiamente tal, rocas o piedras, etc. El planeta tiene un gran imán y estas
facultades magnéticas pueden ser transmitidas a nosotros especialmente a través de nuestros
polos naturales, a saber: las plantas de los pies, las palmas de las manos y la cabeza. Por ello es
una buena práctica caminar en las mañanas a pie desnudo sobre el césped fresco, procurando no
entumecerse, para lo cual una vez terminado esta caminata (que no debe ser extensa, al menos al
comienzo), rápidamente limpiarnos y secarnos los pies, y abrigarlos con calcetas y calzado
adecuados. También es importante considerar en este punto evitar, hasta donde sea posible, los
elementos aislantes para nuestros pies, manos y cabeza y procurar caminar en lugares naturales
tanto como podamos hacerlo.

El elemento agua posee características muy notables y especiales. Es fácilmente magnetizable, y


aprovechándonos de esta característica podemos impregnar positivamente un vaso de agua fresca
cuando realizamos nuestros ejercicios espirituales, especialmente en la mañana al levantarnos y
en la noche al acostarnos a dormir. Por lo que podemos beber de esta agua una vez finalizados
dichos ejercicios, lo que traerá grandes beneficios a nuestra salud y armonía física y etérica.

Finalmente, también debemos considerar las diversas técnicas que dicen relación con el agua y la
salud: hidroterapias, algunos ejemplos: abluciones, baños genitales, etc.

El elemento aire tiene connotaciones importantísimas para nuestra salud y bienestar. De hecho
también es vital y por ello es muy importante saber respirar en forma adecuada. Si bien es cierto
la respiración es inconsciente (el proceso está supeditado a sistemas automático a través del
sistema nervioso autónomo principalmente), conscientemente se puede alterar, y de hecho
mejorar. Debemos acostumbrarnos a respirar en forma completa, comenzando por llenar de aire
las zonas bajas del pulmón, y luego ir subiendo hasta que finalmente llegue el aire a la zona
clavicular. Lamentablemente por razones de condicionamiento social y por el acelerado y
antinatural sistema de vida actual, especialmente en las grandes urbes, la mayoría de la gente
sólo respira con la parte superior de los pulmones, reduciendo peligrosamente su capacidad
pulmonar.

También es importante considerar lo que dice relación con los iones negativos en el aire. El aire se
ioniza producto de la acción energética del entorno (vientos, sol, aguas, etc), y las partículas al
ionizarse en determinada forma provocan un efecto directo en la salud de las personas que lo
ingieren, un efecto saludable y vitalizador. De ahí la necesidad de poder respirar, aunque no pueda
ser todo el tiempo, aires frescos y limpios, como aquellos de las orillas de mar, o en las montañas,
lugares naturales espaciosos y abiertos, donde los vientos hacen circular constantemente aire
fresco .

Finalmente el elemento fuego está representado por la fuente energética natural más
importante que es el sol, por lo tanto las prácticas de medicina natural se relacionan con el astro
rey son principalmente los baños solares, los cuales deben realizarse a las horas del día en que sus
rayos no impacten con toda su potencia, la mañana especialmente. Estos baños deben hacerse
progresivamente, comenzando con los pies y manos al descubierto, y luego de algunos días llegar
a estar lo más desnudos posible. Nunca sobrepasar los treinta minutos de exposición. A medida
que hacemos estos baños solares, imaginemos que la energía solar ingresa por nuestras palmas y
plantas.

LOS CUATRO ELEMENTOS Y EL ESOTERISMO.

Iniciáticamente se sabe o se postula que las cosas no son obra de la casualidad, sino más bien de la
causalidad. De la misma forma también se afirma que las cosas y seres de la naturaleza, tienen una
contraparte en planos no físicos, encontrándose aquí las inteligencias que animan y dan forma a
estos distintos elementos. Una idea que la ciencia tradicional, desde hace algunas centurias, no
participa, expresando un modelo más bien mecanicista del mundo. No obstante, hoy en día la
ciencia ortodoxa también poco a poco está compenetrando este punto de vista materialista y
mecanicista del mundo con una idea de que existen niveles más sutiles de energía que interactúan
con la materia; algo que el esoterismo ha planteado desde siempre.

