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*El acto de determinar lo normal o lo anormal es siempre un juicio ético, o sea, una
operación profesional y valorativa y por lo tanto, compleja. Es ético, en sentido
profesional (uso correcto y responsable de los conocimientos) y valorativo (juicio personal,
criterio clínico de la persona del psicólogo), ambos entrañan una praxis (qué es lo que
hacemos con la persona). Distinguimos y clasificamos no sólo en relación a las
diferencias con los demás, sino que también emitimos un juicio valorativo al atribuirle un
valor positivo, adecuado, o negativo a determinada condición. Esto implica una gran
responsabilidad para el psicólogo, ya que nuestro campo de trabajo es el ser humano,
quien acude a nosotros en busca de ayuda, por lo que jamás debemos olvidar que si bien
es fundamental realizar un diagnóstico, manteniendo una actitud científica, también esto
implica tener en cuenta que estamos tratando con un ser complejo y total, no con una
“patología”, y que debemos cuidarnos de encasillarlo y “etiquetarlo”.
CRITERIOS DE NORMALIDAD-ANORMALIDAD:
3. Criterio sociológico:
Alguien sano sería alguien que mantiene una relación sana con su entorno, y se adapta
apropiadamente a su sociedad (ej. Sociedad enferma, subculturas)
4. Criterio de adaptación:
Implica el logro de un equilibrio por parte del sujeto, entre su dimensión interna y externa,
integrado en armonía al medio en el que se inserta, logrando un ajuste eficiente de su
comportamiento.
5. Criterio de Autonomía:
Se considera la anormalidad como una pérdida de la libertad. La anormalidad sería una
patología de la libertad que impide la expansión de la existencia, del ser del hombre. Se
vería reducida la capacidad para afrontar diferentes situaciones, lo que limita a la persona,
la hace menos capaz de autodirigir su propia vida. Persona padece, “a pesar de... soy
así”. Libertad de la vivencia, del yo consigo mismo y con los demás (distinto de
libertinaje).
Ninguno de los criterios por sí solo nos da cuenta cabal de lo que es una persona
mentalmente sana. Un diagnóstico clínico siempre debe ser integral, por lo que es una
decisión bastante compleja, en la que debemos abordar al paciente no solamente desde
un punto de vista estadístico, es decir, calificando sus características como normales o
anormales según sean o no frecuentes en su población, sino también considerando si
éstas corresponden o no al criterio que yo sostengo acerca de lo que es esperable y
deseable en una persona sana, que además, está inserta en un determinado contexto, lo
que puede variar la significación de un síntoma que según el criterio estadístico sería
considerado como algo alejado de la norma, y que, sobre todo, se está dando en una
persona particular, por lo que debo analizar cómo el problema la afecta, de qué modo
interfiere o no en su vida, si en realidad es algo que la limita e impide ser libre, gobernar
su vida y adaptarse al mundo.
Finalmente, el diagnóstico siempre implica una decisión ética, ya que siempre implica un
juicio valórico, que implicará que tomaré decisiones respecto a qué hacer con el paciente,
cómo y cuándo hacerlo, asumiendo la responsabilidad de actuar según lo que creo
correcto, evitando el riesgo de provocar un daño a quien viene a nosotros pidiendo ayuda.
ANEXOS
Relatividad de la norma:
La estabilidad de los parámetros que permiten distinguir entre lo normal y lo patológico
parecen tambalear. En Grecia, la homosexualidad era normal para los filósofos; los
homosexuales se mejoraron a partir del año 73 de una supuesta condición enferma. De lo
anterior podríamos concluir que el comportamiento anormal es sólo aquel que se desvía
de la norma de la cultura, en un momento histórico dado.
El relativismo étnico plantea que no existe una cultura superior a la otra, ya que no existen
parámetros en base a los cuales hacer el juicio. Cualquier parámetro, norma o paradigma,
se origina en el seno de una determinada cultura, cada una de las cuales tiene su sentido
y coherencia interna, siendo imposible demostrar su mejor o peor postura vital frente a
otros. Al no disponer de criterio externo para enjuiciar otras culturas, debemos aceptarla y
respetarla globalmente.
1. Diagnóstico descriptivo:
a) Diagnóstico sindromático estadístico: Se relaciona con la conducta
observable, síntomas. Permite la comunicación entre profesionales. Su
objetivo es describir lo que le pasa a la persona. Aquí se encuentran los
manuales estadísticos como el CIE 10 y DSM IV, que propone una
clasificación por ejes.
Eje 1: Síndromes clínicos
Eje 2: Trastornos de personalidad, retardo mental y trastornos del
desarrollo hasta los 18 años.
Eje 3: Enfermedades médicas
Eje 4: Problemas psicosociales y ambientales
Eje 5: Evaluación de la actividad global (nivel de adaptación previo)
b) Diagnóstico descriptivo fenomenológico: Comprensivo. Intenta entender las
relaciones de sentido entre los síntomas, la vivencia, y la historia del individuo, tanto en el
sentido actual como histórico. Comprender el motivo de consulta y los síntomas. Más que
al porqué se pregunta por el cómo. No se “juzga” al paciente.
Evaluación psicológica: Concepto más amplio. Se realiza en todos los ámbitos: laboral,
educacional, clínico, etc. En la evaluación, se intenta ubicar al individuo dentro de un
grupo. La evaluación psicológica puede ser con o sin tests. Es un concepto amplio, donde
se encuentra el psicodiagnóstico, el cual implica pasar tests. Implica querer conocer,
describir, comprender las características de personalidad de un sujeto o grupo de
personas (ej selección de personal).
El diagnóstico psicológico clínico es menos general que el psicodiagnóstico. Implica
juzgar y conocer, diferenciar algo que le está ocurriendo a una persona en torno a sus
afectos, sentimientos, etc. Es individual, y evalúa aspectos adaptativos y desadaptativos,
y debe describir y comprender los elementos desadapatativos, y situarlos en el contexto
total.
Señala que la base de la salud mental es una personalidad bien integrada, que posee:
Madurez emocional: fantasías y deseos infantiles exitosamente elaborados y
experimentados libremente. Los sentimientos de pérdida pueden ser
contrarrestados hasta cierto punto por la capacidad de aceptar sustitutos, puede
disfrutar de los placeres al alcance en cada momento vital.
Fuerza del carácter: el yo es capaz de desarrollar sus potencialidades, de
enfrentar y no eludir los conflictos internos y externos, pero considerando al
prójimo.
Equilibrio entre la vida interna y la adaptación a la realidad: no significa evitar
conflictos, implica la fuerza para tolerar emociones dolorosas y poder manejarlas
(por lo tanto, no renegar el conflicto interior ni las dificultades externas).
Fusión exitosa entre las distintas partes de la personalidad: partes de uno mismo
amadas y odiadas o rechazadas integradas, no disociadas. Nunca existe una
integración completa, pero cuanto más uno se acerca a ella, mayor será la
comprensión de los impulsos y las angustias, más fuerte será el carácter y mayor
el equilibrio mental.
Predominio de la capacidad de amar por sobre el odio.