De esta forma los cuatro elementos obedecerían a cuatro tipos de inteligencias que controlan,
impulsan o inhiben el desarrollo de sus manifestaciones.

A estas inteligencias se les ha dado en llamar “Elementales naturales”, y son cuatro grupos a
saber:

LOS GNOMOS. Quienes controlan el elemento tierra, y en forma general o más bien
folklóricamente, se les presenta como seres pequeños, macizos y rollizos y bastante taciturnos y
tímidos o huraños, que rigen todo proceso en donde se encuentra participando la materia sólida,
especialmente los minerales. Su rey es Gob, que según Manly P. Hall, en su obra “Fuerzas
invisibles”, es un término que deriva de la palabra inglesa goblin (trasgo). Debido a las
características de las fuerzas que gobiernan tienen sus moradas en el interior de la tierra o en
directo contacto con ella y sus minerales. Debido a sus características psicológicas son difíciles de
tratar aunque son metódicos y disciplinados. Su relación con la parte fisiológica del ser humano es
con los órganos excretores y el esqueleto, lo que es totalmente congruente con los procesos que
rigen. Están relacionados con el temperamento bilioso, en el cual predominan las glándulas
digestivas y el hígado en forma especial, el cual es uno de los órganos fundamentales junto al
riñón para la eliminación de las sustancias tóxicas y de desechos de nuestro organismo. Las
personas que poseen este temperamento se caracterizan por ser del tipo serio, concentrado e
irritable, y fácilmente caen en la melancolía, de allí que este temperamento sea llamado
“melancólico".

LAS ONDINAS, dirigen el elemento agua, su rey es Nicksa. Estos seres viven en toda parte en
donde haya agua y gobiernan los líquidos en general, y por ende las fuerzas vitales del ser
humano. Tienen fama de tener una apariencia muy bella, y al parecer este atributo les otorga
poder; generalmente son amistosos y sirven al ser humano en el espíritu de amor y sinceridad.
Poseen aproximadamente el mismo tamaño de los seres humanos, y generalmente se representan
como doncellas vestidas con la espuma del mar o como sirenas; se interesan especialmente por las
plantas y las flores. Como hemos visto dirigen especialmente todo aquellos procesos que tienen
que ver con el aspecto vitalidad y por ende todo lo que provee la vida, especialmente los procesos
de nutrición, y seguramente aunque no se menciona por Hall en los procesos reproductivos. Se
asocia al temperamento llamado linfático o flemático, en donde la lentitud es una cualidad
predominante.

LOS SILFOS, controlan el elemento aire. Vivirían en las cumbres de las montañas en contacto con la
parte más enrarizada de la atmósfera (congruentemente con esta idea recordemos que Zeus y
Júpiter son divinidades aéreas que viven en la cima de un gran monte: el Olimpo). El rey de estos
Silfos es Paralda, y que según algunos esoteristas, vive en la cima de la montaña más alta de la
tierra. Se caracterizan por ser seres muy variables, algunos se asemejan a seres humanos pero con
proporciones distintas, generalmente tienen alas y son alegres, excéntricos, caprichosos e
inconstantes. Espíritus de la naturaleza se asocian a las fuerzas mentales, además rigen los
distintos procesos aéreos en toda la naturaleza y en el ser humano están relacionados con los
procesos propios de los órganos de la respiración; promueven el temperamento nervioso o
cefálico, a quienes otros llaman bilioso, y consiste en el predominio del encéfalo y sus funciones y
los seres humanos influidos por este temperamento se caracterizan por su sensibilidad,
emotividad y susceptibilidad.

Finalmente LAS SALAMANDRAS, espíritus elementales del fuego, y por supuesto rigen todo
proceso en donde se ve involucrado la energía. El rey es Djin, el que se representa como un ser
maravilloso y ardiente que inspira un reverente temor. Las Salamandras moran en donde se
declare el fuego, por supuesto que en forma natural en los volcanes y los estratos ígneos de la
tierra. Encontramos una correspondencia de estas inteligencias en los dioses romanos Vulcano y
Plutón, y en los griegos Hefestos y Hades. Las Salamandras pueden adoptar formas humanas casi
siempre como guerreros y envueltos en llamas. Son prontas a la acción, tempestuosos,
emocionales y muy enérgicos. Debido a sus características en el cuerpo humano dirigen que dicen
relación con la energía y su distribución: órganos circulatorios; el temperamento que determinan
es el sanguíneo, en donde la principal característica es una gran vitalidad y siempre dispuestos a la
acción.

Por supuesto que estos espíritus de la naturaleza tiene su existencia en planos o dimensiones
distintas al físico o material, de tal manera que la apariencia que puedan asumir dependerá de la
percepción del observador y de las estructuras que tenga en su mente, especialmente en su
subconsciente.

Muchas veces estas inteligencias luden el contacto y la comunicación con los seres humanos,
desde el momento que éstos últimos han abusado y explotado irracional y egoístamente los
recursos naturales. Es más, esta es la razón por la cual contactan principalmente a los seres
inocentes, especialmente los niños de corta edad; o bien aquellas personas que tienen la
consciencia del respeto que se le debe a la naturaleza. He aquí la clave para comunicarse con ellos
e incluso llegar a tener su colaboración en los procesos que controlan.
Cuando, en Astrología se aplica este sistema a las personalidades, los elementos representan
rasgos básicos, otorgan atributos y un cierto "temperamento" a los signos del mismo elemento.

También para el Tarot, como el toda la filosofía esotérica, los cuatro elementos se consideran
como cuatro principios básicos de la vida. Estos pueden aplicarse a todas las cosas mediante
principios de similitud y analogía. C.G. Jung permitió una comprensión moderna de estas
categorías desarrollando un sistema en el cual los elementos corresponden a cuatro funciones
básicas de la psique humana.

Las fuentes tradicionales occidentales también toman en cuenta un quinto elemento, la "quinta
esencia". Esto describe muy simplemente al alma o el ser espiritual de la persona.

Alude a la libertad del hombre y nos recuerda los grandes misterios de lo eterno. Esta quinta
esencia permanece separada de los otros cuatro elementos y no se encuentra representada en
los arcanos menores, sino en los mayores.

Por ello podemos considerar los arcanos menores como la expresión de lo cotidiano, las cosas
del día a día, nuestra vida concreta tal como se manifiesta a nivel tangible, más allá de las
fuerzas ocultas y principios universales que están representados en los arcanos mayores.

Veamos cada elemento y su símbolo o serie (también denominada palo de la baraja):

Los Bastos

Representan el elemento Fuego. Es muy poderoso, ya que el fuego modifica el estado de la


materia, lo transmuta. Se expresa mediante el movimiento, la actividad, pero también se refiere
a la facultad espiritual, "La chispa divina", el "calor humano", vitalidad y entusiasmo. Trata de la
energía existencial y sexual. En exceso, puede abrasar.

El fuego es el catalizador de los otros elementos: los reduce y los cambia sin alterarse. Es un
elemento masculino, de acción y esfuerzo, poder creativo que transforma, la llave para la
transmutación. En las cartas de Bastos hallamos: deseo y acción, esfuerzos y luchas; fuerza
vital, chispa divina, inspiración e ímpetu inicial.

Las figuras de bastos tienen un fuerte énfasis de fuego, luego son espontáneas e impulsivas,
aplican su energía con todo su corazón. Su repuesta emocional es rápida y tienen una
imaginación vivaz.

Los Oros (Pentáculos)


Se relacionan con el elemento Tierra. Lo material, los sentidos, el fundamento del mundo
concreto. Sobre este plano se asientan o superponen los otros tres. Significa que realiza la
función de equilibrar el ímpetu del Fuego, la razón de las Espadas, la emoción del Agua, para
realizar algo tangible con todo ello. En las cartas de oro tenemos los frutos de nuestros
esfuerzos, los bienes y las ganancias.

Las figuras de oros representan personas que reaccionan de manera calculada. Son laboriosos,
su dedicación es constante y perseverante. Emocionalmente, son personas profundamente
enraizadas que dan forma a sus proyectos.

Las Espadas

Su elemento es el Aire y, en el ser humano, el pensamiento. Cuando éste funciona debidamente,


goza de claridad. Las cartas de espadas nos revelan lo tenso de la mente humana, engaños y
autoengaños; las luchas y el sufrimiento que comienza en las programaciones, las dependencias,
las traiciones.

Las figuras de espadas son rápidas y animadas. Aplican su energía de maneras muy diversas.
Tienden a intelectualizar sus sentimientos y expectativas. Se fundamentan en valores como la
justicia.

Las Copas
Su elemento es el Agua y su facultad el AMOR, el sentimiento, la ilusión y la fe. Pero su
problema es el desbordamiento emocional que debe atemperarse con la Razón, con el
pensamiento (espadas)

Las figuras de copas son del tipo sentimental y son muy sensibles, incluso se identifican con
personas psíquicas. Son imaginativas, emocionales y profundas.

Predominio de una serie en la lectura


Cuando se realiza una consulta de tarot es conveniente ver si hay una serie que predomina, es
decir si hay más cartas de una serie en particular, pues esto indicaría una tendencia de la vida
de la persona a estos temas específicos.

 Si predominan cartas de copas: las emociones, los asuntos familiares o de pareja serán
muy importantes (en especial si están invertidas estas cartas, señalarán conflictos en ese
sentido)

 Si predominan los oros: los aspectos económicos prevalecerán y habrá escasez si éstos
están invertidos o se activan los negocios si las cartas de oro están derechas.

 Si hay más bastos: será el trabajo y los asuntos profesionales los temas en los cuales se
basa la vida de la persona. Si están invertidos serán las luchas y competencias y
probablemente está perdiendo energía.

 Si hay predominio de las espadas: hay luchas, domina la mente, la defensa de los ideales
o de sus derechos. Muchas cartas de espada invertidas indican conflictos, estrés, debate
mental, lucha interna.

Si las cartas extraídas presentan un equilibrio entre las series; es decir, similar número de cartas
de cada una, la persona está enfocando los diferentes aspectos de la vida de manera armónica,
sin que ningún aspecto prevalezca sobre los otros.
Recurriendo a una definición de Platón, los elementos son aquellas cosas que componen y
descomponen los cuerpos complejos; es decir, los elementos serían substancias simples,
primordiales, que configurarían -según las antiguas tradiciones de todas las civilizaciones
esotéricas- tanto el Cosmos como el mismo hombre.

Dicho básicamente qué son estos elementos, queremos aclarar por qué hablamos de cuatro. Este
número, al igual que el siete, reviste gran importancia en todas aquellas enseñanzas que han
tratado de explicar el mundo y los seres vivos. El 4 no es un número elegido al azar; el número 4
está imbricado en el Cosmos.

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Tradicionalmente, en distintas lenguas y con distintas expresiones, siempre se han conocido


cuatro elementos básicos constitutivos del Universo, del Macrocosmos y (por consiguiente, del
hombre) del Microcosmos.

Estos cuatro elementos son el Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra. Si bien empleamos estas
denominaciones que nos son muy familiares y conocidas, estos elementos no se refieren
exactamente a lo que llamamos fuego, aire, agua y tierra, aunque también los engloban.

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La Tierra se relaciona con la materia concreta, con aquello que está expresado en dimensiones,
que puede pesarse, medirse, trasladarse. Esta tierra es justamente lo concreto, aquello que pesa,
no sólo en el Cosmos asumiendo forma de planeta, de estrellas, sino que pesa también en
nosotros asumiendo forma de cuerpo.

El Agua simbólicamente es la vida que recorre la materia; es la energía que baña la materia; es esa
fuerza que hace que la materia pueda entrar en acción y que no sea simplemente materia inerte;
es aquello que nos permite caminar, hablar, que hace que tengamos temperatura, que podamos
decirnos vivos y hace que estén vivas todas las cosas que en el Cosmos se mueven, cumpliendo
leyes inexorables y matemáticamente perfectas. El Agua es, pues, vitalidad; el Agua es la «sangre»
de la Tierra, lo más vital, lo más fuerte.
El Aire es la psiquis; es el conjunto de emociones y de sentimientos; es aquello que nos inclina
hacia las cosas, a favor o en contra de ellas: lo que nos mueve en el plano del sentimiento. Esto es
el Aire: la expresión de lo que se siente, el mundo de la emoción.

El Fuego es el mundo del pensamiento; de la idea; de la gestación en un plano tan abstracto que
sólo puede captarse por otra entidad tan abstracta como es en nosotros la mente, como es en el
Cosmos el Fuego.

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Así pues, cuando los antiguos se referían a sus dioses de los elementos, cuando adoraban al Fuego,
al Aire, al Agua, a la Tierra, no lo hacían tan sólo a esta representación física que tenemos en la
tierra, sino que intuían aquello que estaba más allá: intuían la esencia escondida detrás de la
presencia de los elementos.

Para la Antigüedad fue siempre algo indiscutible el hecho de que los planetas, las estrellas, no eran
entidades muertas o girando al azar en el espacio, sino que eran cuerpos vivos sujetos a leyes y a
evolución, cuerpos que encerraban espíritus de la misma manera que el hombre lo hace, por esta
continua relación entre el Macrocosmos y el Microcosmos.

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El Fuego es el elemento que ha motivado los símbolos más destacados de todas las religiones, no
sólo a nivel de deidades o entidades que representan Fuego, sino aún a nivel de construcción de
templos.

Por ejemplo, las pirámides: todas las construcciones que revisten la típica configuración de un
cuadrado asentado en la tierra, de los triángulos que se elevan como llamas, y que coinciden en un
punto final, son templos dedicados al Fuego. La misma palabra «pirámide» que utilizamos,
encierra en su raíz pir el concepto Fuego. Es el templo elevado hacia aquello que, estando en la
parte más alta, sin embargo contiene a todo lo demás, y a lo que siempre se le ha dado -
simbólicamente hablando- más importancia que a todo lo demás.

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Si el Fuego es mente, posibilidad de pensamiento, de trabajo con las ideas, de captación, el Fuego
indudablemente supone Sabiduría. Así, Fuego es Saber y Saber es la culminación del Hombre.
Aire es igual a Osar. Es esa capacidad de coraje con la cual hemos de ayudar al conocimiento; es
algo más que fuerza, es impulso, es fe. Osar, precisamente, es no conocer el miedo, es lanzarse
porque hay que llegar a la Sabiduría.

El Agua es Querer; es decir, para poder ser valiente y sabio, primero hay que querer
verdaderamente. No es tan simple como pueda parecer: estamos acostumbrados a decir: «quiero
irme de vacaciones», «quiero ver una película», el querer se ha transformado en una palabra de
poco contenido, por consiguiente, refleja poca voluntad de realización. Pero este querer es mucho
más hondo, viene desde la raíz íntima del hombre. Y este querer se dirige hacia los destinos
últimos del hombre.

Y el elemento Tierra equivale a Callar. El primer paso del camino es el silencio. Es lo que tanto nos
llama la atención sobre todas las civilizaciones antiguas para las que los grandes conocimientos
estaban encerrados dentro del conjunto del Esoterismo. ¿Por qué esotérico? ¿Por qué cerrado?
¿Por qué guardado? Porque, si no se calla, es muy difícil querer; si no hay silencio, es muy difícil
osar, es muy difícil saber.

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Nuestra misión está en descifrar los símbolos, en aprender ese lenguaje de maravillas que
permitiría que todos volviésemos a comprendernos en una única lengua, que todos volviésemos a
sentirnos hermanos en una única tradición, en un único conocimiento.
EL QUINTO ELEMENTO

“Hacia el 600 a.C. se inicia en Grecia la ciencia y la filosofía del mundo occidental
moderno; todo el conocimiento se englobaba dentro del término filosofía natural. Los
filósofos griegos presocráticos se enfrentaron a las mismas preguntas eternas y
esenciales. ¿De qué está hecho el Universo? Surge entonces el modelo de los cuatro
elementos, basado en la lógica y la argumentación. Aristóteles y Platón reformularon,
en parte, el modelo de los cuatro elementos, y Anaxágoras lo profundiza, a través de
su preocupación por comprender, además, los procesos de cambio de la materia”.
Cuatro elementos forman la naturaleza de las cosas según estas filosofías antiguas,
que son, tierra, agua, fuego y aire según los griegos, que se desarrollan sobre una
materia original no calificada o primitiva llamada, el quinto elemento.

Algunas filosofías como la china, hindú y japonesa, cambian o le agregan este


supuesto quinto elemento. En el taoísmo chino descartan el aire e incluyen el metal y
agregan la madera. En el hinduismo agregan el éter, y la filosofía japonesa agrega el
vacío a estos cuatro elementos y los llaman 五大 (go dai), los cinco grandes. Estos
elementos fueron conocidos y usados por alquimistas y ocultistas de todos los
tiempos, y su simbología guardaba el secreto de su...
conocimiento y descubrimientos. La búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la
vida por parte de los antiguos alquimistas como Paracelso, (Theophrastus Phillippus
Aureolus Bombastus von Hohenheim), conocido porque se creía que había logrado la
transmutación de plomo en oro, se basaba fundamentalmente en el estudio y
manipulación de los cuatro elementos griegos conocidos, más un quinto elemento que
se mantuvo en el más profundo secreto, y por el cual ninguno de los otros elementos
podrían existir. Hoy veremos cuál es y cómo funciona el quinto elemento que
Paracelso conocía y que nunca antes fue dicho. Este quinto elemento es fundamental
para la existencia misma de la vida, del universo y de la transmutación de la materia
del plomo al oro de nuestro interior.

En 1915 Albert Einstein postula la teoría de la relatividad general, pocos meses


después en un muy breve trabajo demostró la que probablemente es la consecuencia
más importante de su teoría, y publica su conocida ecuación donde dice que la energía
es igual a la masa de un cuerpo por la velocidad de la luz al cuadrado (E = m x c2). Sin
saberlo Einstein no solo había demostrado su teoría, sino que también había
descubierto el secreto alquímico del quinto elemento. La transmutación de la materia
en energía o viceversa se llevaba a cabo por medio de una constante universal, la luz,
el quinto elemento. “La primera voluntad del “Do” fue la luz, porque sin ella no
habría creación, no se podría propagar la octava”. Fueron mis palabras en el artículo
“Los creadores” y en ellas encerraba y adelantaba el secreto del quinto elemento. La
luz, la materia original no calificada y primitiva donde se desarrollan los otros cuatro,
el primer elemento creado por el “Do”. Para la física tridimensional, la luz siempre
fue un misterio, tanto su composición como su propagación aún en el más absoluto
vacío. Ondas, corpúsculos, fotones, fueron algunos de los intentos para explicar su
naturaleza, en ella se guarda toda la gama de colores, frecuencias, energías y sonidos
conocidos y no conocidos, y su comportamiento y características son tan misteriosas
como sorprendentes. En 1997 se estrena la película “El quinto elemento”,
protagonizada por Bruce Willis y Mlla Jovovich, y como siempre Hollywood esconde
una verdad dentro de una ficción. Para el neófito, el quinto elemento era el personaje
de Leeloo representado por Mlla Jovovich, pero en realidad el quinto elemento era la
“luz” que emanaba de su interior y transmutaba toda la energía en amor hacia la
humanidad y cuyo poder destruía el mal que se acercaba a la tierra para su
aniquilación. El que tenga ojos que vea. Toda materia posee luz, porque de luz está
hecha. Tierra, agua, fuego y aire son consecuencia de distintas densidades de luz
manifestándose. Dicen que cuando una persona es dichosa o está sumamente feliz,
brilla, y literalmente brilla, porque su vibración molecular aumenta, su estado
material se sutiliza y su composición física se acerca al estado primogénito de luz.
Usted no ve el resplandor por su limitado grado de percepción visual, entre 400 y 780
nanómetros, pero puede captar la vibración que esto produce. Su centro espiritual
procesa la energía de la luz, que luego es tomada por el centro emocional y convertida
en un sentimiento que el centro intelectual decodifica en una sensación comprensible
para el ego. Que linda o lindo está!! tiene ese brillo interior…Cuantas veces le habrá
sucedido que por un acontecimiento sumamente agradable para usted, por unos
instantes todo lo de su alrededor tiene un brillo diferente, como si los colores fueran
más intensos acorde a sus sentimientos, si pudiera mantener ese estado todo
cambiaría, eso es transmutación de la materia, usted tiene en su interior la piedra
filosofal para convertir el plomo en oro, el quinto elemento, la luz interior, el amor
por el cual llegar al “ser” y liberarlo de su prisión. En la dimensión tridimensional de
la realidad subjetiva, la luz es usada para modificar la realidad por aquellos que
conocen como hacerlo. La luz no es lo que usted ve como luz, la luz es lo que usted no
ve. Dije en “Explicando las dimensiones” que “el movimiento de un cuerpo en el
espacio se percibe como tiempo, de ir desde el punto (A), al punto (B), demora una
(X) cantidad de tiempo, o sea que podemos decir que el tiempo es como percibimos la
dimensión directamente superior”, o dicho de otra forma, el tiempo es espacio no
manifestado o ya manifestado en esta dimensión. La luz es como usted percibe el
movimiento mismo del espacio sobre el Demiurgo que lo contiene. Dicen que la
oscuridad es la ausencia de luz, pero en realidad la oscuridad es luz no manifestada,
espacio estático, sin movimiento. Dicho de otra forma la oscuridad contiene en si
misma a la luz, y la luz a la oscuridad. En cuanto el espacio se mueve la luz se
manifiesta. Entonces la luz percibida es el resultado de la fricción del movimiento del
espacio para ir de la dimensión (A) a la dimensión (B). Si observan el dibujo de la
patente del Vórtice magnético generador de agujeros de gusano en la parte de
documentos, verán que está formado por un cuadrado (los cuatro elementos), un
triángulo (las tres energías) y un círculo (el quinto elemento). Si usted abre un portal
de salto cuántico mediante el quinto elemento, puede desplazarse no solo por el
espacio sino por el tiempo, porque la luz es el medio de transporte adimensional por
excelencia divina y el medio por donde se desplazan las octavas.

El quinto elemento, la luz, es el primer elemento de la voluntad del “Do”, oculto en


su propio resplandor, responsable de la vida, y el medio por el cual se manifiesta la
creación. Es tan poderosa su energía que es usada para manipular la realidad al darle
un falso resplandor a las cosas materiales, personas e instituciones, hasta llegar a
encandilar, y lograr que las unidades de carbono vuelen como hipnotizados insectos
hacia su destrucción. Pero también tiene el poder de transmutar la materia, de
convertir cualquier metal en oro, cualquier ego oscuro en “ser” luminoso, cualquier
unidad de carbono en un Humano, libre, verdadero y justo con él y con el prójimo, y
llevando consigo al planeta entero a una nueva dimensión, donde la luz no sea solo el
quinto elemento, sino también el primer y mas importante sentimiento que albergue
en su interior, Luz, amor y paz.

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